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Radio Ambulante - El final del viaje

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+
15
30

Por más de 50 años los cubanos tuvieron las puertas abiertas para entrar a Estados Unidos. Eso cambió a principios de este año, cuando el presidente Obama cambió las reglas de inmigración, dejando varados a cientos de cubanos que ya habían comenzado su viaje por Sur y Centro América. Ivo Torres es uno de los que se quedó afuera. Ahora su futuro depende de poder contestar una pregunta clave: en pleno siglo XXI, ¿los cubanos son migrantes políticos o económicos?

Un
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el
jueves
26
de
octubre
en
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Mañana,
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día
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“Up
First”,
el
podcast
de
noticias
de
NPR.
En
una
reseña
de
Apple
Podcast,
Eve
Bethel
escribió:
“Conciso
y
completo.
Escucho
‘Up
First’
todas
las
mañanas
en
el
camino
al
trabajo.
Me
da
un
resumen
de
las
noticias
más
importantes
del
día
y
lo
que
viene
de
la
semana”.
Arranca
el
día
con
“Up
First”,
mañana
en
NPR
One
o
en
cualquier
app
de
podcasts.
Bienvenidos
a
Radio
Ambulante
desde
NPR,
soy
Daniel
Alarcón.
En
el
episodio
pasado,
contamos
la
historia
de
4
cubanos
y
su
larga
travesía
para
llegar
a
Estados
Unidos.
A
nosotros
nos
lo
dijeron:
ustedes
no
son
ni
los
primeros
ni
los
últimos
cubanos
que
se
van
a
morir
aquí.
Si
no
cooperan
ustedes
se
mueren.
¿Y
quién
los
va
a
buscar
a
ustedes
aquí?
Y
mis
últimas
palabras
fueron:
“Muchas
gracias,
Panamá”.
Y
me
sentía
hasta
orgulloso
de
mismo,
porque…
porque
vi
que
todo…
todo
sacrificio
que
habíamos
hecho
había
resultado.
Que
lo
logramos,
que
nada
fue
en
vano,
que
todo
lo
que
pasamos
tuvo
su…
su
fruto.
Si
no
lo
han
escuchado,
les
recomiendo
que
lo
hagan.
Es
que
el
episodio
de
hoy
es
la
segunda
parte
de
esta
serie
sobre
la
nueva
era
de
la
migración
cubana.
Desde
el
2014
hasta
el
2017,
más
de
100
mil
cubanos
trataron
de
entrar
a
Estados
Unidos.
Un
éxodo
masivo.
La
idea
era
aprovechar
la
política
que
se
conoce
como
“pies
secos/pies
mojados”,
un
decreto
de
Estados
Unidos
que
les
permitía
la
entrada.
Hasta
el
12
de
enero
de
este
año,
2017.
Muy
bien,
en
una
noticia
de
última
hora
el
presidente
Barack
Obama,
en
su
última
semana
en
la
Casa
Blanca,
eliminaría
la
disposición
conocida
como
“pies
secos/
pies
mojados”
y
ordenaría
la
repatriación…
La
Casa
Blanca
anunció
esta
tarde
que
el
cambio
en
política
de
“pies
secos/
pies
mojados”
entrará
en
vigor
inmediatamente.
La
revocación
de
“pies
secos/pies
mojados”
tomó
por
sorpresa
a
más
de
300
cubanos
que
se
encontraban
en
Panamá,
rumbo
a
Estados
Unidos.
Los
dejó
en
el
limbo.
Y,
mientras
se
decidía
qué
iba
a
pasar
con
ellos,
muchos
terminaron
refugiados
en
un
albergue
del
gobierno
panameño.
Nuestro
productor
Luis
Trelles
se
fue
hasta
este
albergue
a
ver
en
qué
condiciones
estaban.
Pero
cuando
llegó,
esto
fue
lo
que
encontró:
Oye
lo
que
que
ni
rastro
de
los
cubanos
aquí…
Desde
el
portón
de
entrada…
Nada.
Oye,
te
voy
a
decir
que
este
es
el
albergue
de
cubanos
más
callado
de
mundo.
Esto…
Parece
increíble.
El
albergue
queda
en
la
provincia
de
Chiriquí,
cerca
de
la
frontera
con
Costa
Rica.
Está
en
un
campo
muy
lindo
pero
también
muy
aislado.
En
la
mitad
del
bosque
hay
unos
grandes
galpones
de
madera,
tan
viejos
y
desgastados,
que
parecen
abandonados.
En
el
portón
de
entrada
había
varios
militares
con
armas
largas.
De
hecho,
no
nos
querían
dejar
entrar,
a
pesar
de
que
teníamos
permiso
del
Director
de
Inmigración.
Así
que
nos
sentamos
a
esperar,
hasta
que
se
apareció
un
chico
pálido
de
ojos
claros
que
llevaba
una
polo
color
gris,
con
las
solapas
hacia
arriba.
Con
su
pinta
de
turista
estadounidense,
se
veía
totalmente
fuera
de
lugar
en
el
albergue,
pero
se
acercó
a
hablar
con
nosotros
a
través
de
la
reja
que
nos
separaba.
¿Pero
no
los
dejan
pasar?
No
todavía.
Que
están
coordinando
para
dejarnos
pasar.
Ese
es
Mario
Pentón,
un
periodista
del
medio
independiente
cubano
14ymedio,
que
me
acompañó
al
albergue.
Sí,
estamos
bien
recluidos.
Y
ese
es
el
de
la
polo
color
gris:
Ivo
Torres.
Imagínate,
estamos
todos
trancados
ahí
adentro
sin
nada
que
hacer.
Y
con
mucho
tiempo
para
pensar,
y
sin
ninguna
información
Nuestra
conversación
no
duró
mucho
tiempo.
El
capitán
de
la
guardia
panameña
nos
interrumpió
cuando
sorprendió
a
Ivo
hablando
con
nosotros.
Caballeros,
yo
creo
que
esa
no
es
la
forma.
¿Pero
hay
algún
problema
de
que
estemos
conversando
con
él?
No,
estamos
conversando.
No
es
una
entrevista.
Estamos
conversando.
Y
apenas
Ivo
le
contestó,
el
capitán
lo
miró
como
si
no
pudiera
creer
que
Ivo
le
estuviera
hablando.
Por
favor…
Para
ver
si
se
retira
para
allá,
por
favor.
Ah…
Lo
obligaron
a
entrar.
Las
autoridades
de
Ciudad
de
Panamá
me
habían
dicho
que
los
cubanos
no
estaban
presos
en
el
albergue.
Pero
en
ese
momento
no
estaba
tan
seguro.
Eventualmente
se
resolvieron
los
rollos
burocráticos
y
nos
dejaron
entrar.
Una
vez
dentro
del
albergue,
nuestro
comité
de
recibimiento
fue
una
docena
de
cubanos
con
caras
largas
sentados
alrededor
de
una
vieja
mesa
de
madera.
Tan
pronto
me
vieron,
comenzaron
a
hablar.
[Hablan
varios
a
la
vez]
Todos
a
la
vez…
Pero
si
vamos
hablando
uno
por
uno
es
mejor,
y
yo
creo
que
es
más
fácil.
Así
nos
entendemos.
Era
una
mesa
redonda
donde
había
de
todo:
jóvenes
y
personas
mayores,
hombres
y
mujeres.
Estaban
muy
frustrados,
sobre
todo
porque
sentían
que
Obama
les
quitó
el
sueño
americano
que
Estados
Unidos
les
había
ofrecido.
Porque
si
no
fuera
por
eso,
ninguno
de
nosotros
estuviéramos
en
el
camino.
Porque
no
vas
a
salir
a
un
sueño
que
no
te
hayan
prometido.
Y
es
que
por
más
de
50
años,
cualquier
cubano
que
entrara
legalmente
a
Estados
Unidos
tenía
la
oportunidad
de
convertirse
en
residente
permanente.
Era
una
manera
de
atraer
a
los
que
no
estaban
de
acuerdo
con
el
gobierno
comunista
de
la
isla,
y
de
paso
desestabilizar
a
uno
de
sus
grandes
rivales
de
la
Guerra
Fría.
Y
hay
una
pregunta
que
está
en
el
centro
de
esta
historia.
La
mayoría
de
nosotros
salimos
por
problema
económico.
Nosotros
salimos
a
buscar
el
futuro
principalmente
a
nuestros
hijos.
No
salimos
por
problemas
económicos,
salimos
porque
no
estamos
de
acuerdo
con
el
gobierno
que
tenemos.
¿Cuál
de
estas
voces
representa
la
migración
cubana
de
hoy
en
día?
Para
tratar
de
entenderlo,
vamos
a
contar
la
historia
de
Ivo…
Luego
de
nuestro
primer
encuentro
en
el
portón
de
entrada,
pasaron
varias
horas
antes
de
que
volviera
a
ver
a
Ivo.
Pero
finalmente
lo
volví
a
ver.
Estaba
en
una
esquina
del
albergue.
Y
me
le
acerqué
porque
me
había
quedado
preocupado
por
su
encontronazo
con
el
capitán
de
la
Guardia
Panameña.
Y
por
eso
le
pregunté:
¿Tú
estás
bien,
verdad?
No,
sí,
sí,
tranquilo,
tranquilo.
Cuando
me
senté
a
hablar
con
él,
no
tardé
en
darme
cuenta
que
Ivo
es
el
tipo
de
persona
que
no
reacciona
bien
ante
figuras
de
autoridad.
Yo
lo
que
tenía
ganas
de
decirle
al
capitán
es
yo
no
voy
a
ir
a
ninguna
parte
y
yo
voy
a
hablar
con
quien
yo
quiera,
porque
yo
tengo
libertad
de
hablar
con
quien
yo
quiera,
cuando
yo
quiera,
y
donde
yo
quiera.
Esa
actitud
en
Cuba
[risas]
es
muy
problemática,
te
trae
muchos
problemas.
Y
quizás
por
eso
siempre
supo
que
algún
día
tendría
que
irse…
Desde…
Desde
que
yo
tengo
uso
de
razón
yo
me
di
cuenta
de
que
en
Cuba
yo
no
iba
a
vivir
mi
vida.
Porque
Cuba
es
un
país
con…
que
es…
todo
límite.
Todo
es
impuesto.
Todo
es
ordenado,
orientado.
A
principios
de
los
años
90,
cuando
todavía
era
un
muchacho,
Ivo
comenzó
a
rechazar
la
retórica
oficial
del
gobierno.
Le
molestaba
que
los
dirigentes
pidieran
tantos
sacrificios
en
nombre
de
la
Revolución,
cuando
esos
mismos
dirigentes
tenían
un
estilo
de
vida
más
alto
que
el
resto
de
los
cubanos.
Porque
es
un
sistema
que
genera
corrupción.
Y
eso
yo
lo
veía
y
tenía
12
años.
“No
que
es
que
ellos
no
son
buenos
revolucionarios”.
Decía
yo:
“No
son
buenos
revolucionarios
y
están
viviendo
a
costa
de
la
Revolución,
y
yo
siendo
un
buen
revolucionario,
estoy
pasándola
mal.
No
entiendo,
es
un
sistema
que
no
funciona”.
Un
tiempo
después
comenzó
a
hacer
amigos
que
pertenecían
al
Partido
Liberal,
un
pequeño
partido
político
que
tenía
muy
buenas
relaciones
con
el
gobierno
de
Estados
Unidos,
el
enemigo
número
uno
del
gobierno
cubano.
Todo
esto
pasó
a
finales
de
los
90,
cuando
aún
no
había
relaciones
diplomáticas
entre
los
dos
países.
Estados
Unidos
ni
siquiera
tenía
una
embajada
en
La
Habana.
En
esa
época
solo
tenían
una
oficina
conocida
como
“la
sección
de
intereses
de
los
Estados
Unidos
en
Cuba”.
Era
un
sitio
muy
vigilado
por
las
autoridades
cubanas,
y
a
menudo
se
convertía
en
el
centro
de
las
protestas
masivas
que
organizaba
el
gobierno.
Ivo
iba
a
este
lugar
con
sus
amigos
del
Partido
Liberal
por
unas
razones
totalmente
distintas.
Allí
le
ofrecían
algo
que
no
se
conseguía
en
ningún
otro
lado
en
La
Habana:
¿Tú
quieres
el
internet?”.
Yo
le
digo:
“Sí,
claro
quiero
el
internet.
¿Cómo
no
voy
a
tener
internet?”.
Entonces
me
dijo
sí.
Aparte,
allí
no
solo
era
internet,
había
una
biblioteca
también,
muy
bien
surtida…
Y
fue
allí,
navegando
las
páginas
web
de
la
época,
hojeando
libros
y
leyendo
propaganda
americana,
que
se
enteró
de
datos
históricos
que
casi
no
conocía.
Es
que
Ivo
me
contó
que
ciertos
temas
no
se
hablaban
en
público,
ni
se
estudiaban
en
la
escuela.
Detalles
de
la
caída
del
muro
de
Berlín,
por
ejemplo.
Pero
el
simple
de
hecho
de
usar
la
web
de
los
estadounidenses,
lo
ponía
en
la
mira
de
las
autoridades.
Realmente
fueron
amenazas.
Cada
vez
que
había
algún
evento
internacional,
llegaban
agentes
del
Estado
a
vigilarlo.
Cuando
el
papa
Juan
Pablo
II
fue
a
Cuba
en
el
98,
por
ejemplo…
Pusieron
gente
a
que
nos
siguiera.
Sabíamos
que
estaban
allí.
Ellos
nos
hicieron
saber
que…
“Sepan
que
estamos
aquí”,
pero
nada
más
que
eso.
Algo
parecido
pasó
al
año
siguiente.
Cuando
fue
la
cumbre
de
los
presidentes
nos
pusieron
gente
de
la
seguridad
del
Estado
en
la
puerta
de
la
casa.
No
es
que
fuera
disidente,
ni
nada
por
el
estilo.
Nunca
fue
arrestado.
No
estaba
bajo
vigilancia
constante.
Por
otra
parte,
Ivo
nunca
quiso
unirse
al
Partido
Comunista,
claro,
y
tampoco
quería
tener
un
trabajo
con
una
empresa
del
Estado.
En
cambio,
aprendió
a
hablar
inglés.
Y
luego,
aprendió
a
hablar
el
francés.
Y
gracias
a
eso
se
convirtió
en
un
guía
turístico,
de
esos
que
lleva
a
extranjeros
a
los
mejores
sitios
de
la
vida
nocturna
en
La
Habana.
Mi
labor
era
atender
a
los
clientes.
Si
ellos
querían
un
trago,
yo
les
preparaba
el
trago.
Si
ellos
querían…
Y
por
supuesto
esos
clientes
iban
a
fiestar.
Entonces
a
veces
nos
pasábamos
la
noche
entera
en
esas.
A
veces
yo
tomaba
y
me
emborrachaba
con
los
clientes
también,
porque
eso
era
parte
de…
Y
así
me
ganaba
la
propina.
Piensa
en
La
Habana.
Es
probable
que
lo
que
te
venga
a
la
mente
sean
esas
imágenes
trilladas
de
carros
americanos
de
los
años
50,
y
casas
que
se
desmoronan.
Y
es
cierto
que
eso
se
ve
a
cada
rato.
Pero
La
Habana
también
es
un
paraíso
turístico
al
que
van
muchos
europeos
y
norteamericanos
para
fumar
buen
tabaco
y
beber
buen
ron.
Y
personas
como
Ivo
se
dedican
a
conseguir
todo
lo
que
los
extranjeros
deseen.
Y
que
cada
cliente
para
cada
cosa.
Yo
no
podía…
O
sea,
yo
sabía
que
había
algunos
clientes
que
lo
que
querían
era…
mujeres
y
tabaco.
Y
yo
trataba,
a
aquellos
que
nada
más
querían
mujeres
y
tabaco,
trataba
de
jalarlos
para
que
conocieran
La
Habana
y
no
fuera…
Pero
a
esos
les
resolvías
también…
¡Claro!
¡Por
supuesto!
Y
sabía
dónde
llevarlos.
O
sea,
los
llevaba
donde
había
prostitutas,
si
eso
era
lo
que
querían.
Yo
“entiendí”…
Entendí
que
ese
es
parte
del
atractivo
que
sienten
los
turistas
hacia
Cuba.
Tocábamos
ese
tema,
de
que
Cuba
es
un
paraíso
de
prostitución
barata,
y
que…
Pero
que
es
mucho
más
que
eso.
Y
me
sorprendió
que
me
lo
dijera
de
forma
tan
abierta.
Es
la
parte
más
difícil
del
trabajo
mío.
No
me
gustaba
para
nada.
Y
yo
siempre
les
decía
a
ellos:
“Yo
no
voy
a
buscarles
mujeres
a
ustedes”.
Porque
otros
les
buscaban
mujeres,
pero
yo
no
soy
ni
proxeneta…
Ni
tampoco
cobraba
una
comisión
por
hacer
las
presentaciones
entre
las
chicas
y
sus
clientes.
Su
trabajo,
me
explicó,
era
este:
Yo
voy
a
tra-du-cir
la
conversación
de
ustedes,
pero
no
me
pidas
que
le
diga
a
ella
que
le
rebaje.
Yo
estoy
aquí
tomándome
mi
roncito,
a
no
me
molesten
para
nada.
Y
ese
es
Ivo.
En
La
Habana
le
tienen
un
nombre
a
personas
como
él.
Son
guías
turísticos,
y
son
los
que
se
dedican
a
conectar
a
los
extranjeros
con
la
vida
social
de
La
Habana…
por
un
precio,
claro.
Al
principio
me
daban
buenas
propinas,
luego
puse
una
tarifa
[Risa].
Entonces…
¿Cuánto
cobrabas?
Yo
cobraba
$50
diarios.
¡Bueno!
¡Bueno!
¿En
Cuba?
Eso
es
buenísimo.
O
sea,
¿por
qué
yo
me
fui?
¿Por
problemas
económicos?
No
me
fui
por
problemas
económicos.
Tenía
un
trabajo
que
evidentemente
le
gustaba,
ganaba
más
en
una
noche
de
lo
que
muchos
cubanos
ganan
en
un
mes.
Entonces…
¿Por
qué
se
fue?
Yo
quiero
viajar,
yo
quiero
conocer
lugares.
Pero
no
conocer
en
libros,
porque
en
libros
ya
los
conozco
de
memoria,
y
su
historia
y
todo.
No,
yo
quiero
ir
a
esos
lugares.
Y
en
Cuba
no
lo
iba
a
poder
hacer
nunca.
Y
ese
también
es
Ivo.
Un
tipo
de
38
años
que
tiene
ganas
de
ver
mundo,
y
tener
experiencias
de
lujo.
Era
un
dandy
atrapado
en
una
isla
que
ha
hecho
todo
lo
posible
por
eliminar
las
clases
sociales.
Aún
más
que
los
otros
migrantes
en
el
albergue,
donde
muchos
venían
de
pueblos
de
provincia
en
el
campo,
Ivo
parecía
un
pez
fuera
del
agua.
Y
sus
razones
para
salir
de
la
isla
también
se
alejaban
de
lo
que
busca
el
resto.
Fíjate
que
no
es
ni
siquiera
comprarme
la
casa
y
el
carro,
que
es
lo
que
quieren
todos
aquí.
No.
Eso
no
es
lo
que
yo
quiero.
Yo
quiero
vivir
en
un
apartamento
con
un
cuarto
y
un
baño.
¿Eh?
Y
tener
un
buen
trabajo.
Pero
mi
dinero
yo
lo
quiero
invertir
en
estudios,
en
libros,
que
es
lo
que
a
me
gusta.
En
viajar.
Ah
sí,
por
supuesto,
en
centros
nocturnos,
porque
a
esa
vida
que
yo
hacía
en
Cuba
me
gusta.
¡Se
nota!
Me
gusta
Y
en
el
2014,
Ivo
decidió
que
no
quería
esperar
más.
Hablaba
todos
los
días
con
su
novio,
Celso,
con
el
que
llevaba
más
de
5
años.
Ivo
le
proponía
que
se
montaran
en
una
balsa
para
lanzarse
al
mar.
Estaba
dispuesto
a
hacer
lo
que
fuera
con
tal
de
salir
de
Cuba.
Pero
Celso
se
adelantó,
y
pidió
una
visa
para
ir
a
Venezuela,
donde
estaba
viviendo
su
tía.
Y
para
sorpresa
de
ambos,
se
la
dieron.
Y
no
solo
eso.
Consiguieron
visa
para
Ivo
también.
Entonces
se
fueron.
La
idea
era
eventualmente
llegar
a
Estados
Unidos,
pero
solo
tenían
el
dinero
justo
para
llegar
a
Caracas.
Allí
se
mudaron
con
la
tía
de
Celso,
pero
Venezuela
no
era
lo
que
esperaban.
Estaban
viviendo
los
3
en
un
apartamento
pequeño,
y
sin
dinero.
Yo
salí
con
una
idea.
Yo
salí
con
una
idea
de
valerme
por
mismo.
De
trabajar,
ganar
dinero,
vivir
solo
con
él,
y
hacer
una
vida.
Y
no
estábamos
haciendo
eso…
Estábamos
viviendo
agregados
en
casa
de
la
tía…
Ni
siquiera
tenían
el
estilo
de
vida
que
llevaban
en
la
Habana.
Yo
quería
empezar
a
vivir
y
lo
que
estaba
era
sobreviviendo
todavía.
Además,
le
había
tocado
una
época
muy
dura
en
Venezuela.
El
chavismo
entraba
en
crisis.
Había
escasez
en
las
tiendas,
muchos
productos
básicos
como
la
harina
o
el
aceite
sólo
se
conseguían
con
los
bachaqueros,
los
vendedores
del
creciente
mercado
negro
venezolano.
Y
para
Ivo,
finalmente
lograr
su
sueño
de
salir
de
Cuba
para
llegar
a
Venezuela…
Digamos
que
era
un
poco
decepcionante…
¿En
algún
momento
te
sentiste:
“Wow,
estoy…
estoy
de
vuelta
en
Cuba”?
¡Sí!
Claro,
“estoy”
de
cierta
manera.
Pero
Venezuela
nunca
va
a
ser
Cuba.
Por
ejemplo,
yo
me
montaba
en
el
metro,
me
bajaba
y
iba
a
donde
estaban
los
bachaqueros,
compraba,
regresaba.
Eso
en
Cuba
no
lo
puedes
hacer,
¿entiendes?
Había
las
comodidades
del…
del
desarrollo:
estaba
el
metro,
estaba
el
internet.
ibas
a
un
mercado
y
no
había
lo
esencial,
pero
había
muchas
otras
cosas…
Pero
para
poder
comprar
esos
productos,
esenciales
o
no,
necesitaban
ganar
dinero.
Celso
es
un
técnico
de
informática,
y
se
inventó
una
manera
ingeniosa
de
hacerlo:
llenar
encuestas
en
internet.
Se
trata
de
encuestas
de
mercadeo
donde
se
miden
las
preferencias
de
los
consumidores
americanos.
Pepsi
o
Coca
Cola,
McDonalds
o
Burger
King.
Pero
Ivo
y
Celso
venían
de
Cuba,
una
isla
socialista
que
lleva
décadas
enfrentando
un
bloqueo
económico
fuertísimo
de
parte
de
Estados
Unidos.
Muchos
de
estos
productos
y
compañías
simplemente
no
existen
en
la
isla.
A
veces
Ivo
y
Celso
ni
siquiera
sabían
de
qué
eran
las
encuestas
que
estaban
llenando.
Por
ejemplo,
“ready
to
drink
beverages”…
Eso
era
una
cosa
que
no
sabía
qué
coño
era.
Y
eso
aquí
lo
vi.
For
years
people
have
been
working
to
perfect
the
margarita.
At
last
the
wait
is
over.
Aquí
lo
vi.
Es
como
un
cóctel
en
una…
en
una
botella…
Ajá…
Que
cuál
preferías.
Y
yo
siempre
decía
que
yo
prefería
el
whiskey,
los
rones,
el
vodka.
Estas
encuestas
van
dirigidas
a
los
consumidores
de
Estados
Unidos
así
que
para
poder
participar,
Celso
creaba
perfiles
falsos.
Para
la
encuesta
del
cóctel
en
la
botella,
por
ejemplo,
Ivo
era…
Una
madre
latina
casada
con
un
americano
que
tenía
dos
hijos,
una
hembra
y
un
varón.
Una
madre
alcohólica
de
dos
hijos.
“Tengo
que
cambiar
pañales,
entre
pañales
quiero
que
esté
lista
ya”…
A
ellos
le
gustaba
eso,
porque
parece
que
el
objetivo
de
eso
era
que
las
personas
tomaran
más
y
tomaran
la
bebida
ya
preparada.
Fue
una
lección
inesperada
del
capitalismo.
Pero
había
otro
tipo
de
encuestas
que
también
los
llevaron
a
terrenos
desconocidos
para
ellos.
Una
de
las
que
más
le
llamó
la
atención
a
Ivo
fue
la
de
YouGov,
una
encuesta
sobre
la
campaña
presidencial
en
Estados
Unidos.
Siempre
Hillary,
nada
de
Trump
[Risas].
porque
yo…
opiné
sin
tener
la
capacidad,
pero
yo
votaba,
yo
decía
siempre
en
las
encuestas
que
yo
votaba
y
que
iba
a
votar,
y
que
iba
a
votar
por
Hillary.
Las
encuestas
no
pagaban
mucho,
de
$2
a
$10
cada
vez
que
llenaban
una.
Pero
se
sostenían
llenando
alrededor
de
25
al
mes.
Y
claro,
el
dinero
no
les
alcanzaba
para
vivir
con
el
estilo
de
vida
que
Ivo
quería
tener.
Un
año
después
de
haber
llegado
a
Venezuela,
en
el
2015,
Ivo
y
Celso
veían
en
las
noticias
que
la
migración
de
cubanos
era
inmensa.
Muchos
estaban
haciendo
recorridos
larguísimos
por
tierra
para
llegar
a
Estados
Unidos,
parecidos
a
los
que
describimos
en
el
episodio
anterior.
Eran
demasiados,
por
lo
que
muchos
países
que
funcionaban
como
lugares
de
paso
empezaron
a
tratar
de
frenar
la
ola
cubana
de
migrantes.
En
noviembre
del
2015…
Rodeados
por
antimotines
y
el
ejército
de
Nicaragua
se
encontraban
los
1.600
migrantes
cubanos
a
quienes
el
gobierno
de
Costa
Rica
les
entregó
visas
de
tránsito
por
7
días.
Nicaragua
le
cerró
el
paso
a
miles
de
cubanos
que
intentaban
entrar
desde
Costa
Rica.
Con
extrema
fuerza
militar
el
gobierno
de
Nicaragua
expulsó
de
su
territorio
a
cientos
de
cubanos
que
habrían
ingresado
de
manera
irregular
al
país.
El
cierre
de
esa
frontera
inició
una
reacción
en
cadena
que
se
extendió
por
toda
la
región.
El
efecto
se
sintió
en
Ecuador,
que
era
el
punto
de
entrada
más
grande
para
los
cubanos
que
salían
de
la
isla.
Con
el
propósito
de
evitar
una
crisis
humanitaria
de
mayores
proporciones
en
la
frontera
entre
Costa
Rica
y
Nicaragua,
Ecuador
encontró
un
mecanismo
para
desestimular
el
flujo
migratorio
de
cubanos
hacia
Estados
Unidos.
Los
cubanos
viajaban
a
Ecuador
porque
era
uno
de
los
pocos
países
en
el
hemisferio
que
les
concedía
visas
de
entrada,
pero
a
finales
del
2015
eso
también
cambió:
A
partir
del
1
de
diciembre,
Ecuador
pedirá
visa
a
los
ciudadanos
cubanos.
Entonces
empezaron
los
embotellamientos:
cubanos
varados
en
distintos
puntos
de
la
ruta.
Cientos,
a
veces
miles.
Primero
Costa
Rica,
luego
Panamá
y
luego,
en
el
2016,
ocurrió
esto
en
un
pequeño
pueblo
fronterizo
de
Colombia.
Cerca
de
un
mes
llevan
varados
en
Turbo,
Antioquia,
más
de
100
migrantes
cubanos.
Las
condiciones
en
las
que
se
encuentran
son
infrahumanas.
Hay
hacinamiento
y
el
alimento
empieza
a
escasear.
Los
migrantes
quedaron
varados
en
Colombia
luego
del
cierre
de
la
frontera
con
Panamá.
¡Queremos
seguir!
¡Queremos
seguir!
En
Caracas,
Ivo
trataba
de
convencer
a
Celso
de
que
ya
era
hora
de
salir
de
Venezuela.
Pero
Celso
no
estaba
convencido.
Siempre
justificaba
la
idea
de
quedarse.
“No,
el
dinero”,
“no,
que
no
nos
alcanza,
“no,
que
yo
quiero
coger
un
avión”.
Luego
de
muchas
negociaciones,
en
enero
y
abril
del
2016…
Un
puente
aéreo
Panamá-México
comenzó
hoy
con
el
primer
grupo
de
migrantes
cubanos
que
han
permanecido
en
el
territorio
panameño.
Un
poco
más
al
norte,
en
Costa
Rica…
Y
hay
que
recordar
que
una
vez
en
México,
un
cubano
solo
tenía
que
cruzar
la
frontera
para
comenzar
el
proceso
de
convertirse
en
residente
permanente
de
Estados
Unidos.
Según
Ivo,
el
desacuerdo
entre
él
y
Celso
empezó
a
llegar
a
un
punto
de
crisis.
Ivo
ya
no
quería
esperar
más.
Entonces
le
dijo:
El
dinero
que
queda
lo
voy
a
coger
y
voy
a
arrancar.
Y
así
fue.
A
finales
del
2016
salió
solo.
Sin
Celso.
Se
montó
en
un
autobús
hasta
la
frontera
con
Colombia,
en
Cúcuta.
Allí
cruzó
sin
que
le
pidieran
el
pasaporte.
Una
vez
que
estuvo
del
lado
colombiano,
esto
fue
lo
primero
que
pensó:
Ya
pasé
de
lo
oscuro
a,
por
lo
menos,
a
la
libertad.
Cúcuta
era
otra
cosa
completamente
distinta
de
Venezuela.
Es
algo
que
se
siente.
Habían
luces
por
todo
lado,
había…
el
olor
era
distinto,
la
gente
era
distinto.
El
próximo
paso
fue
cruzar
la
selva
del
Darién
para
llegar
a
Panamá.
Como
tantos
otros
cubanos
que
hicieron
el
mismo
camino,
la
experiencia
fue
durísima.
Cuatro
días
de
fango,
montañas
altísimas
y
miedo.
Ivo
se
había
juntado
con
una
veintena
de
cubanos
guiados
por
un
coyote,
y
lo
que
más
recuerda…
Los
que
venían
con
nosotros
decían
que
yo
me
drogaba
por
las
mañanas
porque
yo
me
levantaba
y
arrancaba.
Eran
las
ganas
que
tenía
de
salir,
la
voluntad:
pa’
lante,
pa’
lante,
pa’
lante.
Y
cuando
yo
veía
que
todo
el
mundo:
“No,
no,
no
se
sienten,
no
se
sienten,
vamos,
vamos,
vamos”.
Y
a
los
4
días,
cuando
finalmente
salió
de
la
selva,
ya
en
Panamá,
le
dieron
la
noticia.
The
policy
that
we
had
in
place
was
“Wet
Foot/
Dry
Foot”,
which
treated
Cuban
emigrés
completely
different
from
folks
from
El
Salvador,
or
Guatemala
or
Nicaragua…
Obama
lo
que
quitó
fue
la
ley
ejecutiva
de
“pie
seco/pie
mojado”.
¿Y
cuál
fue
tu
reacción?
Negación.
Yo
decía,
“no
puede
ser.
Eso
no
puede
ser.
Eso
es
una
ley
del
congreso
y
Obama
no
la
puede
quitar”
[Risa].
Pero
era
cierto.
Ni
secos
ni
mojados,
los
cubanos
ya
no
podían
poner
un
pie
en
los
Estados
Unidos.
Ivo
estaba
entre
los
últimos
en
salir
del
Darién,
y
como
muchos
otros,
terminó
en
la
sede
de
Cáritas
de
Ciudad
de
Panamá,
una
organización
católica
que
se
dedica
a
darle
refugio
a
los
inmigrantes.
La
oficina
de
Cáritas
está
en
una
casona
de
dos
pisos
donde
apenas
pueden
quedarse
dos
docenas
de
personas.
Pero
en
cuestión
de
días…
En
el
albergue
hay
unos
300,
pero
no
todos
están
en
el
edificio
de
dos
pisos.
La
mayoría
están
en
carpas
y
baños
improvisados
en
el
patio.
Hay
varias
mujeres
embarazadas
viviendo
en
el
lugar.
Solicitan
quedarse
en
Panamá.
De
pronto
Ivo
se
encontraba
en
medio
de
una
de
esas
crisis
que
había
visto
en
las
noticias
en
Caracas.
Ahora
era
él
uno
de
los
cubanos
varados
en
el
camino.
Y
gente
como
él
seguía
llegando
todos
los
días.
Personas
que
apenas
salían
del
Darién,
se
enteraban
de
que
la
ley
había
cambiado.
De
día,
Ivo
ayudaba
a
hacer
los
almuerzos
para
todos
los
que
estaban
varados
en
Cáritas,
y
por
las
noches
salía
de
la
casona
para
conocer
la
vida
nocturna
de
Panamá.
Yo,
o
sea,
conocí
a
muchas
personas,
conocí
la
ciudad,
me
sacaron
a
restaurantes,
me
sacaron
a
centros
nocturnos.
Consiguió
un
trabajo
de
mesero
en
un
restaurante.
Ya
tenía
3
meses
de
haber
salido
de
la
selva
del
Darién,
cuando
el
gobierno
anunció
que
iba
a
trasladar
a
todos
los
cubanos
del
albergue
de
Cáritas
a
otro
albergue,
uno
con
mejores
condiciones.
A
primera
vista,
no
era
una
mala
noticia.
Pero
el
gobierno
también
anunció
que
los
que
no
se
mudaran
serían
deportados.
Entonces
Ivo
se
vio
forzado
a
aceptar.
Y
ahí,
en
ese
nuevo
albergue,
fue
donde
yo
lo
conocí.
Una
pausa
y
volvemos.
Hola,
soy
Kelly
McEvers
y
Embedded
está
de
vuelta.
Recientemente
nos
dimos
cuenta
de
algo:
es
difícil
evaluar
el
trabajo
de
un
político
que
no
tiene
ninguna
experiencia
previa.
Pero
con
Donald
Trump,
lo
intentamos
de
todas
formas,
y
obtuvimos
historias
y
lecciones
provenientes
de
la
experiencia
que
tiene:
en
negocios
y
en
televisión.
Encuéntranos
en
la
app
de
NPR
One
o
donde
escuches
tus
podcasts.
Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante.
Seguimos
con
nuestro
productor
Luis
Trelles.
Dentro
del
nuevo
albergue
nada
estaba
muy
claro.
Primero,
a
los
cubanos,
se
les
dijo
que
serían
enviados
a
un
tercer
país
que
los
recibiría,
como
Canadá,
o
Australia.
Luego
se
habló
de
devolverlos
al
país
de
donde
vinieron,
es
decir,
a
Colombia,
pero
ninguno
quería
regresar.
Y
también
se
mencionó
la
opción
que
nadie
quería
escuchar:
la
de
ser
deportados
de
vuelta
a
Cuba.
La
mayoría
de
los
cubanos
habían
vendido
todo,
hasta
sus
casas,
para
hacer
el
viaje.
Y
eso
va
sin
mencionar
los
miles
de
dólares
que
muchos
habían
recibido
de
parte
de
sus
familiares
en
Estados
Unidos.
Obviamente
Ivo
no
quería
volver
a
Cuba.
Ya
yo
quemé
esas
naves,
yo
dejé
todo
eso
para…
para
algo
mejor.
O
sea,
yo
no…
yo
no
me
veo
en
Cuba.
Yo
no
me
siento
bien
en
Cuba,
yo
me
siento
en
Cuba
ahogado,
oprimido.
Me
siento…
como…
No
sé,
como
cuando
coges
un
animal
y
lo
encierras
en
un…
así
que…
que
solamente
puede
moverse,
comer
y
dormir.
Eso
es
lo
que
yo
siento
en
Cuba.
Y
mientras
se
decidía
su
futuro,
su
única
opción
era
seguir
recluido
en
el
albergue.
Y
era
claro
que
no
estaba
contento.
Yo
no
tengo
nada
que
ver
con
el
campo.
A
la
naturaleza
no
me
interesa.
Yo
soy
de
ciudad.
De
centros
[risas],
de
clubes
y
de
restaurantes,
yo
no
soy
de
esto.
La
rutina
del
albergue
siempre
es
la
misma:
duermen
8
en
un
cuarto.
Los
miércoles
salen
en
autobuses
vigilados
por
el
servicio
panameño
de
inmigración
para
retirar
el
dinero
que
les
envían
sus
parientes.
Y
el
resto
del
tiempo:
[Jugando
dominó]
Lo
siento,
Leo.
[Risas]
¡Yo,
va
a
ser!
Lo
siento,
Leo.
Allí,
ellos
hacen
un
torneo
de
dominó.
Haciendo
un
juego,
porque
imagínate,
estamos
aburridos
aquí.
El
dominó
es
el
juego
de
cubanos.
Luego
de
nuestra
entrevista,
Ivo
me
dio
un
recorrido
por
el
albergue.
Y
aquí
compramos
café.
Ah,
esta
es
la
tienda
de
café.
Aquí
compras
el
café,
te
fumas
un
cigarrito.
Y
mientras
íbamos
caminando
por
los
pasillos,
empecé
a
ver
la
pequeña
villa
que
los
cubanos
habían
construido
allí.
Los
habitantes
son
personas
que
están
acostumbradas
a
hacer
mucho
con
poco.
A
“resolver”,
como
dicen
en
la
isla.
Y
esto
lleva
a
todo
tipo
de
inventos.
Tipo
“selfie
stick”
criollo
inventado…
Como
cuando
Ivo
me
llevó
al
cuarto
de
un
señor
que
había
construído
un
“selfie
stick”
de
madera
que
estaba
pegado
a
la
cama.
Era
la
manera
que
tenían
de
acostarse
a
ver
videos
del
teléfono.
Y
son
cosas
que
uno
va
creando
para
estar
uno
estar
más
cómodo
aquí
hasta
ver
cuál
es
la
situación,
en
realidad,
de
nosotros.
Al
final,
Ivo
terminó
el
recorrido
llevándome
a
su
cuarto.
Allí
había
4
camarotes
donde
realmente
solo
cabían
3.
Me
llamó
la
atención
que
además
de
las
camas,
no
se
veía
ningún
artículo
personal.
Y
cuando
le
pregunté
a
Ivo
que
dónde
estaban
sus
cosas,
señaló
con
el
dedo
a
una
esquina.
Este
maletín.
Ya,
eso.
¿Tu
vida
cabe
dentro
de
aquel
bulto?
Sí.
De
hecho
lo
tengo
todo
listo,
para
cuando
haya
que
salir
pa’
alguna
parte,
coger
eso
y
ya.
Eran
mediados
de
junio
del
2017
cuando
nos
despedimos.
Le
deseé
suerte,
y
le
dije
que
ojalá
su
historia
tuviera
un
final
feliz.
Pero
admito
que
lo
dije
sin
mucha
convicción.
La
deportación
a
Cuba
de
Ivo
y
del
resto
de
los
cubanos
en
el
albergue
parecía
casi
inevitable.
Un
mes
después
de
irme
de
Panamá…
Les
voy
a
ser
muy
franco,
esa
opción
no
es
viable.
Como
se
los
había
dicho…
Este
es
el
viceministro
panameño
de
Seguridad
Pública.
Visitó
el
albergue
donde
estaba
Ivo.
La
opción
que
yo
les
voy
a
presentar
hoy
es
un
apoyo
económico.
Es
un
proceso
que
sería
la
repatriación
voluntaria.O
sea
les
ofrecían
$1.600
dólares
y
el
boleto
de
avión
a
cambio
de
que
volvieran
a
Cuba.
Era
una
manera
de
borrar
el
problema
de
los
cubanos
sin
hacer
mucho
escándalo.
El
viceministro
les
daba
15
días
para
que
consideraran
la
propuesta…
aunque
realmente
no
ofreció
ninguna
otra
opción.
Todo
parecía
indicar
que
Ivo
había
llegado
al
final
del
camino,
cuando
me
llegó
un
mensaje
suyo
por
Whatsapp.
Hola,
Luis,
ya,
bueno
aquí,
ya
sabes
la
noticia.
la
viste,
estamos
en
los
15
días
de
gracia
para
pensar
qué
es
lo
que
queríamos
hacer.
Yo
no
quiero
regresar
a
Cuba.
Y
no
era
el
único.
Los
cubanos
del
albergue
se
estaban
comenzando
a
escapar.
Ya
se
han
ido
17
personas
de
los
117
que
habían,
ya
quedamos
100
solamente.
De
esos
100,
muchos,
no
te
decir
un
número
exacto,
pero
bastantes,
están
planificando
irse
entre
el
sábado
y
el
domingo.
El
plan
de
los
que
se
fugaban
era
cruzar
las
fronteras
de
Costa
Rica,
Nicaragua,
Honduras,
Guatemala
y
México
para
llegar
a
Estados
Unidos
y
allá
pedir
asilo
político.
Era
un
viaje
largo
que
tendrían
que
hacer
a
pie,
y
en
lanchas,
de
taxi
en
taxi,
y
en
autobús.
Obviamente
era
muy
riesgoso,
no
solo
por
los
peligros
de
la
ruta,
sino
también
porque
era
factible
que
los
cogieran
en
el
camino
y
los
deportaran.
Pero
esta
era
la
última
carta
que
les
quedaba
por
jugar.
El
viaje
no
es
nada
barato.
No
solo
se
necesita
el
dinero
para
pagarles
a
los
coyotes
que
los
llevan
de
frontera
a
frontera,
sino
también
para
contratar
a
un
abogado
en
México
que
los
ayude
a
tramitar
un
salvoconducto
que
les
permita
llegar
a
la
frontera
con
Estados
Unidos.
Ivo
no
tenía
dinero,
pero
sabía
cómo
conseguirlo.
Desde
sus
días
de
guía
nocturno
de
la
Habana
se
mantenía
en
contacto
con
algunos
clientes.
Con
el
tiempo
se
habían
vuelto
amigos,
y
ahora
estaban
a
punto
de
sacarlo
del
peor
apuro
de
su
vida.
Estoy
conversando
con
unas
amistades
que
ya
me
ayudaron
una
vez.
Que
me
dieron
dinero
para
llegar
hasta
aquí.
Y
estoy
esperando
que
me
manden
un
dinero
para
seguir.
Pero
tampoco
quiero
precipitarme
y
salir
ya.
Porque
tampoco
voy
a
correr
riesgos
innecesarios.
En
ese
mensaje,
Ivo
me
explicó
que
la
salida
del
albergue
era
delicada.
Varios
cubanos
habían
sido
capturados
en
Costa
Rica
y
Nicaragua,
y
ya
habían
sido
deportados
a
Cuba.
Ivo
quería
esperar
un
poco
para
no
salir
con
los
grupos
grandes
de
10
y
12
personas
porque
esos
eran
más
fáciles
de
detectar
y
capturar.
Estábamos
a
mediados
de
julio,
y
en
esos
días
lo
llamé
varias
veces.
Pero
sin
éxito.
Fueron
días
sin
recibir
noticias
de
él,
y
por
supuesto
que
me
comenzaba
a
preocupar.
Hasta
que
recibí
este
mensaje.
Mi
amigo,
estamos
conectados,
porque
yo
estaba
pensando
en
ti
también.
Hoy
salgo
para
Costa
Rica.
O
sea,
ya
decidí
hacer
el
viaje
y
ya
tengo
el
dinero
y
tengo
todo.
Mis
amistades
de
Estados
Unidos
me
ayudaron,
como
yo
te
había
dicho,
¿te
acuerdas?
Deséame
mucha
suerte.
Reza
mucho
por
si
crees
en
Dios.
Y
cada
vez
que
pueda
y
tenga
una
conexión
te
tiraré
un
mensajito
para
allá.
Yo
pienso
salir
por
la
tarde
de
aquí
del
campamento.
Eso
es
lo
que
tengo
planificado.
Unas
horas
después
recibí
un
texto
que
decía
simplemente
“ya
salí”.
Y
al
día
siguiente
me
llegó
un
enlace
de
Google
Maps
a
su
ubicación:
había
llegado
a
La
Cruz,
en
Costa
Rica,
justo
en
la
frontera
con
Nicaragua.
Una
hora
más
tarde
me
llegó
otro
mensaje:
Mano,
todo
bien.
Estoy
aquí
en…
en
La
Cruz,
esperando
para
ver
si
salgo
esta
noche
para
Honduras.
Pero
si
no,
bueno
mañana
también.
Te
mantengo
al
tanto.
Antes
de
salir
finalmente
de
Costa
Rica,
Ivo
me
envió
un
último
mensaje
detallando
la
ruta
que
iba
a
tomar:
Los
planes
son
pasar
pasar
Nicaragua
en
otro
día
y
estar
—hoy
es
martes,
¿no?—
estar
mínimo
jueves
o
viernes
en
Honduras
ya.
En
Honduras
tenemos
que
hacer
una
estancia
de
uno
o
dos
días
esperando
el
salvoconducto
que
nos
dan
en
Honduras.
Y
atravesamos
Guatemala
hasta
Tapachula
y
en
Tapachula,
bueno,
ahí
tenemos
que
hacer
una
estancia
de
un
mes,
más
o
menos,
esperando
el
salvoconducto
con
un
abogado.
Es
decir
que
el
plan
era
llegar
a
México
en
una
semana.
Esperaba
recibir
más
mensajes
de
Ivo
durante
el
camino.
Pero
después
de
eso,
silencio.
De
nuevo.
Esta
vez
el
corte
en
la
comunicación
duró
unos
10
días,
hasta
que
finalmente
volví
a
saber
de
él.
Todo
bien,
todo
bien,
hermano.
Todo
bien.
Ya
estoy
en
Honduras.
Fue
una
odisea
que
te
contaré
con
detalle
más
adelante,
pero
todo
bien.
Si
me
dan
chanche,
te
cuento
más
tarde
o
mañana
por
la
mañana,
porque
estoy
bien
matao.
Y
5
días
después,
esto:
Hola
amigo,
ya
estoy
en
ya
Tapachulas,
México.
Entré
hoy
a
las
3
de
la
tarde,
más
o
menos.
Lo
logró.
Llegó
a
la
parada
más
importante
de
su
viaje
hasta
el
momento.
El
viaje
fue
bien
accidentado,
pero
gracias
a
Dios
no
hubo
nada
fatal.
Bueno,
estamos
un
poco
cansados,
los
pies
inflamados,
2
días
sin
dormir,
pero…
pero
ya
estamos
aquí
ya.
4
coyotes,
5
fronteras,
$1.000,
más
o
menos
2
mil
millas
recorridas:
ése
era
el
saldo
del
viaje.
En
los
15
días
que
les
tomó
llegar
a
México,
Ivo
y
los
3
cubanos
que
iban
con
él
recorrieron
bosques
a
pie
y
cruzaron
bahías
en
lanchas
clandestinas.
En
Nicaragua,
cuando
tomaron
el
autobús,
tuvieron
que
hacerse
pasar
por
turistas
americanos
para
que
no
los
delataran
ante
las
autoridades
migratorias.
En
la
frontera
entre
Honduras
y
Guatemala
fueron
extorsionados
por
la
policía.
Y
con
cada
paso
estaba
el
miedo
de
no
poder
llegar
a
salvo,
de
ser
deportado
a
Cuba,
o
de
perder
la
vida.
Y
claro,
México
no
es
el
destino
final,
sino
la
última
escala.
Su
plan,
me
dijo,
es
viajar
a
la
frontera
con
Estados
Unidos,
y
allí
entregase
a
las
autoridades
migratorias.
Es
el
primer
paso
para
solicitar
asilo
político.
El
proceso
es
largo
y
complicado,
y
hay
varias
etapas
en
la
que
el
gobierno
americano
le
puede
negar
la
solicitud.
El
primer
obstáculo
está
en
el
puesto
fronterizo.
Cuando
Ivo
se
entregue,
un
agente
de
deportación
de
Estados
Unidos
escuchará
su
caso.
En
ese
momento,
Ivo
tendrá
que
convencerlo
de
que
en
Cuba
estaba
siendo
perseguido
por
el
gobierno,
y
que
enfrentará
represalias
en
caso
de
que
tenga
que
regresar.
En
ese
punto,
el
agente
de
deportación
tendrá
el
futuro
de
Ivo
en
sus
manos.
Le
puede
negar
la
entrada,
forzando
a
Ivo
a
regresar
a
México,
o
lo
puede
ingresar
a
un
centro
de
detención
de
migrantes,
adentro
de
Estados
Unidos.
Si
esto
pasa,
Ivo
puede
pasar
varios
días,
hasta
meses,
recluido.
Luego,
una
corte
de
inmigración
decidirá
finalmente
si
se
le
da
asilo
político,
o
si
se
emite
una
orden
de
deportación.
Es
decir
que
la
entrada
a
Estados
Unidos
es
difícil,
y
muchos
dirían
que
no
tiene
muchas
posibilidades.
Sin
embargo,
Ivo
no
lo
ve
así.
Al
principio
tenía
un
poco
de
duda
cuando
salí.
A
el
miedo
mío
era
el
viaje
este.
Que
me
fuera
a
alcanzar
el
dinero,
que
no
me
fuera
a
pasar
nada
en
el
camino.
Que…
Cómo
pasar.
Cómo
hacer.
Esa
era
mi
preocupación.
Yo
nunca
he
tenido…
Yo
nunca
he
tenido
preocupación
con
la
parte
norteamericana.
La
última
vez
que
hablé
con
Ivo
fue
a
principios
de
septiembre
de
este
año,
2017.
Su
plan
era
entregarse
a
los
agentes
de
inmigración
el
20
de
septiembre.
Pero
ya
después
perdí
contacto
con
él
y
no
llegué
a
saber
si
lo
había
logrado.
Quería
saber
como
estaba,
así
que
llamé
a
Celso,
el
compañero
con
el
que
Ivo
salió
de
Cuba.
Él
sigue
en
Venezuela
y
me
contó
que
sí,
que
finalmente
Ivo
había
logrado
entrar,
y
que
ahora
mismo
está
en
un
centro
de
detención
para
migrantes
en
el
sur
de
Texas.
Cuando
hablé
con
Celso,
las
autoridades
migratorias
aún
no
habían
repasado
su
solicitud
de
asilo
político.
Ese
proceso
podría
durar
meses,
y
mientras
tanto
Ivo
deberá
permanecer
detenido
una
vez
más,
sin
saber
si
podrá
quedarse
o
si
tendrá
que
volver
a
Cuba.
Celso
había
logrado
hablar
con
Ivo
varias
veces
y
me
dijo
que
se
estaba
bien,
aunque
Ivo
le
dijo
que
estaba
preocupado
por
su
futuro.
Finalmente
sí,
había
entrado
a
Estados
Unidos,
pero
aún
no
había
llegado
a
su
destino.
El
Servicio
de
Ciudadanía
e
Inmigración
de
los
Estados
Unidos
se
encarga
de
procesar
casos
como
el
de
Ivo.
No
tiene
estadísticas
recientes
de
la
entrada
de
cubanos
al
país
después
de
la
revocación
de
“pies
secos/pies
mojados”.
Sin
embargo,
la
Fundación
Cuba
Libre
calcula
que
más
de
1,300
cubanos
han
entrado
a
Estados
Unidos
desde
el
mes
de
enero.
Muchos
de
ellos
permanecen
en
centros
de
detención
para
migrantes,
y
la
fundación
conoce
más
de
100
casos
que
han
recibido
órdenes
de
deportación
de
vuelta
a
Cuba.
Esta
historia
se
hizo
posible
con
una
subvención
del
Pulitzer
Center
for
Crisis
Reporting.
Este
episodio
es
parte
de
una
serie
sobre
una
Nueva
Era
en
la
Emigración
Cubana
que
se
reportó
en
colaboración
con
14ymedio
y
El
Nuevo
Herald.
Agradecemos
especialmente
a
Alejandro
González
y
Mario
Pentón,
de
14yMedio,
y
a
José
Iglesias
y
Nancy
SanMartín,
de
El
Miami
Herald
y
el
Nuevo
Herald.
Luis
Trelles
es
productor
de
Radio
Ambulante
y
vive
en
Puerto
Rico.
Esta
historia
fue
editada
por
Camila
Segura
y
por
mí.
La
mezcla
y
el
diseño
de
sonido
son
de
Desiree
Bayonet
y
Andrés
Azpiri.
Ana
Prieto
hizo
el
“factchecking”.
El
resto
del
equipo
de
Radio
Ambulante
incluye
a
Jorge
Caraballo,
Barbara
Sawhill,
Ryan
Sweikert,
David
Trujillo,
Elsa
Liliana
Ulloa,
Luis
Fernando
Vargas
y
Silvia
Viñas.
Maytik
Avirama
es
nuestra
pasante
editorial,
y
Andrea
Betanzos
es
la
coordinadora
de
programas.
Carolina
Guerrero
es
la
CEO.
Radio
Ambulante
se
produce
y
se
mezcla
en
el
programa
Hindenburg
PRO.
Conoce
más
sobre
Radio
Ambulante
y
sobre
esta
historia
en
nuestra
página
web:
radioambulante.org.
Radio
Ambulante
cuenta
las
historias
de
América
Latina.
Soy
Daniel
Alarcón.
Gracias
por
escuchar.
Check out more Radio Ambulante

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Un anuncio: si estás en Nueva York acompáñanos el jueves 26 de octubre en una noche de historias en audio en vivo. Participarán productores de algunos de tus podcasts favoritos: This American Life, More Perfect, Radiolab y Latino USA. Y por supuesto nosotros, Radio Ambulante. El evento será en inglés. Todo lo que recaudamos será para apoyar a Puerto Rico. Encontrarás toda la información en nuestra página web: radioambulante.org. Gracias por comprar tiquets y por ayudarnos a pasar la voz. Mañana, empieza tu día con “Up First”, el podcast de noticias de NPR. En una reseña de Apple Podcast, Eve Bethel escribió: “Conciso y completo. Escucho ‘Up First’ todas las mañanas en el camino al trabajo. Me da un resumen de las noticias más importantes del día y lo que viene de la semana”. Arranca el día con “Up First”, mañana en NPR One o en cualquier app de podcasts. Bienvenidos a Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón. En el episodio pasado, contamos la historia de 4 cubanos y su larga travesía para llegar a Estados Unidos. A nosotros nos lo dijeron: ustedes no son ni los primeros ni los últimos cubanos que se van a morir aquí. Si no cooperan ustedes se mueren. ¿Y quién los va a buscar a ustedes aquí? Y mis últimas palabras fueron: “Muchas gracias, Panamá”. Y me sentía hasta orgulloso de mí mismo, porque… porque vi que todo… todo sacrificio que habíamos hecho había resultado. Que lo logramos, que nada fue en vano, que todo lo que pasamos tuvo su… su fruto. Si no lo han escuchado, les recomiendo que lo hagan. Es que el episodio de hoy es la segunda parte de esta serie sobre la nueva era de la migración cubana. Desde el 2014 hasta el 2017, más de 100 mil cubanos trataron de entrar a Estados Unidos. Un éxodo masivo. La idea era aprovechar la política que se conoce como “pies secos/pies mojados”, un decreto de Estados Unidos que les permitía la entrada. Hasta el 12 de enero de este año, 2017. Muy bien, en una noticia de última hora el presidente Barack Obama, en su última semana en la Casa Blanca, eliminaría la disposición conocida como “pies secos/ pies mojados” y ordenaría la repatriación… La Casa Blanca anunció esta tarde que el cambio en política de “pies secos/ pies mojados” entrará en vigor inmediatamente. La revocación de “pies secos/pies mojados” tomó por sorpresa a más de 300 cubanos que se encontraban en Panamá, rumbo a Estados Unidos. Los dejó en el limbo. Y, mientras se decidía qué iba a pasar con ellos, muchos terminaron refugiados en un albergue del gobierno panameño. Nuestro productor Luis Trelles se fue hasta este albergue a ver en qué condiciones estaban. Pero cuando llegó, esto fue lo que encontró: Oye lo que sí que ni rastro de los cubanos aquí… Desde el portón de entrada… Nada. Oye, te voy a decir que este es el albergue de cubanos más callado de mundo. Esto… Parece increíble. El albergue queda en la provincia de Chiriquí, cerca de la frontera con Costa Rica. Está en un campo muy lindo pero también muy aislado. En la mitad del bosque hay unos grandes galpones de madera, tan viejos y desgastados, que parecen abandonados. En el portón de entrada había varios militares con armas largas. De hecho, no nos querían dejar entrar, a pesar de que teníamos permiso del Director de Inmigración. Así que nos sentamos a esperar, hasta que se apareció un chico pálido de ojos claros que llevaba una polo color gris, con las solapas hacia arriba. Con su pinta de turista estadounidense, se veía totalmente fuera de lugar en el albergue, pero se acercó a hablar con nosotros a través de la reja que nos separaba. ¿Pero no los dejan pasar? No todavía. Que están coordinando para dejarnos pasar. Ese es Mario Pentón, un periodista del medio independiente cubano 14ymedio, que me acompañó al albergue. Sí, estamos bien recluidos. Y ese es el de la polo color gris: Ivo Torres. Imagínate, estamos todos trancados ahí adentro sin nada que hacer. Y con mucho tiempo para pensar, y sin ninguna información Nuestra conversación no duró mucho tiempo. El capitán de la guardia panameña nos interrumpió cuando sorprendió a Ivo hablando con nosotros. Caballeros, yo creo que esa no es la forma. ¿Pero hay algún problema de que estemos conversando con él? No, estamos conversando. No es una entrevista. Estamos conversando. Y apenas Ivo le contestó, el capitán lo miró como si no pudiera creer que Ivo le estuviera hablando. Por favor… Para ver si se retira para allá, por favor. Ah… Lo obligaron a entrar. Las autoridades de Ciudad de Panamá me habían dicho que los cubanos no estaban presos en el albergue. Pero en ese momento no estaba tan seguro. Eventualmente se resolvieron los rollos burocráticos y nos dejaron entrar. Una vez dentro del albergue, nuestro comité de recibimiento fue una docena de cubanos con caras largas sentados alrededor de una vieja mesa de madera. Tan pronto me vieron, comenzaron a hablar. [Hablan varios a la vez] Todos a la vez… Pero si vamos hablando uno por uno es mejor, y yo creo que es más fácil. Así nos entendemos. Era una mesa redonda donde había de todo: jóvenes y personas mayores, hombres y mujeres. Estaban muy frustrados, sobre todo porque sentían que Obama les quitó el sueño americano que Estados Unidos les había ofrecido. Porque si no fuera por eso, ninguno de nosotros estuviéramos en el camino. Porque tú no vas a salir a un sueño que no te hayan prometido. Y es que por más de 50 años, cualquier cubano que entrara legalmente a Estados Unidos tenía la oportunidad de convertirse en residente permanente. Era una manera de atraer a los que no estaban de acuerdo con el gobierno comunista de la isla, y de paso desestabilizar a uno de sus grandes rivales de la Guerra Fría. Y hay una pregunta que está en el centro de esta historia. La mayoría de nosotros salimos por problema económico. Nosotros salimos a buscar el futuro principalmente a nuestros hijos. No salimos por problemas económicos, salimos porque no estamos de acuerdo con el gobierno que tenemos. ¿Cuál de estas voces representa la migración cubana de hoy en día? Para tratar de entenderlo, vamos a contar la historia de Ivo… Luego de nuestro primer encuentro en el portón de entrada, pasaron varias horas antes de que volviera a ver a Ivo. Pero finalmente sí lo volví a ver. Estaba en una esquina del albergue. Y me le acerqué porque me había quedado preocupado por su encontronazo con el capitán de la Guardia Panameña. Y por eso le pregunté: ¿Tú estás bien, verdad? No, sí, sí, tranquilo, tranquilo. Cuando me senté a hablar con él, no tardé en darme cuenta que Ivo es el tipo de persona que no reacciona bien ante figuras de autoridad. Yo lo que tenía ganas de decirle al capitán es yo no voy a ir a ninguna parte y yo voy a hablar con quien yo quiera, porque yo tengo libertad de hablar con quien yo quiera, cuando yo quiera, y donde yo quiera. Esa actitud en Cuba [risas] es muy problemática, te trae muchos problemas. Y quizás por eso siempre supo que algún día tendría que irse… Desde… Desde que yo tengo uso de razón yo me di cuenta de que en Cuba yo no iba a vivir mi vida. Porque Cuba es un país con… que es… todo límite. Todo es impuesto. Todo es ordenado, orientado. A principios de los años 90, cuando todavía era un muchacho, Ivo comenzó a rechazar la retórica oficial del gobierno. Le molestaba que los dirigentes pidieran tantos sacrificios en nombre de la Revolución, cuando esos mismos dirigentes tenían un estilo de vida más alto que el resto de los cubanos. Porque es un sistema que genera corrupción. Y eso yo lo veía y tenía 12 años. “No que es que ellos no son buenos revolucionarios”. Decía yo: “No son buenos revolucionarios y están viviendo a costa de la Revolución, y yo siendo un buen revolucionario, estoy pasándola mal. No entiendo, es un sistema que no funciona”. Un tiempo después comenzó a hacer amigos que pertenecían al Partido Liberal, un pequeño partido político que tenía muy buenas relaciones con el gobierno de Estados Unidos, el enemigo número uno del gobierno cubano. Todo esto pasó a finales de los 90, cuando aún no había relaciones diplomáticas entre los dos países. Estados Unidos ni siquiera tenía una embajada en La Habana. En esa época solo tenían una oficina conocida como “la sección de intereses de los Estados Unidos en Cuba”. Era un sitio muy vigilado por las autoridades cubanas, y a menudo se convertía en el centro de las protestas masivas que organizaba el gobierno. Ivo iba a este lugar con sus amigos del Partido Liberal por unas razones totalmente distintas. Allí le ofrecían algo que no se conseguía en ningún otro lado en La Habana: ¿Tú quieres el internet?”. Yo le digo: “Sí, claro quiero el internet. ¿Cómo no voy a tener internet?”. Entonces me dijo sí. Aparte, allí no solo era internet, había una biblioteca también, muy bien surtida… Y fue allí, navegando las páginas web de la época, hojeando libros y leyendo propaganda americana, que se enteró de datos históricos que casi no conocía. Es que Ivo me contó que ciertos temas no se hablaban en público, ni se estudiaban en la escuela. Detalles de la caída del muro de Berlín, por ejemplo. Pero el simple de hecho de usar la web de los estadounidenses, lo ponía en la mira de las autoridades. Realmente fueron amenazas. Cada vez que había algún evento internacional, llegaban agentes del Estado a vigilarlo. Cuando el papa Juan Pablo II fue a Cuba en el 98, por ejemplo… Pusieron gente a que nos siguiera. Sabíamos que estaban allí. Ellos nos hicieron saber que… “Sepan que estamos aquí”, pero nada más que eso. Algo parecido pasó al año siguiente. Cuando fue la cumbre de los presidentes nos pusieron gente de la seguridad del Estado en la puerta de la casa. No es que fuera disidente, ni nada por el estilo. Nunca fue arrestado. No estaba bajo vigilancia constante. Por otra parte, Ivo nunca quiso unirse al Partido Comunista, claro, y tampoco quería tener un trabajo con una empresa del Estado. En cambio, aprendió a hablar inglés. Y luego, aprendió a hablar el francés. Y gracias a eso se convirtió en un guía turístico, de esos que lleva a extranjeros a los mejores sitios de la vida nocturna en La Habana. Mi labor era atender a los clientes. Si ellos querían un trago, yo les preparaba el trago. Si ellos querían… Y por supuesto esos clientes iban a fiestar. Entonces a veces nos pasábamos la noche entera en esas. A veces yo tomaba y me emborrachaba con los clientes también, porque eso era parte de… Y así me ganaba la propina. Piensa en La Habana. Es probable que lo que te venga a la mente sean esas imágenes trilladas de carros americanos de los años 50, y casas que se desmoronan. Y es cierto que eso se ve a cada rato. Pero La Habana también es un paraíso turístico al que van muchos europeos y norteamericanos para fumar buen tabaco y beber buen ron. Y personas como Ivo se dedican a conseguir todo lo que los extranjeros deseen. Y que cada cliente para cada cosa. Yo no podía… O sea, yo sabía que había algunos clientes que lo que querían era… mujeres y tabaco. Y yo trataba, a aquellos que nada más querían mujeres y tabaco, trataba de jalarlos para que conocieran La Habana y no fuera… Pero a esos les resolvías también… ¡Claro! ¡Por supuesto! Y sabía dónde llevarlos. O sea, los llevaba donde había prostitutas, si eso era lo que querían. Yo “entiendí”… Entendí que ese es parte del atractivo que sienten los turistas hacia Cuba. Tocábamos ese tema, de que Cuba es un paraíso de prostitución barata, y que… Pero que es mucho más que eso. Y me sorprendió que me lo dijera de forma tan abierta. Es la parte más difícil del trabajo mío. No me gustaba para nada. Y yo siempre les decía a ellos: “Yo no voy a buscarles mujeres a ustedes”. Porque otros sí les buscaban mujeres, pero yo no soy ni proxeneta… Ni tampoco cobraba una comisión por hacer las presentaciones entre las chicas y sus clientes. Su trabajo, me explicó, era este: Yo voy a tra-du-cir la conversación de ustedes, pero no me pidas que le diga a ella que le rebaje. Yo estoy aquí tomándome mi roncito, a mí no me molesten para nada. Y ese es Ivo. En La Habana le tienen un nombre a personas como él. Son guías turísticos, y son los que se dedican a conectar a los extranjeros con la vida social de La Habana… por un precio, claro. Al principio me daban buenas propinas, luego puse una tarifa [Risa]. Entonces… ¿Cuánto cobrabas? Yo cobraba $50 diarios. ¡Bueno! ¡Bueno! ¿En Cuba? Eso es buenísimo. O sea, ¿por qué yo me fui? ¿Por problemas económicos? No me fui por problemas económicos. Tenía un trabajo que evidentemente le gustaba, ganaba más en una noche de lo que muchos cubanos ganan en un mes. Entonces… ¿Por qué se fue? Yo quiero viajar, yo quiero conocer lugares. Pero no conocer en libros, porque en libros ya los conozco de memoria, y su historia y todo. No, yo quiero ir a esos lugares. Y en Cuba no lo iba a poder hacer nunca. Y ese también es Ivo. Un tipo de 38 años que tiene ganas de ver mundo, y tener experiencias de lujo. Era un dandy atrapado en una isla que ha hecho todo lo posible por eliminar las clases sociales. Aún más que los otros migrantes en el albergue, donde muchos venían de pueblos de provincia en el campo, Ivo parecía un pez fuera del agua. Y sus razones para salir de la isla también se alejaban de lo que busca el resto. Fíjate que no es ni siquiera comprarme la casa y el carro, que es lo que quieren todos aquí. No. Eso no es lo que yo quiero. Yo quiero vivir en un apartamento con un cuarto y un baño. ¿Eh? Y tener un buen trabajo. Pero mi dinero yo lo quiero invertir en estudios, en libros, que es lo que a mí me gusta. En viajar. Ah sí, por supuesto, en centros nocturnos, porque a mí esa vida que yo hacía en Cuba me gusta. ¡Se nota! Me gusta Y en el 2014, Ivo decidió que no quería esperar más. Hablaba todos los días con su novio, Celso, con el que llevaba más de 5 años. Ivo le proponía que se montaran en una balsa para lanzarse al mar. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera con tal de salir de Cuba. Pero Celso se adelantó, y pidió una visa para ir a Venezuela, donde estaba viviendo su tía. Y para sorpresa de ambos, se la dieron. Y no solo eso. Consiguieron visa para Ivo también. Entonces se fueron. La idea era eventualmente llegar a Estados Unidos, pero solo tenían el dinero justo para llegar a Caracas. Allí se mudaron con la tía de Celso, pero Venezuela no era lo que esperaban. Estaban viviendo los 3 en un apartamento pequeño, y sin dinero. Yo salí con una idea. Yo salí con una idea de valerme por mí mismo. De trabajar, ganar dinero, vivir solo con él, y hacer una vida. Y no estábamos haciendo eso… Estábamos viviendo agregados en casa de la tía… Ni siquiera tenían el estilo de vida que llevaban en la Habana. Yo quería empezar a vivir y lo que estaba era sobreviviendo todavía. Además, le había tocado una época muy dura en Venezuela. El chavismo entraba en crisis. Había escasez en las tiendas, muchos productos básicos como la harina o el aceite sólo se conseguían con los bachaqueros, los vendedores del creciente mercado negro venezolano. Y para Ivo, finalmente lograr su sueño de salir de Cuba para llegar a Venezuela… Digamos que era un poco decepcionante… ¿En algún momento te sentiste: “Wow, estoy… estoy de vuelta en Cuba”? ¡Sí! Claro, “estoy” de cierta manera. Pero Venezuela nunca va a ser Cuba. Por ejemplo, yo me montaba en el metro, me bajaba y iba a donde estaban los bachaqueros, compraba, regresaba. Eso en Cuba tú no lo puedes hacer, ¿entiendes? Había las comodidades del… del desarrollo: estaba el metro, estaba el internet. Tú ibas a un mercado y no había lo esencial, pero había muchas otras cosas… Pero para poder comprar esos productos, esenciales o no, necesitaban ganar dinero. Celso es un técnico de informática, y se inventó una manera ingeniosa de hacerlo: llenar encuestas en internet. Se trata de encuestas de mercadeo donde se miden las preferencias de los consumidores americanos. Pepsi o Coca Cola, McDonalds o Burger King. Pero Ivo y Celso venían de Cuba, una isla socialista que lleva décadas enfrentando un bloqueo económico fuertísimo de parte de Estados Unidos. Muchos de estos productos y compañías simplemente no existen en la isla. A veces Ivo y Celso ni siquiera sabían de qué eran las encuestas que estaban llenando. Por ejemplo, “ready to drink beverages”… Eso era una cosa que no sabía qué coño era. Y eso aquí lo vi. For years people have been working to perfect the margarita. At last the wait is over. Aquí lo vi. Es como un cóctel en una… en una botella… Ajá… Que cuál tú preferías. Y yo siempre decía que yo prefería el whiskey, los rones, el vodka. Estas encuestas van dirigidas a los consumidores de Estados Unidos así que para poder participar, Celso creaba perfiles falsos. Para la encuesta del cóctel en la botella, por ejemplo, Ivo era… Una madre latina casada con un americano que tenía dos hijos, una hembra y un varón. Una madre alcohólica de dos hijos. “Tengo que cambiar pañales, entre pañales quiero que esté lista ya”… A ellos le gustaba eso, porque parece que el objetivo de eso era que las personas tomaran más y tomaran la bebida ya preparada. Fue una lección inesperada del capitalismo. Pero había otro tipo de encuestas que también los llevaron a terrenos desconocidos para ellos. Una de las que más le llamó la atención a Ivo fue la de YouGov, una encuesta sobre la campaña presidencial en Estados Unidos. Siempre Hillary, nada de Trump [Risas]. Sí porque yo… opiné sin tener la capacidad, pero yo sí votaba, yo decía siempre en las encuestas que yo sí votaba y que sí iba a votar, y que iba a votar por Hillary. Las encuestas no pagaban mucho, de $2 a $10 cada vez que llenaban una. Pero se sostenían llenando alrededor de 25 al mes. Y claro, el dinero no les alcanzaba para vivir con el estilo de vida que Ivo quería tener. Un año después de haber llegado a Venezuela, en el 2015, Ivo y Celso veían en las noticias que la migración de cubanos era inmensa. Muchos estaban haciendo recorridos larguísimos por tierra para llegar a Estados Unidos, parecidos a los que describimos en el episodio anterior. Eran demasiados, por lo que muchos países que funcionaban como lugares de paso empezaron a tratar de frenar la ola cubana de migrantes. En noviembre del 2015… Rodeados por antimotines y el ejército de Nicaragua se encontraban los 1.600 migrantes cubanos a quienes el gobierno de Costa Rica les entregó visas de tránsito por 7 días. Nicaragua le cerró el paso a miles de cubanos que intentaban entrar desde Costa Rica. Con extrema fuerza militar el gobierno de Nicaragua expulsó de su territorio a cientos de cubanos que habrían ingresado de manera irregular al país. El cierre de esa frontera inició una reacción en cadena que se extendió por toda la región. El efecto se sintió en Ecuador, que era el punto de entrada más grande para los cubanos que salían de la isla. Con el propósito de evitar una crisis humanitaria de mayores proporciones en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, Ecuador encontró un mecanismo para desestimular el flujo migratorio de cubanos hacia Estados Unidos. Los cubanos viajaban a Ecuador porque era uno de los pocos países en el hemisferio que les concedía visas de entrada, pero a finales del 2015 eso también cambió: A partir del 1 de diciembre, Ecuador pedirá visa a los ciudadanos cubanos. Entonces empezaron los embotellamientos: cubanos varados en distintos puntos de la ruta. Cientos, a veces miles. Primero Costa Rica, luego Panamá y luego, en el 2016, ocurrió esto en un pequeño pueblo fronterizo de Colombia. Cerca de un mes llevan varados en Turbo, Antioquia, más de 100 migrantes cubanos. Las condiciones en las que se encuentran son infrahumanas. Hay hacinamiento y el alimento empieza a escasear. Los migrantes quedaron varados en Colombia luego del cierre de la frontera con Panamá. ¡Queremos seguir! ¡Queremos seguir! En Caracas, Ivo trataba de convencer a Celso de que ya era hora de salir de Venezuela. Pero Celso no estaba convencido. Siempre justificaba la idea de quedarse. “No, el dinero”, “no, que no nos alcanza, “no, que yo quiero coger un avión”. Luego de muchas negociaciones, en enero y abril del 2016… Un puente aéreo Panamá-México comenzó hoy con el primer grupo de migrantes cubanos que han permanecido en el territorio panameño. Un poco más al norte, en Costa Rica… Y hay que recordar que una vez en México, un cubano solo tenía que cruzar la frontera para comenzar el proceso de convertirse en residente permanente de Estados Unidos. Según Ivo, el desacuerdo entre él y Celso empezó a llegar a un punto de crisis. Ivo ya no quería esperar más. Entonces le dijo: El dinero que queda lo voy a coger y voy a arrancar. Y así fue. A finales del 2016 salió solo. Sin Celso. Se montó en un autobús hasta la frontera con Colombia, en Cúcuta. Allí cruzó sin que le pidieran el pasaporte. Una vez que estuvo del lado colombiano, esto fue lo primero que pensó: Ya pasé de lo oscuro a, por lo menos, a la libertad. Cúcuta era otra cosa completamente distinta de Venezuela. Es algo que se siente. Habían luces por todo lado, había… el olor era distinto, la gente era distinto. El próximo paso fue cruzar la selva del Darién para llegar a Panamá. Como tantos otros cubanos que hicieron el mismo camino, la experiencia fue durísima. Cuatro días de fango, montañas altísimas y miedo. Ivo se había juntado con una veintena de cubanos guiados por un coyote, y lo que más recuerda… Los que venían con nosotros decían que yo me drogaba por las mañanas porque yo me levantaba y arrancaba. Eran las ganas que tenía de salir, la voluntad: pa’ lante, pa’ lante, pa’ lante. Y cuando yo veía que todo el mundo: “No, no, no se sienten, no se sienten, vamos, vamos, vamos”. Y a los 4 días, cuando finalmente salió de la selva, ya en Panamá, le dieron la noticia. The policy that we had in place was “Wet Foot/ Dry Foot”, which treated Cuban emigrés completely different from folks from El Salvador, or Guatemala or Nicaragua… Obama lo que quitó fue la ley ejecutiva de “pie seco/pie mojado”. ¿Y cuál fue tu reacción? Negación. Yo decía, “no puede ser. Eso no puede ser. Eso es una ley del congreso y Obama no la puede quitar” [Risa]. Pero sí era cierto. Ni secos ni mojados, los cubanos ya no podían poner un pie en los Estados Unidos. Ivo estaba entre los últimos en salir del Darién, y como muchos otros, terminó en la sede de Cáritas de Ciudad de Panamá, una organización católica que se dedica a darle refugio a los inmigrantes. La oficina de Cáritas está en una casona de dos pisos donde apenas pueden quedarse dos docenas de personas. Pero en cuestión de días… En el albergue hay unos 300, pero no todos están en el edificio de dos pisos. La mayoría están en carpas y baños improvisados en el patio. Hay varias mujeres embarazadas viviendo en el lugar. Solicitan quedarse en Panamá. De pronto Ivo se encontraba en medio de una de esas crisis que había visto en las noticias en Caracas. Ahora era él uno de los cubanos varados en el camino. Y gente como él seguía llegando todos los días. Personas que apenas salían del Darién, se enteraban de que la ley había cambiado. De día, Ivo ayudaba a hacer los almuerzos para todos los que estaban varados en Cáritas, y por las noches salía de la casona para conocer la vida nocturna de Panamá. Yo, o sea, conocí a muchas personas, conocí la ciudad, me sacaron a restaurantes, me sacaron a centros nocturnos. Consiguió un trabajo de mesero en un restaurante. Ya tenía 3 meses de haber salido de la selva del Darién, cuando el gobierno anunció que iba a trasladar a todos los cubanos del albergue de Cáritas a otro albergue, uno con mejores condiciones. A primera vista, no era una mala noticia. Pero el gobierno también anunció que los que no se mudaran serían deportados. Entonces Ivo se vio forzado a aceptar. Y ahí, en ese nuevo albergue, fue donde yo lo conocí. Una pausa y volvemos. Hola, soy Kelly McEvers y Embedded está de vuelta. Recientemente nos dimos cuenta de algo: es difícil evaluar el trabajo de un político que no tiene ninguna experiencia previa. Pero con Donald Trump, lo intentamos de todas formas, y obtuvimos historias y lecciones provenientes de la experiencia que sí tiene: en negocios y en televisión. Encuéntranos en la app de NPR One o donde escuches tus podcasts. Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Seguimos con nuestro productor Luis Trelles. Dentro del nuevo albergue nada estaba muy claro. Primero, a los cubanos, se les dijo que serían enviados a un tercer país que sí los recibiría, como Canadá, o Australia. Luego se habló de devolverlos al país de donde vinieron, es decir, a Colombia, pero ninguno quería regresar. Y también se mencionó la opción que nadie quería escuchar: la de ser deportados de vuelta a Cuba. La mayoría de los cubanos habían vendido todo, hasta sus casas, para hacer el viaje. Y eso va sin mencionar los miles de dólares que muchos habían recibido de parte de sus familiares en Estados Unidos. Obviamente Ivo no quería volver a Cuba. Ya yo quemé esas naves, yo dejé todo eso para… para algo mejor. O sea, yo no… yo no me veo en Cuba. Yo no me siento bien en Cuba, yo me siento en Cuba ahogado, oprimido. Me siento… como… No sé, como cuando tú coges un animal y lo encierras en un… así que… que solamente puede moverse, comer y dormir. Eso es lo que yo siento en Cuba. Y mientras se decidía su futuro, su única opción era seguir recluido en el albergue. Y era claro que no estaba contento. Yo no tengo nada que ver con el campo. A mí la naturaleza no me interesa. Yo soy de ciudad. De centros [risas], de clubes y de restaurantes, yo no soy de esto. La rutina del albergue siempre es la misma: duermen 8 en un cuarto. Los miércoles salen en autobuses vigilados por el servicio panameño de inmigración para retirar el dinero que les envían sus parientes. Y el resto del tiempo: [Jugando dominó] Lo siento, Leo. [Risas] ¡Yo, va a ser! Lo siento, Leo. Allí, ellos hacen un torneo de dominó. Haciendo un juego, porque imagínate, estamos aburridos aquí. El dominó es el juego de cubanos. Luego de nuestra entrevista, Ivo me dio un recorrido por el albergue. Y aquí compramos café. Ah, esta es la tienda de café. Aquí compras el café, te fumas un cigarrito. Y mientras íbamos caminando por los pasillos, empecé a ver la pequeña villa que los cubanos habían construido allí. Los habitantes son personas que están acostumbradas a hacer mucho con poco. A “resolver”, como dicen en la isla. Y esto lleva a todo tipo de inventos. Tipo “selfie stick” criollo inventado… Como cuando Ivo me llevó al cuarto de un señor que había construído un “selfie stick” de madera que estaba pegado a la cama. Era la manera que tenían de acostarse a ver videos del teléfono. Y son cosas que uno va creando para estar uno estar más cómodo aquí hasta ver cuál es la situación, en realidad, de nosotros. Al final, Ivo terminó el recorrido llevándome a su cuarto. Allí había 4 camarotes donde realmente solo cabían 3. Me llamó la atención que además de las camas, no se veía ningún artículo personal. Y cuando le pregunté a Ivo que dónde estaban sus cosas, señaló con el dedo a una esquina. Este maletín. Ya, eso. ¿Tu vida cabe dentro de aquel bulto? Sí. De hecho lo tengo todo listo, para cuando haya que salir pa’ alguna parte, coger eso y ya. Eran mediados de junio del 2017 cuando nos despedimos. Le deseé suerte, y le dije que ojalá su historia tuviera un final feliz. Pero admito que lo dije sin mucha convicción. La deportación a Cuba de Ivo y del resto de los cubanos en el albergue parecía casi inevitable. Un mes después de irme de Panamá… Les voy a ser muy franco, esa opción no es viable. Como se los había dicho… Este es el viceministro panameño de Seguridad Pública. Visitó el albergue donde estaba Ivo. La opción que yo les voy a presentar hoy es un apoyo económico. Es un proceso que sería la repatriación voluntaria.O sea les ofrecían $1.600 dólares y el boleto de avión a cambio de que volvieran a Cuba. Era una manera de borrar el problema de los cubanos sin hacer mucho escándalo. El viceministro les daba 15 días para que consideraran la propuesta… aunque realmente no ofreció ninguna otra opción. Todo parecía indicar que Ivo había llegado al final del camino, cuando me llegó un mensaje suyo por Whatsapp. Hola, Luis, sí ya, bueno aquí, ya tú sabes la noticia. Tú la viste, estamos en los 15 días de gracia para pensar qué es lo que queríamos hacer. Yo no quiero regresar a Cuba. Y no era el único. Los cubanos del albergue se estaban comenzando a escapar. Ya se han ido 17 personas de los 117 que habían, ya quedamos 100 solamente. De esos 100, muchos, no te sé decir un número exacto, pero bastantes, están planificando irse entre el sábado y el domingo. El plan de los que se fugaban era cruzar las fronteras de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México para llegar a Estados Unidos y allá pedir asilo político. Era un viaje largo que tendrían que hacer a pie, y en lanchas, de taxi en taxi, y en autobús. Obviamente era muy riesgoso, no solo por los peligros de la ruta, sino también porque era factible que los cogieran en el camino y los deportaran. Pero esta era la última carta que les quedaba por jugar. El viaje no es nada barato. No solo se necesita el dinero para pagarles a los coyotes que los llevan de frontera a frontera, sino también para contratar a un abogado en México que los ayude a tramitar un salvoconducto que les permita llegar a la frontera con Estados Unidos. Ivo no tenía dinero, pero sabía cómo conseguirlo. Desde sus días de guía nocturno de la Habana se mantenía en contacto con algunos clientes. Con el tiempo se habían vuelto amigos, y ahora estaban a punto de sacarlo del peor apuro de su vida. Estoy conversando con unas amistades que ya me ayudaron una vez. Que me dieron dinero para llegar hasta aquí. Y estoy esperando que me manden un dinero para seguir. Pero tampoco quiero precipitarme y salir ya. Porque tampoco voy a correr riesgos innecesarios. En ese mensaje, Ivo me explicó que la salida del albergue era delicada. Varios cubanos habían sido capturados en Costa Rica y Nicaragua, y ya habían sido deportados a Cuba. Ivo quería esperar un poco para no salir con los grupos grandes de 10 y 12 personas porque esos eran más fáciles de detectar y capturar. Estábamos a mediados de julio, y en esos días lo llamé varias veces. Pero sin éxito. Fueron días sin recibir noticias de él, y por supuesto que me comenzaba a preocupar. Hasta que recibí este mensaje. Mi amigo, estamos conectados, porque yo estaba pensando en ti también. Hoy salgo para Costa Rica. O sea, ya decidí hacer el viaje y ya tengo el dinero y tengo todo. Mis amistades de Estados Unidos me ayudaron, como yo te había dicho, ¿te acuerdas? Deséame mucha suerte. Reza mucho por mí si crees en Dios. Y cada vez que pueda y tenga una conexión te tiraré un mensajito para allá. Yo pienso salir por la tarde de aquí del campamento. Eso es lo que tengo planificado. Unas horas después recibí un texto que decía simplemente “ya salí”. Y al día siguiente me llegó un enlace de Google Maps a su ubicación: había llegado a La Cruz, en Costa Rica, justo en la frontera con Nicaragua. Una hora más tarde me llegó otro mensaje: Mano, todo bien. Estoy aquí en… en La Cruz, esperando para ver si salgo esta noche para Honduras. Pero si no, bueno mañana también. Te mantengo al tanto. Antes de salir finalmente de Costa Rica, Ivo me envió un último mensaje detallando la ruta que iba a tomar: Los planes son pasar pasar Nicaragua en otro día y estar —hoy es martes, ¿no?— estar mínimo jueves o viernes en Honduras ya. En Honduras tenemos que hacer una estancia de uno o dos días esperando el salvoconducto que nos dan en Honduras. Y atravesamos Guatemala hasta Tapachula y en Tapachula, bueno, ahí sí tenemos que hacer una estancia de un mes, más o menos, esperando el salvoconducto con un abogado. Es decir que el plan era llegar a México en una semana. Esperaba recibir más mensajes de Ivo durante el camino. Pero después de eso, silencio. De nuevo. Esta vez el corte en la comunicación duró unos 10 días, hasta que finalmente volví a saber de él. Todo bien, todo bien, hermano. Todo bien. Ya estoy en Honduras. Fue una odisea que te contaré con detalle más adelante, pero todo bien. Si me dan chanche, te cuento más tarde o mañana por la mañana, porque estoy bien matao. Y 5 días después, esto: Hola amigo, ya estoy en ya Tapachulas, México. Entré hoy a las 3 de la tarde, más o menos. Lo logró. Llegó a la parada más importante de su viaje hasta el momento. El viaje fue bien accidentado, pero gracias a Dios no hubo nada fatal. Bueno, estamos un poco cansados, los pies inflamados, 2 días sin dormir, pero… pero ya estamos aquí ya. 4 coyotes, 5 fronteras, $1.000, más o menos 2 mil millas recorridas: ése era el saldo del viaje. En los 15 días que les tomó llegar a México, Ivo y los 3 cubanos que iban con él recorrieron bosques a pie y cruzaron bahías en lanchas clandestinas. En Nicaragua, cuando tomaron el autobús, tuvieron que hacerse pasar por turistas americanos para que no los delataran ante las autoridades migratorias. En la frontera entre Honduras y Guatemala fueron extorsionados por la policía. Y con cada paso estaba el miedo de no poder llegar a salvo, de ser deportado a Cuba, o de perder la vida. Y claro, México no es el destino final, sino la última escala. Su plan, me dijo, es viajar a la frontera con Estados Unidos, y allí entregase a las autoridades migratorias. Es el primer paso para solicitar asilo político. El proceso es largo y complicado, y hay varias etapas en la que el gobierno americano le puede negar la solicitud. El primer obstáculo está en el puesto fronterizo. Cuando Ivo se entregue, un agente de deportación de Estados Unidos escuchará su caso. En ese momento, Ivo tendrá que convencerlo de que en Cuba estaba siendo perseguido por el gobierno, y que enfrentará represalias en caso de que tenga que regresar. En ese punto, el agente de deportación tendrá el futuro de Ivo en sus manos. Le puede negar la entrada, forzando a Ivo a regresar a México, o lo puede ingresar a un centro de detención de migrantes, adentro de Estados Unidos. Si esto pasa, Ivo puede pasar varios días, hasta meses, recluido. Luego, una corte de inmigración decidirá finalmente si se le da asilo político, o si se emite una orden de deportación. Es decir que la entrada a Estados Unidos es difícil, y muchos dirían que no tiene muchas posibilidades. Sin embargo, Ivo no lo ve así. Al principio tenía un poco de duda cuando salí. A mí el miedo mío era el viaje este. Que me fuera a alcanzar el dinero, que no me fuera a pasar nada en el camino. Que… Cómo pasar. Cómo hacer. Esa era mi preocupación. Yo nunca he tenido… Yo nunca he tenido preocupación con la parte norteamericana. La última vez que hablé con Ivo fue a principios de septiembre de este año, 2017. Su plan era entregarse a los agentes de inmigración el 20 de septiembre. Pero ya después perdí contacto con él y no llegué a saber si lo había logrado. Quería saber como estaba, así que llamé a Celso, el compañero con el que Ivo salió de Cuba. Él sigue en Venezuela y me contó que sí, que finalmente Ivo sí había logrado entrar, y que ahora mismo está en un centro de detención para migrantes en el sur de Texas. Cuando hablé con Celso, las autoridades migratorias aún no habían repasado su solicitud de asilo político. Ese proceso podría durar meses, y mientras tanto Ivo deberá permanecer detenido una vez más, sin saber si podrá quedarse o si tendrá que volver a Cuba. Celso había logrado hablar con Ivo varias veces y me dijo que se estaba bien, aunque Ivo le dijo que estaba preocupado por su futuro. Finalmente sí, había entrado a Estados Unidos, pero aún no había llegado a su destino. El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos se encarga de procesar casos como el de Ivo. No tiene estadísticas recientes de la entrada de cubanos al país después de la revocación de “pies secos/pies mojados”. Sin embargo, la Fundación Cuba Libre calcula que más de 1,300 cubanos han entrado a Estados Unidos desde el mes de enero. Muchos de ellos permanecen en centros de detención para migrantes, y la fundación conoce más de 100 casos que han recibido órdenes de deportación de vuelta a Cuba. Esta historia se hizo posible con una subvención del Pulitzer Center for Crisis Reporting. Este episodio es parte de una serie sobre una Nueva Era en la Emigración Cubana que se reportó en colaboración con 14ymedio y El Nuevo Herald. Agradecemos especialmente a Alejandro González y Mario Pentón, de 14yMedio, y a José Iglesias y Nancy SanMartín, de El Miami Herald y el Nuevo Herald. Luis Trelles es productor de Radio Ambulante y vive en Puerto Rico. Esta historia fue editada por Camila Segura y por mí. La mezcla y el diseño de sonido son de Desiree Bayonet y Andrés Azpiri. Ana Prieto hizo el “factchecking”. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Jorge Caraballo, Barbara Sawhill, Ryan Sweikert, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa, Luis Fernando Vargas y Silvia Viñas. Maytik Avirama es nuestra pasante editorial, y Andrea Betanzos es la coordinadora de programas. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. Conoce más sobre Radio Ambulante y sobre esta historia en nuestra página web: radioambulante.org. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

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