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Radio Ambulante - Disparos al cielo

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15
30

Una fábrica quiso controlar la naturaleza.

En la primavera de 2018 se empezaron a escuchar unas fuertes explosiones cerca del pueblo de San Lorenzo Almecatla, en el centro de México. Sus habitantes nunca se imaginaron cuál era el origen de esos sonidos.

Hola,
ambulantes.
Antes
de
comenzar
quiero
recordarles
de
nuestro
nuevo
podcast:
El
hilo.
Es
un
poco
diferente
a
Radio
Ambulante,
cada
viernes
revisamos
una
noticia
importante
de
Latinoamérica
y
contamos
la
historia
detrás
de
esa
noticia.
Y,
claro,
en
estos
días
ese
tema
es
coronavirus.
El
episodio
del
viernes
pasado,
por
ejemplo,
reportamos
desde
Guayaquil,
Ecuador,
una
de
las
ciudades
más
golpeadas
de
la
región.
No
se
lo
pierdan.
Además
quiero
recordarles
que
cada
viernes
por
las
próximas
cinco
semanas
vamos
a
poner
el
episodio
de
El
hilo
en
este
feed.
O
sea,
Radio
Ambulante
los
martes,
episodio
extra
de
El
hilo
los
viernes.
La
idea
es
servirles
mejor
durante
este
periodo
tan
complejo.
Más
información
en
elhilo.audio.
OK,
entonces
aquí
va
el
episodio.
Bienvenidos
a
Radio
Ambulante,
desde
NPR.
Soy
Daniel
Alarcón.
Eso
que
escuchan
se
grabó
en
San
Lorenzo
Almecatla,
un
pueblo
en
el
centro
de
México,
y
apareció
en
un
medio
regional
en
2018.
La
gente
de
San
Lorenzo
empezó
a
escuchar
ese
sonido
en
mayo
de
ese
mismo
año.
Y
no
tenían
ni
idea
qué
era.
Así
lo
explica
Nazario
Cuautencos,
que
vive
en
San
Lorenzo.
Yo
pensé
que
eran
cuetes
de
los
pueblos
aledaños,
¿no?
Cuetes,
o
sea,
fuegos
artificiales.
En
México,
como
en
muchas
otras
partes
de
Latinoamérica,
son
comunes
en
ciertas
celebraciones,
como
el
día
de
algún
santo
patrono.
Pero
estas
explosiones
se
escuchaban
mucho,
mucho
más
fuerte.
Cómo
que
se
movía
la…
la
tierra.
Hacía:
¡zaz!
Así
que
la
explicación
de
los
fuegos
artificiales
era
poco
probable.
San
Lorenzo
es
una
comunidad
pequeña
a
las
afueras
de
la
ciudad
de
Puebla.
Tomas
la
carretera
que
te
lleva
hacia
la
salida
al
noroeste
de
la
ciudad,
pasas
algunas
zonas
industriales
y
en
pocos
minutos
te
encuentras
en
un
lugar
más
rural:
planicies
verdes,
con
mucho
sol,
atravesadas
por
más
carreteras
que
conectan
los
varios
pueblos
de
la
región.
Nazario,
como
muchos
de
los
pobladores
de
San
Lorenzo,
se
dedica
a
la
agricultura.
La
mayoría
cultivamos,
este,
lo
que
es
maíz
y
calabaza,
nada
más.
Y
haba.
Y
fue
desde
las
tierras
que
tiene
a
las
afueras
del
pueblo,
donde
también
está
su
casa,
que
Nazario
empezó
a
escuchar
esas
explosiones.
Y
le
llamó
la
atención
cuánto
duraban.
A
veces
se
hacían
dos
o
tres
horas
porque
echaban…
y
luego
como
cada
cinco
minutos
echaban
uno
y
otro,
y
otro,
y
otro.
Pero
empezaron
a
darse
cuenta
que
parecía
haber
un
patrón.
Las
nubes
estaban
bien
negras,
negras,
así
ya
pa’
llover
y
empezaban
a
tronar:
¡zas!
¡zas!
Y
cuando
veíamos,
las
nubes
se
empezaban
a
abrir.
Y
cuando
vimos
ya…
ya
no
llovió.
Ya
se
fue…
se
fueron
las
nubes.
O
sea,
los
ruidos
sonaban
cuando
parecía
que
iba
a
llover.
Y
es
que
fue
justo
en
los
meses
cuando
comienza
la
temporada
de
lluvia
que
se
empezaron
a
escuchar
esas
explosiones.
Es
una
época
muy
importante
para
los
campesinos
como
Nazario
que
practican
agricultura
de
temporal,
que
depende
de
la
lluvia
para
que
crezcan
los
cultivos.
Estela
Ramírez
vive
en
San
Francisco
Ocotlán,
un
pueblo
muy
cerca
de
San
Lorenzo,
y
ella
también
empezó
a
notar
más
o
menos
al
mismo
tiempo
la
conexión
entre
las
explosiones
y
la
lluvia.
Porque
ya
las
aguas,
este,
ya
anunciaban.
Y
incluso
hasta
metíamos
la
ropa,
juntábamos,
este,
nuestros
pollitos
y
todo
ya,
porque
va
a
llover.
Y
lo
mismo.
Si
las
nubes
aparecían,
las
explosiones
sonaban.
Además
de
la
conexión
con
la
lluvia,
Estela
un
día
se
topó
con
otra
cosa
igual
de
preocupante.
Tenemos
unos
doce
árboles
y
amanecen
ya
tiraditos
ahí
los
pajaritos
muertos:
seis,
ocho.
Una
vez
contamos
hasta
16.
Cuando
descubrieron
lo
que
provocaba
ese
ruido,
Nazario
y
muchos
de
los
vecinos
de
los
alrededores
se
indignaron,
y
la
noticia
llegó
a
medios
nacionales
e
internacionales.
¿Qué
estaba
provocando
esas
explosiones?
Nuestra
editora
Victoria
Estrada
nos
cuenta.
La
zona
donde
están
San
Lorenzo
y
Ocotlán,
al
noroeste
de
Puebla,
es
muy
conocida
además
por
otra
cosa:
ahí
está
una
de
las
plantas
de
ensamblaje
más
grandes
de
la
Volkswagen
fuera
de
Europa.
Es
un
terreno
de
300
hectáreas
y
queda
muy
cerca
de
donde
viven
personas
como
Nazario.
Usted
puede
ver
que
yo
estoy
cerca
de
aquí
de
Volkswagen.
Estoy
atrasito
de
Volkswagen.
La
planta
se
construyó
hace
más
de
50
años.
Anteriormente,
cuando
yo,
este,
llegué
a
esta
zona
solamente
estaba
Volkswagen
y
yo.
No
había
nada.
Casas
arriba
solamente
habían
tres.
Ahora
ya
se
ve
un
parque
industrial
y
un
periférico
que
conecta
con
la
ciudad.
Ha
pasado
lo
que
en
muchos
lados:
las
ciudades
crecen
y
empiezan
a
anexar
las
zonas
que
antes
eran
rurales.
Pronto
se
empezaron
a
correr
rumores
que
explicaban
de
dónde
venían
esas
explosiones.
Él
es
Gerardo
Pérez.
Es
ingeniero
civil
y
vive
en
Ocotlán.
Me
dijeron:
“Oye,
Gerardo,
la
Volkswagen
echa
cuetes
para
que
no
llueva”.
Así,
me
lo
comentaron.
La
información
de
que
las
explosiones
parecían
venir
de
la
Volkswagen
empezó
a
correr
de
voz
en
voz
y
por
grupos
de
chats.
Y
con
esos
rumores
llegó
algo
más:
que
no
eran
cohetes
ni
bombas
lo
que
estaban
tirando,
sino
algo
llamado
“cañones
antigranizo”.
Entonces
yo
no
sabía
nada
de
los
cañones
antigranizo.
O
sea,
no
sabía
nada
del
tema.
Entonces,
nos
dimos
a
la
tarea
de
investigar.
Gracias
a
Dios,
pues,
tenemos
el
internet
y
pues
las
personas
a
veces
nos…
nos…
nos
tenemos
que
meter
a
eso
para,
pues,
documentarnos,
¿no?
No
era
mucha
la
información
que
había,
pero
básicamente
se
enteraron
que
esos
cañones
ya
habían
causado
conflictos
en
otras
partes
donde
se
usaban,
pues
se
decía
que
detenían
el
granizo
y
la
lluvia.
Los
vecinos
de
la
Volkswagen
no
sabían
por
qué
la
empresa
quería
que
no
granizara,
ni
menos
por
qué
querían
detener
la
lluvia,
que
era
lo
que
parecía
que
estaba
pasando.
Y
aunque
se
llaman
“cañones”,
no
son
lo
que
uno
se
imaginaría:
esos
cañones
negros
de
guerra
que
podrían
aparecer
en
una
película
o
serie
ambientada
en
el
siglo
XVIII.
Lo
que
ellos
alcanzaban
a
ver
a
lo
lejos
eran
unas
estructuras
más
parecidas
a
una
corneta
metálica
de
unos
seis
metros
de
alto
que
apuntaba
hacia
el
cielo.
La
falta
de
lluvia
se
fue
prolongando
por
varias
semanas
y
eso
estaba
afectando
sus
cultivos,
pero
nadie
de
la
empresa
se
había
pronunciado.
Así
que
entre
varios
vecinos
se
reunieron
y
decidieron
hablar
con
las
autoridades
municipales
para
discutir
el
uso
de
los
cañones.
Formaron
una
comisión,
reunieron
la
información
que
habían
sacado
de
internet
y
se
la
entregaron
al
presidente
auxiliar
del
municipio
y
a
los
representantes
de
la
Comisión
Nacional
del
Agua.
Pero
les
daban
largas,
los
ignoraban
y
las
respuestas
no
llegaban.
Entonces,
este,
pues
nosotros
nos…
nos
indignamos.
Lo…
por,
le
digo,
por
lo
que
nos
estaba
haciendo
Volkswagen
y
tuvimos
que,
pues,
tomar
cartas
en
el
asunto
porque
las
autoridades
se
hacen
de
la
vista
gorda
y
no
quieren
hacer
nada
por…
porque
se
nos
haga
justicia.
Así
que
los
vecinos
decidieron
hacer
algo
para
que
tanto
la
empresa
como
las
autoridades
les
prestaran
atención.
Pobladores
de
los
alrededores
del
parque
industrial
FINSA
cerraron
el
camino
a
San
Lorenzo
Almecatla.
Están
en
contra
de
los
cañones
antigranizo
que
compró
y
que
está
utilizando
la
empresa
Volkswagen.
Argumenta
que
su
uso
ha
provocado
que
ya
no
llueva
en
la
zona,
situación
que
está
dañando
los
cultivos.
El
1
de
junio
de
2018
un
grupo
de
unos
200
vecinos
bloqueó
la
carretera
y
uno
de
los
accesos
a
la
planta
de
Volkswagen.
Formaron
una
barrera
para
impedir
el
paso
de
los
vehículos
y
llevaban
carteles
que
decían
“Por
el
agua”
y
“No
cañones
antigranizo”.
Los
vecinos
declararon
lo
que
buscaban
ante
los
medios.
Nuestras
peticiones
son
que
quiten
los
cañones
antigranizo
definitivamente
y
que
si
los
vuelven
a
utilizar
vamos
a
volver
a
cerrar,
que
hagan
el
pa…
el
pago
económico
por
pérdida
de
cosechas
en
general.
Ese
día
el
bloqueo
de
la
carretera
y
del
acceso
a
la
planta
de
Volkswagen
duró
cinco
horas.
Un
representante
de
la
empresa
salió
a
dar
una
declaración
donde
admitía
que
estaban
usando
esos
“cañones
antigranizo”,
pero
pidió
que
se
creara
una
mesa
de
diálogo
entre
los
vecinos,
las
autoridades
y
Volkswagen
para
explicar
cómo
funcionaban.
Este
es
Nazario
otra
vez.
Sí,
ellos
nos
decían
que…
que
los
anti…
los
cañones
antigranizo
no
le
hacían
daño
al
campesino,
que
era,
este,
pura
superstición
de
nosotros
y
que
no…
que
ignorábamos
cuál
eran
la…
el
efecto
que…
que
producían.
Y
además
decían
que
tenían
los
permisos
necesarios
para
usar
los
cañones.
Así
que
no
dejarían
de
dispararlos.
Aquí
hagamos
una
pausa
para
explicar
cómo
funcionan
estos
cañones.
Es
un
tema
complejo
así
que
vamos
por
partes.
Los
cañones
que
estaba
usando
la
Volkswagen
los
habían
comprado
de
una
empresa
española
llamada
Sociedad
Protección
Anti
Granizo,
o
SPAG
por
sus
siglas.
Este
es
David
Ollivier,
el
director
general
de
SPAG,
describiendo
para
un
canal
de
televisión
cómo
es
que,
según
ellos,
funcionan
estos
cañones.
Lo
que
hacemos
es
una
inyección
de
gas
acetileno
dentro
de
esa
cámara
de
combustión
creamos
una
chispa,
esa
chispa
genera
una…
una
explosión
y
esa
explosión
pro…
produce
una
onda
expansiva
que
es
la
que
se…
que
es
la
que
se
expande
hacia…
hacia
a
la
atmósfera
Según
la
SPAG
la
explosión
produce
ondas
de
choque,
o
sea,
que
van
más
rápido
que
la
velocidad
del
sonido
local.
En
su
página
web
tienen
un
video
promocional
donde
se
supone
que
explican
cómo
funciona.
Es
puro
dibujito,
en
realidad.
Se
ve
que
de
un
cañón
disparan
una
onda
blanca
que
se
va
expandiendo
y
va
creando
como
una
especie
de
domo.
En
la
animación
se
ve
cómo,
apenas
unos
copos
de
nieve
—que
simbolizan
el
granizo—
cruzan
el
borde
del
domo,
se
transforman
en
gotas
de
lluvia.
Lo
importante
es
que,
según
esta
explicación,
las
ondas
no
afectan
la
caída
de
lluvia.
La
SPAG
lleva
ya
40
años
en
el
mercado
y
dicen
que
han
vendido
estos
cañones
a
más
de
20
países,
entre
ellos
Argentina,
Nueva
Zelanda,
Australia,
y
ahora
México.
La
mayoría
de
sus
clientes
son
agricultores
que
tienen
cultivos
vulnerables
al
granizo,
como
la
pera
o
el
durazno.
Pero,
claro,
Volkswagen
no
estaba
cultivando
frutas,
sino
armando
autos,
que
se
quedan
al
aire
libre
y
también
pueden
ser
dañados
por
el
granizo.
Ni
Volkswagen
ni
la
SPAG
han
revelado
cuál
es
el
precio
de
los
cañones
que
se
instalaron
en
la
armadora,
pero
se
ha
reportado
que
les
pudo
haber
costado
más
de
1
millón
de
pesos
—unos
64
mil
dólares,
al
cambio
de
la
época—.
Es
bastante
menos
de
lo
que
cuestan
otras
alternativas,
como
los
seguros
por
las
pérdidas
que
pueda
causar
el
granizo
o
las
mallas
antigranizo.
Por
ejemplo,
para
instalar
la
malla,
se
reportó
que
Volkswagen
necesitaría
pagar
una
licencia
al
municipio
de
más
de
4
millones
de
pesos
—más
de
200
mil
dólares,
en
ese
entonces—
y
a
eso
añadir
el
costo
de
la
malla
y
su
instalación.
Comparado
con
eso,
los
cañones
son
una
ganga.
Esa
primera
protesta
no
tuvo
mucho
eco.
Los
campesinos
reportaron
que
la
Volkswagen
siguió
usando
los
cañones
durante
junio
y
julio
del
2018.
Pero
a
los
vecinos
de
San
Lorenzo
y
Ocotlán,
se
le
unieron
productores
de
otros
pueblos
vecinos,
como
Canoa,
San
Miguel
Espejo,
Xonacatepec,
Aparicio,
Acajete,Tepatlaxco
y
la
Junta
Auxiliar
de
la
Resurrección.
En
una
rueda
de
prensa
a
principios
de
agosto,
los
campesinos
anunciaron
que
según
sus
estimaciones
ya
se
habían
perdido
casi
2
mil
hectáreas
de
maíz,
y,
según
declararon,
eso
había
afectado
a
unas
100
mil
personas
en
la
región.
Como
respuesta,
el
secretario
estatal
de
Desarrollo
Rural,
Sustentabilidad
y
Ordenamiento
Territorial
anunció
que
la
Comisión
Nacional
del
Agua
había
descartado
que
los
cañones
tuvieran
efectos
negativos,
pero
aun
así
el
gobierno
de
Puebla
le
había
pedido
a
la
Volkswagen
que
dejaran
de
usarlos
hasta
que
se
determinara
si
realmente
habían
tenido
algo
que
ver
con
la
falta
de
lluvia
en
la
zona.
O
sea,
que
por
lo
menos
se
tenía
que
investigar
las
quejas
de
los
vecinos
agricultores.
Pero
los
cañones
seguían
retumbando.
Así
que
el
8
de
agosto
volvieron
a
tomar
la
carretera.
Esta
vez
la
toma
duró
una
hora
y
terminó
igual
que
la
vez
pasada:
con
un
acuerdo
para
empezar
mesas
de
diálogo
entre
la
empresa,
las
autoridades
y
los
campesinos.
Aunque
las
protestas
de
los
campesinos
parecían
no
llegan
a
mucho,
los
medios
cada
vez
ponían
más
atención
a
lo
que
estaba
pasando
en
Puebla,
y
pronto,
de
ser
una
noticia
local
llegó
a
medios
nacionales.
Para
tratar
de
explicar
los
efectos
que
tenían
los
cañones,
los
medios
empezaron
a
consultar
con
investigadores
y
académicos.
En
uno
de
los
noticieros
salió
una
nota
donde
entrevistaron
a
Jesús
Gómez,
un
doctor
en
Edafología
—o
sea,
estudios
del
suelo—
que
se
especializa
en
cambio
climático.
Fue
muy
enfático
en
lo
perjudicial
que
eran
estas
ondas
de
los
cañones.
Hay
un
daño
colateral
muy
alto,
cambia
radicalmente
toda
la
condición,
sobre
todo
de
balance
de
humedad
porque
disminuye
muy
considerablemente
la
precipitación.
Pero
no
todos
los
investigadores
que
entrevistaban
los
medios
parecían
coincidir.
Mientras
que
Gómez
decía
que
los
cañones
disminuyen
la
lluvia,
en
otro
noticiero
una
doctora
en
física,
Belinka
González,
dijo
otra
cosa.
Lo
que
provocan
es
que
llueva,
no
que
no
llueva.
No
existen
métodos
para
hacer
que
no
llueva.
Lo
que
haces
es
que
llueva
en
otra
región
o
en
otro
momento.
Y
puedes
evitar
que
el
agua
llegue
a
congelarse
y
caiga
en
forma
de
granizo
haciéndola
que
se
precipite
antes.
Pero
tampoco
era
claro
que
eso
era
lo
que
estaba
pasando,
porque
no
había
lluvia
en
la
zona.
Todo
el
asunto
era
muy
confuso.
Como
respuesta
a
toda
la
atención
que
estaba
atrayendo
la
noticia,
el
13
de
agosto
de
2018,
representantes
de
la
Volkswagen
dieron
una
conferencia
de
prensa
para
explicar
cómo
funcionaban
esos
cañones
y
por
qué
seguían
usándolos.
En
la
conferencia
estaban
tres
ejecutivos
de
Volkswagen.
La
primera
en
hablar
fue
Sara
Marengo,
asistente
técnico
de
la
Oficina
de
la
Presidencia
de
Volkswagen
de
México,
quien
quiso
dejar
una
cosa
muy
en
claro.
El
objetivo
manifiesto
de
Volkswagen
de
México
es
la
protección
del
medio
ambiente:
el
agua,
el
suelo,
del
aire
y
los
recursos
en
todos
sus
procesos
de
producción,
así
como
una
relación
de
buena
vecindad.
Luego,
Julio
Marín,
gerente
de
Gestión
Ambiental,
Sustentabilidad
y
Sistemas
de
Gestión
para
Volkswagen,
explicó
que
habían
instalado
los
cañones,
porque
2017
había
sido
un
año
con
tormentas
de
granizo
especialmente
fuertes
que
habían
dañado
los
autos
nuevos
que
se
armaban
y
guardaban
en
los
lotes.
Eso
les
había
causado
pérdidas
de
20
millones
de
dólares.
Así
que
habían
comprado
tres
cañones,
aunque
para
ellos
tiene
un
nombre
más
complejo:
“dispositivos
sónicos
antigranizo”.
Estos
dispositivos
sónicos
fueron
seleccionados
después
de
que
nuestras
áreas
de
ingeniería
buscaran
alternativas
de…
qué
hacer
y
cómo
detener
estos
daños
que
se
están
dando
tanto
en
las
cosechas
de
nuestros
compañeros
campesinos
como
también
en
nuestros
autos
terminados.
Sobre
las
preocupaciones
de
los
campesinos,
solo
dijeron
que
estaban
haciendo
los
estudios
de
impacto
ambiental
que
les
había
pedido
el
gobierno.
Pero
insistieron
en
que
habían
consultado
otros
estudios
y
a
expertos
que
les
habían
dicho
que
los
cañones
no
afectan
la
lluvia
y
por
ende
no
deberían
afectar
a
los
campesinos.
La
conferencia
duró
poco
más
de
veinte
minutos.
Y
terminó
con
los
comentarios
de
Carlos
Luna,
el
vicepresidente
de
Relaciones
Corporativas
de
Volkswagen,
quien
aclaró
que,
fuera
lo
que
fuera,
tener
y
usar
esos
cañones
era
legal.
Nosotros
contamos
con
todos
los
permisos,
las
autorizaciones
necesarias
que
nos
han
acordado
las
secretarías
de
Medio
Ambiente
y
por
lo
tanto
están
bajo
función,
eh,
regulada
por
parte
del
Gobierno.
Traté
insistentemente
de
hablar
con
Julio
Marín
y
con
otros
representantes
de
la
Volkswagen,
pero
nunca
me
respondieron.
Gerardo
Pérez
y
Estela
Ramírez,
que
viven
en
Ocotlán
y
de
quienes
ya
habíamos
escuchado,
participaron
en
las
mesas
de
diálogo
que
había
propuesto
Volkswagen
desde
la
primera
protesta
para
tratar
de
llegar
a
un
acuerdo
sobre
el
uso
de
los
cañones.
Pero,
según
ellos,
esas
reuniones
en
realidad
no
eran
un
diálogo,
los
directivos
de
la
Volkswagen
solo
les
enseñaban
documento
tras
documento
para
tratar
de
convencerlos.
Ellos
nos
mostraron
una
ficha
técnica
e
incluso
yo
les
comentaba:
“Pues
si
una
ficha
técnica
viene
del
constructor
pues
va
a
decir
que
no
afecta,
¿verdad?”
O
sea,
que
no
era
un
dictamen
imparcial
de
una
tercera
parte
y
que
su
validez
era
muy
cuestionable.
Cuando
entrevisté
a
Gerardo,
me
mostró
una
parte
del
expediente
que
les
habían
dado.
Y,
este,
estos
papeles
¿qué…
qué
son?
¿Lo
que
había
traído?
Bueno,
sí,
hay
algo
de…
de
acá,
de…
por
ejemplo,
mire,
aquí
nosotros…
yo
bajé
unas…
los
límites
de
Cuautlancingo.
Y
entre
todos
esos
papeles
estaba
un
documento
clave.
Era
la
evidencia
clara
de
que
no
era
cierto
que
estaban
cumpliendo
con
las
condiciones
del
permiso
que
les
había
aprobado
el
gobierno.
Este
es
el
expediente
que
tenemos,
¿no?
Dice:
“Los
dispositivos
antigranizo
operarán
menos
de
dos
horas
por
año
y
contarán
con
un
sistema
antisonoro
que
reduce
significativamente
el
nivel
del
ruido».
O
sea,
aquí
claramente
lo
está
diciendo
que
deben
operar
menos
de
dos
horas
por
año
y
en
una…
y
en
un
solo
día
—ellos
mismos
nos
dieron
el
expediente—
fueron
casi…
aquí
tienen,
mira,
del
23,
24,
25…
de
abril
a
mayo
fueron
once
horas
nada
más.
O
sea,
que
ellos
mismos
habían
llevado
el
registro
de
cuántas
veces
y
por
cuánto
tiempo
los
habían
prendido.
Y
eran
muchas
horas,
más
de
las
dos
que
autorizaba
el
permiso.
También
decía
que
la
Volkswagen
necesitaba
obtener
las
autorizaciones
que
fueran
necesarias
a
nivel
municipal,
estatal
y
federal.
Y
ese
fue
otro
punto
que
los
vecinos
sabían
que
no
habían
cumplido.
Porque
también
nosotros
como
pueblos
originarios,
para…
para
que
se
haga
ese
tipo
de
proyectos,
deben
de
ser
consultados
a
los
pueblos
originarios.
Y
esto
es
importante
porque
según
los
tratados
internacionales
que
México
ha
ratificado,
los
pueblos
originarios
tienen
el
derecho
a
ser
consultados
previamente
sobre
cualquier
situación
que
afecte
sus
intereses.
Y,
por
supuesto,
la
instalación
de
una
maquinaria
que
pudiera
afectar
la
caída
de
granizo
en
la
zona
forma
parte
de
esto.
Y
en
base
a
una
consulta
y
el
pueblo
decide,
cosa
que
también
no
hicieron.
O
sea,
había
muchas
anomalías
en
el…
en
el
expediente.
A
pesar
de
todas
estas
anomalías,
los
vecinos
nunca
sintieron
que
tenían
el
respaldo
de
las
autoridades
en
sus
reclamos.
Según
Estela,
desde
el
inicio,
esas
mesas
de
diálogo
no
fueron
muy
productivas.
A
nosotros…
¿cómo
le
podré
explicar?
Pues,
prácticamente
nos
ignoraban.
Sí,
porque
así
fue.
Realmente
que
nos…
no
nos
escuchaban
nuestras
peticiones,
nuestros
sentires
como
pueblo.
Nunca
hubo
eso.
Hasta
este
momento
había
dos
cosas
claras:
Volkswagen
no
dejaría
de
disparar
los
cañones
para
disolver
el
granizo
y
los
vecinos
no
dejarían
de
reclamar
para
que
les
devolvieran
las
lluvias.
Esto
llamó
la
atención
de
muchas
personas
en
el
país,
pero
sobre
todo
de
algunos
meteorólogos,
que
empezaron
a
decir
algo
que
contradecía
tanto
a
la
empresa
como
a
los
campesinos:
que
los
cañones
antigranizo
no
servían
para
nada.
Una
pausa
y
volvemos.
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las
protestas
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la
prohibición
de
que
los
musulmanes
ingresen
al
país,
la
violencia
con
armas
de
fuego,
la
reforma
educativa
o
la
música
que
te
está
dando
vida
en
este
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la
raza
es
el
subtexto
de
gran
parte
de
la
historia
estadounidense.
Y
en
Code
Switch,
de
NPR,
ese
subtexto
se
vuelve
texto.
Suscríbete
y
escucha
todos
los
miércoles.
Mientras
dormías,
un
montón
de
noticias
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pasando
alrededor
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Up
First,
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de
lunes
a
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Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante.
Soy
Daniel
Alarcón.
Antes
de
la
pausa
escuchamos
los
problemas
que
tuvieron
los
vecinos
de
San
Lorenzo
Almecatla,
de
Ocotlán
y
otros
pueblos
vecinos
de
Volkswagen.
En
la
primavera
de
2018
la
planta
armadora
empezó
a
usar
cañones
para
detener
el
granizo
que
estaba
dañando
los
carros
en
sus
lotes.
Los
vecinos
decían
que
los
cañones
estaban
ahuyentando
la
lluvia,
pero
la
empresa
aseguraba
que
solo
afectaban
el
granizo
y
que
además
tenían
los
permisos
para
usarlos.
Pero
lo
único
cierto
es
que
no
estaba
lloviendo
como
normalmente
pasaba
en
esa
época.
Eso
estaba
afectando
las
cosechas,
así
que
habían
empezado
a
protestar
para
exigir
que
Volkswagen
dejara
de
usarlos.
Pero
a
ese
conflicto
se
agregó
la
voz
de
algunos
científicos
como
ella,
Graciela
Raga.
Su
argumento
era
sencillo:
Lo
que
puedo
decirle
es
que
no
hay
realmente
estudios
que
hayan
documentado
que
ninguno
de
los
métodos
tienen
una
efectividad
probada.
Menos
que
menos
los
de
los
cañones
que
están
en
superficie.
Es
totalmente
no
efectivo.
Eso
ya
está.
O
sea,
no
hay
forma.
O
sea,
que
esos
cañones
en
realidad
no
estaban
haciendo
lo
que
ninguna
de
las
partes
aseguraba.
Victoria
Estrada
nos
sigue
contando.
La
idea
de
disparar
al
cielo
para
tratar
de
evitar
que
llueva
o
granice
es
muy
vieja.
Empezó
hace
más
de
500
años
con
esos
cañones
de
guerra
que
todos
hemos
visto.
En
esa
época
disparaban
balas
de
cañón
—metálicas
y
muy
pesadas—
hacia
las
nubes.
Benvenuto
Cellini,
un
escultor
italiano
renacentista,
reportó
en
1554
en
su
autobiografía
que
había
logrado
destruir
una
tormenta
a
cañonazos.
Desde
entonces
ha
habido
variaciones.
Por
ejemplo,
a
finales
del
siglo
XIX
se
concedió
una
patente
a
un
general
en
Estados
Unidos
que
había
desarrollado
un
proceso
para
que
lloviera
más:
el
invento
era
detonar
explosivos
que
se
elevaban
hacia
las
nubes
a
bordo
de
globos.
Según
la
empresa
que
los
vende,
el
cañón
que
estaba
usando
Volkswagen
se
diseñó
en
los
setentas
y,
como
dijimos,
no
dispara
balas,
sino
una
onda
sónica.
Pero,
en
esencia,
la
idea
es
muy
parecida
a
como
empezó:
disparar
al
cielo
para
tratar
de
cambiar
el
tiempo.
Para
entender
cómo
podría
funcionar
eso
hablé
con
Graciela
Raga,
a
quien
escucharon
antes.
Ella
es
meteoróloga
e
investigadora
del
Centro
de
Ciencias
de
la
Atmósfera
de
la
Universidad
Nacional
Autónoma
de
México.
Tiene
un
doctorado
en
Ciencias
Atmosféricas
en
Estados
Unidos,
y
ha
trabajado
en
varios
centros
de
investigación,
incluyendo
en
Inglaterra
y
Canadá.
Haciendo
mediciones
de,
eh,
las
características
de
las
nubes
dentro
de
las
nubes,
con
aviones
que
tienen
instrumental
bastante
sofisticado.
Para
medir
diferentes
cosas:
el
contenido
de
agua,
el
tamaño
de
las
gotas
o
la
turbulencia
en
las
nubes,
por
ejemplo.
Todas
esas
mediciones…
Permiten,
eh,
una
meyor…
mayor…
o
mejor
caracterización
de
las
condiciones
dentro
de
las
nubes.
A
todo
eso
me
sonaba
extraño
y
la
verdad
no
mucho
sobre
nubes.
Así
que
le
pedí
a
Raga
que
me
explicara
sobre
el
tema
desde
cero,
como
si
yo
fuera
una
niña
de
ocho
años,
porque
para
este
momento
ya
estaba
muy
confundida
con
todo
lo
que
había
leído
sobre
los
cañones.
Así
que
vamos
por
pasos:
La
formación
de…
de
nubes
es
bastante…
es
algo
bastante
común
en…
en
nuestro
planeta
y
depende
principalmente
de
dos
cosas:
la
disponibilidad
de
vapor
de
agua.
O
sea,
se
necesita
que
haya
humedad
en
la
atmósfera.
Y
la
segunda
cosa:
El
vapor
de
agua
tiene
que
condensar
sobre
una
partícula
que
ya
exista.
Me
dijo
que
el
agua
no
condensa,
es
decir,
no
pasa
de
estado
gaseoso
a
líquido,
en
la
nada.
Necesita
esas
partículas
diminutas
como
polvo,
sales
marinas
o
esporas
de
plantas.
Una
vez
que
se
tiene
el
vapor
de
agua
y
las
partículas
es
necesario
también
que
las
partículas
suban
a
una
altura
donde
la
temperatura
es
más
baja.
Y
cuando
la
humedad
es
cien
por
ciento,
condensa
el
vapor
de
agua
sobre
estas
partículas
y
entonces
nos
da
lugar
como
las
primeras
nubecitas
que…
que
vemos.
Ese
proceso
tiene
que
durar
lo
suficiente
para
que
las
nubes
crezcan
y
crezcan
y
crezcan.
Si
eso
no
pasa,
pues
ahí
queda,
pero
si
sí,
de
ahí
sigue
la
formación
de
lluvia
y
granizo.
Me
dijo
que
en
esencia
son
procesos
similares.
Principalmente
lo
que
cambia
es
que
para
que
haya
granizo
tienen
que
formarse
cristales
de
hielo
y
que
eso
solo
pasa
en
un
tipo
de
nube
que
se
llama
cumulonimbus,
que
son
nubes
verticales
muy
grandes
y
muy
altas.
Y
eso
es
importante,
porque
la
temperatura
tiene
que
ser
muy,
muy
baja,
lo
suficiente
como
para
que
las
gotas
de
líquido
se
congelen
y
se
vuelvan
cristalitos
de
hielo.
Ya
sean
gotas
o
cristalitos,
lo
que
sigue…
Son
los
choques
entre
las
gotas
y
cristales
los
que
producen
el
crecimiento
de
estas…
estos
hidrometeoros.
No
se
asusten,
hidrometeoros
es
otra
forma
de
llamar
a
las
partículas
de
lluvia
y
de
granizo.
El
punto
es
que
están
chocando
dentro
de
la
nube
y
eso
hace
que
se
vuelvan
más
grandes.
Dentro
de
la
nube
es
un
caos
y
es
casi
imposible
saber
desde
afuera
en
qué
momento
está.
Cuando
ya
no
pueden
estar
suspendidas
más
en
el
aire
por
su
peso,
caen
a
la
tierra,
como
lluvia
o
como
granizo.
Después
de
toda
esa
explicación
entendí
que
los
meteorólogos
tienen
esto
bastante
claro.
Pero
entonces
me
surgía
una
duda
que
le
planteé
a
Raga:
¿Por
qué
es
tan
difícil
saber
con
cien
por
ciento
de
exactitud
cuándo
va
a
llover?
Porque,
OK,
en
los
medios
vemos
todos
los
días
pronósticos
y
probabilidades
de
lluvia,
o
a
veces
incluso
de
granizo,
pero
los
más
exactos
en
el
mundo,
solo
llegan
a
un
noventa
por
ciento
de
certeza,
nunca
es
cien.
Y
me
dijo
que
a
pesar
de
que
tenemos
un
conocimiento
bastante
preciso
de
lo
que
ocurre
dentro
de
las
nubes,
no
podemos
reproducir
lo
que
pasa
ahí
dentro
en
una
computadora
a
las
microescalas
necesarias.
Y
es
que
el
problema
es
que
no
hay
ninguna
computadora
lo
suficientemente
poderosa
como
para
poder
simular
cómo
se
mueve
cada
gotita
dentro
de
una
nube.
Es
increíblemente
complejo.
Lo
más
que
se
puede
hacer
es
dar
una
probabilidad
de
que
llueva
o
no.
Pero
nunca
una
certeza.
Entonces,
retomemos
un
poco.
Ya
explicamos
cómo
se
forman
las
nubes,
la
lluvia
y
el
granizo.
Los
meteorólogos
no
discuten
eso.
Lo
que
se
pone
en
duda
es
la
capacidad
de
modificar
esas
condiciones
de
forma
artificial.
Y
sí,
es
una
ambición
de
la
humanidad
controlar
el
clima.
Se
está
intentando
ahora
y
no
solo
con
los
cañones
de
la
Volkswagen.
Raga
me
habló
sobre
un
método:
el
de
“sembrar
nubes”,
un
proceso
en
el
que
se
disparan
cohetes
—desde
la
superficie
o
desde
aviones—
que
liberan
partículas
de
yoduro
de
plata
en
las
nubes.
La
idea
es
cargar
las
nubes
con
partículas
y
que
eso
acelere
el
proceso
de
la
lluvia.
Eso
haría
que
llueva
antes
y
no
se
alcance
a
formar
el
granizo.
De
hecho,
durante
la
ceremonia
de
inauguración
de
las
olimpiadas
en
China
en
2008
se
reportó
que
el
gobierno
usó
este
método
para
que
no
lloviera
durante
el
evento.
La
ceremonia
de
inauguración
estuvo
seca.
Pero
aunque
en
el
laboratorio
se
ha
comprobado
que
el
yoduro
de
plata
sirve
para
condensar
el
vapor
de
agua,
otra
cosa
es
que
eso
sirva
con
las
nubes.
Porque
hay
que
sembrar
en
un
momento
en
particular.
Ahora,
¿cómo
llegó
a
sembrar
en
ese
instante
en
particular,
si
tengo
que
pedir
permiso
para
despegar
con
el
avión?
Entonces,
realmente
es
muy
difícil
esa…
desde
el
punto
de
vista
experimental,
hacer
esa
siembra
y
que
sea
efectiva.
Es
muy
complicado
probar
si
la
siembra
de
nubes
tiene
un
efecto
real
o
si
es
que
en
realidad
no
se
iba
a
formar
granizo,
y
de
todas
formas
iba
a
llover
antes.
Nunca
es
una
certeza
total.
Entonces,
la
evidencia
de
que
la
siembra
funciona
o
no,
no
pasa
de
anécdotas.
No
hay
datos
duros
que
se
puedan
considerar
pruebas,
para
darle
una
validez
científica
a
estos
métodos.
Pero
Raga
me
aclaró
que
una
cosa
es
la
siembra
de
nubes
y
otra
lo
que
hacen
los
cañones
antigranizo.
Los
cañones
no
liberan
partículas
en
las
nubes,
solo
queman
acetileno
para
producir
una
onda
sónica.
Y
eso
es
importante,
porque
una
de
las
críticas
que
se
ha
hecho
a
la
siembra
de
nubes
es
que
las
partículas
de
cloro
con
yoduro
de
plata
que
se
sueltan
son
tóxicas
para
los
seres
vivos.
Las
personas
que
apoyan
el
uso
de
la
siembra
argumentan
que
la
cantidad
de
partículas
que
se
liberan
al
ambiente
no
es
suficiente
como
para
causar
daños,
así
que
no
hay
problema.
Aun
así,
su
uso
es
controversial.
En
un
artículo
sobre
el
uso
de
los
cañones
que
se
publicó
en
Armenia,
se
proponía
que
eran
una
alternativa
más
ecológica
a
la
siembra
de
nubes,
porque
no
usan
el
yoduro
de
plata.
El
problema,
claro,
es
que
la
explicación
que
dan
los
fabricantes
sobre
cómo
funcionan
los
cañones
no
parece
tener
ningún
sustento
científico.
Lo
que
dicen
ellos
es
que…
El
principio
físico
es
que
el…
el
aire
que
está
contenido
en
las
semillas
del
granizo
va
a
vibrar
con
el
sonido
y
va
a
hacer
que
se
rompa
el
granizo.
Lo
que
decía
Ollivier
en
el
video
que
escuchamos
antes.
Pero
no
es
tan
sencillo
decir
que
algo
funciona
porque
“hay
un
principio
físico”.
Se
necesita
probar,
por
lo
menos
en
el
papel,
con
fórmulas
y
una
teoría.
Y
luego
hacer
pruebas
para
llegar
a
una
conclusión.
Yo
conozco
y
conocí
a
—varios
han
muerto—
muchos
de
los
más
importantes
físicos
que
han
trabajado
en
el
laboratorio
estudios
de
granizo,
y
eso
no
está
probado.
Y
sí,
trataron
de
probarlo.
Se
intentaron
romper
cristales
de
hielo
en
laboratorios
con
sonido
—imitando
lo
que
hacen
los
cañones—
y
no
resultó.
Por
lo
menos
no
a
los
niveles
que
se
necesitaría
para
afectar
una
tormenta
de
granizo.
Según
Raga,
no
tiene
sentido
pensar
que
la
explosión
sónica
del
cañón
va
a
deshacer
el
granizo
cuando
va
cayendo,
si
las
ondas
expansivas
de
los
truenos
durante
una
tormenta
—que
son
mucho
más
fuertes
y
están
más
cerca
de
las
nubes—
no
deshacen
el
granizo.
Entonces
realmente
la
efectividad
de
esa
tecnología
es
nula.
La
postura
de
la
Organización
Meteorológica
Mundial
de
las
Naciones
Unidas
sobre
las
tecnologías
que
tratan
de
modificar
el
tiempo
—como
los
cañones
antigranizo
o
la
siembra
de
nubes—
es
que,
y
cito,
“no
tienen
ninguna
base
científica
y
deben
ser
tomadas
con
sospecha”.
Y
al
hablar
de
las
posibles
consecuencias
ambientales
que
pueden
tener,
solo
dicen
que,
cito,
“no
se
han
demostrado,
pero
no
se
pueden
descartar”.
Ciertamente
tendría
que
haber
mayor
regulación
y
este
es
el
rol
del
Estado,
¿no?
En
la
regulación,
de
que
no
haya
una
propaganda
totalmente
falsa
y
que
la
gente
no
lo
compre.
Pero…
pero,
bueno,
no
hay
mucha
regulación
en
ese
sentido
en
México.
Ni
tampoco
en
otros
países.
Aunque
la
intervención
del
gobierno
parece
volverse
cada
más
necesaria:
el
conflicto
entre
la
Volkswagen
y
los
agricultores
de
los
pueblos
vecinos
no
es
el
primero
que
ha
habido
en
México
a
causa
de
los
cañones
antigranizo.
En
Jalisco,
otro
estado
del
centro
de
México,
ha
habido
problemas
por
su
uso
desde
hace
diez
años.
Pero
ahí
no
era
una
planta
armadora
de
autos
la
que
empezó
a
usar
los
cañones,
sino
otros
agricultores.
Ellos
los
estaban
usando
para
proteger
sus
cultivos
de
aguacate,
fresas,
arándano,
moras
y
tomate,
que
son
un
tipo
de
cosecha
que
se
ve
muy
afectada
por
el
granizo
y
que
además
son
cultivos
que
no
necesitan
lluvia
de
temporada,
porque
utilizan
el
riego.
O
sea,
que
si
dejara
de
llover,
no
los
afectaría.
En
Jalisco
pasó
lo
mismo
que
en
Puebla:
los
campesinos
que
no
estaban
usando
los
cañones
y
que
tenían
cultivos
como
el
maíz
—que
necesita
la
lluvia—
empezaron
a
investigar.
Con
uno
de
los
que
hablaron
fue
con
un
profesor-investigador
en
la
Universidad
de
Guadalajara,
Ricardo
García
de
Alba.
Yo
estaba
escéptico
a
esta
tecnología.
Sin
embargo,
eh,
muchos
productores
rurales
del
sur
de
Jalisco
empezaron
a
tener
inquietudes
respecto
a
que
se
usaban
una
serie
de
artefactos
que
les
impedía
la
lluvia.
Los
campesinos
afectados
en
Jalisco
también
fueron
a
las
autoridades
a
denunciar.
Sin
embargo
la
autoridad
local,
las
autoridades
estatales
y
federales
estaban
escépticos
a
situaciones
de
que
una
pa…
una
tecnología
como
el
asunto
de
los
cañones
antigranizo
pudiera
inhibir
la
lluvia
en
particular.
Que
es
la
misma
postura
de
la
Organización
Meteorológica
Mundial
y
de
la
mayoría
de
los
científicos.
Pero
lo
que
llama
la
atención
es
que
este
escepticismo
e
incertidumbre
no
hayan
sido
razones
suficientes
para
prohibir
el
uso
de
los
cañones,
sino
la
excusa
para
no
regularlos
y
dejar
que
se
usaran
sin
antes
hacer
los
estudios
para
medir
los
impactos
que
pueden
tener
en
el
ambiente.
Para
García
de
Alba,
el
tema
es
que
el
uso
de
los
cañones
se
está
volviendo
un
problema
social.
En
todas
partes
del
mundo
donde
se
usan
cañones:
Argentina,
Chile,
España,
Francia,
en
el
norte
del
país,
en
el
centro
del
país.
Donde
quiera
que
se
están
usando
los
cañones,
el
reclamo
social
es
exactamente
el
mismo.
Que
se
regule
o
que
no
se
permita
su
uso.
Pero
los
fabricantes
se
escudan
detrás
de
las
afirmaciones
científicas:
que
los
cañones
no
afectan
la
lluvia,
aunque
convenientemente
omiten
que
el
mismo
consenso
científico
dice
que
tampoco
están
afectando
el
granizo,
y
que
no
está
probado
que
los
cañones
sirvan
para
cambiar
el
tiempo.
García
de
Alba
en
un
inicio
también
había
dudado
que
los
cañones
pudieran
tener
algún
efecto,
iba
en
contra
de
todo
lo
que
sabía
sobre
los
procesos
de
formación
de
nubes
y
lluvia,
pero
ante
la
insistencia
de
los
campesinos,
quienes
le
relataban
sus
experiencias
diarias,
ese
escepticismo
se
transformó
en
curiosidad.
Así
que
ahora,
él
ve
claro
el
papel
que
deben
cumplir
los
científicos
en
este
conflicto…
La
investigación
tiene
que
resolver
los
problemas
sociales
y
si
esto
es
un
problema
hay
que
darle
respuesta.
Y
hay
que
explicar
y
hay
que
decir
a
la
sociedad
qué
es
o
no
es
lo
que
se
están
imaginando.
O
sea,
hay
que
proponer
investigaciones
científicas
serias,
con
pruebas
reales
para
resolver
una
problemática
social
que
claramente
existe.
Porque
aunque
no
afecten
la
caída
de
lluvia
o
el
granizo,
no
es
claro
tampoco
cuáles
son
los
efectos
que
están
causando
los
cañones.
Y
averiguar
esto
es
complicado,
porque
García
de
Alba
dice
que
no
tiene
todos
los
datos
que
necesita
para
saber
cómo
funcionan
los
cañones.
Es
una
información
que
tiene
que
ver
con
derechos
de
autor,
que
tienen
que
ver
con
propiedad
intelectual
y
propiedad
industrial.
Pues
como
vimos
al
comienzo,
las
explicaciones
que
se
encuentran
en
los
videos
o
los
sitios
de
internet
de
los
fabricantes
son
bastante
simples
y
vagas.
No
contienen
todos
los
datos
que
permiten
probar
o
refutar
su
efectividad.
García
de
Alba
lo
que
querría
es
poder
hacer
experimentos.
Si
queremos
saber
exactamente
qué
sucede
con
un
cañón,
primero
tenemos
que
tener
un
cañón
para
fines
de
investigación
y
crear
el
mismo
protocolo
de
activación.
Es
decir,
usarlo
igual
que
lo
usan
los
agricultores
de
Jalisco
o
la
Volkswagen.
Se
activa
el
sistema
de
cañones
cuando
hay
la
presencia
de
un
cumulonimbus.
Las
nubes
que
producen
granizo.
Y
se
tiene
que
generar,
lanzar
globos
sonda
que
permita
registrar
los
cambios
de
temperatura,
de
presión,
de
humedad
relativa,
¿sí?,
que
la
columna
del…
del
cañón
pudiera
estar
produciendo.
Según
García
de
Alba
esto
serviría
para
comprobar
si
es
cierto
lo
que
dicen
los
que
venden
los
cañones,
y
si
no
es:
Pues
entonces
es
simple:
no
metamos
tecnologías,
no
engañemos
a
los
propios
productores
frutícolas.
Porque
el
cañón
no
es
bara…
no
es
barato,
más
todo
lo
que
implica
su
funcionamiento
y
todo
lo
que
implica
su
mantenimiento.
García
de
Alba
explicó
que
han
sido
esos
mismos
costos
los
que
han
impedido
hacer
los
experimentos,
pues
hasta
ahora
no
han
conseguido
financiamiento
ni
siquiera
para
comprar
un
cañón.
Pero,
aún
haciendo
esos
experimentos,
hay
otros
científicos
que
piensan
que
obtener
una
respuesta
definitiva
sobre
su
impacto
en
el
tiempo
sería
muy
difícil,
pues
puede
haber
miles
de
otras
variables
que
afecten
las
observaciones.
Porque
así
es
el
tiempo.
Se
ha
documentado
el
uso
ocasional
de
los
cañones
en
países
como
Estados
Unidos
y
Alemania,
pero
aun
así
realmente
no
se
pueden
encontrar
estudios
serios
sobre
los
efectos
que
están
teniendo
hoy
en
día.
Los
estudios
que
mencionó
Raga
antes
—donde
se
determinó
que
no
había
pruebas
que
comprobaran
que
estaban
afectando
la
lluvia
o
el
granizo—
se
realizaron
en
los
ochentas
y,
desde
entonces,
parece
que
el
asunto
quedó
ahí,
a
pesar
de
que
los
cañones
se
siguen
vendiendo
y
usando.
De
hecho
en
los
últimos
años,
el
gobierno
de
la
India
empezó
a
financiar
la
compra
de
cañones
para
crear
un
sistema
regional
de
protección
antigranizo
que
protegiera
los
cultivos
de
manzanas.
Aunque
no
detengan
el
granizo
o
la
lluvia,
lo
que
es
cierto
es
que
para
hacer
explosiones
cada
siete
segundos,
durante
horas
—como
lo
escuchaban
los
vecinos
de
San
Lorenzo—
se
están
quemando
combustibles
y
eso,
todos
lo
sabemos,
contamina.
Tampoco
se
han
hecho
los
estudios
ambientales
para
saber
qué
impacto
puede
estar
teniendo
ese
ruido
estruendoso
en
las
aves,
insectos
o
plantas
que
están
cerca.
Además
de
lo
incómodo
y
dañino
que
podría
ser
para
las
personas.
En
el
caso
mío
yo
esperaba
un
promedio
de
siete
toneladas
de
maíz,
que
es
poquito
lo
que
yo
saco,
pero
al
final
solamente
levanté
dos
toneladas.
Este
es
Nazario,
a
quien
ya
escuchamos
al
principio
de
esta
historia.
En
la
temporada
de
cosecha
de
2018,
la
falta
de
lluvia
le
causó
una
pérdida
importante.
Sí,
nos
vimos
muy
afectados.
La
mazorca
ya
no
se
dio,
este,
debido
a
que
seguía
echando
cuetes,
pues
ya
la
milpa
ya
no
creció.
Ya
no…
ya
no
fue
lo
mismo.
Las
autoridades
declararon
ante
los
medios
que
la
canícula
—es
decir,
la
temporada
caliente
del
año—
había
sido
la
más
severa
en
casi
80
años
y
que
eso
había
ocasionado
una
sequía
en
varias
partes
del
estado.
Los
campesinos
de
San
Lorenzo,
Ocotlán
y
las
demás
poblaciones
cercanas
no
llegaron
a
ningún
acuerdo
formal
con
la
empresa.
Las
mesas
de
diálogo
simplemente
dejaron
de
ocurrir
y
a
finales
de
agosto
la
Volkswagen
anunció
que
dejaría
de
usar
los
cañones
de
manera
automática
—ahora
solo
lo
harían
de
manera
manual—
y
que
iba
a
colocar
mallas
antigranizo
para
resolver
el
problema
que
tenían
con
los
carros
que
se
veían
afectados
por
el
granizo.
Según
Nazario,
esto
ocurrió
porque
la
Volkswagen
ya
no
quería
tener
problemas.
Porque
si
seguía
usando
iba…
se
iba
a
hacer
un
conflicto
social
aquí
en
el
estado.
¿Un…
un
conflicto
social
cómo?
Un
conflicto
social
donde
todos
los
pueblos
se
levantaran
en
contra
de
Volkswagen
y
podría
terminar
tal
vez
hasta
quemada
o
echadas
de
acá
del…
del
país.
Y
esa
explicación
tiene
sentido
porque
la
empresa
ya
había
estado
envuelta
en
un
escándalo
ambiental
unos
años
antes:
el
Dieselgate.
En
2015
se
reveló
que
Volkswagen
había
instalado
un
software
en
sus
carros
para
simular
emisiones
menos
contaminantes
al
momento
de
someterlos
a
pruebas
de
los
reguladores
en
Estados
Unidos,
pero
en
realidad
los
carros
estaban
contaminando
a
niveles
más
altos
que
los
permitidos
por
ese
país.
Aunque
las
revelaciones
sobre
ese
fraude
habían
sucedido
en
2015,
las
consecuencias
seguían
en
2018.
En
mayo
de
ese
año,
cuando
los
vecinos
apenas
empezaban
a
darse
cuenta
de
los
cañonazos,
el
expresidente
ejecutivo
de
Volkswagen
fue
acusado
de
fraude
y
conspiración
en
los
Estados
Unidos
en
relación
al
llamado
“Dieselgate”.
Y
las
demandas
en
contra
de
la
empresa
seguían
acumulándose
con
pérdidas
de
miles
de
millones
de
dólares.
Al
parecer
no
fueron
los
argumentos
científicos,
ni
el
reclamo
de
los
campesinos
lo
que
los
hizo
cambiar
de
opinión.
Quizá
burlarse
de
las
leyes
ambientales
fue
fácil
para
Volkswagen,
meterle
un
software
a
sus
autos
y
ya.
Burlarse
de
la
naturaleza,
pues,
es
más
complejo.
Estuve
en
San
Lorenzo
Almecatla
y
San
Francisco
Ocotlán
en
el
verano
de
2019,
un
año
después
de
todo
el
conflicto
con
la
Volkswagen,
y
las
personas
con
las
que
hablé
me
contaron
que
ese
año
la
cosecha
iba
mucho
mejor.
Este,
pues
aparentemente
van
bien,
van
muy
bien
ahorita.
Hasta
en
este
momento
tenemos
buen…
buen
avance
de
nuestras
cosechas,
van
muy
bien.
¿Todavía
no
saben
cuántas
toneladas
van
a
ser?
No,
todavía
no
sabemos
cómo..
cómo
nos
vaya,
¿no?
Ojalá
y
siga
lloviendo
porque
dentro
de
poco
va
a
empezar
a
jilotear
y
necesitamos
el
agua.
Jilotear,
que
es
cuando
empiezan
a
salir
las
mazorcas
de
elote.
Estela
también
me
dijo
otra
cosa.
No
hay
ni
un
ave
muerta.
No
si
se
han
dado
cuenta,
pero
no
hay
aves
muertas.
Y,
claro,
ya
no
se
escuchaban
los
cañones.
Victoria
Estrada
es
editora
de
Radio
Ambulante.
Vive
en
Xalapa,
Veracruz.
Esta
historia
fue
editada
por
Camila
Segura
y
por
mí.
El
diseño
de
sonido
y
la
música
son
de
Andrés
Azpiri
y
Rémy
Lozano.
Emiliano
Rodríguez
Mega
y
Andrea
López
Cruzado
hicieron
el
fact
checking.
El
resto
del
equipo
de
Radio
Ambulante
incluye
a
Lisette
Arévalo,
Jorge
Caraballo,
Miranda
Mazariegos,
Patrick
Moseley,
Laura
Rojas
Aponte,
Barbara
Sawhill,
David
Trujillo,
Elsa
Liliana
Ulloa
y
Luis
Fernando
Vargas.
Carolina
Guerrero
es
la
CEO.
Radio
Ambulante
es
un
podcast
de
Radio
Ambulante
Estudios,
y
se
produce
y
se
mezcla
en
el
programa
Hindenburg
PRO.
Tenemos
otro
podcast:
un
podcast
de
noticias
que
sale
cada
viernes.
Se
llama
El
hilo.
Búscalo
en
elhilo.audio.
Radio
Ambulante
cuenta
las
historias
de
América
Latina.
Soy
Daniel
Alarcón.
Gracias
por
escuchar.
Check out more Radio Ambulante

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Hola, ambulantes. Antes de comenzar quiero recordarles de nuestro nuevo podcast: El hilo. Es un poco diferente a Radio Ambulante, cada viernes revisamos una noticia importante de Latinoamérica y contamos la historia detrás de esa noticia. Y, claro, en estos días ese tema es coronavirus. El episodio del viernes pasado, por ejemplo, reportamos desde Guayaquil, Ecuador, una de las ciudades más golpeadas de la región. No se lo pierdan. Además quiero recordarles que cada viernes por las próximas cinco semanas vamos a poner el episodio de El hilo en este feed. O sea, Radio Ambulante los martes, episodio extra de El hilo los viernes. La idea es servirles mejor durante este periodo tan complejo. Más información en elhilo.audio. OK, entonces aquí va el episodio. Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón. Eso que escuchan se grabó en San Lorenzo Almecatla, un pueblo en el centro de México, y apareció en un medio regional en 2018. La gente de San Lorenzo empezó a escuchar ese sonido en mayo de ese mismo año. Y no tenían ni idea qué era. Así lo explica Nazario Cuautencos, que vive en San Lorenzo. Yo pensé que eran cuetes de los pueblos aledaños, ¿no? Cuetes, o sea, fuegos artificiales. En México, como en muchas otras partes de Latinoamérica, son comunes en ciertas celebraciones, como el día de algún santo patrono. Pero estas explosiones se escuchaban mucho, mucho más fuerte. Cómo que se movía la… la tierra. Hacía: ¡zaz! Así que la explicación de los fuegos artificiales era poco probable. San Lorenzo es una comunidad pequeña a las afueras de la ciudad de Puebla. Tomas la carretera que te lleva hacia la salida al noroeste de la ciudad, pasas algunas zonas industriales y en pocos minutos te encuentras en un lugar más rural: planicies verdes, con mucho sol, atravesadas por más carreteras que conectan los varios pueblos de la región. Nazario, como muchos de los pobladores de San Lorenzo, se dedica a la agricultura. La mayoría cultivamos, este, lo que es maíz y calabaza, nada más. Y haba. Y fue desde las tierras que tiene a las afueras del pueblo, donde también está su casa, que Nazario empezó a escuchar esas explosiones. Y le llamó la atención cuánto duraban. A veces se hacían dos o tres horas porque echaban… y luego como cada cinco minutos echaban uno y otro, y otro, y otro. Pero empezaron a darse cuenta que parecía haber un patrón. Las nubes estaban bien negras, negras, así ya pa’ llover y empezaban a tronar: ¡zas! ¡zas! Y cuando veíamos, las nubes se empezaban a abrir. Y cuando vimos ya… ya no llovió. Ya se fue… se fueron las nubes. O sea, los ruidos sonaban cuando parecía que iba a llover. Y es que fue justo en los meses cuando comienza la temporada de lluvia que se empezaron a escuchar esas explosiones. Es una época muy importante para los campesinos como Nazario que practican agricultura de temporal, que depende de la lluvia para que crezcan los cultivos. Estela Ramírez vive en San Francisco Ocotlán, un pueblo muy cerca de San Lorenzo, y ella también empezó a notar más o menos al mismo tiempo la conexión entre las explosiones y la lluvia. Porque ya las aguas, este, ya anunciaban. Y incluso hasta metíamos la ropa, juntábamos, este, nuestros pollitos y todo ya, porque va a llover. Y lo mismo. Si las nubes aparecían, las explosiones sonaban. Además de la conexión con la lluvia, Estela un día se topó con otra cosa igual de preocupante. Tenemos unos doce árboles y amanecen ya tiraditos ahí los pajaritos muertos: seis, ocho. Una vez contamos hasta 16. Cuando descubrieron lo que provocaba ese ruido, Nazario y muchos de los vecinos de los alrededores se indignaron, y la noticia llegó a medios nacionales e internacionales. ¿Qué estaba provocando esas explosiones? Nuestra editora Victoria Estrada nos cuenta. La zona donde están San Lorenzo y Ocotlán, al noroeste de Puebla, es muy conocida además por otra cosa: ahí está una de las plantas de ensamblaje más grandes de la Volkswagen fuera de Europa. Es un terreno de 300 hectáreas y queda muy cerca de donde viven personas como Nazario. Usted puede ver que yo estoy cerca de aquí de Volkswagen. Estoy atrasito de Volkswagen. La planta se construyó hace más de 50 años. Anteriormente, cuando yo, este, llegué a esta zona solamente estaba Volkswagen y yo. No había nada. Casas arriba solamente habían tres. Ahora ya se ve un parque industrial y un periférico que conecta con la ciudad. Ha pasado lo que en muchos lados: las ciudades crecen y empiezan a anexar las zonas que antes eran rurales. Pronto se empezaron a correr rumores que explicaban de dónde venían esas explosiones. Él es Gerardo Pérez. Es ingeniero civil y vive en Ocotlán. Me dijeron: “Oye, Gerardo, la Volkswagen echa cuetes para que no llueva”. Así, me lo comentaron. La información de que las explosiones parecían venir de la Volkswagen empezó a correr de voz en voz y por grupos de chats. Y con esos rumores llegó algo más: que no eran cohetes ni bombas lo que estaban tirando, sino algo llamado “cañones antigranizo”. Entonces yo no sabía nada de los cañones antigranizo. O sea, no sabía nada del tema. Entonces, nos dimos a la tarea de investigar. Gracias a Dios, pues, tenemos el internet y pues las personas a veces nos… nos… nos tenemos que meter a eso para, pues, documentarnos, ¿no? No era mucha la información que había, pero básicamente se enteraron que esos cañones ya habían causado conflictos en otras partes donde se usaban, pues se decía que detenían el granizo y la lluvia. Los vecinos de la Volkswagen no sabían por qué la empresa quería que no granizara, ni menos por qué querían detener la lluvia, que era lo que parecía que estaba pasando. Y aunque se llaman “cañones”, no son lo que uno se imaginaría: esos cañones negros de guerra que podrían aparecer en una película o serie ambientada en el siglo XVIII. Lo que ellos alcanzaban a ver a lo lejos eran unas estructuras más parecidas a una corneta metálica de unos seis metros de alto que apuntaba hacia el cielo. La falta de lluvia se fue prolongando por varias semanas y eso estaba afectando sus cultivos, pero nadie de la empresa se había pronunciado. Así que entre varios vecinos se reunieron y decidieron hablar con las autoridades municipales para discutir el uso de los cañones. Formaron una comisión, reunieron la información que habían sacado de internet y se la entregaron al presidente auxiliar del municipio y a los representantes de la Comisión Nacional del Agua. Pero les daban largas, los ignoraban y las respuestas no llegaban. Entonces, este, pues nosotros nos… nos indignamos. Lo… por, le digo, por lo que nos estaba haciendo Volkswagen y tuvimos que, pues, tomar cartas en el asunto porque las autoridades se hacen de la vista gorda y no quieren hacer nada por… porque se nos haga justicia. Así que los vecinos decidieron hacer algo para que tanto la empresa como las autoridades les prestaran atención. Pobladores de los alrededores del parque industrial FINSA cerraron el camino a San Lorenzo Almecatla. Están en contra de los cañones antigranizo que compró y que está utilizando la empresa Volkswagen. Argumenta que su uso ha provocado que ya no llueva en la zona, situación que está dañando los cultivos. El 1 de junio de 2018 un grupo de unos 200 vecinos bloqueó la carretera y uno de los accesos a la planta de Volkswagen. Formaron una barrera para impedir el paso de los vehículos y llevaban carteles que decían “Por el agua” y “No cañones antigranizo”. Los vecinos declararon lo que buscaban ante los medios. Nuestras peticiones son que quiten los cañones antigranizo definitivamente y que si los vuelven a utilizar vamos a volver a cerrar, que hagan el pa… el pago económico por pérdida de cosechas en general. Ese día el bloqueo de la carretera y del acceso a la planta de Volkswagen duró cinco horas. Un representante de la empresa salió a dar una declaración donde admitía que sí estaban usando esos “cañones antigranizo”, pero pidió que se creara una mesa de diálogo entre los vecinos, las autoridades y Volkswagen para explicar cómo funcionaban. Este es Nazario otra vez. Sí, ellos nos decían que… que los anti… los cañones antigranizo no le hacían daño al campesino, que era, este, pura superstición de nosotros y que no… que ignorábamos cuál eran la… el efecto que… que producían. Y además decían que tenían los permisos necesarios para usar los cañones. Así que no dejarían de dispararlos. Aquí hagamos una pausa para explicar cómo funcionan estos cañones. Es un tema complejo así que vamos por partes. Los cañones que estaba usando la Volkswagen los habían comprado de una empresa española llamada Sociedad Protección Anti Granizo, o SPAG por sus siglas. Este es David Ollivier, el director general de SPAG, describiendo para un canal de televisión cómo es que, según ellos, funcionan estos cañones. Lo que hacemos es una inyección de gas acetileno dentro de esa cámara de combustión creamos una chispa, esa chispa genera una… una explosión y esa explosión pro… produce una onda expansiva que es la que se… que es la que se expande hacia… hacia a la atmósfera Según la SPAG la explosión produce ondas de choque, o sea, que van más rápido que la velocidad del sonido local. En su página web tienen un video promocional donde se supone que explican cómo funciona. Es puro dibujito, en realidad. Se ve que de un cañón disparan una onda blanca que se va expandiendo y va creando como una especie de domo. En la animación se ve cómo, apenas unos copos de nieve —que simbolizan el granizo— cruzan el borde del domo, se transforman en gotas de lluvia. Lo importante es que, según esta explicación, las ondas no afectan la caída de lluvia. La SPAG lleva ya 40 años en el mercado y dicen que han vendido estos cañones a más de 20 países, entre ellos Argentina, Nueva Zelanda, Australia, y ahora México. La mayoría de sus clientes son agricultores que tienen cultivos vulnerables al granizo, como la pera o el durazno. Pero, claro, Volkswagen no estaba cultivando frutas, sino armando autos, que se quedan al aire libre y también pueden ser dañados por el granizo. Ni Volkswagen ni la SPAG han revelado cuál es el precio de los cañones que se instalaron en la armadora, pero se ha reportado que les pudo haber costado más de 1 millón de pesos —unos 64 mil dólares, al cambio de la época—. Es bastante menos de lo que cuestan otras alternativas, como los seguros por las pérdidas que pueda causar el granizo o las mallas antigranizo. Por ejemplo, para instalar la malla, se reportó que Volkswagen necesitaría pagar una licencia al municipio de más de 4 millones de pesos —más de 200 mil dólares, en ese entonces— y a eso añadir el costo de la malla y su instalación. Comparado con eso, los cañones son una ganga. Esa primera protesta no tuvo mucho eco. Los campesinos reportaron que la Volkswagen siguió usando los cañones durante junio y julio del 2018. Pero a los vecinos de San Lorenzo y Ocotlán, se le unieron productores de otros pueblos vecinos, como Canoa, San Miguel Espejo, Xonacatepec, Aparicio, Acajete,Tepatlaxco y la Junta Auxiliar de la Resurrección. En una rueda de prensa a principios de agosto, los campesinos anunciaron que según sus estimaciones ya se habían perdido casi 2 mil hectáreas de maíz, y, según declararon, eso había afectado a unas 100 mil personas en la región. Como respuesta, el secretario estatal de Desarrollo Rural, Sustentabilidad y Ordenamiento Territorial anunció que la Comisión Nacional del Agua había descartado que los cañones tuvieran efectos negativos, pero aun así el gobierno de Puebla le había pedido a la Volkswagen que dejaran de usarlos hasta que se determinara si realmente habían tenido algo que ver con la falta de lluvia en la zona. O sea, que por lo menos se tenía que investigar las quejas de los vecinos agricultores. Pero los cañones seguían retumbando. Así que el 8 de agosto volvieron a tomar la carretera. Esta vez la toma duró una hora y terminó igual que la vez pasada: con un acuerdo para empezar mesas de diálogo entre la empresa, las autoridades y los campesinos. Aunque las protestas de los campesinos parecían no llegan a mucho, los medios cada vez ponían más atención a lo que estaba pasando en Puebla, y pronto, de ser una noticia local llegó a medios nacionales. Para tratar de explicar los efectos que tenían los cañones, los medios empezaron a consultar con investigadores y académicos. En uno de los noticieros salió una nota donde entrevistaron a Jesús Gómez, un doctor en Edafología —o sea, estudios del suelo— que se especializa en cambio climático. Fue muy enfático en lo perjudicial que eran estas ondas de los cañones. Hay un daño colateral muy alto, cambia radicalmente toda la condición, sobre todo de balance de humedad porque disminuye muy considerablemente la precipitación. Pero no todos los investigadores que entrevistaban los medios parecían coincidir. Mientras que Gómez decía que los cañones disminuyen la lluvia, en otro noticiero una doctora en física, Belinka González, dijo otra cosa. Lo que provocan es que llueva, no que no llueva. No existen métodos para hacer que no llueva. Lo que haces es que llueva en otra región o en otro momento. Y puedes evitar que el agua llegue a congelarse y caiga en forma de granizo haciéndola que se precipite antes. Pero tampoco era claro que eso era lo que estaba pasando, porque no había lluvia en la zona. Todo el asunto era muy confuso. Como respuesta a toda la atención que estaba atrayendo la noticia, el 13 de agosto de 2018, representantes de la Volkswagen dieron una conferencia de prensa para explicar cómo funcionaban esos cañones y por qué seguían usándolos. En la conferencia estaban tres ejecutivos de Volkswagen. La primera en hablar fue Sara Marengo, asistente técnico de la Oficina de la Presidencia de Volkswagen de México, quien quiso dejar una cosa muy en claro. El objetivo manifiesto de Volkswagen de México es la protección del medio ambiente: el agua, el suelo, del aire y los recursos en todos sus procesos de producción, así como una relación de buena vecindad. Luego, Julio Marín, gerente de Gestión Ambiental, Sustentabilidad y Sistemas de Gestión para Volkswagen, explicó que habían instalado los cañones, porque 2017 había sido un año con tormentas de granizo especialmente fuertes que habían dañado los autos nuevos que se armaban y guardaban en los lotes. Eso les había causado pérdidas de 20 millones de dólares. Así que habían comprado tres cañones, aunque para ellos tiene un nombre más complejo: “dispositivos sónicos antigranizo”. Estos dispositivos sónicos fueron seleccionados después de que nuestras áreas de ingeniería buscaran alternativas de… qué hacer y cómo detener estos daños que se están dando tanto en las cosechas de nuestros compañeros campesinos como también en nuestros autos terminados. Sobre las preocupaciones de los campesinos, solo dijeron que estaban haciendo los estudios de impacto ambiental que les había pedido el gobierno. Pero insistieron en que habían consultado otros estudios y a expertos que les habían dicho que los cañones no afectan la lluvia y por ende no deberían afectar a los campesinos. La conferencia duró poco más de veinte minutos. Y terminó con los comentarios de Carlos Luna, el vicepresidente de Relaciones Corporativas de Volkswagen, quien aclaró que, fuera lo que fuera, tener y usar esos cañones era legal. Nosotros contamos con todos los permisos, las autorizaciones necesarias que nos han acordado las secretarías de Medio Ambiente y por lo tanto están bajo función, eh, regulada por parte del Gobierno. Traté insistentemente de hablar con Julio Marín y con otros representantes de la Volkswagen, pero nunca me respondieron. Gerardo Pérez y Estela Ramírez, que viven en Ocotlán y de quienes ya habíamos escuchado, participaron en las mesas de diálogo que había propuesto Volkswagen desde la primera protesta para tratar de llegar a un acuerdo sobre el uso de los cañones. Pero, según ellos, esas reuniones en realidad no eran un diálogo, los directivos de la Volkswagen solo les enseñaban documento tras documento para tratar de convencerlos. Ellos nos mostraron una ficha técnica e incluso yo les comentaba: “Pues si una ficha técnica viene del constructor pues va a decir que no afecta, ¿verdad?” O sea, que no era un dictamen imparcial de una tercera parte y que su validez era muy cuestionable. Cuando entrevisté a Gerardo, me mostró una parte del expediente que les habían dado. Y, este, estos papeles ¿qué… qué son? ¿Lo que había traído? Bueno, sí, hay algo de… de acá, de… por ejemplo, mire, aquí nosotros… yo bajé unas… los límites de Cuautlancingo. Y entre todos esos papeles estaba un documento clave. Era la evidencia clara de que no era cierto que estaban cumpliendo con las condiciones del permiso que les había aprobado el gobierno. Este es el expediente que tenemos, ¿no? Dice: “Los dispositivos antigranizo operarán menos de dos horas por año y contarán con un sistema antisonoro que reduce significativamente el nivel del ruido». O sea, aquí claramente lo está diciendo que deben operar menos de dos horas por año … y en una… y en un solo día —ellos mismos nos dieron el expediente— fueron casi… aquí tienen, mira, del 23, 24, 25… de abril a mayo fueron once horas nada más. O sea, que ellos mismos habían llevado el registro de cuántas veces y por cuánto tiempo los habían prendido. Y eran muchas horas, más de las dos que autorizaba el permiso. También decía que la Volkswagen necesitaba obtener las autorizaciones que fueran necesarias a nivel municipal, estatal y federal. Y ese fue otro punto que los vecinos sabían que no habían cumplido. Porque también nosotros como pueblos originarios, para… para que se haga ese tipo de proyectos, deben de ser consultados a los pueblos originarios. Y esto es importante porque según los tratados internacionales que México ha ratificado, los pueblos originarios tienen el derecho a ser consultados previamente sobre cualquier situación que afecte sus intereses. Y, por supuesto, la instalación de una maquinaria que pudiera afectar la caída de granizo en la zona forma parte de esto. Y en base a una consulta y el pueblo decide, cosa que también no hicieron. O sea, había muchas anomalías en el… en el expediente. A pesar de todas estas anomalías, los vecinos nunca sintieron que tenían el respaldo de las autoridades en sus reclamos. Según Estela, desde el inicio, esas mesas de diálogo no fueron muy productivas. A nosotros… ¿cómo le podré explicar? Pues, prácticamente nos ignoraban. Sí, porque así fue. Realmente que nos… no nos escuchaban nuestras peticiones, nuestros sentires como pueblo. Nunca hubo eso. Hasta este momento había dos cosas claras: Volkswagen no dejaría de disparar los cañones para disolver el granizo y los vecinos no dejarían de reclamar para que les devolvieran las lluvias. Esto llamó la atención de muchas personas en el país, pero sobre todo de algunos meteorólogos, que empezaron a decir algo que contradecía tanto a la empresa como a los campesinos: que los cañones antigranizo no servían para nada. Una pausa y volvemos. Este podcast y el siguiente mensaje son patrocinados por Squarespace, el creador de sitios web dedicado a proporcionar a sus clientes plantillas fáciles de usar y diseñadas por profesionales. Únete a los millones de diseñadores gráficos, arquitectos, abogados y otros profesionales que usan Squarespace para promocionar su negocio. Visita ya Squarespace.com/NPR para una prueba gratuita de 14 días, y cuando estés listo para lanzar tu página, usa el código NPR para ahorrarte 10 por ciento en la compra de tu primer sitio web o dominio. 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Los vecinos decían que los cañones estaban ahuyentando la lluvia, pero la empresa aseguraba que solo afectaban el granizo y que además tenían los permisos para usarlos. Pero lo único cierto es que no estaba lloviendo como normalmente pasaba en esa época. Eso estaba afectando las cosechas, así que habían empezado a protestar para exigir que Volkswagen dejara de usarlos. Pero a ese conflicto se agregó la voz de algunos científicos como ella, Graciela Raga. Su argumento era sencillo: Lo que puedo decirle es que no hay realmente estudios que hayan documentado que ninguno de los métodos tienen una efectividad probada. Menos que menos los de los cañones que están en superficie. Es totalmente no efectivo. Eso ya está. O sea, no hay forma. O sea, que esos cañones en realidad no estaban haciendo lo que ninguna de las partes aseguraba. Victoria Estrada nos sigue contando. La idea de disparar al cielo para tratar de evitar que llueva o granice es muy vieja. Empezó hace más de 500 años con esos cañones de guerra que todos hemos visto. En esa época disparaban balas de cañón —metálicas y muy pesadas— hacia las nubes. Benvenuto Cellini, un escultor italiano renacentista, reportó en 1554 en su autobiografía que había logrado destruir una tormenta a cañonazos. Desde entonces ha habido variaciones. Por ejemplo, a finales del siglo XIX se concedió una patente a un general en Estados Unidos que había desarrollado un proceso para que lloviera más: el invento era detonar explosivos que se elevaban hacia las nubes a bordo de globos. Según la empresa que los vende, el cañón que estaba usando Volkswagen se diseñó en los setentas y, como dijimos, no dispara balas, sino una onda sónica. Pero, en esencia, la idea es muy parecida a como empezó: disparar al cielo para tratar de cambiar el tiempo. Para entender cómo podría funcionar eso hablé con Graciela Raga, a quien escucharon antes. Ella es meteoróloga e investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México. Tiene un doctorado en Ciencias Atmosféricas en Estados Unidos, y ha trabajado en varios centros de investigación, incluyendo en Inglaterra y Canadá. Haciendo mediciones de, eh, las características de las nubes dentro de las nubes, con aviones que tienen instrumental bastante sofisticado. Para medir diferentes cosas: el contenido de agua, el tamaño de las gotas o la turbulencia en las nubes, por ejemplo. Todas esas mediciones… Permiten, eh, una meyor… mayor… o mejor caracterización de las condiciones dentro de las nubes. A mí todo eso me sonaba extraño y la verdad no sé mucho sobre nubes. Así que le pedí a Raga que me explicara sobre el tema desde cero, como si yo fuera una niña de ocho años, porque para este momento ya estaba muy confundida con todo lo que había leído sobre los cañones. Así que vamos por pasos: La formación de… de nubes es bastante… es algo bastante común en… en nuestro planeta y depende principalmente de dos cosas: la disponibilidad de vapor de agua. O sea, se necesita que haya humedad en la atmósfera. Y la segunda cosa: El vapor de agua tiene que condensar sobre una partícula que ya exista. Me dijo que el agua no condensa, es decir, no pasa de estado gaseoso a líquido, en la nada. Necesita esas partículas diminutas como polvo, sales marinas o esporas de plantas. Una vez que se tiene el vapor de agua y las partículas es necesario también que las partículas suban a una altura donde la temperatura es más baja. Y cuando la humedad es cien por ciento, condensa el vapor de agua sobre estas partículas y entonces nos da lugar como las primeras nubecitas que… que vemos. Ese proceso tiene que durar lo suficiente para que las nubes crezcan y crezcan y crezcan. Si eso no pasa, pues ahí queda, pero si sí, de ahí sigue la formación de lluvia y granizo. Me dijo que en esencia son procesos similares. Principalmente lo que cambia es que para que haya granizo tienen que formarse cristales de hielo y que eso solo pasa en un tipo de nube que se llama cumulonimbus, que son nubes verticales muy grandes y muy altas. Y eso es importante, porque la temperatura tiene que ser muy, muy baja, lo suficiente como para que las gotas de líquido se congelen y se vuelvan cristalitos de hielo. Ya sean gotas o cristalitos, lo que sigue… Son los choques entre las gotas y cristales los que producen el crecimiento de estas… estos hidrometeoros. No se asusten, hidrometeoros es otra forma de llamar a las partículas de lluvia y de granizo. El punto es que están chocando dentro de la nube y eso hace que se vuelvan más grandes. Dentro de la nube es un caos y es casi imposible saber desde afuera en qué momento está. Cuando ya no pueden estar suspendidas más en el aire por su peso, caen a la tierra, como lluvia o como granizo. Después de toda esa explicación entendí que los meteorólogos tienen esto bastante claro. Pero entonces me surgía una duda que le planteé a Raga: ¿Por qué es tan difícil saber con cien por ciento de exactitud cuándo va a llover? Porque, OK, en los medios vemos todos los días pronósticos y probabilidades de lluvia, o a veces incluso de granizo, pero los más exactos en el mundo, solo llegan a un noventa por ciento de certeza, nunca es cien. Y me dijo que a pesar de que tenemos un conocimiento bastante preciso de lo que ocurre dentro de las nubes, no podemos reproducir lo que pasa ahí dentro en una computadora a las microescalas necesarias. Y es que el problema es que no hay ninguna computadora lo suficientemente poderosa como para poder simular cómo se mueve cada gotita dentro de una nube. Es increíblemente complejo. Lo más que se puede hacer es dar una probabilidad de que llueva o no. Pero nunca una certeza. Entonces, retomemos un poco. Ya explicamos cómo se forman las nubes, la lluvia y el granizo. Los meteorólogos no discuten eso. Lo que sí se pone en duda es la capacidad de modificar esas condiciones de forma artificial. Y sí, es una ambición de la humanidad controlar el clima. Se está intentando ahora y no solo con los cañones de la Volkswagen. Raga me habló sobre un método: el de “sembrar nubes”, un proceso en el que se disparan cohetes —desde la superficie o desde aviones— que liberan partículas de yoduro de plata en las nubes. La idea es cargar las nubes con partículas y que eso acelere el proceso de la lluvia. Eso haría que llueva antes y no se alcance a formar el granizo. De hecho, durante la ceremonia de inauguración de las olimpiadas en China en 2008 se reportó que el gobierno usó este método para que no lloviera durante el evento. La ceremonia de inauguración estuvo seca. Pero aunque en el laboratorio se ha comprobado que el yoduro de plata sirve para condensar el vapor de agua, otra cosa es que eso sirva con las nubes. Porque hay que sembrar en un momento en particular. Ahora, ¿cómo llegó a sembrar en ese instante en particular, si tengo que pedir permiso para despegar con el avión? Entonces, realmente es muy difícil esa… desde el punto de vista experimental, hacer esa siembra y que sea efectiva. Es muy complicado probar si la siembra de nubes tiene un efecto real o si es que en realidad no se iba a formar granizo, y de todas formas iba a llover antes. Nunca es una certeza total. Entonces, la evidencia de que la siembra funciona o no, no pasa de anécdotas. No hay datos duros que se puedan considerar pruebas, para darle una validez científica a estos métodos. Pero Raga me aclaró que una cosa es la siembra de nubes y otra lo que hacen los cañones antigranizo. Los cañones no liberan partículas en las nubes, solo queman acetileno para producir una onda sónica. Y eso es importante, porque una de las críticas que se ha hecho a la siembra de nubes es que las partículas de cloro con yoduro de plata que se sueltan son tóxicas para los seres vivos. Las personas que apoyan el uso de la siembra argumentan que la cantidad de partículas que se liberan al ambiente no es suficiente como para causar daños, así que no hay problema. Aun así, su uso es controversial. En un artículo sobre el uso de los cañones que se publicó en Armenia, se proponía que eran una alternativa más ecológica a la siembra de nubes, porque no usan el yoduro de plata. El problema, claro, es que la explicación que dan los fabricantes sobre cómo funcionan los cañones no parece tener ningún sustento científico. Lo que dicen ellos es que… El principio físico es que el… el aire que está contenido en las semillas del granizo va a vibrar con el sonido y va a hacer que se rompa el granizo. Lo que decía Ollivier en el video que escuchamos antes. Pero no es tan sencillo decir que algo funciona porque “hay un principio físico”. Se necesita probar, por lo menos en el papel, con fórmulas y una teoría. Y luego hacer pruebas para llegar a una conclusión. Yo conozco y conocí a —varios han muerto— muchos de los más importantes físicos que han trabajado en el laboratorio estudios de granizo, y eso no está probado. Y sí, trataron de probarlo. Se intentaron romper cristales de hielo en laboratorios con sonido —imitando lo que hacen los cañones— y no resultó. Por lo menos no a los niveles que se necesitaría para afectar una tormenta de granizo. Según Raga, no tiene sentido pensar que la explosión sónica del cañón va a deshacer el granizo cuando va cayendo, si las ondas expansivas de los truenos durante una tormenta —que son mucho más fuertes y están más cerca de las nubes— no deshacen el granizo. Entonces realmente la efectividad de esa tecnología es nula. La postura de la Organización Meteorológica Mundial de las Naciones Unidas sobre las tecnologías que tratan de modificar el tiempo —como los cañones antigranizo o la siembra de nubes— es que, y cito, “no tienen ninguna base científica y deben ser tomadas con sospecha”. Y al hablar de las posibles consecuencias ambientales que pueden tener, solo dicen que, cito, “no se han demostrado, pero no se pueden descartar”. Ciertamente tendría que haber mayor regulación y este es el rol del Estado, ¿no? En la regulación, de que no haya una propaganda totalmente falsa y que la gente no lo compre. Pero… pero, bueno, no hay mucha regulación en ese sentido en México. Ni tampoco en otros países. Aunque la intervención del gobierno parece volverse cada más necesaria: el conflicto entre la Volkswagen y los agricultores de los pueblos vecinos no es el primero que ha habido en México a causa de los cañones antigranizo. En Jalisco, otro estado del centro de México, ha habido problemas por su uso desde hace diez años. Pero ahí no era una planta armadora de autos la que empezó a usar los cañones, sino otros agricultores. Ellos los estaban usando para proteger sus cultivos de aguacate, fresas, arándano, moras y tomate, que son un tipo de cosecha que se ve muy afectada por el granizo y que además son cultivos que no necesitan lluvia de temporada, porque utilizan el riego. O sea, que si dejara de llover, no los afectaría. En Jalisco pasó lo mismo que en Puebla: los campesinos que no estaban usando los cañones y que tenían cultivos como el maíz —que necesita la lluvia— empezaron a investigar. Con uno de los que hablaron fue con un profesor-investigador en la Universidad de Guadalajara, Ricardo García de Alba. Yo estaba escéptico a esta tecnología. Sin embargo, eh, muchos productores rurales del sur de Jalisco empezaron a tener inquietudes respecto a que se usaban una serie de artefactos que les impedía la lluvia. Los campesinos afectados en Jalisco también fueron a las autoridades a denunciar. Sin embargo la autoridad local, las autoridades estatales y federales estaban escépticos a situaciones de que una pa… una tecnología como el asunto de los cañones antigranizo pudiera inhibir la lluvia en particular. Que es la misma postura de la Organización Meteorológica Mundial y de la mayoría de los científicos. Pero lo que llama la atención es que este escepticismo e incertidumbre no hayan sido razones suficientes para prohibir el uso de los cañones, sino la excusa para no regularlos y dejar que se usaran sin antes hacer los estudios para medir los impactos que pueden tener en el ambiente. Para García de Alba, el tema es que el uso de los cañones se está volviendo un problema social. En todas partes del mundo donde se usan cañones: Argentina, Chile, España, Francia, en el norte del país, en el centro del país. Donde quiera que se están usando los cañones, el reclamo social es exactamente el mismo. Que se regule o que no se permita su uso. Pero los fabricantes se escudan detrás de las afirmaciones científicas: que los cañones no afectan la lluvia, aunque convenientemente omiten que el mismo consenso científico dice que tampoco están afectando el granizo, y que no está probado que los cañones sirvan para cambiar el tiempo. García de Alba en un inicio también había dudado que los cañones pudieran tener algún efecto, iba en contra de todo lo que sabía sobre los procesos de formación de nubes y lluvia, pero ante la insistencia de los campesinos, quienes le relataban sus experiencias diarias, ese escepticismo se transformó en curiosidad. Así que ahora, él ve claro el papel que deben cumplir los científicos en este conflicto… La investigación tiene que resolver los problemas sociales y si esto es un problema hay que darle respuesta. Y hay que explicar y hay que decir a la sociedad qué es o no es lo que se están imaginando. O sea, hay que proponer investigaciones científicas serias, con pruebas reales para resolver una problemática social que claramente existe. Porque aunque no afecten la caída de lluvia o el granizo, no es claro tampoco cuáles son los efectos que sí están causando los cañones. Y averiguar esto es complicado, porque García de Alba dice que no tiene todos los datos que necesita para saber cómo funcionan los cañones. Es una información que tiene que ver con derechos de autor, que tienen que ver con propiedad intelectual y propiedad industrial. Pues como vimos al comienzo, las explicaciones que se encuentran en los videos o los sitios de internet de los fabricantes son bastante simples y vagas. No contienen todos los datos que permiten probar o refutar su efectividad. García de Alba lo que querría es poder hacer experimentos. Si queremos saber exactamente qué sucede con un cañón, primero tenemos que tener un cañón para fines de investigación y crear el mismo protocolo de activación. Es decir, usarlo igual que lo usan los agricultores de Jalisco o la Volkswagen. Se activa el sistema de cañones cuando hay la presencia de un cumulonimbus. Las nubes que producen granizo. Y se tiene que generar, lanzar globos sonda que permita registrar los cambios de temperatura, de presión, de humedad relativa, ¿sí?, que la columna del… del cañón pudiera estar produciendo. Según García de Alba esto serviría para comprobar si es cierto lo que dicen los que venden los cañones, y si no es: Pues entonces es simple: no metamos tecnologías, no engañemos a los propios productores frutícolas. Porque el cañón no es bara… no es barato, más todo lo que implica su funcionamiento y todo lo que implica su mantenimiento. García de Alba explicó que han sido esos mismos costos los que han impedido hacer los experimentos, pues hasta ahora no han conseguido financiamiento ni siquiera para comprar un cañón. Pero, aún haciendo esos experimentos, hay otros científicos que piensan que obtener una respuesta definitiva sobre su impacto en el tiempo sería muy difícil, pues puede haber miles de otras variables que afecten las observaciones. Porque así es el tiempo. Se ha documentado el uso ocasional de los cañones en países como Estados Unidos y Alemania, pero aun así realmente no se pueden encontrar estudios serios sobre los efectos que están teniendo hoy en día. Los estudios que mencionó Raga antes —donde se determinó que no había pruebas que comprobaran que estaban afectando la lluvia o el granizo— se realizaron en los ochentas y, desde entonces, parece que el asunto quedó ahí, a pesar de que los cañones se siguen vendiendo y usando. De hecho en los últimos años, el gobierno de la India empezó a financiar la compra de cañones para crear un sistema regional de protección antigranizo que protegiera los cultivos de manzanas. Aunque no detengan el granizo o la lluvia, lo que sí es cierto es que para hacer explosiones cada siete segundos, durante horas —como lo escuchaban los vecinos de San Lorenzo— se están quemando combustibles y eso, todos lo sabemos, contamina. Tampoco se han hecho los estudios ambientales para saber qué impacto puede estar teniendo ese ruido estruendoso en las aves, insectos o plantas que están cerca. Además de lo incómodo y dañino que podría ser para las personas. En el caso mío yo esperaba un promedio de siete toneladas de maíz, que es poquito lo que yo saco, pero al final solamente levanté dos toneladas. Este es Nazario, a quien ya escuchamos al principio de esta historia. En la temporada de cosecha de 2018, la falta de lluvia le causó una pérdida importante. Sí, nos vimos muy afectados. La mazorca ya no se dio, este, debido a que seguía echando cuetes, pues ya la milpa ya no creció. Ya no… ya no fue lo mismo. Las autoridades declararon ante los medios que la canícula —es decir, la temporada caliente del año— había sido la más severa en casi 80 años y que eso había ocasionado una sequía en varias partes del estado. Los campesinos de San Lorenzo, Ocotlán y las demás poblaciones cercanas no llegaron a ningún acuerdo formal con la empresa. Las mesas de diálogo simplemente dejaron de ocurrir y a finales de agosto la Volkswagen anunció que dejaría de usar los cañones de manera automática —ahora solo lo harían de manera manual— y que iba a colocar mallas antigranizo para resolver el problema que tenían con los carros que se veían afectados por el granizo. Según Nazario, esto ocurrió porque la Volkswagen ya no quería tener problemas. Porque si seguía usando iba… se iba a hacer un conflicto social aquí en el estado. ¿Un… un conflicto social cómo? Un conflicto social donde todos los pueblos se levantaran en contra de Volkswagen y podría terminar tal vez hasta quemada o echadas de acá del… del país. Y esa explicación tiene sentido porque la empresa ya había estado envuelta en un escándalo ambiental unos años antes: el Dieselgate. En 2015 se reveló que Volkswagen había instalado un software en sus carros para simular emisiones menos contaminantes al momento de someterlos a pruebas de los reguladores en Estados Unidos, pero en realidad los carros estaban contaminando a niveles más altos que los permitidos por ese país. Aunque las revelaciones sobre ese fraude habían sucedido en 2015, las consecuencias seguían en 2018. En mayo de ese año, cuando los vecinos apenas empezaban a darse cuenta de los cañonazos, el expresidente ejecutivo de Volkswagen fue acusado de fraude y conspiración en los Estados Unidos en relación al llamado “Dieselgate”. Y las demandas en contra de la empresa seguían acumulándose con pérdidas de miles de millones de dólares. Al parecer no fueron los argumentos científicos, ni el reclamo de los campesinos lo que los hizo cambiar de opinión. Quizá burlarse de las leyes ambientales fue fácil para Volkswagen, meterle un software a sus autos y ya. Burlarse de la naturaleza, pues, es más complejo. Estuve en San Lorenzo Almecatla y San Francisco Ocotlán en el verano de 2019, un año después de todo el conflicto con la Volkswagen, y las personas con las que hablé me contaron que ese año la cosecha iba mucho mejor. Este, pues aparentemente van bien, van muy bien ahorita. Hasta en este momento tenemos buen… buen avance de nuestras cosechas, van muy bien. ¿Todavía no saben cuántas toneladas van a ser? No, todavía no sabemos cómo.. cómo nos vaya, ¿no? Ojalá y siga lloviendo porque dentro de poco va a empezar a jilotear y necesitamos el agua. Jilotear, que es cuando empiezan a salir las mazorcas de elote. Estela también me dijo otra cosa. No hay ni un ave muerta. No sé si se han dado cuenta, pero no hay aves muertas. Y, claro, ya no se escuchaban los cañones. Victoria Estrada es editora de Radio Ambulante. Vive en Xalapa, Veracruz. Esta historia fue editada por Camila Segura y por mí. El diseño de sonido y la música son de Andrés Azpiri y Rémy Lozano. Emiliano Rodríguez Mega y Andrea López Cruzado hicieron el fact checking. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Lisette Arévalo, Jorge Caraballo, Miranda Mazariegos, Patrick Moseley, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, y se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. Tenemos otro podcast: un podcast de noticias que sale cada viernes. Se llama El hilo. Búscalo en elhilo.audio. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

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