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Radio Ambulante - J vs. Estados Unidos

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+
15
30

Era la palabra de dos migrantes guatemaltecas contra la agencia de seguridad más grande —y una de las más opacas—de Estados Unidos. ¿Qué se necesita para que les crean a las mujeres cuando deciden denunciar?

Este
episodio
de
Radio
Ambulante
incluye
descripciones
de
situaciones
sexuales
que
pueden
ser
impactantes
y
es
apto
solo
para
adultos.
Bienvenidos
a
Radio
Ambulante
desde
NPR,
soy
Daniel
Alarcón.
Eh,
preséntese.
Mi
nombre
es…
OK.
Mi
nombre
es
Gloria
y
soy
la
mamá
de
las
chicas
afectadas.
Ese
no
es
su
nombre,
pero
así
la
vamos
a
llamar
para
proteger
su
identidad.
Más
adelante
entenderán
por
qué.
¿De
dónde
es?
Pues
soy
de
un
pueblo
de
Guatemala.
¿Cómo
es
ese
pueblo?
Es
pequeño.
Se
dedica
la
mayor
parte
a
la
agricultura.
Gloria
llegó
a
Estados
Unidos
hace
unos
13
años.
En
marzo
del
2018,
nuestra
editora
Silvia
Viñas
viajó
al
centro
del
estado
de
California
—al
área
de
Fresno—
para
conocer
a
Gloria.
Tiene
dos
hijas
y
cuando
se
fue
de
Guatemala
eran
niñas
pequeñas,
de
unos
siete
años
la
mayor,
y
unos
cuatro
la
menor.
Las
vamos
a
llamar
Clarita
y
J
—también
para
proteger
sus
identidades.
¿Cómo
fue
para
usted
llegar
acá?
O
sea,
¿fue
fácil
adaptarse
o…?
Al
principio,
no.
Porque,
número
uno
soy
madre,
extrañaba
mucho
a
mis
hijas.
Iba
a
donde
iba,
pues
siempre
estaban
ellas
en
mi
mente.
Pero
cuando
ya
empecé
a
sacar
mis
primeras
quincenas
y
veía
cómo
yo
les
daba
una
vida
diferente
a
la
que
yo
les
daba
allá,
yo
misma
me
fui
como…
echando
porras
a
misma
y
decir:
“No,
entre
más…
más
trabaje,
mejores
cosas
van
a
tener
mis
hijas”.
Gloria,
como
muchos
padres
en
su
situación,
les
mandaba
dinero
a
sus
hijas.
Y
con
eso
estaba
cumpliendo,
más
o
menos,
con
el
plan
que
tenía
al
irse:
trabajar
en
Estados
Unidos
por
unos
años,
mandarle
dinero
a
sus
hijas,
ahorrar
y
después
volver.
Y
digo
más
o
menos
porque
un
año
se
convirtió
en
dos,
en
tres,
en
cuatro,
en
diez,
y
Gloria
se
terminó
quedando.
Clarita
y
J
en
Guatemala
crecieron
con
familiares,
con
una
tía
mayormente.
Pero
hablaban
muy
seguido
con
Gloria.
A
veces
hablaba
como
15
veces
al
día:
“¿Qué
están
haciendo?
¿Qué
van
a
comer?
¿A
dónde
van?”.
Y
les
decía:
“El
día
que
ustedes
se
sientan
así
como
a…
muy
atrapadas
por
mí,
díganme.
Yo
las
voy
a
entender”.
Y
ellas
me
dijeron:
“No,
mamá,
nos
gusta
que
nos
pregunte,
porque
sabemos
que
hay
alguien
que
está
por
nosotras”.
Ya
ahorita
que
ya
el
tiempecito
ahorita
se
modernizó,
ya
podíamos
videochatear.
Ya
las
cosas
cambiaron,
pues.
O
sea,
tenían
una
relación
cercana
a
pesar
de
estar
lejos.
Muy
cercana.
En
el
2016,
en
una
de
esas
llamadas,
Clarita
y
J
—ya
de
19
y
17
años—
le
dijeron
a
Gloria
que
querían
irse
a
Estados
Unidos.
Y
no
yo
no
quise.
Yo
dije
no.
No
es
que
no
quisiera
verlas,
es
que
le
daba
miedo
el
trayecto
que
tendrían
que
hacer
para
llegar.
Lo
cual
es
comprensible,
¿no?
Gloria
ya
había
hecho
el
viaje,
sabía
cómo
era.
Y
también
sabía
que
se
había
vuelto
cada
vez
más
peligroso,
especialmente
para
dos
jovencitas
viajando
solas.
Hay
secuestros,
extorsiones,
violaciones.
Pasan
muchas
cosas
ahí
y
hasta
muchos
pierden
la
vida.
Y
yo
no
hubiera
querido
sacrificarme
cuánto
tiempo
y
para
que
lo
que
más
amo
en
esta
vida
les
pase
algo,
no.
Pero
ellas
querían
irse
porque
Gloria
tenía
que
operarse
pronto.
Querían
estar
con
ella
para
cuidarla.
Además,
no
hacía
mucho
que
en
su
pueblo
habían
secuestrado
a
una
jovencita
de
15
años
que
vivía
en
su
misma
cuadra.
Los
secuestradores
pidieron
dinero,
pero
la
familia
de
la
chica
no
tenía.
Gloria
dice
que
al
final
la
regresaron
a
los
cuatro
o
cinco
días:
viva,
pero
traumatizada,
claro.
Clarita
y
J
tenían
miedo
de
que
les
pasara
lo
mismo.
Un
día
—en
julio
del
2016—
Gloria
llamó
a
la
casa
de
su
hermana,
donde
vivían
las
chicas,
y
preguntó
por
ellas.
“Fueron
a
Mazate”,
me
dijo
mi
hermana.
A
Mazate.
O
sea,
Mazatenango,
una
ciudad
al
suroeste
de
Guatemala.
A
Gloria
esto
le
pareció
normal.
Allá
vivían
unos
familiares
así
que
era
común
que
fueran
a
visitarlos.
Entonces
siguieron
conversando.
Pero
ya
después
me
dijo:
“No,
yo
no
te
puedo
mentir.
¿Qué
crees?”.
“¿Qué?”.
“Tus
hijas
salieron”.
“Tus
hijas
salieron”,
le
dijo.
Gloria
sabía
a
qué
se
refería
su
hermana
con
eso:
a
que
Clarita
y
J
habían
salido
rumbo
a
Estados
Unidos.
Le
dije
a
mi
hermana:
“¿Estás
segura?¿No…
no
fueron
con…
con
una
familiar
a
la
capital?”.
“No”,
me
dijo
ella.
“Ellas
no
me
esconden
nada
a
mí,
pero
solo
me
dijeron
que
no
te…
te
lo
dijera
tan
pronto”.
Gloria
estuvo
cuatro
días
sin
saber
nada
de
sus
hijas.
Cuatro
días
que
fueron
un
infierno.
Iba
a
trabajar
a
los
campos,
a
recoger
fruta,
y
solo
podía
pensar
en
ellas.
En
dónde
estarían,
cómo
estarían.
Hasta
que
por
fin
la
llamaron.
Estaban
en
México.
Ya
cuando
ellas
me
llamaron,
me
dijeron:
“Perdónenos,
pero
es
por
usted”.
No
podía
decir
yo:
“¡No!
¡Regrésense!”.
Dije
yo:
“Es
su
decisión”.
Y
yo
dije:
“Bueno,
le
deseo
lo…
la
suer…
la
mejor
suerte
del
mundo”.
Y
pues
a
esperar
qué…
qué
pasa.
Tres
días
después
la
llamó
un
agente
de
la
oficina
de
Aduanas
y
Protección
Fronteriza.
U.S.
Customs
and
Border
Protection,
en
inglés,
o
CBP
por
sus
siglas.
Es
la
agencia
de
la
patrulla
fronteriza
—los
agentes
que
detienen
a
personas
que
están
tratando
de
entrar
al
país
sin
papeles.
Entonces,
este
agente
que
llamó
a
Gloria….
Me
habló.
Me
dijo
que:
“Ya
tengo
a
sus
hijas
acá”.
Estaban
en
una
estación
de
la
patrulla
fronteriza
en
un
pueblo
pequeño
que
se
llama
Presidio.
Queda
en
el
oeste
del
estado
de
Texas
y
tiene
poco
más
de
cuatro
mil
habitantes.
La
estación
de
CBP
en
Presidio
sirve
como
un
centro
de
detención
temporal
—con
tres
celdas—
donde
tienen
a
inmigrantes
indocumentados
por
unas
12
o
24
horas,
un
par
de
días
como
mucho.
En
este
tipo
de
estaciones
“procesan”
a
los
inmigrantes,
es
decir,
registran
su
información,
les
toman
las
huellas.
Cuando
Gloria
escuchó
que
sus
hijas
estaban
ahí,
que
estaban
bien…
Yo
quería
llorar
de
alegría,
pero
yo
dije:
“No,
tampoco
él
no
va
a
tener
tiempo
para
escuchar
a…
llorar,
¿verdad?”.
“Este…
y
ya
tendré
mi
rato”,
dije
yo.
Y
siempre
digo
yo:
“Tengo
que
ser
fuerte”.
Y
le
digo
yo:
“Oh,
que
bien”,
y
todo.
Yo…
yo
contenta.
Y
dice:
“Aquí
le
pasó
a…
a
una
de
ellas,
pero
rápidamente”.
Y
ya
pues
escuché
que
estaban
llorando
pero
yo
confundí
eso:
estaban
llorando
de
emoción.
Por
estar
a
salvo,
por
estar
hablando
con
ella,
porque
había
una
posibilidad
de
que
se
vieran
pronto.
Gloria
dice
que
la
llamada
duró
muy
poco,
un
minuto.
Pero
ya
estaba
mucho
más
tranquila.
Sus
hijas
estaban
bien.
A
los
pocos
días
la
llamó
otro
agente.
Se
presentó
como
un…
un
investigador
y
me
dijo,
este…
con
calma,
si
yo
sabía
lo
que
estaba
pasando.
Si
mis
hijas
me
habían
comentado.
Y
yo
le
dije:
“No,
mis
hijas
no…
no
han
tenido
la
oportunidad
de
hablar
mucho
conmigo”.
Y
ya
me
empezó
él:
“Señora,
espero
que
tenga
calma.
Yo
le
voy
a
comentar
lo
que
está
pasando”.
Pero
primero
le
preguntó:
“¿Qué
tanto
conoce
usted
a
sus
hijas?”.
“Mire”,
le
digo
yo.
“Número
uno,
una
madre
creo
que
nunca
va
a
hablar
mal
de
sus
hijas
y
una
madre
en
el
fondo
de
su
corazón
—sea
lo
que
sea—
uno
sabe
qué
clase
de
hijos
tiene,
aunque
uno
no
lo
diga.
¿Por
qué
me
hace
esa
pregunta?”,
le
dije
yo.
“Fíjese
que
ellas
están
pasando
esto:
fueron
acosadas
y
estamos
en
la
investigación”.
Clarita
y
J
habían
denunciado
que
un
agente
había
abusado
sexualmente
de
ellas.
El
mismo
agente
que
había
llamado
a
Gloria
unos
días
atrás.
El
investigador
le
dijo…
“Pero
sea
fuerte
que
nosotros
la
vamos
a
ayudar”.
Y
yo
solté
el
llanto.
Ahí
yo
me
puse
a
llorar.
Y
le
dije
yo:
“¿Pero
por
qué
me
lo
han…
me
lo
han…?”.
Y
ya
se…
ya
me
vino
a
la
mente
cuando…
cuando
las
escuché
llorando,
pero
yo
confundí
ese
llanto.
Silvia
ha
estado
siguiendo
este
caso
por
más
de
un
año,
tratando
de
entender
qué
pasó
en
esa
estación
de
la
patrulla
fronteriza
en
Texas
y
qué
nos
dice
este
incidente
sobre
la
agencia
de
seguridad
más
grande
de
Estados
Unidos.
Aquí,
Silvia…
Antes
de
viajar
a
California
yo
había
estado
en
contacto
con
Gloria,
Clarita
y
J
por
WhatsApp.
Aló
Hola,
¿qué
tal?
Soy
Silvia
Viñas.
Oh,
sí.
Bien,
gracias
a
Dios,
¿y
usted?
Bien,
gracias.
La
llamo
desde…
Había
hablado
por
teléfono
con
Gloria
mientras
las
hermanas
escuchaban
por
altavoz.
Les
había
explicado
que
quería
pasar
tiempo
con
ellas,
conocerlas.
Más
allá
de
que
me
relataran
lo
que
había
pasado
en
Presidio
—los
detalles
del
abuso
que
habían
denunciado—
quería
saber
sobre
ellas:
qué
les
gustaba
hacer,
cómo
se
estaban
acostumbrando
a
su
nueva
vida
en
Estados
Unidos,
a
vivir
con
su
mamá
después
de
crecer
con
ella
a
la
distancia.
Aceptaron
y
yo
preparé
mi
viaje.
Pero
unos
días
antes
de
viajar,
Gloria
me
avisó
que
Clarita
y
J
ya
no
querían
que
las
entrevistara.
Pueden
imaginar
el
pánico
que
sentí.
Pero
decidí
ir
igual,
pensando
que
tal
vez
cambiarían
de
opinión,
que
de
alguna
forma
se
daría
la
oportunidad.
Gloria
quería
hablar.
Me
dijo
que
sentía
que
lo
necesitaba
para
contar
su
experiencia:
cómo
había
vivido
todo
desde
su
perspectiva
como
madre.
Un
tipo
de
desahogo.
La
entrevisté
y
también
pude
hablar
con
la
abogada
de
las
hermanas.
Angélica
Salceda,
abogada
con
ACLU.
“ACLU”,
American
Civil
Liberties
Union
o
ACLU,
como
dicen
en
inglés.
ACLU
es
una
organización
sin
fines
de
lucro
que
defiende
a
los
derechos
de…
eh…
todo
el
mundo
aquí
en
los
Estados
Unidos.
Sus
abogados,
como
Angélica,
se
enfocan
en
casos
de
derechos
de
privacidad,
acceso
al
voto,
derechos
de
personas
LGBT,
o
de
inmigrantes.
Angélica
se
enteró
sobre
el
abuso
que
estaban
denunciando
las
dos
hermanas
por
un
correo
electrónico.
Alguien
que
había
conocido
a
Gloria
y
su
historia
le
escribió.
A
Angélica
le
interesó
enseguida.
La
ACLU
ya
había
estado
investigando
abusos
de
agentes
de
inmigración
a
menores,
como
J.
Así
que
nosotros
ya
nos
habíamos
dado
una
idea,
¿no?
De
que
el
abuso
existía
y
existe.
Así
que
al
ver
dos
muchachitas
presentes
con
esa
posible
historia,
obviamente
me
llegó
rabia,
¿no?
De
saber
que
personas
que
solamente
están
buscando
seguridad,
tranquilidad,
paz
en
sus
vidas
y
están
haciendo
ese
viaje
a
los
Estados
Unidos
—que
es
muy
difícil
y
requiere
mucha
fuerza—
que
haigan
[sic]
sido
tratadas
en
esa
manera.
Entonces,
tomó
el
caso.
Conoció
a
Clarita
y
a
J,
a
Gloria,
y
escuchó
su
historia.
Después
de
hablar
con
Angélica
y
con
Gloria
me
quedó
claro
que
no
iba
a
poder
entrevistar
a
las
hermanas
en
ese
viaje.
Y
yo
tampoco
lo
quería
forzar,
claro.
Es
muy
delicado.
Yo
no
tenía
nada
que
probara
que
habían
sido
abusadas
sexualmente.
Pero,
¿y
si
lo
fueron?
No
quería
que
hablar
conmigo
les
afectara,
les
hiciera
revivir
un
evento
traumático.
Entonces
Gloria
me
contó
un
poquito
sobre
ellas.
Pues
Clarita
es
así
como…
reservada.
Siempre
ella
ha
sido
así
desde
pequeña.
Ella
solo
ve,
piensa
y
ya
después
lo…
lo
dice.
plática
pero
tiene
que
agarrar
como
confianza
con
la
persona
Y
su
hermana,
J.
La
pequeña
es
más
directa
y
se
pone
a
platicar.
No
gran
plática,
¿verdad?
Pero
sí…
son…
son
diferentes.
En
lo
que
comparten
las
dos
juntitas
es
en
el…
en
ir
a
la
iglesia,
eso
sí.
Me
dijo
que
las
dos
son
muy
creyentes.
Algo
que
yo
noté
por
WhatsApp.
Sus
fotos
de
perfil
cambiaban
a
menudo
y
a
veces
eran
una
cita
religiosa
o
un
versículo
de
la
Biblia.
En
mis
últimos
días
en
California
me
llegó
un
mensaje
de
Clarita
por
WhatsApp.
No
me
lo
esperaba.
En
el
mensaje
de
texto
se
disculpaba
por
no
darme
la
entrevista.
Dice
que
espera
que
yo
comprenda
y
me
agradece
por
la
oportunidad.
Y
cito:
“La
razón
por
la
cual
ya
no
quiero
brindar
información
sobre
el
caso
es
porque
cada
vez
que
soy
entrevistada
recuerdo
el
hecho
que
para
mi
sigue
siendo
doloroso
y
triste”.
Entonces,
lo
que
van
a
escuchar
hoy
viene
de
lo
que
hemos
podido
reconstruir
al
entrevistar
a
Angélica
y
a
Gloria.
Al
leer
todos
los
documentos
legales
que
se
han
publicado
sobre
el
caso.
Y
del
audio
de
esto:
Good
day
and
welcome
to
the
CBP
misconduct
press
call…
Una
llamada
que
organizó
la
ACLU
para
los
medios
en
marzo
del
2017.
Thank
you
for
joining
us
for
today’s
media
call.
The
ACLU
of
Northern
California
filed
today
two
administrative
claims
on
behalf
of
two
teenage
sisters.
Es
que
ese
mes,
la
ACLU
—representando
a
Clarita
y
J—
hicieron
una
demanda
administrativa
contra
CBP.
Es
un
tipo
de
querella
que
se
hace
directamente
con
la
agencia
en
vez
de
ante
un
juez.
Si
se
resuelve
con
la
agencia
—sea
CBP
u
otra—,
entonces
el
caso
no
tiene
que
ir
a
juicio.
Es
para
evitar
saturar
a
las
cortes,
que
ya
tienen
muchos
casos.
Bueno,
en
esta
llamada
Clarita
contó
su
versión
de
lo
que
pasó
en
Presidio.
Empieza
diciendo
por
qué
salió
de
Guatemala
con
su
hermana.
Salí
de
Guatemala
hacia
Estados
Unidos
buscando
seguridad
y
estabilidad
y
encontrarme
con
mi
mamá
aquí
en
Estados
Unidos.
Llegaron
a
la
frontera
de
México
y
Estados
Unidos
el
11
de
julio
del
2016.
Como
ya
hemos
dicho,
ella
tenía
19
y
J
tenía
17.
Habían
viajado
por
bus
desde
Guatemala
durante
casi
una
semana.
Venían
solas,
sin
coyote.
Llegaron
a
Ojinaga,
un
pueblo
fronterizo
en
el
estado
mexicano
de
Chihuahua.
Al
otro
lado
estaba
Presidio,
Texas.
Estando
allí,
ellas
estaban
dispuestas
a
llegar
a
los
Estados
Unidos
no
sabiendo
cómo,
no
sabiendo
dónde
estaban.
Ahí
conocieron
a
un
joven,
que
les
dijo
que
era
menor
de
edad.
Se
les
unió
para
cruzar
juntos.
Así
que
cruzaron
la
frontera
y
ellas
comenzaron
a
caminar.
O
sea,
no…
no
sabían
dónde
iban,
sino
que
comenzaron
a
caminar.
Era
de
noche.
Estaban
perdidas,
asustadas
y
con
mucha
sed.
Clarita
dice
que
vieron
pasar
una
patrulla
y
pidieron
ayuda,
pero
que
no
las
escucharon.
Después
de
un
rato
pasó
otra
patrulla.
Igualmente
pedimos
ayuda.
Se
detuvieron.
De
esa
patrulla
Border…
Border
Patrol
bajaron
dos
agentes.
Bueno,
les
hicieron
preguntas:
cuáles
eran
sus
edades,
si
eran
inmigrantes,
de
dónde
venían.
Eh,
así
que
para
ellas
creo
que
algo
normal,
¿no?
Nos
revisaron
adecuadamente.
Nos
preguntaron
si
traíamos
algo…
si…
algo
que
les
podía
hacer
daño
a
ellos.
Les
dijimos
que
no.
Les
quitaron
la
mochila,
las
subieron
al
vehículo
y
las
llevaron
a
ese
centro
de
detención
en
Presidio.
A
la
estación
de
la
patrulla
fronteriza.
Los
agentes
les
pidieron
que
se
quitaran
los
zapatos
y
las
pusieron
juntas
en
una
celda.
Al
otro
chico
lo
pusieron
en
otra
de
las
celdas.
Y
en
la
tercera
había
otras
personas
detenidas.
Esos
dos
agentes
se
fueron
para
seguir
patrullando
y
dejaron
a
otro
agente
—al
que
vamos
a
llamar
agente
F—
solo,
a
cargo
de
los
detenidos.
O
sea,
de
Clarita,
J
y
otros
inmigrantes.
Y,
según
cuentan
las
hermanas,
el
agente
F…
Le
pidió
a
la
mayor,
primero,
que
saliera
de
su
celda
y
que
lo
acompañara
a
un…
a
un
cuartito.
Me
dirigió
hacia…
hacia
un
cuarto
donde
se
encontraban
alimentos.
Porque
había
papitas,
había
diferentes
tipos
de
comida.
Él
me
dijo
que
me
iba
a
revisar
por
seguridad
y
porque
era
su
trabajo.
Él
se
detuvo
en
frente
de
la
puerta,
así
como
tapando
la
puerta.
Luego
él
me
dijo
que
me
quitara
mi
suéter,
porque
me
iba
a
revisar
por
seguridad.
Me
quité
mi
suéter.
Luego
me
dijo
que
me
quitara
la
blusa.
Yo
le
pregunté:
“¿Por
qué?”
Ella
pidió…
la…
la
mayor
pidió
una
explicación,
que
¿por
qué?,
¿qué
era
la
razón?
Él
nuevamente
me
dijo
que
era
por
seguridad.
Él
tenía
que
asegurar
que
ella
no
tenía
nada
en
su
persona,
y…
y….
este…
así
que
lo
tenía
que
hacer.
Ella
no
tenía
otra
opción.
Tuvo
que
sacarse
la
blusa.
Y
él
también
le
pidió
que
se
quitara
también
el
brasier.
Una
muchachita
de…
de…
de
18
o
19
años,
por
ejemplo,
que
se
ve
mucho,
mucho,
mucho
menor.
Obviamente
le
pidió
de
nuevo
que
si
era
necesario,
que
cuál
era
la
razón.
Y
él…
él
siguió
insistiendo.
Solo
lo
aflojé…
aflojé
el
brasier
para
que
él
viera
que
yo
no
traía
nada
debajo
de…
del
sostén.
Y
ya
luego
él
subió
el
sostén
y
comenzó
a
tocar
mis
pechos.
Clarita
dice
que
el
agente
F
luego
le
pidió
que
se
sacara
toda
la
ropa,
por
completo.
Clarita
repite
que
el
agente
decía
que
era
por
seguridad.
Y…
él
comenzó
a
tocar
mi
parte
íntima.
Luego
me
dijo…
luego
de
eso
me
dijo
que…
que
me
vistiera.
Me
vestí,
salí
llorando
de
ese
cuarto
por
lo
mal
que
me
sentí.
Y
ya
después
fue
que
la
encaminó
de
nuevo
a
la
celda.
Me
dirigí…
me
dirigí
hasta
la
celda
donde
estaba
mi
hermana.
Luego
él
se
llevó
a
mi
hermana.
Lamentablemente
yo
nunca
pensé
que
él
le
iba
a
hacer
lo
mismo
a
mi
hermana,
porque
era
una
niña…
(llorando)
que
tal
vez
a
me
lo
hizo
por
ser
una
adulta.
Bueno,
lo
mismo
le
sucedió
a
la
menor.
El
oficial
la
llevó
al
mismo
cuartito
y
ahí
casi
lo
mismo,
¿no?
De
pedirle
que
se…
quitara
la
ropa
de
arriba,
la
ropa
de
abajo
y
también…
también
la
tocó.
Tiempo
después
mi
hermana
llegó
a
la
celda
donde
yo
estaba.
Llegó
llorando.
Y
yo
le
preguntaba
qué
le
había
hecho
ese
señor.
Ella
no
me
respondía.
Ella
sólo
lloraba
y
miraba
hacia
el
techo.
Y
no…
no
hablaba.
Como
que
no
tenía
nada
de
expresión
en
su
cara.
Eh,
no
quería
hablar.
Clarita
le
pedía
que
le
dijera
qué
había
pasado,
pero…
no,
la
menor
no
le…
no
le
contaba.
Ya
Clarita
fue
que
le
contó
lo
que
le
había
sucedido…
Ella
lo
único
que
me
respondió
fue:
“Yo
no
si
él
haya
hecho
correctamente
su
trabajo
o
ese
fue
su
trabajo”.
Y
eso
fue
lo
que
mi
hermana
me
respondió
llorando.
Entonces
las
dos
se
quedaron
en
la
celda
completamente
llorando.
Llorábamos
mucho.
Sentíamos
mucho
dolor,
mucho
miedo,
mucha
tristeza
por
lo
que
había
pasado
(llorando).
El
señor
estaba
muy
nervioso.
Nos
decía
que
nos
calláramos,
que
ya
no
lloráramos,
que
nos
calmáramos
y
que
él
había
hecho
su
trabajo.
Nos
daba
alimento
para
que
nos
calláramos,
para
que
ya
no
lloráramos.
Les
ofreció
papitas,
Sabritas,
y
también
les
dijo
que
si
no
contaban
lo
que
había
pasado
que
iba
a
dejar
a
la
mayor
pasar
como
menor.
Es
que
si
la
dos
eran
menores,
podían
pasar
juntas
por
el
proceso
inmigratorio
que
venía.
Siendo
menores
de
edad,
era
más
fácil
quedarse
en
Estados
Unidos.
Pero
Angélica
dice
que
ellas
rechazaron
la
propuesta.
No
podían
parar
de
llorar.
El
agente
les
ofreció
ponerlas
en
contacto
con
su
mamá.
Gloria
en
este
punto
no
sabía
que
ellas
estaban
ahí.
La
llamó.
Él
puso
la
llamada
en
altavoz.
Para
asegurar
que
él
sa…
él
estaba
escuchando
todo.
Hablamos
con
mi
mamá,
pero
él
luego
cortó
la
llamada.
No
permitió
que
le
dijéramos
más
a
mi
mamá,
que
solamente
le
dijimos
a
ella
que
estábamos
detenidas
y
que
estábamos
bien.
Esta
es
la
llamada
a
la
que
se
refería
Gloria
al
comienzo
del
episodio,
cuando
las
escuchaba
llorar
y
pensaba
que
era
por
la
emoción
de
que
pronto
estarían
juntas.
La
llamada
en
la
que
pensó
que
sus
hijas
estaban
bien.
Según
las
dos
hermanas,
al
colgar,
el
agente
F
luego
las
llevó
a
un
computador,
donde
les
pidió
su
información
para
seguirlas
procesando
por
el
sistema.
Empezó
a
preparar
todo
para
tomarles
las
huellas
digitales.
En
ese
momento
regresaron
los
otros
dos
agentes,
los
que
las
habían
llevado
a
la
estación
y
que
habían
estado
fuera
mientras
sucedió
el
abuso
que
Clarita
y
J
luego
denunciarían.
Venían
con
unos
hombres,
otros
inmigrantes
que
habían
detenido.
Así
que
en
ese
instante,
las
hermanas,
hablando
juntas,
se
comentaron
una
a
la
otra
de
que
iban
a
observar
a
ver
si
los
agentes
que
habían
regresado
hacían
lo
mismo
con
los
nuevos
detenidos.
O
sea,
que
si
es
que
llevaban
a
esos
nuevos
detenidos
a
este
cuartito.
Y
no.
Vieron
que
nadie
llevó
a
estos
hombres
al
cuarto
para
revisarlos
como
a
ellas.
A
ellos
los
revisaron
por
encima
de
su
ropa
y
en
frente
de
las
chicas
y
de
otro
agente.
Entonces
al
ver
eso…
Fue
cuando
les
dio
un
poquito
más
valor
de
decir:
“No,
lo
que
nos
sucedió
no
fue
correcto,
fue
malo
y
tenemos
que
avisarle
a
alguien”.
El
agente
F
le
tomó
las
huellas
y
una
fotografía
a
Clarita.
Luego
era
el
turno
de
su
hermana.
Así
que
en
el
momento
que
él
estaba
tomando
las
huellas
de
la
menor,
la
mayor
tuvo
el
valor
de
acercarse
a
los
dos
agentes
que
habían
detenido
la…
que
las
habían
detenido
Yo
me
dirigí
hacia
él
preguntándole
si
lo
que
el
agente…
el
agente
que
nos
había
hecho
eso
—porque
yo
lo
señalé—
había
hecho
lo
correcto.
Que
el
oficial
las
llevó
a
este
cuartito
y
que
las
hizo
quitar
con…
toda
su
ropa.
Él
se
asombró.
Dijo:
“¡Qué!”.
El
oficial
al
que
ella
le
estaba
contando
le
preguntó
que
si
eso
le
había
pasado
a
ella.
Clarita
le
dijo
al
oficial
que
sí.
Según
los
documentos
legales
que
preparó
la
ACLU
—con
base
en
el
testimonio
de
J—,
ese
agente
se
sorprendió
y
le
dijo
a
Clarita
que
el
agente
F
no
tendría
que
haberlas
revisado
así.
Pero
el
otro
agente
que
las
detuvo
la
acusó
de
estar
mintiendo
y
la
metió
en
una
celda.
Cuando
se
dio
cuenta
de
lo
que
estaba
pasando,
el
agente
F
también
dijo
que
Clarita
estaba
mintiendo.
Pero
ya
habían
hecho
la
denuncia
y
con
eso,
según
el
protocolo
de
la
agencia,
se
tenía
que
registrar.
Los
agentes
en
Presidio
reportaron
la
denuncia
a
sus
superiores
y
las
interrogaron,
por
separado
y
sin
el
agente
F
presente.
Primero
le
tocó
a
Clarita.
Me
dijeron
que
describiera
el
lugar
donde
el
oficial
nos
había
llevado.
Y
cuenta
Clarita
que
al
contar
esos
detalles
de
este
cuartito,
que
los
oficiales
dieron
una…
eh,
tuvieron
una
expresión
como
de
sorprendidos,
¿no?
Estaban
muy
sorprendidos
de
que
ella
sabía
todos
los
detalles
de
este…
de
este
cuartito.
Clarita
dice
que
uno
de
los
agentes
que
estaba
ahí
—mientras
las
interrogaban—
las
seguía
acusando
de
estar
mintiendo.
Según
los
documentos
legales
que
preparó
la
ACLU,
el
agente
que
las
interrogó
le
pidió
a
J
que
hiciera
un
dibujo
mostrándole
dónde
quedaba
el
cuartito.
Ella
dibujó
el
lugar
con
su
dedo
en
la
mesa.
El
documento
dice
que
después
de
eso
el
agente
dejó
de
acusarlas
de
estar
mintiendo.
Y
luego
nos
dijeron
de
que
no
nos
preocupáramos,
que
ya
no
tuviéramos
miedo,
que
ellos
nos
iban
a
cuidar.
Que
teníamos
que
esperar
porque
iba
a
llegar
un
investigador.
Las
dejaron
dormir
ahí,
en
el
cuarto
donde
las
interrogaron,
en
vez
de
en
la
celda.
En
la
llamada,
Clarita
no
cuenta
mucho
más
sobre
qué
pasó
cuando
llegaron
los
investigadores
de
la
agencia.
Simplemente
dice
que
tuvieron
que
contar
todo
otra
vez.
El
14
de
julio
de
2016
—tres
días
después
de
que
las
detuvieron—
las
hermanas
pudieron
dejar
la
estación
de
la
patrulla
fronteriza
en
Presidio.
Salieron
con
algo
que
se
llama
“orden
de
supervisión”.
Con
eso,
en
vez
de
ser
deportadas,
podían
reencontrarse
con
Gloria
y
ver
cómo
regularizar
su
estado
migratorio
una
vez
juntas.
Le
pregunté
a
Gloria
cómo
fue
esperar
a
que
llegaran.
Yo
me
sentía
como
que
iba…
no
sé,
volando,
como
que
si
mi
cuerpo
era
algodón.
Creo
que
estaba
mal
también
por…
por…
por
tantas
cosas
que
habían
pasado.
Respire
profundo
y
dije:
“Tengo
que
ser
fuerte.
No
voy
a
llorar
mucho”.
Porque
ya
tenía
los
ojos
bien,
bien
idos
de…
de
llorar.
Entonces
yo
dije:
“Ahorita,
pues,
tengo
que
estar
con
ellas.
Tengo
que…
que
fingir
estar
bien”,
porque
yo
no
estaba
bien
emocionalmente.
Y
cuando
yo
las
vi,
como
que…
que…
que
en
lugar
de
destenderse,
mis
manos
así
como
que
no
tenía
fuerzas
yo.
Y
ellas
corrieron,
me
abrazaron,
me
besaron
y
este…
yo
me
quedé
así:
“¡Estas
son
mis
niñitas
que
yo
dejé!”.
Gloria
dice
que
las
vio
tranquilas.
Porque
ellas
dicen
que
no
aguantaban
la
emoción
de
verme,
que
se
les
olvidó
por
un
momento
lo
que
estaban
pasando.
El
encuentro
fue
algo
que…
solo
yo
lo
puedo
entender.
Era…
tenía
que
ser
más
alegría
que
otra
cosa,
pero
yo
decía…
no,
yo…
fue
difícil.
Era
difícil
disimular,
pretender
que
todo
estaba
bien.
Unos
familiares
hicieron
una
reunión
para
recibirlas.
Y
este…
yo
estaba
como
ida,
como
que
no
me
importaba
nada.
Entonces
alguien
me
preguntó:
“Ey,
tía,
¿qué
onda
contigo?
Si
no
eres
así”.
Pero
solo
yo
sabía,
pero
yo
quería
gritar…
qué
es
lo
que
estaba
sintiendo,
qué
es
lo
que
estaba
pasando,
pero
no
podía.
Aún
no
habían
tenido
tiempo
para
sentarse
a
hablar
las
tres,
solas,
con
calma.
El
investigador
de
CBP
con
el
que
Gloria
habló
por
teléfono…
Me
dijo:
“Ellas
van
mal
mentalmente.
Lo
que
le…
le…
le
sugiero
es
que
trate
la
manera
de
distraerse
en
cosas”.
Eso
es
lo
que
yo
también
decía:
“No,
pues
sí.
Yo
quiero
salir
de
acá
de
esta
comida
y
hablar
con
ellas,
hablar
a
fondo.
No
de
esto
que
pasó,
sino
abrazarnos
y
no
soltarnos”.
Hubo
tiempo
para
eso.
Cuando
terminó
la
comida
y
pudieron
irse
a
casa,
a
empezar
una
nueva
etapa
las
tres
juntas,
de
nuevo,
después
de
más
de
una
década.
Y
se
abrieron
con
Gloria
y
le
dijeron
cómo
les
había
afectado
lo
que
pasó
en
Presidio.
Ellas
me
lo
han
dicho
de
que
en
ese
momento
ellas
dudaron
de
Dios.
Ellas,
este,
decían:
“Dios,
te
hemos
servido
y…
¿por
qué
nos
abandonastes?
¿Por
qué
no
le
desvió
la
mente
a
ese
señor?
¿Por
qué
a
nosotras?”.
Y
yo
les
digo:
“Dios
les
da
los…
las
grandes
pruebas
a
los
que
saben…
a
las
que
saben
que
si
van
a
poder
sobrevivir
y
sobresalir
de
todo
esto”.
Clarita
termina
su
testimonio
en
esa
llamada
de
marzo
del
2017
diciendo
que
nunca
se
imaginaron
que
les
podía
pasar
algo
así
en
Estados
Unidos.
Nos
afectó
de
una
gran
manera,
psicológicamente
se
puede
decir.
Al
principio
teníamos
mucho
miedo.
Al
llegar
acá
con
mi
mamá
sufrimos
mucho.
Todas
las
noches
llorábamos.
Nos
preguntábamos
por
qué
había
pasado
esto.
No
lo
entendía.
Ellas
se
imaginaban
los
Estados
Unidos
de
una
manera
muy
diferente.
Otra
vez,
Angélica
Salceda,
la
abogada.
Lo
que
ellas
creo
que
sabían
de
la
agencia
es
que
es
una
agencia
con
el
propósito
de
proteger
a
los
Estados
Unidos,
¿no?
Pero
también
a
las
personas
que
vienen
pasando,
que
vienen
cruzando
la
frontera.
Que,
¿por
qué
una
persona
que
ofrece
seguridad
nos
hizo
esto?
(llorando)
“Que,
¿por
qué
una
persona
que
ofrece
seguridad
nos
hizo
esto”,
dice
Clarita.
Creo
que
eso
fue
lo
más
impactante
para
mí,
¿no?
Al
verlas
y
al
ver
ese
como
shock
en
sus
caras,
en
la
manera
que
se
expresaban
y
en
la
manera
en
la
que
veían
ahora
a
los
Estados
Unidos,
¿no?
En
una
manera
que…
bueno,
como
yo
estando
aquí
en
este
país,
que
también
adoro
a
este
país,
sintiéndome
muy
mal,
¿no?
Que
ellas
fueron
tratadas
en
esta
manera,
después
de
haber
tratado
de
buscar
paz
en
sus
vidas.
Ese
shock
que
menciona
Angélica
se
escucha
en
la
voz
de
Clarita.
Es
un
trauma
del
que
ella
aún
no
termina
de
recuperarse.
El
hecho
de
que
nosotros
no
seamos
de
este
país,
que
no
sea
nuestro,
pero
que
por
favor
nos
respeten.
Porque
no
somos
animales
para
que
nos
traten
de
esa
manera.
Mucho
menos
a
una
niña
(solloza)
que
no
se
puede
defender.
Seis
meses
después
—en
septiembre
de
2017—
CBP
respondió
a
la
demanda
administrativa
que
hizo
la
ACLU
diciendo
que
rechazaba
las
acusaciones
por
falta
de
pruebas.
O
sea,
el
caso
no
se
iba
a
resolver
directamente
con
la
agencia.
Angélica
dice
que
para
las
chicas
fue
duro
recibir
esa
respuesta.
Así
que
te
puedes
imaginar…
especialmente
para
una…
una
menor
o
alguien
que
ha
venido
a
este
país
por
primera
vez
de
pensar,
¿no?:
“¿Qué
más
evidencias
se
necesita?
Y
ahora
estamos
en
el
mismo
lugar
que
estuvimos
antes,
¿no?
Y
hasta
peor
porque
nos…
nos
sucedió
esto”.
Esta
respuesta
llegó
una
semana
antes
de
que
estallara
el
movimiento
#MeToo,
cuando
el
New
York
Times
destapó
los
abusos
del
productor
de
Hollywood
Harvey
Weinstein,
cuando
mujeres
por
todo
el
mundo
compartieron
sus
historias
de
violencia
sexual
y
se
preguntaron
lo
mismo:
¿qué
más
evidencia
se
necesita?
Las
acusaciones
que
hicieron
Clarita
y
J
habían
salido
unos
meses
antes
en
algunos
medios.
Así
es.
Tuvieron
que
compartir
su
historia,
pero
contar
todo
en
detalle
de
nuevo,
de
responder
a
preguntas,
de
no
saber
si
el
reportero
o
la
reportera
te
está
haciendo
preguntas
porque
él
o
ella
tampoco
no
te
cree,
o…
o
pidiéndote
ciertos
detalles.
Creo
que
es
muy…
fue
muy
difícil
para
ellas.
En
el
mensaje
por
WhatsApp
que
me
mandó
Clarita,
me
contó
que
personas
cercanas
se
enteraron
de
lo
que
les
había
pasado
por
unas
entrevistas
que
le
hicieron
otros
medios.
Es
que
algunos
programas
de
televisión
trataron
de
esconder
su
identidad,
pero
no
fue
suficiente,
porque
algunos
conocidos
las
reconocieron.
Y
Clarita
dijo
que
algunos
se
burlaron
de
ellas,
las
humillaron.
Y
claro,
eso
les
afectó
mucho.
Las
voces
de
Clarita,
de
J
y
de
otras
mujeres
inmigrantes
quizá
no
tuvieron
tanta
repercusión
como
las
de
las
actrices
y
mujeres
famosas
que
contaron
sus
historias
de
violencia
sexual,
pero
en
realidad,
el
movimiento
#MeToo
original
—el
que
empezó
la
activista
Tarana
Burke
en
el
2006—
se
enfoca
en
chicas
como
Clarita
y
J.
La
página
de
internet
aclara
que
es
un
movimiento
que
busca
ayudar
a
sobrevivientes
de
violencia
sexual
—especialmente
a
mujeres
jóvenes,
de
minorías
y
con
pocos
recursos—
a
recuperarse.
Después
de
la
respuesta
de
CBP
a
la
demanda
administrativa,
Clarita
y
J
tenían
seis
meses
para
decidir
qué
hacer:
si
dejar
su
reclamo
ahí,
cerrado,
o
si
llevar
el
caso
a
corte
con
una
demanda
federal.
Unos
días
antes
de
mi
entrevista
con
Angélica,
J
—la
menor
de
las
hermanas—
había
tomado
la
decisión
de
demandar
ante
una
corte
federal.
Clarita
decidió
no
hacerlo,
por
razones
que
Angélica
no
pudo
comentar.
La
demanda
es
contra
el
gobierno
y
nombra
a
tres
personas:
al
agente
F
y
a
los
dos
oficiales
que
las
llevaron
a
la
estación.
Había
muchas
preguntas
por
responder.
No
sabemos
qué
es
lo
que
le
ha
sucedido
al
agente.
No
sabemos
si
el
agente
sigue
trabajando
o
no.
No
sabemos
si
el
agente
ha
hecho
lo
mismo
con
nuevas
personas.
Con
este
caso,
la
ACLU
pretendía
esclarecer
estas
y
otras
preguntas.
Pero…
No
sabemos
si
es
que
se
va
a
llegar
a
esa
resolución,
¿no?
Porque
siempre
hay…
hay
esa
posibilidad
de
que
no…
no
se
resuelva.
Después
de
la
pausa:
¿qué
tan
comunes
son
estas
denuncias
de
abuso
por
agentes
y
oficiales
de
CBP?
¿Cómo
trata
la
agencia
las
denuncias
de
abuso
y
acoso
sexual?
Y,
¿qué
ha
pasado
con
el
caso
de
estas
hermanas?
Ya
volvemos.
El
siguiente
mensaje
viene
de
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¿Qué
es
lo
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humana?
¿Qué
es
lo
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las
grandes
ideas,
las
emociones
y
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descubrimientos
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Daniel
Alarcón.
Antes
de
la
pausa
escuchamos
sobre
un
caso
de
dos
hermanas
guatemaltecas
—una
de
ellas
menor
de
edad—
que
habían
denunciado
que
un
agente
de
la
patrulla
fronteriza
las
había
abusado
sexualmente.
Queríamos
saber
si
casos
como
este
eran
aislados
o
si
es
un
ejemplo
de
que
la
agencia
de
seguridad
más
grande
de
Estados
Unidos
tiene
problemas
de
disciplina
entre
sus
agentes.
Silvia
nos
sigue
contando.
Pedí
varias
entrevistas
con
oficiales
de
CBP
—como
con
Matthew
Klein,
el
jefe
de
la
oficina
de
responsabilidad
profesional,
ahí
investigan
denuncias
de
corrupción
y
mala
conducta
de
empleados—,
pero
me
dijeron
que
Klein
no
estaba
disponible
para
hablar
conmigo.
Lo
mismo
pasó
cuando
pedí
hablar
con
otros
oficiales.
Entonces
busqué
otras
fuentes.
My
name
is
James
Tomsheck.
I
am
retired
from
a
40-year
career
in
law
enforcement.
Como
él,
James
Tomsheck.
Estuvo
a
cargo
del
departamento
de
asuntos
internos
de
CBP
desde
el
2006
al
2014.
Se
retiró
de
la
agencia
después
de
que
lo
sacaran
de
su
puesto
en
asuntos
internos.
Ha
salido
en
varios
medios
hablando
sobre
su
experiencia
en
la
agencia
y
es
considerado
un
whistleblower,
un
denunciante.
Le
conté
que
CBP
había
rechazado
mis
pedidos
de
entrevista,
que
no
estaba
respondiendo
mis
solicitudes
de
información
pública
con
los
reportes
que
estaba
pidiendo
y
le
pregunté:
Why
is
the
agency
so
secretive?
Que
por
qué
la
agencia
parecía
ser
tan
poco
transparente.
I
believe
there’s
a
cultural
problem
at
CBP.
And
it’s
largely…
Me
dijo
que
hay
un
problema
cultural,
mayormente
por
parte
de
la
patrulla
fronteriza
que,
recordemos,
es
parte
de
CBP.
Tomsheck
dice
que
promueven
una
noción
falsa
de
que
son
la
principal
agencia
de
seguridad
del
país.
And
assert
a
completely
false
notion
that
they
are
the
highest
integrity
law
enforcement
organization
in
the
country.
Y
la
más
íntegra.
Tomsheck
describe
ese
problema
cultural
con
dos
palabras:
Institutional
narcissism.
Narcisismo
institucional:
no
querer
ver
que
hay
problemas
grandes
de
corrupción
y
de
mala
conducta.
Y,
tal
vez
más
importante,
no
querer
que
el
público
—a
través
de
los
medios—
lo
vea.
Por
eso
la
falta
de
transparencia.
También
hablé
con
algunos
agentes
de
la
patrulla
fronteriza
que
ya
están
retirados.
Y
me
dijeron
que,
según
su
experiencia,
los
casos
de
mala
conducta
eran
pocos,
que
se
trataba
de
unas
pocas
“manzanas
podridas”,
casos
aislados.
I
think
it’s
certainly
a
case
that
exceeds
the
phrase
“a
few
bad
apples”.
Algo
con
lo
que
Tomsheck
no
está
de
acuerdo.
Y
hay
datos
que
muestran
que
hay
serios
problemas
dentro
de
la
agencia.
Por
ejemplo,
según
un
estudio
del
Cato
Institute
—un
centro
de
estudios
libertario—
entre
el
2006
y
el
2016,
la
patrulla
fronteriza
tenía
la
tasa
de
despidos
por
problemas
de
disciplina
o
rendimiento
más
alta
entre
las
agencias
de
seguridad
del
gobierno.
Y
esto
es
importante,
porque…
El
gobierno
de
Donald
Trump
estableció
nuevas
directrices
para
reforzar
el
control
migratorio
en
Estados
Unidos
con
un
agresivo
plan
que
incluye
acelerar
el
proceso
de
deportación
de
inmigrantes
indocumentados
y
contratar
a
15
mil
nuevos
agentes.
Trump
quiere
contratar
a
más
agentes:
diez
mil
para
ICE,
Immigration
and
Customs
Enforcement
—los
agentes
que
detienen
a
personas
sin
papeles
dentro
de
Estados
Unidos—
y
cinco
mil
para
CBP.
Pero
no
sería
la
primera
vez
que
CBP
crece
tanto.
Después
de
los
ataques
terroristas
del
11
de
septiembre
del
2001,
durante
su
mandato,
George
W.
Bush
contrató
alrededor
de
diez
mil
nuevos
agentes.
Y
ese
nivel
de
crecimiento
trajo
bastantes
problemas.
En
ese
crecimiento
tan
desmesurado
y
tan
acelerado
lo
que
ha
ocurrido
es
que
la
ocurrencia
de
situaciones
de
abuso
de
la
autoridad,
de
uso
excesivo
de
la
fuerza,
de…
de
conductas
inadecuadas,
inapropiadas
han
sido
muy
corrientes.
Él
es
Guillermo
Cantor,
el
director
de
investigación
del
American
Immigration
Council,
una
organización
sin
fines
de
lucro
que
trabaja
temas
relacionados
a
políticas
migratorias.
La
agencia
en
gran
medida
ha
operado
fuera
de…
fuera
de
control,
sin
los
controles
que
se
le
imponen
a
cualquier
otra…
otra
agencia
de
esta
magnitud.
Y
son
varios
los
casos.
Un
oficial
de
la
patrulla
fronteriza
de
origen
hispano
está
acusado
de
abusar
sexualmente
de
una
menor.
Además,
en
su
posesión
se
encontró
pornografía
infantil.
Alejandro
Domínguez
se
encuentra
detenido
en
una
cárcel…
Indocumentadas
en
Estados
Unidos
corren
el
riesgo
de
sufrir
abusos
sexuales
en
los
centros
de
detención,
así
lo
indica
un
informe
de
la
organización
Human
Rights
Watch.
El
gobierno
de
Honduras
pidió
hoy
a
Estados
Unidos
que
investigue
el
caso
de
tres
inmigrantes
hondureñas
que
fueron
secuestradas
y
violadas
por
un
agente
de
la
patrulla
fronteriza
en
Misión,
al
sur
de
Texas.
Y
no
son
aislados.
Por
ejemplo:
el
año
pasado
—en
el
2018—
la
ACLU
empezó
a
publicar
documentos
que
recibieron
del
Departamento
de
Seguridad
Nacional.
Se
trata
de
30
mil
páginas
de
documentos,
audios
y
videos,
que
evidencian
y
denuncian
abusos
cometidos
por
agentes
de
esta
patrulla
desde
hace
años,
¿eh?
Esto
fue
después
de
años
de
una
pelea
legal
para
que
CBP
y
el
Departamento
de
Seguridad
Nacional
compartieran
más
información
sobre
el
maltrato
a
menores
en
la
custodia
de
CBP,
como
J.
La
ACLU
y
otras
organizaciones
ya
habían
documentado
116
casos
de
maltratos
a
menores
entre
marzo
y
mayo
del
2014
—un
año
en
el
que
aumentó
súbitamente
la
llegada
de
menores
no
acompañados
a
Estados
Unidos.
Bueno,
según
el
reporte
de
la
ACLU,
en
estas
30
mil
páginas
de
documentos
—en
los
audios
y
videos,
cubriendo
acusaciones
desde
el
2009
al
2014—
hay
evidencia
de
maltrato
a
menores
por
parte
de
agentes,
incluyendo
abuso
y
acoso
sexual.
Casos
muy
parecidos
al
de
J.
El
ejemplo
perfecto
es
el
testimonio
de
esta
niña
de
14
años
arrestada
por
la
patrulla
fronteriza.
Él
me
registró
y
después
me
dijo
que
me
tenía
que
bajar
el
pantalón.
OK.
No
quiero
marearlos
ni
aburrirlos
con
muchos
datos,
pero
es
importante
resaltar
un
par
de
reportes
más
porque
estos
muestran
qué
pasa
dentro
de
la
agencia
una
vez
que
se
hace
una
denuncia.
Una
organización
que
se
llama
Freedom
for
Immigrants
encontró
que
entre
mayo
del
2014
y
julio
del
2016,
la
Oficina
del
Inspector
General
del
Departamento
de
Seguridad
Nacional
recibió
más
de
mil
denuncias
de
abuso
sexual
de
personas
detenidas.
Eso
es
más
de
una
queja
por
día.
Y
solo
se
investigaron
24
de
esas
denuncias.
Guillermo
y
su
equipo
en
el
American
Immigration
Council
analizaron
datos
similares
de
años
anteriores
y
encontraron
que….
En
gran
medida
estas
quejas
no
son
investigadas
con
la
rigurosidad
que
uno
desearía.
La
denuncia
de
Clarita
y
J
sale
en
los
datos
que
me
compartió
Freedom
for
Immigrants.
Está
registrada
en
julio
del
2016
como
“coerced
sexual
conduct”,
o
sea,
conducta
sexual
forzada.
Es
una
de
las
categorías
que
usa
el
departamento.
También
hay
una
categoría
más
general
que
es
“abuso
físico
o
sexual”,
otra
que
es
“acoso
sexual”.
En
fin,
la
investigación
interna
por
la
denuncia
de
Clarita
y
J
estuvo
abierta
por
siete
meses
y
los
datos
no
dicen
por
qué
se
cerró.
Le
pedí
el
reporte
de
la
investigación
a
la
agencia,
pero
casi
un
año
después,
no
me
han
respondido.
Contacté
a
un
investigador
de
CBP
que
trabajó
en
el
caso,
pero
me
dijo
que
no
podía
hablar
de
la
investigación
porque
había
un
caso
legal
abierto.
Angélica,
la
abogada
de
las
hermanas,
también
pidió
el
reporte
de
la
investigación
y
CBP
respondió
con
un
documento
sobre
la
detención
de
las
hermanas.
Nada
más.
Pero
en
octubre
del
2018,
la
Associated
Press
reportó
que
ellos
recibieron
un
reporte
redactado
sobre
la
investigación
y
que,
según
eso,
los
investigadores
de
la
agencia
determinaron
que
no
podían
verificar
la
denuncia
de
las
hermanas
por
falta
de
evidencia
física.
Además,
la
estación
no
tenía
cámaras
de
seguridad
en
el
área
donde
ingresan
los
datos
de
las
personas
que
detienen;
no
se
analizaron
huellas
dactilares
del
cuartito
porque
las
hermanas
dijeron
que
no
habían
tocado
nada;
y
el
agente
F
dijo
que
se
quedó
solo
con
las
hermanas
porque
no
había
suficientes
oficiales.
Según
el
reporte
de
la
investigación,
el
agente
F
habló
con
investigadores
tres
veces.
La
última
vez,
un
investigador
notó
que
el
agente
estaba
nervioso
y
que
repasaba
constantemente
una
declaración
que
ya
había
preparado
en
la
primera
entrevista.
La
Associated
Press
dice
que
los
investigadores
llevaron
el
caso
a
un
fiscal
y
que
estuvo
de
acuerdo
con
ellos:
faltaba
evidencia.
CBP
no
ha
aclarado
si
el
agente
F
fue
disciplinado
de
alguna
manera.
Según
el
análisis
de
Guillermo
y
su
equipo,
un
alto
porcentaje
de
los
casos
que
son
investigados
y
que
han
sido
cerrados
resulta
en
“no
action
taken”
—ninguna
acción
contra
el
agente
que
es
acusado.
Es
decir
que
no
dan
lugar
a
ninguna
acción
disciplinaria
o
correctiva.
Y
Guillermo
dice
que
esto
es
preocupante,
especialmente
si
recordamos
lo
grande
que
es
la
agencia…
Cuando
no
existen
los
controles
internos,
cuando
no
existen
estructuras
de
incentivos
y
sanciones,
el
personal
realmente
no
tiene…
no
tiene
muchos
controles
en
lo
que
tiene
que
ver
con
las
regulaciones
de
las
conductas,
entonces
son
más
proclives
a
actuar
con
impunidad.
Cuando
responden
a
reportes
de
organizaciones
como
la
de
Guillermo
o
a
investigaciones
periodísticas,
CBP
insiste
en
que
está
haciendo
su
parte.
En
respuesta
al
reporte
de
ACLU
del
2018
sobre
abuso
a
menores,
por
ejemplo,
CBP
dice
que
en
los
últimos
tres
años
han
creado
políticas
internas
para
evitar
abusos,
incluyendo
nuevos
estándares
sobre
cómo
transportar,
escoltar,
detener
y
requisar
a
inmigrantes.
El
comunicado
también
menciona
medidas
que
CBP
ha
tomado
para
prevenir
y
responder
al
abuso
y
la
agresión
sexual.
La
agencia
tiene
una
política
de
tolerancia
cero
a
este
tipo
de
abusos
y
he
estado
tratando
de
averiguar
más
sobre
algunos
detalles
de
esta
política.
Por
ejemplo,
dice
que
la
agencia
contrató
a
una
persona
dedicada
—entre
otras
cosas—
a
revisar,
anualmente,
investigaciones
de
asalto
sexual.
Pero
en
ningún
lado
sale
publicado
quién
es
esta
persona.
Pedí
una
entrevista
con
él
o
ella,
y
el
jefe
de
prensa
de
CBP
del
momento
me
respondió
con
información
que
ya
tienen
publicada
en
su
sitio
web
y
me
preguntó
qué
quería
saber.
Al
final
me
dijo
que
tenía
que
esperar
la
respuesta
a
un
pedido
de
información
pública
al
respecto.
Nunca
me
dijo
quién
era
esta
persona.
Y
mi
pedido
de
información
sigue
abierto.
En
el
2016
la
Oficina
del
Inspector
General
del
Departamento
de
Seguridad
Nacional
publicó
un
reporte
que
critica
la
falta
de
avances
en
CBP
para
detectar,
detener
y
atender
los
abusos
sexuales.
Por
ejemplo,
dice
que
la
agencia
no
había
creado
planes
y
estrategias
para
implementar
regulaciones
en
este
tema,
que
se
había
concentrado
en
crear
políticas
en
vez
de
tomar
acciones
concretas,
como
entrenar
a
sus
empleados.
Según
el
reporte,
CBP
está
tomando
medidas
para
abordar
las
recomendaciones
de
la
Oficina
del
Inspector
General.
Pero
no
está
claro
qué
ha
hecho
la
agencia
después
ese
reporte.
De
nuevo,
no
quisieron
hablar
conmigo.
Y
desde
que
se
implementó
la
política
de
tolerancia
cero
a
estos
abusos,
CBP
solo
ha
publicado
un
reporte
anual
—también
en
el
2016—
que
habla
de
medidas
generales,
sin
entrar
en
detalles.
Bueno.
Hola.
Hola,
disculpa.
Hola,
ahora
sí…
Llamé
a
Angélica
a
principios
del
2019
para
ponerme
al
día
con
la
demanda
en
la
corte
federal.
Según
los
documentos
del
caso,
habían
llegado
a
un
acuerdo
con
el
gobierno.
Típicamente
estos
casos
son…
el
acuerdo
es
en
dinero,
¿no?
Una
suma
de
dinero
para
que
la
cliente
pueda
seguir
con
su
vida
a
pesar
de
haber
pasado
por
ese
evento
tan
traumático.
Y
con
este
acuerdo,
el
caso
nunca
tuvo
que
ir
a
juicio.
Cuando
hablamos
el
año
pasado
me
acuerdo
que
me
dijiste
que
a
veces
estos
casos
no
se
resuelven,
como
que
hay…
hay
una
posibilidad
de
que
no
se
resuelva.
Al
llegar
a
un
acuerdo,
¿tú
sientes
que
se
resuelve?
¿O
no
en
realidad?
¿O
eso
es
una
forma
de
resolverlo?,
digamos.
Bueno,
en
resolverlo…
creo
que
llegamos
a
un
acuerdo
que
para
nosotros
y
para
nuestra
cliente
es
algo
que
es
satisfactorio
para
nosotros.
Ahora,
lo
que
uno
obviamente
no…
no
sabe
ya
cuando
llega
a
un
acuerdo
es
entonces
qué
va
a
hacer
el
gobierno,
por
ejemplo,
con…
con
ese
sujeto,
¿no?
Con
el
agente
F.
Recordemos
que
la
agencia
no
ha
aclarado
qué
ha
pasado
con
él.
Les
pregunté
antes
de
cerrar
este
episodio,
pero
no
han
contestado.
Llamé
a
la
estación
de
la
patrulla
fronteriza
de
Presidio
y
tampoco
me
confirmaron
si
sigue
trabajando
allí.
Mirándolo
desde
la
perspectiva
de
CBP
—o
de
alguien
que…
que
no
quiera
creer
que
estas
cosas
pasan,
¿no?—,
lo
que
yo
me
pregunto
es
si
llegar
a
un
acuerdo
da
una
señal
de
como:
“No
era
nada”.
Bueno,
cuando
llegamos
a
un
acuerdo
también
eso
significa
que
las
pruebas
nunca
fueron
presentadas
la…
a
la
corte,
¿no?
Así
que
la
corte
nunca
tuvo
esa
oportunidad
de
decir…
eh,
que
no
ocurrió
lo
que
ocurrió.
CBP
obviamente
puede
decir
ciertas
cosas,
pero
lo
que
hemos
visto
en
los
reportes
es
que
los
abusos
ocurren.
No
es
el
único
caso
que
ha
ocurrido.
Ocurre
en
muchísimos,
muchísimos
tipos
de
casos.
Y
lo
más
común
es
que
se
lleguen
a
acuerdos,
según
me
contó
Angélica.
Un
análisis
de
The
Guardian
reveló
que
entre
el
2005
y
el
2017,
el
gobierno
pagó
más
de
60
millones
de
dólares
en
acuerdos
legales
en
casos
contra
agentes
de
la
patrulla
fronteriza,
principalmente
por
muertes,
daños
por
conducir
de
manera
imprudente
y
violaciones
a
los
derechos
civiles.
En
este
caso,
el
gobierno
le
va
a
pagar
125
mil
dólares
a
J.
Una
cifra
muy
por
debajo
de
los
750
mil
que
había
pedido
la
ACLU
en
su
demanda
administrativa
al
comienzo
de
este
caso.
Pero
Angélica
resalta
el
lado
positivo
de
este
resultado.
Para
nosotros
es
eh…
realmente
es
una
victoria
de
haber
logrado
obtener
un
resultado
favor…
favorable
para
nuestra
cliente
y
con
ese
resultado
mandarle
un
mensaje
al
gobierno
que
no
pueden
abusar
de
nuestro
inmigrantes
físicamente
o
sexualmentes
sin
tener
consecuencias,
¿no?
Le
pregunté
sobre
Clarita
y
sobre
J.
Obviamente
aún
a
veces,
desafortunadamente,
recordando
ese
terrible
evento.
Pero
las
dos
están…
las
dos
están…
están
muy
bien
y
obviamente
recuperándose
al
lado
de
sus
seres
queridos.
J
sigue
en
California,
con
su
mamá.
Se
graduó
de
la
secundaria
y
está
estudiando
en
un
centro
de
estudios
superiores.
Clarita
se
casó.
Está
de
vuelta
en
Guatemala.
Silvia
Viñas
es
editora
de
Radio
Ambulante.
Vive
en
Londres.
Silvia
reportó
e
investigó
esta
historia
con
el
apoyo
del
Fund
for
Investigative
Journalism.
Este
episodio
fue
editado
por
Camila
Segura,
Luis
Fernando
Vargas
y
por
mí.
La
música
y
el
diseño
de
sonido
son
de
Andrés
Azpiri
y
Rémi
Lozano.
Andrea
López
Cruzado
hizo
el
fact-checking.
El
resto
del
equipo
de
Radio
Ambulante
incluye
a
Lisette
Arévalo,
Gabriela
Brenes,
Jorge
Caraballo,
Victoria
Estrada,
Miranda
Mazariegos,
Diana
Morales,
Patrick
Mosley,
Ana
Prieto,
Laura
Rojas
Aponte,
Barbara
Sawhill
y
Elsa
Liliana
Ulloa.
Carolina
Guerrero
es
la
CEO.
Radio
Ambulante
se
produce
y
se
mezcla
en
el
programa
Hindenburg
PRO.
Todos
los
viernes
mandamos
un
correo
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el
que
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música,
series,
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y
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Radio
Ambulante
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las
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de
América
Latina.
Soy
Daniel
Alarcón.
Gracias
por
escuchar.
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Este episodio de Radio Ambulante incluye descripciones de situaciones sexuales que pueden ser impactantes y es apto solo para adultos. Bienvenidos a Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón. Eh, preséntese. Mi nombre es… OK. Mi nombre es Gloria y soy la mamá de las chicas afectadas. Ese no es su nombre, pero así la vamos a llamar para proteger su identidad. Más adelante entenderán por qué. ¿De dónde es? Pues soy de un pueblo de Guatemala. ¿Cómo es ese pueblo? Es pequeño. Se dedica la mayor parte a la agricultura. Gloria llegó a Estados Unidos hace unos 13 años. En marzo del 2018, nuestra editora Silvia Viñas viajó al centro del estado de California —al área de Fresno— para conocer a Gloria. Tiene dos hijas y cuando se fue de Guatemala eran niñas pequeñas, de unos siete años la mayor, y unos cuatro la menor. Las vamos a llamar Clarita y J —también para proteger sus identidades. ¿Cómo fue para usted llegar acá? O sea, ¿fue fácil adaptarse o…? Al principio, no. Porque, número uno soy madre, extrañaba mucho a mis hijas. Iba a donde iba, pues siempre estaban ellas en mi mente. Pero cuando ya empecé a sacar mis primeras quincenas y veía cómo yo les daba una vida diferente a la que yo les daba allá, yo misma me fui como… echando porras a mí misma y decir: “No, entre más… más trabaje, mejores cosas van a tener mis hijas”. Gloria, como muchos padres en su situación, les mandaba dinero a sus hijas. Y con eso estaba cumpliendo, más o menos, con el plan que tenía al irse: trabajar en Estados Unidos por unos años, mandarle dinero a sus hijas, ahorrar y después volver. Y digo más o menos porque un año se convirtió en dos, en tres, en cuatro, en diez, y Gloria se terminó quedando. Clarita y J en Guatemala crecieron con familiares, con una tía mayormente. Pero hablaban muy seguido con Gloria. A veces hablaba como 15 veces al día: “¿Qué están haciendo? ¿Qué van a comer? ¿A dónde van?”. Y les decía: “El día que ustedes se sientan así como a… muy atrapadas por mí, díganme. Yo las voy a entender”. Y ellas me dijeron: “No, mamá, nos gusta que nos pregunte, porque sabemos que hay alguien que está por nosotras”. Ya ahorita que ya el tiempecito ahorita se modernizó, ya podíamos videochatear. Ya las cosas cambiaron, pues. O sea, tenían una relación cercana a pesar de estar lejos. Muy cercana. En el 2016, en una de esas llamadas, Clarita y J —ya de 19 y 17 años— le dijeron a Gloria que querían irse a Estados Unidos. Y no yo no quise. Yo dije no. No es que no quisiera verlas, es que le daba miedo el trayecto que tendrían que hacer para llegar. Lo cual es comprensible, ¿no? Gloria ya había hecho el viaje, sabía cómo era. Y también sabía que se había vuelto cada vez más peligroso, especialmente para dos jovencitas viajando solas. Hay secuestros, extorsiones, violaciones. Pasan muchas cosas ahí y hasta muchos pierden la vida. Y yo no hubiera querido sacrificarme cuánto tiempo y para que lo que más amo en esta vida les pase algo, no. Pero ellas querían irse porque Gloria tenía que operarse pronto. Querían estar con ella para cuidarla. Además, no hacía mucho que en su pueblo habían secuestrado a una jovencita de 15 años que vivía en su misma cuadra. Los secuestradores pidieron dinero, pero la familia de la chica no tenía. Gloria dice que al final la regresaron a los cuatro o cinco días: viva, pero traumatizada, claro. Clarita y J tenían miedo de que les pasara lo mismo. Un día —en julio del 2016— Gloria llamó a la casa de su hermana, donde vivían las chicas, y preguntó por ellas. “Fueron a Mazate”, me dijo mi hermana. A Mazate. O sea, Mazatenango, una ciudad al suroeste de Guatemala. A Gloria esto le pareció normal. Allá vivían unos familiares así que era común que fueran a visitarlos. Entonces siguieron conversando. Pero ya después me dijo: “No, yo no te puedo mentir. ¿Qué crees?”. “¿Qué?”. “Tus hijas salieron”. “Tus hijas salieron”, le dijo. Gloria sabía a qué se refería su hermana con eso: a que Clarita y J habían salido rumbo a Estados Unidos. Le dije a mi hermana: “¿Estás segura?¿No… no fueron con… con una familiar a la capital?”. “No”, me dijo ella. “Ellas no me esconden nada a mí, pero solo me dijeron que no te… te lo dijera tan pronto”. Gloria estuvo cuatro días sin saber nada de sus hijas. Cuatro días que fueron un infierno. Iba a trabajar a los campos, a recoger fruta, y solo podía pensar en ellas. En dónde estarían, cómo estarían. Hasta que por fin la llamaron. Estaban en México. Ya cuando ellas me llamaron, me dijeron: “Perdónenos, pero es por usted”. No podía decir yo: “¡No! ¡Regrésense!”. Dije yo: “Es su decisión”. Y yo dije: “Bueno, le deseo lo… la suer… la mejor suerte del mundo”. Y pues a esperar qué… qué pasa. Tres días después la llamó un agente de la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. U.S. Customs and Border Protection, en inglés, o CBP por sus siglas. Es la agencia de la patrulla fronteriza —los agentes que detienen a personas que están tratando de entrar al país sin papeles. Entonces, este agente que llamó a Gloria…. Me habló. Me dijo que: “Ya tengo a sus hijas acá”. Estaban en una estación de la patrulla fronteriza en un pueblo pequeño que se llama Presidio. Queda en el oeste del estado de Texas y tiene poco más de cuatro mil habitantes. La estación de CBP en Presidio sirve como un centro de detención temporal —con tres celdas— donde tienen a inmigrantes indocumentados por unas 12 o 24 horas, un par de días como mucho. En este tipo de estaciones “procesan” a los inmigrantes, es decir, registran su información, les toman las huellas. Cuando Gloria escuchó que sus hijas estaban ahí, que estaban bien… Yo quería llorar de alegría, pero yo dije: “No, tampoco él no va a tener tiempo para escuchar a… llorar, ¿verdad?”. “Este… y ya tendré mi rato”, dije yo. Y siempre digo yo: “Tengo que ser fuerte”. Y le digo yo: “Oh, que bien”, y todo. Yo… yo contenta. Y dice: “Aquí le pasó a… a una de ellas, pero rápidamente”. Y ya pues escuché que estaban llorando pero yo confundí eso: estaban llorando de emoción. Por estar a salvo, por estar hablando con ella, porque había una posibilidad de que se vieran pronto. Gloria dice que la llamada duró muy poco, un minuto. Pero ya estaba mucho más tranquila. Sus hijas estaban bien. A los pocos días la llamó otro agente. Se presentó como un… un investigador y me dijo, este… con calma, si yo sabía lo que estaba pasando. Si mis hijas me habían comentado. Y yo le dije: “No, mis hijas no… no han tenido la oportunidad de hablar mucho conmigo”. Y ya me empezó él: “Señora, espero que tenga calma. Yo le voy a comentar lo que está pasando”. Pero primero le preguntó: “¿Qué tanto conoce usted a sus hijas?”. “Mire”, le digo yo. “Número uno, una madre creo que nunca va a hablar mal de sus hijas y una madre en el fondo de su corazón —sea lo que sea— uno sabe qué clase de hijos tiene, aunque uno no lo diga. ¿Por qué me hace esa pregunta?”, le dije yo. “Fíjese que ellas están pasando esto: fueron acosadas y estamos en la investigación”. Clarita y J habían denunciado que un agente había abusado sexualmente de ellas. El mismo agente que había llamado a Gloria unos días atrás. El investigador le dijo… “Pero sea fuerte que nosotros la vamos a ayudar”. Y yo solté el llanto. Ahí yo me puse a llorar. Y le dije yo: “¿Pero por qué me lo han… me lo han…?”. Y ya se… ya me vino a la mente cuando… cuando las escuché llorando, pero yo confundí ese llanto. Silvia ha estado siguiendo este caso por más de un año, tratando de entender qué pasó en esa estación de la patrulla fronteriza en Texas y qué nos dice este incidente sobre la agencia de seguridad más grande de Estados Unidos. Aquí, Silvia… Antes de viajar a California yo había estado en contacto con Gloria, Clarita y J por WhatsApp. Aló Hola, ¿qué tal? Soy Silvia Viñas. Oh, sí. Bien, gracias a Dios, ¿y usted? Bien, gracias. La llamo desde… Había hablado por teléfono con Gloria mientras las hermanas escuchaban por altavoz. Les había explicado que quería pasar tiempo con ellas, conocerlas. Más allá de que me relataran lo que había pasado en Presidio —los detalles del abuso que habían denunciado— quería saber sobre ellas: qué les gustaba hacer, cómo se estaban acostumbrando a su nueva vida en Estados Unidos, a vivir con su mamá después de crecer con ella a la distancia. Aceptaron y yo preparé mi viaje. Pero unos días antes de viajar, Gloria me avisó que Clarita y J ya no querían que las entrevistara. Pueden imaginar el pánico que sentí. Pero decidí ir igual, pensando que tal vez cambiarían de opinión, que de alguna forma se daría la oportunidad. Gloria sí quería hablar. Me dijo que sentía que lo necesitaba para contar su experiencia: cómo había vivido todo desde su perspectiva como madre. Un tipo de desahogo. La entrevisté y también pude hablar con la abogada de las hermanas. Angélica Salceda, abogada con ACLU. “ACLU”, American Civil Liberties Union o ACLU, como dicen en inglés. ACLU es una organización sin fines de lucro que defiende a los derechos de… eh… todo el mundo aquí en los Estados Unidos. Sus abogados, como Angélica, se enfocan en casos de derechos de privacidad, acceso al voto, derechos de personas LGBT, o de inmigrantes. Angélica se enteró sobre el abuso que estaban denunciando las dos hermanas por un correo electrónico. Alguien que había conocido a Gloria y su historia le escribió. A Angélica le interesó enseguida. La ACLU ya había estado investigando abusos de agentes de inmigración a menores, como J. Así que nosotros ya nos habíamos dado una idea, ¿no? De que el abuso existía y existe. Así que al ver dos muchachitas presentes con esa posible historia, obviamente me llegó rabia, ¿no? De saber que personas que solamente están buscando seguridad, tranquilidad, paz en sus vidas y están haciendo ese viaje a los Estados Unidos —que es muy difícil y requiere mucha fuerza— que haigan [sic] sido tratadas en esa manera. Entonces, tomó el caso. Conoció a Clarita y a J, a Gloria, y escuchó su historia. Después de hablar con Angélica y con Gloria me quedó claro que no iba a poder entrevistar a las hermanas en ese viaje. Y yo tampoco lo quería forzar, claro. Es muy delicado. Yo no tenía nada que probara que habían sido abusadas sexualmente. Pero, ¿y si lo fueron? No quería que hablar conmigo les afectara, les hiciera revivir un evento traumático. Entonces Gloria me contó un poquito sobre ellas. Pues Clarita es así como… reservada. Siempre ella ha sido así desde pequeña. Ella solo ve, piensa y ya después lo… lo dice. Sí plática pero tiene que agarrar como confianza con la persona Y su hermana, J. La pequeña es más directa y se pone a platicar. No gran plática, ¿verdad? Pero sí… sí son… son diferentes. En lo que sí comparten las dos juntitas es en el… en ir a la iglesia, eso sí. Me dijo que las dos son muy creyentes. Algo que yo noté por WhatsApp. Sus fotos de perfil cambiaban a menudo y a veces eran una cita religiosa o un versículo de la Biblia. En mis últimos días en California me llegó un mensaje de Clarita por WhatsApp. No me lo esperaba. En el mensaje de texto se disculpaba por no darme la entrevista. Dice que espera que yo comprenda y me agradece por la oportunidad. Y cito: “La razón por la cual ya no quiero brindar información sobre el caso es porque cada vez que soy entrevistada recuerdo el hecho que para mi sigue siendo doloroso y triste”. Entonces, lo que van a escuchar hoy viene de lo que hemos podido reconstruir al entrevistar a Angélica y a Gloria. Al leer todos los documentos legales que se han publicado sobre el caso. Y del audio de esto: Good day and welcome to the CBP misconduct press call… Una llamada que organizó la ACLU para los medios en marzo del 2017. Thank you for joining us for today’s media call. The ACLU of Northern California filed today two administrative claims on behalf of two teenage sisters. Es que ese mes, la ACLU —representando a Clarita y J— hicieron una demanda administrativa contra CBP. Es un tipo de querella que se hace directamente con la agencia en vez de ante un juez. Si se resuelve con la agencia —sea CBP u otra—, entonces el caso no tiene que ir a juicio. Es para evitar saturar a las cortes, que ya tienen muchos casos. Bueno, en esta llamada Clarita contó su versión de lo que pasó en Presidio. Empieza diciendo por qué salió de Guatemala con su hermana. Salí de Guatemala hacia Estados Unidos buscando seguridad y estabilidad y encontrarme con mi mamá aquí en Estados Unidos. Llegaron a la frontera de México y Estados Unidos el 11 de julio del 2016. Como ya hemos dicho, ella tenía 19 y J tenía 17. Habían viajado por bus desde Guatemala durante casi una semana. Venían solas, sin coyote. Llegaron a Ojinaga, un pueblo fronterizo en el estado mexicano de Chihuahua. Al otro lado estaba Presidio, Texas. Estando allí, ellas estaban dispuestas a llegar a los Estados Unidos no sabiendo cómo, no sabiendo dónde estaban. Ahí conocieron a un joven, que les dijo que era menor de edad. Se les unió para cruzar juntos. Así que cruzaron la frontera y ellas comenzaron a caminar. O sea, no… no sabían dónde iban, sino que comenzaron a caminar. Era de noche. Estaban perdidas, asustadas y con mucha sed. Clarita dice que vieron pasar una patrulla y pidieron ayuda, pero que no las escucharon. Después de un rato pasó otra patrulla. Igualmente pedimos ayuda. Se detuvieron. De esa patrulla Border… Border Patrol bajaron dos agentes. Bueno, les hicieron preguntas: cuáles eran sus edades, si eran inmigrantes, de dónde venían. Eh, así que para ellas creo que algo normal, ¿no? Nos revisaron adecuadamente. Nos preguntaron si traíamos algo… si… algo que les podía hacer daño a ellos. Les dijimos que no. Les quitaron la mochila, las subieron al vehículo y las llevaron a ese centro de detención en Presidio. A la estación de la patrulla fronteriza. Los agentes les pidieron que se quitaran los zapatos y las pusieron juntas en una celda. Al otro chico lo pusieron en otra de las celdas. Y en la tercera había otras personas detenidas. Esos dos agentes se fueron para seguir patrullando y dejaron a otro agente —al que vamos a llamar agente F— solo, a cargo de los detenidos. O sea, de Clarita, J y otros inmigrantes. Y, según cuentan las hermanas, el agente F… Le pidió a la mayor, primero, que saliera de su celda y que lo acompañara a un… a un cuartito. Me dirigió hacia… hacia un cuarto donde se encontraban alimentos. Porque había papitas, había diferentes tipos de comida. Él me dijo que me iba a revisar por seguridad y porque era su trabajo. Él se detuvo en frente de la puerta, así como tapando la puerta. Luego él me dijo que me quitara mi suéter, porque me iba a revisar por seguridad. Me quité mi suéter. Luego me dijo que me quitara la blusa. Yo le pregunté: “¿Por qué?” Ella pidió… la… la mayor pidió una explicación, que ¿por qué?, ¿qué era la razón? Él nuevamente me dijo que era por seguridad. Él tenía que asegurar que ella no tenía nada en su persona, y… y…. este… así que lo tenía que hacer. Ella no tenía otra opción. Tuvo que sacarse la blusa. Y él también le pidió que se quitara también el brasier. Una muchachita de… de… de 18 o 19 años, por ejemplo, que se ve mucho, mucho, mucho menor. Obviamente le pidió de nuevo que si era necesario, que cuál era la razón. Y él… él siguió insistiendo. Solo lo aflojé… aflojé el brasier para que él viera que yo no traía nada debajo de… del sostén. Y ya luego él subió el sostén y comenzó a tocar mis pechos. Clarita dice que el agente F luego le pidió que se sacara toda la ropa, por completo. Clarita repite que el agente decía que era por seguridad. Y… él comenzó a tocar mi parte íntima. Luego me dijo… luego de eso me dijo que… que me vistiera. Me vestí, salí llorando de ese cuarto por lo mal que me sentí. Y ya después fue que la encaminó de nuevo a la celda. Me dirigí… me dirigí hasta la celda donde estaba mi hermana. Luego él se llevó a mi hermana. Lamentablemente yo nunca pensé que él le iba a hacer lo mismo a mi hermana, porque era una niña… (llorando) que tal vez a mí me lo hizo por ser una adulta. Bueno, lo mismo le sucedió a la menor. El oficial la llevó al mismo cuartito y ahí casi lo mismo, ¿no? De pedirle que se… quitara la ropa de arriba, la ropa de abajo y también… también la tocó. Tiempo después mi hermana llegó a la celda donde yo estaba. Llegó llorando. Y yo le preguntaba qué le había hecho ese señor. Ella no me respondía. Ella sólo lloraba y miraba hacia el techo. Y no… no hablaba. Como que no tenía nada de expresión en su cara. Eh, no quería hablar. Clarita le pedía que le dijera qué había pasado, pero… no, la menor no le… no le contaba. Ya Clarita fue que le contó lo que le había sucedido… Ella lo único que me respondió fue: “Yo no sé si él haya hecho correctamente su trabajo o ese fue su trabajo”. Y eso fue lo que mi hermana me respondió llorando. Entonces las dos se quedaron en la celda completamente llorando. Llorábamos mucho. Sentíamos mucho dolor, mucho miedo, mucha tristeza por lo que había pasado (llorando). El señor estaba muy nervioso. Nos decía que nos calláramos, que ya no lloráramos, que nos calmáramos y que él había hecho su trabajo. Nos daba alimento para que nos calláramos, para que ya no lloráramos. Les ofreció papitas, Sabritas, y también les dijo que si no contaban lo que había pasado que iba a dejar a la mayor pasar como menor. Es que si la dos eran menores, podían pasar juntas por el proceso inmigratorio que venía. Siendo menores de edad, era más fácil quedarse en Estados Unidos. Pero Angélica dice que ellas rechazaron la propuesta. No podían parar de llorar. El agente les ofreció ponerlas en contacto con su mamá. Gloria en este punto no sabía que ellas estaban ahí. La llamó. Él puso la llamada en altavoz. Para asegurar que él sa… él estaba escuchando todo. Hablamos con mi mamá, pero él luego cortó la llamada. No permitió que le dijéramos más a mi mamá, que solamente le dijimos a ella que estábamos detenidas y que estábamos bien. Esta es la llamada a la que se refería Gloria al comienzo del episodio, cuando las escuchaba llorar y pensaba que era por la emoción de que pronto estarían juntas. La llamada en la que pensó que sus hijas estaban bien. Según las dos hermanas, al colgar, el agente F luego las llevó a un computador, donde les pidió su información para seguirlas procesando por el sistema. Empezó a preparar todo para tomarles las huellas digitales. En ese momento regresaron los otros dos agentes, los que las habían llevado a la estación y que habían estado fuera mientras sucedió el abuso que Clarita y J luego denunciarían. Venían con unos hombres, otros inmigrantes que habían detenido. Así que en ese instante, las hermanas, hablando juntas, se comentaron una a la otra de que iban a observar a ver si los agentes que habían regresado hacían lo mismo con los nuevos detenidos. O sea, que si es que llevaban a esos nuevos detenidos a este cuartito. Y no. Vieron que nadie llevó a estos hombres al cuarto para revisarlos como a ellas. A ellos los revisaron por encima de su ropa y en frente de las chicas y de otro agente. Entonces al ver eso… Fue cuando les dio un poquito más valor de decir: “No, lo que nos sucedió no fue correcto, fue malo y tenemos que avisarle a alguien”. El agente F le tomó las huellas y una fotografía a Clarita. Luego era el turno de su hermana. Así que en el momento que él estaba tomando las huellas de la menor, la mayor tuvo el valor de acercarse a los dos agentes que habían detenido la… que las habían detenido Yo me dirigí hacia él preguntándole si lo que el agente… el agente que nos había hecho eso —porque yo lo señalé— había hecho lo correcto. Que el oficial las llevó a este cuartito y que las hizo quitar con… toda su ropa. Él se asombró. Dijo: “¡Qué!”. El oficial al que ella le estaba contando le preguntó que si eso le había pasado a ella. Clarita le dijo al oficial que sí. Según los documentos legales que preparó la ACLU —con base en el testimonio de J—, ese agente se sorprendió y le dijo a Clarita que el agente F no tendría que haberlas revisado así. Pero el otro agente que las detuvo la acusó de estar mintiendo y la metió en una celda. Cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, el agente F también dijo que Clarita estaba mintiendo. Pero ya habían hecho la denuncia y con eso, según el protocolo de la agencia, se tenía que registrar. Los agentes en Presidio reportaron la denuncia a sus superiores y las interrogaron, por separado y sin el agente F presente. Primero le tocó a Clarita. Me dijeron que describiera el lugar donde el oficial nos había llevado. Y cuenta Clarita que al contar esos detalles de este cuartito, que los oficiales dieron una… eh, tuvieron una expresión como de sorprendidos, ¿no? Estaban muy sorprendidos de que ella sabía todos los detalles de este… de este cuartito. Clarita dice que uno de los agentes que estaba ahí —mientras las interrogaban— las seguía acusando de estar mintiendo. Según los documentos legales que preparó la ACLU, el agente que las interrogó le pidió a J que hiciera un dibujo mostrándole dónde quedaba el cuartito. Ella dibujó el lugar con su dedo en la mesa. El documento dice que después de eso el agente dejó de acusarlas de estar mintiendo. Y luego nos dijeron de que no nos preocupáramos, que ya no tuviéramos miedo, que ellos nos iban a cuidar. Que teníamos que esperar porque iba a llegar un investigador. Las dejaron dormir ahí, en el cuarto donde las interrogaron, en vez de en la celda. En la llamada, Clarita no cuenta mucho más sobre qué pasó cuando llegaron los investigadores de la agencia. Simplemente dice que tuvieron que contar todo otra vez. El 14 de julio de 2016 —tres días después de que las detuvieron— las hermanas pudieron dejar la estación de la patrulla fronteriza en Presidio. Salieron con algo que se llama “orden de supervisión”. Con eso, en vez de ser deportadas, podían reencontrarse con Gloria y ver cómo regularizar su estado migratorio una vez juntas. Le pregunté a Gloria cómo fue esperar a que llegaran. Yo me sentía como que iba… no sé, volando, como que si mi cuerpo era algodón. Creo que estaba mal también por… por… por tantas cosas que habían pasado. Respire profundo y dije: “Tengo que ser fuerte. No voy a llorar mucho”. Porque ya tenía los ojos bien, bien idos de… de llorar. Entonces yo dije: “Ahorita, pues, tengo que estar con ellas. Tengo que… que fingir estar bien”, porque yo no estaba bien emocionalmente. Y cuando yo las vi, como que… que… que en lugar de destenderse, mis manos así como que no tenía fuerzas yo. Y ellas corrieron, me abrazaron, me besaron y este… yo me quedé así: “¡Estas son mis niñitas que yo dejé!”. Gloria dice que las vio tranquilas. Porque ellas dicen que no aguantaban la emoción de verme, que se les olvidó por un momento lo que estaban pasando. El encuentro fue algo que… solo yo lo puedo entender. Era… tenía que ser más alegría que otra cosa, pero yo decía… no, yo… fue difícil. Era difícil disimular, pretender que todo estaba bien. Unos familiares hicieron una reunión para recibirlas. Y este… yo estaba como ida, como que no me importaba nada. Entonces alguien me preguntó: “Ey, tía, ¿qué onda contigo? Si tú no eres así”. Pero solo yo sabía, pero yo quería gritar… qué es lo que estaba sintiendo, qué es lo que estaba pasando, pero no podía. Aún no habían tenido tiempo para sentarse a hablar las tres, solas, con calma. El investigador de CBP con el que Gloria habló por teléfono… Me dijo: “Ellas van mal mentalmente. Lo que sí le… le… le sugiero es que trate la manera de distraerse en cosas”. Eso es lo que yo también decía: “No, pues sí. Yo quiero salir de acá de esta comida y hablar con ellas, hablar a fondo. No de esto que pasó, sino abrazarnos y no soltarnos”. Hubo tiempo para eso. Cuando terminó la comida y pudieron irse a casa, a empezar una nueva etapa las tres juntas, de nuevo, después de más de una década. Y se abrieron con Gloria y le dijeron cómo les había afectado lo que pasó en Presidio. Ellas me lo han dicho de que en ese momento ellas dudaron de Dios. Ellas, este, decían: “Dios, te hemos servido y… ¿por qué nos abandonastes? ¿Por qué no le desvió la mente a ese señor? ¿Por qué a nosotras?”. Y yo les digo: “Dios les da los… las grandes pruebas a los que saben… a las que saben que si van a poder sobrevivir y sobresalir de todo esto”. Clarita termina su testimonio en esa llamada de marzo del 2017 diciendo que nunca se imaginaron que les podía pasar algo así en Estados Unidos. Nos afectó de una gran manera, psicológicamente se puede decir. Al principio teníamos mucho miedo. Al llegar acá con mi mamá sufrimos mucho. Todas las noches llorábamos. Nos preguntábamos por qué había pasado esto. No lo entendía. Ellas se imaginaban los Estados Unidos de una manera muy diferente. Otra vez, Angélica Salceda, la abogada. Lo que ellas creo que sabían de la agencia es que es una agencia con el propósito de proteger a los Estados Unidos, ¿no? Pero también a las personas que vienen pasando, que vienen cruzando la frontera. Que, ¿por qué una persona que ofrece seguridad nos hizo esto? (llorando) “Que, ¿por qué una persona que ofrece seguridad nos hizo esto”, dice Clarita. Creo que eso fue lo más impactante para mí, ¿no? Al verlas y al ver ese como shock en sus caras, en la manera que se expresaban y en la manera en la que veían ahora a los Estados Unidos, ¿no? En una manera que… bueno, como yo estando aquí en este país, que también adoro a este país, sintiéndome muy mal, ¿no? Que ellas fueron tratadas en esta manera, después de haber tratado de buscar paz en sus vidas. Ese shock que menciona Angélica se escucha en la voz de Clarita. Es un trauma del que ella aún no termina de recuperarse. El hecho de que nosotros no seamos de este país, que no sea nuestro, pero que por favor nos respeten. Porque no somos animales para que nos traten de esa manera. Mucho menos a una niña (solloza) que no se puede defender. Seis meses después —en septiembre de 2017— CBP respondió a la demanda administrativa que hizo la ACLU diciendo que rechazaba las acusaciones por falta de pruebas. O sea, el caso no se iba a resolver directamente con la agencia. Angélica dice que para las chicas fue duro recibir esa respuesta. Así que te puedes imaginar… especialmente para una… una menor o alguien que ha venido a este país por primera vez de pensar, ¿no?: “¿Qué más evidencias se necesita? Y ahora estamos en el mismo lugar que estuvimos antes, ¿no? Y hasta peor porque nos… nos sucedió esto”. Esta respuesta llegó una semana antes de que estallara el movimiento #MeToo, cuando el New York Times destapó los abusos del productor de Hollywood Harvey Weinstein, cuando mujeres por todo el mundo compartieron sus historias de violencia sexual y se preguntaron lo mismo: ¿qué más evidencia se necesita? Las acusaciones que hicieron Clarita y J habían salido unos meses antes en algunos medios. Así es. Tuvieron que compartir su historia, pero contar todo en detalle de nuevo, de responder a preguntas, de no saber si el reportero o la reportera te está haciendo preguntas porque él o ella tampoco no te cree, o… o pidiéndote ciertos detalles. Creo que es muy… fue muy difícil para ellas. En el mensaje por WhatsApp que me mandó Clarita, me contó que personas cercanas se enteraron de lo que les había pasado por unas entrevistas que le hicieron otros medios. Es que algunos programas de televisión trataron de esconder su identidad, pero no fue suficiente, porque algunos conocidos las reconocieron. Y Clarita dijo que algunos se burlaron de ellas, las humillaron. Y claro, eso les afectó mucho. Las voces de Clarita, de J y de otras mujeres inmigrantes quizá no tuvieron tanta repercusión como las de las actrices y mujeres famosas que contaron sus historias de violencia sexual, pero en realidad, el movimiento #MeToo original —el que empezó la activista Tarana Burke en el 2006— se enfoca en chicas como Clarita y J. La página de internet aclara que es un movimiento que busca ayudar a sobrevivientes de violencia sexual —especialmente a mujeres jóvenes, de minorías y con pocos recursos— a recuperarse. Después de la respuesta de CBP a la demanda administrativa, Clarita y J tenían seis meses para decidir qué hacer: si dejar su reclamo ahí, cerrado, o si llevar el caso a corte con una demanda federal. Unos días antes de mi entrevista con Angélica, J —la menor de las hermanas— había tomado la decisión de demandar ante una corte federal. Clarita decidió no hacerlo, por razones que Angélica no pudo comentar. La demanda es contra el gobierno y nombra a tres personas: al agente F y a los dos oficiales que las llevaron a la estación. Había muchas preguntas por responder. No sabemos qué es lo que le ha sucedido al agente. No sabemos si el agente sigue trabajando o no. No sabemos si el agente ha hecho lo mismo con nuevas personas. Con este caso, la ACLU pretendía esclarecer estas y otras preguntas. Pero… No sabemos si es que se va a llegar a esa resolución, ¿no? Porque siempre hay… hay esa posibilidad de que no… no se resuelva. Después de la pausa: ¿qué tan comunes son estas denuncias de abuso por agentes y oficiales de CBP? ¿Cómo trata la agencia las denuncias de abuso y acoso sexual? Y, ¿qué ha pasado con el caso de estas hermanas? Ya volvemos. El siguiente mensaje viene de Squarespace, patrocinador de NPR. Squarespace es una plataforma que te brinda todas las herramientas para que puedas manejar tu negocio y tenga presencia en línea. Crea el sitio web de tu compañía usando layouts modificables y otras funciones de e-commerce y edición móvil. Además, Squarespace te permite optimizar tu página para los motores de búsqueda. Ingresa a Squarespace.com/NPR para obtener una prueba gratuita y cuando estés listo para lanzar tu página, usa el código NPR para ahorrarte 10% en la compra de tu primer sitio web o dominio. ¿Qué es lo que hace única la experiencia humana? ¿Qué es lo que tenemos todos en común? Todas las semanas, TED Radio Hour explora las grandes ideas, las emociones y los descubrimientos que nos llenan a todos de asombro. Encuéntralo en NPR One o donde sea que escuches tus podcasts. Hay tantas noticias sobre política estos días, pero no tienes que estar al día con todas, solo tienes que estar al día con el NPR Politics Podcast. Puedes encontrarlo en el app de NPR One o donde sea que escuches tus podcasts. Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa escuchamos sobre un caso de dos hermanas guatemaltecas —una de ellas menor de edad— que habían denunciado que un agente de la patrulla fronteriza las había abusado sexualmente. Queríamos saber si casos como este eran aislados o si es un ejemplo de que la agencia de seguridad más grande de Estados Unidos tiene problemas de disciplina entre sus agentes. Silvia nos sigue contando. Pedí varias entrevistas con oficiales de CBP —como con Matthew Klein, el jefe de la oficina de responsabilidad profesional, ahí investigan denuncias de corrupción y mala conducta de empleados—, pero me dijeron que Klein no estaba disponible para hablar conmigo. Lo mismo pasó cuando pedí hablar con otros oficiales. Entonces busqué otras fuentes. My name is James Tomsheck. I am retired from a 40-year career in law enforcement. Como él, James Tomsheck. Estuvo a cargo del departamento de asuntos internos de CBP desde el 2006 al 2014. Se retiró de la agencia después de que lo sacaran de su puesto en asuntos internos. Ha salido en varios medios hablando sobre su experiencia en la agencia y es considerado un whistleblower, un denunciante. Le conté que CBP había rechazado mis pedidos de entrevista, que no estaba respondiendo mis solicitudes de información pública con los reportes que estaba pidiendo y le pregunté: Why is the agency so secretive? Que por qué la agencia parecía ser tan poco transparente. I believe there’s a cultural problem at CBP. And it’s largely… Me dijo que hay un problema cultural, mayormente por parte de la patrulla fronteriza que, recordemos, es parte de CBP. Tomsheck dice que promueven una noción falsa de que son la principal agencia de seguridad del país. And assert a completely false notion that they are the highest integrity law enforcement organization in the country. Y la más íntegra. Tomsheck describe ese problema cultural con dos palabras: Institutional narcissism. Narcisismo institucional: no querer ver que hay problemas grandes de corrupción y de mala conducta. Y, tal vez más importante, no querer que el público —a través de los medios— lo vea. Por eso la falta de transparencia. También hablé con algunos agentes de la patrulla fronteriza que ya están retirados. Y me dijeron que, según su experiencia, los casos de mala conducta eran pocos, que se trataba de unas pocas “manzanas podridas”, casos aislados. I think it’s certainly a case that exceeds the phrase “a few bad apples”. Algo con lo que Tomsheck no está de acuerdo. Y hay datos que muestran que hay serios problemas dentro de la agencia. Por ejemplo, según un estudio del Cato Institute —un centro de estudios libertario— entre el 2006 y el 2016, la patrulla fronteriza tenía la tasa de despidos por problemas de disciplina o rendimiento más alta entre las agencias de seguridad del gobierno. Y esto es importante, porque… El gobierno de Donald Trump estableció nuevas directrices para reforzar el control migratorio en Estados Unidos con un agresivo plan que incluye acelerar el proceso de deportación de inmigrantes indocumentados y contratar a 15 mil nuevos agentes. Trump quiere contratar a más agentes: diez mil para ICE, Immigration and Customs Enforcement —los agentes que detienen a personas sin papeles dentro de Estados Unidos— y cinco mil para CBP. Pero no sería la primera vez que CBP crece tanto. Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, durante su mandato, George W. Bush contrató alrededor de diez mil nuevos agentes. Y ese nivel de crecimiento trajo bastantes problemas. En ese crecimiento tan desmesurado y tan acelerado lo que ha ocurrido es que la ocurrencia de situaciones de abuso de la autoridad, de uso excesivo de la fuerza, de… de conductas inadecuadas, inapropiadas han sido muy corrientes. Él es Guillermo Cantor, el director de investigación del American Immigration Council, una organización sin fines de lucro que trabaja temas relacionados a políticas migratorias. La agencia en gran medida ha operado fuera de… fuera de control, sin los controles que se le imponen a cualquier otra… otra agencia de esta magnitud. Y son varios los casos. Un oficial de la patrulla fronteriza de origen hispano está acusado de abusar sexualmente de una menor. Además, en su posesión se encontró pornografía infantil. Alejandro Domínguez se encuentra detenido en una cárcel… Indocumentadas en Estados Unidos corren el riesgo de sufrir abusos sexuales en los centros de detención, así lo indica un informe de la organización Human Rights Watch. El gobierno de Honduras pidió hoy a Estados Unidos que investigue el caso de tres inmigrantes hondureñas que fueron secuestradas y violadas por un agente de la patrulla fronteriza en Misión, al sur de Texas. Y no son aislados. Por ejemplo: el año pasado —en el 2018— la ACLU empezó a publicar documentos que recibieron del Departamento de Seguridad Nacional. Se trata de 30 mil páginas de documentos, audios y videos, que evidencian y denuncian abusos cometidos por agentes de esta patrulla desde hace años, ¿eh? Esto fue después de años de una pelea legal para que CBP y el Departamento de Seguridad Nacional compartieran más información sobre el maltrato a menores en la custodia de CBP, como J. La ACLU y otras organizaciones ya habían documentado 116 casos de maltratos a menores entre marzo y mayo del 2014 —un año en el que aumentó súbitamente la llegada de menores no acompañados a Estados Unidos. Bueno, según el reporte de la ACLU, en estas 30 mil páginas de documentos —en los audios y videos, cubriendo acusaciones desde el 2009 al 2014— hay evidencia de maltrato a menores por parte de agentes, incluyendo abuso y acoso sexual. Casos muy parecidos al de J. El ejemplo perfecto es el testimonio de esta niña de 14 años arrestada por la patrulla fronteriza. Él me registró y después me dijo que me tenía que bajar el pantalón. OK. No quiero marearlos ni aburrirlos con muchos datos, pero es importante resaltar un par de reportes más porque estos muestran qué pasa dentro de la agencia una vez que se hace una denuncia. Una organización que se llama Freedom for Immigrants encontró que entre mayo del 2014 y julio del 2016, la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional recibió más de mil denuncias de abuso sexual de personas detenidas. Eso es más de una queja por día. Y solo se investigaron 24 de esas denuncias. Guillermo y su equipo en el American Immigration Council analizaron datos similares de años anteriores y encontraron que…. En gran medida estas quejas no son investigadas con la rigurosidad que uno desearía. La denuncia de Clarita y J sale en los datos que me compartió Freedom for Immigrants. Está registrada en julio del 2016 como “coerced sexual conduct”, o sea, conducta sexual forzada. Es una de las categorías que usa el departamento. También hay una categoría más general que es “abuso físico o sexual”, otra que es “acoso sexual”. En fin, la investigación interna por la denuncia de Clarita y J estuvo abierta por siete meses y los datos no dicen por qué se cerró. Le pedí el reporte de la investigación a la agencia, pero casi un año después, no me han respondido. Contacté a un investigador de CBP que trabajó en el caso, pero me dijo que no podía hablar de la investigación porque había un caso legal abierto. Angélica, la abogada de las hermanas, también pidió el reporte de la investigación y CBP respondió con un documento sobre la detención de las hermanas. Nada más. Pero en octubre del 2018, la Associated Press reportó que ellos sí recibieron un reporte redactado sobre la investigación y que, según eso, los investigadores de la agencia determinaron que no podían verificar la denuncia de las hermanas por falta de evidencia física. Además, la estación no tenía cámaras de seguridad en el área donde ingresan los datos de las personas que detienen; no se analizaron huellas dactilares del cuartito porque las hermanas dijeron que no habían tocado nada; y el agente F dijo que se quedó solo con las hermanas porque no había suficientes oficiales. Según el reporte de la investigación, el agente F habló con investigadores tres veces. La última vez, un investigador notó que el agente estaba nervioso y que repasaba constantemente una declaración que ya había preparado en la primera entrevista. La Associated Press dice que los investigadores llevaron el caso a un fiscal y que estuvo de acuerdo con ellos: faltaba evidencia. CBP no ha aclarado si el agente F fue disciplinado de alguna manera. Según el análisis de Guillermo y su equipo, un alto porcentaje de los casos que son investigados y que han sido cerrados resulta en “no action taken” —ninguna acción contra el agente que es acusado. Es decir que no dan lugar a ninguna acción disciplinaria o correctiva. Y Guillermo dice que esto es preocupante, especialmente si recordamos lo grande que es la agencia… Cuando no existen los controles internos, cuando no existen estructuras de incentivos y sanciones, el personal realmente no tiene… no tiene muchos controles en lo que tiene que ver con las regulaciones de las conductas, entonces son más proclives a actuar con impunidad. Cuando responden a reportes de organizaciones como la de Guillermo o a investigaciones periodísticas, CBP insiste en que sí está haciendo su parte. En respuesta al reporte de ACLU del 2018 sobre abuso a menores, por ejemplo, CBP dice que en los últimos tres años han creado políticas internas para evitar abusos, incluyendo nuevos estándares sobre cómo transportar, escoltar, detener y requisar a inmigrantes. El comunicado también menciona medidas que CBP ha tomado para prevenir y responder al abuso y la agresión sexual. La agencia tiene una política de tolerancia cero a este tipo de abusos y he estado tratando de averiguar más sobre algunos detalles de esta política. Por ejemplo, dice que la agencia contrató a una persona dedicada —entre otras cosas— a revisar, anualmente, investigaciones de asalto sexual. Pero en ningún lado sale publicado quién es esta persona. Pedí una entrevista con él o ella, y el jefe de prensa de CBP del momento me respondió con información que ya tienen publicada en su sitio web y me preguntó qué quería saber. Al final me dijo que tenía que esperar la respuesta a un pedido de información pública al respecto. Nunca me dijo quién era esta persona. Y mi pedido de información sigue abierto. En el 2016 la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional publicó un reporte que critica la falta de avances en CBP para detectar, detener y atender los abusos sexuales. Por ejemplo, dice que la agencia no había creado planes y estrategias para implementar regulaciones en este tema, que se había concentrado en crear políticas en vez de tomar acciones concretas, como entrenar a sus empleados. Según el reporte, CBP está tomando medidas para abordar las recomendaciones de la Oficina del Inspector General. Pero no está claro qué ha hecho la agencia después ese reporte. De nuevo, no quisieron hablar conmigo. Y desde que se implementó la política de tolerancia cero a estos abusos, CBP solo ha publicado un reporte anual —también en el 2016— que habla de medidas generales, sin entrar en detalles. Bueno. Hola. Hola, disculpa. Hola, ahora sí… Llamé a Angélica a principios del 2019 para ponerme al día con la demanda en la corte federal. Según los documentos del caso, habían llegado a un acuerdo con el gobierno. Típicamente estos casos son… el acuerdo es en dinero, ¿no? Una suma de dinero para que la cliente pueda seguir con su vida a pesar de haber pasado por ese evento tan traumático. Y con este acuerdo, el caso nunca tuvo que ir a juicio. Cuando hablamos el año pasado me acuerdo que me dijiste que a veces estos casos no se resuelven, como que hay… hay una posibilidad de que no se resuelva. Al llegar a un acuerdo, ¿tú sientes que se resuelve? ¿O no en realidad? ¿O eso es una forma de resolverlo?, digamos. Bueno, en resolverlo… creo que llegamos a un acuerdo que para nosotros y para nuestra cliente es algo que es satisfactorio para nosotros. Ahora, lo que uno obviamente no… no sabe ya cuando llega a un acuerdo es entonces qué va a hacer el gobierno, por ejemplo, con… con ese sujeto, ¿no? Con el agente F. Recordemos que la agencia no ha aclarado qué ha pasado con él. Les pregunté antes de cerrar este episodio, pero no han contestado. Llamé a la estación de la patrulla fronteriza de Presidio y tampoco me confirmaron si sigue trabajando allí. Mirándolo desde la perspectiva de CBP —o de alguien que… que no quiera creer que estas cosas pasan, ¿no?—, lo que yo me pregunto es si llegar a un acuerdo da una señal de como: “No era nada”. Bueno, cuando llegamos a un acuerdo también eso significa que las pruebas nunca fueron presentadas la… a la corte, ¿no? Así que la corte nunca tuvo esa oportunidad de decir… eh, que no ocurrió lo que ocurrió. CBP obviamente puede decir ciertas cosas, pero lo que hemos visto en los reportes es que los abusos ocurren. No es el único caso que ha ocurrido. Ocurre en muchísimos, muchísimos tipos de casos. Y lo más común es que se lleguen a acuerdos, según me contó Angélica. Un análisis de The Guardian reveló que entre el 2005 y el 2017, el gobierno pagó más de 60 millones de dólares en acuerdos legales en casos contra agentes de la patrulla fronteriza, principalmente por muertes, daños por conducir de manera imprudente y violaciones a los derechos civiles. En este caso, el gobierno le va a pagar 125 mil dólares a J. Una cifra muy por debajo de los 750 mil que había pedido la ACLU en su demanda administrativa al comienzo de este caso. Pero Angélica resalta el lado positivo de este resultado. Para nosotros es eh… realmente es una victoria de haber logrado obtener un resultado favor… favorable para nuestra cliente y con ese resultado mandarle un mensaje al gobierno que no pueden abusar de nuestro inmigrantes físicamente o sexualmentes sin tener consecuencias, ¿no? Le pregunté sobre Clarita y sobre J. Obviamente aún a veces, desafortunadamente, recordando ese terrible evento. Pero las dos están… las dos están… están muy bien y obviamente recuperándose al lado de sus seres queridos. J sigue en California, con su mamá. Se graduó de la secundaria y está estudiando en un centro de estudios superiores. Clarita se casó. Está de vuelta en Guatemala. Silvia Viñas es editora de Radio Ambulante. Vive en Londres. Silvia reportó e investigó esta historia con el apoyo del Fund for Investigative Journalism. Este episodio fue editado por Camila Segura, Luis Fernando Vargas y por mí. La música y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri y Rémi Lozano. Andrea López Cruzado hizo el fact-checking. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Lisette Arévalo, Gabriela Brenes, Jorge Caraballo, Victoria Estrada, Miranda Mazariegos, Diana Morales, Patrick Mosley, Ana Prieto, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill y Elsa Liliana Ulloa. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. Todos los viernes mandamos un correo en el que nuestro equipo recomienda películas, música, series, libros y podcasts que nos inspiran. Tiene enlaces buenísimos para que disfrutes durante el fin de semana. Puedes suscribirte en nuestra página web, ingresando a radioambulante.org/correo. Repito radioambulante.org/correo. 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