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Radio Ambulante - Ciudad sin tinta

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Todo es color gris con blanquiazul.

Tamara de Anda ha estado obsesionada con la gráfica popular de la Ciudad de México desde que era niña. Le encantaba ver los colores, formas y dibujos que pintaban su ciudad. Pero en marzo de 2022 encontró el panorama urbano completamente cambiado.

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:
Esto
es
Radio
Ambulante
desde
NPR,
soy
Daniel
Alarcón.
Para
la
escritora
y
periodista
Tamara
de
Anda,
el
9
de
marzo
de
2022
era
un
día
como
cualquier
otro.
Por
la
mañana
fue
a
su
trabajo
en
un
canal
público
de
la
Ciudad
de
México,
hizo
unas
grabaciones
en
diferentes
lugares
de
la
ciudad
y,
al
final
del
día,
se
preparó
para
salir.
Sus
compañeros
de
trabajo
se
ofrecieron
a
llevarla
a
la
estación
de
metro,
en
la
alcaldía
Cuauhtémoc,
el
sector
donde
vive
hace
varios
años.
La
dejaron
a
cuadra
y
media
de
la
estación
y
comenzó
a
caminar
por
la
calle… Que
es
hacia
donde
dan
las
partes
de
atrás
de
los
puestos,
normalmente
de
los
puestos
de
lámina…
Porque
pues
los
puestos
tienen
este
enorme
lienzo
que
es
la
parte
de
atrás.En
ese
lienzo,
como
lo
llama
Tamara,
los
dueños
de
los
puestos
de
metal
—que
venden
y
ofrecen
servicios
de
todo
tipo—,
aprovechan
para
dibujar
anuncios
pintados
a
mano
para
identificar
su
negocio
de
los
demás.
Es
decir,
rótulos.
Hay
de
todo.
Algunos
son
bastante
literales
aunque
no
por
eso
menos
llamativos:
como
el
dibujo
de
una
llave
y
la
frase
“llaves
al
minuto”…
Pero
otros
pueden
ponerse
muy
creativos…
Como
un
puesto
donde
cortan
el
pelo,
cuyo
dibujo
es
el
de
Edward,
el
protagonista
de
la
película
El
joven
manos
de
tijera.
O
uno
de
“tacos
a
la
plancha”
con
un
dibujo
de
Marge
Simpson
alzando
un
taco
en
el
aire
y
de
Homero
con
un
vaso
de
cerveza
espumosa.
Desde
que
Tamara
era
una
niña,
y
sobre
todo
en
su
adolescencia,
empezó
a
sentir
fascinación
por
estos
rótulos.
Y
poco
a
poco,
se
convirtieron
en
una
obsesión. En
los
últimos
años,
me
he
vuelto
como
una
cazadora
de
gráfica
popular.
Es,
es
algo
que
me
gusta
documentar,
coleccionar,
sin
afán
de
nada
más
que
tenerlo.
Y
me
emociona
mucho.
Es…
mis
neurotransmisores
se
activan.
Es
mi
adicción
(risas).Así
que
ese
9
de
marzo,
mientras
Tamara
caminaba
al
metro
y
a
la
vez
buscaba
nuevos
rótulos
para
agregar
a
su
colección,
enseguida
se
dio
cuenta
de
que
algo
no
estaba
bien.
Vio
el
panorama
urbano
completamente
cambiado.
Y
en
lugar
de
toparse
con
una
torta,
es
decir
un
sánduche… Me
topé
con
un
puesto
pintado
de
blanco
con
el
logotipo
horrible
de
la
actual
administración
de
Alcaldía
Cuauhtémoc,
con
el
eslogan
“Esta
es
tu
casa”…
¿Mmm? Vio
hacia
el
puesto
del
vecino
que
vendía
tacos
de
guisado
y
estaba
igual.
Y
del
otro
lado
de
la
calle,
los
caldos
de
gallina… Adiós,
caldos
de
gallina.
Alcaldía
Cuauhtémoc.
Los
jugos
y
licuados
que
normalmente
son
esta
naturaleza
muerta,
que
está
más
bien
muy,
muy
viva
de
frutas
y
de
colores
y
de
antojos:
Alcaldía
Cuauhtémoc.
Y
ahí
vi
que
todos
los
puestos
estaban
con
el
logo
de
la
alcaldía,
con
el
lema:
“Esta
es
tu
casa”.
Y
dije
¡nooo!Sus
queridos
rótulos
habían
desaparecido.
Y
con
ellos
una
de
las
características
que
más
amaba
de
su
ciudad.
Pero
Tamara
nunca
ha
sido
de
las
que
se
quedan
con
los
brazos
cruzados.
Y
ese
día
comenzó
una
misión
personal,
que
se
haría
colectiva:
salvar
el
arte
popular
callejero
de
la
Ciudad
de
México.
Una
pausa
y
volvemos.
Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante,
soy
Daniel
Alarcón.
Nuestra
productora
senior
Lisette
Arévalo
nos
sigue
contando. Ya
volveremos
a
ese
momento
en
que
Tamara
se
dio
cuenta
de
que
todos
sus
amados
y
coloridos
rótulos
habían
desaparecido.
Porque
para
realmente
entender
su
reacción,
hay
que
saber
más
de
la
conexión
que
tiene
con
ellos
desde
que
era
pequeña. Eran
imágenes
que
me
hacían
reír.
Que
me
hacían
preguntarme
cuál
era
el
proceso
creativo
detrás
de
ellas. Cuando
caminaba
por
las
calles
con
su
familia,
se
quedaba
ensimismada
viendo
los
colores,
y
las
expresiones
artísticas
que
cubrían
la
ciudad.
Recuerda
ver
en
su
barrio
los
carritos
de
helados
todos
decorados
con
letras
metálicas
y
coloridas
que
anunciaban
los
sabores:
limón,
fresa,
tamarindo…
Y
que
con
tan
solo
verlas
Tamara
sentía
que
ya
los
podía
saborear. Veía
esas
tortas
súper
coloridas
y
gorditas
en
las
calles
y
veía
a
los
cerditos
y
a
los
objetos
con
características
antropomórficas. Había
rótulos
con
adaptaciones
únicas
de
las
caricaturas
más
populares
de
la
época.
Como
dibujos
de
Mickey
Mouse
de
muchos
colores:
verdes,
morados…
Todo
psicodélicos.
Bugs
Bunny
en
situaciones
mexicanas,
claro
que
comiéndose
su
paleta,
claro
que
comiéndose
su
nieve
de
limón.
Por
supuesto
que
el
demonio
de
Tasmania
devorando
todas
estas
delicias
que
estaban
afuera
de
la
escuela…
Y
rodeada
de
esos
letreros
pintorescos,
Tamara
era
feliz.
Sentía
que
podía
conectarse
más
con
ese
arte
urbano
que
no
se
parecía
a
nada
de
lo
que
suele
encontrarse
en
grandes
museos
o
galerías
de
arte. Yo
apreciaba
ese
arte
con
el
que
tenía
una
relación
cotidiana,
que
me
hablaba
a
directamente
como
consumidora
de
todos
esos
productos
y
que
acompañaba
mi
experiencia
de
comer
en
la
calle.No
solo
eso.
Los
rótulos
acompañaban
a
Tamara
en
muchos
otros
momentos
y
lugares
de
Ciudad
de
México.
Me
habló
de
uno
en
especial. Era
un
puesto
que
se
llamaba
“La
torta
feliz”.
Tenía
la
particularidad
de
que
estaba
rodeada
de
una
estela
amarillo
brillante,
amarillo
canario,
como
estas
que
usan
en
los
cómics.
Entonces
era
como
un
chaaa,
cha,
chaaan.
Como
una
entrada
dramática
de
esta
torta
(risas).Tamara
se
ríe
de
solo
recordarla.
Y
es
que
en
el
dibujo
esa
torta
—o
sánduche—
no
se
veía
tan
feliz…
Era
bastante
delgada,
pálida
y
no
tenía
un
aspecto
muy
apetitoso
que
digamos.
Pero
Tamara
también
se
ríe
porque
tan
solo
con
recordarla,
se
transporta
a
su
época
de
preparatoria,
a
finales
de
los
años
90. Pasar
por
ahí
significaba
que
iba
a
ver
a
mis
amigos,
que
iba
a
empezar
un
recorrido
por
la
ciudad,
que
íbamos
a
ir
a
un
concierto,
que
nos
íbamos
a
reunir
a
escuchar
música.
Entonces
pasar
por
el
puesto
de
la
torta
feliz
era
la
primera
señal
de
que
iba
a
ser
una
noche
memorable. El
puesto
se
convirtió
en
un
lugar
de
culto
para
su
grupo
de
amigos.
De
hecho,
se
tomaron
una
foto
con
el
rótulo
que
ella
guarda
hasta
ahora…
Es
uno
de
los
pocos
registros
que
ella
tiene
de
los
letreros
de
esa
época.
No
tenía
una
cámara
digital
y
comprar
rollos
para
tomar
fotos
era
muy
costoso
para
una
estudiante
de
preparatoria.
Así
que
se
contentaba
con
observarlos
mientras
paseaba
por
la
ciudad
y
guardarlos
en
su
memoria.
Unos
años
después,
a
inicios
de
los
2000,
Tamara
se
dio
cuenta
de
que
no
era
la
única
que
estaba
obsesionada
con
el
arte
callejero.
En
el
Palacio
de
Bellas
Artes,
el
máximo
recinto
cultural
de
la
Ciudad
de
México,
hubo
una
exposición
que
se
llamaba
“ABCDF
Diccionario
Gráfico
de
la
Ciudad
de
México”
y
era
un
compendio
fotográfico
de
objetos
y
de
detalles.Que
en
conjunto
podrían
conformar
la
personalidad
de
lo
que
es
la
Ciudad
de
México,
pero
que
no
tiene
muchas
cosas
en
común.
Es
decir,
la
Ciudad
de
México
es
heterogénea,
es
caótica,
es
ruidosa.
Y
esto
es,
dejemos
de
intentar,
creer
que
hay
una
sola
manera
o
un
solo
adjetivo
que
nos
describa.
Esto
es
imposible. Y
una
de
las
cosas
que
aparecía
en
esta
exposición
era
la
gráfica
popular. Y
entonces
a
me
pareció
fascinante
el
reconocimiento
y
además
que,
que
se
me
dieran
las
herramientas
para
nombrar
con
palabras
todas
esas
cosas
que
yo
apreciaba
y
que
me
emocionaban
de
la
Ciudad
de
México. En
un
principio,
esta
exposición
fue
una
fuente
de
frustración
para
ella
porque
le
hubiera
encantado
poder
tomar
todas
las
fotos
que
quisiera
del
arte
callejero
que
veía.
Pero
a
la
vez
fue
una
inspiración
para
el
futuro.
Cuando
estaba
en
la
universidad
se
compró
una
cámara
de
video
para
sus
clases
de
comunicación
que
también
sacaba
fotos…No
tenía
creo
que
ni
un
megapixel.
Tomaba
unas
fotos
horrendas,
pero
esas
fueron
las
primeras
fotos
de
gráfica
popular
que
tomé
cuando
andaba
con
mi
cámara,
pero
también
era
un
armatoste
ahí
que
aparte
me
había
costado,
lo
que
era
un
dineral
en
pesos
de
estudiante. Le
daba
miedo
que
se
la
robaran
así
que
solo
tomaba
fotos
muy
de
vez
en
cuando.
Ya
por
el
2005,
2006,
tuvo
su
primer
celular
con
cámara
y
ahí
comenzó
a
retratar
todo
lo
que
podía
y
lo
subía
a
su
blog.
Con
el
pasar
del
tiempo
y
la
aparición
de
las
redes
sociales,
Tamara
pasó
sus
publicaciones
a
Twitter
y,
sobre
todo,
a
Instagram.
Su
cuenta
está
repleta
de
fotos
que
ha
tomado
de
rótulos
en
puestos
metálicos,
en
paredes,
en
locales
comerciales… Y
bueno,
por
eso
fue
tan
chocante
cuando,
ese
día
de
marzo
de
2022,
encontró
que
la
Alcaldía
había
borrado
los
rótulos.
Me
sentía
muy
impotente
y
muy
frustrada
porque
pues
que
soy
una
morra
que
grita
mucho
en
redes
sociales,
pero
además,
pues
sí,
que
hay
más
gente
a
la
que
le
interesa
y
le
gusta
la
gráfica
popular,
pero
¿cómo
vamos
a
hacer
algo?
¿Cómo
nos
vamos
a
articular
para
frenar
esto?
No
tenía
idea
de
qué
hacer. Sentía
que
había
llegado
un
virus
a
su
barrio
y
había
uniformado
todos
los
puestitos
que
tanto
cariño
les
tenía.
Y
para
ella,
ese
virus
tenía
nombre
y
apellido:
Sandra
Cuevas,
la
alcaldesa
de
Cuauhtémoc.
Aquí
tengo
que
explicarles
algo:
la
Ciudad
de
México
está
dividida
en
16
demarcaciones
territoriales
y
cada
una
tiene
su
propio
alcalde
elegido
por
elección
popular.
Y,
a
su
vez,
los
alcaldes
responden
al
Jefe
de
Gobierno
de
toda
la
ciudad.
Entonces,
Sandra
Cuevas
asumió
la
alcaldía
de
Cuauhtémoc
en
octubre
de
2021.
Entre
sus
planes
de
gobierno
estaba
crear
una
“Jornada
Integral
del
Mejoramiento
del
Entorno
Urbano”…
Que
buscaba,
entre
otras
cosas,
que
los
puestos
callejeros
tuvieran
un
metro
de
distancia
entre
y
que
los
propietarios
mantuvieran
su
zona
de
trabajo
limpia.
Además,
buscaba
alcanzar
—entre
comillas—
la
“belleza”
en
el
espacio
urbano
y
la
coexistencia,
abro
comillas,
“en
paz
y
armonía
entre
todos”.
El
plan
no
mencionaba
absolutamente
nada
sobre
pintar
los
puestos
de
un
solo
color.
Por
lo
que
para
Tamara,
borrar
los
rótulos
mandaba
un
claro
mensaje:
para
llegar
a
esa
supuesta
belleza
la
gráfica
popular
tenía
que
desaparecer.
Así
que
hizo
lo
único
que
estaba
en
sus
manos:
llevó
su
indignación
a
las
redes
sociales.
Abrió
su
cuenta
de
Instagram
para
subir
una
historia,
tomó
una
foto
y
escribió: Esta
administración
de
Alcaldía
Cuauhtémoc
tiene
una
cruzada
contra
la
gráfica
popular
en
los
puestos
lamineros.
Que
tu
cerebro
sea
gris
con
blanquiazul,
no
quiere
decir
que
de
esos
colores
tenga
que
ser
la
alcaldía,
Sandra
Cuevas.
Carita
enojada. Después
de
hacer
el
post,
Tamara
guardó
su
celular,
se
montó
en
el
metro
y
se
fue
para
su
casa.
Recibió
uno
que
otro
comentario
de
sus
conocidos
en
Instagram
compartiendo
su
indignación.
Pero
el
tema
quedó
ahí
y
Tamara
no
hizo
ni
dijo
más
al
respecto.Creo
que
inconscientemente
una
parte
de
quería
simplemente
meterse
debajo
de
la
cobija,
esperar
a
que
pasara
esta
administración
y
que
la
gráfica
popular
volviera
como
la
naturaleza
y
encontrara
su
camino. Pero
unos
dos
meses
más
tarde,
le
llegó
un
video
publicado
por
la
cuenta
de
Instagram
“Pintura
Fresca.mx”,
manejada
por
Hugo
Mendoza.
En
él
aparecía
la
pregunta:
“¿qué
le
pasó
a
los
rótulos
de
la
Cuauhtémoc?”
y
los
comerciantes
respondían
con
sus
testimonios.
Nos
dijeron
que,
que
despintáramos
nuestro
anuncio
que
teníamos
y
ellos
iban
a
poner
lo
de
ellos.
Nunca
nos
pintan
los
puestos
ellos.
Ellos
nos
dicen:
“Sabe
qué
necesitamos
que
pinten
los
puestos.
Sabe
qué,
que
por
ejemplo,
el
puesto
de
ahí
al
frente
quíteme
la
lona
la
queremos
blanca”
y
ya
la
tienen
que
poner
blanca.
Si
no,
nos
multan,
nos
recogen.
O
qué
se
yo. El
video
se
llenó
de
comentarios
con
emojis
de
caritas
enojadas,
tristes
y
con
lágrimas
por
los
casi
1500
puestos
que
perdieron
su
identidad.
Ese
video
se
hizo
viral
entonces
el
tema
de
los
rótulos
se
coló
en
la
conversación
de
más
personas.
Fue
un
“No
estamos
solos,
no
somos
tres
personas
llorándole
a
paredes
vacías”,
como
alguien
puso
en
Twitter.Y
es
que
después
de
la
viralidad
de
este
video,
se
desató
todo. Un
amigo
que
es
historiador
del
arte,
que
se
llama
Aldo
Solano
Rojas,
me
escribió
y
me
dijo… ¿Qué
vamos
a
hacer?
Porque
Tamara
sube
constantemente,
desde
hace
años,
todos
los
rótulos
que
ve
y
que
le
parecen
chistosos.
Y
yo
también
soy
un
usuario
intenso
del
espacio
público,
¿no?
Y
lo
observo
y
lo
estudio.
A
eso
me
dedico,
pues,
a
investigarlo.Y
así
como
Tamara,
Aldo
había
notado
los
cambios
que
estaban
ocurriendo
en
el
sector. Yo
me
resistí
por
un
tiempo,
como
por
una
semana
o
dos
semanas,
a
incluso
ver
el
video
porque
me
enojé
muchísimo
y
yo
no
me
quería
enojar,
pero
ya
luego
abracé
mi
enojoy
entonces
pues
ya
decidimos
contactar
a
más
gente
que
sabíamos
que
estaba
preocupada
por
eso…
incluyendo
a
Hugo,
el
que
hizo
el
videoY
yo
le
escribí
a
Sofía
Riojas,
que
es
restauradora
y
tiene
una
colectiva
que
se
llama
Restauradoras
con
Glitter… También
se
contactaron
con
la
rotulista
Alina
Kiliwa
y
con
Yuriko
Hiray,
especialista
en
comunicación
y
medios
digitales.
Armaron
un
chat
de
WhatsApp
e
invitaron
a
más
gente
que
estuviera
indignada
hasta
armar
una
red
de
un
poco
más
de
30
personas. Y
así
fue
como
de
un
día
para
otro
nació
Rechida.
La
red
chilanga
en
defensa
del
arte
y
la
gráfica
popular. Y
ese
sería
el
inicio
de
una
acción
mucho
más
grande
en
la
ciudad.
Una
pausa
y
volvemos.
Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante,
soy
Daniel
Alarcón.
Antes
de
la
pausa,
la
periodista
Tamara
de
Anda
y
el
historiador
de
arte
Aldo
Solano
Rojas
decidieron
unirse
con
más
personas
para
crear
ReChida,
la
Red
Chilanga
en
Defensa
del
Arte
y
la
Gráfica
Popular.
Y
es
que
la
guerra
por
el
control
de
la
estética
de
los
espacios
públicos
no
es
algo
reciente.
Lisette
nos
sigue
contando. Ya
que
era
el
2022,
una
de
las
primeras
acciones
que
tomaron
fue
abrir
una
cuenta
de
Instagram.
En
su
primer
post
pusieron
un
carrusel
de
fotos
donde
estaba
un
volante
con
el
dibujo
de
un
sánduche
que
decía:
“Aquí
había
un
rótulo
pero
la
Alcaldía
Cuauhtémoc
lo
borró”.
En
el
texto
de
la
publicación
decía
que
los
rótulos
deben
considerarse
como
un
arte
popular
que
merece
ser
conservado,
cuidado
y
estudiado.
Y
seguía… La
destrucción
de
estos
murales
es
un
atentado
a
la
cultura
de
nuestra
ciudad
y
a
su
ciudadanía.
Es
un
insulto
a
las
y
los
artistas
rotulistas
y
a
quienes
pagaron
por
su
oficio.
No
queremos
una
ciudad
estéril
y
sin
color,
el
ARTE
POPULAR
CHILANGO
se
debe
de
valorar
y
defender.Y
terminaba:
“Sí
a
los
rótulos,
al
arte
popular,
a
una
imagen
pública
nuestra,
libre
de
logotipos
institucionales.
a
los
puestos
ambulantes
llenos
de
colores,
letras
y
brillo”. Y
ya
con
eso
hubo
manera
de
que
la
gente
canalizara
toda
su
rabia,
su
indignación,
que
de
verdad
no
nos
esperábamos.Las
personas
comenzaron
a
replicar
el
hashtag
que
utilizó
Rechida
para
su
publicación:
#ConLosRótulosNo,
y
compartían
de
todo.
Los
memes,
claro,
estaban
por
todas
partes.
Uno
de
ellos,
por
ejemplo,
comparaba
a
Sandra
Cuevas
con
el
infame
personaje
de
la
saga
de
Harry
Potter,
Dolores
Umbridge,
conocida
por
su
intolerancia
a
lo
diferente
y
a
su
autoritarismo.
Artistas
empezaron
a
hacer
ilustraciones
en
homenaje
a
esos
rótulos
que
ya
no
estaban…
Y
las
personas
comenzaron
a
compartir
fotos
de
los
letreros
ya
desaparecidos
para
crear
un
archivo
digital,
una
memoria
de
lo
que
había.
Tamara
no
se
quedó
atrás,
claro.
Ella
forma
parte
de
Standuperras,
un
grupo
de
comedia
feminista
que
se
dedica
a
hacer,
principalmente,
teatro
cabaret.
Desde
ese
espacio
y
de
forma
espontánea,
Tamara
creó
un
personaje
para
hacer
una
parodia
de
lo
que
estaba
ocurriendo.
Se
compró
una
peluca
negra
de
pelo
largo
y
liso,
se
pintó
los
labios
de
rojo
y
grabó
un
sketch
que
se
llamaba
Sandra
Huevas…
E
iba
así: Soy
Sandra
Huevas
y
a
no
me
gustan
los
pobres.
Y
hay
un
dicho
muy
bonito
que
dice
“eres
lo
que
comes”
y
si
comes
como
pobres,
pues
pobre
te
vas
a
quedar.
En
mi
administración
estamos
desincentivando
que
la
gente
coma
en
estos
puestos
de
pobres
por
eso
ya
no
los
van
a
poder
distinguir
y
que
empiecen
a
pensar
como
ricos.
Porque
queremos
una
alcaldía
de
primer
mundo:
“la
alcaldía
Cuauvegas”… Debo
aclarar
que
eso
que
dice
Tamara
en
el
sketch
de
que
“no
le
gustan
los
pobres”
es
algo
que
la
alcaldesa
misma
dijo
en
una
entrevista
en
octubre
de
2021…
Esta
es
ella. Yo
quiero
y
le
apuesto
a
una
economía
de
ricos.
No
de
pobres.
A
no
me
gustan
los
pobres.
Yo
fui
pobre
y
no
me
gustan
los
pobres. Y
para
Tamara
era
importante
recalcarlo,
porque,
para
la
gente
de
Rechida,
está
directamente
conectado
con
lo
que
está
haciendo
con
el
arte
popular. Qué
te
está
diciendo
que…
que
borre
por
completo
la
identidad
de
la
comida
que
la
mayor
parte
de
las
personas
comemos
todos
los
días.
Este
desprecio
no
solamente
a
lo
visual,
sino
a
este
tipo
de
comercios,
a
este
tipo
de
negocios
y
a
las
personas
que
consumimos
en
ellos.
Esa
es
la
limpieza,
es
la
disciplina,
ese
es
el
orden.
Que
no
haya
ninguna
expresión
de
creatividad.
Y
de
los
pobres
menos.Y
es
que
no
es
la
primera
vez
que
se
ve
una
acción
así
en
la
Ciudad
de
México.
Aldo
me
explicó
cómo
históricamente
los
gobiernos
locales
han
tratado
de
controlar
la
imagen
de
las
calles
de
la
ciudad. Esta
aversión
a
la
gráfica
popular
y
al
colorido
de
los
rótulos…
Pues
no
es
nuevo,
¿no?,
no
es
algo
nuevo
que
se
le
haya
ocurrido
a
la
alcaldesa,
sino
que
tiene
que
ver
con
algo,
digamos
una
fobia…
una
fobia
histórica
de
las
élites
en
torno
al
arte
popular
y
a
las
expresiones
este
de
las
clases
bajas. Uno
de
los
ejemplos
más
claros,
según
Aldo,
es
el
de
las
pulquerías,
donde
se
vende
pulque,
una
bebida
prehispánica
hecha
a
partir
de
la
fermentación
de
plantas
suculentas
como
el
agave.
Era
una
bebida
alcohólica
muy
popular
en
la
Ciudad
de
México… Pero
hubo
una
guerra,
por
parte
de
las
élites
y
con
intereses
económicos
desde
finales
del
siglo
XIX,
porque
los
empresarios
de
la
cerveza—beneficiados
por
el
gobierno
de
Porfirio
Díaz,
que
también
beneficiaba
la
inversión
europea
a
costa
de
la
cultura
nacional—
querían
eliminar
el
pulque
para
tener
ese
mercado. Aldo
me
contó
que
hubo
mucha
propaganda
en
contra
del
pulque
que
duró
varias
décadas.
Sin
importar
los
cambios
de
regímenes
ni
la
Revolución
Mexicana.
Principalmente
se
decía
que
el
pulque
era
de
mal
gusto,
que
era
putrefacto,
antihigiénico
y
algo
que
solo
era
de
las
clases
bajas.
Y
con
eso
también
hubo
guerra
a
las
pulquerías.
Y
es
que
estas
cantinas
tenían
tenían
nombres
muy
ingeniosos
y
tenían
murales
en
el
exterior,
murales
de
factura
popular,
coloridos,
incluso
le
hablaban
a
la
gente
que
no
sabía
leer,
entonces
por
eso
tenían
que
ilustrar
que
ahí
se
servía
pulque
y
había
toda
una
iconografía
de
el
maguey,
el
tlachiquero
—que
es
el
que
extrae
la
savia
del
pulque—
los
borrachos,
etcétera…
¿no?Y
como
parte
de
esa
guerra
contra
las
pulquerías,
se
prohibieron
los
murales
pintados
por
grandes
artistas
como
Frida
Kahlo
y
Diego
Rivera.
Que,
parecido
como
los
rótulos
de
los
puestitos
de
metal
más
contemporáneos,
tenían
retratos
del
dueño,
de
sus
amigos
tomando
pulque
o
de
animales.
Ahora,
con
la
borrada
de
los
rótulos
de
la
Cuauhtémoc
no
se
perdieron
murales
de
artistas
que
ahora
son
famosos…
Pero
se
perdió
el
trabajo
de
los
rotulistas. Esto
es
algo
muy
interesante,
porque
fíjate
que
hay
una
idea,
hasta
la
fecha,
de
dividir
las
cosas,
¿no?
De
decir
que
el
rotulismo
es
otro
tipo
de
muralismo,
otro
tipo
de
arte,
es
arte
popular.
Nosotros
utilizamos
el
término
arte
popular
para
que
sea
más
accesible
a
la
gente
que
sepa
de
qué
estamos
hablando.
Pero
en
realidad
este
término
de
arte
popular
pues
tiene
la
intención
de,
de
aclarar
que
no
es
arte
formal.
Creo
que
es
algo
muyfeo
porque
margina
a
los
rotulistas
y
no
les
confiere
el
título
completo
de
artistas.Esa
percepción
del
trabajo
de
los
rotulistas
ha
puesto
en
riesgo
su
oficio.
Martín
Hernández
ha
estado
en
el
negocio
casi
toda
su
vida.
Lo
heredó
de
su
padre,
que
comenzó
en
el
rotulismo
cuando
tenía
entre
7
y
8
años,
en
la
década
de
los
40.
Pues
desde
niño
a
me
llevaba
para,
para
que
le
ayudara.
Solo
a
cargar
los
botes
de
pintura,
las
escaleras
y
lavar
las
brochas. Tenía
cinco
años
y
poco
a
poco,
Martín
aprendía
de
su
papá
sobre
este
arte.
A
dibujar
objetos,
letras,
a
pintar…
Y
aunque
ser
rotulista
no
siempre
fue
su
sueño,
se
volcó
completamente
a
este
oficio
cuando
tuvo
que
dejar
de
estudiar
Ingeniería
Química
en
la
universidad
por
temas
económicos.
No
fue
lo
peor
del
mundo.
Martín
siempre
disfrutó
hacer
este
trabajo. Este
oficio
para
es,
es
una
forma
de
vivir,
¿no?
Pienso
que
un
rótulo
pues
es
algo
único.
Y
entonces
en
ocasiones,
cuando
estoy
descansando
hasta
he
llegado
a
soñar
cómo
hacer
o
cómo
voy
a
reproducir
pues
ese
rótulo
que
me
están
solicitando.Trabajaba
en
letreros
para
campañas
políticas,
rótulos
de
puestos
de
comida
o
de
diferentes
locales.
A
veces,
hasta
lo
contrataban
para
replicar
una
ilustración
de
otro
artista
en
el
exterior
de
trenes
o
murales.
En
sus
mejores
épocas
dice
que
ganaba
unos
mil
dólares
a
la
semana.
Era
un
oficio
rentable
que
le
permitía
sostener
a
su
familia.
Pero
eso
ha
ido
cambiando
en
los
últimos
15
años.
Bueno
a
medida
de
que
los
plotters
de
impresión
fueron
perfeccionando
y
pues
eso,
eso
hizo
que
pues
la
cantidad
de,
de
trabajo
que
teníamos
pues
fue
disminuyendo. Los
clientes
que
antes
esperaban
pacientemente
por
los
anuncios
pintados
a
mano
buscaban
cada
vez
más
el
diseño
digital,
la
impresión
en
computadora.
Rápida.
Menos
costosa.
Algunos
rotulistas
comenzaron
a
comprar
las
máquinas
para
hacer
el
trabajo
con
los
plotter.
Pero
los
que
no
tenían
suficiente
dinero
no
podían
darse
ese
lujo.
Fue
así
que
algunos
de
los
talleres
que
se
encontraban
en
la
“calle
de
los
rotuladores”,
donde
había
varios
de
estos
emprendimientos,
comenzaron
a
cerrar.
A
pocas
cuadras
del
taller
de
Martín,
ahora
se
encuentra
una
imprenta,
justo
en
uno
de
los
locales
donde
antes
había
un
taller
de
rotulistas.
Muchos
maestros
que
nos
dedicamos
a
pintar
los
anuncios
en
las
calles
y
que
cada
vez
como
que
fuimos
desapareciendo.En
los
últimos
seis
años
Martín,
por
ejemplo,
pasó
de
tener
varios
pedidos
al
día,
a
tener
uno
al
mes.
Pasó
de
ganar
unos
4
mil
dólares
en
sus
meses
con
trabajo
regular
a
ganar
menos
de
50
dólares…
Y
así
cada
vez
se
le
hace
más
difícil
encontrar
nuevos
clientes.
Por
eso
la
borrada
de
los
rótulos
de
la
Cuauhtémoc
fue
tan
doloroso
para
él
y
muchos
rotulistas.
Los
pone
aún
más
en
riesgo.
A
me
parece
que
es
una
falta
de
comprensión
en
cuanto
a
la
cultura,
porque
están,
están
borrando
una
tradición
de
más
de
tres
o
cuatro
décadas.
Es
muy
lamentable
porque
culturalmente
nos
están
haciendo
a
un
lado,
¿no?No
solo
a
los
rotulistas
sino
también
a
los
comerciantes
y
dueños
de
los
negocios.
Porque
a
través
de
los
rótulos
ellos
lograban
diferenciarse
de
los
demás.
Anunciar
qué
vendían
apoyándose
en
dibujos
graciosos
como
de
cerdos
felices
cocinándose
dentro
de
una
olla.
Pero
con
la
blanqueada
de
los
puestos
y
el
logo
de
la
Alcaldía,
las
ventas
de
muchos
de
ellos
disminuyeron.
Algo
que
los
integrantes
de
Rechida
escucharon
varias
veces
en
los
testimonios
de
los
comerciantes
con
los
que
hablaron.
Así
que
sí.
Creo
que
está
claro.
La
borrada
de
los
rótulos
iba
más
allá
de
cómo
se
veía
la
ciudad.
Y
era
eso
lo
que
más
le
indignaba
a
Tamara. Sé
que
fuera
de
contexto
podría
parecer
muy
ridículo.
Pero
no
es
solo
eso.
Es
la
rabia
de
todo
ese
trabajo
invertido
de
las
y
los
comerciantes,
la
rabia
de
ningunear
el
trabajo
de
los
rotulistas.
Y
que…
además
de
prohibirles
su
trabajo.
:Con
todo
ese
ruido
que
estaban
haciendo
desde
Rechida
junto
a
los
comerciantes,
los
artistas
y
los
rotulistas
de
la
ciudad,
los
medios
de
comunicación
comenzaron
a
hablar
cada
vez
más
del
tema.
Hace
unas
semanas
una
decisión
de
la
Alcaldía
Cuauhtémoc
de
la
Ciudad
de
México
desató
polémica
en
varios
sectores. Están
sustituyendo
los
rótulos
de
los
puestos
ambulantes
por
el
logotipo
de
la
demarcación.Artistas
gráficos
levantan
la
voz
contra
el
retiro
de
rótulos
en
los
puestos
de
la
Alcaldía
Cuahtémoc. Usuarios
de
redes
sociales
criticaron
que
los
puestos
callejeros
de
la
Alcaldía
Cuauhtémoc
perdiera
su
identidad. Varios
periodistas
hablaron
con
los
comerciantes
de
los
puestos
para
saber
qué
opinaban
de
las
medidas
de
la
alcaldesa.
El
medio
Nmas,
por
ejemplo,
entrevistó
a
Marilú
Mojica,
propietaria
de
un
puesto
de
tacos:
Aquí
teníamos
pintado
“Tacos
de
guisados
Ramírez”.
Ahorita
ya
no
podemos
ponerlo
porque
pusieron
la
franja
azul
y
el
logotipo
de
la
Alcaldía. Cuando
el
periodista
le
pregunta
si
le
gusta
cómo
quedó,
la
señora
niega
con
la
cabeza
y
se
ríe…
Otros
comerciantes
contaban
que
ni
siquiera
les
habían
dado
un
aviso
previo
para
las
reglas
que
tenían
que
seguir.
Esta
es
Fernanda
Mosqueda,
entrevistada
por
Noticieros
Televisa.Dónde
queda
la
opinión
de
la
gente
ni
siquiera
lo
consultaron
encima
de
todo
nos
cobraron…Muchos
comerciantes
han
dicho
en
entrevistas
y
a
Rechida
que
los
mismos
miembros
de
la
Alcaldía,
además
de
exigirles
que
borraran
sus
rótulos,
les
cobraban
por
hacerlo,
entre
150
a
200
pesos…
O
que
les
tocaba
a
ellos
mismos
comprar
la
pintura
blanca
o
gris
y
que
eso
podía
costarles
hasta
350
pesos.
Aunque
en
un
comunicado
que
sacó
la
Alcaldía,
no
hacen
mención
a
si
les
cobraron
o
no
a
los
comerciantes.
Con
nosotros
llegaron
así
muy
tajantemente
a
decirnos
que
o
pagábamos
para
ponerlo
o
cerraban.
Así
llegaron
de
la
nada.Aunque
muchos
no
estaban
de
acuerdo
se
sentían
obligados
a
hacerlo.
Como
este
taquero
llamado
Toño
en
entrevista
con
TelediarioMx.
Pero
pues,
qué
hacemos.
Para
seguir
chambeando
hay
que,
hay
que
acatar
las
órdenes. Y
otros
también
dijeron
que
los
podían
sancionar
si
no
pintaban
el
logo
de
la
Alcaldía.
Aunque
también
hubo
algunos
que,
un
poco
más
tímidos,
dijeron
que
les
parecía
bien.
De
hecho,
la
misma
Alcaldía
publicó
un
video
con
comerciantes
que
decían
estar
de
acuerdo
con
la
decisión.
Finalmente,
esa
indignación
llegó
a
los
oídos
de
la
alcaldesa
Sandra
Cuevas.
Primero
publicó
una
foto
en
Twitter
donde
sale
ella
abrazando
a
una
dueña
de
uno
de
los
puestos
callejeros.
El
tuit
iba
así:
“Para
Doña
Josefina
las
ofertas
laborales
a
sus
56
años
no
existen,
sobrevive
gracias
a
ese
puesto
-su
única
fuente
de
trabajo
y
su
vida-
el
cual
solicitó
que
pintaran
y
colocaran
el
logo
de
la
alcaldía
Cuauhtémoc
y
adecuarse
al
orden
y
disciplina
de
este
nuevo
gobierno”.
También
sacó
un
comunicado
informando
que
su
decisión
no
se
trataba
de
borrar
los
rótulos
sino
de
“mantener
el
orden
y
limpieza
en
las
calles”.
Y
en
una
comparecencia
que
debía
dar
frente
al
Congreso
de
la
Ciudad
de
México
el
20
de
mayo,
para
hablar
sobre
su
administración
y
sus
avances,
tocó
el
tema
de
los
rótulos.
El
tema
de
la
imagen
visual
no
tiene
nada
que
ver
con
una
ofensa
o
un
ataque
a
los
artistas.
No
se
trata
de
eso.
La
gente
que
se
dedica
a
rotular
son
personas
que
tienen
un
oficio.
Hoy,
el
gobierno
de
la
alcaldía
Cuauhtémoc
toma
la
decisión
de
unificar,
poner
orden
y
de
limpiar.
Entonces
se
retiran
los
rótulos,
lo
cual
no
es
arte.
Puede
ser
usos
y
costumbres
de
la
Ciudad
de
México
pero
no
es
arte…). Tamara
y
los
demás
integrantes
de
Rechida
estaban
viendo
la
transmisión. Bueno,
era
como
ver
el
partido.
Estábamos
todo
el
mundo
gritándole
a
la
pantalla,
tuiteando,
en
los
chats. En
la
comparecencia,
la
alcaldesa
continuó
diciendo
que
ella,
como
autoridad,
decidiría
con
un
grupo
de
artistas
y
vecinos
si
quitarían
o
dejarían
el
logo
de
la
alcaldía.
Que
harían
mesas
de
trabajo
para
lograr
llegar
a
un
acuerdo.
Y
aclaró
que
hay
muchas
personas
a
las
que
les
gustaba
lo
que
se
había
hecho.
Aunque
a
Tamara
le
pareció
importante
que
reconociera
que
estaba
abierta
al
diálogo,
le
parecía
que
su
respuesta
era
solamente
una
forma
de
darle
largas
al
asunto. ¿Para
qué
quieres
mesas
de
trabajo?
No
mames,
Sandra
Cuevas,
O
sea
la
solución
es
muy
simple.
Retira
la
imposición
y
garantiza
que
las
personas
afectadas
puedan
recuperar
como
mejor
se
les
la
gana
su
gráfica
popular,
sus
rótulos
y
su
identidad.
Pero
garantízalo
que
no
va
a
haber
represalias
contra
quienes
se
rebelen.
Garantízalo. Ese
mismo
día,
la
Jefa
de
Gobierno
de
la
Ciudad
de
México,
Claudia
Sheinbaum
Pardo,
dio
una
rueda
de
prensa
y
habló
de
la
polémica
por
los
rótulos.
Dijo
que
no
estaba
de
acuerdo
con
lo
que
había
hecho
la
alcaldesa
porque
significaba
borrar
la
identidad
cultural
de
la
ciudad… Y
es
absolutamente
autoritario
querer
imponer
un
mensaje
único
de
una
Alcaldía
frente
a
lo
que
ha
sido
históricamente
la
cultura
popular
en,
en
nuestra
ciudad.
Entonces
quitar
la
creatividad
para
imponer
un
slogan
de
una
Alcaldía
pues
me
parece
que
no
es
correcto. También
dijo
que
los
comerciantes
no
deberían
sentirse
amenazados
por
nadie
y
que
si
quisieran
recuperar
su
espacio
que
presentaran
su
queja
frente
a
la
contraloría.
Pero
el
tema
quedó
ahí.
Tamara
me
dijo
que
el
simple
hecho
de
que
la
alcaldesa
y
la
Jefa
de
Gobierno
hubieran
respondido
de
forma
pública
sobre
el
tema,
ya
era
un
triunfo.
Para
ella
y
para
la
colectiva
Rechida.
Aunque
claro,
eso
no
cambiaba
nada
en
la
práctica.
Es
más.
A
pesar
de
la
controversia,
la
alcaldesa
Sandra
Cuevas
no
se
detuvo.
Llevó
su
propuesta
de
llenar
todos
los
puestos
de
Cuauhtémoc
con
su
logo
a
otros
espacios. O
sea
el
wey
que
hace
sus
collarcitos
de
cuarzo
con
su
lona
de
“Alcaldía
Cuauhtémoc”.
Y
ya
el
colmo
fue
los,
los
domingos
en
el
parque
se
ponen
unas
chavas
que
dan
masajes.
La
cama
de
masajes:
Alcaldía
Cuauhtémoc.
Es
que
ya
es
pinche
pesadilla
distópica.Para
Tamara,
ver
todo
lo
que
está
ocurriendo
en
su
barrio
es
como
vivir
en
otra
dimensión
donde
no
existe
la
creatividad
ni
la
expresión
personal.
Donde
todo
es
una
fotocopia:
todos
los
puestos
son
iguales,
todas
las
personas
se
visten
idénticas
y
hacen
lo
mismo.
Algo
similar
a
lo
que
tantas
veces
se
ha
narrado
en
libros
y
películas
de
ciencia
ficción.
Y
si
una
lección
le
ha
dejado
esto
a
Tamara
es
querer
capturarlo
todo
con
su
celular. antes
me
ponía
un
poquito
más
exquisita
a
la
hora
de
fotografiar
así,
porque
no
voy
a
escoger
mejor
los
rótulos.
Y
ahora
estoy
consciente
de
que
como
esto
se
puede
acabar
en
cualquier
momento,
los
disfruto
mucho,
mucho,
mucho
más. No
solo
disfrutarlo,
sino
apreciarlo,
casi
con
los
ojos
de
esa
niña
que
fue.
Para
junio
de
2022,
tres
meses
después
de
que
comenzara
el
blanqueamiento,
algunos
puestos
de
Cuauhtémoc
comenzaron
a
rebelarse.
Aunque
un
poco
tímidos
y
sin
borrar
del
todo
la
huella
de
lo
que
hizo
la
alcaldía…
Los
comerciantes
han
comenzado
a
pintar
sus
letreros,
con
dibujos
de
comida,
tipografía
única,
animales
con
vestimenta…
Y
no
solo
eso,
sino
que,
además,
una
agencia
de
publicidad
y
la
guía
de
viajes
TimeOut
creó
la
campaña,
“Rótulos
que
pegan”.
Contrataron
a
rotulistas
para
recrear
las
gráficas
que
fueron
eliminadas
por
la
alcaldía
en
imanes
de
gran
tamaño.
Así
los
puesteros
pueden
quitarlo
o
ponerlo
cuando
quieran
y
así
evitar
posibles
sanciones.
A
pesar
de
las
imposiciones,
de
la
borrada
de
la
gráfica
popular,
los
rótulos
encuentran
la
manera
de
volver.
Porque
finalmente,
así
es
la
ciudad,
como
la
naturaleza.
Caótica,
colorida
y
bella.
Lisette
es
productora
senior
de
Radio
Ambulante,
vive
en
Quito,
Ecuador.
Esta
historia
fue
editada
por
Camila
Segura
y
por
mí.
Bruno
Scelza
hizo
el
fact-checking.
El
diseño
de
sonido
es
de
Andrés
Azpiri
con
música
original
de
Ana
Tuirán
y
Rémy
Lozano.
El
resto
del
equipo
de
Radio
Ambulante
incluye
a
Paola
Alean,
Nicolás
Alonso,
Pablo
Argüelles,
Aneris
Casassus,
Diego
Corzo,
Emilia
Erbetta,
Camilo
Jiménez
Santofimio,
Selene
Mazón,
Juan
David
Naranjo,
Ana
Pais,
Melisa
Rabanales,
Laura
Rojas
Aponte,
Natalia
Sánchez
Loayza,
Barbara
Sawhill,
David
Trujillo,
Elsa
Liliana
Ulloa
y
Luis
Fernando
Vargas.
Carolina
Guerrero
es
la
CEO.
Radio
Ambulante
es
un
podcast
de
Radio
Ambulante
Estudios,
se
produce
y
se
mezcla
en
el
programa
de
Hindenburg
PRO.
Radio
Ambulante
cuenta
las
historias
de
América
Latina.
Soy
Daniel
Alarcón.
Gracias
por
escuchar.
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: Esto es Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón. Para la escritora y periodista Tamara de Anda, el 9 de marzo de 2022 era un día como cualquier otro. Por la mañana fue a su trabajo en un canal público de la Ciudad de México, hizo unas grabaciones en diferentes lugares de la ciudad y, al final del día, se preparó para salir. Sus compañeros de trabajo se ofrecieron a llevarla a la estación de metro, en la alcaldía Cuauhtémoc, el sector donde vive hace varios años. La dejaron a cuadra y media de la estación y comenzó a caminar por la calle… Que es hacia donde dan las partes de atrás de los puestos, normalmente de los puestos de lámina… Porque pues los puestos tienen este enorme lienzo que es la parte de atrás.En ese lienzo, como lo llama Tamara, los dueños de los puestos de metal —que venden y ofrecen servicios de todo tipo—, aprovechan para dibujar anuncios pintados a mano para identificar su negocio de los demás. Es decir, rótulos. Hay de todo. Algunos son bastante literales aunque no por eso menos llamativos: como el dibujo de una llave y la frase “llaves al minuto”… Pero otros pueden ponerse muy creativos… Como un puesto donde cortan el pelo, cuyo dibujo es el de Edward, el protagonista de la película El joven manos de tijera. O uno de “tacos a la plancha” con un dibujo de Marge Simpson alzando un taco en el aire y de Homero con un vaso de cerveza espumosa. Desde que Tamara era una niña, y sobre todo en su adolescencia, empezó a sentir fascinación por estos rótulos. Y poco a poco, se convirtieron en una obsesión. En los últimos años, me he vuelto como una cazadora de gráfica popular. Es, es algo que me gusta documentar, coleccionar, sin afán de nada más que tenerlo. Y me emociona mucho. Es… mis neurotransmisores se activan. Es mi adicción (risas).Así que ese 9 de marzo, mientras Tamara caminaba al metro y a la vez buscaba nuevos rótulos para agregar a su colección, enseguida se dio cuenta de que algo no estaba bien. Vio el panorama urbano completamente cambiado. Y en lugar de toparse con una torta, es decir un sánduche… Me topé con un puesto pintado de blanco con el logotipo horrible de la actual administración de Alcaldía Cuauhtémoc, con el eslogan “Esta es tu casa”… ¿Mmm? Vio hacia el puesto del vecino que vendía tacos de guisado y estaba igual. Y del otro lado de la calle, los caldos de gallina… Adiós, caldos de gallina. Alcaldía Cuauhtémoc. Los jugos y licuados que normalmente son esta naturaleza muerta, que está más bien muy, muy viva de frutas y de colores y de antojos: Alcaldía Cuauhtémoc. Y ahí vi que todos los puestos estaban con el logo de la alcaldía, con el lema: “Esta es tu casa”. Y dije ¡nooo!Sus queridos rótulos habían desaparecido. Y con ellos una de las características que más amaba de su ciudad. Pero Tamara nunca ha sido de las que se quedan con los brazos cruzados. Y ese día comenzó una misión personal, que se haría colectiva: salvar el arte popular callejero de la Ciudad de México. Una pausa y volvemos. Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Nuestra productora senior Lisette Arévalo nos sigue contando. Ya volveremos a ese momento en que Tamara se dio cuenta de que todos sus amados y coloridos rótulos habían desaparecido. Porque para realmente entender su reacción, hay que saber más de la conexión que tiene con ellos desde que era pequeña. Eran imágenes que me hacían reír. Que me hacían preguntarme cuál era el proceso creativo detrás de ellas. Cuando caminaba por las calles con su familia, se quedaba ensimismada viendo los colores, y las expresiones artísticas que cubrían la ciudad. Recuerda ver en su barrio los carritos de helados todos decorados con letras metálicas y coloridas que anunciaban los sabores: limón, fresa, tamarindo… Y que con tan solo verlas Tamara sentía que ya los podía saborear. Veía esas tortas súper coloridas y gorditas en las calles y veía a los cerditos y a los objetos con características antropomórficas. Había rótulos con adaptaciones únicas de las caricaturas más populares de la época. Como dibujos de Mickey Mouse de muchos colores: verdes, morados… Todo psicodélicos. Bugs Bunny en situaciones mexicanas, claro que comiéndose su paleta, claro que comiéndose su nieve de limón. Por supuesto que el demonio de Tasmania devorando todas estas delicias que estaban afuera de la escuela… Y rodeada de esos letreros pintorescos, Tamara era feliz. Sentía que podía conectarse más con ese arte urbano que no se parecía a nada de lo que suele encontrarse en grandes museos o galerías de arte. Yo apreciaba ese arte con el que tenía una relación cotidiana, que me hablaba a mí directamente como consumidora de todos esos productos y que acompañaba mi experiencia de comer en la calle.No solo eso. Los rótulos acompañaban a Tamara en muchos otros momentos y lugares de Ciudad de México. Me habló de uno en especial. Era un puesto que se llamaba “La torta feliz”. Tenía la particularidad de que estaba rodeada de una estela amarillo brillante, amarillo canario, como estas que usan en los cómics. Entonces era como un chaaa, cha, chaaan. Como una entrada dramática de esta torta (risas).Tamara se ríe de solo recordarla. Y es que en el dibujo esa torta —o sánduche— no se veía tan feliz… Era bastante delgada, pálida y no tenía un aspecto muy apetitoso que digamos. Pero Tamara también se ríe porque tan solo con recordarla, se transporta a su época de preparatoria, a finales de los años 90. Pasar por ahí significaba que iba a ver a mis amigos, que iba a empezar un recorrido por la ciudad, que íbamos a ir a un concierto, que nos íbamos a reunir a escuchar música. Entonces pasar por el puesto de la torta feliz era la primera señal de que iba a ser una noche memorable. El puesto se convirtió en un lugar de culto para su grupo de amigos. De hecho, se tomaron una foto con el rótulo que ella guarda hasta ahora… Es uno de los pocos registros que ella tiene de los letreros de esa época. No tenía una cámara digital y comprar rollos para tomar fotos era muy costoso para una estudiante de preparatoria. Así que se contentaba con observarlos mientras paseaba por la ciudad y guardarlos en su memoria. Unos años después, a inicios de los 2000, Tamara se dio cuenta de que no era la única que estaba obsesionada con el arte callejero. En el Palacio de Bellas Artes, el máximo recinto cultural de la Ciudad de México, hubo una exposición que se llamaba “ABCDF Diccionario Gráfico de la Ciudad de México” y era un compendio fotográfico de objetos y de detalles.Que en conjunto podrían conformar la personalidad de lo que es la Ciudad de México, pero que no tiene muchas cosas en común. Es decir, la Ciudad de México es heterogénea, es caótica, es ruidosa. Y esto es, dejemos de intentar, creer que hay una sola manera o un solo adjetivo que nos describa. Esto es imposible. Y una de las cosas que aparecía en esta exposición era la gráfica popular. Y entonces a mí me pareció fascinante el reconocimiento y además que, que se me dieran las herramientas para nombrar con palabras todas esas cosas que yo apreciaba y que me emocionaban de la Ciudad de México. En un principio, esta exposición fue una fuente de frustración para ella porque le hubiera encantado poder tomar todas las fotos que quisiera del arte callejero que veía. Pero a la vez fue una inspiración para el futuro. Cuando estaba en la universidad se compró una cámara de video para sus clases de comunicación que también sacaba fotos…No tenía creo que ni un megapixel. Tomaba unas fotos horrendas, pero esas fueron las primeras fotos de gráfica popular que tomé cuando andaba con mi cámara, pero también era un armatoste ahí que aparte me había costado, lo que era un dineral en pesos de estudiante. Le daba miedo que se la robaran así que solo tomaba fotos muy de vez en cuando. Ya por el 2005, 2006, tuvo su primer celular con cámara y ahí sí comenzó a retratar todo lo que podía y lo subía a su blog. Con el pasar del tiempo y la aparición de las redes sociales, Tamara pasó sus publicaciones a Twitter y, sobre todo, a Instagram. Su cuenta está repleta de fotos que ha tomado de rótulos en puestos metálicos, en paredes, en locales comerciales… Y bueno, por eso fue tan chocante cuando, ese día de marzo de 2022, encontró que la Alcaldía había borrado los rótulos. Me sentía muy impotente y muy frustrada porque pues que soy una morra que grita mucho en redes sociales, pero además, pues sí, sé que hay más gente a la que le interesa y le gusta la gráfica popular, pero ¿cómo vamos a hacer algo? ¿Cómo nos vamos a articular para frenar esto? No tenía idea de qué hacer. Sentía que había llegado un virus a su barrio y había uniformado todos los puestitos que tanto cariño les tenía. Y para ella, ese virus tenía nombre y apellido: Sandra Cuevas, la alcaldesa de Cuauhtémoc. Aquí tengo que explicarles algo: la Ciudad de México está dividida en 16 demarcaciones territoriales y cada una tiene su propio alcalde elegido por elección popular. Y, a su vez, los alcaldes responden al Jefe de Gobierno de toda la ciudad. Entonces, Sandra Cuevas asumió la alcaldía de Cuauhtémoc en octubre de 2021. Entre sus planes de gobierno estaba crear una “Jornada Integral del Mejoramiento del Entorno Urbano”… Que buscaba, entre otras cosas, que los puestos callejeros tuvieran un metro de distancia entre sí y que los propietarios mantuvieran su zona de trabajo limpia. Además, buscaba alcanzar —entre comillas— la “belleza” en el espacio urbano y la coexistencia, abro comillas, “en paz y armonía entre todos”. El plan no mencionaba absolutamente nada sobre pintar los puestos de un solo color. Por lo que para Tamara, borrar los rótulos mandaba un claro mensaje: para llegar a esa supuesta belleza la gráfica popular tenía que desaparecer. Así que hizo lo único que estaba en sus manos: llevó su indignación a las redes sociales. Abrió su cuenta de Instagram para subir una historia, tomó una foto y escribió: Esta administración de Alcaldía Cuauhtémoc tiene una cruzada contra la gráfica popular en los puestos lamineros. Que tu cerebro sea gris con blanquiazul, no quiere decir que de esos colores tenga que ser la alcaldía, Sandra Cuevas. Carita enojada. Después de hacer el post, Tamara guardó su celular, se montó en el metro y se fue para su casa. Recibió uno que otro comentario de sus conocidos en Instagram compartiendo su indignación. Pero el tema quedó ahí y Tamara no hizo ni dijo más al respecto.Creo que inconscientemente una parte de mí quería simplemente meterse debajo de la cobija, esperar a que pasara esta administración y que la gráfica popular volviera como la naturaleza y encontrara su camino. Pero unos dos meses más tarde, le llegó un video publicado por la cuenta de Instagram “Pintura Fresca.mx”, manejada por Hugo Mendoza. En él aparecía la pregunta: “¿qué le pasó a los rótulos de la Cuauhtémoc?” y los comerciantes respondían con sus testimonios. Nos dijeron que, que despintáramos nuestro anuncio que teníamos y ellos iban a poner lo de ellos. Nunca nos pintan los puestos ellos. Ellos nos dicen: “Sabe qué necesitamos que pinten los puestos. Sabe qué, que por ejemplo, el puesto de ahí al frente quíteme la lona la queremos blanca” y ya la tienen que poner blanca. Si no, nos multan, nos recogen. O qué se yo. El video se llenó de comentarios con emojis de caritas enojadas, tristes y con lágrimas por los casi 1500 puestos que perdieron su identidad. Ese video se hizo viral entonces el tema de los rótulos se coló en la conversación de más personas. Fue un “No estamos solos, no somos tres personas llorándole a paredes vacías”, como alguien puso en Twitter.Y es que después de la viralidad de este video, se desató todo. Un amigo que es historiador del arte, que se llama Aldo Solano Rojas, me escribió y me dijo… ¿Qué vamos a hacer? Porque Tamara sube constantemente, desde hace años, todos los rótulos que ve y que le parecen chistosos. Y yo también soy un usuario intenso del espacio público, ¿no? Y lo observo y lo estudio. A eso me dedico, pues, a investigarlo.Y así como Tamara, Aldo había notado los cambios que estaban ocurriendo en el sector. Yo me resistí por un tiempo, como por una semana o dos semanas, a incluso ver el video porque me enojé muchísimo y yo no me quería enojar, pero ya luego abracé mi enojoy entonces pues ya decidimos contactar a más gente que sabíamos que estaba preocupada por eso… incluyendo a Hugo, el que hizo el videoY yo le escribí a Sofía Riojas, que es restauradora y tiene una colectiva que se llama Restauradoras con Glitter… También se contactaron con la rotulista Alina Kiliwa y con Yuriko Hiray, especialista en comunicación y medios digitales. Armaron un chat de WhatsApp e invitaron a más gente que estuviera indignada hasta armar una red de un poco más de 30 personas. Y así fue como de un día para otro nació Rechida. La red chilanga en defensa del arte y la gráfica popular. Y ese sería el inicio de una acción mucho más grande en la ciudad. Una pausa y volvemos. Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa, la periodista Tamara de Anda y el historiador de arte Aldo Solano Rojas decidieron unirse con más personas para crear ReChida, la Red Chilanga en Defensa del Arte y la Gráfica Popular. Y es que la guerra por el control de la estética de los espacios públicos no es algo reciente. Lisette nos sigue contando. Ya que era el 2022, una de las primeras acciones que tomaron fue abrir una cuenta de Instagram. En su primer post pusieron un carrusel de fotos donde estaba un volante con el dibujo de un sánduche que decía: “Aquí había un rótulo pero la Alcaldía Cuauhtémoc lo borró”. En el texto de la publicación decía que los rótulos deben considerarse como un arte popular que merece ser conservado, cuidado y estudiado. Y seguía… La destrucción de estos murales es un atentado a la cultura de nuestra ciudad y a su ciudadanía. Es un insulto a las y los artistas rotulistas y a quienes pagaron por su oficio. No queremos una ciudad estéril y sin color, el ARTE POPULAR CHILANGO se debe de valorar y defender.Y terminaba: “Sí a los rótulos, sí al arte popular, sí a una imagen pública nuestra, libre de logotipos institucionales. Sí a los puestos ambulantes llenos de colores, letras y brillo”. Y ya con eso hubo manera de que la gente canalizara toda su rabia, su indignación, que de verdad no nos esperábamos.Las personas comenzaron a replicar el hashtag que utilizó Rechida para su publicación: #ConLosRótulosNo, y compartían de todo. Los memes, claro, estaban por todas partes. Uno de ellos, por ejemplo, comparaba a Sandra Cuevas con el infame personaje de la saga de Harry Potter, Dolores Umbridge, conocida por su intolerancia a lo diferente y a su autoritarismo. Artistas empezaron a hacer ilustraciones en homenaje a esos rótulos que ya no estaban… Y las personas comenzaron a compartir fotos de los letreros ya desaparecidos para crear un archivo digital, una memoria de lo que había. Tamara no se quedó atrás, claro. Ella forma parte de Standuperras, un grupo de comedia feminista que se dedica a hacer, principalmente, teatro cabaret. Desde ese espacio y de forma espontánea, Tamara creó un personaje para hacer una parodia de lo que estaba ocurriendo. Se compró una peluca negra de pelo largo y liso, se pintó los labios de rojo y grabó un sketch que se llamaba Sandra Huevas… E iba así: Soy Sandra Huevas y a mí no me gustan los pobres. Y hay un dicho muy bonito que dice “eres lo que comes” y si comes como pobres, pues pobre te vas a quedar. En mi administración estamos desincentivando que la gente coma en estos puestos de pobres por eso ya no los van a poder distinguir y que empiecen a pensar como ricos. Porque queremos una alcaldía de primer mundo: “la alcaldía Cuauvegas”… Debo aclarar que eso que dice Tamara en el sketch de que “no le gustan los pobres” es algo que la alcaldesa misma dijo en una entrevista en octubre de 2021… Esta es ella. Yo quiero y le apuesto a una economía de ricos. No de pobres. A mí no me gustan los pobres. Yo fui pobre y no me gustan los pobres. Y para Tamara era importante recalcarlo, porque, para la gente de Rechida, está directamente conectado con lo que está haciendo con el arte popular. Qué te está diciendo que… que borre por completo la identidad de la comida que la mayor parte de las personas comemos todos los días. Este desprecio no solamente a lo visual, sino a este tipo de comercios, a este tipo de negocios y a las personas que consumimos en ellos. Esa es la limpieza, es la disciplina, ese es el orden. Que no haya ninguna expresión de creatividad. Y de los pobres menos.Y es que no es la primera vez que se ve una acción así en la Ciudad de México. Aldo me explicó cómo históricamente los gobiernos locales han tratado de controlar la imagen de las calles de la ciudad. Esta aversión a la gráfica popular y al colorido de los rótulos… Pues no es nuevo, ¿no?, no es algo nuevo que se le haya ocurrido a la alcaldesa, sino que tiene que ver con algo, digamos una fobia… una fobia histórica de las élites en torno al arte popular y a las expresiones este de las clases bajas. Uno de los ejemplos más claros, según Aldo, es el de las pulquerías, donde se vende pulque, una bebida prehispánica hecha a partir de la fermentación de plantas suculentas como el agave. Era una bebida alcohólica muy popular en la Ciudad de México… Pero hubo una guerra, por parte de las élites y con intereses económicos desde finales del siglo XIX, porque los empresarios de la cerveza—beneficiados por el gobierno de Porfirio Díaz, que también beneficiaba la inversión europea a costa de la cultura nacional— querían eliminar el pulque para tener ese mercado. Aldo me contó que hubo mucha propaganda en contra del pulque que duró varias décadas. Sin importar los cambios de regímenes ni la Revolución Mexicana. Principalmente se decía que el pulque era de mal gusto, que era putrefacto, antihigiénico y algo que solo era de las clases bajas. Y con eso también hubo guerra a las pulquerías. Y es que estas cantinas tenían tenían nombres muy ingeniosos y tenían murales en el exterior, murales de factura popular, coloridos, incluso le hablaban a la gente que no sabía leer, entonces por eso tenían que ilustrar que ahí se servía pulque y había toda una iconografía de el maguey, el tlachiquero —que es el que extrae la savia del pulque— los borrachos, etcétera… ¿no?Y como parte de esa guerra contra las pulquerías, se prohibieron los murales pintados por grandes artistas como Frida Kahlo y Diego Rivera. Que, parecido como los rótulos de los puestitos de metal más contemporáneos, tenían retratos del dueño, de sus amigos tomando pulque o de animales. Ahora, con la borrada de los rótulos de la Cuauhtémoc no se perdieron murales de artistas que ahora son famosos… Pero sí se perdió el trabajo de los rotulistas. Esto es algo muy interesante, porque fíjate que hay una idea, hasta la fecha, de dividir las cosas, ¿no? De decir que el rotulismo es otro tipo de muralismo, otro tipo de arte, es arte popular. Nosotros utilizamos el término arte popular para que sea más accesible a la gente que sepa de qué estamos hablando. Pero en realidad este término de arte popular pues tiene la intención de, de aclarar que no es arte formal. Creo que es algo muyfeo porque margina a los rotulistas y no les confiere el título completo de artistas.Esa percepción del trabajo de los rotulistas ha puesto en riesgo su oficio. Martín Hernández ha estado en el negocio casi toda su vida. Lo heredó de su padre, que comenzó en el rotulismo cuando tenía entre 7 y 8 años, en la década de los 40. Pues desde niño a mí me llevaba para, para que le ayudara. Solo a cargar los botes de pintura, las escaleras y lavar las brochas. Tenía cinco años y poco a poco, Martín aprendía de su papá sobre este arte. A dibujar objetos, letras, a pintar… Y aunque ser rotulista no siempre fue su sueño, se volcó completamente a este oficio cuando tuvo que dejar de estudiar Ingeniería Química en la universidad por temas económicos. No fue lo peor del mundo. Martín siempre disfrutó hacer este trabajo. Este oficio para mí es, es una forma de vivir, ¿no? Pienso que un rótulo pues es algo único. Y entonces en ocasiones, cuando estoy descansando hasta he llegado a soñar cómo hacer o cómo voy a reproducir pues ese rótulo que me están solicitando.Trabajaba en letreros para campañas políticas, rótulos de puestos de comida o de diferentes locales. A veces, hasta lo contrataban para replicar una ilustración de otro artista en el exterior de trenes o murales. En sus mejores épocas dice que ganaba unos mil dólares a la semana. Era un oficio rentable que le permitía sostener a su familia. Pero eso ha ido cambiando en los últimos 15 años. Bueno a medida de que los plotters de impresión fueron perfeccionando y pues eso, eso hizo que pues la cantidad de, de trabajo que teníamos pues fue disminuyendo. Los clientes que antes esperaban pacientemente por los anuncios pintados a mano buscaban cada vez más el diseño digital, la impresión en computadora. Rápida. Menos costosa. Algunos rotulistas comenzaron a comprar las máquinas para hacer el trabajo con los plotter. Pero los que no tenían suficiente dinero no podían darse ese lujo. Fue así que algunos de los talleres que se encontraban en la “calle de los rotuladores”, donde había varios de estos emprendimientos, comenzaron a cerrar. A pocas cuadras del taller de Martín, ahora se encuentra una imprenta, justo en uno de los locales donde antes había un taller de rotulistas. Muchos maestros que nos dedicamos a pintar los anuncios en las calles y que cada vez como que fuimos desapareciendo.En los últimos seis años Martín, por ejemplo, pasó de tener varios pedidos al día, a tener uno al mes. Pasó de ganar unos 4 mil dólares en sus meses con trabajo regular a ganar menos de 50 dólares… Y así cada vez se le hace más difícil encontrar nuevos clientes. Por eso la borrada de los rótulos de la Cuauhtémoc fue tan doloroso para él y muchos rotulistas. Los pone aún más en riesgo. A mí me parece que es una falta de comprensión en cuanto a la cultura, porque están, están borrando una tradición de más de tres o cuatro décadas. Es muy lamentable porque culturalmente nos están haciendo a un lado, ¿no?No solo a los rotulistas sino también a los comerciantes y dueños de los negocios. Porque a través de los rótulos ellos lograban diferenciarse de los demás. Anunciar qué vendían apoyándose en dibujos graciosos como de cerdos felices cocinándose dentro de una olla. Pero con la blanqueada de los puestos y el logo de la Alcaldía, las ventas de muchos de ellos disminuyeron. Algo que los integrantes de Rechida escucharon varias veces en los testimonios de los comerciantes con los que hablaron. Así que sí. Creo que está claro. La borrada de los rótulos iba más allá de cómo se veía la ciudad. Y era eso lo que más le indignaba a Tamara. Sé que fuera de contexto podría parecer muy ridículo. Pero no es solo eso. Es la rabia de todo ese trabajo invertido de las y los comerciantes, la rabia de ningunear el trabajo de los rotulistas. Y que… además de prohibirles su trabajo. :Con todo ese ruido que estaban haciendo desde Rechida junto a los comerciantes, los artistas y los rotulistas de la ciudad, los medios de comunicación comenzaron a hablar cada vez más del tema. Hace unas semanas una decisión de la Alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México desató polémica en varios sectores. Están sustituyendo los rótulos de los puestos ambulantes por el logotipo de la demarcación.Artistas gráficos levantan la voz contra el retiro de rótulos en los puestos de la Alcaldía Cuahtémoc. Usuarios de redes sociales criticaron que los puestos callejeros de la Alcaldía Cuauhtémoc perdiera su identidad. Varios periodistas hablaron con los comerciantes de los puestos para saber qué opinaban de las medidas de la alcaldesa. El medio Nmas, por ejemplo, entrevistó a Marilú Mojica, propietaria de un puesto de tacos: Aquí teníamos pintado “Tacos de guisados Ramírez”. Ahorita ya no podemos ponerlo porque pusieron la franja azul y el logotipo de la Alcaldía. Cuando el periodista le pregunta si le gusta cómo quedó, la señora niega con la cabeza y se ríe… Otros comerciantes contaban que ni siquiera les habían dado un aviso previo para las reglas que tenían que seguir. Esta es Fernanda Mosqueda, entrevistada por Noticieros Televisa.Dónde queda la opinión de la gente ni siquiera lo consultaron encima de todo nos cobraron…Muchos comerciantes han dicho en entrevistas y a Rechida que los mismos miembros de la Alcaldía, además de exigirles que borraran sus rótulos, les cobraban por hacerlo, entre 150 a 200 pesos… O que les tocaba a ellos mismos comprar la pintura blanca o gris y que eso podía costarles hasta 350 pesos. Aunque en un comunicado que sacó la Alcaldía, no hacen mención a si les cobraron o no a los comerciantes. Con nosotros llegaron así muy tajantemente a decirnos que o pagábamos para ponerlo o cerraban. Así llegaron de la nada.Aunque muchos no estaban de acuerdo se sentían obligados a hacerlo. Como este taquero llamado Toño en entrevista con TelediarioMx. Pero pues, qué hacemos. Para seguir chambeando hay que, hay que acatar las órdenes. Y otros también dijeron que los podían sancionar si no pintaban el logo de la Alcaldía. Aunque también hubo algunos que, un poco más tímidos, dijeron que les parecía bien. De hecho, la misma Alcaldía publicó un video con comerciantes que decían estar de acuerdo con la decisión. Finalmente, esa indignación llegó a los oídos de la alcaldesa Sandra Cuevas. Primero publicó una foto en Twitter donde sale ella abrazando a una dueña de uno de los puestos callejeros. El tuit iba así: “Para Doña Josefina las ofertas laborales a sus 56 años no existen, sobrevive gracias a ese puesto -su única fuente de trabajo y su vida- el cual solicitó que pintaran y colocaran el logo de la alcaldía Cuauhtémoc y adecuarse al orden y disciplina de este nuevo gobierno”. También sacó un comunicado informando que su decisión no se trataba de borrar los rótulos sino de “mantener el orden y limpieza en las calles”. Y en una comparecencia que debía dar frente al Congreso de la Ciudad de México el 20 de mayo, para hablar sobre su administración y sus avances, tocó el tema de los rótulos. El tema de la imagen visual no tiene nada que ver con una ofensa o un ataque a los artistas. No se trata de eso. La gente que se dedica a rotular son personas que tienen un oficio. Hoy, el gobierno de la alcaldía Cuauhtémoc toma la decisión de unificar, poner orden y de limpiar. Entonces se retiran los rótulos, lo cual no es arte. Puede ser usos y costumbres de la Ciudad de México pero no es arte…). Tamara y los demás integrantes de Rechida estaban viendo la transmisión. Bueno, era como ver el partido. Estábamos todo el mundo gritándole a la pantalla, tuiteando, en los chats. En la comparecencia, la alcaldesa continuó diciendo que ella, como autoridad, decidiría con un grupo de artistas y vecinos si quitarían o dejarían el logo de la alcaldía. Que harían mesas de trabajo para lograr llegar a un acuerdo. Y aclaró que hay muchas personas a las que sí les gustaba lo que se había hecho. Aunque a Tamara le pareció importante que reconociera que estaba abierta al diálogo, le parecía que su respuesta era solamente una forma de darle largas al asunto. ¿Para qué quieres mesas de trabajo? No mames, Sandra Cuevas, O sea la solución es muy simple. Retira la imposición y garantiza que las personas afectadas puedan recuperar como mejor se les dé la gana su gráfica popular, sus rótulos y su identidad. Pero garantízalo que no va a haber represalias contra quienes se rebelen. Garantízalo. Ese mismo día, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, dio una rueda de prensa y habló de la polémica por los rótulos. Dijo que no estaba de acuerdo con lo que había hecho la alcaldesa porque significaba borrar la identidad cultural de la ciudad… Y es absolutamente autoritario querer imponer un mensaje único de una Alcaldía frente a lo que ha sido históricamente la cultura popular en, en nuestra ciudad. Entonces quitar la creatividad para imponer un slogan de una Alcaldía pues me parece que no es correcto. También dijo que los comerciantes no deberían sentirse amenazados por nadie y que si quisieran recuperar su espacio que presentaran su queja frente a la contraloría. Pero el tema quedó ahí. Tamara me dijo que el simple hecho de que la alcaldesa y la Jefa de Gobierno hubieran respondido de forma pública sobre el tema, ya era un triunfo. Para ella y para la colectiva Rechida. Aunque claro, eso no cambiaba nada en la práctica. Es más. A pesar de la controversia, la alcaldesa Sandra Cuevas no se detuvo. Llevó su propuesta de llenar todos los puestos de Cuauhtémoc con su logo a otros espacios. O sea el wey que hace sus collarcitos de cuarzo con su lona de “Alcaldía Cuauhtémoc”. Y ya el colmo fue los, los domingos en el parque se ponen unas chavas que dan masajes. La cama de masajes: Alcaldía Cuauhtémoc. Es que ya es pinche pesadilla distópica.Para Tamara, ver todo lo que está ocurriendo en su barrio es como vivir en otra dimensión donde no existe la creatividad ni la expresión personal. Donde todo es una fotocopia: todos los puestos son iguales, todas las personas se visten idénticas y hacen lo mismo. Algo similar a lo que tantas veces se ha narrado en libros y películas de ciencia ficción. Y si una lección le ha dejado esto a Tamara es querer capturarlo todo con su celular. antes me ponía un poquito más exquisita a la hora de fotografiar así, porque no voy a escoger mejor los rótulos. Y ahora estoy consciente de que como esto se puede acabar en cualquier momento, los disfruto mucho, mucho, mucho más. No solo disfrutarlo, sino apreciarlo, casi con los ojos de esa niña que fue. Para junio de 2022, tres meses después de que comenzara el blanqueamiento, algunos puestos de Cuauhtémoc comenzaron a rebelarse. Aunque un poco tímidos y sin borrar del todo la huella de lo que hizo la alcaldía… Los comerciantes han comenzado a pintar sus letreros, con dibujos de comida, tipografía única, animales con vestimenta… Y no solo eso, sino que, además, una agencia de publicidad y la guía de viajes TimeOut creó la campaña, “Rótulos que pegan”. Contrataron a rotulistas para recrear las gráficas que fueron eliminadas por la alcaldía en imanes de gran tamaño. Así los puesteros pueden quitarlo o ponerlo cuando quieran y así evitar posibles sanciones. A pesar de las imposiciones, de la borrada de la gráfica popular, los rótulos encuentran la manera de volver. Porque finalmente, así es la ciudad, como la naturaleza. Caótica, colorida y bella. Lisette es productora senior de Radio Ambulante, vive en Quito, Ecuador. Esta historia fue editada por Camila Segura y por mí. Bruno Scelza hizo el fact-checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri con música original de Ana Tuirán y Rémy Lozano. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Nicolás Alonso, Pablo Argüelles, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Selene Mazón, Juan David Naranjo, Ana Pais, Melisa Rabanales, Laura Rojas Aponte, Natalia Sánchez Loayza, Barbara Sawhill, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa de Hindenburg PRO. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

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