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Radio Ambulante - Hombre busca ayuda

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+
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A veces solo necesitas que alguien te escuche.

A Antonio siempre le dijeron que no podía llorar, que debía ser fuerte y no hablar de sus sentimientos. Nadie nunca le dijo que podía ser diferente a los demás hombres colombianos. Hasta que durante una crisis decidió llamar a la Línea Calma.



En nuestro sitio web puedes encontrar una transcripción del episodio. Or you can also check this English translation.



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Antes
de
comenzar
una
advertencia.
En
este
episodio
hay
lenguaje
explícito.
Se
recomienda
discreción.
Esto
es
Radio
Ambulante
desde
NPR,
soy
Daniel
Alarcón.
Digamosle
Antonio.
Tiene
39
años.
Vive
en
Bogotá.
Y
el
21
de
abril
de
2022
salió
con
su
novia
a
un
bar
que
frecuentaban.
Cuando
llegaron
se
encontraron
con
sus
amigos
y
se
les
unieron
en
la
barra
a
tomar
unos
tragos.
Estaban
charlando
y
riéndose
hasta
que
Antonio
se
volteó
para
ver
a
su
novia.
Y
yo
veo
que
ella…
Comienzan
otros
hombres
como
a
sacarla
a
bailar,
a
hablarle
y
ella
comienza
a
sonreír
y
a
verse
muy
feliz
con
ellos.
Antonio
sentía
que
esta
no
era
la
primera
vez
que
pasaba
algo
así.
Según
él,
su
novia
es
una
de
las
mujeres
más
bonitas
con
las
que
ha
salido
y
es
muy
consciente
de
que
llama
la
atención
a
donde
quiera
que
vaya.
Y
eso
a
Antonio
lo
llenaba
de
inseguridades.
O
sea,
me
siento
como
que
su
belleza
me…
me
amenazara,
como
si
su
belleza
yo
no
tuviera
la
capacidad
de
acompañarla.
Era
un
pensamiento
que
lo
consumía
todo
el
tiempo
pero
que
más
o
menos
había
aprendido
a
controlar.
Pero
esa
noche,
ya
con
tragos
encima,
Antonio
se
dejó
llevar
por
esa
inseguridad.
Se
puso
muy
celoso.
Para
él,
en
ese
momento,
su
novia
estaba
muchísimo
más
feliz
conversando
con
otros
hombres
que
con
él.
Entonces
yo
comienzo
a
sentir
rabia.
Enojo.
Considero
que
ella
está
siendo,
sí,
como
muy
alegre
y
no
está
siendo
alegre
conmigo.
Entonces
yo
le
reclamo
y
le
digo
«tranquila,
que
yo
me
voy
de
acá
para
que
se
quede
con
sus
amantes
y
no
me
joda
la
vida».
No
se
lo
dijo
en
este
tono.
Se
lo
gritó
tan
fuerte
que
la
gente
que
estaba
cerca
se
volteó
a
mirarlo.
Entonces
hubo
gente
como
que
se
sonreía
y
decía
«jajaj,
pobrecito».
Sentía
que
todos
lo
veían
con
lástima.
Eso
empeoró
su
rabia.
Su
novia
se
quedó
helada
y
le
reclamó
esa
reacción.
Pero
Antonio
no
estaba
para
razonar
ni
para
tener
ninguna
conversación.
Le
dijo
que
ella
lo
estaba
irrespetando
y
salió
del
bar
furioso,
agitado.
Comenzó
a
caminar
y
caminar
y
caminar
hasta
que
llegó
a
su
casa,
que
estaba
lejos
de
allí.
Pero
ni
siquiera
ese
momento
a
solas,
al
aire
libre,
logró
calmarlo.
Estaba
alterado
en
la
casa.
Estaba
enojado.
Estaba
intranquilo.
Así,
caminando
de
un
lado
para
otro.
Y
me
acordé.
Me
acordé
y
dije:
«Voy
a
llamar
a
probar
esta
vuelta.
Voy
a
probar
a
ver
que
si
esta
vaina
sirve».
Bienvenido
a
Calma,
la
línea
de
escucha
para
hombres.
Estamos
para
oírlo
y
orientarlo
su
llamada
es
muy
importante
para
nosotros…
Calma,
la
Línea
Calma,
una
iniciativa
de
la
alcaldía
de
Bogotá
creada
en
diciembre
de
2020
como
un
canal
de
escucha
y
acompañamiento
para
hombres.
Apenas
Antonio
oyó
esta
grabación
colgó
rápido
y
pensó:
«Qué
hijueputa
voy
a
llamar
huevón,
déjate
de
maricadas
y
quédate
quieto
en
la
casa,
quédate
callado
y
tal».
Pero
la
necesidad
de
hablar
con
alguien
sobre
lo
que
estaba
sintiendo
fue
más
grande.
Pero
después
dije
«no,
ni
mierda,
voy
a
llamar,
estoy
muy
jodido
y
cuando
uno
está
jodido,
necesita
ayuda».
De
algo
tenía
que
servir.
Una
breve
pausa
y
volvemos…
[Squarespace]:
Este
mensaje
viene
del
patrocinador
de
NPR,
Squarespace.
Cuando
usas
la
herramienta
insights,
puedes
mejorar
tu
sitio
web
aprendiendo
de
dónde
vienen
las
visitas
y
las
ventas
de
tu
página.
Mientras
que
analizas
cuáles
de
tus
canales
son
los
más
efectivos.
Sigue
haciendo
crecer
tu
negocio
y
crea
una
estrategia
de
mercadeo
basada
en
tus
palabras
clave
principales
o
tus
productos
o
contenidos
más
populares.
Visita
squarespace.com/npr
para
obtener
una
prueba
gratuita
y
luego
usa
el
código
NPR
para
ahorrar
10%
en
la
compra
de
tu
primer
sitio
web
o
dominio.
Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante.
Nuestra
productora
senior
Lisette
Arévalo
nos
sigue
contando.
Antonio
escuchó
sobre
la
Línea
Calma
por
primera
vez
dos
meses
antes
de
esa
llamada.
Era
febrero
de
ese
mismo
año
y
él
estaba
en
su
oficina
en
una
entidad
del
gobierno
local.
Al
prender
la
computadora
de
su
trabajo,
abrió
el
explorador,
en
la
página
web
de
la
alcaldía
aparecía
automáticamente.
Ahí
vio
una
publicidad
que
decía:
“Cuando
se
sienta
celoso
o
entusado
tómelo
con
calma.
Ahora
existe
una
línea
de
escucha
para
hombres”.
Entusado
es
un
dicho
colombiano
para
referirse
al
sentimiento
de
despecho
y
tristeza
después
de
una
ruptura
amorosa.
Lo
primero
que
pasó
por
su
cabeza
fue:
«¿Quién
va
a
llamar
a
esa
chimbada,
no?
¿O
sea,
quién
va
a
llamar
a
esa
vaina
y
a
contar
una
esas
cosas?
Esto
es
como
pa’
maricas,
no
es
que
se
va
a
poner
a
llamar
uno
a
llorar
a
contar
la
tragedia.
Qué
va
nosotros
no
contamos
nada”.
Y
es
que
desde
que
era
pequeño
a
Antonio
le
enseñaron
que
los
hombres
no
deben
expresar
sus
sentimientos
ni
pueden
hablar
libremente
de
lo
que
les
molesta.
Creció
en
Bucaramanga,
en
la
región
de
Santander,
en
el
centro
norte
de
Colombia,
y
se
acuerda
de
una
variación
de
frases
que
le
decían
tanto
en
su
casa
como
en
la
escuela:
Siempre
se
nos
reclamaba,
¿no?
«No
llore
que
eso
es
pa’
maricas.
Usted
no
tiene
porque
llorar,
los
hombres
no
lloran.
No
llore,
que
las
únicas
que
lloran
son
las
niñas».
En
casa
su
papá
constantemente
controlaba
no
solo
sus
juegos
—estaba
prohibido
jugar
con
las
muñecas
de
su
hermana—
sino
también
su
forma
de
hablar.
Mi
papá
se
enojaba
mucho
cuando
yo
hablaba
en
diminutivos.
Cuando
yo
decía
“alcánceme
la
cucharita”,
y
mi
papá
me
decía:
“diga
cuchara
porque
se
va
a
volver
marica”.
Su
mamá,
en
cambio,
era
muy
tierna
con
él,
muy
cariñosa…
le
gustaba
sentarlo
en
sus
piernas
y
conversar
con
él…
Y
mi
papá
le
reclamaba,
¿no?
Le
decía
por
qué
sienta
al
pelado
en
las
piernas,
bájese
de
ahí.
No
se
acuerda
bien
cómo
reaccionaba
ella
pero
lo
que
tiene
marcado
es
que
la
forma
en
que
se
relacionaba
con
su
padre
estaba
atravesada
por
los
malos
tratos,
los
gritos
y
los
golpes.
Como
que
la
forma
de
educarlo
a
uno
y
de
ponerle
límites
estaba
mediado
por
el
ejercicio
de
la
violencia
física.
La
única
demostración
cariñosa
del
papá
era
una
palmada
en
la
cabeza.
Algo
que
hacía
muy
de
vez
en
cuando.
Rapidito,
Antonio
aprendió
a
imitar
las
acciones
de
su
padre
y
reproducía
su
violencia
en
sus
interacciones
con
los
demás.
En
la
escuela
—que
era
solo
de
hombres—
sus
amigos
también
imitaban
a
sus
padres
que
no
eran
muy
distintos
al
de
Antonio.
Se
metían
en
peleas
con
los
chicos
de
otros
colegios,
iban
en
manada
a
todas
partes
y
molestaban
a
los
pocos
chicos
de
su
curso
que
habían
tenido
la
valentía
de
declararse
gay.
Cuando
iban
a
fiestas
e
invitaban
a
salir
a
unas
chicas,
las
controlaban.
A
veces
uno
por
lo
menos
le
decía
“no
se
vista
así
que
está
mostrando
mucho,
bájese
esa
falda
o
usted
no
va.
Yo
no
voy
a
salir
con
usted
así
pues,
porque
usted
está
muy
mostrona.
Y
a
me
da
pena
que
la
vean
así,
así
conmigo”.
Hablaban
entre
ellos
de
forma
despectiva
de
esas
mismas
chicas
con
las
que
salían
y
desde
los
13,
14
años,
visitaban
los
prostíbulos
de
la
ciudad.
En
ese
momento
considerábamos
pues
que
sí,
que
tocaba
ir
donde
las
putas
para
adelantar
ese
tipo
de
cosas
en
temas
sexuales
y
que
uno
no
debía
llegar
al
matrimonio
virgen,
sino
que
uno
tenía
que
llegar,
por
decirlo
así,
ya
entrenadito.
Hacían
todo
lo
necesario
para
encajar
en
lo
que
se
consideraba
un
hombre,
entre
comillas,
de
verdad.
Antonio
tiene
claro
lo
que
esto
significa
en
su
país.
Pues
el
estereotipo
del
hombre,
pues,
colombiano,
es
un
hombre
fiestero,
le
gusta
la
parranda,
está
rodeado
de
amigos,
de
amigas.
Creo
que
es
como
sentir
que
uno
pueda
vivir
su
sexualidad
con
quien
quiera.
Es
una
persona
arrecha,
es
una
persona
brava,
con
carácter.
También,
que
uno
habla
golpeado.
Más
tarde
volveremos
a
Antonio
y
a
su
historia
pero
quiero
detenerme
en
esa
generalización
que
hace
sobre
cómo
se
percibe
lo
que
debe
ser
la
masculinidad
colombiana,
y
bueno,
en
cierta
manera
la
masculinidad
latinoamericana
también…
La
forma
en
que
él
fue
criado
ha
sido
reproducida
durante
siglos
en
diferentes
partes
de
la
región.
Hay
variaciones,
claro,
pero
esa
construcción
social
de
cómo
deben
comportarse
los
hombres
—los
verdaderos
machos—
ha
estado
arraigada
en
lo
más
profundo
de
nuestra
cultura.
No
hay
que
irse
muy
lejos
para
comprobar
que
estos
son
los
estereotipos.
Basta
con
ver
personajes
de
telenovela
como
Don
Armando,
de
Betty
la
Fea.
Pero
¿por
qué
me
hace
esto
doctor,
yo
qué
le
hice?
¡Porque
de
nada
me
sirve
que
sea
tan
inteligente
si
es
tan
fea!
O
los
hermanos
Reyes,
de
Pasión
de
Gavilanes.
Ya
quisiera
Sarita,
ni
loco
abusaría
de
una
mujer
tan
fea
y
sin
gracia
como
usted.
No
se
haga
ilusiones.
Prácticamente
todos
tienen
estos
rasgos
que
mencionó
Antonio.
El
no
poder
expresar
sus
emociones
si
no
es
por
medio
de
los
golpes,
el
control
de
los
cuerpos
y
las
vidas
de
las
mujeres
que
los
rodean…
Y
bueno,
así
también
lo
han
observado
personas
que
se
han
dedicado
a
los
estudios
de
género
en
Colombia,
como
el
filósofo
Henry
Murrain.
Lleva
15
años
investigando
violencia
de
género
y
de
pareja
y
una
de
las
conclusiones
ha
sido
clara:
Una
parte
importante
de
lo
que
explicaría
la
violencia
de
pareja,
la
violencia
intrafamiliar
es
el
pésimo
manejo
de
emociones
por
parte
de
los
hombres
en
nuestra
sociedad.
Henry
es
subsecretario
distrital
de
Cultura
Ciudadana
y
Gestión
del
Conocimiento
de
la
Alcaldía
de
Bogotá.
Pero
antes
de
eso,
en
2005,
trabajaba
como
coordinador
de
proyectos
y
director
ejecutivo
en
Corpovisionarios,
una
ONG
dedicada
a
divulgar
la
visión
de
cultura
ciudadana
para
mejorar
la
vida
urbana.
Durante
su
tiempo
en
esta
organización,
entrevistó
a
feminicidas
que
estaban
en
la
cárcel,
pues
quería
entender
qué
los
había
llevado
a
asesinar
a
su
pareja.
Ahí
fue
que
encontró
esa
relación
de
la
que
acaba
de
hablar.
Notamos
que
la
circunstancia
en
la
que
se
presentó
el
hecho
generalmente
obedecía
a
un
pico,
a
una
crisis
emocional
en
donde
la
rabia,
la
ira,
y
toda
esta
estructura
cultural
del
machismo
generaba
una…
unas
salidas,
unas
reacciones
tremendamente
graves.
Graves
como
la
violencia
física,
psicológica
y
la
expresión
máxima
de
la
violencia
de
género:
el
feminicidio.
En
2021,
en
Colombia,
hubo
una
mujer
víctima
de
feminicidio
cada
41
horas.
Henry
me
contó
algo
que
le
llamó
la
atención
de
esas
conversaciones
que
tuvo:
muchos
estaban
arrepentidos,
no
se
defendían,
ni
buscaban
validar
o
excusar
lo
que
habían
hecho.
Y
también
se
dio
cuenta
de
algo
recurrente:
Había
señales
previas
que
mostraban
que
había
situaciones
de
riesgo
en
ese
hogar.
Fue
ahí
que
los
de
su
equipo
de
trabajo
se
hicieron
varias
preguntas:
¿Qué
habría
pasado
si
esos
hombres
supieran
cómo
manejar
sus
emociones?
¿Se
habrían
podido
prevenir
esos
feminicidios?
Henry
comenzó
a
darle
vueltas
a
esas
preguntas.
A
imaginar
posibles
escenarios
y
cómo
controlarlos.
Y
un
día
se
le
ocurrió
la
idea:
Y
esto
me
lleva
a
pensar
en,
lo
ideal
que
sería
tener,
por
ejemplo,
una
línea
de
atención
a
situaciones
de
emergencia
emocional
en
donde
los
hombres
pudieran
tener
un
acompañamiento
para
el
trámite
de
sus
crisis
emocionales.
Y
al
tiempo
pudiera
ser
un
trabajo
de
pedagogía
de
entrega
de
herramientas
para
que
esas
situaciones
no
sigan
presentándose.
Pensó
en
que
la
ventaja
de
realizar
la
atención
por
medio
de
una
línea
de
teléfono
es
que
durante
las
situaciones
más
extremas,
esos
momentos
álgidos
donde
los
hombres
pueden
estallar
en
violencia
de
la
que
después
se
van
a
arrepentir
es
difícil
que
otras
personas
—como
la
policía
o
la
familia—
intervengan.
Los
hombres
podrían
hablar
de
sus
emociones
desde
sus
casas,
de
forma
tranquila
y
segura.
La
ONG
en
la
que
trabajaba
en
ese
entonces
tenía
vínculos
con
el
gobierno
local
de
Barrancabermeja,
en
el
departamento
de
Santander,
así
que
les
propusieron
crear
esta
línea
como
prevención
a
la
violencia
de
género.
Estuvo
funcionando
durante
dos
años
—entre
2009
y
2011—
y
en
ese
tiempo
pasó
algo
que
confirmó
la
sospecha
de
Henry.
Tan
pronto
se
abrió
tuvo
un
flujo
de
llamadas
permanente.
Y
notamos,
digamos,
que
las
cifras
de
violencia
de
pareja
reportadas
por
el
Instituto
Nacional
de
Medicina
Legal
también
iban
decreciendo.
Según
Henry,
la
tasa
de
violencia
de
género
se
redujo
un
tercio
el
primer
año,
y
a
la
mitad
el
segundo.
Claro,
no
se
ha
comprobado
que
es
una
cuestión
de
causa
y
efecto,
pero
una
estadística
así
es
sorprendente
para
cualquier
ciudad
latinoamericana.
Cuando
vio
estos
resultados
se
puso
feliz…
Muy
feliz
profesional
e
intelectualmente.
Y
todo
ese
trabajo
me
generó
toda
una
perspectiva
futura
de
trabajo
profesional.
La
línea
en
Barrancabermeja
no
siguió
funcionando
más
allá
del
2011
porque
entró
otro
gobierno
que
decidió
cerrarla.
Pero
la
experiencia
que
tuvieron
ahí
fue
tan
exitosa
que
a
inicios
de
2019
la
ONG
trabajó
con
la
vicepresidencia
de
República
Dominicana.
Les
brindaron
asesoría
para
crear
una
línea
de
atención
parecida
para
prevenir
la
violencia.
Aunque
ésta
no
estaba
dedicada
solamente
a
los
hombres.
Ese
mismo
año,
Henry
se
desvinculó
de
la
organización
porque
la
recién
electa
alcaldesa
de
Bogotá,
Claudia
López,
lo
invitó
a
formar
parte
de
su
gabinete
de
Gobierno.
Quería
que
él
se
encargara
de
los
temas
de
cultura
ciudadana
y
de
desarrollar
iniciativas
para
reducir
la
violencia
de
pareja
en
la
ciudad.
Este
era
un
tema
prioritario
para
ella
porque,
en
Bogotá,
las
cifras
no
habían
mejorado
en
los
últimos
20
años.
Es
más,
se
habían
empeorado:
en
2019,
por
ejemplo,
la
tasa
de
mujeres
que
habían
pasado
por
situaciones
de
violencia
de
pareja
estaba
por
encima
del
promedio
nacional.
Henry
aceptó
el
puesto
y
le
contó
la
experiencia
que
había
tenido
con
la
línea
en
Barrancabermeja.
Quería
intentar
algo
similar
en
Bogotá.
Cuando
le
dieron
luz
verde,
se
pusieron
a
trabajar.
Los
primeros
meses
del
2020
decidieron
hacer
una
investigación
para
conocer
la
realidad
de
la
ciudad,
una
metrópoli
de
cerca
de
8
millones
de
habitantes,
y
destino
de
miles
de
colombianos
que
han
migrado
de
diferentes
partes
del
país.
Comenzaron
hablando
con
algunas
sobrevivientes
de
violencia
para
entender
qué
había
desencadenado
la
situación.
Y
el
58%
dijo
que
había
sido
una
situación
relacionada
con
celos
o
infidelidad.
Lo
que
entendimos
es
que,
claro,
detrás
del
macho,
machote
latino
también
hay
un
hombre
inseguro
y
atormentado,
que
ve
con
preocupación
la
libertad
de
su
pareja.
Entonces
parte
de
lo
que
hace
el
machismo
es
construir
esta
idea
de
que
la
pareja,
la
mujer,
es
de
la
propiedad
del
hombre.
Y
eso
los
lleva
a
intentar,
de
todas
las
formas,
controlar
a
sus
parejas.
El
siguiente
paso
era
tratar
de
averiguar
si
los
hombres
estarían
dispuestos
a
llamar
a
una
línea
de
atención.
Así
que
él
y
su
equipo
realizaron
encuestas.
Una
mayoría
contundente
de
los
hombres
en
Bogotá
manifestaba
que
sentía
que
era
difícil,
que
se
sentía
torpe
para
manejar
ciertas
emociones,
que
sentía
dificultad,
que
no
sabía
cómo
hacer
ciertas
cosas.
Y
finalmente
admitían:
Que
si
existiera
un
canal,
un
espacio
de
apoyo
para
esto,
lo
utilizaría.
Esto
les
dio
mucha
confianza.
La
investigación
y
el
proyecto
iban
bien
hasta
que
se
reportó
el
primer
caso
de
Covid-19
en
Bogotá.
El
6
de
marzo
de
2020,
tuvieron
que
detener
el
proceso.
Henry
me
contó
que
su
equipo
tuvo
que
enfocarse
en
contener
la
propagación
del
virus.
Y
ya
a
finales
de
ese
año,
cuando
parecía
haber
un
poco
más
de
control
sobre
la
pandemia
en
la
ciudad,
pudieron
retomar
el
trabajo
con
la
línea.
Querían
sacarla
para
diciembre…
Porque
sabemos
que
las
estadísticas
de…
el
cierre
de
diciembre
y
el
arranque
del
año,
son
las
épocas
donde
se
reporta
un
incremento
más,
más
fuerte
de
las
situaciones
de
violencia
intrafamiliar
y
violencia
de
pareja.
Coincide
con
la
época
de
las
festividades,
donde
el
consumo
de
alcohol
aumenta
y
es
cuando
las
parejas
pasan
más
tiempo
juntas.
Y
no
es
sorprendente
ni
desconocido
que
este
sea
un
detonante
para
la
violencia.
Conversaron
también
con
organizaciones
no
gubernamentales
que
estaban
a
cargo
de
líneas
de
atención
para
hombres
en
países
como
Costa
Rica,
México
y
Argentina.
Aunque
las
dos
últimas
fueron
abiertas
explícitamente
por
el
incremento
de
violencia
de
género
durante
el
encierro
por
la
pandemia.
Aunque
ya
tenían
un
estudio
de
la
población
a
la
que
querían
atender,
a
Henry
y
a
su
equipo
les
faltaba
afinar
unos
detalles
importantes.
Uno
de
ellos
era
que
la
línea
de
atención
para
hombres
estuviera
conectada
con
las
otras
líneas
de
teléfono
de
la
alcaldía…
Como
la
de
emergencias
de
la
policía,
la
de
crisis
de
salud
mental
y,
sobre
todo,
con
la
línea
púrpura,
dedicada
a
la
atención
de
mujeres
en
situaciones
de
riesgo.
También
faltaba
diseñar
los
protocolos
de
atención,
contratar
psicólogos
y
capacitarlos
en
temas
de
género.
Finalmente
lograron
lanzar
la
línea
el
17
de
diciembre
del
2020
con
una
rueda
de
prensa.
Esta
es
la
alcaldesa,
Claudia
López:
Si
necesita
ayuda,
si
quiere
conversar,
si
quiere
buscar
una
orientación,
use
la
Línea
Calma.
018000
423614.
Entre
todos,
entre
todas
vamos
a
superar
el
machismo
y
a
desaprender
machismo
en
Bogotá.
En
ese
evento,
Henry
presentó
algunos
resultados
de
la
investigación
que
realizaron
sobre
la
violencia
de
género
y
la
masculinidad
en
Bogotá.
Esos
hallazgos
que
acabamos
de
escuchar.
Y,
además,
mencionó
otros
descubrimientos.
Aquí
está
Henry,
durante
la
rueda
de
prensa:
De
hecho,
son
mucho
más
los
hombres
que
dicen
que
estarían
más
confiados
en
recibir
ayuda
de
un
profesional
o
terapeuta
que
el
porcentaje
de
mujeres.
67%
de
los
hombres,
60%
de
las
mujeres.
Un
profesional
como
el
que
buscaba
brindar
la
Línea
Calma.
Y
aclaró
que
el
propósito
iba
más
allá
de
contener
la
violencia
de
género.
Insistimos.
Pero
somos
conscientes
que
el
inadecuado
manejo
emocional
en
una
cultura
machista
produce
violencia
contra
las
mujeres.
Además,
anunciaron
que,
dependiendo
del
caso,
los
hombres
podrían
tener
un
acompañamiento
más
allá
de
esa
primera
llamada…
Con
herramientas
de
cambio
cultural
para
desaprender
el
machismo
y
manejar
mejor
sus
emociones.
La
inversión
inicial
era
aproximadamente
700
millones
de
pesos,
lo
que
en
esa
época
eran
unos
175
mil
dólares.
La
propuesta
fue
bien
recibida
por
muchas
personas
con
las
que
Henry
y
su
equipo
ya
habían
tenido
contacto,
incluyendo
varias
colectivas
feministas.
Pero
también
hubo
cuestionamientos.
Recibieron
críticas
por
parte
de
líderes
de
opinión,
académicos,
y
algunos
líderes
de
fundaciones…
había
como
la
incredulidad
de
que
los
hombres
fueran
a
utilizar,
a
llamar
a
la
línea,
¿no?,
porque
esto
es
un
programa
polémico
en
muchos
sentidos,
¿no?
¿Por
qué
trabajar
con
los
hombres?
¿Sí?
Cuando
los
hombres
en
muchas
ocasiones
se
convierten
en
maltratadores,
¿por
qué
preocuparse
por
trabajar
con
ellos?
La
Fundación
ha
sido
muy
crítica.
Yo
tengo
que
ser
muy
sincera…
Ella
es
Yamilé
Roncancio
Alfonso,
directora
y
fundadora
de
la
Fundación
Feminicidios
en
Colombia…
una
organización
creada
en
2018
para
llevar
estadísticas
de
feminicidios,
intentos
de
feminicidios
y
explotación
sexual.
Además
de
trabajar
muy
de
cerca
con
sobrevivientes
y
sus
familias.
Uno
de
sus
principales
cuestionamientos
se
centra
en
qué
tan
efectiva
puede
ser
una
línea
de
atención
como
la
Línea
Calma
para
reducir
la
violencia
de
género.
La
pregunta
es:
del
grupo
de
la
mayoría
de
agresores
que
hay
en
Bogotá…
Que
están
distribuidos
en
todos
los
estratos
y
demás.
Verdaderamente,
los
hombres
que
ejecutan
acciones
o
que
tienen
alta
probabilidad
de
ejecutar
acciones
delictivas
o
hechos
victimizantes
contra
las
mujeres,
¿van
a
llamar?
Yo
no
creo.
Y
si
llegaran
a
llamar…
¿Es
suficientemente
preventivo
que
un
hombre
en
un
estado
de
alteración
llame
y
diga
“no,
es
que
tengo
mucha
ira,
tengo
mucha
rabia”?
Y
simplemente
pues
lo
reciban
en
una
llamada
y
traten
de
hacerle
un
monitoreo…
o
sea
cómo
pueden
medir
el
impacto,
cómo
pueden
medir
la
eficacia
de
esa
Línea
Calma.
Yamilé
me
dijo
que
el
problema
es
que
ella
no
cree
en
la
eficacia
que
tienen
las
líneas
de
atención.
En
Colombia
ya
existen
varias
que
buscan
combatir
la
violencia
de
género
pero,
según
ella,
realmente
no
funcionan
bien.
La
155,
por
ejemplo,
está
dedicada
a
mujeres
en
situaciones
de
riesgo
que
requieran
orientación
sobre
sus
derechos.
Pero,
según
las
mujeres
con
las
que
ella
ha
trabajado,
se
pueden
demorar
varias
horas
en
contestar
una
llamada.
Y
cuando
lo
hacen,
la
orientación
en
muchos
casos
no
pasa
de
decirles
que
se
acerquen
a
la
Fiscalía
a
presentar
una
denuncia.
Para
Yamilé,
a
esto
se
le
suma
que
los
recursos
para
la
atención
de
las
sobrevivientes
son
insuficientes.
Las
mujeres
en
Colombia
que
hemos
sido
víctimas
de
violencia
—y
te
lo
puedo
decir
por
experiencia
propia—,
no
tenemos
garantía
de
atención
psicosocial
y
de
rehabilitación
por
los
traumas
que
tenemos
como
consecuencia
por
las
violencias
que
hemos
vivido,
porque
las
citas
que
te
dan
aquí
es
una
vez
al
mes
para
psicología.
Según
ella,
una
sobreviviente
de
violencia
debería
tener
atención
por
lo
menos
una
vez
a
la
semana.
Y
peor
aún
hay
varios
casos
en
los
que
mujeres
denunciaron
ante
la
Fiscalía
o
llamaron
a
pedir
ayuda,
pero
las
autoridades
no
hicieron
nada
al
respecto
y
esas
mismas
mujeres
terminaron
siendo
víctimas
de
feminicidio.
Entonces,
¿cuál
es
la
prioridad?
O
sea,
¿para
dónde
van
a
ir
dirigidos
mis
recursos?
Para
Yamilé,
los
recursos
utilizados
para
la
Línea
Calma
deberían
destinarse
a
otras
necesidades.
Como
crear
más
refugios
para
sobrevivientes
de
violencia
y
sus
hijos,
contratar
a
mejores
abogados
para
representarlas,
que
los
servicios
de
salud
tengan
perspectiva
de
género…
Además
de
capacitar
a
los
policías
y
fiscales
para
trabajar
con
las
víctimas.
Porque
en
últimas,
mientras
se
desmonta
toda
la
violencia
que
nos
impacta,
pues
al
menos
nosotras
tenemos
que
estar
protegidas
y
tenemos
que
tener
nuestros
sistemas
de
protección.
Henry
Murrain
no
desconoce
que
existen
estos
problemas.
De
hecho,
él
dice
que
precisamente,
porque
estas
medidas
que
están
en
funcionamiento
no
son
suficientes,
es
que
se
creó
la
Línea
Calma.
No
podemos
simplemente
cuestionar
el
machismo
y
generar
un
relato
de
crítica
al
machismo.
No
podemos
esperar
que
la
cárcel
y
el
castigo
sean
el
único
recurso
que
utilicemos
para
atender
la
problemática
de
machismo
y
violencia
de
pareja.
Sino
que
como
Estado
debemos
también
proveer
a
la
ciudadanía
de
herramientas
para
la
transformación.
Para
Henry
hay
otro
factor
importante
que
influye
en
el
éxito
de
la
línea:
les
permite
hablar
de
lo
que
sienten
con
un
profesional
de
manera
gratuita.
No
tienen
que
mostrar
la
cara
y,
al
tratarse
de
una
persona
desconocida,
pueden
hablar
sin
tapujos,
sin
miedo
a
ser
juzgados
por
gente
conocida.
Es
importante
aclarar
que
Yamilé
no
se
opone
a
que
se
trabaje
con
los
hombres
y
las
violencias
que
los
atraviesan
como
una
forma
de
prevención.
De
hecho,
la
posibilidad
de
replantear
el
significado
de
la
masculinidad
es
algo
que
ha
sido
impulsado
por
los
colectivos
feministas
en
el
mundo.
Pero
todavía
es
una
conversación
en
desarrollo.
Y
por
eso
Yamilé
considera
que
hay
formas
más
eficientes
que
una
línea
de
atención.
Propone
que
se
realicen
talleres
presenciales
por
medio
de
alianzas
con
empresas
privadas
y
públicas
donde
no
se
tenga
que
depender
de
que
sea
el
hombre
el
que
levante
el
teléfono
para
desmontar
su
machismo.
A
pesar
de
los
cuestionamientos,
la
fase
piloto
de
la
Línea
Calma
funcionó
bien.
Duró
6
meses,
atendían
de
lunes
a
viernes
de
8
de
la
mañana
a
8
de
la
noche…
Y
el
objetivo
era
saber
qué
tan
buena
acogida
iba
a
tener,
si
los
hombres
iban
a
llamar,
e
ir
documentando
los
aciertos
y
obstáculos.
Los
psicólogos
atendieron
a
1139
hombres…
Es
decir,
unos
nueve
al
día.
Si
tomamos
en
cuenta
la
población
de
hombres
de
15
años
en
adelante
en
Bogotá…
bueno,
no
es
un
porcentaje
particularmente
impresionante…
Un
0,05%…
Sin
embargo,
para
Henry
fue
un
éxito.
Era
la
primera
vez
que
se
hacía
algo
así
en
la
ciudad.
Además,
tuvieron
resultados
alentadores
de
los
hombres
que
fueron
atendidos.
Más
del
80%
dijo
haberse
sentido
mejor
después
de
la
llamada
y
un
93%
de
los
que
llamaron
por
situaciones
de
agresión
afirmaron
que
después
de
la
atención
no
volvieron
a
comportarse
violentamente.
Pues
es
maravilloso.
Creo
que
quienes
tenemos
vocación
de
servicio
público…
No
hay
mayor
recompensa.
No
existe
mayor
recompensa
que
poder
verificar
que
lo
que
estamos
haciendo
está
transformando
la
vida
de
personas.
Eso
lo…
lo
vale
todo.
Así
fue
cómo
comenzaron
a
planear
un
nuevo
lanzamiento
de
la
línea
que,
esta
vez,
incluía
recomendaciones
de
los
psicólogos
que
trabajaron
en
la
fase
piloto…
Como,
por
ejemplo,
extender
los
horarios
de
atención
de
8
de
la
mañana
a
10:30
de
la
noche,
incluyendo
los
fines
de
semana.
Además,
decidieron
ampliar
las
sesiones
psicoeducativas
a
las
que
pueden
acceder
los
hombres.
La
segunda
fase
comenzaría
en
agosto
de
2021,
y
para
eso
necesitaban
contratar
más
personal
y
hacer
mucha
publicidad
en
redes
y
medios.
El
psicólogo
Germán
Monroy,
había
visto
una
de
las
gráficas
que
promocionaba
la
línea
en
diciembre
del
2020.
Había
varias,
y
una
de
ellas
decía:
“Cuando
quiera
hablar
pero
sienta
temor,
tómelo
con
calma.
Ahora
existe
una
línea
de
escucha
para
hombres”.
Yo
cuando
la
vi
yo
dije:
una
de
dos
o
hago
uso
de
la
línea
como
usuario
o
busco
la
manera
de
ser
parte
de
ese
equipo…
Una
pausa
y
volvemos.
Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante,
soy
Daniel
Alarcón.
Antes
de
la
pausa
conocimos
la
iniciativa
de
la
Línea
Calma,
una
línea
telefónica
de
atención
para
ayudar
a
los
hombres
a
manejar
sus
emociones.
Luego
de
una
etapa
piloto,
la
idea
era
lanzarla
oficialmente
en
agosto
de
2021,
así
que
montaron
una
campaña
publicitaria
y
sacaron
una
convocatoria
para
contratar
personal.
Uno
de
los
que
la
vio
fue
el
psicólogo
Germán
Monroy
que
quedó
fascinado
con
la
idea.
Quiso
saber
más.
Lisette
nos
sigue
contando.
Cuando
Germán
vio
la
publicidad
de
la
Línea
Calma
pensó
no
solo
en
lo
novedoso
que
era
para
un
país
como
Colombia,
sino
también
en
lo
mucho
que
le
hubiera
ayudado
a
él
tener
una
línea
como
esta
cuando
era
adolescente.
Uy
en
esas
épocas
de…
tanta
confusión,
de
momentos
realmente
fuertes,
donde
no
había
como
esa
persona
a
la
cual
contarle
muchas
situaciones.
Siento
que
debió
existir
hace
mucho.
Germán
nunca
se
sintió
parte
del
grupo
de
los
niños
de
su
escuela
ni
de
su
colegio.
No
le
gustaba
jugar
fútbol,
le
gustaban
los
vestidos,
el
color
rosado
y
jugar
con
muñecas.
Pero
no
era
algo
que
se
lo
permitieran.
Ni
en
su
casa
ni
en
la
escuela.
No
existía
la
posibilidad
de
ir
por
un
camino
distinto
al
de
todos
los
niños.
Y
Germán
se
sentía
terrible.
Era
sentir
que
no
encajaba.
Era
sentir
que
era
diferente.
El
hecho
de
sentir
esa
cohibición,
esa
prohibición
de
tocar
un
juguete
porque
se
etiquetó
de
que
era
para
niña
y
no
para
niño.
Sí,
fue
fuerte.
Con
el
paso
de
los
años,
Germán
fue
definiendo
su
identidad
y
poco
a
poco
sentía
que
se
iba
liberando
de
estos
roles.
Ahora
se
identifica
como
una
persona
no
binaria,
lleva
el
pelo
largo
y
ha
logrado
encontrar
un
poco
más
de
paz.
Fue
algo
que
consiguió
con
años
de
estudios
en
psicología,
género
y
de
aprender
sobre
el
feminismo.
Entonces,
cuando
vio
la
publicidad
de
la
Línea
Calma
algo
le
hizo
click.
Como
psicólogo,
Germán
ya
había
trabajado
en
dos
fundaciones
para
la
prevención
del
suicidio
y
una
de
ellas
ofrecía
una
línea
de
atención.
También
había
atendido
llamadas
en
la
Línea
141
para
recibir
denuncias
de
maltrato
infantil,
violencia
sexual
y
acoso…
Así
que
ya
tenía
experiencia
en
atender
a
personas
en
situaciones
de
crisis.
Mira
que
yo
antes
no
le
tenía
mucha
fe,
al
tema
de
la
atención
telefónica.
Pero
a
medida
que
fui
trabajando
en
líneas,
me
di
cuenta
que
se
logra
una
conexión
demasiado
importante,
que
es
muchísimo
lo
que
puedes
hacer
detrás
de
un
computador
y
que
la
otra
persona
esté
en
su
celular,
en
su
teléfono,
se
logra
muchísimo.
Todo
eso
que
había
aprendido
en
su
trabajo
previo
quería
aplicarlo
en
la
Línea
Calma.
Y
en
agosto
de
2021
lo
logró.
Lo
contrataron.
Con
Germán,
eran
11
psicólogos.
Después
de
un
mes
de
capacitación,
de
aprender
cómo
tenían
que
atender
las
llamadas,
de
talleres
sobre
masculinidades
y
violencia
de
género,
Germán
estaba
listo
para
atender
los
teléfonos
de
la
línea.
«Buenos
días,
mi
nombre
es
Germán,
psicólogo
de
la
Línea
Calma
y
voy
a
orientarle
durante
esta
llamada,
por
lo
que
le
daré
algunas
recomendaciones.
¿Desea
reportar
alguna
situación
urgente
o
inminente?
¿Te
encuentras
o
alguna
otra
persona
en
riesgo
en
este
momento?”
Después
de
esto,
las
llamadas
usualmente
seguían
el
mismo
formato.
Germán
les
pedía
los
datos
personales
para
crear
un
registro
confidencial
y
luego
continuaba
la
llamada
aclarando
algo
importante:
«…
tengo
el
deber
ético
de
reportar
la
situación
frente
a
las
autoridades
correspondientes
según
la
ruta
institucional
para
garantizar
la
integridad
y
vida
de
su
pareja
o
cualquier
otra
persona
afectada.
Por
favor,
dígame
con
voz
alta
y
clara:
¿está
usted
de
acuerdo?”
Pedir
todos
los
datos
y
la
posibilidad
de
“reportar
frente
a
las
autoridades”
forma
parte
del
protocolo
jurídico
de
la
Línea
Calma.
Y
es
que
si
un
hombre
les
dice
que
está
ejerciendo
violencia
física,
los
psicólogos
están
en
la
obligación
de
reportarlo,
pues
existe
el
riesgo
de
que
se
cometa
un
feminicidio.
En
estos
casos
se
contactan
con
las
entidades
jurídicas
que
manejan
las
denuncias
de
violencia
de
género
e
intrafamiliar.
Esto,
claro,
tiene
consecuencias.
Ha
habido
casos
en
que
los
hombres
cuelgan
el
teléfono
cuando
se
les
informa
del
protocolo.
Pero
muchas
otras
veces,
se
quedan
en
la
línea,
se
desahogan
y
escuchan
lo
que
los
psicólogos
como
Germán,
les
tienen
que
decir.
La
central
desde
donde
los
psicólogos
reciben
las
llamadas
está
en
una
oficina
en
un
noveno
piso
de
un
edificio
en
Bogotá.
Ahí
cada
psicólogo
tiene
su
escritorio,
un
computador
y
un
auricular
de
diadema
y,
al
comenzar
su
turno
de
atención,
se
conectan
a
dos
servidores.
Uno
los
conecta
con
las
llamadas
y
el
otro
sirve
para
registrar
los
datos
de
las
personas.
Es
un
lugar
desde
el
que
Germán
se
ha
sentido
a
gusto
haciendo
su
trabajo.
Y
le
encanta
la
oficina
donde
pasa
horas,
rodeada
de
amplios
ventanales
desde
donde
se
ve
Bogotá.
Me
parece
muy,
muy
agradable
que
mientras
yo
estoy
conectándome
con
mi
usuario,
yo
pueda
tener
esa
perspectiva
de
la
ciudad
porque
me
lo
puedo
imaginar
a
él
en
cualquier
punto
con
todo
lo
que
pueda
estarme
comentando.
En
cada
turno
Germán
atendía
entre
3
a
5
llamadas
al
día
y
eran
de
todo
tipo.
Llamadas
de
violencia
intrafamiliar,
agresiones
físicas,
verbales
y
psicológicas
con
la
pareja,
con
alguna
otra
persona
de
la
familia
o
con
alguna
persona
de…
de
su
trabajo.
Otros
llaman
porque
han
tenido
problemas
con
sus
hijos
o
con
sus
exparejas
y
la
custodia…
O,
por
ejemplo,
de
hombres
que
se
sienten
en
crisis
porque
empiezan
a
cuestionar
su
identidad
y
orientación
sexual.
Es
reevaluar
toda
esa
parte
de
su
hombría,
de
ese
posible
miedo
a
que
lo
perciban
como
inferior,
a
lo
que
es
enfrentar
a
una
sociedad
donde
eres
diferente
o
donde
no
sigue
ciertos
patrones
o
lo
que
se
espera
de
ti
como
hombre.
Muchos
llaman
a
la
Línea
durante
la
hora
de
almuerzo,
sus
momentos
de
descanso
del
trabajo
o
desde
los
baños
de
su
casa.
Hablan
con
la
voz
suave,
bajita,
para
que
nadie
pueda
escucharlos.
Y
Germán
ha
notado
un
patrón
en
estas
llamadas…
Encuentro
que
la
gran
mayoría
de
los
hombres
que
se
comunican
a
la
línea
tienen
esa
dificultad
para
reconocer
la
emoción
que
están
viviendo
en
el
momento
¿Por
qué
estoy
sintiendo
esto?
Si
se
supone
que
yo
soy
el
macho.
Soy,
soy
en
este
rol
de
hombre
donde
yo
no
me
puedo
mostrar
así.
Entonces
hay
esa
confusión
y
esa
mezcla
entre
tristeza,
entre
rabia,
resentimiento,
frustración.
Son
hombres
que
debido
a
ese
mandato
de
ser
“fuertes”
sienten
que
no
pueden
conversar
sobre
sus
sentimientos,
sus
debilidades
o
ansiedades
con
nadie
de
su
círculo.
Y
es
que
recordemos
que
esta
Línea
no
solo
fue
creada
para
los
hombres
que
están
a
punto
de
cometer
un
acto
violento.
También
está
planteada
como
una
vía
para
el
desahogo.
Cuando
estaba
investigando
para
este
episodio
pude
hablar
con
algunos
hombres
que
llamaron
a
la
Línea.
Uno
de
ellos
porque
ya
estaba
trabajando
en
sus
miedos
a
no
expresarse
y
fue
una
continuación
del
trabajo
que
estaba
haciendo
sobre
mismo.
Otro
porque
sentía
ansiedad
y
depresión.
O
simplemente
porque
sentían
que
no
podían
hablar
con
sus
amigos
por
miedo
a
ser
juzgados.
Uno
de
ellos
me
pidió
que
lo
llamara
Alejandro.
Llamó
a
la
Línea
Calma
debido
a
una
ruptura
amorosa.
Tenía
mucha
ansiedad
y
había
cargado
pues
como
tristeza
durante
varios
meses
pero
en
ese
momento
me
sentía
muy
mal.
Y
pensé
en
quién
podía
escucharme
en
ese
momento.
Recordó
haber
visto
una
publicidad
de
la
Línea
Calma
y
decidió
llamar.
De
pronto,
porque
pensé
que
iban
a
entenderme
mejor
siendo
diseñada
para
hombres.
Al
principio
temblaba
un
poco.
Estaba
nervioso.
No
sabía
quién
le
iba
a
contestar
ni
qué
le
iban
a
decir.
Lo
atendió
un
psicólogo
llamado
Diego
que
le
hizo
varias
preguntas
y
lo
escuchó
atentamente.
A
medida
que
iba
desahogándose
sentía
que
se
le
iba
bajando
la
ansiedad.
No
tenía
yo
la
solución
al
final
de
la
llamada.
De…
a
todos
mis
problemas,
¿no?
pero
me
sentía
más
tranquilo.
Al
terminar,
el
psicólogo
le
ofreció
seguir
su
proceso
en
un
curso
que
Alejandro
llama
“para
aprender
a
ser
un
mejor
hombre”…
Los
dan
los
mismos
psicólogos
de
la
Línea
para
acompañarlos
después
de
esa
primera
llamada.
En
un
principio
Alejandro
aceptó
hacerlo
porque
quería
trabajar
en
mismo
para
tratar
de
recuperar
a
su
exnovia.
Pero
también
porque
había
tenido
malas
experiencias
con
otros
psicólogos
y
esta
era
la
primera
vez
que
se
sentía
realmente
escuchado.
Y
con
él,
la…
la
calma
que
me
ayudó
a
encontrar
esa,
esa
noche
dije:
pues
de
pronto
aquí
está
como
una
salida,
¿no?,
algo
que
me
va
a
ayudar
a
sentirme
mejor
luego
y
dije
pues
hay
que
intentarlo.
Alejandro
se
conectaba
por
videollamada
con
el
psicólogo
que
le
atendió
la
primera
vez.
Hablaban
de
cómo
se
sentía,
cómo
podía
relacionarse
mejor
con
las
mujeres
de
su
entorno.
Lo
hacía
reflexionar
sobre
cómo
manejar
mejor
emociones
como
la
ira
y
los
celos.
Tuvo
ocho
sesiones
en
las
que
aprendió
mucho.
Si
bien
no
logró
volver
con
su
ex,
la
relación
con
su
mamá
y
sus
amigas
mejoró
bastante.
Aprendió
a
no
juzgarlas
ni
a
imponer
su
forma
de
pensar
sobre
sus
vidas
y
sus
decisiones.
Pero
ahora
uno
es
un
poco
más
consciente
de
que
no
es,
no
es
la
misma
carrera
entre
hombres
y
mujeres.
Sino
que
ellas
lo
tienen
un
poco
más
difícil.
Alejandro
ha
llamado
más
veces
a
la
Línea
Calma.
Pues
no
es
mágico.
No
es
una
llamada
y…
y
se
arreglan
tus
problemas.
Pero
es
un
paso.
Un
paso
que
sirve
mucho.
Nosotros
también
merecemos
una
línea
en
la
que
podamos
sentirnos
tranquilos,
en
calma.
Y
bueno,
si
hablamos
más
directamente
sobre
la
Línea
como
forma
de
prevención
de
la
violencia
de
género,
Germán
Monroy
dice
que
ha
podido
identificar
dos
grupos
de
hombres.
El
primero…
Es
ese
hombre
que
ha
generado
violencias,
pero
en
medio
de
este
tipo
de
situaciones
reconoce
que
no
está
bien.
Reconocen
las
consecuencias
y
buscan
un
cambio.
Con
ellos
es
más
fácil
trabajar.
Y
el
segundo
grupo…
Son
algunos
hombres
que
tienen
mucha
más
dificultad
en
reconocer
que
maltratan,
que
ese
rol
de
hombre
machista
es
algo
dañino,
es
algo
un
poco
tóxico.
Y
es
justamente
con
este
segundo
grupo
con
el
que
se
le
ha
hecho
más
difícil
trabajar.
Germán
recuerda
que
una
de
las
llamadas
más
complicadas
que
ha
tenido
que
manejar
fue
la
de
un
señor
de
unos
60
años
que
había
pertenecido
al
ejército
colombiano.
Había
pasado
por
una
ruptura
de
pareja
y
no
se
lo
estaba
tomando
para
nada
bien.
No
llamaba
para
buscar
ayuda
para
él
sino
para
que,
desde
la
Línea
Calma,
contactaran
a
su
exnovia
para
que
recapacitara.
Y
le
hiciéramos
caer
en
cuenta
de
que
ella
estaba
perdiendo
un,
un
hombre
con
mucho
reconocimiento,
un
hombre
que
le
brindaba
dinero.
Pero
en
medio
de
todo
eso
bueno
que
él
percibía
que
le
brindaba
no
se
daba
cuenta
del
maltrato
que
generaba.
Había
insultos,
había
privación
de
amistades,
de
lugares.
No
podía
salir.
Decía
que
él
le
daba
todo,
que
elegía
ropa
en
las
tiendas
más
caras
y
se
la
compraba.
Además,
durante
la
llamada
habló
muy
mal
de
ella
y
de
las
mujeres
en
general.
Cuando
Germán
le
hizo
caer
en
cuenta
de
lo
que
estaba
haciendo,
el
hombre
no
reaccionó
nada
bien.
Le
dijo
que
no
había
llamado
para
que
lo
confrontaran,
sino
para
que
le
ayudaran
a
recuperar
a
su
ex.
Él
venía
con
un
machismo
muy
marcado,
una
persona
supremamente
autoritaria.
Cuestionó
muchísimo,
me
cuestionó
mi
edad,
me
decía
como
que
yo
sonaba
demasiado
joven
como
para
venir
a
decirle
cómo
vivir.
Estaba
furioso
y
como
vio
que
no
iba
a
conseguir
lo
que
quería,
colgó
el
teléfono.
No
supieron
más
de
él.
No
ha
sido
el
único
que
ha
respondido
mal,
claro.
No
es
fácil
cuestionar
la
masculinidad.
Menos
en
un
país
como
Colombia,
o
en
una
región
tan
machista
como
Latinoamérica.
Pero
Germán
y
los
demás
psicólogos
tienen
varias
estrategias
para
que
no
les
cuelguen
el
teléfono.
Algo
en
lo
que
yo
cuido
mucho
mi
orientación
y
la
atención
que
yo
puedo
brindar
es
en
que
la
persona
no
lo
tome
a
modo
de
crítica,
o
sea,
no
decirle
es
que
eres
un
machista
sino
es
la
crítica
a
la
acción
machista.
O
incluso
al
pensamiento
machista.
Por
ejemplo…
He
escuchado
hombres
que
verbalizan:
«es
que
la
mujer
tiene
que
quedarse
en
la
casa
cuidando
los
hijos»o
que
la
mujer
cuando
se
casa
tiene
la
obligación
de
satisfacer
sexualmente
a
su
esposo
en
toda
circunstancia.
En
esos
casos,
Germán
dice
que
una
técnica
que
funciona
es
hacer
un
tipo
de
“juego
de
roles”.
Durante
la
llamada
les
pide
que
se
pongan
en
los
zapatos
de
sus
parejas
y
Germán
les
repite
las
frases
para
que
puedan
entender
cómo
se
siente.
Aunque
al
inicio
los
hombres
pueden
mostrarse
reacios
a
hacerlo,
terminan
aceptando.
Es
un
ejercicio
simple
pero
eficiente.
A
Germán
le
encanta
este
trabajo.
Tanto,
que
a
principios
de
abril
del
2022
se
convirtió
en
el
supervisor
de
la
línea.
Ahora
ya
no
contesta
las
llamadas
ni
habla
directamente
con
los
hombres,
sino
que
se
encarga
de
monitorear
el
trabajo
de
los
demás
psicólogos
y
los
orienta
si
reciben
una
llamada
complicada.
Y
si
algo
le
ha
quedado
claro
de
toda
esta
experiencia
es
la
importancia
de
trabajar
con
los
agresores.
Es
demasiado
importante
de
verlo
también
como
un
ser
humano
que
ha
tenido
unas
vivencias,
que
ha
tenido
unas
circunstancias
de
vida
que
puede
que
lo
hayan
llevado
a
quién
es.
Para
inicios
del
2022,
la
Línea
Calma
atendió
5
mil
llamadas
y
3
mil
hombres
iniciaron
el
proceso
psicoeducativo.
Uno
de
ellos
es
Antonio,
al
que
oímos
al
inicio
de
esta
historia.
Recordemos
que
después
de
agredir
a
su
novia
con
una
escena
de
celos,
decidió
llamar
a
la
Línea
Calma…
la
primera
vez
colgó
casi
inmediatamente
pero
enseguida
volvió
a
intentarlo….
Entonces
llamé
y
como
al
tercer
rin
tin
tín
me
contestaron.
Le
atendió
una
psicóloga
llamada
Diana
y
Antonio
me
contó
que
desde
el
principio
de
la
interacción
con
ella
se
sintió
tranquilo.
Le
pidió
sus
datos
y
le
habló
de
los
acuerdos
para
recibir
la
atención
de
la
Línea
Calma.
Todo
el
protocolo
del
que
Germán
nos
habló.
¿Y
después
me
dijo
y
porqué
estás
llamando
acá?
Antonio
le
contó
todo
lo
que
había
pasado
esa
noche.
La
pelea,
los
celos,
los
insultos…
La
psicóloga
lo
escuchó
y
le
hizo
preguntas
de
seguimiento.
Ella
nunca
me
trató…
Nunca
me
dijo
machista,
por
decirlo
así.
Pero
ella
me
decía
“pero
eso
no
está
bien”.
O
sea,
no
eres
dueño
de
ella,
ella
no
es
de
tu
propiedad
y
tienes
que
aprender
a
construir
relaciones
así».
También
le
dijo
que
el
consumo
de
alcohol
empeora
cualquier
escenario,
porque
puede
generar
violencia
y
estados
de
exaltación.
Hablaron
de
cuál
era
la
mejor
forma
de
manejar
las
emociones…
Me
dijo:
«Tú
tienes
derecho
a
estar
enojado.
El
enojo
es
un
sentimiento
humano,
pero
ya
cuando
ya
lo
pasas
a
las
agresiones,
pues,
ya
estás
siendo
violento
y
estás
vulnerando
los
derechos
de
otras
personas”.
Eso
me
gustó
que
me
lo
dijera.
Pues
aunque
puede
parecer
muy
evidente,
aunque
puede
parecer
muy
sencillo
yo
creo
que
uno
no
siempre
tiene
claro
sobre
eso.
Hablaron
unas
dos
horas
y
media,
más
o
menos.
Un
récord
para
Antonio
porque
dice
que
no
le
gusta
charlar
por
teléfono
con
nadie
más
de
cinco
o
diez
minutos.
Pero
ese
día
sentía
que
tenía
que
sacarlo
todo.
Habló
de
su
pasado,
de
su
mamá,
de
su
hermana,
de
la
relación
con
su
novia…
De
todo
lo
que,
por
años,
no
pudo
expresar.
O
sea,
yo
hablaba
y
hablaba
y
necesitaba
hablar.
Y
creo
que
ese
es
el
primer
paso.
Hablar,
¿no?
En
una
sociedad
que
nos
mete
el
silencio.
Yo
sentí
como
si
me
estuvieran
dando…
me
estuvieran
revelando
la
luz,
el
camino,
no
sé.
Aunque
me
confesó
algo:
no
está
seguro
si
se
hubiera
quedado
hablando
tanto
tiempo
esa
noche
si
hubiera
sido
un
hombre
el
que
le
hubiera
contestado
el
teléfono.
Yo
con
hombre
no
le
abro
mi
corazón
así
como
se
lo
abrí
a
esa
chica,
o
sea
decir,
de
compartirle
todo
lo
que
me
estaba
pasando.
Esa
misma
noche,
cuando
colgaron
el
teléfono,
la
psicóloga
le
envió
por
email
todos
los
recursos
para
darle
seguimiento
a
su
caso.
Entre
ellos
una
lista
de
consultorios
de
psicología
universitarios,
folletos
informativos
sobre
cómo
manejar
las
emociones
para
tener
mejores
conversaciones
con
su
pareja.
Y
con
cualquier
persona.
Para
él
fue
un
primer
paso
para
empezar
a
cambiar
las
cosas.
Uno
a
veces
también
tiene
que
reconocer,
pues
sí,
que
uno
puede
ser
un
feminicida
en
potencia,
y
si
uno
no
trabaja
eso,
uno
no
trabaja
el
tema
de
la
violencia,
el
enojo
en,
en
un…
en
un
acto
de
rabia
uno
puede
estar
matando
a
alguien.
Uno
tiene
que
tomar
conciencia
de
su
propia
violencia
para
evitar
agredir.
Al
día
siguiente
habló
con
su
novia.
Ella
le
reclamó
por
cómo
la
trató,
por
cómo
la
hizo
sentir
con
sus
gritos
frente
a
todos
sus
amigos.
Él
le
contó
que
había
llamado
a
la
Línea
Calma,
le
aseguró
que
trabajaría
en
mismo
con
la
ayuda
de
especialistas
para
mejorar.
Y
le
pidió
perdón…
La
traté
como
una
cosa.
La
dejé
tirada
en
un
lugar…
Ella
me
aceptó
el
perdón.
Y
me
dijo
“pues
tienes
que
trabajar
eso,
tienes
que
trabajarlo,
pues,
porque
si
queremos
estar
juntos
no
puede
ser
que
cada
vez
que
salgamos
eso
se
vuelva
a
repetir”.
Antonio
comenzó
a
ir
a
terapia
y
a
utilizar
los
recursos
que
le
había
dado
la
psicóloga
de
la
Línea
Calma.
En
lugar
de
reaccionar
de
forma
violenta
cuando
se
enojaba
con
su
novia,
salía
de
su
departamento
para
darse
una
vuelta
y
aclarar
su
cabeza.
Recordaba
claramente
los
consejos
que
la
psicóloga
le
había
dado
para
aprender
a
reconocer
cuando
tenía
celos,
y
procesar
sus
emociones
antes
de
reaccionar.
Y
en
mayo
de
2022,
un
mes
después
de
llamar
a
la
línea,
ya
no
volvió
a
reaccionar
de
la
misma
manera
cuando
salió
con
su
novia
a
un
bar.
A
pesar
de
que
se
presentaron
las
mismas
circunstancias.
Ella
estaba
ahí
saludando,
hablando
con
sus
amigos
y
eso,
y
yo
estaba
tranquilo.
Y
la
gente
se
me
acercaba
a
decirme
«oye
y
qué
bien
¿no?
Qué
chévere
la
actitud
en
la
que
estás».
Y
yo
le
dije
«si
viejo,
yo
estoy…
yo
reconozco
los
problemas
que
tengo
y
yo
quiero
estar
con
ella
y
tengo
que
aprender
a
estar
con
ella,
pero
también
aprender
muchas
cosas
mías».
Antonio
es
uno
de
varios
hombres
que
afirman
haber
cambiado
su
forma
de
actuar
gracias
a
la
atención
de
Línea
Calma.
Ahora,
él
no
deja
de
recomendarle
a
sus
amigos
que
llamen
a
la
línea
cada
vez
que
tienen
un
problema.
Y
aunque
le
dicen
que
está
loco,
que
nunca
llamarían,
él
insiste
y
no
pierde
la
oportunidad.
Yo
estoy
que
me
estampo
una
camiseta.
“Yo
llamé
a
la
Línea
Calma
y
deberías
también
llamarla”,
así.
Por
eso,
también
decidió
compartir
su
historia
en
este
episodio.
Aunque
no
use
su
nombre
verdadero,
quiere
que
se
sepa
el
impacto
que
puede
tener.
Cuando
le
pregunté
cómo
definiría
al
Antonio
antes
de
la
llamada
a
la
línea
me
dijo
que
era
un
hombre
que
se
envenenaba
con
su
propia
rabia.
Pero
ahora
siente
que
ya
no
es
así.
Es
un
Antonio
que
está
tratando
de
quitarle
el
veneno
a
su
rabia
y
convertirla
en
algo
que
no
sea
un
sufrimiento
para
él
y
para
las
demás
personas
que
quiere.
Es
un
primer
paso,
porque
yo
todavía
tengo
que
cambiar.
O
sea,
decir
que
ya
no
soy,
ya
no
soy
machista,
ya
soy
el
hombre
nuevo,
el
deconstruido.
No,
carreta.
Todavía
estoy
jodido.
Todavía
estoy
jodido.
Pero
ya
estoy
comenzando
a
trabajar
en
dejar
estar
un
poquito
menos
jodido.
Para
lograrlo,
él
quiere
seguir
reflexionando
sobre
sus
emociones,
su
machismo
y
el
daño
que
ha
causado
y
puede
causar
debido
a
esa
forma
en
que
lo
criaron.
Le
parece
necesario
para
poder
vivir
una
vida
más
tranquila,
lejos
de
esa
rabia
que
lo
llevó
a
la
violencia.
En
especial
porque
es
la
vida
que
quiere
para
su
hijo
de
12
años,
de
un
primer
matrimonio.
Y
yo
lo
veo
como
tan
feliz,
tan
bonito
como
en
contacto
con
sus
emociones.
Si
quiere
llorar,
llora.
Él
habla
como
quiere
hablar
y
yo
no
lo
corrijo
como
lo
hacía
mi
papá.
Yo
lo
veo
a
él
que
él
está
creciendo
en
un
mundo
distinto
del
que
era
el
mío.
Es
un
mundo
donde
su
hijo
no
tiene
que
preocuparse
por
decir
“cucharita”
en
lugar
de
“cuchara”.
Uno
en
que
busca
que
los
colores
solo
sean
colores.
Los
juguetes
solo
sean
juguetes.
Y
donde
los
niños
aprendan
a
que
ser
otro
tipo
de
hombre,
lejos
del
machismo,
es
posible.
Lisette
Arévalo
es
productora
senior
de
Radio
Ambulante,
vive
en
Quito,
Ecuador.
Esta
historia
fue
editada
por
Camila
Segura,
Natalia
Sánchez
Loayza
y
por
mí.
Bruno
Scelza
hizo
el
fact-checking.
El
diseño
de
sonido
es
de
Andrés
Azpiri
con
música
original
de
Ana
Tuirán.
El
resto
del
equipo
de
Radio
Ambulante
incluye
a
Paola
Alean,
Nicolás
Alonso,
Aneris
Casassus,
Diego
Corzo,
Emilia
Erbetta,
Fernanda
Guzmán,
Camilo
Jiménez
Santofimio,
Rémy
Lozano,
Juan
David
Naranjo,
Ana
Pais,
Laura
Rojas
Aponte,
Barbara
Sawhill,
David
Trujillo,
Elsa
Liliana
Ulloa
y
Luis
Fernando
Vargas.
Selene
Mazón
es
nuestra
pasante
de
producción.
Carolina
Guerrero
es
la
CEO.
Radio
Ambulante
se
edita
en
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Radio
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cuenta
las
historias
de
América
Latina.
Soy
Daniel
Alarcón.
Gracias
por
escuchar.
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Antes de comenzar una advertencia. En este episodio hay lenguaje explícito. Se recomienda discreción. Esto es Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón. Digamosle Antonio. Tiene 39 años. Vive en Bogotá. Y el 21 de abril de 2022 salió con su novia a un bar que frecuentaban. Cuando llegaron se encontraron con sus amigos y se les unieron en la barra a tomar unos tragos. Estaban charlando y riéndose hasta que Antonio se volteó para ver a su novia. Y yo veo que ella… Comienzan otros hombres como a sacarla a bailar, a hablarle y ella comienza a sonreír y a verse muy feliz con ellos. Antonio sentía que esta no era la primera vez que pasaba algo así. Según él, su novia es una de las mujeres más bonitas con las que ha salido y es muy consciente de que llama la atención a donde quiera que vaya. Y eso a Antonio lo llenaba de inseguridades. O sea, me siento como que su belleza me… me amenazara, como si su belleza yo no tuviera la capacidad de acompañarla. Era un pensamiento que lo consumía todo el tiempo pero que más o menos había aprendido a controlar. Pero esa noche, ya con tragos encima, Antonio se dejó llevar por esa inseguridad. Se puso muy celoso. Para él, en ese momento, su novia estaba muchísimo más feliz conversando con otros hombres que con él. Entonces yo comienzo a sentir rabia. Enojo. Considero que ella está siendo, sí, como muy alegre y no está siendo alegre conmigo. Entonces yo le reclamo y le digo «tranquila, que yo me voy de acá para que se quede con sus amantes y no me joda la vida». No se lo dijo en este tono. Se lo gritó tan fuerte que la gente que estaba cerca se volteó a mirarlo. Entonces hubo gente como que se sonreía y decía «jajaj, pobrecito». Sentía que todos lo veían con lástima. Eso empeoró su rabia. Su novia se quedó helada y le reclamó esa reacción. Pero Antonio no estaba para razonar ni para tener ninguna conversación. Le dijo que ella lo estaba irrespetando y salió del bar furioso, agitado. Comenzó a caminar y caminar y caminar hasta que llegó a su casa, que estaba lejos de allí. Pero ni siquiera ese momento a solas, al aire libre, logró calmarlo. Estaba alterado en la casa. Estaba enojado. Estaba intranquilo. Así, caminando de un lado para otro. Y me acordé. Me acordé y dije: «Voy a llamar a probar esta vuelta. Voy a probar a ver que si esta vaina sirve». Bienvenido a Calma, la línea de escucha para hombres. Estamos para oírlo y orientarlo su llamada es muy importante para nosotros… Calma, la Línea Calma, una iniciativa de la alcaldía de Bogotá creada en diciembre de 2020 como un canal de escucha y acompañamiento para hombres. Apenas Antonio oyó esta grabación colgó rápido y pensó: «Qué hijueputa voy a llamar huevón, déjate de maricadas y quédate quieto en la casa, quédate callado y tal». Pero la necesidad de hablar con alguien sobre lo que estaba sintiendo fue más grande. Pero después dije «no, ni mierda, voy a llamar, estoy muy jodido y cuando uno está jodido, necesita ayuda». De algo tenía que servir. Una breve pausa y volvemos… [Squarespace]: Este mensaje viene del patrocinador de NPR, Squarespace. Cuando usas la herramienta insights, puedes mejorar tu sitio web aprendiendo de dónde vienen las visitas y las ventas de tu página. Mientras que analizas cuáles de tus canales son los más efectivos. Sigue haciendo crecer tu negocio y crea una estrategia de mercadeo basada en tus palabras clave principales o tus productos o contenidos más populares. Visita squarespace.com/npr para obtener una prueba gratuita y luego usa el código NPR para ahorrar 10% en la compra de tu primer sitio web o dominio. Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Nuestra productora senior Lisette Arévalo nos sigue contando. Antonio escuchó sobre la Línea Calma por primera vez dos meses antes de esa llamada. Era febrero de ese mismo año y él estaba en su oficina en una entidad del gobierno local. Al prender la computadora de su trabajo, abrió el explorador, en la página web de la alcaldía aparecía automáticamente. Ahí vio una publicidad que decía: “Cuando se sienta celoso o entusado tómelo con calma. Ahora existe una línea de escucha para hombres”. Entusado es un dicho colombiano para referirse al sentimiento de despecho y tristeza después de una ruptura amorosa. Lo primero que pasó por su cabeza fue: «¿Quién va a llamar a esa chimbada, no? ¿O sea, quién va a llamar a esa vaina y a contar una esas cosas? Esto es como pa’ maricas, no es que se va a poner a llamar uno a llorar a contar la tragedia. Qué va nosotros no contamos nada”. Y es que desde que era pequeño a Antonio le enseñaron que los hombres no deben expresar sus sentimientos ni pueden hablar libremente de lo que les molesta. Creció en Bucaramanga, en la región de Santander, en el centro norte de Colombia, y se acuerda de una variación de frases que le decían tanto en su casa como en la escuela: Siempre se nos reclamaba, ¿no? «No llore que eso es pa’ maricas. Usted no tiene porque llorar, los hombres no lloran. No llore, que las únicas que lloran son las niñas». En casa su papá constantemente controlaba no solo sus juegos —estaba prohibido jugar con las muñecas de su hermana— sino también su forma de hablar. Mi papá se enojaba mucho cuando yo hablaba en diminutivos. Cuando yo decía “alcánceme la cucharita”, y mi papá me decía: “diga cuchara porque se va a volver marica”. Su mamá, en cambio, era muy tierna con él, muy cariñosa… le gustaba sentarlo en sus piernas y conversar con él… Y mi papá le reclamaba, ¿no? Le decía por qué sienta al pelado en las piernas, bájese de ahí. No se acuerda bien cómo reaccionaba ella pero lo que sí tiene marcado es que la forma en que se relacionaba con su padre estaba atravesada por los malos tratos, los gritos y los golpes. Como que la forma de educarlo a uno y de ponerle límites estaba mediado por el ejercicio de la violencia física. La única demostración cariñosa del papá era una palmada en la cabeza. Algo que hacía muy de vez en cuando. Rapidito, Antonio aprendió a imitar las acciones de su padre y reproducía su violencia en sus interacciones con los demás. En la escuela —que era solo de hombres— sus amigos también imitaban a sus padres que no eran muy distintos al de Antonio. Se metían en peleas con los chicos de otros colegios, iban en manada a todas partes y molestaban a los pocos chicos de su curso que habían tenido la valentía de declararse gay. Cuando iban a fiestas e invitaban a salir a unas chicas, las controlaban. A veces uno por lo menos le decía “no se vista así que está mostrando mucho, bájese esa falda o usted no va. Yo no voy a salir con usted así pues, porque usted está muy mostrona. Y a mí me da pena que la vean así, así conmigo”. Hablaban entre ellos de forma despectiva de esas mismas chicas con las que salían y desde los 13, 14 años, visitaban los prostíbulos de la ciudad. En ese momento considerábamos pues que sí, que tocaba ir donde las putas para adelantar ese tipo de cosas en temas sexuales y que uno no debía llegar al matrimonio virgen, sino que uno tenía que llegar, por decirlo así, ya entrenadito. Hacían todo lo necesario para encajar en lo que se consideraba un hombre, entre comillas, de verdad. Antonio tiene claro lo que esto significa en su país. Pues el estereotipo del hombre, pues, colombiano, es un hombre fiestero, le gusta la parranda, está rodeado de amigos, de amigas. Creo que es como sentir que uno pueda vivir su sexualidad con quien quiera. Es una persona arrecha, es una persona brava, con carácter. También, que uno habla golpeado. Más tarde volveremos a Antonio y a su historia pero quiero detenerme en esa generalización que hace sobre cómo se percibe lo que debe ser la masculinidad colombiana, y bueno, en cierta manera la masculinidad latinoamericana también… La forma en que él fue criado ha sido reproducida durante siglos en diferentes partes de la región. Hay variaciones, claro, pero esa construcción social de cómo deben comportarse los hombres —los verdaderos machos— ha estado arraigada en lo más profundo de nuestra cultura. No hay que irse muy lejos para comprobar que estos son los estereotipos. Basta con ver personajes de telenovela como Don Armando, de Betty la Fea. Pero ¿por qué me hace esto doctor, yo qué le hice? ¡Porque de nada me sirve que sea tan inteligente si es tan fea! O los hermanos Reyes, de Pasión de Gavilanes. Ya quisiera Sarita, ni loco abusaría de una mujer tan fea y sin gracia como usted. No se haga ilusiones. Prácticamente todos tienen estos rasgos que mencionó Antonio. El no poder expresar sus emociones si no es por medio de los golpes, el control de los cuerpos y las vidas de las mujeres que los rodean… Y bueno, así también lo han observado personas que se han dedicado a los estudios de género en Colombia, como el filósofo Henry Murrain. Lleva 15 años investigando violencia de género y de pareja y una de las conclusiones ha sido clara: Una parte importante de lo que explicaría la violencia de pareja, la violencia intrafamiliar es el pésimo manejo de emociones por parte de los hombres en nuestra sociedad. Henry es subsecretario distrital de Cultura Ciudadana y Gestión del Conocimiento de la Alcaldía de Bogotá. Pero antes de eso, en 2005, trabajaba como coordinador de proyectos y director ejecutivo en Corpovisionarios, una ONG dedicada a divulgar la visión de cultura ciudadana para mejorar la vida urbana. Durante su tiempo en esta organización, entrevistó a feminicidas que estaban en la cárcel, pues quería entender qué los había llevado a asesinar a su pareja. Ahí fue que encontró esa relación de la que acaba de hablar. Notamos que la circunstancia en la que se presentó el hecho generalmente obedecía a un pico, a una crisis emocional en donde la rabia, la ira, y toda esta estructura cultural del machismo generaba una… unas salidas, unas reacciones tremendamente graves. Graves como la violencia física, psicológica y la expresión máxima de la violencia de género: el feminicidio. En 2021, en Colombia, hubo una mujer víctima de feminicidio cada 41 horas. Henry me contó algo que le llamó la atención de esas conversaciones que tuvo: muchos estaban arrepentidos, no se defendían, ni buscaban validar o excusar lo que habían hecho. Y también se dio cuenta de algo recurrente: Había señales previas que mostraban que había situaciones de riesgo en ese hogar. Fue ahí que los de su equipo de trabajo se hicieron varias preguntas: ¿Qué habría pasado si esos hombres supieran cómo manejar sus emociones? ¿Se habrían podido prevenir esos feminicidios? Henry comenzó a darle vueltas a esas preguntas. A imaginar posibles escenarios y cómo controlarlos. Y un día se le ocurrió la idea: Y esto me lleva a pensar en, lo ideal que sería tener, por ejemplo, una línea de atención a situaciones de emergencia emocional en donde los hombres pudieran tener un acompañamiento para el trámite de sus crisis emocionales. Y al tiempo pudiera ser un trabajo de pedagogía de entrega de herramientas para que esas situaciones no sigan presentándose. Pensó en que la ventaja de realizar la atención por medio de una línea de teléfono es que durante las situaciones más extremas, esos momentos álgidos donde los hombres pueden estallar en violencia de la que después se van a arrepentir es difícil que otras personas —como la policía o la familia— intervengan. Los hombres podrían hablar de sus emociones desde sus casas, de forma tranquila y segura. La ONG en la que trabajaba en ese entonces tenía vínculos con el gobierno local de Barrancabermeja, en el departamento de Santander, así que les propusieron crear esta línea como prevención a la violencia de género. Estuvo funcionando durante dos años —entre 2009 y 2011— y en ese tiempo pasó algo que confirmó la sospecha de Henry. Tan pronto se abrió tuvo un flujo de llamadas permanente. Y notamos, digamos, que las cifras de violencia de pareja reportadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal también iban decreciendo. Según Henry, la tasa de violencia de género se redujo un tercio el primer año, y a la mitad el segundo. Claro, no se ha comprobado que es una cuestión de causa y efecto, pero una estadística así es sorprendente para cualquier ciudad latinoamericana. Cuando vio estos resultados se puso feliz… Muy feliz profesional e intelectualmente. Y todo ese trabajo me generó toda una perspectiva futura de trabajo profesional. La línea en Barrancabermeja no siguió funcionando más allá del 2011 porque entró otro gobierno que decidió cerrarla. Pero la experiencia que tuvieron ahí fue tan exitosa que a inicios de 2019 la ONG trabajó con la vicepresidencia de República Dominicana. Les brindaron asesoría para crear una línea de atención parecida para prevenir la violencia. Aunque ésta no estaba dedicada solamente a los hombres. Ese mismo año, Henry se desvinculó de la organización porque la recién electa alcaldesa de Bogotá, Claudia López, lo invitó a formar parte de su gabinete de Gobierno. Quería que él se encargara de los temas de cultura ciudadana y de desarrollar iniciativas para reducir la violencia de pareja en la ciudad. Este era un tema prioritario para ella porque, en Bogotá, las cifras no habían mejorado en los últimos 20 años. Es más, se habían empeorado: en 2019, por ejemplo, la tasa de mujeres que habían pasado por situaciones de violencia de pareja estaba por encima del promedio nacional. Henry aceptó el puesto y le contó la experiencia que había tenido con la línea en Barrancabermeja. Quería intentar algo similar en Bogotá. Cuando le dieron luz verde, se pusieron a trabajar. Los primeros meses del 2020 decidieron hacer una investigación para conocer la realidad de la ciudad, una metrópoli de cerca de 8 millones de habitantes, y destino de miles de colombianos que han migrado de diferentes partes del país. Comenzaron hablando con algunas sobrevivientes de violencia para entender qué había desencadenado la situación. Y el 58% dijo que había sido una situación relacionada con celos o infidelidad. Lo que entendimos es que, claro, detrás del macho, machote latino también hay un hombre inseguro y atormentado, que ve con preocupación la libertad de su pareja. Entonces parte de lo que hace el machismo es construir esta idea de que la pareja, la mujer, es de la propiedad del hombre. Y eso los lleva a intentar, de todas las formas, controlar a sus parejas. El siguiente paso era tratar de averiguar si los hombres estarían dispuestos a llamar a una línea de atención. Así que él y su equipo realizaron encuestas. Una mayoría contundente de los hombres en Bogotá manifestaba que sentía que era difícil, que se sentía torpe para manejar ciertas emociones, que sentía dificultad, que no sabía cómo hacer ciertas cosas. Y finalmente admitían: Que si existiera un canal, un espacio de apoyo para esto, lo utilizaría. Esto les dio mucha confianza. La investigación y el proyecto iban bien hasta que se reportó el primer caso de Covid-19 en Bogotá. El 6 de marzo de 2020, tuvieron que detener el proceso. Henry me contó que su equipo tuvo que enfocarse en contener la propagación del virus. Y ya a finales de ese año, cuando parecía haber un poco más de control sobre la pandemia en la ciudad, pudieron retomar el trabajo con la línea. Querían sacarla para diciembre… Porque sabemos que las estadísticas de… el cierre de diciembre y el arranque del año, son las épocas donde se reporta un incremento más, más fuerte de las situaciones de violencia intrafamiliar y violencia de pareja. Coincide con la época de las festividades, donde el consumo de alcohol aumenta y es cuando las parejas pasan más tiempo juntas. Y no es sorprendente ni desconocido que este sea un detonante para la violencia. Conversaron también con organizaciones no gubernamentales que estaban a cargo de líneas de atención para hombres en países como Costa Rica, México y Argentina. Aunque las dos últimas fueron abiertas explícitamente por el incremento de violencia de género durante el encierro por la pandemia. Aunque ya tenían un estudio de la población a la que querían atender, a Henry y a su equipo les faltaba afinar unos detalles importantes. Uno de ellos era que la línea de atención para hombres estuviera conectada con las otras líneas de teléfono de la alcaldía… Como la de emergencias de la policía, la de crisis de salud mental y, sobre todo, con la línea púrpura, dedicada a la atención de mujeres en situaciones de riesgo. También faltaba diseñar los protocolos de atención, contratar psicólogos y capacitarlos en temas de género. Finalmente lograron lanzar la línea el 17 de diciembre del 2020 con una rueda de prensa. Esta es la alcaldesa, Claudia López: Si necesita ayuda, si quiere conversar, si quiere buscar una orientación, use la Línea Calma. 018000 423614. Entre todos, entre todas vamos a superar el machismo y a desaprender machismo en Bogotá. En ese evento, Henry presentó algunos resultados de la investigación que realizaron sobre la violencia de género y la masculinidad en Bogotá. Esos hallazgos que acabamos de escuchar. Y, además, mencionó otros descubrimientos. Aquí está Henry, durante la rueda de prensa: De hecho, son mucho más los hombres que dicen que estarían más confiados en recibir ayuda de un profesional o terapeuta que el porcentaje de mujeres. 67% de los hombres, 60% de las mujeres. Un profesional como el que buscaba brindar la Línea Calma. Y aclaró que el propósito iba más allá de contener la violencia de género. Insistimos. Pero somos conscientes que el inadecuado manejo emocional en una cultura machista produce violencia contra las mujeres. Además, anunciaron que, dependiendo del caso, los hombres podrían tener un acompañamiento más allá de esa primera llamada… Con herramientas de cambio cultural para desaprender el machismo y manejar mejor sus emociones. La inversión inicial era aproximadamente 700 millones de pesos, lo que en esa época eran unos 175 mil dólares. La propuesta fue bien recibida por muchas personas con las que Henry y su equipo ya habían tenido contacto, incluyendo varias colectivas feministas. Pero también hubo cuestionamientos. Recibieron críticas por parte de líderes de opinión, académicos, y algunos líderes de fundaciones… Sí había como la incredulidad de que los hombres fueran a utilizar, a llamar a la línea, ¿no?, porque esto es un programa polémico en muchos sentidos, ¿no? ¿Por qué trabajar con los hombres? ¿Sí? Cuando los hombres en muchas ocasiones se convierten en maltratadores, ¿por qué preocuparse por trabajar con ellos? La Fundación ha sido muy crítica. Yo tengo que ser muy sincera… Ella es Yamilé Roncancio Alfonso, directora y fundadora de la Fundación Feminicidios en Colombia… una organización creada en 2018 para llevar estadísticas de feminicidios, intentos de feminicidios y explotación sexual. Además de trabajar muy de cerca con sobrevivientes y sus familias. Uno de sus principales cuestionamientos se centra en qué tan efectiva puede ser una línea de atención como la Línea Calma para reducir la violencia de género. La pregunta es: del grupo de la mayoría de agresores que hay en Bogotá… Que están distribuidos en todos los estratos y demás. Verdaderamente, los hombres que ejecutan acciones o que tienen alta probabilidad de ejecutar acciones delictivas o hechos victimizantes contra las mujeres, ¿van a llamar? Yo no creo. Y si sí llegaran a llamar… ¿Es suficientemente preventivo que un hombre en un estado de alteración llame y diga “no, es que tengo mucha ira, tengo mucha rabia”? Y simplemente pues lo reciban en una llamada y traten de hacerle un monitoreo… o sea cómo pueden medir el impacto, cómo pueden medir la eficacia de esa Línea Calma. Yamilé me dijo que el problema es que ella no cree en la eficacia que tienen las líneas de atención. En Colombia ya existen varias que buscan combatir la violencia de género pero, según ella, realmente no funcionan bien. La 155, por ejemplo, está dedicada a mujeres en situaciones de riesgo que requieran orientación sobre sus derechos. Pero, según las mujeres con las que ella ha trabajado, se pueden demorar varias horas en contestar una llamada. Y cuando lo hacen, la orientación en muchos casos no pasa de decirles que se acerquen a la Fiscalía a presentar una denuncia. Para Yamilé, a esto se le suma que los recursos para la atención de las sobrevivientes son insuficientes. Las mujeres en Colombia que hemos sido víctimas de violencia —y te lo puedo decir por experiencia propia—, no tenemos garantía de atención psicosocial y de rehabilitación por los traumas que tenemos como consecuencia por las violencias que hemos vivido, porque las citas que te dan aquí es una vez al mes para psicología. Según ella, una sobreviviente de violencia debería tener atención por lo menos una vez a la semana. Y peor aún hay varios casos en los que mujeres denunciaron ante la Fiscalía o llamaron a pedir ayuda, pero las autoridades no hicieron nada al respecto y esas mismas mujeres terminaron siendo víctimas de feminicidio. Entonces, ¿cuál es la prioridad? O sea, ¿para dónde van a ir dirigidos mis recursos? Para Yamilé, los recursos utilizados para la Línea Calma deberían destinarse a otras necesidades. Como crear más refugios para sobrevivientes de violencia y sus hijos, contratar a mejores abogados para representarlas, que los servicios de salud tengan perspectiva de género… Además de capacitar a los policías y fiscales para trabajar con las víctimas. Porque en últimas, mientras se desmonta toda la violencia que nos impacta, pues al menos nosotras sí tenemos que estar protegidas y tenemos que tener nuestros sistemas de protección. Henry Murrain no desconoce que existen estos problemas. De hecho, él dice que precisamente, porque estas medidas que están en funcionamiento no son suficientes, es que se creó la Línea Calma. No podemos simplemente cuestionar el machismo y generar un relato de crítica al machismo. No podemos esperar que la cárcel y el castigo sean el único recurso que utilicemos para atender la problemática de machismo y violencia de pareja. Sino que como Estado debemos también proveer a la ciudadanía de herramientas para la transformación. Para Henry hay otro factor importante que influye en el éxito de la línea: les permite hablar de lo que sienten con un profesional de manera gratuita. No tienen que mostrar la cara y, al tratarse de una persona desconocida, pueden hablar sin tapujos, sin miedo a ser juzgados por gente conocida. Es importante aclarar que Yamilé no se opone a que se trabaje con los hombres y las violencias que los atraviesan como una forma de prevención. De hecho, la posibilidad de replantear el significado de la masculinidad es algo que ha sido impulsado por los colectivos feministas en el mundo. Pero todavía es una conversación en desarrollo. Y por eso Yamilé considera que hay formas más eficientes que una línea de atención. Propone que se realicen talleres presenciales por medio de alianzas con empresas privadas y públicas donde no se tenga que depender de que sea el hombre el que levante el teléfono para desmontar su machismo. A pesar de los cuestionamientos, la fase piloto de la Línea Calma funcionó bien. Duró 6 meses, atendían de lunes a viernes de 8 de la mañana a 8 de la noche… Y el objetivo era saber qué tan buena acogida iba a tener, si los hombres iban a llamar, e ir documentando los aciertos y obstáculos. Los psicólogos atendieron a 1139 hombres… Es decir, unos nueve al día. Si tomamos en cuenta la población de hombres de 15 años en adelante en Bogotá… bueno, no es un porcentaje particularmente impresionante… Un 0,05%… Sin embargo, para Henry fue un éxito. Era la primera vez que se hacía algo así en la ciudad. Además, tuvieron resultados alentadores de los hombres que fueron atendidos. Más del 80% dijo haberse sentido mejor después de la llamada y un 93% de los que llamaron por situaciones de agresión afirmaron que después de la atención no volvieron a comportarse violentamente. Pues es maravilloso. Creo que quienes tenemos vocación de servicio público… No hay mayor recompensa. No existe mayor recompensa que poder verificar que lo que estamos haciendo está transformando la vida de personas. Eso lo… lo vale todo. Así fue cómo comenzaron a planear un nuevo lanzamiento de la línea que, esta vez, incluía recomendaciones de los psicólogos que trabajaron en la fase piloto… Como, por ejemplo, extender los horarios de atención de 8 de la mañana a 10:30 de la noche, incluyendo los fines de semana. Además, decidieron ampliar las sesiones psicoeducativas a las que pueden acceder los hombres. La segunda fase comenzaría en agosto de 2021, y para eso necesitaban contratar más personal y hacer mucha publicidad en redes y medios. El psicólogo Germán Monroy, había visto una de las gráficas que promocionaba la línea en diciembre del 2020. Había varias, y una de ellas decía: “Cuando quiera hablar pero sienta temor, tómelo con calma. Ahora existe una línea de escucha para hombres”. Yo cuando la vi yo dije: una de dos o hago uso de la línea como usuario o busco la manera de ser parte de ese equipo… Una pausa y volvemos. Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa conocimos la iniciativa de la Línea Calma, una línea telefónica de atención para ayudar a los hombres a manejar sus emociones. Luego de una etapa piloto, la idea era lanzarla oficialmente en agosto de 2021, así que montaron una campaña publicitaria y sacaron una convocatoria para contratar personal. Uno de los que la vio fue el psicólogo Germán Monroy que quedó fascinado con la idea. Quiso saber más. Lisette nos sigue contando. Cuando Germán vio la publicidad de la Línea Calma pensó no solo en lo novedoso que era para un país como Colombia, sino también en lo mucho que le hubiera ayudado a él tener una línea como esta cuando era adolescente. Uy en esas épocas de… tanta confusión, de momentos realmente fuertes, donde no había como esa persona a la cual contarle muchas situaciones. Siento que debió existir hace mucho. Germán nunca se sintió parte del grupo de los niños de su escuela ni de su colegio. No le gustaba jugar fútbol, le gustaban los vestidos, el color rosado y jugar con muñecas. Pero no era algo que se lo permitieran. Ni en su casa ni en la escuela. No existía la posibilidad de ir por un camino distinto al de todos los niños. Y Germán se sentía terrible. Era sentir que no encajaba. Era sentir que era diferente. El hecho de sentir esa cohibición, esa prohibición de tocar un juguete porque se etiquetó de que era para niña y no para niño. Sí, fue fuerte. Con el paso de los años, Germán fue definiendo su identidad y poco a poco sentía que se iba liberando de estos roles. Ahora se identifica como una persona no binaria, lleva el pelo largo y ha logrado encontrar un poco más de paz. Fue algo que consiguió con años de estudios en psicología, género y de aprender sobre el feminismo. Entonces, cuando vio la publicidad de la Línea Calma algo le hizo click. Como psicólogo, Germán ya había trabajado en dos fundaciones para la prevención del suicidio y una de ellas ofrecía una línea de atención. También había atendido llamadas en la Línea 141 para recibir denuncias de maltrato infantil, violencia sexual y acoso… Así que ya tenía experiencia en atender a personas en situaciones de crisis. Mira que yo antes no le tenía mucha fe, al tema de la atención telefónica. Pero a medida que fui trabajando en líneas, me di cuenta que sí se logra una conexión demasiado importante, que sí es muchísimo lo que tú puedes hacer detrás de un computador y que la otra persona esté en su celular, en su teléfono, se logra muchísimo. Todo eso que había aprendido en su trabajo previo quería aplicarlo en la Línea Calma. Y en agosto de 2021 lo logró. Lo contrataron. Con Germán, eran 11 psicólogos. Después de un mes de capacitación, de aprender cómo tenían que atender las llamadas, de talleres sobre masculinidades y violencia de género, Germán estaba listo para atender los teléfonos de la línea. «Buenos días, mi nombre es Germán, psicólogo de la Línea Calma y voy a orientarle durante esta llamada, por lo que le daré algunas recomendaciones. ¿Desea reportar alguna situación urgente o inminente? ¿Te encuentras tú o alguna otra persona en riesgo en este momento?” Después de esto, las llamadas usualmente seguían el mismo formato. Germán les pedía los datos personales para crear un registro confidencial y luego continuaba la llamada aclarando algo importante: «… tengo el deber ético de reportar la situación frente a las autoridades correspondientes según la ruta institucional para garantizar la integridad y vida de su pareja o cualquier otra persona afectada. Por favor, dígame con voz alta y clara: ¿está usted de acuerdo?” Pedir todos los datos y la posibilidad de “reportar frente a las autoridades” forma parte del protocolo jurídico de la Línea Calma. Y es que si un hombre les dice que está ejerciendo violencia física, los psicólogos están en la obligación de reportarlo, pues existe el riesgo de que se cometa un feminicidio. En estos casos se contactan con las entidades jurídicas que manejan las denuncias de violencia de género e intrafamiliar. Esto, claro, tiene consecuencias. Ha habido casos en que los hombres cuelgan el teléfono cuando se les informa del protocolo. Pero muchas otras veces, se quedan en la línea, se desahogan y escuchan lo que los psicólogos como Germán, les tienen que decir. La central desde donde los psicólogos reciben las llamadas está en una oficina en un noveno piso de un edificio en Bogotá. Ahí cada psicólogo tiene su escritorio, un computador y un auricular de diadema y, al comenzar su turno de atención, se conectan a dos servidores. Uno los conecta con las llamadas y el otro sirve para registrar los datos de las personas. Es un lugar desde el que Germán se ha sentido a gusto haciendo su trabajo. Y le encanta la oficina donde pasa horas, rodeada de amplios ventanales desde donde se ve Bogotá. Me parece muy, muy agradable que mientras yo estoy conectándome con mi usuario, yo pueda tener esa perspectiva de la ciudad porque me lo puedo imaginar a él en cualquier punto con todo lo que pueda estarme comentando. En cada turno Germán atendía entre 3 a 5 llamadas al día y eran de todo tipo. Llamadas de violencia intrafamiliar, agresiones físicas, verbales y psicológicas con la pareja, con alguna otra persona de la familia o con alguna persona de… de su trabajo. Otros llaman porque han tenido problemas con sus hijos o con sus exparejas y la custodia… O, por ejemplo, de hombres que se sienten en crisis porque empiezan a cuestionar su identidad y orientación sexual. Es reevaluar toda esa parte de su hombría, de ese posible miedo a que lo perciban como inferior, a lo que es enfrentar a una sociedad donde tú eres diferente o donde no sigue ciertos patrones o lo que se espera de ti como hombre. Muchos llaman a la Línea durante la hora de almuerzo, sus momentos de descanso del trabajo o desde los baños de su casa. Hablan con la voz suave, bajita, para que nadie pueda escucharlos. Y Germán ha notado un patrón en estas llamadas… Encuentro que la gran mayoría de los hombres que se comunican a la línea tienen esa dificultad para reconocer la emoción que están viviendo en el momento ¿Por qué estoy sintiendo esto? Si se supone que yo soy el macho. Soy, soy en este rol de hombre donde yo no me puedo mostrar así. Entonces hay esa confusión y esa mezcla entre tristeza, entre rabia, resentimiento, frustración. Son hombres que debido a ese mandato de ser “fuertes” sienten que no pueden conversar sobre sus sentimientos, sus debilidades o ansiedades con nadie de su círculo. Y es que recordemos que esta Línea no solo fue creada para los hombres que están a punto de cometer un acto violento. También está planteada como una vía para el desahogo. Cuando estaba investigando para este episodio pude hablar con algunos hombres que llamaron a la Línea. Uno de ellos porque ya estaba trabajando en sus miedos a no expresarse y fue una continuación del trabajo que estaba haciendo sobre sí mismo. Otro porque sentía ansiedad y depresión. O simplemente porque sentían que no podían hablar con sus amigos por miedo a ser juzgados. Uno de ellos me pidió que lo llamara Alejandro. Llamó a la Línea Calma debido a una ruptura amorosa. Tenía mucha ansiedad y había cargado pues como tristeza durante varios meses pero en ese momento me sentía muy mal. Y pensé en quién podía escucharme en ese momento. Recordó haber visto una publicidad de la Línea Calma y decidió llamar. De pronto, porque pensé que iban a entenderme mejor siendo diseñada para hombres. Al principio temblaba un poco. Estaba nervioso. No sabía quién le iba a contestar ni qué le iban a decir. Lo atendió un psicólogo llamado Diego que le hizo varias preguntas y lo escuchó atentamente. A medida que iba desahogándose sentía que se le iba bajando la ansiedad. No tenía yo la solución al final de la llamada. De… a todos mis problemas, ¿no? pero sí me sentía más tranquilo. Al terminar, el psicólogo le ofreció seguir su proceso en un curso que Alejandro llama “para aprender a ser un mejor hombre”… Los dan los mismos psicólogos de la Línea para acompañarlos después de esa primera llamada. En un principio Alejandro aceptó hacerlo porque quería trabajar en sí mismo para tratar de recuperar a su exnovia. Pero también porque había tenido malas experiencias con otros psicólogos y esta era la primera vez que se sentía realmente escuchado. Y con él, la… la calma que me ayudó a encontrar esa, esa noche dije: pues de pronto aquí está como una salida, ¿no?, algo que me va a ayudar a sentirme mejor luego y dije pues hay que intentarlo. Alejandro se conectaba por videollamada con el psicólogo que le atendió la primera vez. Hablaban de cómo se sentía, cómo podía relacionarse mejor con las mujeres de su entorno. Lo hacía reflexionar sobre cómo manejar mejor emociones como la ira y los celos. Tuvo ocho sesiones en las que aprendió mucho. Si bien no logró volver con su ex, la relación con su mamá y sus amigas mejoró bastante. Aprendió a no juzgarlas ni a imponer su forma de pensar sobre sus vidas y sus decisiones. Pero ahora uno es un poco más consciente de que no es, no es la misma carrera entre hombres y mujeres. Sino que ellas lo tienen un poco más difícil. Alejandro ha llamado más veces a la Línea Calma. Pues no es mágico. No es una llamada y… y se arreglan tus problemas. Pero es un paso. Un paso que sirve mucho. Nosotros también merecemos una línea en la que podamos sentirnos tranquilos, en calma. Y bueno, si hablamos más directamente sobre la Línea como forma de prevención de la violencia de género, Germán Monroy dice que ha podido identificar dos grupos de hombres. El primero… Es ese hombre que ha generado violencias, pero en medio de este tipo de situaciones reconoce que no está bien. Reconocen las consecuencias y buscan un cambio. Con ellos es más fácil trabajar. Y el segundo grupo… Son algunos hombres que tienen mucha más dificultad en reconocer que maltratan, que ese rol de hombre machista es algo dañino, es algo un poco tóxico. Y es justamente con este segundo grupo con el que se le ha hecho más difícil trabajar. Germán recuerda que una de las llamadas más complicadas que ha tenido que manejar fue la de un señor de unos 60 años que había pertenecido al ejército colombiano. Había pasado por una ruptura de pareja y no se lo estaba tomando para nada bien. No llamaba para buscar ayuda para él sino para que, desde la Línea Calma, contactaran a su exnovia para que recapacitara. Y le hiciéramos caer en cuenta de que ella estaba perdiendo un, un hombre con mucho reconocimiento, un hombre que le brindaba dinero. Pero en medio de todo eso bueno que él percibía que le brindaba no se daba cuenta del maltrato que generaba. Había insultos, había privación de amistades, de lugares. No podía salir. Decía que él le daba todo, que elegía ropa en las tiendas más caras y se la compraba. Además, durante la llamada habló muy mal de ella y de las mujeres en general. Cuando Germán le hizo caer en cuenta de lo que estaba haciendo, el hombre no reaccionó nada bien. Le dijo que no había llamado para que lo confrontaran, sino para que le ayudaran a recuperar a su ex. Él venía con un machismo muy marcado, una persona supremamente autoritaria. Cuestionó muchísimo, me cuestionó mi edad, me decía como que yo sonaba demasiado joven como para venir a decirle cómo vivir. Estaba furioso y como vio que no iba a conseguir lo que quería, colgó el teléfono. No supieron más de él. No ha sido el único que ha respondido mal, claro. No es fácil cuestionar la masculinidad. Menos en un país como Colombia, o en una región tan machista como Latinoamérica. Pero Germán y los demás psicólogos tienen varias estrategias para que no les cuelguen el teléfono. Algo en lo que yo cuido mucho mi orientación y la atención que yo puedo brindar es en que la persona no lo tome a modo de crítica, o sea, no decirle es que tú eres un machista sino es la crítica a la acción machista. O incluso al pensamiento machista. Por ejemplo… He escuchado hombres que verbalizan: «es que la mujer tiene que quedarse en la casa cuidando los hijos»o que la mujer cuando se casa tiene la obligación de satisfacer sexualmente a su esposo en toda circunstancia. En esos casos, Germán dice que una técnica que funciona es hacer un tipo de “juego de roles”. Durante la llamada les pide que se pongan en los zapatos de sus parejas y Germán les repite las frases para que puedan entender cómo se siente. Aunque al inicio los hombres pueden mostrarse reacios a hacerlo, terminan aceptando. Es un ejercicio simple pero eficiente. A Germán le encanta este trabajo. Tanto, que a principios de abril del 2022 se convirtió en el supervisor de la línea. Ahora ya no contesta las llamadas ni habla directamente con los hombres, sino que se encarga de monitorear el trabajo de los demás psicólogos y los orienta si reciben una llamada complicada. Y si algo le ha quedado claro de toda esta experiencia es la importancia de trabajar con los agresores. Es demasiado importante de verlo también como un ser humano que ha tenido unas vivencias, que ha tenido unas circunstancias de vida que puede que lo hayan llevado a quién es. Para inicios del 2022, la Línea Calma atendió 5 mil llamadas y 3 mil hombres iniciaron el proceso psicoeducativo. Uno de ellos es Antonio, al que oímos al inicio de esta historia. Recordemos que después de agredir a su novia con una escena de celos, decidió llamar a la Línea Calma… la primera vez colgó casi inmediatamente pero enseguida volvió a intentarlo…. Entonces llamé y como al tercer rin tin tín me contestaron. Le atendió una psicóloga llamada Diana y Antonio me contó que desde el principio de la interacción con ella se sintió tranquilo. Le pidió sus datos y le habló de los acuerdos para recibir la atención de la Línea Calma. Todo el protocolo del que Germán nos habló. ¿Y después me dijo y porqué estás llamando acá? Antonio le contó todo lo que había pasado esa noche. La pelea, los celos, los insultos… La psicóloga lo escuchó y le hizo preguntas de seguimiento. Ella nunca me trató… Nunca me dijo machista, por decirlo así. Pero ella sí me decía “pero eso no está bien”. O sea, tú no eres dueño de ella, ella no es de tu propiedad y tienes que aprender a construir relaciones así». También le dijo que el consumo de alcohol empeora cualquier escenario, porque puede generar violencia y estados de exaltación. Hablaron de cuál era la mejor forma de manejar las emociones… Me dijo: «Tú tienes derecho a estar enojado. El enojo es un sentimiento humano, pero ya cuando tú ya lo pasas a las agresiones, pues, ya estás siendo violento y estás vulnerando los derechos de otras personas”. Eso me gustó que me lo dijera. Pues aunque puede parecer muy evidente, aunque puede parecer muy sencillo yo creo que uno no siempre tiene claro sobre eso. Hablaron unas dos horas y media, más o menos. Un récord para Antonio porque dice que no le gusta charlar por teléfono con nadie más de cinco o diez minutos. Pero ese día sentía que tenía que sacarlo todo. Habló de su pasado, de su mamá, de su hermana, de la relación con su novia… De todo lo que, por años, no pudo expresar. O sea, yo hablaba y hablaba y necesitaba hablar. Y creo que ese es el primer paso. Hablar, ¿no? En una sociedad que nos mete el silencio. Yo sentí como si me estuvieran dando… me estuvieran revelando la luz, el camino, no sé. Aunque me confesó algo: no está seguro si se hubiera quedado hablando tanto tiempo esa noche si hubiera sido un hombre el que le hubiera contestado el teléfono. Yo con hombre no le abro mi corazón así como se lo abrí a esa chica, o sea decir, de compartirle todo lo que me estaba pasando. Esa misma noche, cuando colgaron el teléfono, la psicóloga le envió por email todos los recursos para darle seguimiento a su caso. Entre ellos una lista de consultorios de psicología universitarios, folletos informativos sobre cómo manejar las emociones para tener mejores conversaciones con su pareja. Y con cualquier persona. Para él fue un primer paso para empezar a cambiar las cosas. Uno a veces también tiene que reconocer, pues sí, que uno puede ser un feminicida en potencia, y si uno no trabaja eso, uno no trabaja el tema de la violencia, el enojo en, en un… en un acto de rabia uno puede estar matando a alguien. Uno tiene que tomar conciencia de su propia violencia para evitar agredir. Al día siguiente habló con su novia. Ella le reclamó por cómo la trató, por cómo la hizo sentir con sus gritos frente a todos sus amigos. Él le contó que había llamado a la Línea Calma, le aseguró que trabajaría en sí mismo con la ayuda de especialistas para mejorar. Y le pidió perdón… La traté como una cosa. La dejé tirada en un lugar… Ella me aceptó el perdón. Y me dijo “pues tienes que trabajar eso, tienes que trabajarlo, pues, porque si queremos estar juntos no puede ser que cada vez que salgamos eso se vuelva a repetir”. Antonio comenzó a ir a terapia y a utilizar los recursos que le había dado la psicóloga de la Línea Calma. En lugar de reaccionar de forma violenta cuando se enojaba con su novia, salía de su departamento para darse una vuelta y aclarar su cabeza. Recordaba claramente los consejos que la psicóloga le había dado para aprender a reconocer cuando tenía celos, y procesar sus emociones antes de reaccionar. Y en mayo de 2022, un mes después de llamar a la línea, ya no volvió a reaccionar de la misma manera cuando salió con su novia a un bar. A pesar de que se presentaron las mismas circunstancias. Ella estaba ahí saludando, hablando con sus amigos y eso, y yo estaba tranquilo. Y la gente se me acercaba a decirme «oye y qué bien ¿no? Qué chévere la actitud en la que estás». Y yo le dije «si viejo, yo estoy… yo reconozco los problemas que tengo y yo quiero estar con ella y tengo que aprender a estar con ella, pero también aprender muchas cosas mías». Antonio es uno de varios hombres que afirman haber cambiado su forma de actuar gracias a la atención de Línea Calma. Ahora, él no deja de recomendarle a sus amigos que llamen a la línea cada vez que tienen un problema. Y aunque le dicen que está loco, que nunca llamarían, él insiste y no pierde la oportunidad. Yo estoy que me estampo una camiseta. “Yo llamé a la Línea Calma y tú deberías también llamarla”, así. Por eso, también decidió compartir su historia en este episodio. Aunque no use su nombre verdadero, quiere que se sepa el impacto que puede tener. Cuando le pregunté cómo definiría al Antonio antes de la llamada a la línea me dijo que era un hombre que se envenenaba con su propia rabia. Pero ahora siente que ya no es así. Es un Antonio que está tratando de quitarle el veneno a su rabia y convertirla en algo que no sea un sufrimiento para él y para las demás personas que quiere. Es un primer paso, porque yo todavía tengo que cambiar. O sea, decir que ya no soy, ya no soy machista, ya soy el hombre nuevo, el deconstruido. No, carreta. Todavía estoy jodido. Todavía estoy jodido. Pero ya estoy comenzando a trabajar en dejar estar un poquito menos jodido. Para lograrlo, él quiere seguir reflexionando sobre sus emociones, su machismo y el daño que ha causado y puede causar debido a esa forma en que lo criaron. Le parece necesario para poder vivir una vida más tranquila, lejos de esa rabia que lo llevó a la violencia. En especial porque es la vida que quiere para su hijo de 12 años, de un primer matrimonio. Y yo lo veo como tan feliz, tan bonito como en contacto con sus emociones. Si quiere llorar, llora. Él habla como quiere hablar y yo no lo corrijo como lo hacía mi papá. Yo lo veo a él que él está creciendo en un mundo distinto del que era el mío. Es un mundo donde su hijo no tiene que preocuparse por decir “cucharita” en lugar de “cuchara”. Uno en que busca que los colores solo sean colores. Los juguetes solo sean juguetes. Y donde los niños aprendan a que ser otro tipo de hombre, lejos del machismo, es posible. Lisette Arévalo es productora senior de Radio Ambulante, vive en Quito, Ecuador. Esta historia fue editada por Camila Segura, Natalia Sánchez Loayza y por mí. Bruno Scelza hizo el fact-checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri con música original de Ana Tuirán. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Nicolás Alonso, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Fernanda Guzmán, Camilo Jiménez Santofimio, Rémy Lozano, Juan David Naranjo, Ana Pais, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Selene Mazón es nuestra pasante de producción. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante se edita en Hindenburg Pro. Si eres creador de podcast y te interesa Hindenburg Pro, entra a hindenburg.com/radioambulante y haz una prueba gratuita de 90 días. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

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