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Curiosidades de la Historia National Geographic - El nacimiento de la moneda

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Con la llegada de internet y las tarjetas de crédito cada vez pagamos menos con billetes y monedas. Sin embargo, las monedas llevan entre nosotros miles de años. Los primeros ejemplares se acuñaron en el próspero reino de Lidia, en Asia Menor, hace unos 2.700 años. Te contamos su historia.

Estás
escuchando
curiosidades
de
la
historia
de
historia
National
Geographic.
Hoy
hablaremos
del
nacimiento
de
la
moneda.
Se
me
olvidaba
lo
más
delicioso
cuando
entro
en
casa
con
el
salario,
todos
corren
a
abrazarme
atraídos
por
el
olorcillo
del
dinero.
Enseguida
mi
hija
me
lava,
me
perfuma
los
pies
y
se
inclina
sobre
para
besarme.
Me
llama
papá
querido
y
me
pesca
con
la
lengua
la
moneda
de
tres
óbolos
que
llevo
en
la
boca.
Después
mi
mujercita,
toda
mimos
y
halagos,
me
presenta
una
tarta
riquísima.
Se
sienta
a
mi
lado
y
me
dice
Cariñosa,
come
esto,
prueba
lo
otro.
Quien
así
habla
es
Cleón,
protagonista
de
Las
avispas,
una
comedia
que
la
tenía
en
Aristófanes,
estrenó
el
año
422
antes
de
Cristo
y
el
dinero
del
que
tan
cariñosamente
le
despoja
su
hija,
son
los
tres
óbolos
diarios
que
la
ciudad
de
Atenas
pagaba
a
quienes
hacían
de
jueces.
En
la
escena
todo
el
mundo
está
familiarizado
con
la
moneda.
Pero
cuando
Aristófanes
escribió
esta
obra
apenas
habían
pasado
tres
siglos
desde
la
aparición
de
este
medio
de
pago.
Antes
de
que
naciera
La
Moneda
ya
hacía
más
de
mil
años
que
los
metales
preciosos
se
empleaban
como
medio
monetario
en
el
Próximo
Oriente.
En
Mesopotamia
se
utilizaba
la
plata
importada
en
buena
parte
de
la
zona
del
TARÓ,
en
Anatolia.
Así,
por
ejemplo,
el
rey
sin
cachet
que
gobernó
en
el
siglo
XIX
antes
de
Cristo,
nos
ha
dejado
la
primera
lista
de
precios
conocida,
donde
aparece
la
cantidad
de
mercancía
que
se
puede
obtener
con
un
shekel,
cierta
cantidad
de
plata
y
en
los
códigos
legales
mesopotámicos
como
el
de
samurái
aparecen
las
multas
que
deben
satisfacer
quienes
cometan
un
delito,
expresadas
también
en
shekels.
Sin
embargo,
lo
más
habitual
era
satisfacer
deudas
e
impuestos
en
cantidades
de
grano
equivalentes
a
su
tasación
en
shekels.
La
circulación
de
plata
en
forma
de
lingotes
y
trozos
de
metal
como
Primo
Haneda
era
muy
limitada.
Los
mercaderes,
que
muchas
veces
actuaban
por
cuenta
de
reyes
y
templos,
los
cortaban
en
trozos
más
pequeños
que
pasaban
por
el
platillo
de
una
balanza.
Cada
vez
que
se
hacía
un
pago
o
una
compra.
Varias
tablillas
procedentes
de
la
ciudad
de
Mary
permiten
intuir
que
los
mercaderes
que
utilizaban
lingotes
y
fragmentos
de
metal
se
conocían
bien
entre
ellos
y
confiaban
en
sus
respectivas
reputaciones.
De
este
modo,
por
el
Próximo
Oriente
y
por
Egipto
circularon
monedas
metálicas
y
anónimas,
metales
preciosos,
sin
el
respaldo
explícito
de
un
poder
político.
La
plata
y
el
oro
gozaban
de
múltiples
virtudes.
Eran
posesiones
valiosas
por
mismas
que
se
podían
valorar
e
intercambiar
por
otros
bienes
fácilmente.
Y
a
diferencia
de
lo
que
pasaba
con
el
grano,
no
se
deterioran.
Lo
que
incrementaba
su
utilidad
para
los
mercaderes.
Su
aceptación
generalizada
convertía
estos
metales
en
un
medio
efectivo
para
realizar
pagos
donde
fuese,
y
aunque
el
abastecimiento
de
oro
y
plata
era
limitado,
de
hecho
era
esto
mismo
lo
que
los
hacía
tan
valiosos.
Las
regiones
que
disponían
de
una
fuente
de
oro
y
plata
gozaban
de
una
ventaja
económica
extraordinaria.
Este
era
el
caso
del
reino
de
Lidia,
al
oeste
de
Asia
Menor,
en
la
actual
Turquía,
donde
vieron
la
luz.
Las
primeras
monedas
de
la
historia
eran
metálicas
a
diferencia
de
los
fragmentos
de
metal
precioso
que
habían
funcionado
como
prí
moneda,
la
respaldaba
un
estado.
El
reino
Lidio
estaban
hechas
de
electro,
una
aleación
de
oro
y
plata
que
se
encontraba
en
estado
natural
en
el
monte
en
moslo.
El
río
pactó
lo
que
nacía
en
esa
montaña
y
discurría
por
Sardes.
La
capital
de
Lidia
transportaba
muchas
pepitas
y
granos
de
este
metal.
La
legendaria
riqueza
de
este
curso
de
agua
y
de
los
soberanos
lidios
se
refleja
en
el
mito
de
Midas,
este
rey
de
Frigia
se
bañó
en
las
aguas
de,
no
para
deshacerse
de
la
maldición
que
convertía
en
oro
todo
cuanto
tocaba
comida
y
bebida,
incluidas.
El
poder
nefasto
pasó
de
su
cuerpo
al
río,
cuya
corriente
arrastró
desde
entonces
las
pepitas
áureas
que
hicieron
fabulosamente
ricos
a
los
soberanos
de
Lidia.
De
hecho,
aún
utilizamos
el
nombre
del
último
de
ellos,
Creso,
cuyo
reinado
acabó
el
547
antes
de
Cristo,
para
designar
a
alguien
extraordinariamente
rico.
Los
reyes
lidios
emitieron
las
primeras
monedas
a
finales
del
siglo
siete,
antes
de
Cristo,
acuñadas
y
no
fundidas.
Poseen
el
aspecto
de
pequeñas
pepitas
o
granos
y
el
electro
de
que
están
compuestas.
Se
conocía
desde
antiguo
en
Oriente
como
oro
brillante
u
oro
blanco.
El
laicos
chrysos
del
que
hablaba
el
historiador
griego
Herodoto.
Nosotros
llamamos
electro
a
este
oro
blanco
por
influencia
de
Roma.
Los
romanos
designaban
con
esta
palabra
tanto
la
aleación
del
oro
con
la
plata
como
la
resina
solidificada
que
conocemos
como
ámbar.
El
ámbar,
por
lo
general
de
color
amarillento.
Posee
la
propiedad
de
electriza
si
se
frota
con
energía.
Razón
por
la
que
el
electro
romano
y
nuestro
moderno
vocablo
electricidad
comparten
la
misma
raíz.
Las
monedas
de
electro
muestran
normalmente
una
apariencia
áspera
y
en
un
principio
no
se
diferenciaron
demasiado
de
los
fragmentos
de
lingote
mesopotámicos
o
del
grano
que
se
atesoraba
en
los
almacenes
de
palacios
y
templos.
Una
semejanza
que
sin
duda
fue
buscada
conscientemente.
El
lado
principal
de
estas
nuevas
pepitas,
estampadas
por
un
sello
oficial
entre
redondeadas
y
aplanadas,
se
llama
convencionalmente
anverso
y
al
comienzo
adoptó
una
superficie
frecuentemente
estriada
e
irregular.
Los
reversos
o
partes
secundarias
de
las
monedas
fueron
marcados
desde
un
principio
con
uno,
dos
o
tres
golpes
o
impresiones.
Esto
se
hizo
así
ante
todo,
para
mostrar
al
usuario
la
buena
calidad
del
metal,
tanto
en
la
superficie
como
en
el
interior
de
la
pepita
estampada,
que
era
la
nueva
moneda.
Con
el
tiempo,
ciertas
imágenes
sustituyeron
completamente
a
las
estrías,
las
que
aparecen
con
mayor
frecuencia
en
el
antiguo
electro.
Son
animales
completos
o
parte
de
ellos.
Los
hay
salvajes
y
domésticos,
reales
y
mitológicos,
terrestres,
acuáticos
y
volátiles,
vertebrados
e
invertebrados.
Pero
también
aparecen
objetos
inanimados
y
motivos
florales
y
geométricos.
De
forma
que
a
finales
del
siglo
siete,
antes
de
Cristo,
podemos
identificar
hasta
cien
diseños
en
las
monedas
arcaicas
de
electro.
Ello
no
significa
que
hubiera
el
mismo
número
de
lugares
de
fabricación
o
cecas
que
quizá
no
llegaron
a
cincuenta.
Entre
las
que
pueden
identificarse
con
pocas
dudas
están
las
de
Cífico,
que
empleó
el
atún
como
emblema
y
que
marcó
sus
monedas
con
un
grifo
o
más
frecuentemente,
con
una
foca.
Normalmente
se
considera
que
la
representación
de
una
cabeza
de
león
enfrentada
a
otra
de
toro
está
ligado
a
los
soberanos
lidios
de
la
dinastía
Merme
Nada,
cuyo
último
representante
fue
Creso.
Que
las
primeras
monedas
de
Electro
fueron
acuñadas
en
Asia
Menor
Occidental
y
las
islas
vecinas.
No
plantea
ninguna
duda.
Los
hallazgos
arqueológicos
más
importantes
en
este
campo
fueron
obra
de
la
misión
británica,
que
entre
los
años
1904
y
1905
excavó
el
templo
de
Artemisa
en
Éfeso,
donde
halló
noventa
y
tres
monedas
entre
los
depósitos
de
fundación.
Las
ofrendas
religiosas
que
se
realizaban
al
comienzo
de
una
obra.
Otra
expedición
austríaca
que
trabajó
allí
entre
1986
y
1994,
hizo
nuevos
descubrimientos.
Estos
hallazgos
han
provocado
un
intenso
debate
sobre
la
fecha
en
que
aparecieron
las
primeras
monedas
en
Asia
Menor.
Hacia
el
año
675,
antes
de
Cristo
para
unos
y
hacia
el
600
antes
de
Cristo
para
otros.
La
vasija
golpe
en
la
que
el
arqueólogo
Hower
encontró
el
primer
tesoro
ilegal
descubierto
en
el
templo
en
1904
1905,
si
datado
en
torno
al
año
630
antes
de
Cristo.
Lo
que
nos
da
una
fecha
intermedia
entre
las
anteriores.
Las
primeras
monedas
de
electros
se
caracterizan
por
una
gran
precisión
en
el
peso
y
la
aleación
de
oro
y
plata.
Esta
precisión,
unida
al
respaldo
oficial,
simbolizado
por
las
marcas
impresas,
pretendía
conferir
a
la
moneda
un
valor
fijo
y
superior
al
del
metal
que
contenía.
Dicho
de
otro
modo,
la
moneda
estaba
sobrevalorada.
Ello
no
es
de
extrañar,
ya
que
muchos
estudiosos
piensan
que
la
moneda
tuvo
su
origen
en
la
voluntad
de
hacer
circular
en
forma
de
lingua
titos
o
de
granos
de
oro
de
valuado
blanco
o
con
plata,
lo
que
debía
ser
tomado
por
oro
puro,
rojo
o
sin
plata.
La
invención
de
la
moneda
coincidió,
no
por
casualidad,
con
el
surgimiento
en
el
Egeo
de
las
polis
o
ciudades
estado
griegas,
caracterizadas
por
prácticas
igualitarias,
tanto
en
su
forma
de
actuar
como
de
legislar.
Aunque
es
cierto
que
la
polis
podía
exigir
a
sus
ciudadanos
diversos
servicios
de
forma
gratuita,
también
era
consciente
de
que
algunos
de
los
trabajos
que
demandaba
eran
onerosos
o
inapropiados.
En
consecuencia,
compensaba
con
monedas
las
molestias
que
entrañan
estos
servicios.
Se
sabe,
por
ejemplo,
que
a
los
ciudadanos
atenienses
se
les
entregaron
monedas
en
época
arcaica
y
clásica
por
asistir
a
asambleas
políticas
y
juicios
como
el
filo
Cleón
de
las
avispas
que
mencionábamos
al
principio
eran
monedas
de
pequeño
valor,
pero
que
compensaban
por
la
obligación
de
asistir
a
una
asamblea,
para
lo
cual
muchos
atenienses
debían
desplazarse
del
campo
a
la
ciudad
y
abandonar
sus
cultivos.
También
recibían
un
sueldo
los
remeros
de
la
flota
de
guerra
ateniense,
ciudadanos
pobres
que
no
tenían
la
obligación
de
defender
a
la
ciudad.
A
diferencia
de
los
hoplitas,
los
infantes
que
se
pagaban
su
equipo
de
guerra,
pues
pertenecían
a
grupos
sociales
superiores
y
estaban
obligados
a
luchar
sin
recibir
compensación
a
cambio,
y
muchas
veces
se
acuñó
moneda
para
pagar
a
mercenarios.
Las
primeras
en
acuñar
moneda
fueron
las
de
Jonia,
en
la
costa
occidental
de
Asia
Menor,
con
las
que
Lidia
mantenía
estrechas
relaciones
económicas
y
culturales.
De
hecho,
las
ciudades
griegas
pudieron
obtener
beneficios
al
acuñar
moneda,
haciéndola
circular
en
su
territorio
con
un
valor
superior
al
valor
real
del
metal
usado,
ya
que
con
ello
su
riqueza
era
superior
al
valor
del
metal
precioso
que
verdaderamente
poseían.
Esto
explicaría
por
qué
tantas
acuñaron
monedas
y
por
qué
desde
finales
del
siglo
6,
antes
de
Cristo,
se
extendió
con
gran
rapidez
la
acuñación
de
monedas
de
plata.
Los
ciudadanos
propios
y
los
extranjeros
utilizaban
esta
moneda
sobrevalorada
en
determinadas
circunstancias,
como
la
compra
de
mercancías,
pago
de
derechos
de
paso
o
de
tasas
a
cambio
de
imponer
su
moneda
en
su
territorio.
La
polis
tuvo
que
respaldarla
encargándose
de
su
producción,
respaldo
que
se
manifestó
en
la
elección
de
las
figuras
y
los
textos
que
aparecían
en
la
brillante
superficie
del
metal.
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Estás escuchando curiosidades de la historia de historia National Geographic. Hoy hablaremos del nacimiento de la moneda. Se me olvidaba lo más delicioso cuando entro en casa con el salario, todos corren a abrazarme atraídos por el olorcillo del dinero. Enseguida mi hija me lava, me perfuma los pies y se inclina sobre mí para besarme. Me llama papá querido y me pesca con la lengua la moneda de tres óbolos que llevo en la boca. Después mi mujercita, toda mimos y halagos, me presenta una tarta riquísima. Se sienta a mi lado y me dice Cariñosa, come esto, prueba lo otro. Quien así habla es Cleón, protagonista de Las avispas, una comedia que la tenía en Aristófanes, estrenó el año 422 antes de Cristo y el dinero del que tan cariñosamente le despoja su hija, son los tres óbolos diarios que la ciudad de Atenas pagaba a quienes hacían de jueces. En la escena todo el mundo está familiarizado con la moneda. Pero cuando Aristófanes escribió esta obra apenas habían pasado tres siglos desde la aparición de este medio de pago. Antes de que naciera La Moneda ya hacía más de mil años que los metales preciosos se empleaban como medio monetario en el Próximo Oriente. En Mesopotamia se utilizaba la plata importada en buena parte de la zona del TARÓ, en Anatolia. Así, por ejemplo, el rey sin cachet que gobernó en el siglo XIX antes de Cristo, nos ha dejado la primera lista de precios conocida, donde aparece la cantidad de mercancía que se puede obtener con un shekel, cierta cantidad de plata y en los códigos legales mesopotámicos como el de samurái aparecen las multas que deben satisfacer quienes cometan un delito, expresadas también en shekels. Sin embargo, lo más habitual era satisfacer deudas e impuestos en cantidades de grano equivalentes a su tasación en shekels. La circulación de plata en forma de lingotes y trozos de metal como Primo Haneda era muy limitada. Los mercaderes, que muchas veces actuaban por cuenta de reyes y templos, los cortaban en trozos más pequeños que pasaban por el platillo de una balanza. Cada vez que se hacía un pago o una compra. Varias tablillas procedentes de la ciudad de Mary permiten intuir que los mercaderes que utilizaban lingotes y fragmentos de metal se conocían bien entre ellos y confiaban en sus respectivas reputaciones. De este modo, por el Próximo Oriente y por Egipto circularon monedas metálicas y anónimas, metales preciosos, sin el respaldo explícito de un poder político. La plata y el oro gozaban de múltiples virtudes. Eran posesiones valiosas por sí mismas que se podían valorar e intercambiar por otros bienes fácilmente. Y a diferencia de lo que pasaba con el grano, no se deterioran. Lo que incrementaba su utilidad para los mercaderes. Su aceptación generalizada convertía estos metales en un medio efectivo para realizar pagos donde fuese, y aunque el abastecimiento de oro y plata era limitado, de hecho era esto mismo lo que los hacía tan valiosos. Las regiones que disponían de una fuente de oro y plata gozaban de una ventaja económica extraordinaria. Este era el caso del reino de Lidia, al oeste de Asia Menor, en la actual Turquía, donde vieron la luz. Las primeras monedas de la historia eran metálicas a diferencia de los fragmentos de metal precioso que habían funcionado como prí moneda, la respaldaba un estado. El reino Lidio estaban hechas de electro, una aleación de oro y plata que se encontraba en estado natural en el monte en moslo. El río pactó lo que nacía en esa montaña y discurría por Sardes. La capital de Lidia transportaba muchas pepitas y granos de este metal. La legendaria riqueza de este curso de agua y de los soberanos lidios se refleja en el mito de Midas, este rey de Frigia se bañó en las aguas de, no para deshacerse de la maldición que convertía en oro todo cuanto tocaba comida y bebida, incluidas. El poder nefasto pasó de su cuerpo al río, cuya corriente arrastró desde entonces las pepitas áureas que hicieron fabulosamente ricos a los soberanos de Lidia. De hecho, aún utilizamos el nombre del último de ellos, Creso, cuyo reinado acabó el 547 antes de Cristo, para designar a alguien extraordinariamente rico. Los reyes lidios emitieron las primeras monedas a finales del siglo siete, antes de Cristo, acuñadas y no fundidas. Poseen el aspecto de pequeñas pepitas o granos y el electro de que están compuestas. Se conocía desde antiguo en Oriente como oro brillante u oro blanco. El laicos chrysos del que hablaba el historiador griego Herodoto. Nosotros llamamos electro a este oro blanco por influencia de Roma. Los romanos designaban con esta palabra tanto la aleación del oro con la plata como la resina solidificada que conocemos como ámbar. El ámbar, por lo general de color amarillento. Posee la propiedad de electriza si se frota con energía. Razón por la que el electro romano y nuestro moderno vocablo electricidad comparten la misma raíz. Las monedas de electro muestran normalmente una apariencia áspera y en un principio no se diferenciaron demasiado de los fragmentos de lingote mesopotámicos o del grano que se atesoraba en los almacenes de palacios y templos. Una semejanza que sin duda fue buscada conscientemente. El lado principal de estas nuevas pepitas, estampadas por un sello oficial entre redondeadas y aplanadas, se llama convencionalmente anverso y al comienzo adoptó una superficie frecuentemente estriada e irregular. Los reversos o partes secundarias de las monedas fueron marcados desde un principio con uno, dos o tres golpes o impresiones. Esto se hizo así ante todo, para mostrar al usuario la buena calidad del metal, tanto en la superficie como en el interior de la pepita estampada, que era la nueva moneda. Con el tiempo, ciertas imágenes sustituyeron completamente a las estrías, las que aparecen con mayor frecuencia en el antiguo electro. Son animales completos o parte de ellos. Los hay salvajes y domésticos, reales y mitológicos, terrestres, acuáticos y volátiles, vertebrados e invertebrados. Pero también aparecen objetos inanimados y motivos florales y geométricos. De forma que a finales del siglo siete, antes de Cristo, podemos identificar hasta cien diseños en las monedas arcaicas de electro. Ello no significa que hubiera el mismo número de lugares de fabricación o cecas que quizá no llegaron a cincuenta. Entre las que pueden identificarse con pocas dudas están las de Cífico, que empleó el atún como emblema y que marcó sus monedas con un grifo o más frecuentemente, con una foca. Normalmente se considera que la representación de una cabeza de león enfrentada a otra de toro está ligado a los soberanos lidios de la dinastía Merme Nada, cuyo último representante fue Creso. Que las primeras monedas de Electro fueron acuñadas en Asia Menor Occidental y las islas vecinas. No plantea ninguna duda. Los hallazgos arqueológicos más importantes en este campo fueron obra de la misión británica, que entre los años 1904 y 1905 excavó el templo de Artemisa en Éfeso, donde halló noventa y tres monedas entre los depósitos de fundación. Las ofrendas religiosas que se realizaban al comienzo de una obra. Otra expedición austríaca que trabajó allí entre 1986 y 1994, hizo nuevos descubrimientos. Estos hallazgos han provocado un intenso debate sobre la fecha en que aparecieron las primeras monedas en Asia Menor. Hacia el año 675, antes de Cristo para unos y hacia el 600 antes de Cristo para otros. La vasija golpe en la que el arqueólogo Hower encontró el primer tesoro ilegal descubierto en el templo en 1904 1905, si datado en torno al año 630 antes de Cristo. Lo que nos da una fecha intermedia entre las anteriores. Las primeras monedas de electros se caracterizan por una gran precisión en el peso y la aleación de oro y plata. Esta precisión, unida al respaldo oficial, simbolizado por las marcas impresas, pretendía conferir a la moneda un valor fijo y superior al del metal que contenía. Dicho de otro modo, la moneda estaba sobrevalorada. Ello no es de extrañar, ya que muchos estudiosos piensan que la moneda tuvo su origen en la voluntad de hacer circular en forma de lingua titos o de granos de oro de valuado blanco o con plata, lo que debía ser tomado por oro puro, rojo o sin plata. La invención de la moneda coincidió, no por casualidad, con el surgimiento en el Egeo de las polis o ciudades estado griegas, caracterizadas por prácticas igualitarias, tanto en su forma de actuar como de legislar. Aunque es cierto que la polis podía exigir a sus ciudadanos diversos servicios de forma gratuita, también era consciente de que algunos de los trabajos que demandaba eran onerosos o inapropiados. En consecuencia, compensaba con monedas las molestias que entrañan estos servicios. Se sabe, por ejemplo, que a los ciudadanos atenienses se les entregaron monedas en época arcaica y clásica por asistir a asambleas políticas y juicios como el filo Cleón de las avispas que mencionábamos al principio eran monedas de pequeño valor, pero que compensaban por la obligación de asistir a una asamblea, para lo cual muchos atenienses debían desplazarse del campo a la ciudad y abandonar sus cultivos. También recibían un sueldo los remeros de la flota de guerra ateniense, ciudadanos pobres que no tenían la obligación de defender a la ciudad. A diferencia de los hoplitas, los infantes que se pagaban su equipo de guerra, pues pertenecían a grupos sociales superiores y estaban obligados a luchar sin recibir compensación a cambio, y muchas veces se acuñó moneda para pagar a mercenarios. Las primeras en acuñar moneda fueron las de Jonia, en la costa occidental de Asia Menor, con las que Lidia mantenía estrechas relaciones económicas y culturales. De hecho, las ciudades griegas pudieron obtener beneficios al acuñar moneda, haciéndola circular en su territorio con un valor superior al valor real del metal usado, ya que con ello su riqueza era superior al valor del metal precioso que verdaderamente poseían. Esto explicaría por qué tantas acuñaron monedas y por qué desde finales del siglo 6, antes de Cristo, se extendió con gran rapidez la acuñación de monedas de plata. Los ciudadanos propios y los extranjeros utilizaban esta moneda sobrevalorada en determinadas circunstancias, como la compra de mercancías, pago de derechos de paso o de tasas a cambio de imponer su moneda en su territorio. La polis tuvo que respaldarla encargándose de su producción, respaldo que se manifestó en la elección de las figuras y los textos que aparecían en la brillante superficie del metal. Si te ha gustado este podcast, puedes suscribirte a nuestro canal, en el que iremos publicando nuevos contenidos cada semana. Además, recuerda que también puedes suscribirte a la revista Historia National Geographic, tanto en formato digital como en papel a través de la web. Historia en punto com barra. Suscripción.

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