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Radio Ambulante - El penacho es nuestro

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+
15
30

Una misión con más corazón que técnica.

Uno de los artefactos precoloniales más importantes de México se encuentra en un museo... en Viena, Austria. Se trata del penacho de México Antiguo, mejor conocido como el penacho de Moctezuma. Desde hace décadas, el gobierno mexicano ha reclamado su regreso a su tierra de origen, sin éxito. Así que un grupo de amigos decidió hacer algo al respecto.



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Esto
es
Radio
Ambulante,
desde
NPR.
Soy
Daniel
Alarcón. Hoy
empezamos
en
Austria.
Específicamente
en
el
Museo
del
Mundo
de
Viena.
Ein
prominentes
Beispiel
für
Feder
arbeiten
mit
den
Federn
des
Quetzalcoatl
ist
der
Penacho,
der
alte
mexikanische
Federn
Kopfschmuck
El
audio
que
escuchan
es
de
un
video
producido
por
el
museo.
Se
ve
un
hombre
en
una
sala
suavemente
iluminada,
con
una
vitrina
detrás.
En
esa
vitrina
hay
un
objeto.
Está
levemente
inclinado,
para
que
se
observe
bien.
Parece
una
diadema,
una
balaca.
La
tela
es
colorida
–celeste,
verde,
rojo–,
con
mucho
ornamento.
Oro.
Pero
lo
que
más
sobresale
son
unas
hileras
de
plumas
enormes.
Multicolores.
Todas
paradas.
Algunas
de
casi
un
metro
de
largo.
Puestas
a
la
luz,
parece
que
las
plumas
pasan
gradualmente
del
verde
al
azul.
El
presentador
está
hablando
de
uno
de
los
objetos
más
importantes
de
la
colección
del
museo.
Y
tal
vez
el
más
famoso:
el
penacho
del
México
Antiguo.
O
bueno,
así
lo
presenta
el
Museo
actualmente.
Es
más
conocido
como
el
Penacho
de
Moctezuma,
el
emperador
del
imperio
mexica.
Früher
gab
es
viele
solcher
Exemplare…
Dice
que
solía
haber
muchos
objetos
como
este,
pero
es
el
único
que
ha
sido
preservado.
Er
ist
über
500
Jahre…
El
penacho
tiene
más
de
500
años
de
existir,
explica
el
presentador,
y
está
en
Austria
desde
finales
del
siglo
XVI.
Y
al
final
agrega:
etwas
das
für
große
Debatten
sorgt.
“Un
tema
de
fuertes
debates”.
Nosotros
estamos
en
una
campaña
para
que
nos
devuelvan
todo
lo
que
se
han
robado
de
arte
y
de
cultura
que
pertenece
a
México.
Este
es
el
presidente
mexicano
Andrés
Manuel
López
Obrador
en
febrero
del
2022,
reclamando
el
regreso
del
penacho
y
otras
obras
precoloniales
a
su
país
de
origen.
No
es
la
primera
vez
que
se
hace
esta
petición.
En
1991,
el
Instituto
Nacional
de
Antropología
e
Historia
de
México
hizo
una
solicitud
formal
a
Austria
para
que
devolviera
el
objeto.
Se
negaron.
Luego,
20
años
después,
el
gobierno
trató
de
pedirlo
prestado
–sí,
prestado,
no
pedirlo
de
vuelta–
a
cambio
de
que
en
el
país
europeo
se
exhibiera
la
carroza
de
Maximiliano,
que
está
en
México.
Maximiliano
era
un
archiduque
austriaco
que
fue
declarado
emperador
de
México
en
el
siglo
XIX
por
Napoleón
tercero.
Y
fue
fusilado
cuando
el
grupo
de
liberales
liderado
por
Benito
Juárez
tomó
el
control.
Esa
propuesta
tampoco
prosperó.
En
el
2020
México
hizo
otra
solicitud.
Igual
que
las
anteriores
propuestas,
llegó
a
nada.
Y
según
López
Obrador,
desde
entonces
las
relaciones
con
Austria
se
han
enfriado…
¿Pero
está
en
contacto
con
los
austriacos?
Ya
a
partir
de
ahí…
este…
hubo
“sana
distancia”.
Sí.
Como
dijo
el
presentador
austriaco,
este
es
un
tema
de
“fuertes
debates”
y
las
cosas
no
son
nada
sencillas.
Ya
nos
adentraremos
en
todo
esto,
pero
por
ahora
lo
que
tienen
que
saber
es
que
no
es
solo
el
gobierno
mexicano
el
que
está
pidiendo
que
devuelvan
la
pieza. También
hay
ciudadanos
mexicanos
que
tienen
el
mismo
objetivo.
Esta
es
la
historia
de
algunos
de
ellos.
Y
cómo
se
infiltraron
en
el
Museo
del
Mundo
de
Viena
para
tratar
de
traer
de
vuelta
el
penacho
a
México.
Nuestro
editor
Luis
Fernando
Vargas
nos
cuenta
después
de
la
pausa.
Este
mensaje
viene
del
patrocinador
de
NPR,
Squarespace.
Destaca
en
cualquier
bandeja
de
entrada
con
las
campañas
por
correo
electrónico
de
Squarespace.
Recopila
suscriptores
y
conviértelos
en
clientes
leales.
Comienza
con
una
plantilla
de
correo
electrónico
y
personalízala
aplicando
los
elementos
de
tu
marca,
como
los
colores
y
el
logotipo
de
tu
sitio.
Los
análisis
integrados
miden
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impacto
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ciento
en
la
compra
de
tu
primer
sitio
web
o
dominio.
Los
dejo
con
Luis
Fernando.
Son
dos
mejores
amigos.
Mi
nombre
es
Yosu
Arangüena,
soy
mexicano
de
49
años,
publicista.
Yo
soy
Sebastián
Arrachedera.
Todo
el
mundo
me
dice
el
pana.
Soy
venezolano
de
nacimiento
y
mexicano
de
corazón.
Se
conocieron
en
sus
veintes,
cuando
comenzaban
a
trabajar
en
una
agencia
de
publicidad.
Ahí
nació
una
amistad,
empezamos
cada
vez
a
viajar
más,
a
ir
a
festivales
de
publicidad,
etcétera,
etcétera
y
nos
hicimos
como
súper
buenos
amigos
Después
de
unos
años
cada
uno
tomó
rumbos
diferentes.
Yosu
formó
su
propia
agencia
de
publicidad
en
México,
Sebastián
empezó
a
trabajar
como
documentalista
en
Los
Ángeles.
Pero
el
vínculo
se
mantiene
estrecho.
Un
día
íbamos
a
hacer
stand
up,
un
día
íbamos
a
hacer
cualquier
locura
que
le
ocurría
a
mi
gordi.
Y
aquí
andamos,
arriando,
de
arrieros
en
el
camino.
Nota:
Gordi
es
como
Yosu
le
dice
a
Sebastián,
de
cariño.
Entonces
sí,
siempre
andan
buscando
qué
hacer
juntos,
para
eliminar
la
distancia
geográfica
que
los
separa.
Hace
poco
más
de
dos
años,
Yosu
fue
a
visitar
a
Sebastián
a
California.
Y
estábamos
un
día,
una
noche,
después
de
haber
manejado
en
una
casa
rodante
por
el
desierto,
tomándonos
un
par
de
whisky
y
de
repente
fue
de…
Oye…
Empezamos
platicar
del
tema
del
penacho.
Yosu
apenas
se
había
enterado
de
la
existencia
del
penacho
en
el
2010,
cuando
vio
una
réplica
que
hay
en
el
Museo
Nacional
de
Antropología,
en
México.
La
verdad
me
da
hasta
pena
decir
que
lo
supe
tan
tarde
en
mi
vida.
Creyó
que
esa
era
la
pieza
original.
Fue
hasta
poco
después,
gracias
a
una
nota
en
un
periódico,
que
se
dio
cuenta
de
que
el
verdadero
penacho
estaba
en
Viena.
Me
entró
la
duda
de
por
qué
está
en
Austria,
¿no?
Este…
se
me
hacía
muy
random.
Austria,
¿no?
Sebastián
no
sabía
mucho
más
tampoco.
Y
en
medio
del
desierto
californiano,
con
whisky
en
mano,
pensaron…
Wow,
imagínate
si
de
pronto
hiciéramos
algo
y
lográramos
traer
de
vuelta
el
penacho,
¿no?
Un
poquito
como
más
un
chiste
que
cualquier
otra
cosa.
Pero
se
nos
quedó
con
el
gusanito
de
“oye
aquí
hay
algo
interesante”.
De
repente
fue
de:
esta
idea
tendríamos
que
hacerla,
¿verdad?,
¿vamos
a
hacerla?,
vamos
a
hacerla.
Hagamos
algo
mexicanísimo.
Un
poquito
al…
Hay
más
ingenio
que
presupuesto
y
más
corazón
que
técnica.
Comenzaron
a
rebotar
ideas
en
los
días
siguientes.
Pensaron
en
una
aplicación,
pero
no
les
parecía
lo
suficientemente
transgresor.
Pensaron
en
viajar
a
Viena,
entrar
al
museo
y
pegar
una
postal
con
una
versión
diferente
de
los
hechos,
que
el
penacho
fue
saqueado
y
que
la
pieza
pertenece
a
México…
no
lo
llegaron
a
pensar
demasiado,
no
les
pareció
llamativo…
En
su
investigación
tratando
de
idear
algo,
llegaron
a
este
hombre…
Xokonoschtletl
Gómora.
Es
un
gran
activista
mexicano
que
llevaba
toda
su
vida
queriendo
que
el
penacho
volviera.
Bueno,
mi
lucha
empezó
hace
40
años.
Muy
largo
tiempo
en
forma
continua.
Y
he
recorrido
más
de
2
millones
de
kilómetros.
Ya
volveremos
a
Yosu
y
Sebastían
pero
quiero
detenerme
para
explicar
quién
es
Xokonoschtletl.
Tiene
71
años,
es
danzante
tradicional
azteca
y
ha
escrito
11
libros
-3
en
español
y
8
en
alemán-.
La
mayoría
son
sobre
la
importancia
de
que
el
penacho
vuelva
a
México
y
sobre
la
necesidad
de
hacer
memoria
histórica
sobre
la
conquista.
Ha
viajado
a
Viena
múltiples
veces
para
hacer
plantones
y
conferencias
sobre
la
importancia
que
el
penacho
tiene
para
su
país,
para
su
cultura.
Ha
llevado
a
danzantes
mexicanos
a
Europa
para
protestar
y
hacer
conciencia
sobre
su
causa.
Aprendió
alemán
para
transmitir
su
mensaje
en
Austria.
Xokonoschtletl
también
viajó
90
kilómetros
desde
su
casa
a
Tabasco
para
conseguir
un
lugar
donde
lo
ayudaran
a
usar
Zoom
para
hablar
conmigo.
90
kilómetros
de
ida
y
90
kilómetros
de
vuelta.
Este
tema
no
solo
es
importante
para
él,
es
su
misión
de
vida.
Su
lucha
por
traer
el
objeto
de
vuelta
a
su
tierra
comenzó
cuando
tenía
30
años
y
se
dio
cuenta
que
en
las
escuelas
no
contaban
a
los
niños
toda
la
historia…
Es
una
historia
oficial,
dicha
por
los
que
ganaron,
por
los
invasores,
por
los
españoles.
Fue
una
historia,
entre
comillas,
escrita
por
ellos
y
hecha
para
ellos,
no
para
los
nuestros.
Para
los
que
son
descendientes
de
los
pueblos
originarios
de
América.
Queremos
parecernos
a
los
gringos,
queremos
parecernos
a
los
franceses,
a
los
italianos,
a
los
españoles
y
olvidamos
el
querer
parecernos
a
lo
que
somos.
Lo
que
dijo
Xokonoschtletl
me
recuerda
a
algo
que
leí
ya
hace
varios
años.
Que
todas
las
identidades
nacionales
tienen
un
enemigo
para
definirse.
Y
que
los
enemigos
de
los
latinoamericanos
somos
nosotros
mismos.
No
si
será
verdad.
No
soy
nadie
para
decirlo,
tampoco.
No
se
lo
pregunté
en
la
ocasión
que
hablamos,
pero
creo
que
Xokonoschtletl
estaría
de
acuerdo
con
esta
idea.
Después
de
500
años,
nos
han
lavado
el
cerebro.
Nos
han
tratado
de
quitar
todo
lo
relativo
a
nuestra
cultura
y
nos
han
querido
hacer
españoles
de
segunda
o
de
tercera
categoría.
Su
posición
es
muy
rígida
en
cuanto
a
lo
que
de
verdad
es
“latinoamericano”
o
“mexicano”.
Para
él,
lo
nuestro
es
solo
aquello
previo
a
la
conquista,
sin
tomar
en
cuenta
esos
500
años
en
que
el
continente
se
ha
transformado
por
migraciones,
por
conflictos
sociales
y
políticos,
por
la
tecnología
y
por
el
inherente
cambio
que
trae
el
paso
del
tiempo.
Parte
de
su
misión
de
vida
es
transmitir
esto
a
la
gente
por
medio
de
conferencias
y
charlas,
pero
es
como
chocar
contra
una
pared.
Trato
de
explicar
a
estos
mexicanos
nuestra
historia
y
la
mayoría
no
la
comprende
porque
vive
en
ciudades
en
donde
tiene
muy
poco
contacto
con
la
naturaleza,
en
donde
ven
solamente
carros,
asfalto,
casas.
Radical,
sí.
Y
me
pregunto
si
es
un
discurso
que
muchas
personas
de
los
pueblos
indígenas
mexicanos
comparten.
Las
cosas,
como
sucede
siempre,
suelen
ser
mucho
más
complejas
que
las
dicotomías
de
blanco
y
negro,
de
esto
y
lo
otro
no.
Y
me
parece
importante
recalcar
esto.
Esta
es
la
posición
de
Xokonoschtletl,
y
claro
hay
gente
que
la
apoya,
pero
no
representa
a
toda
la
diversidad
cultural
de
México.
Lo
cierto
es
que
entender
esta
posición
de
Xokonoschtletl
ayuda
a
comprender
lo
importante
que
es
el
penacho
para
él.
Lo
primero:
para
él
es
más
que
un
penacho,
más
que
un
montón
de
plumas
en
la
cabeza
para
adornar.
Es
una
corona.
Y
esa
diferencia,
dice,
es
importante.
Esta
corona
de
la
cual
estamos
hablando
supera
en
mucho
a
cualquier
corona
europea,
ya
sea
de
algún
rey
o
incluso
de
algún
emperador.
Porque
esa
corona
solamente
representa
para
ellos
lo
político,
lo
económico.
Mientras
que
la
corona
nuestra
representa
lo
espiritual,
eso
es
lo
que
la
hace
sagrada.
Xokonoschtletl
equipara
la
importancia
de
la
corona
con
la
que
tiene
la
mitra
papal,
esa
pieza
que
el
papa
utiliza
en
la
cabeza
durante
las
ceremonias,
para
los
católicos.
Para
es
tan
sagrada
que
yo
no
me
atrevería
a
tocarla.
Y
lo
que
da
ese
carácter
sagrado
son
sus
plumas.
Fue
hecha
de
400
plumas
del
pájaro
quetzal.
400
plumas.
Este
pájaro
es
sagrado.
Para
los
mayas
y
los
aztecas,
el
quetzal
era
el
dios
del
aire.
Las
plumas
de
su
cola
eran
una
alegoría
del
crecimiento
de
las
plantas.
Ahora
bien.
Esa
es
la
versión
de
Xokonoschtletl.
Su
verdad.
La
historia
oficial
es
que
no
sabemos
a
quién
perteneció
la
corona
o
el
penacho.
Y
a
medida
que
avanzan
los
años,
los
antropólogos
que
la
estudian
están
más
convencidos
de
que
no
perteneció
a
ningún
emperador,
sino
que
posiblemente
era
usada
por
sacerdotes,
porque
los
gobernantes
solían
usar
implementos
de
oro.
Otra
cosa
que
no
se
sabe
con
certeza
es
cómo
llegó
a
Europa.
Una
de
las
teorías
más
difundidas
es
que
fue
un
regalo
de
Moctezuma
a
Hernán
Cortés,
el
líder
de
la
expedición
que
conquistó
México
en
1521.
Luego,
los
españoles
llevaron
la
pieza
de
vuelta
a
Europa
y
se
la
obsequiaron
a
Carlos
I
de
España
y
V
del
Sacro
Imperio
Romano
Germánico.
Hay
gente
que
cree
que
el
que
haya
sido
un
regalo,
vuelve
el
reclamo
un
poco
injusto.
Algo
que
se
sabe,
según
los
escritos
históricos
de
la
época,
es
que
los
españoles,
después
de
obtener
la
pieza,
capturaron
a
Moctezuma
y
que
murió
de
causas
poco
esclarecidas.
Y
bueno,
eso
que
podría
decirse
que
también
es
injusto.
Entonces,
al
parecer,
el
objeto
se
trasladó
a
Viena
en
la
segunda
mitad
del
siglo
XVII,
donde
aparece
en
la
colección
de
arte
del
archiduque
Fernando
II
de
Habsburgo,
que
era
pariente
de
Carlos
I.
Luego,
se
mueve
varias
veces
a
causa
de
guerras
y
otras
circunstancias
hasta
que
en
1814
vuelve
a
Viena
para
ser
exhibido
en
el
Palacio
de
Belvedere
Bajo.
Hasta
ese
momento
la
idea
de
que
el
penacho
era
del
mismísimo
Moctezuma
no
existía.
Es
más,
durante
muchos
años
los
europeos
no
pudieron
descifrar
exactamente
qué
era.
Fue
hasta
finales
del
siglo
XIX
que
una
antropóloga
estadounidense,
Zelia
Nuttall,
concluyó
que
una
pieza
tan
hermosa
solamente
pudo
haber
sido
usada
por
el
emperador.
Así
de
arbitrario.
En
los
medios
de
comunicación
y
la
academia
se
reprodujo
esta
idea
y
los
museos
de
Viena
se
anunciaban
como
poseedores
de
una
pieza
del
gran
líder.
Así
fue
durante
muchos
años.
Xokonoschtletl
está
seguro
de
que
el
penacho
es
la
corona
de
Moctezuma
y
esto
la
hace
muy
importante
para
él.
Hace
eco
de
la
teoría
de
Nuttal,
que
una
pieza
así
no
la
usaba
cualquiera.
Xokonoschtletl
es
una
persona
que
ha
escuchado
toda
su
vida
que
el
objeto
perteneció
a
un
personaje
muy
relevante
para
su
cultura,
un
personaje
sagrado,
y
hace
que
su
misión
de
vida
sea
que
la
pieza
vuelva
donde
pertenece.
Pero
bueno,
tal
vez
se
estén
preguntando,
¿por
qué
Austria
no
quiere
devolver
la
pieza
a
México?
Traté
de
conseguir
una
entrevista
con
un
representante
del
museo,
pero
hasta
el
momento
no
he
podido
lograr
que
me
la
den.
Sin
embargo,
en
el
video
del
penacho
que
escuchamos
al
inicio
se
explica.
Este
es
Christian
Schicklgruber,
el
director
adjunto
del
Museo
del
Mundo
de
Viena.
Sind
Federn,
die
mehrere
100
Jahre
alt
sind
und
in
der
Zwischenzeit…
Dice
que
debido
a
que
las
plumas
del
penacho
datan
de
varios
siglos
atrás,
están
tan
secas
y
frágiles
que
la
más
mínima
vibración
las
destruiría.
Es
hat
umfangreiche
Untersuchungen
gegeben,
einerseits…
Y
explica
que
durante
dos
años
se
hicieron
estudios
compartidos
entre
restauradores
del
museo
de
Viena
y
conservadores
mexicanos
que
dejaron
claro
que
el
penacho
es
demasiado
frágil
para
ser
transportado. Xokonoschtletl
no
se
lo
cree.
Es
una
falacia,
una
mentira,
o
mejor
dicho,
un
pretexto
para
no
devolver
aquello
que
es
nuestro.
Pero
volvamos
a
Sebastian
y
Yosu.
Ambos
piensan
que
la
justificación
que
da
el
museo
para
no
mover
la
pieza
más
bien
son
excusas.
Nosotros
pensamos
que
se
puede
mover,
carajo,
se
puede…
Acaban
de
mandar
un
satélite
a
50
millones
de
kilómetros.
Creo
que
se
puede
mover
un
pedazo…
o
sea,
la
tecnología
ha
cambiado,
pero
de
todos
modos
no
importa,
porque
los
mexicanos
no
merecen
tenerla
porque
está
muy
cañón
moverlo.
Para
Yosu
es
un
gesto
paternalista.
Para
él
es
como
si
el
museo
estuviese
diciendo:
Está
mejor
en
nuestras
manos
que
en
las
suyas”.
Es
muy
arrogante
decirle
a
una
cultura
que
están
mejor
sus
cosas
allá
que
acá,
y
aunque
no
las
estuvieran,
no
son
de
ellos.
No
es
decisión
de
ellos.
Si
yo
quemo
mi
casa,
es
mi
casa.
Una
vez
que
llegaron
al
nombre
de
Xokonoschtletl,
algo
se
despertó
en
ellos.
Una
idea:
transportar
la
voz
de
esta
persona
dentro
del
museo,
pero
discretamente.
No
con
altoparlantes
sino
hablándoles
a
los
asistentes
al
oído.
Es
decir,
por
medio
de
las
audioguías.
Esos
aparatos
que
cada
persona
puede
utilizar
para
recibir
una
visita
guiada
sin
necesidad
de
ir
acompañado
por
un
guía
del
museo.
Cuando
llegamos
a
la
audioguía
es
cuando
dijimos
“hijo
aquí
hay
algo,
aquí
hay
algo
porque
el
medio
nadie
lo
ha
tocado”.
A
la
parte
que
más
me
emocionó
fue
eso.
Decidieron
que
esa
era
la
manera:
insertar
un
audio
de
Xokonoschtletl
en
las
audioguías
del
museo.
El
cómo
podría
dejarse
para
después.
En
ese
momento
lo
importante
era
saber
si
Xokonoschtletl
estaba
dispuesto
a
participar.
Lo
contactaron
a
través
de
Facebook.
Fue
Sebastián
quien
le
escribió.
Tenían
miedo
de
parecer
unos
locos.
Él
no
tenía
idea
de
quiénes
eran
ellos.
Y
no
sabían
si
desconfiaría. Pero
Xokonoschtletl
estuvo
a
bordo
desde
el
inicio.
Me
pareció
muy
bien
desde
el
principio
porque
fue
una
idea
excelente.
Ahora
tocaba
pensar
la
logística.
Pero
de
algo
estaban
seguros:
iban
a
hacer
saber
su
posición
al
Museo
del
Mundo
de
Viena.
Una
pausa
y
volvemos.
Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante.
Antes
de
la
pausa
escuchábamos
los
planes
de
dos
mexicanos
y
un
mexicano
de
corazón,
nacido
en
Venezuela,
para
infiltrarse
en
el
Museo
del
Mundo
de
Viena
y
reclamar
su
pieza
más
valiosa:
el
Penacho
de
México
Antiguo,
mejor
conocido
como
el
penacho
de
Moctezuma.
Aunque
la
versión
oficial
dice
ahora
que
no
era
de
él,
sino
de
un
sacerdote.
Más
allá
de
a
quién
perteneció,
Yosu,
Sebastián
y
Xokonoschtletl
creen
que
la
versión
del
museo
no
cuenta
toda
la
historia.
Hay
una
versión
de
la
historia
que
se
cuenta
en
el
museo,
que
es
algo
mucho
más
superficial
y
exótico
para
un
público
con
un
desde
un
punto
de
vista
totalmente,
casi,
casi
patriarcal
de
quién
tiene
la
corona
y
evitando
a
toda
costa
hablar
de
la
realidad.
Y
es
que
fue
producto
del
saqueo,
¿no?
No
es
que
el
museo
se
niegue
a
hablar
de
la
conquista.
De
hecho,
está
ahí
en
la
página
web
y
en
la
descripción
de
la
pieza.
Pero
es
cierto
que
no
se
habla
del
baño
de
sangre
que
dejó.
Se
deja
la
información
vaga,
nebulosa.
Lo
que
dice
explícitamente
es
que
el
penacho
es
propiedad
de
la
República
de
Austria.
Pero
bueno,
Yosu
y
Sebastián
idearon
un
plan
para
introducir
un
discurso
de
Xokonoschtletl
en
el
museo
sin
que
las
autoridades
se
dieran
cuenta:
por
medio
de
las
audioguías.
Luis
Fernando
nos
sigue
contando.
Una
vez
que
Xokonoschtletl
se
unió
a
la
operación,
el
siguiente
paso
era
crear
el
audio
que
escucharían
los
visitantes
del
museo. Xokonoschtletl
escribió
un
texto
explicando
lo
que
significa
la
pieza
para
los
descendientes
de
los
aztecas.
Lo
llevaron
a
un
estudio
para
que
lo
grabara. Casualmente
me
dijeron
que
estuvieron
en
el
estudio
el
13
de
agosto
de
2021.
El
día
que
se
cumplieron
500
años
de
la
caída
de
Tenochtitlán,
la
capital
de
la
civilización
Mexica.
Luego
lo
editaron,
con
música.
Este
símbolo
azteca
se
llama
realmente
Copilli
Quetzaly
en
la
lengua
náhuatl,
que
quiere
decir
corona
real
preciosa.
Y
es
para
nosotros,
muy
importante….
Habla
de
cómo
está
hecha,
de
cuáles
son
las
plumas
que
la
que
lo
conforman.
El
simbolismo
de
cada
una
de
esas
plumas
para
una
cultura.
La
corona
tiene
400
plumas
largas,
símbolo
de
sabiduría,
poder,
eternidad
e
infinito.
Era
básicamente
impregnar
a
un
objeto
con
todo
un
significado
que
quizás
hoy
en
día
los
visitantes
ni
siquiera
estaban
poniéndose
a
pensar
que
eso
tuviera
esa
importancia,
¿no?
Para
los
europeos,
el
penacho
es
bonito,
antiguo
y
principalmente
exótico.
Pero
para
nosotros,
los
aztecas,
esta
corona
es
portadora
de
fuerza,
poder
y
sabiduría
del
soberano
Moctezuma,
Xocoyotzin.
Y
lo
más
importante:
hacen
el
reclamo
directamente.
Por
eso
lo
queremos
de
vuelta.
Debe
de
regresar
a
México,
a
donde
pertenece.
Nosotros
no
editamos
lo
que
él
dijo,
o
sea,
le
dijimos
mira,
creemos
que
tienes
que
presentar
las
audioguías
para
que
entienda
la
gente
lo
que
está
pasando,
porque
allá
en
el
museo
van
a
decir
qué
pasa
aquí,
¿no?
Luego
tradujeron
el
audio
al
inglés
y
al
alemán.
Ahora
seguía
conseguir
los
archivos
de
las
audioguías
del
Museo
del
Mundo
de
Viena,
para
crear
unas
réplicas.
Una
amiga
ucraniana
los
puso
en
contacto
con
alguien
en
Viena,
que,
a
escondidas,
tomó
una
audioguía
del
museo
y
traspasó
los
contenidos
a
una
computadora.
Es
fácil,
la
audioguía
funciona
como
un
disco
duro:
es
cuestión
de
conectar
a
la
computadora
y
copiar
y
pegar.
Con
los
archivos
ya
en
su
posesión,
devolvió
el
aparato.
Y
obviamente
le
tomamos
una
foto
para
saber
cuál
era
la
audioguía
que
tenía
el
museo.
O
sea,
el
modelo
del
aparato,
para
conseguir
unos
iguales.
Buscaron
en
internet
a
la
productora
de
las
audioguías.
Era
una
compañía
rusa.
Compraron
50
aparatos
exactamente
iguales
a
los
que
había
en
el
museo
de
Viena.
Era
un
número
arbitrario.
Lo
que
cabía
en
el
presupuesto
que
tenían.
Y
es
que
esto
fue
una
operación
totalmente
financiada
por
Yosu
y
Sebastián,
o
sea
todo
venía
de
sus
ahorros.
La
idea
era
importar
los
50
aparatos
a
México,
pero
por
temas
de
aduanas,
no
se
podía.
Así
que
las
enviaron
a
Austria.
Ya
para
ese
momento
varias
personas
en
Viena,
amigas
de
la
amiga
ucraniana
de
Yosu
y
Sebastián,
estaban
involucradas
en
la
operación,
ayudando
a
que
los
aparatos
de
las
audioguías
llegaran
bien
a
Austria.
Con
todo
esto
listo,
Yosu
y
Sebastián
tomaron
un
avión
a
Viena.
Ya
estaban
las
audioguía
listas
y
preparadas
para
poder
entrar
al
museo
con
toda
la
información
exactamente
igual,
pero
en
el
audio
68,
el
audio
de
Xokonoschtletl
Gómora
diciendo
su
verdad.
Cada
quien
agarró
una,
una
audioguía,
nos
la
guardamos
en
la
ropa,
entramos
a
diferentes
momentos
del
museo
y
diferentes
días,
pedíamos
una
audioguía,
¿no?
La
pagábamos,
¿no?,
nunca
dijimos
que
éramos
mexicanos.
La
verdad
es
que,
por
lo
menos
Yosu,
estaba
bien
asustado
de
que
los
agarraran.
Daba
pánico.
Yo
soy
muy,
muy
paniqueado,
este
Sebastián
es
mucho
más
valiente
que
yo,
Entraban.
Paseaban
un
rato,
tranquilos.
Hicimos
pasar
como
que
estábamos
viendo
las
cosas,
grabamos
con
cámaras
escondidas
y
luego
íbamos
al
baño.
En
el
baño
sacaban
las
audioguías
que
ellos
habían
comprado,
las
que
tenían
el
audio
modificado.
Y
afortunadamente
para
nosotros
y
desafortunadamente
para
el
museo,
tienen
un
sistema
muy
europeo
donde
nomás
uno
deja
el
audioguía
en
una
canasta,
¿no?
pues
jugamos
un
poco
al…
al
desorden.
Depositaban
las
dos
audioguías,
la
del
museo
y
la
de
ellos,
en
la
canasta
de
salida.
Y
se
iban.
Rápido.
La
idea
era
crear
confusión,
pero
no
tanta
sospecha.
Que
dijeran
¿qué
está
pasando?
¿por
qué
hay
más
audioguías?
Ah
seguramente
alguien
trajo
unas
nuevas.
Porque
si
faltan
audioguías
es
muy
rápido
que
suene
alarma,
¿no?
Se
están
chingando
las
audioguías,
¿no?
Pero
si
dejaban
más,
no
solo
desconcertaban
sino
que,
además,
pues
técnicamente
no
se
estaban
robando
nada.
Era
la
opción
menos
riesgosa
legalmente.
La
que
menos
probabilidades
daba
de
ir
a
la
cárcel.
Y
así
lo
hicieron,
por
varios
días.
Unos
día
dejaban
una,
otro
día
no
iban.
Y
así.
Poco
a
poco,
llenando
el
museo
de
audioguías. Los
austriacos
que
les
estaban
ayudando
también
ingresaban
audioguías.
Los
nervios
del
primer
día
se
fueron
pronto.
Al
ver
que
en
realidad,
era
bien
fácil
ingresar
los
aparatos
nuevos. Mientras
estaban
en
Viena,
Xokonoschtletl
sacó
una
cita
para
Sebastián
y
Yosu
con
dos
congresistas
austriacas.
Una
de
ellas
es
Petra
Bayr.
I’m
dealing
with
the
issue
not
very
intensive,
but
for
12
years
or
so…
Dice
que
desde
hace
12
años
ha
estado
trabajando
el
tema
del
penacho.
Aunque
admite
que
no
de
manera
demasiado
intensa.
En
ese
primer
momento,
el
entonces
presidente
de
la
comisión
de
relaciones
exteriores
había
solicitado
revisar
la
posibilidad
de
devolver
el
penacho
a
México,
así
que
se
discutieron
las
vías
legales
para
hacerlo.
Pero
la
revisión
técnica
concluyó
que
la
corona
no
se
podía
mover.
Petra
cree
que
es
hora
de
hacer
una
nueva
investigación.
During
this
12
years,
a
lot
of
technical
development
happened.
So
I
simply
ask
to
have
another
another
investigation
of
whether…
Que
en
estos
12
años
la
tecnología
ha
avanzado
bastante
y
pide
que
simplemente
se
evalúe
de
nuevo
para
ver
si
es
posible
transportarla
a
México.
Sebastián
y
Yosu
sacaron
una
cita
con
Bayr
y
le
hicieron
escuchar
el
audio
de
Xokonoschtletl.
Bayr
me
contó
que
su
visión
de
la
situación
no
cambió
mucho
porque
ella
ya
pensaba
que
la
pieza
debería
estar
en
México.
That
was
another
proof
that
there
are
really
people
demanding
for
it
and
that
there
are
people
whom
this
piece
is
very
has
a
lot
of
values
for
them.
Que
el
audio
era
otra
prueba
de
que
hay
gente
que
está
reclamando
que
la
pieza
vuelva
a
su
país
de
origen
y
para
la
cual
tiene
un
gran
valor.
Era
otra
capa
en
su
argumento
de
que
la
pieza
estaría
mejor
en
México
que
en
Austria.
Para
el
momento
de
la
reunión,
Bayr
ya
tenía
una
moción
preparada
para
presentar
en
el
parlamento.
Abriría
la
posibilidad
de
discutir
que
la
pieza
sea
transportada
a
México
y
les
dijo
que
la
iba
a
presentar.
Sebastián
y
Yosu
estaban
emocionados,
pero
no
esperanzados.
Lo
primero
que
pienso
o
yo
pensé,
dije
“ay
esto
como
todos
los
políticos
de
mi
país,
nunca
va
a
pasar
nada”.
Pero
a
pocos
días,
Bayr
presentó
la
moción.
Y
fue
discutida
en
abril
del
2022.
It
was
a
very,
very
intensive
and
very
serious
debate
about
it.
But
I
didn’t
expect
to
be
honest.
Fue
un
debate
intenso,
dice,
y
muy
serio.
Ella
no
lo
esperaba,
si
es
honesta.
The
chair
of
the
Committee
for
Culture
made
the
suggestion
that
we
should,
on
the
one
hand,
invite
people
who
are
engaged
in
this
case,
and
have
a
meeting
at
the
museum…
La
presidencia
del
comité
de
cultura
propuso
que
el
caso
se
discutiera
involucrando
a
diferentes
partes
en
una
reunión
en
el
Museo
del
Mundo
de
Viena.
La
reunión
ocurrirá,
seguramente,
después
del
verano
europeo,
o
sea
después
de
septiembre
del
2022.
Luego
de
tres
semanas
en
Viena,
Yosu,
Sebastián
y
los
otros
colaboradores
lograron
meter
47
audioguías
al
museo.
Después
de
ingresarlas,
todo
estuvo
fuera
de
sus
manos.
No
sabemos
si
lo
oyeron
dos
o
diez
mil.
Volvieron
a
México
y
a
Los
Ángeles
y
de
inmediato
se
prepararon
para
sacar
una
campaña:
un
comunicado,
una
página
web
y
una
petición
en
Change.org
para
pedir
que
el
penacho
vuelva
a
México.
La
noticia
empezó
a
circular
el
10
de
febrero
del
2022.
Pero
tres
días
antes…
el
7
de
febrero…
Casualmente,
justo
cuando
estamos
por
lanzar
o
lanzando
el
vídeo
a
la
prensa,
sale
Andrés
Manuel
López
Obrador,
el
presidente
de
México,
a
decir
que
tienen
que
devolver
el
penacho
y
se
arma
todo
un
revuelo.
Porque
los
que
tienen
el
penacho
también
de
manera
ilegal…
este…
argumentan
que
no
lo
pueden
mover,
que
han
hecho
estudios
y
que
se
dañaría…
O
sea,
llevamos
dos
años
en
esto
y
el
mal
timing
siempre
es
eso
Pero
siguieron
con
sus
planes.
Lanzaron
el
comunicado
y
sí,
hubo
medios
que
se
interesaron
por
la
intervención,
pero
que
se
echaron
para
atrás
al
sospechar
de
la
relación
entre
ellos
y
el
gobierno.
Entonces
mucha
gente
nos
empezó
a
decir
que
nosotros
estamos
pagados
por
el
gobierno,
que
éramos
parte
de
una
campaña.
Bueno…
Pero
siempre
aclaraban
a
los
periodistas
que
no,
que
nada
que
ver.
Que
es
más,
las
únicas
personas
que
no
nos
han
contactado
en
toda
esta
aventura
es
el
gobierno
de
México.
Lo
dice
porque,
a
pesar
de
que
algunos
medios
no
sacaron
una
nota
al
respecto,
la
noticia
de
la
intervención
se
esparció
rápidamente
por
México
y
el
mundo.
En
información
internacional:
dos
mexicanos
hackearon
audios
del
museo
de
Viena
en
protesta
para
pedir
a
Austria
que
devuelva
el
penacho
de
Moctezuma.
Hace
algunas
semanas
se
dieron
a
la
tarea
de
hacer
algo
inédito,
una
intervención
y
poner
unas
audioguías
de
la
verdad
en
el
Museo
de
Viena…
Por
su
parte
el
Museo
del
Mundo
de
Viena,
que
hasta
ese
momento
había
guardado
silencio,
tal
vez
porque
ni
sabía
de
la
infiltración,
respondió
muy
diplomáticamente.
La
verdad
que
lo
hicieron
muy
bien.
Dijeron
que
les
había
parecido
una
acción
increíble
porque
estaban
totalmente
a
favor
de
la
polifonía.
La
intervención
se
hizo
tan
viral
que
hasta
López
Obrador
siguió
insistiendo
con
el
tema.
No
hay
que
cerrar
el
expediente.
Hay
que
seguir
insistiendo
que
nos
devuelvan
el
penacho
y
que
nos
devuelvan
todo
lo
que
se
han
robado,
que
pertenece
a
los
mexicanos.
Las
respuestas
del
público
fueron
variadas.
Si
te
metes,
por
ejemplo,
a
los
comentarios
del
post
de
Facebook
en
el
diario
La
Jornada
–la
primera
nota
que
apareció–
hay
desde
apoyo
y
admiración
a
Yosu
y
a
Sebastián,
comentarios
que
dicen
que
lo
pueden
cuidar
mejor
en
Viena,
hasta
reclamos
de
que
hay
temas
más
importantes.
En
Twitter
leí
uno
que
decía:
“A
nadie
le
importa
el
penacho
de
Moctezuma”. He
conversado
algunas
veces
con
Xokonoschtletl,
y
siento
que
esa
indiferencia
es
algo
que
él
ha
experimentado
durante
sus
años
de
lucha.
Al
no
comprender
estos
mexicanos
lo
que
realizo
no
apoyan,
no
ayudan
y
tratan
de
detener.
Muchas
veces
tratan
de
humillar,
tratan
de
burlarse
de
algo
que
realmente
no
comprenden.
Y
eso
me
entristece
y
me
frustra.
Sebastián
visitó
a
Xokonoschtletl
en
su
casa
en
Tabasco
antes
de
la
infiltración
al
museo.
Dice
que
su
situación
es
muy
precaria.
Y
esto
es
síntoma
de
un
mal
en
Latinoamérica,
no
solo
en
México.
La
exclusión
de
poblaciones
indígenas.
O
sea
el
tema
del
clasismo,
casi
las
castas
y
racismo
en
México…
Pues
queda
muy
claro,
¿no?,
que
ven
a
Xokonoschtletl
hablar
y
dicen
“ah,
ya,
este
guey,
que
es
un
loco
danzante
ahí”…
A
lo
que
me
molesta
es
cuando
dicen
“ah
vete
al
Zócalo
y
ponte
ahí
tus
caracoles
en
las
patas
y
danza”.
Eso
es
un
comentario
muy
clasista.
Eso
es
lo
que
está
atrás
de
esto
es…
“eso
es
de
pinche
indios”,
eso
es
lo
que
están
diciendo.
Y
por
eso,
el
regreso
del
penacho
a
México
sería
una
especie
de
reparación.
Por
eso
es
que
queremos
que
esto
vuelva.
Es
que
el
simbolismo
es
muy
importante,
¿no?
No
solo
para
Xokonoschtletl,
sino
para
muchos
mexicanos
que
se
identifican
como
indígenas
que
han
sido
marginados
por
siglos.
Y
que
les
importa
su
patrimonio
cultural,
y
que
ven
en
este
objeto
algo
importante
de
sus
antepasados. Como
dije
antes,
no
logré
conseguir
una
entrevista
con
el
museo
cuando
cerré
esta
historia,
pero
logré
que
me
dieran
un
statement
oficial
por
correo
electrónico.
Lo
traduzco
del
inglés.
Dice:
“Vemos
la
intervención
artística
que
reemplazó
las
audioguías
del
museo
y
dio
una
grabación
alternativa
acerca
del
penacho
antiguo
de
México
como
una
interesante
contribución
a
la
discusión
actual
acerca
del
legado
poscolonial
en
los
museos
etnográficos”. Y
sí,
es
una
discusión
muy
importante
actualmente.
Cada
día
que
pasa
la
crítica
a
la
historia
de
las
colonizaciones,
llena
de
violencia,
está
pesando
más
y
más
en
los
museos,
generando
presiones.
Tanto
que
en
mayo
del
2021
pasó
esto:
It
is
been
called
a
game
changer
and
the
start
of
a
new
era.
Germany
has
promise
to
begin
returning
the
artifacts
known
as
the
benin
bronzes
to
Nigeria
next
year,
making
it
the
first
country
to
do
so.
“Ha
sido
llamado
un
cambio
en
las
reglas
y
el
inicio
de
una
nueva
era”,
dice
la
periodista.
Y
aclara
que
Alemania
anunció
que
el
próximo
año
devolvería
los
bronces
de
benin
a
Nigeria.
Es
el
primer
país
en
hacer
algo
así.
Después,
siguieron
Escocia,
Inglaterra
y
Francia.
Todos
anunciaron
que
también
devolverán
los
bronces
de
benin
en
su
posesión.
Estas
piezas
están
esparcidas
en
más
de
160
museos
y
muchas
colecciones
privadas. El
Museo
de
Brooklyn
devolvió
más
de
mil
piezas
al
Museo
Nacional
de
Costa
Rica.
Y
así
hay
otros
casos,
especialmente
relacionados
a
coleccionistas
privados. Los
tiempos
están
cambiando,
y
esto
les
da
esperanza
a
Yosu,
Sebastián
y,
especialmente
a
Xokonoschtletl,
que
tiene
la
certeza
de
que
la
pieza
va
a
regresar
a
su
país
de
origen.
Cuando
esta
corona
regrese
a
nuestra
patria,
regrese
a
México,
tengo
la
certeza
que
ahora
van
a
luchar
la
gente
de
Guatemala,
las
personas
de
Perú,
la
gente
de
Bolivia,
la
gente
de
Chile.
Y
van
a
decir:
los
mexicanos
lo
lograron.
Ahora
vamos
nosotros
a
rescatar
nuestras
tierras
sagradas,
a
rescatar
nuestros
orígenes
Y
tal
vez
en
esos
hipotéticos
casos
no
haga
falta
intervenciones
artísticas
que
te
puedan
meter
en
problemas.
Solo
diplomacia
y
revisión
de
la
historia.
Yosu
y
Sebastián
están
preparando
un
documental
sobre
la
intervención
al
Museo
del
Mundo
en
Viena.
Luis
Fernando
Vargas,
es
editor
de
Radio
Ambulante
y
vive
en
San
José,
Costa
Rica.
Este
episodio
fue
editado
por
Camila
Segura
y
por
mí.
Desirée
Yépez
hizo
el
fact-checking.
El
diseño
de
sonido
y
la
música
son
de
Andrés
Azpiri.
El
resto
del
equipo
de
Radio
Ambulante
incluye
a
Paola
Alean,
Nicolás
Alonso,
Lisette
Arévalo,
Pablo
Argüelles,
Aneris
Casassus,
Diego
Corzo,
Emilia
Erbetta,
Fernanda
Guzmán,
Camilo
Jiménez
Santofimio,
Rémy
Lozano,
Juan
David
Naranjo,
Ana
Pais,
Laura
Rojas
Aponte,
Barbara
Sawhill,
Bruno
Scelza,
David
Trujillo,
Ana
Tuirán
y
Elsa
Liliana
Ulloa.
Natalia
Sánchez
es
nuestra
pasante
editorial.
Selene
Mazón
es
nuestra
pasante
de
producción.
Carolina
Guerrero
es
la
CEO.
Radio
Ambulante
se
edita
en
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Radio
Ambulante
cuenta
las
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de
América
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Soy
Daniel
Alarcón.
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Esto es Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón. Hoy empezamos en Austria. Específicamente en el Museo del Mundo de Viena. Ein prominentes Beispiel für Feder arbeiten mit den Federn des Quetzalcoatl ist der Penacho, der alte mexikanische Federn Kopfschmuck El audio que escuchan es de un video producido por el museo. Se ve un hombre en una sala suavemente iluminada, con una vitrina detrás. En esa vitrina hay un objeto. Está levemente inclinado, para que se observe bien. Parece una diadema, una balaca. La tela es colorida –celeste, verde, rojo–, con mucho ornamento. Oro. Pero lo que más sobresale son unas hileras de plumas enormes. Multicolores. Todas paradas. Algunas de casi un metro de largo. Puestas a la luz, parece que las plumas pasan gradualmente del verde al azul. El presentador está hablando de uno de los objetos más importantes de la colección del museo. Y tal vez el más famoso: el penacho del México Antiguo. O bueno, así lo presenta el Museo actualmente. Es más conocido como el Penacho de Moctezuma, el emperador del imperio mexica. Früher gab es viele solcher Exemplare… Dice que solía haber muchos objetos como este, pero es el único que ha sido preservado. Er ist über 500 Jahre… El penacho tiene más de 500 años de existir, explica el presentador, y está en Austria desde finales del siglo XVI. Y al final agrega: … etwas das für große Debatten sorgt. “Un tema de fuertes debates”. Nosotros estamos en una campaña para que nos devuelvan todo lo que se han robado de arte y de cultura que pertenece a México. Este es el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador en febrero del 2022, reclamando el regreso del penacho y otras obras precoloniales a su país de origen. No es la primera vez que se hace esta petición. En 1991, el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México hizo una solicitud formal a Austria para que devolviera el objeto. Se negaron. Luego, 20 años después, el gobierno trató de pedirlo prestado –sí, prestado, no pedirlo de vuelta– a cambio de que en el país europeo se exhibiera la carroza de Maximiliano, que está en México. Maximiliano era un archiduque austriaco que fue declarado emperador de México en el siglo XIX por Napoleón tercero. Y fue fusilado cuando el grupo de liberales liderado por Benito Juárez tomó el control. Esa propuesta tampoco prosperó. En el 2020 México hizo otra solicitud. Igual que las anteriores propuestas, llegó a nada. Y según López Obrador, desde entonces las relaciones con Austria se han enfriado… ¿Pero está en contacto con los austriacos? Ya a partir de ahí… este… hubo “sana distancia”. Sí. Como dijo el presentador austriaco, este es un tema de “fuertes debates” y las cosas no son nada sencillas. Ya nos adentraremos en todo esto, pero por ahora lo que tienen que saber es que no es solo el gobierno mexicano el que está pidiendo que devuelvan la pieza. También hay ciudadanos mexicanos que tienen el mismo objetivo. Esta es la historia de algunos de ellos. Y cómo se infiltraron en el Museo del Mundo de Viena para tratar de traer de vuelta el penacho a México. Nuestro editor Luis Fernando Vargas nos cuenta después de la pausa. Este mensaje viene del patrocinador de NPR, Squarespace. Destaca en cualquier bandeja de entrada con las campañas por correo electrónico de Squarespace. Recopila suscriptores y conviértelos en clientes leales. Comienza con una plantilla de correo electrónico y personalízala aplicando los elementos de tu marca, como los colores y el logotipo de tu sitio. Los análisis integrados miden el impacto de cada envío. Visita Squarespace.com/NPR para obtener una prueba gratuita, y luego usa el código NPR para ahorrar 10 por ciento en la compra de tu primer sitio web o dominio. Los dejo con Luis Fernando. Son dos mejores amigos. Mi nombre es Yosu Arangüena, soy mexicano de 49 años, publicista. Yo soy Sebastián Arrachedera. Todo el mundo me dice el pana. Soy venezolano de nacimiento y mexicano de corazón. Se conocieron en sus veintes, cuando comenzaban a trabajar en una agencia de publicidad. Ahí nació una amistad, empezamos cada vez a viajar más, a ir a festivales de publicidad, etcétera, etcétera y nos hicimos como súper buenos amigos Después de unos años cada uno tomó rumbos diferentes. Yosu formó su propia agencia de publicidad en México, Sebastián empezó a trabajar como documentalista en Los Ángeles. Pero el vínculo se mantiene estrecho. Un día íbamos a hacer stand up, un día íbamos a hacer cualquier locura que le ocurría a mi gordi. Y aquí andamos, arriando, de arrieros en el camino. Nota: Gordi es como Yosu le dice a Sebastián, de cariño. Entonces sí, siempre andan buscando qué hacer juntos, para eliminar la distancia geográfica que los separa. Hace poco más de dos años, Yosu fue a visitar a Sebastián a California. Y estábamos un día, una noche, después de haber manejado en una casa rodante por el desierto, tomándonos un par de whisky y de repente fue de… Oye… Empezamos platicar del tema del penacho. Yosu apenas se había enterado de la existencia del penacho en el 2010, cuando vio una réplica que hay en el Museo Nacional de Antropología, en México. La verdad me da hasta pena decir que lo supe tan tarde en mi vida. Creyó que esa era la pieza original. Fue hasta poco después, gracias a una nota en un periódico, que se dio cuenta de que el verdadero penacho estaba en Viena. Me entró la duda de por qué está en Austria, ¿no? Este… se me hacía muy random. Austria, ¿no? Sebastián no sabía mucho más tampoco. Y en medio del desierto californiano, con whisky en mano, pensaron… Wow, imagínate si de pronto hiciéramos algo y lográramos traer de vuelta el penacho, ¿no? Un poquito como más un chiste que cualquier otra cosa. Pero se nos quedó con el gusanito de “oye aquí hay algo interesante”. De repente fue de: esta idea sí tendríamos que hacerla, ¿verdad?, ¿vamos a hacerla?, vamos a hacerla. Hagamos algo mexicanísimo. Un poquito al… Hay más ingenio que presupuesto y más corazón que técnica. Comenzaron a rebotar ideas en los días siguientes. Pensaron en una aplicación, pero no les parecía lo suficientemente transgresor. Pensaron en viajar a Viena, entrar al museo y pegar una postal con una versión diferente de los hechos, que el penacho fue saqueado y que la pieza pertenece a México… no lo llegaron a pensar demasiado, no les pareció llamativo… En su investigación tratando de idear algo, llegaron a este hombre… Xokonoschtletl Gómora. Es un gran activista mexicano que llevaba toda su vida queriendo que el penacho volviera. Bueno, mi lucha empezó hace 40 años. Muy largo tiempo en forma continua. Y he recorrido más de 2 millones de kilómetros. Ya volveremos a Yosu y Sebastían pero quiero detenerme para explicar quién es Xokonoschtletl. Tiene 71 años, es danzante tradicional azteca y ha escrito 11 libros -3 en español y 8 en alemán-. La mayoría son sobre la importancia de que el penacho vuelva a México y sobre la necesidad de hacer memoria histórica sobre la conquista. Ha viajado a Viena múltiples veces para hacer plantones y conferencias sobre la importancia que el penacho tiene para su país, para su cultura. Ha llevado a danzantes mexicanos a Europa para protestar y hacer conciencia sobre su causa. Aprendió alemán para transmitir su mensaje en Austria. Xokonoschtletl también viajó 90 kilómetros desde su casa a Tabasco para conseguir un lugar donde lo ayudaran a usar Zoom para hablar conmigo. 90 kilómetros de ida y 90 kilómetros de vuelta. Este tema no solo es importante para él, es su misión de vida. Su lucha por traer el objeto de vuelta a su tierra comenzó cuando tenía 30 años y se dio cuenta que en las escuelas no contaban a los niños toda la historia… Es una historia oficial, dicha por los que ganaron, por los invasores, por los españoles. Fue una historia, entre comillas, escrita por ellos y hecha para ellos, no para los nuestros. Para los que son descendientes de los pueblos originarios de América. Queremos parecernos a los gringos, queremos parecernos a los franceses, a los italianos, a los españoles y olvidamos el querer parecernos a lo que somos. Lo que dijo Xokonoschtletl me recuerda a algo que leí ya hace varios años. Que todas las identidades nacionales tienen un enemigo para definirse. Y que los enemigos de los latinoamericanos somos nosotros mismos. No sé si será verdad. No soy nadie para decirlo, tampoco. No se lo pregunté en la ocasión que hablamos, pero creo que Xokonoschtletl estaría de acuerdo con esta idea. Después de 500 años, nos han lavado el cerebro. Nos han tratado de quitar todo lo relativo a nuestra cultura y nos han querido hacer españoles de segunda o de tercera categoría. Su posición es muy rígida en cuanto a lo que de verdad es “latinoamericano” o “mexicano”. Para él, lo nuestro es solo aquello previo a la conquista, sin tomar en cuenta esos 500 años en que el continente se ha transformado por migraciones, por conflictos sociales y políticos, por la tecnología y por el inherente cambio que trae el paso del tiempo. Parte de su misión de vida es transmitir esto a la gente por medio de conferencias y charlas, pero es como chocar contra una pared. Trato de explicar a estos mexicanos nuestra historia y la mayoría no la comprende porque vive en ciudades en donde tiene muy poco contacto con la naturaleza, en donde ven solamente carros, asfalto, casas. Radical, sí. Y me pregunto si es un discurso que muchas personas de los pueblos indígenas mexicanos comparten. Las cosas, como sucede siempre, suelen ser mucho más complejas que las dicotomías de blanco y negro, de esto sí y lo otro no. Y me parece importante recalcar esto. Esta es la posición de Xokonoschtletl, y claro hay gente que la apoya, pero no representa a toda la diversidad cultural de México. Lo cierto es que entender esta posición de Xokonoschtletl ayuda a comprender lo importante que es el penacho para él. Lo primero: para él es más que un penacho, más que un montón de plumas en la cabeza para adornar. Es una corona. Y esa diferencia, dice, es importante. Esta corona de la cual estamos hablando supera en mucho a cualquier corona europea, ya sea de algún rey o incluso de algún emperador. Porque esa corona solamente representa para ellos lo político, lo económico. Mientras que la corona nuestra representa lo espiritual, eso es lo que la hace sagrada. Xokonoschtletl equipara la importancia de la corona con la que tiene la mitra papal, esa pieza que el papa utiliza en la cabeza durante las ceremonias, para los católicos. Para mí es tan sagrada que yo no me atrevería a tocarla. Y lo que da ese carácter sagrado son sus plumas. Fue hecha de 400 plumas del pájaro quetzal. 400 plumas. Este pájaro es sagrado. Para los mayas y los aztecas, el quetzal era el dios del aire. Las plumas de su cola eran una alegoría del crecimiento de las plantas. Ahora bien. Esa es la versión de Xokonoschtletl. Su verdad. La historia oficial es que no sabemos a quién perteneció la corona o el penacho. Y a medida que avanzan los años, los antropólogos que la estudian están más convencidos de que no perteneció a ningún emperador, sino que posiblemente era usada por sacerdotes, porque los gobernantes solían usar implementos de oro. Otra cosa que no se sabe con certeza es cómo llegó a Europa. Una de las teorías más difundidas es que fue un regalo de Moctezuma a Hernán Cortés, el líder de la expedición que conquistó México en 1521. Luego, los españoles llevaron la pieza de vuelta a Europa y se la obsequiaron a Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Hay gente que cree que el que haya sido un regalo, vuelve el reclamo un poco injusto. Algo que sí se sabe, según los escritos históricos de la época, es que los españoles, después de obtener la pieza, capturaron a Moctezuma y que murió de causas poco esclarecidas. Y bueno, eso sí que podría decirse que también es injusto. Entonces, al parecer, el objeto se trasladó a Viena en la segunda mitad del siglo XVII, donde aparece en la colección de arte del archiduque Fernando II de Habsburgo, que era pariente de Carlos I. Luego, se mueve varias veces a causa de guerras y otras circunstancias hasta que en 1814 vuelve a Viena para ser exhibido en el Palacio de Belvedere Bajo. Hasta ese momento la idea de que el penacho era del mismísimo Moctezuma no existía. Es más, durante muchos años los europeos no pudieron descifrar exactamente qué era. Fue hasta finales del siglo XIX que una antropóloga estadounidense, Zelia Nuttall, concluyó que una pieza tan hermosa solamente pudo haber sido usada por el emperador. Así de arbitrario. En los medios de comunicación y la academia se reprodujo esta idea y los museos de Viena se anunciaban como poseedores de una pieza del gran líder. Así fue durante muchos años. Xokonoschtletl está seguro de que el penacho es la corona de Moctezuma y esto la hace muy importante para él. Hace eco de la teoría de Nuttal, que una pieza así no la usaba cualquiera. Xokonoschtletl es una persona que ha escuchado toda su vida que el objeto perteneció a un personaje muy relevante para su cultura, un personaje sagrado, y hace que su misión de vida sea que la pieza vuelva donde pertenece. Pero bueno, tal vez se estén preguntando, ¿por qué Austria no quiere devolver la pieza a México? Traté de conseguir una entrevista con un representante del museo, pero hasta el momento no he podido lograr que me la den. Sin embargo, en el video del penacho que escuchamos al inicio se explica. Este es Christian Schicklgruber, el director adjunto del Museo del Mundo de Viena. Sind Federn, die mehrere 100 Jahre alt sind und in der Zwischenzeit… Dice que debido a que las plumas del penacho datan de varios siglos atrás, están tan secas y frágiles que la más mínima vibración las destruiría. Es hat umfangreiche Untersuchungen gegeben, einerseits… Y explica que durante dos años se hicieron estudios compartidos entre restauradores del museo de Viena y conservadores mexicanos que dejaron claro que el penacho es demasiado frágil para ser transportado. Xokonoschtletl no se lo cree. Es una falacia, una mentira, o mejor dicho, un pretexto para no devolver aquello que es nuestro. Pero volvamos a Sebastian y Yosu. Ambos piensan que la justificación que da el museo para no mover la pieza más bien son excusas. Nosotros pensamos que sí se puede mover, carajo, se puede… Acaban de mandar un satélite a 50 millones de kilómetros. Creo que se puede mover un pedazo… o sea, la tecnología ha cambiado, pero de todos modos no importa, porque los mexicanos no merecen tenerla porque está muy cañón moverlo. Para Yosu es un gesto paternalista. Para él es como si el museo estuviese diciendo: Está mejor en nuestras manos que en las suyas”. Es muy arrogante decirle a una cultura que están mejor sus cosas allá que acá, y aunque no las estuvieran, no son de ellos. No es decisión de ellos. Si yo quemo mi casa, es mi casa. Una vez que llegaron al nombre de Xokonoschtletl, algo se despertó en ellos. Una idea: transportar la voz de esta persona dentro del museo, pero discretamente. No con altoparlantes sino hablándoles a los asistentes al oído. Es decir, por medio de las audioguías. Esos aparatos que cada persona puede utilizar para recibir una visita guiada sin necesidad de ir acompañado por un guía del museo. Cuando llegamos a la audioguía es cuando dijimos “hijo aquí hay algo, aquí hay algo porque el medio nadie lo ha tocado”. A mí la parte que más me emocionó fue eso. Decidieron que esa era la manera: insertar un audio de Xokonoschtletl en las audioguías del museo. El cómo podría dejarse para después. En ese momento lo importante era saber si Xokonoschtletl estaba dispuesto a participar. Lo contactaron a través de Facebook. Fue Sebastián quien le escribió. Tenían miedo de parecer unos locos. Él no tenía idea de quiénes eran ellos. Y no sabían si desconfiaría. Pero Xokonoschtletl estuvo a bordo desde el inicio. Me pareció muy bien desde el principio porque fue una idea excelente. Ahora tocaba pensar la logística. Pero de algo estaban seguros: iban a hacer saber su posición al Museo del Mundo de Viena. Una pausa y volvemos. Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Antes de la pausa escuchábamos los planes de dos mexicanos y un mexicano de corazón, nacido en Venezuela, para infiltrarse en el Museo del Mundo de Viena y reclamar su pieza más valiosa: el Penacho de México Antiguo, mejor conocido como el penacho de Moctezuma. Aunque la versión oficial dice ahora que no era de él, sino de un sacerdote. Más allá de a quién perteneció, Yosu, Sebastián y Xokonoschtletl creen que la versión del museo no cuenta toda la historia. Hay una versión de la historia que se cuenta en el museo, que es algo mucho más superficial y exótico para un público con un desde un punto de vista totalmente, casi, casi patriarcal de quién tiene la corona y evitando a toda costa hablar de la realidad. Y es que fue producto del saqueo, ¿no? No es que el museo se niegue a hablar de la conquista. De hecho, está ahí en la página web y en la descripción de la pieza. Pero es cierto que no se habla del baño de sangre que dejó. Se deja la información vaga, nebulosa. Lo que sí dice explícitamente es que el penacho es propiedad de la República de Austria. Pero bueno, Yosu y Sebastián idearon un plan para introducir un discurso de Xokonoschtletl en el museo sin que las autoridades se dieran cuenta: por medio de las audioguías. Luis Fernando nos sigue contando. Una vez que Xokonoschtletl se unió a la operación, el siguiente paso era crear el audio que escucharían los visitantes del museo. Xokonoschtletl escribió un texto explicando lo que significa la pieza para los descendientes de los aztecas. Lo llevaron a un estudio para que lo grabara. Casualmente me dijeron que estuvieron en el estudio el 13 de agosto de 2021. El día que se cumplieron 500 años de la caída de Tenochtitlán, la capital de la civilización Mexica. Luego lo editaron, con música. Este símbolo azteca se llama realmente Copilli Quetzaly en la lengua náhuatl, que quiere decir corona real preciosa. Y es para nosotros, muy importante…. Habla de cómo está hecha, de cuáles son las plumas que la que lo conforman. El simbolismo de cada una de esas plumas para una cultura. La corona tiene 400 plumas largas, símbolo de sabiduría, poder, eternidad e infinito. Era básicamente impregnar a un objeto con todo un significado que quizás hoy en día los visitantes ni siquiera estaban poniéndose a pensar que eso tuviera esa importancia, ¿no? Para los europeos, el penacho es bonito, antiguo y principalmente exótico. Pero para nosotros, los aztecas, esta corona es portadora de fuerza, poder y sabiduría del soberano Moctezuma, Xocoyotzin. Y lo más importante: hacen el reclamo directamente. Por eso lo queremos de vuelta. Debe de regresar a México, a donde pertenece. Nosotros no editamos lo que él dijo, o sea, le dijimos mira, creemos que tienes que presentar las audioguías para que entienda la gente lo que está pasando, porque allá en el museo van a decir qué pasa aquí, ¿no? Luego tradujeron el audio al inglés y al alemán. Ahora seguía conseguir los archivos de las audioguías del Museo del Mundo de Viena, para crear unas réplicas. Una amiga ucraniana los puso en contacto con alguien en Viena, que, a escondidas, tomó una audioguía del museo y traspasó los contenidos a una computadora. Es fácil, la audioguía funciona como un disco duro: es cuestión de conectar a la computadora y copiar y pegar. Con los archivos ya en su posesión, devolvió el aparato. Y obviamente le tomamos una foto para saber cuál era la audioguía que tenía el museo. O sea, el modelo del aparato, para conseguir unos iguales. Buscaron en internet a la productora de las audioguías. Era una compañía rusa. Compraron 50 aparatos exactamente iguales a los que había en el museo de Viena. Era un número arbitrario. Lo que cabía en el presupuesto que tenían. Y es que esto fue una operación totalmente financiada por Yosu y Sebastián, o sea todo venía de sus ahorros. La idea era importar los 50 aparatos a México, pero por temas de aduanas, no se podía. Así que las enviaron a Austria. Ya para ese momento varias personas en Viena, amigas de la amiga ucraniana de Yosu y Sebastián, estaban involucradas en la operación, ayudando a que los aparatos de las audioguías llegaran bien a Austria. Con todo esto listo, Yosu y Sebastián tomaron un avión a Viena. Ya estaban las audioguía listas y preparadas para poder entrar al museo con toda la información exactamente igual, pero en el audio 68, el audio de Xokonoschtletl Gómora diciendo su verdad. Cada quien agarró una, una audioguía, nos la guardamos en la ropa, entramos a diferentes momentos del museo y diferentes días, pedíamos una audioguía, ¿no? La pagábamos, ¿no?, nunca dijimos que éramos mexicanos. La verdad es que, por lo menos Yosu, estaba bien asustado de que los agarraran. Daba pánico. Yo soy muy, muy paniqueado, este Sebastián es mucho más valiente que yo, Entraban. Paseaban un rato, tranquilos. Hicimos pasar como que estábamos viendo las cosas, grabamos con cámaras escondidas y luego íbamos al baño. En el baño sacaban las audioguías que ellos habían comprado, las que tenían el audio modificado. Y afortunadamente para nosotros y desafortunadamente para el museo, tienen un sistema muy europeo donde nomás uno deja el audioguía en una canasta, ¿no? pues jugamos un poco al… al desorden. Depositaban las dos audioguías, la del museo y la de ellos, en la canasta de salida. Y se iban. Rápido. La idea era crear confusión, pero no tanta sospecha. Que dijeran ¿qué está pasando? ¿por qué hay más audioguías? Ah seguramente alguien trajo unas nuevas. Porque si faltan audioguías es muy rápido que suene alarma, ¿no? Se están chingando las audioguías, ¿no? Pero si dejaban más, no solo desconcertaban sino que, además, pues técnicamente no se estaban robando nada. Era la opción menos riesgosa legalmente. La que menos probabilidades daba de ir a la cárcel. Y así lo hicieron, por varios días. Unos día dejaban una, otro día no iban. Y así. Poco a poco, llenando el museo de audioguías. Los austriacos que les estaban ayudando también ingresaban audioguías. Los nervios del primer día se fueron pronto. Al ver que en realidad, era bien fácil ingresar los aparatos nuevos. Mientras estaban en Viena, Xokonoschtletl sacó una cita para Sebastián y Yosu con dos congresistas austriacas. Una de ellas es Petra Bayr. I’m dealing with the issue not very intensive, but for 12 years or so… Dice que desde hace 12 años ha estado trabajando el tema del penacho. Aunque admite que no de manera demasiado intensa. En ese primer momento, el entonces presidente de la comisión de relaciones exteriores había solicitado revisar la posibilidad de devolver el penacho a México, así que se discutieron las vías legales para hacerlo. Pero la revisión técnica concluyó que la corona no se podía mover. Petra cree que es hora de hacer una nueva investigación. During this 12 years, a lot of technical development happened. So I simply ask to have another another investigation of whether… Que en estos 12 años la tecnología ha avanzado bastante y pide que simplemente se evalúe de nuevo para ver si es posible transportarla a México. Sebastián y Yosu sacaron una cita con Bayr y le hicieron escuchar el audio de Xokonoschtletl. Bayr me contó que su visión de la situación no cambió mucho porque ella ya pensaba que la pieza debería estar en México. That was another proof that there are really people demanding for it and that there are people whom this piece is very has a lot of values for them. Que el audio era otra prueba de que hay gente que está reclamando que la pieza vuelva a su país de origen y para la cual tiene un gran valor. Era otra capa en su argumento de que la pieza estaría mejor en México que en Austria. Para el momento de la reunión, Bayr ya tenía una moción preparada para presentar en el parlamento. Abriría la posibilidad de discutir que la pieza sea transportada a México y les dijo que la iba a presentar. Sebastián y Yosu estaban emocionados, pero no esperanzados. Lo primero que pienso o yo pensé, dije “ay esto como todos los políticos de mi país, nunca va a pasar nada”. Pero a pocos días, Bayr presentó la moción. Y fue discutida en abril del 2022. It was a very, very intensive and very serious debate about it. But I didn’t expect to be honest. Fue un debate intenso, dice, y muy serio. Ella no lo esperaba, si es honesta. The chair of the Committee for Culture made the suggestion that we should, on the one hand, invite people who are engaged in this case, and have a meeting at the museum… La presidencia del comité de cultura propuso que el caso se discutiera involucrando a diferentes partes en una reunión en el Museo del Mundo de Viena. La reunión ocurrirá, seguramente, después del verano europeo, o sea después de septiembre del 2022. Luego de tres semanas en Viena, Yosu, Sebastián y los otros colaboradores lograron meter 47 audioguías al museo. Después de ingresarlas, todo estuvo fuera de sus manos. No sabemos si lo oyeron dos o diez mil. Volvieron a México y a Los Ángeles y de inmediato se prepararon para sacar una campaña: un comunicado, una página web y una petición en Change.org para pedir que el penacho vuelva a México. La noticia empezó a circular el 10 de febrero del 2022. Pero tres días antes… el 7 de febrero… Casualmente, justo cuando estamos por lanzar o lanzando el vídeo a la prensa, sale Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, a decir que tienen que devolver el penacho y se arma todo un revuelo. Porque los que tienen el penacho también de manera ilegal… este… argumentan que no lo pueden mover, que han hecho estudios y que se dañaría… O sea, llevamos dos años en esto y el mal timing siempre es eso Pero siguieron con sus planes. Lanzaron el comunicado y sí, hubo medios que se interesaron por la intervención, pero que se echaron para atrás al sospechar de la relación entre ellos y el gobierno. Entonces mucha gente nos empezó a decir que nosotros estamos pagados por el gobierno, que éramos parte de una campaña. Bueno… Pero siempre aclaraban a los periodistas que no, que nada que ver. Que es más, las únicas personas que no nos han contactado en toda esta aventura es el gobierno de México. Lo dice porque, a pesar de que algunos medios no sacaron una nota al respecto, la noticia de la intervención se esparció rápidamente por México y el mundo. En información internacional: dos mexicanos hackearon audios del museo de Viena en protesta para pedir a Austria que devuelva el penacho de Moctezuma. Hace algunas semanas se dieron a la tarea de hacer algo inédito, una intervención y poner unas audioguías de la verdad en el Museo de Viena… Por su parte el Museo del Mundo de Viena, que hasta ese momento había guardado silencio, tal vez porque ni sabía de la infiltración, respondió muy diplomáticamente. La verdad que lo hicieron muy bien. Dijeron que les había parecido una acción increíble porque estaban totalmente a favor de la polifonía. La intervención se hizo tan viral que hasta López Obrador siguió insistiendo con el tema. No hay que cerrar el expediente. Hay que seguir insistiendo que nos devuelvan el penacho y que nos devuelvan todo lo que se han robado, que pertenece a los mexicanos. Las respuestas del público fueron variadas. Si te metes, por ejemplo, a los comentarios del post de Facebook en el diario La Jornada –la primera nota que apareció– hay desde apoyo y admiración a Yosu y a Sebastián, comentarios que dicen que lo pueden cuidar mejor en Viena, hasta reclamos de que hay temas más importantes. En Twitter leí uno que decía: “A nadie le importa el penacho de Moctezuma”. He conversado algunas veces con Xokonoschtletl, y siento que esa indiferencia es algo que él ha experimentado durante sus años de lucha. Al no comprender estos mexicanos lo que realizo no apoyan, no ayudan y sí tratan de detener. Muchas veces tratan de humillar, tratan de burlarse de algo que realmente no comprenden. Y eso me entristece y me frustra. Sebastián visitó a Xokonoschtletl en su casa en Tabasco antes de la infiltración al museo. Dice que su situación es muy precaria. Y esto es síntoma de un mal en Latinoamérica, no solo en México. La exclusión de poblaciones indígenas. O sea el tema del clasismo, casi las castas y racismo en México… Pues queda muy claro, ¿no?, que ven a Xokonoschtletl hablar y dicen “ah, ya, este guey, que es un loco danzante ahí”… A mí lo que me molesta es cuando dicen “ah vete al Zócalo y ponte ahí tus caracoles en las patas y danza”. Eso es un comentario muy clasista. Eso es lo que está atrás de esto es… “eso es de pinche indios”, eso es lo que están diciendo. Y por eso, el regreso del penacho a México sería una especie de reparación. Por eso es que queremos que esto vuelva. Es que el simbolismo es muy importante, ¿no? No solo para Xokonoschtletl, sino para muchos mexicanos que se identifican como indígenas que han sido marginados por siglos. Y que les importa su patrimonio cultural, y que ven en este objeto algo importante de sus antepasados. Como dije antes, no logré conseguir una entrevista con el museo cuando cerré esta historia, pero sí logré que me dieran un statement oficial por correo electrónico. Lo traduzco del inglés. Dice: “Vemos la intervención artística que reemplazó las audioguías del museo y dio una grabación alternativa acerca del penacho antiguo de México como una interesante contribución a la discusión actual acerca del legado poscolonial en los museos etnográficos”. Y sí, es una discusión muy importante actualmente. Cada día que pasa la crítica a la historia de las colonizaciones, llena de violencia, está pesando más y más en los museos, generando presiones. Tanto que en mayo del 2021 pasó esto: It is been called a game changer and the start of a new era. Germany has promise to begin returning the artifacts known as the benin bronzes to Nigeria next year, making it the first country to do so. “Ha sido llamado un cambio en las reglas y el inicio de una nueva era”, dice la periodista. Y aclara que Alemania anunció que el próximo año devolvería los bronces de benin a Nigeria. Es el primer país en hacer algo así. Después, siguieron Escocia, Inglaterra y Francia. Todos anunciaron que también devolverán los bronces de benin en su posesión. Estas piezas están esparcidas en más de 160 museos y muchas colecciones privadas. El Museo de Brooklyn devolvió más de mil piezas al Museo Nacional de Costa Rica. Y así hay otros casos, especialmente relacionados a coleccionistas privados. Los tiempos están cambiando, y esto les da esperanza a Yosu, Sebastián y, especialmente a Xokonoschtletl, que tiene la certeza de que la pieza va a regresar a su país de origen. Cuando esta corona regrese a nuestra patria, regrese a México, tengo la certeza que ahora van a luchar la gente de Guatemala, las personas de Perú, la gente de Bolivia, la gente de Chile. Y van a decir: los mexicanos lo lograron. Ahora vamos nosotros a rescatar nuestras tierras sagradas, a rescatar nuestros orígenes Y tal vez en esos hipotéticos casos no haga falta intervenciones artísticas que te puedan meter en problemas. Solo diplomacia y revisión de la historia. Yosu y Sebastián están preparando un documental sobre la intervención al Museo del Mundo en Viena. Luis Fernando Vargas, es editor de Radio Ambulante y vive en San José, Costa Rica. Este episodio fue editado por Camila Segura y por mí. Desirée Yépez hizo el fact-checking. El diseño de sonido y la música son de Andrés Azpiri. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Nicolás Alonso, Lisette Arévalo, Pablo Argüelles, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Fernanda Guzmán, Camilo Jiménez Santofimio, Rémy Lozano, Juan David Naranjo, Ana Pais, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, Bruno Scelza, David Trujillo, Ana Tuirán y Elsa Liliana Ulloa. Natalia Sánchez es nuestra pasante editorial. Selene Mazón es nuestra pasante de producción. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante se edita en Hindenburg Pro. Si eres creador de podcast y te interesa Hindenburg Pro, entra a hindenburg.com/radioambulante y haz una prueba gratuita de 90 días. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

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