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Radio Ambulante - En busca de las palabras

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15
30

Micah ha pasado toda una vida buscando una definición de género en la que pueda encajar.

Bienvenidos
a
Radio
Ambulante,
de
NPR.
Soy
Daniel
Alarcón.
Pues
es
que
tu
cuando
ves
a
una
persona,
cuántos
segundos
tienes,
o
milisegundos,
para
hacer
como
modelo
mental
de
esa
persona,
¿no?
Inmediatamente,
lo
primero
que
te
fijas:
¿es
hombre
o
es
mujer?
Esta
es
la
voz
de
Micah.
Tiene
31
años.
Y
lo
que
describe
es
algo
que
la
gran
mayoría
de
la
gente
entiende
sin
tener
que
darle
muchas
vueltas.
Pero,
¿qué
pasa
cuando
alguien
no
encaja?
¿Cuando
uno
mira
a
una
persona
y
no
sabe
si
es
hombre
o
si
es
mujer?
Y
cuando
no
entiende,
la
gente,
se
ponen
incómodas…
Comencemos
con
este
detalle:
Micah
no
siempre
se
llamó
así.
Nació
con
otro
nombre,
un
nombre
de
mujer.
Creció
en
una
familia
judía,
en
México,
dentro
de
una
comunidad
conservadora,
donde
todos
se
conocían.
Todo
era
muy
tradicional,
y
los
roles
de
género
eran
muy
claros.
Pero
para
Micah
nada
era
claro.
Desde
que
tiene
memoria,
se
acuerda
de
lo
que
sentía
al
mirarse
al
espejo.
Que
algo
no
encajaba.
Y
no
era
la
única
persona
que
se
daba
cuenta.
Osea,
siempre
era
como…
No
sé,
me
acuerdo
de
una
vez
que
estaba
con…
con
mi
hermano
en
una
presentación
o
algo
así,
y
estaban
dos
niñas
atrás
de
nosotros,
ya
sabes,
whispering,
¿no?
Micah
tenía
solo
10
años,
y
su
hermano
menor,
7.
Pero
escuchó
ese
cuchicheo
y
entendió
perfectamente
lo
que
estaba
pasando.
Su
sola
presencia
incomodaba
a
la
gente.
Y
le
digo
a
mi
hermano:
“Oye,
me
van
a
preguntar
si
soy
niño
o
niña”.
Y
así
fue.
Pero
de
una
manera
un
poco
más
sutil:
las
niñas
le
preguntaron
cómo
se
llamaba
y,
como
para
molestarlas,
escogió
un
nombre
totalmente
ambiguo:
les
dijo
que
se
llamaba
Dani,
el
nombre
de
su
hermano.
Entonces
se
me
quedan
viendo
con
una
cara
de,
“pues
eso
no
me
dice
nada”.
Y
luego
los
dos
nos
fuimos
y
nos
atacamos
de
risa.
El
mundo
convencional
no
admite
muchas
sutilezas
en
las
definiciones
de
género.
Hay
hombres,
y
hay
mujeres.
Pero
Micah
vivía,
o
buscaba
vivir,
en
un
espacio
que
no
se
definía
tan
fácilmente.
Todavía
no
encontraba
exactamente
mi
zona
de
confort,
pero
dentro
de
lo
que
podía
como
que
vestía
la
ropa
que
yo
quería,
como
jeans,
playeras,
nada
muy
pegado,
nada
muy
baggie,
no
sé…
Lo
cual
generaba
muchos
comentarios
de
su
familia,
de
gente
cercana.
Comentarios
que
insinuaban
un
rechazo
a
su
apariencia.
Como:
“Oye
no
te
pongas
eso,
te
ves…
te
ves
muy
fea”.
O
comentarios
como:
“Ay,
¿por
qué
no
te
dejas
crecer
el
pelo?
Te
verías
muy
bonita”,
¿no?
¿Cómo
te
explicabas
a
ti
mismo
antes?
Es
que
no
te
lo
explicas.
Sabes
que
algo
te
incomoda,
pero
asumes
que…
que
el
resto
del
mundo
está
igual
de
incómodo
que
tú,
o
que
es
algo
que
tienes
que
aceptar,
como
deal
with
it,
el
resto
de
tu
vida
y
así
es,
y
no
hay
otra
opción.
En
el
2004,
cuando
Micah
tenía
18
años,
se
fue
de
México,
a
Filadelfia,
Pennsylvania,
para
estudiar
en
la
universidad.
Su
idea
fue
escaparse,
comenzar
de
nuevo.
Pero
no
fue
fácil.
Y
de
hecho,
los
primeros
dos
años
de
sus
estudios,
cuando
regresaba
a
la
casa
o
venían
sus
padres
a
visitar,
siempre
hubo
comentarios
Negativos.
De
mi
apariencia,
de
que
me
estaba
viendo
más
masculino,
de
que
con
qué
amigos
me
estoy
llevando…
Cosas
así.
O
sea
ya
se
las
olían
y
más
cuando
me
fui
a
la
universidad
y
empecé
a
expresarme
un
poco
más,
y
sí,
o
sea,
salía
el
tema
y
de
una
manera
muy
negativa,
había
mucho
backlash.
Mientras
sus
padres
se
incomodaban,
Micah
seguía
buscando
algo,
alguna
definición
que
le
ayudara
a
entenderse.
Yo
llegue
a
la
universidad
y
yo
no
sabía
lo
que
era
el
LGBT,
para
empezar.
Y
había
un
LGBT
Center
y
yo:
¿qué
es
eso?,
¿no?,
¿qué
es
la
“T”?,
¿qué
es
trans?
Y
no
conocí
mucha
gente
trans
en
mi
universidad,
había
una
comunidad
gay
pero
hasta
ahí.
Pero
Micah,
eso
lo
tenía
claro,
no
se
identificaba
como
gay.
Desde
la
universidad
se
ha
definido
como
asexual.
Lo
que
le
incomodaba
era
identificarse
como
hombre
o
como
mujer.
El
concepto
de
trans
le
intrigó
y
empezó
a
investigar
más.
Pero
como
lo
entendía
inicialmente
también
era
un
concepto
binario,
hasta
estrecho…
De
que
eres
mujer
y
te
identificas
como
hombre
y
quieres
ser
hombre
y
todo
lo
que
eso
significa
o
viceversa.
Y
yo
como
que
decía:
es
que
no
me
siento
así
pero
como
que
no
quiero
ser
el
otro,
entonces,
no…
no
soy
trans.
Micah
había
nacido
mujer,
y
no
se
sentía
bien.
Pero
tampoco
significaba
que
quería
ser
hombre.
Es
más,
en
esa
época
se
enamoró
por
primera
vez,
de
una
mujer.
Y
unas
semanas
antes
de
graduarse,
y
a
punto
de
mudarse
para
San
Francisco,
alguien
le
contó
de
una
conferencia
llamada
Philly
TransHealth
Conference,
el
congreso
más
grande
de
Estados
Unidos
sobre
el
tema
de
salud
para
gente
transgénero
y
transexual.
En
la
conferencia,
Micah
conoció
a
gente
que
tenía
una
definición
más
amplia
de
trans:
no
era
solo
cuestión
de
sentirte
hombre
habiendo
nacido
mujer
o
viceversa.
Para
ellos,
ser
trans
signficaba
sencillamente
no
identificarte
con
el
sexo
y
género
con
el
que
naciste.
Punto.
Aquí,
se
dio
cuenta
que…
El
espectro
es
tan
variado
como
los
individuos.
Hay
gente
que
considera
que
ser
trans
es
una
condición
médica
con
la
que
nacieron.
La
trataron,
y
ya;
y
se
convierte,
junto
con
los
problemas
cardíacos,
por
ejemplo,
en
parte
de
la
historia
médica
de
la
persona.
Pues
luego
hay
gente
que
dice
bueno
yo
soy
female
to
male,
y
ya
soy
hombre
y
me
llevo
como
hombre
en
la
vida.
Este…
Hay
gente
que
es
como
que
es
muy
out
and
proud
y
no
les
importa,
y
se
identifican
como
trans-man,
trans-woman.
Y
luego,
está
la
gente
que
es
no-binario
y
ahí
se
complica…
Escuchar
esa
frase,
ese
concepto,
fue
una
revelación.
Había,
de
pronto,
una
palabra
que
describía
su
experiencia.
Fue
como
si
se
hubiera
encontrado.
¿Cómo
es
eso
de
“me
encontré”?
Cómo
que
encuentras
un
concepto
y
un
término
el
cual
te
describe
toda
tu
experiencia,
que
has
sentido
algo
toda
tu
vida
y
no
lo
puedes
explicar.
No
sabes
ni
lo
que
es,
no
sabes
ni
que
está
ahí.
Y
de
repente
hay
una
palabra
para
describir
este
fenómeno
que
te
lleva
como
que
molestando
toda
tu
vida.
El
término
que
había
encontrado
es
“no-binario”
o
“indeterminado”.
Pero
traducir
ese
concepto
a
una
vida
cotidiana…
digamos
que
tiene
sus
retos.
La
gente
tiene
prejuicios,
obviamente.
Le
teme
a
lo
que
no
entiende.
Y
esto
Micah
lo
sabía
desde
joven.
Pero
además,
a
un
nivel
más
básico,
si
se
definía
como
no-binario,
Micah
tenía
que
encontrar
una
nueva
manera
de
hablar
de
mismo.
Sobretodo
en
español,
el
idioma
en
el
que
Micah
creció.
En
español
no
existe
un
pronombre
neutral.
cuando
hablas
tienes
que
darte
un
género.
Es
muy,
muy,
muy
difícil
hablar
sin
decir:
estoy
cansado,
estoy
cansada.
¿Cómo
dices?,
dices:
“Tengo
cansancio”,
y
entonces
ya
suena
muy
raro.
Y
todo
el
tiempo
estás
pensando
¿cómo
digo
esto,
cómo
digo
el
otro?
Y
entonces
se
vuelve
agotador
hablar
en
español.
Micah,
al
principio
de
su
transición,
lo
solucionaba
así:
No
decía
el
final
de
las
palabras.
Decía:
“estoy
cansad…”.
Y
entonces
te
oyes
como
que
no
sabes
hablar
o
algo,
o
hablaba
en
inglés,
y
en
vez
de
decir
el
verbo,
“estoy
cansado”
o
“cansada”,
decía:
“Estoy
muy
tired”.
Cuando
Micah
se
mudó
a
Estados
Unidos,
pudo
expresarse
más
fácilmente,
porque
en
inglés
uno
habla
de
mismo
sin
usar
un
género
específico.
Pero
es
que,
además,
fue
en
este
idioma
—en
inglés—
en
que
Micah
inicialmente
aprendió,
leyó
y
absorbió
todos
estos
nuevos
conceptos
sobre
el
género
no-binario.
Y
también
fue
en
Estados
Unidos
que
Micah
descubrió
otra
forma
de
transicionar:
cuando
se
enteró
de
que
existía
la
posibilidad
de
operarse.
Que
era
algo
que
se
hacía,
que
la
gente
lo
hacía,
y
que
yo
le
podía
pagar
a
alguien
por
hacer
eso,
para
mí,
como
que
inmediatamente:
“I
had
to
have
it”.
Cuando
yo
decidí
hacerme
la
operación,
dije:
“OK,
esto
es
algo
que
lo
voy
a
hacer
para
mí”.
Tenía
24
años,
tenía
el
dinero
para
hacerlo,
pero
sentí
como
una
obligación
a
informarle
a
mis
papás.
La
conversación
no
fue
fácil.
Encontró
resistencia
por
parte
de
sus
padres,
sobretodo
de
su
mamá.
Durante
un
tiempo,
hubo
una
ruptura
en
con
ella
pero
Micah
estaba
convencido
de
que
eso
era
lo
que
tenía
que
hacer,
independientemente
de
la
reacción
de
su
familia.
Para
mí,
fue
algo
muy
importante,
y
cambió
mi
vida.
O
sea,
es
como
la
mejor
decisión
que
he
hecho
en
mi
vida.
Entonces,
después
de
las
hormonas
y
las
operaciones,
Micah
empezó
a
verse
y
a
sentirse
más
cómodo.
Pero
Micah
quería
ir
más
allá
de
la
transición
física.
Legalmente,
todavía
era
mujer.
Y
cambiar
esto
no
iba
a
ser
fácil.
En
lo
legal
no
existe
la
ambigüedad,
en
el
ámbito
legal,
pues
solo
hay
dos
géneros:
hombre
y
mujer.
Solo
hay
dos
cajitas,
y
en
todas
las
formas
que
llenas
tienes
que
escoger
una
cajita.
Cada
vez
que
Micah
se
enfrentaba
a
una
aplicación
de
visa,
a
un
formulario
de
trabajo,
o
a
cualquier
documento
legal,
se
tenía
que
preguntar…
¿Y
yo
qué?
¿Dónde
quepo
en
esto?
¿Qué
voy
hacer
yo?
Una
tercera
cajita,
la
de
un
sexo
indeterminado,
existe
en
países
como
Alemania.
Pero
no
en
México,
ni,
en
ese
momento,
en
Estados
Unidos,
los
países
en
los
que
Micah
se
mueve.
Entonces,
¿qué
hace
una
persona
como
Micah?
Una
pausa
y
volvemos…
Este
podcast
de
NPR
y
el
siguiente
mensaje
son
patrocinados
por
Sleep
Number.
Sleep
Number
te
ofrece
camas
que
se
adaptan,
en
ambos
lados,
a
tu
posición
ideal.
Sus
nuevas
camas
son
tan
inteligentes
que
automáticamente
se
ajustan
para
mantenerte
a
ti
y
a
tu
pareja
cómodos
durante
toda
la
noche.
Averigua
por
qué
9
de
cada
10
de
los
que
usan
Sleep
Number
lo
recomiendan.
Visita
Sleep
Number
punto
com
para
encontrar
una
tienda
cerca
de
ti.
Por
medio
de
tu
parlante
inteligente,
tienes
acceso
al
mundo
entero
de
NPR.
Pídele
que
ponga
NPR
para
escuchar
las
noticias
mientras
te
alistas
para
el
trabajo
o
preparas
la
cena.
Es
una
nueva
radio
en
tu
casa,
y
nunca
ha
sido
tan
fácil
escuchar
programas
como
Morning
Edition,
Wait
Wait
Don’t
Tell
Me
y
más…
Escucha
NPR
en
tu
parlante
inteligente.
Soy
Ophira
Eisenberg.
Acompáñame
en
el
Ask
Me
Another,
el
programa
NPR
donde
retamos
a
concursantes
y
celebridades
a
juegos
de
palabras
nerds,
parodias
musicales
y
trivias
llenas
de
bromas.
Encuéntranos
todas
las
semanas
en
el
app
de
NPR
One
o
donde
escuches
tus
podcasts.
Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante.
Soy
Daniel
Alarcón.
Micah
se
puso
a
pensar
en
su
futuro,
en
su
vida
práctica.
Pues
yo
tengo
una
pareja,
y
mi
pareja
es
mujer,
y
en
ese
tiempo
yo
era
legalmente
“F”,
mujer,
¿no?
Y
si
nos
casábamos
legalmente,
fuera
válido
o
no,
hay
cierta
ambigüedad
en
la
ley
porque
todavía
es
algo
que
está
como
“in
flux”
esto
del
matrimonio
gay.
Y
ahí
te
metes
a
áreas
grises
legalmente.
Hablé
con
Micah
en
el
2015,
meses
antes
de
que
la
Corte
Suprema
de
Estados
Unidos
legalizara
el
matrimonio
gay.
Entonces,
en
el
momento
de
la
entrevista,
temas
como
la
adopción,
el
seguro
médico,
los
impuestos,
la
herencia…
eran
totalmente
inciertos.
Por
eso,
Micah
se
dio
cuenta
que
luchar
por
la
ambigüedad,
en
el
ámbito
legal,
le
iba
costar
demasiado.
Y
dije:
“¿Qué
pasa
si
me
cambio
el
sexo
a
hombre,
me
caso
con
mi
pareja
en
un
matrimonio
heterosexual,
y
ya
no
hay
problemas?”
El
matrimonio
de
Micah
sería
válido.
Si
Micah
y
su
pareja
adoptan
hijos,
es
válido;
si
tienen
hijos
biológicos,
es
válido;
si
tienen
cuentas
de
banco
juntos,
es
válido.
Nadie
los
cuestionaría.
Entonces
Micah
optó
por
el
cambio
de
sexo
legal
por
cuestiones
prácticas.
Y
lo
quiso
hacer
en
el
país
en
que
nació.
Porque
pues
mi
acta
de
nacimiento
es
de
México,
y
dije,
“bueno
ya
que
hago
todo
eso,
puedo
cambiar
todo
en
Estados
Unidos”.
Me
puse
a
investigar.
Contacté
a
un
abogado
y
le
pregunté.
Ni
Kafka
se
hubiera
imaginado
la
travesía
burocrática
que
le
esperaba
a
Micah.
Necesitas
un
abogado
que
te
represente,
para
empezar.
En
segundas,
necesitas
dos
peritos
que
son
los
expertos
médicos
que
van
a
testificar
a
tu
favor.
¿Qué
significa
esto?
Que
necesitaba
yo
encontrar
un
doctor
médico
y
otro
doctor
que
podía
tener
no
licencia
médica,
pero
podía
ser
un
psicólogo,
que
dijeran,
que
atestiguaran,
que
yo
estaba
bajo
su
cargo
por
más
de
un
año
y
ya
completé
mi
transición.
Micah
tuvo
que
meterle
una
especie
de
demanda
al
registro
civil.
Legalmente,
no
estaban
pidiendo
cambiar
el
acta
de
nacimiento,
sino
corregirlo.
Argumentando
que
la
registraron
mujer
por
error.
Es
una
jugada
legal
un
poco
extraña,
porque
al
final,
esta
nueva
persona
legal,
Micah,
nace,
entre
comillas,
con
veintitantos
años
ya
cumplidos.
Tuve
que
escribir
una
historia
de
vida
para
presentarle
a
los
doctores.
Los
doctores
después
hacen
sus
dictámenes,
y,
eh,
le
pagas
obviamente
honorarios
al
abogado,
le
pagas
honorarios
a
los
dos
peritos
por
sus
servicios.
Este…
Ah,
y
también
me
tuve
que
hacer
un
examen
médico
tanto
con
el
doctor
y
un
perfil
hormonal.
Y
no
me
preguntes
porqué
te
lo
piden,
porque
obviamente
es
irrelevante
si
has
llevado
hormonas
o
no,
pero
te
lo
piden.
Y
todos
estos
trámites
legales,
médicos,
duraron
meses
y
meses.
El
abogado
preparó
el
caso
y
metió
los
papeles,
y
poco
después
a
Micah
le
dieron
una
fecha
en
la
que
tenía
que
presentarse
en
la
corte
familiar
en
la
ciudad
de
México.
Vas
a
un
edificio
en
el
centro
en
el
ayuntamiento
no
qué
no
cuánto,
en
la
colonia
esta,
que
nunca
he
ido.
Entras,
y
es
literal
así
como
un
pasillo
con
escritorios.
Y
ya
sabes,
yo
me
vestí
así
como
con
corbata
para
verme
bien…
Micah
se
presentó
con
su
abogado
y
los
expertos
médicos.
El
abogado
presentó
el
caso,
y
luego,
al
primer
médico…
Lo
empiezan
a
interrogar,
¿no?
Que
cuéntanos
del
paciente,
que
si
esto
es
cierto
que
si
esto
es
el
otro.
Muchas
de
las
preguntas
fueron
enfocadas
en
la
transición
médica,
a
pesar
de
que
en
teoría
no
necesitas…
no
hay
ningún
requisito
específico
de
transición
médica.
Pero
era:
ya
tomó
hormonas
el
paciente,
ya
tuvo
la
doble
mastectomía,
ya
tuvo
la
histerectomía,
no
qué…
Y
se
enfocaron
mucho
en
la
histerectomía
y
la
esterilidad,
de
que
no
puedo
tener
hijos
biológicos.
O
sea,
lo
que
no
preguntaron
es
que
si
tengo
ovarios,
porque
eso
es
lo
que
hacen
mis
hijos
biológicos,
¿no?
O
si,
o
si
los
congelé,
pero
pues
no
les
cabe
en
la
mente…
Y
según
Micah,
el
juez…
Estuvo
bastante
ridículo,
porque
las
preguntas
que
hizo
eran
como:
bueno,
pero
¿qué
es
el
género?
¿Es
una
sensación
o
una
percepción?
¿Es
algo
que
uno
siente
o
que
uno
percibe?
Y
yo
como,
“bueno,
este
está
aquí
de
filósofo,
¿o
qué?
O
sea,
esto
una
corte
o
un
médico
no
te
lo
puede
definir”.
El
médico
experto
le
siguió
la
onda
al
juez.
Conversaron
largo
y
tendido,
de
manera
casi
abstracta,
ahondando
en
algunas
de
las
preguntas
que
nos
hemos
hecho
acá.
Y
pues
le
dijo:
“No
si,
es
esto
tal
y
tal
y
tal.”
Ah
ok,
como
es
doctor
pues
si
sabe
de
lo
que
habla,
¿no?
Aunque
es
una
pregunta
de
casi
casi
defíneme
la
conciencia.
Pero
bueno,
después
de
3
preguntas
ya
el
juez
quedó
satisfecho
y
se
fue.
Y
a
mí,
pregúntame
qué
me
preguntaron.
¿Qué
te
preguntaron?
¡Nada!
¿Nada?
Imprimieron
los
papeles,
lo
firmé,
y
yo
no
abrí
la
boca.
No
me
preguntaron
si
quería
esto.
Increíble.
Yo
estuve
ahí
y
firmé
mis
papeles
y
ya
quedó.
Pero
bueno,
¿valió
la
pena?
¿Realmente
fue
necesario
gastarse
tanto
dinero
y
tanta
energía
para
tener
un
papelito
plastificado
que
dice
“HOMBRE”?
Sí,
y
me
lo
he
cuestionado.
O
sea,
yo
estaba
a
la
mitad
de
este
proceso
y
dije,
“¿qué
carajos
estoy
haciendo?
¿para
que
hago
todo
esto?”.
Y
lo
único
que
te
puedo
decir
es
que
sentí
que
lo
tenía
que
hacer.
Ahora
Micah
no
se
siente
tan
incómodo
mostrando
su
identificación.
Antes,
este
acto
tan
simple
era
frustrante,
estresante.
Porque
me
daba
pena.
Yo
no
quería
nunca
sacar
mi
identificación,
ni
mi
pasaporte,
y
como
que
te
escondes
y
dices:
“Ay
a
ver
si
no
me
dicen
nada,
que
no
se
fijen…”.
¿No?
Porque
pues
no
eres
esa
persona.
Ahora,
que
refleje
mi
identidad
perfectamente
o
no,
era
otra
cuestión.
Micah,
así
no
lo
hubiera
querido,
tuvo
que
jugar
al
juego
de
las
categorías
binarias
y
acomodarse
a
ellas.
Y
es
que
no
hay
un
documento,
ni
mexicano
ni
estadounidense,
que
refleje
lo
que
Micah
siente
desde
muy
joven:
que
el
género
es
un
espectro,
que
es
diferente
para
cada
individuo.
Bueno,
digamos
que
ese
documento
no
existe.
Por
ahora.
Entre
el
2008
y
el
2014,
aproximadamente
160
personas
cambiaron
su
sexo
usando
el
mismo
proceso
largo
y
tedioso
por
el
que
pasó
Micah.
Sin
embargo,
debido
a
una
reforma
por
la
Asamblea
Legislativa
de
la
Ciudad
de
México,
desde
noviembre
del
2014,
este
proceso
es
ya
obsoleto.
Ahora
cambiar
el
sexo
en
el
acta
de
nacimiento,
es
un
trámite
meramente
administrativo.
Le
escribí
a
Micah,
para
preguntarle
cómo
seguía,
qué
había
de
nuevo
en
su
vida.
Me
contestó
así:
“Tal
vez
diría
que
existir
fuera
del
binario
es
una
constante
negociación
contigo
y
con
el
mundo.
Aunque
han
pasado
casi
3
años
desde
la
entrevista,
ser
trans
ya
no
tiene
un
rol
central
en
mi
vida”.
Esta
historia
fue
escrita
por
Camila
Segura
y
por
mí,
y
editada
con
la
ayuda
de
Silvia
Viñas,
Luis
Trelles,
y
Martina
Castro.
La
mezcla
y
el
diseño
de
sonido
es
de
Andrés
Azpiri.
Gracias
a
Jonathan
Gómez
por
su
asesoría
con
esta
historia.
Una
versión
en
inglés
salió
el
NYT
Magazine.
Si
van
a
nuestra
página
web
encontrarán
un
link
al
artículo.
El
resto
del
equipo
de
Radio
Ambulante
incluye
a
Jorge
Caraballo,
Patrick
Mosley,
Laura
Pérez,
Ana
Prieto,
Barbara
Sawhill,
Ryan
Sweikert,
David
Trujillo,
Elsa
Liliana
Ulloa
y
Luis
Fernando
Vargas.
Carolina
Guerrero
es
la
CEO.
Radio
Ambulante
se
produce
y
se
mezcla
en
el
programa
Hindenburg
PRO.
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de
América
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Soy
Daniel
Alarcón.
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Bienvenidos a Radio Ambulante, de NPR. Soy Daniel Alarcón. Pues es que tu cuando ves a una persona, cuántos segundos tienes, o milisegundos, para tú hacer como modelo mental de esa persona, ¿no? Inmediatamente, lo primero que te fijas: ¿es hombre o es mujer? Esta es la voz de Micah. Tiene 31 años. Y lo que describe es algo que la gran mayoría de la gente entiende sin tener que darle muchas vueltas. Pero, ¿qué pasa cuando alguien no encaja? ¿Cuando uno mira a una persona y no sabe si es hombre o si es mujer? Y cuando no entiende, la gente, se ponen incómodas… Comencemos con este detalle: Micah no siempre se llamó así. Nació con otro nombre, un nombre de mujer. Creció en una familia judía, en México, dentro de una comunidad conservadora, donde todos se conocían. Todo era muy tradicional, y los roles de género eran muy claros. Pero para Micah nada era claro. Desde que tiene memoria, se acuerda de lo que sentía al mirarse al espejo. Que algo no encajaba. Y no era la única persona que se daba cuenta. Osea, siempre era como… No sé, me acuerdo de una vez que estaba con… con mi hermano en una presentación o algo así, y estaban dos niñas atrás de nosotros, ya sabes, whispering, ¿no? Micah tenía solo 10 años, y su hermano menor, 7. Pero escuchó ese cuchicheo y entendió perfectamente lo que estaba pasando. Su sola presencia incomodaba a la gente. Y le digo a mi hermano: “Oye, me van a preguntar si soy niño o niña”. Y así fue. Pero de una manera un poco más sutil: las niñas le preguntaron cómo se llamaba y, como para molestarlas, escogió un nombre totalmente ambiguo: les dijo que se llamaba Dani, el nombre de su hermano. Entonces se me quedan viendo con una cara de, “pues eso no me dice nada”. Y luego los dos nos fuimos y nos atacamos de risa. El mundo convencional no admite muchas sutilezas en las definiciones de género. Hay hombres, y hay mujeres. Pero Micah vivía, o buscaba vivir, en un espacio que no se definía tan fácilmente. Todavía no encontraba exactamente mi zona de confort, pero dentro de lo que podía como que vestía la ropa que yo quería, como jeans, playeras, nada muy pegado, nada muy baggie, no sé… Lo cual generaba muchos comentarios de su familia, de gente cercana. Comentarios que insinuaban un rechazo a su apariencia. Como: “Oye no te pongas eso, te ves… te ves muy fea”. O comentarios como: “Ay, ¿por qué no te dejas crecer el pelo? Te verías muy bonita”, ¿no? ¿Cómo te explicabas a ti mismo antes? Es que no te lo explicas. Sabes que algo te incomoda, pero asumes que… que el resto del mundo está igual de incómodo que tú, o que es algo que tienes que aceptar, como deal with it, el resto de tu vida y así es, y no hay otra opción. En el 2004, cuando Micah tenía 18 años, se fue de México, a Filadelfia, Pennsylvania, para estudiar en la universidad. Su idea fue escaparse, comenzar de nuevo. Pero no fue fácil. Y de hecho, los primeros dos años de sus estudios, cuando regresaba a la casa o venían sus padres a visitar, siempre hubo comentarios Negativos. De mi apariencia, de que me estaba viendo más masculino, de que con qué amigos me estoy llevando… Cosas así. O sea ya se las olían y más cuando me fui a la universidad y empecé a expresarme un poco más, y sí, o sea, salía el tema y de una manera muy negativa, había mucho backlash. Mientras sus padres se incomodaban, Micah seguía buscando algo, alguna definición que le ayudara a entenderse. Yo llegue a la universidad y yo no sabía lo que era el LGBT, para empezar. Y había un LGBT Center y yo: ¿qué es eso?, ¿no?, ¿qué es la “T”?, ¿qué es trans? Y no conocí mucha gente trans en mi universidad, había una comunidad gay pero hasta ahí. Pero Micah, eso sí lo tenía claro, no se identificaba como gay. Desde la universidad se ha definido como asexual. Lo que le incomodaba era identificarse como hombre o como mujer. El concepto de trans le intrigó y empezó a investigar más. Pero como lo entendía inicialmente también era un concepto binario, hasta estrecho… De que tú eres mujer y te identificas como hombre y quieres ser hombre y todo lo que eso significa o viceversa. Y yo como que decía: es que no me siento así pero como que no quiero ser el otro, entonces, no… no soy trans. Micah había nacido mujer, y no se sentía bien. Pero tampoco significaba que quería ser hombre. Es más, en esa época se enamoró por primera vez, de una mujer. Y unas semanas antes de graduarse, y a punto de mudarse para San Francisco, alguien le contó de una conferencia llamada Philly TransHealth Conference, el congreso más grande de Estados Unidos sobre el tema de salud para gente transgénero y transexual. En la conferencia, Micah conoció a gente que tenía una definición más amplia de trans: no era solo cuestión de sentirte hombre habiendo nacido mujer o viceversa. Para ellos, ser trans signficaba sencillamente no identificarte con el sexo y género con el que naciste. Punto. Aquí, se dio cuenta que… El espectro es tan variado como los individuos. Hay gente que considera que ser trans es una condición médica con la que nacieron. La trataron, y ya; y se convierte, junto con los problemas cardíacos, por ejemplo, en parte de la historia médica de la persona. Pues luego hay gente que dice bueno yo soy female to male, y ya soy hombre y me llevo como hombre en la vida. Este… Hay gente que es como que es muy out and proud y no les importa, y se identifican como trans-man, trans-woman. Y luego, está la gente que es no-binario y ahí se complica… Escuchar esa frase, ese concepto, fue una revelación. Había, de pronto, una palabra que describía su experiencia. Fue como si se hubiera encontrado. ¿Cómo es eso de “me encontré”? Cómo que encuentras un concepto y un término el cual te describe toda tu experiencia, que has sentido algo toda tu vida y no lo puedes explicar. No sabes ni lo que es, no sabes ni que está ahí. Y de repente hay una palabra para describir este fenómeno que te lleva como que molestando toda tu vida. El término que había encontrado es “no-binario” o “indeterminado”. Pero traducir ese concepto a una vida cotidiana… digamos que tiene sus retos. La gente tiene prejuicios, obviamente. Le teme a lo que no entiende. Y esto Micah lo sabía desde joven. Pero además, a un nivel más básico, si se definía como no-binario, Micah tenía que encontrar una nueva manera de hablar de sí mismo. Sobretodo en español, el idioma en el que Micah creció. En español no existe un pronombre neutral. Tú cuando hablas tienes que darte un género. Es muy, muy, muy difícil hablar sin decir: estoy cansado, estoy cansada. ¿Cómo dices?, dices: “Tengo cansancio”, y entonces ya suena muy raro. Y todo el tiempo estás pensando ¿cómo digo esto, cómo digo el otro? Y entonces se vuelve agotador hablar en español. Micah, al principio de su transición, lo solucionaba así: No decía el final de las palabras. Decía: “estoy cansad…”. Y entonces te oyes como que no sabes hablar o algo, o hablaba en inglés, y en vez de decir el verbo, “estoy cansado” o “cansada”, decía: “Estoy muy tired”. Cuando Micah se mudó a Estados Unidos, pudo expresarse más fácilmente, porque en inglés uno habla de sí mismo sin usar un género específico. Pero es que, además, fue en este idioma —en inglés— en que Micah inicialmente aprendió, leyó y absorbió todos estos nuevos conceptos sobre el género no-binario. Y también fue en Estados Unidos que Micah descubrió otra forma de transicionar: cuando se enteró de que existía la posibilidad de operarse. Que era algo que se hacía, que la gente lo hacía, y que yo le podía pagar a alguien por hacer eso, para mí, como que inmediatamente: “I had to have it”. Cuando yo decidí hacerme la operación, dije: “OK, esto es algo que lo voy a hacer para mí”. Tenía 24 años, tenía el dinero para hacerlo, pero sí sentí como una obligación a informarle a mis papás. La conversación no fue fácil. Encontró resistencia por parte de sus padres, sobretodo de su mamá. Durante un tiempo, hubo una ruptura en con ella pero Micah estaba convencido de que eso era lo que tenía que hacer, independientemente de la reacción de su familia. Para mí, fue algo muy importante, y sí cambió mi vida. O sea, es como la mejor decisión que he hecho en mi vida. Entonces, después de las hormonas y las operaciones, Micah empezó a verse y a sentirse más cómodo. Pero Micah quería ir más allá de la transición física. Legalmente, todavía era mujer. Y cambiar esto no iba a ser fácil. En lo legal no existe la ambigüedad, en el ámbito legal, pues solo hay dos géneros: hombre y mujer. Solo hay dos cajitas, y en todas las formas que llenas tienes que escoger una cajita. Cada vez que Micah se enfrentaba a una aplicación de visa, a un formulario de trabajo, o a cualquier documento legal, se tenía que preguntar… ¿Y yo qué? ¿Dónde quepo en esto? ¿Qué voy hacer yo? Una tercera cajita, la de un sexo indeterminado, existe en países como Alemania. Pero no en México, ni, en ese momento, en Estados Unidos, los países en los que Micah se mueve. Entonces, ¿qué hace una persona como Micah? Una pausa y volvemos… Este podcast de NPR y el siguiente mensaje son patrocinados por Sleep Number. Sleep Number te ofrece camas que se adaptan, en ambos lados, a tu posición ideal. Sus nuevas camas son tan inteligentes que automáticamente se ajustan para mantenerte a ti y a tu pareja cómodos durante toda la noche. Averigua por qué 9 de cada 10 de los que usan Sleep Number lo recomiendan. Visita Sleep Number punto com para encontrar una tienda cerca de ti. Por medio de tu parlante inteligente, tienes acceso al mundo entero de NPR. Pídele que ponga NPR para escuchar las noticias mientras te alistas para el trabajo o preparas la cena. Es una nueva radio en tu casa, y nunca ha sido tan fácil escuchar programas como Morning Edition, Wait Wait Don’t Tell Me y más… Escucha NPR en tu parlante inteligente. Soy Ophira Eisenberg. Acompáñame en el Ask Me Another, el programa NPR donde retamos a concursantes y celebridades a juegos de palabras nerds, parodias musicales y trivias llenas de bromas. Encuéntranos todas las semanas en el app de NPR One o donde escuches tus podcasts. Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Micah se puso a pensar en su futuro, en su vida práctica. Pues yo tengo una pareja, y mi pareja es mujer, y en ese tiempo yo era legalmente “F”, mujer, ¿no? Y si nos casábamos legalmente, fuera válido o no, hay cierta ambigüedad en la ley porque todavía es algo que está como “in flux” esto del matrimonio gay. Y ahí te metes a áreas grises legalmente. Hablé con Micah en el 2015, meses antes de que la Corte Suprema de Estados Unidos legalizara el matrimonio gay. Entonces, en el momento de la entrevista, temas como la adopción, el seguro médico, los impuestos, la herencia… eran totalmente inciertos. Por eso, Micah se dio cuenta que luchar por la ambigüedad, en el ámbito legal, le iba costar demasiado. Y dije: “¿Qué pasa si me cambio el sexo a hombre, me caso con mi pareja en un matrimonio heterosexual, y ya no hay problemas?” El matrimonio de Micah sería válido. Si Micah y su pareja adoptan hijos, es válido; si tienen hijos biológicos, es válido; si tienen cuentas de banco juntos, es válido. Nadie los cuestionaría. Entonces Micah optó por el cambio de sexo legal por cuestiones prácticas. Y lo quiso hacer en el país en que nació. Porque pues mi acta de nacimiento es de México, y dije, “bueno ya que hago todo eso, puedo cambiar todo en Estados Unidos”. Me puse a investigar. Contacté a un abogado y le pregunté. Ni Kafka se hubiera imaginado la travesía burocrática que le esperaba a Micah. Necesitas un abogado que te represente, para empezar. En segundas, necesitas dos peritos que son los expertos médicos que van a testificar a tu favor. ¿Qué significa esto? Que necesitaba yo encontrar un doctor médico y otro doctor que podía tener no licencia médica, pero podía ser un psicólogo, que dijeran, que atestiguaran, que yo estaba bajo su cargo por más de un año y ya completé mi transición. Micah tuvo que meterle una especie de demanda al registro civil. Legalmente, no estaban pidiendo cambiar el acta de nacimiento, sino corregirlo. Argumentando que la registraron mujer por error. Es una jugada legal un poco extraña, porque al final, esta nueva persona legal, Micah, nace, entre comillas, con veintitantos años ya cumplidos. Tuve que escribir una historia de vida para presentarle a los doctores. Los doctores después hacen sus dictámenes, y, eh, tú le pagas obviamente honorarios al abogado, le pagas honorarios a los dos peritos por sus servicios. Este… Ah, y también me tuve que hacer un examen médico tanto con el doctor y un perfil hormonal. Y no me preguntes porqué te lo piden, porque obviamente es irrelevante si has llevado hormonas o no, pero te lo piden. Y todos estos trámites legales, médicos, duraron meses y meses. El abogado preparó el caso y metió los papeles, y poco después a Micah le dieron una fecha en la que tenía que presentarse en la corte familiar en la ciudad de México. Vas a un edificio en el centro en el ayuntamiento no sé qué no sé cuánto, en la colonia esta, que nunca he ido. Entras, y es literal así como un pasillo con escritorios. Y ya sabes, yo me vestí así como con corbata para verme bien… Micah se presentó con su abogado y los expertos médicos. El abogado presentó el caso, y luego, al primer médico… Lo empiezan a interrogar, ¿no? Que cuéntanos del paciente, que si esto es cierto que si esto es el otro. Muchas de las preguntas fueron enfocadas en la transición médica, a pesar de que en teoría no necesitas… no hay ningún requisito específico de transición médica. Pero era: ya tomó hormonas el paciente, ya tuvo la doble mastectomía, ya tuvo la histerectomía, no sé qué… Y se enfocaron mucho en la histerectomía y la esterilidad, de que no puedo tener hijos biológicos. O sea, lo que no preguntaron es que si tengo ovarios, porque eso es lo que hacen mis hijos biológicos, ¿no? O si, o si los congelé, pero pues no les cabe en la mente… Y según Micah, el juez… Estuvo bastante ridículo, porque las preguntas que hizo eran como: bueno, pero ¿qué es el género? ¿Es una sensación o una percepción? ¿Es algo que uno siente o que uno percibe? Y yo como, “bueno, este está aquí de filósofo, ¿o qué? O sea, esto una corte o un médico no te lo puede definir”. El médico experto le siguió la onda al juez. Conversaron largo y tendido, de manera casi abstracta, ahondando en algunas de las preguntas que nos hemos hecho acá. Y pues le dijo: “No si, es esto tal y tal y tal.” Ah ok, como es doctor pues si sabe de lo que habla, ¿no? Aunque es una pregunta de casi casi defíneme la conciencia. Pero bueno, después de 3 preguntas ya el juez quedó satisfecho y se fue. Y a mí, pregúntame qué me preguntaron. ¿Qué te preguntaron? ¡Nada! ¿Nada? Imprimieron los papeles, lo firmé, y yo no abrí la boca. No me preguntaron si sí quería esto. Increíble. Yo estuve ahí y firmé mis papeles y ya quedó. Pero bueno, ¿valió la pena? ¿Realmente fue necesario gastarse tanto dinero y tanta energía para tener un papelito plastificado que dice “HOMBRE”? Sí, y me lo he cuestionado. O sea, yo estaba a la mitad de este proceso y dije, “¿qué carajos estoy haciendo? ¿para que hago todo esto?”. Y lo único que te puedo decir es que sentí que lo tenía que hacer. Ahora Micah no se siente tan incómodo mostrando su identificación. Antes, este acto tan simple era frustrante, estresante. Porque me daba pena. Yo no quería nunca sacar mi identificación, ni mi pasaporte, y como que te escondes y dices: “Ay a ver si no me dicen nada, que no se fijen…”. ¿No? Porque pues no eres esa persona. Ahora, que refleje mi identidad perfectamente o no, era otra cuestión. Micah, así no lo hubiera querido, tuvo que jugar al juego de las categorías binarias y acomodarse a ellas. Y es que no hay un documento, ni mexicano ni estadounidense, que refleje lo que Micah siente desde muy joven: que el género es un espectro, que es diferente para cada individuo. Bueno, digamos que ese documento no existe. Por ahora. Entre el 2008 y el 2014, aproximadamente 160 personas cambiaron su sexo usando el mismo proceso largo y tedioso por el que pasó Micah. Sin embargo, debido a una reforma por la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, desde noviembre del 2014, este proceso es ya obsoleto. Ahora cambiar el sexo en el acta de nacimiento, es un trámite meramente administrativo. Le escribí a Micah, para preguntarle cómo seguía, qué había de nuevo en su vida. Me contestó así: “Tal vez diría que existir fuera del binario es una constante negociación contigo y con el mundo. Aunque han pasado casi 3 años desde la entrevista, ser trans ya no tiene un rol central en mi vida”. Esta historia fue escrita por Camila Segura y por mí, y editada con la ayuda de Silvia Viñas, Luis Trelles, y Martina Castro. La mezcla y el diseño de sonido es de Andrés Azpiri. Gracias a Jonathan Gómez por su asesoría con esta historia. Una versión en inglés salió el NYT Magazine. Si van a nuestra página web encontrarán un link al artículo. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Jorge Caraballo, Patrick Mosley, Laura Pérez, Ana Prieto, Barbara Sawhill, Ryan Sweikert, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. Conoce más sobre Radio Ambulante y sobre esta historia en nuestra página web: radioambulante.org. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

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