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Radio Ambulante - La colonia perdida

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15
30

A mediados de los años 50, un experimento fallido en Brasil terminó por llenar a América Latina de "abejas asesinas." Cuatro décadas después estas colonias de abejas llegaron a Puerto Rico, y nadie se esperaba lo que pasó con ellas en la isla.

Oye,
eh,
ya,
¿por…
por
qué
estamos
acá?
Pues,
mira.
Eh,
estamos
acá
para
hablar
de
abejas,
¿cuánto
sabes
de
abejas,
Daniel?
¡Bzzzz!
Sabes
lo
que
de
abejas,
que
mi
hijo
ve…
una
abeja,
alguien
le
habla
de
una
abeja…,
hay
u…
un
rumor
de
una
abeja
y
sale
corriendo
como
un
desquiciado.
Despavorido.
Sí.
[Risas]
¡Wow!
Eso
es
lo
que
sé.
Bueno,
realmente
esta
historia
es
sobre
abejas,
pero
esta
historia
comienza
en
un
campo
tropical,
en
el
laboratorio
de
abejas
de
la
Universidad
de
Puerto
Rico.
Hola,
¿qué
tal?
No
se
han
saludado…
Mucho
gusto.
¿Qué
tal?,
un
placer.
Y
allí
conocí
a
Tilden
Aponte,
el
técnico
que
se
ocupa
de
darle
mantenimiento
a
las
colmenas.
La
pregunta
es
que
si
alguna
vez
te
habían
acariciado,
en
algún
momento,
porque,
pues,
nosotros
en
la
juventud,
normalmente,
en
algún
momento
nos
picaron
las
avispas,
o
nos
picaron
las
abejas…
Me
pregunta
que
si
alguna
vez
me
han
acariciado…
las
abejas.
[Risas]
[Risas]
Pero
usé…
Es
lo
que
le
voy
a
decir
a
mi
hijo.
Le
voy
a
decir:
“Que
no,
León,
que
es
una
caricia
no
más”.
Y
yo
le
digo…
Pues
mira,
yo
no
recuerdo
que
a
me
hayan
picado,
o
sea,
estoy
seguro
que
me
han
picado
en
algún
momento,
pero
no
tengo…
no
tengo
recuerdo
de
eso.
Pues
vale,
vamos
a
protegerte
bien
para
que…
que
no
te
vayan
a
picar
y
haya
que
correr
contigo
pa’
algún
lado.
Porque
si
eres
alérgico
y
te
pican,
pues
no
queremos
tener
que
correr
contigo
para
el
hospital.
Y
ahí
es
que
yo
empiezo
como
que:
“Wow,
¿qué
tipo
de
historia
estoy
produciendo
esta
vez?”.
[Risa]
Pero…
Ok,
la…
la…
Yo…
Yo
entendía
que
con
este
“moon
suit”
ya
no
te
pican…
Te
pueden
picar.
Sí.
Te
pueden
picar
si
no
te
la
pones
bien,
y
sobre
todo
yo
creo
que
Tilden
Aponte
vio
mi
[risa]
poca
destreza
para
ponerme
ropa
especializada
y
aguantar
un
micrófono
y
asumió
que
iba
a
dejar
algo
suelto
en
algún
lugar
y
que
las
abejas
se
iban
a
colar
y
me
iban
a
picar.
Eh,
entonces,
bueno:
me
pongo
este
traje,
estamos
en
Puerto
Rico,
hace
cerca
de
90
grados
Fahrenheit
de
calor,
el
traje
es
como
casi
una
pulgada
de
grueso…
Da
calor.
Sí…
Tilden
me…
me
explica
que
con
el
traje
puesto
básicamente…
Cuando
tu
llevas
más
de
una
hora,
estás…
se
te
trepa
la
temperatura
a
118,
120
grados
fácilmente.
Yo
estoy
sudando
a
chorro
suelto.
Y
obviamente
empieza
un
proceso
de,
eh…
de
deshidratación.
Y
bueno,
en
esas
estoy,
quejándome
del
calor,
cuando
de
repente
aparece
uno
de
los
personajes
principales
de
esta
historia,
el
Doctor
Tugrul
Giray.
Y
bueno,
no
es
un
nombre
muy
puertorriqueño…
Eso
es
lo
que
te
iba
a
preguntar…
Eh…
Es…
Es
turco,
enamorado
de
Puerto
Rico
y
una
puertorriqueña,
y
un
biólogo
experto
en
abejas…
Y
bueno,
él
sale
a…
a
conocerme,
¿verdad?,
afuera,
donde
están
las
cajas,
las
abejas…
Y
lo
increíble
es
que
este
tipo
es
como
el
encantador
de
las
abejas,
Daniel,
o
sea,
literalmente
el
sale
en
manga
de
camisa,
y
yo
le
digo,
¡Tugrul!…
Oye,
te
acercas
sin
traje
ni
nada,
¡eres
bravo!
No,
no,
que
las
abejas
no
son…
son
mansas.
Y
él
me
dijo
que
las
abejas
con
las
que
él
trabaja
—y
las
abejas
en
Puerto
Rico
en
general—
son
muy
mansas,
muy
dóciles.
Y
precisamente
por
eso
fue
que
lo
fui
a
visitar,
porque…
estas
abejas
mansas
y
dóciles
de
Puerto
Rico
pueden,
posiblemente,
ser
parte
de
la
solución
para
salvar
a
las
abejas
domésticas
de
una
buena
parte
del
mundo.
Suena
muy
dramático,
me
vas
a
tener
que
convencer
de
eso.
Bienvenidos
a
Radio
Ambulante,
desde
NPR.
Soy
Daniel
Alarcón.
Y
hoy,
nuestro
productor
Luis
Trelles
va
a
tratar
de
hacer
eso
mismo:
convencernos
de
que
las
abejas
de
Puerto
Rico
tienen
poderes
especiales,
poderes
que
pueden
tener
efectos
muy
importantes
más
allá
de
la
isla.
Desde
San
Juan,
Luis
nos
trae
la
historia…
Y
bueno,
para
entender
la
importancia
de
las
abejas
puertorriqueñas,
primero
hay
que
entendender
de
dónde
vienen.
Porque
estas
abejas
son
el
producto
de
un
experimento
muy
controversial
que
comenzó
en
Brasil,
en
1956,
en
el
laboratorio
de
un
científico
de
São
Paulo,
el
Doctor
Warwick
Kerr.
Aíxa
Ramírez,
una
estudiante
de
doctorado
que
trabaja
en
el
laboratorio
de
Tugrul,
me
explicó
que…
Querían
hacer
un
cruce
entre
la
abeja,
eh,
melífera
europea
y
la
abeja
melífera
que
venía
de
África.
Las
abejas
melíferas
son
las
que
producen
miel.
La
abeja
melífera
europea…
Es
la
clásica
amarilla
con
rayas
negras,
que
se
dedica
a
recoger
polen
y
néctar
para
convertirlo
en
miel
dentro
de
su
colmena.
Y
esa
abeja
había
llegado
a
América
con
la
llegada
de
los
europeos.
Y
claro,
rápidamente
se
expandió
por
todo
el
continente.
A
los
apicultores
les
encanta
trabajar
con
ella
porque
es
muy
productiva
a
la
hora
de
hacer
miel.
Y
casi
no
pica.
Es
la
abeja
doméstica
por
excelencia.
Pero
a
la
abeja
europea
le
va
mejor
en
algunos
lugares
que
en
otros,
porque
realmente
a
esta
abeja
europea
no
le
sienta
bien
el
trópico.
A
la
abeja
de
miel
africana,
la
mellifera
scutellata,
le
va
bien
en
climas
más
calientes.
En
esencia,
estas
abejas
son
las
primas
cálidas
de
las
europeas,
sin
ese
esnobismo
de
clima
templado
que
tienen
las
del
norte.
Y
por
eso,
el
Doctor
Kerr
y
su
equipo…
Pretendían
hacer
un
cruce
para
sacar
lo
mejor
de
los
dos
mundos.
Es
decir,
cruzar
una
reina
africana
con
zánganos:
las
abejas
masculinas
europeas.
Y
para
lograrlo,
el
Doctor
Kerr
viajó
a
Sudáfrica,
Angola
y
Tanzanía.
Entonces
trajo
estas
abejas,
unos
cuantas
reinas
[sic]…
Porque
las
reinas
son
las
que
se
reproducen
para
crear
colonias
de
abejas.
De
una
sola
reina
pueden
salir
hasta
50.000
crías.
Tugrul
me
explicó
que
no
fueron
muchas
las
abejas
que
Warwick
Kerr
trajo
de
vuelta
a
Brasil.
Menos
de
30.
Pero
aún
así
me
pareció
un
poco
extraña
su
manera
de
trabajar.
No
nada
de
biología,
ni
de
ciencia,
pero
no
me
parece
que
sea
tan
buena
idea
eso
de
mover
especímenes
de
un
continente
a
otro.
Sobre
todo
si
no
se
sabe
las
consecuencias
que
eso
pueda
traer.
Por
eso
le
pregunté
a
Aíxa
Ramírez
si
este
era
el
proceso
más
adecuado
para
llevar
a
cabo
este
tipo
de
experimentos.
El
proyecto
de
él
no
fue
un
proyecto,
eh…
muy
bien
organizado
en
cuanto
a
todos
los
permisos
requeridos.
Y
unos
lo
catalogan
históricamente
como
salvador
de
la
apicultura,
otros
dicen
que
fue
el…
el
que
acabó
con
la
apicultura.
Y
es
que
el
Doctor
Kerr
sigue
siendo
una
figura
muy
controversial.
Precisamente
porque
empezó
a
cruzar
las
abejas
reinas
que
había
traído
de
África
con
abejas
europeas,
siempre
con
la
idea
de
crear
una
abeja
que
pudiera
hacer
más
miel
en
climas
cálidos.
Pero
antes
de
que
pudiera
perfeccionar
la
mezcla…
Aparentemente
se
les
escapó
el
cruce
antes
de
que
estuviera
listo
el
producto
final.
El
propio
Doctor
Kerr
llegó
a
mencionar,
en
una
entrevista
antes
de
su
muerte,
que
las
reinas
se
escaparon
por
“errores
de
manejo”.
Pero
no
se
sabe
bien
qué
fue
lo
que
causó
esos
errores.
Aíxa
me
contó
que
hay
varias
teorías.
Dicen
que
el
Doctor,
ah,
voluntariamente
—a
conciencia—,
abrió
la…
la
caja
donde
estaba
la
reina
y
la
reina
salió.
Dicen
que
fue
un
técnico
que
estaba
molesto
con
el…
con
el
Doctor
y
abrió
la
colmena
para
que
salieran
los
experimentos.
La
historia
realmente
no
se
sabe.
Y
hay
que
recordar
que
las
reinas
son
las
que
se
reproducen.
Y
eso
mismo
fue
lo
que
pasó:
las
reinas
africanas
que
se
escaparon
se
reprodujeron
sin
parar.
Y
como
tenían
características
genéticas
totalmente
distintas,
crearon
una
nueva
especie.
Y
nació
abeja
africanizada
[sic].
No
africana,
sino
africanizada:
una
mezcla
de
la
abeja
europea
con
la
de
África.
Pero
había
un
problema.
Las
abejas
africanizadas
habían
heredado
un
rasgo
muy
característico
de
aquellas
reinas
que
el
Doctor
Kerr
trajo
de
África.
Sí,
básicamente
son
más
irritables,
son
más
nerviositas.
La
agresividad.
Son
abejas
que
tienen
una
predisposición
muy
grande
a
defender
su
colonia.
Desde
una
distancia
de
20
metros
pueden
decidir
que
hay
un
amenaza
[sic].
En
África
esa
amenaza
usualmente
se
trata
de
un
animal
que
se
llama
tejón
de
miel.
Es
del
tamaño
de
un
gato,
y
se
ha
sido
descrito
como
el
mamífero
más
agresivo
del
mundo.
Es
el
peor
enemigo
de
las
abejas
africanas,
porque
se
especializa
en
la
destrucción
de
colmenas.
Pero
en
Brasil
no
existe
ese
tipo
de
animales.
La
amenaza
más
común
que
perciben
las
abejas
africanizadas
a
este
lado
del
Atlántico
son
las
personas.
Y
entonces
enfrentan
esta
amenaza
con
picadas.
Cientos
de
abejas
se
lanzan
contra
las
personas
para
picarlas.
Y
la
respuesta
de
picada
es
explosiva.
Es
decir,
son
cientos,
hasta
miles
de
picadas.
Ninguna
es
mortal
por
sola,
pero
todas
juntas…
Termina
en
fallo
renal…
Porque
cada
picada
transmite
un
poquito
de
veneno
que
afecta
los
tejidos
del
cuerpo.
Que
es,
eh,
fatal.
Eso
es
una
muerte
horrible…
Sí,
suena…
suena
bastante
mal.
Sí.
Eran
abejas
asesinas.
Así
fue
como
la
gente
empezó
a
llamarlas
en
Brasil.
Y
muy
pronto
se
convirtieron
en
un
problema
internacional,
porque
se
estaban
expandiendo
a
paso
lento
—pero
seguro—
por
todo
el
continente.
Al
poco
tiempo
estas
abejas
se
empezaron
a
mover,
eh,
en
una
tasa
de
como
100
kilómetros
al
año.
100
kilómetros
al
año.
No
es
mucho:
una
hora
de
viaje
en
un
carro
que
va
por
la
autopista.
Pero
era
una
expansión
imparable.
En
la
década
del
60
llegaron
a
Argentina;
en
los
70,
a
Venezuela;
y
ya
a
principios
de
los
80,
cruzaron
el
Canal
de
Panamá.
Para
mediados
de
esa
década
estaban
llegando
a
la
frontera
de
Guatemala
con
México.
Y
claro,
la
reputación
que
se
ganaron
en
Brasil
iba
sembrando
la
histeria
en
cada
país
latinoamericano
al
que
llegaban.
Y
abejas
africanizadas
atacaron
las
instalaciones
de
la
Secretaría
de
Educación
de
Campeche.
¡Hay
heridos!
Un
enjambre
de
abejas
africanizadas
atacó
a
un
hombre
de
82
años…
No,
vamos
a
tener
que
nosotros
también
salir
corriendo.
Oiga,
sí,
¡abejas
asesinas
en
el
medio
de
San
Cristóbal!
Más
de
1.000
ponzoñas
de
abejas
africanizadas
incrustadas
en
todo
el
cuerpo
terminaron
con
la
vida
de
un
anciano
de
84
años.
Y
mientras
más
se
extendía
por
Sudamérica,
más
crecía
la
especie.
Porque
la
abeja
africanizada
se
mezclaba
vorazmente
con
otras
abejas
europeas.
Eh,
la
africanizada
es
dominante.
Y
al
haber
un
cruce
genético,
lo…
la
parte
de
la
africanización
es
la
que
domina.
Era
el
poder
del
mestizaje.
Para
el
2006,
un
documental
de
National
Geographic
estimaba
que
había
mil
millones
de
abejas
africanizadas
en
América.
Y
todas
pueden
trazar
su
árbol
genealógico
a
aquellas
reinas
africanas
que
se
le
escaparon
al
Doctor
Kerr.
Ya
para
los
años
90
habían
llegado
a
la
frontera
con
Texas
y
California.
Y
bueno,
en
Estados
Unidos:
¡rechazo
total!
Now
there’s
a
threat
to
our
peaceful
honey
bees.
The
potential
invaders
are
now
in
Central
America,
and
are
predicted
to
reach
the
Texas
border
by
1989.
The
newcomers
are
Africanized
Bees,
sometimes
called
“Killer
Bees”.
Y
fue
en
este
contexto
de
miedo
—y
hasta
de
pánico—
que
estas
abejas
finalmente
llegaron
a
Puerto
Rico,
una
isla
que
—debo
decir—
está
muy
densamente
poblada.
Y
significa
que
van
a
estar
en
un
encontronazo
continuo
con
gente.
Tugrul
me
explicó
que
poco
tiempo
después
de
llegar
a
la
isla,
también
se
empezaron
a
registrar
muertes
en
Puerto
Rico.
Y
al
principio
eran,
como
en
otros
sitios,
asesinas…
Del
94
al
97
hubo
unas
4
muertes
registradas
a
causa
de
las
abejas.
El
último
es
un
niño
pequeño
que
mataron
las
abejas.
Y
en
Puerto
Rico,
las
autoridades
les
declararon
la
guerra.
¡Fue
un
caos!
Más
de
2.000
colmenas
mataron
las
oficinas
de
Manejo
de
Emergencias.
Este
es
Hermes
Conde,
un
apicultor
de
Puerto
Rico,
o
sea,
alguien
que
se
dedica
a
manejar
abejas.
Hermes
me
contó
que
en
aquella
época,
cada
vez
que
aparecía
una
colmena,
se
llamaba
a
la
policía,
a
los
bomberos
o
a
la
Oficina
de
Manejo
de
Emergencias
y
Defensa
Civil.
Llamaban
a
Manejo
de
Emergencias,
como
hacen
ahora
mismo,
y
Manejo
de
Emergencias
rápido
iban
y
“pum
pum”:
les
echaban
agua
con
jabón,
y
las
mataban.
El
agua
y
el
jabón
las
asfixiaba:
esa
era
la
forma
de
resolver
el
problema.
Y
aunque
parezca
increíble,
el
plan
del
gobierno
parece
que
funcionó,
pero
no
de
la
manera
que
habían
pensado.
Y
es
que
ya
para
finales
de
los
90,
las
abejas
en
Puerto
Rico
comenzaron
a
cambiar.
Dejaron
de
ser
tan
agresivas.
En
nuestra
investigación
hemos
descubierto
como
10…
que
habían
como
10.000
ataques
reportado
[sic],
por
año,
en
esos
primeros
años.
En
este
momento,
ese
número
es
alrededor
de
600.
Es
decir
que
el
número
de
ataques
se
hizo
100
veces
menor.
Estadísticamente,
este
es
un
cambio
radical
y
se
logró
en
menos
de
20
años.
Hay
varios
estudios
que
buscan
explicar
por
qué
pasó
esto.
El
más
reciente
se
hizo
en
la
Universidad
de
Illinois
de
Urbana-Champaign.
Salió
el
año
pasado.
Y
allí
desarrollaron
una
nueva
teoría:
que
los
puertorriqueños
eliminamos
a
las
más
agresivas,
y
desencadenamos
un
proceso
de
evolución
acelerada
que
le
dio
paso
a
una
nueva
subespecie:
abejas
africanizadas
que
son
más
tranquilas,
más
dóciles.
Increíble,
¿no?
Las
asesinas
se
vuelven
un
poco
menos
asesinas.
De
hecho,
eh,
sí,
es…
no
es
solamente
un
poco
menos,
es
bastante.
Son
similares
a
abeja
europea
[sic]
en
su
agresividad.
Las
abejas
africanizadas
de
Puerto
Rico
se
habían
hecho
más
mansas,
pero
seguían
teniendo
algunas
propiedades
de
las
abejas
europeas:
son
muy
polinizadoras,
por
ejemplo,
y
producen
más
miel.
Pero
también
tienen
lo
mejor
de
las
africanas.
Les
va
bien
en
el
calor
del
trópico,
pero
aún
más
importante,
son
más
resistentes
al
enemigo
número
uno
de
las
abejas
a
nivel
mundial:
el
ácaro.
Ácaro.
¿Qué
es
un
ácaro?
Solamente
hay
un
ácaro.
Y
es
una
garrapata
que
es
del
tamaño
de
un
alfiler,
que
se
le
pega
en…
en
el
torso
y
se
la
va…
le
va
chupando
la
hemolinfa.
La
hemolinfa,
es
decir,
el
líquido
interno
que
contiene
los
nutrientes
que
necesitan
para
sobrevivir.
Las
abejas
se
forman
con
estas
garrapatas
chupándoles
ese
líquido,
pero
en
el
caso
de
estas
abejas
de
Puerto
Rico,
la
abeja
africanizada…
Puede
limpiar
ella
misma
los
ácaros.
Ella
los
coge
con
la…
con
la
boca,
les
pica
la
cabeza
y
los
bota.
O
sea,
tiene
una
facilidad…
Y
el
ácaro
es
vector
de
virus…
O
sea,
el
ácaro
es
un
imán
que
atrae
enfermedades
que
amenazan
a
las
abejas
de
miel
en
Europa
y
en
Norteamérica.
En
Estados
Unidos,
los
apicultores
pierden
del
33
al
48
por
ciento
de
sus
colmenas
cada
año.
Son
cientos
de
miles
de
abejas
muertas…
Siempre
había
una
merma
de
algunas
que
morían.
Desde
el
2005
para
acá,
básicamente
la
merma
ha
sido
mayor,
y
lo
que
se
está
viendo
es
un
despoblamiento
de
las
abejas.
Los
plaguicidas,
los
monocultivos
industriales…
todo
eso
ha
contribuido
a
que
desaparezcan.
Pero
casi
todos
los
expertos
están
de
acuerdo
en
que
el
ácaro
es
una
de
las
amenazas
más
grande
que
enfrentan
las
colmenas
de
abejas
domésticas.
Problema
de
Estados
Unidos
y
otros
sitios
—Europa—
es
que
no
tienen
abejas
que
pueden
enfrentar
esa
ácaro
[sic].
Y
esto
tiene
unas
consecuencias
muy
graves
porque
un
tercio
de
toda
la
comida
que
comemos
los
humanos
necesita
ser
polinizada,
y
las
abejas
de
miel
tienen
un
rol
muy
importante
en
ese
proceso,
porque
ayudan
a
esparcir
polen
en
los
cultivos
para
la
creación
de
semillas.
Tugrul
me
explicó
que…
Eh,
necesitamos
abeja
de
miel
para
polinización
porque
necesitamos
producción
de
alimentos
para…
para
un
mundo
de
gente.
Y
es
que
sin
la
polinización
de
estas
abejas
hay
una
gran
cantidad
de
frutas
y
vegetales
que
dejarían
de
estar
tan
disponibles
como
lo
son
ahora:
manzanas,
cebollas,
aguacates…
la
lista
es
larguísima.
Y
si
estos
cultivos
desaparecen
de
los
puestos
de
comida
y
los
supermercados,
habría
un
efecto
muy
negativo
en
la
dieta
de
una
buena
parte
de
la
población
mundial.
Pero
no
es
solo
la
comida.
La
polinización
de
las
abejas
también
es
clave
en
el
balance
del
ecosistema.
Aíxa
me
lo
explicó
de
esta
manera:
Vamos
a
ponerlo
en
el
contexto,
eh,
seguridad
alimentaria,
vamos
a
ponerlo
en
el
contexto
de…
de
ambiental,
vamos
a
ponerlo
en
el
contexto
de
que
si
no
hay
árboles
en
las
riberas
del
río,
la
erosión
también
puede
afectar.
O
sea,
es
un
efecto
dominó
en
escala.
Y
estos
efectos
ya
se
están
sintiendo
en
la
industria
agrícola
de
Estados
Unidos.
Particularmente
en
sitios
como
California,
donde
las
abejas
son
absolutamente
esenciales
para
polinizar
almendras.
Un
cultivo
que
tiene
un
valor
de
más
de
$7.000
millones
de
dólares
para
ese
Estado.
Allí
tienen
que
traer
abejas
de
otros
lugares
durante
la
época
de
polinización.
Abejas
que
son
como
trabajadores
migrantes,
porque
en
California
ya
no
quedan
abejas
que
puedan
hacer
ese
trabajo.
Pero
en
Puerto
Rico
ya
hay
una
abeja
que
puede
ofrecer
una
solución.
Tugrul
me
dijo,
por
ejemplo,
que…
Incluso
en
una…
un
reportaje
reciente
habían
dicho
que…
si
las
abejas
de
Puerto
Rico
desaparecen,
el
mundo
puede
perder.
Pero
eso,
claro,
la
gente
común
y
corriente
—los
que
no
son
científicos—
no
lo
sabe.
A
principios
de
los
años
2000,
las
abejas
de
la
isla
ya
habían
cambiado.
Habían
dejado
de
ser
asesinas,
pero
la
gente
seguía
llamando
a
agentes
de
Manejo
de
Emergencias
cada
vez
que
veían
una
colmena.
Y
claro,
estos
agentes
seguían
matando
las
colonias.
Casi
por
hábito.
Y
seguir
matando
colmenas,
pues,
tiene
consecuencias
graves.
Luego
de
la
pausa,
un
grupo
de
ambientalistas
informales
comienzan
una
misión
de
rescate
para
evitar
la
extinción
de
las
abejas
en
la
isla.
Ya
volvemos.
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Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante.
Soy
Daniel
Alarcón.
Antes
de
la
pausa,
nuestro
productor
Luis
Trelles
nos
contó
la
historia
de
unas
abejas
asesinas,
unas
abejas
que
se
convirtieron
en
una
posible
solución
para
la
desaparición
de
las
abejas
en
muchas
partes
del
mundo.
Pero
para
llegar
a
serlo,
primero
tenían
que
enfrentar
un
problema
mucho
más
inmediato:
sobrevivir
la
política
de
exterminación
del
gobierno
puertorriqueño.
Aquí
Luis.
Y
aquí
es
donde
comienza
la
cruzada
de
Hermes
Conde,
una
de
las
personas
que
se
lanzó
a
salvar
a
las
abejas.
Empecé
en
el
1978
como…
como
agente
de
la
policía
de
Puerto
Rico.
Y
es
que
Hermes
ha
tenido
varias
vidas
profesionales…
Fui
sargento,
fui
teniente,
fui
capitán…
Más
tarde
fue
director
de
la
unidad
de
operaciones
tácticas
de
la
policía…
Fui
comandante
del
Team
SWAT…
Es
decir,
de
lo
que
se
conoce
en
inglés
como
el
SWAT
Team…
Y
ahí
me
traslado
al
Estado
de
Texas,
donde
trabajo
en
la
cárcel
de
máxima
seguridad.
Le
tocó
ser
guardia
penal
en
el
área
donde
están
los
presos
condenados
a
muerte.
Y
de
regreso
a
trabajar
a
la
cárcel
de
máxima
seguridad
de
Puerto
Rico.
[Riendo]
¡Wow!
Wow,
has
visto
de
todo.
¡Sí!,
de
todo,
de
todo.
Obviamente
quería
saber
cómo
es
que
un
tipo
así
termina
siendo
uno
de
los
defensores
más
fervorosos
de
las
abejas
en
Puerto
Rico.
Y
cuando
le
pregunté,
Hermes
me
contestó
que
él
y
sus
hermanos
vienen
de
una
familia
de
campo.
Su
abuela
manejaba
colmenas
de
abejas
silvestres.
Pero
aún
más
importante
para
jóvenes
como
Hermes,
que
se
criaron
en
pueblos
rurales
de
la
isla
en
los
años
40
y
50,
eran
sus
vecinos.
O
mejor
dicho,
las
hijas
de
su
vecino…
Las
hijas
eran
preciosas
también.
Y
para
llegar
a
ellas,
pues,
tenía
que
impresionar
al
papá,
que
era
apicultor.
¡Porque
ellas
eran
apicultoras
de…
de
nacimiento,
porque
el
pai
se
dedicaba
a
eso!
Y
eso
fue
un
incentivo
importantísimo
para
aprender
de
las
colmenas.
Pasaron
unos
50
años
sin
que
Hermes
volviera
a
estar
cerca
de
las
abejas.
Pero
como
era
policía,
vio
de
cerca
los
operativos
de
la
Agencia
de
Manejo
de
Emergencias
en
los
años
90.
Y
empezaron
los
agentes
de…
de
Manejo
de
Emergencias
a
matar
abejas…
Y
esto
a
Hermes
le
molestaba
muchísimo,
porque
iba
contra
todo
lo
que
había
aprendido
de
niño.
Todo
lo
que
yo
soy
se
lo
debo
a
la
agricultura.
Mi
papá
y
mi
mamá
eran
agricultores
bona
fide.
Nosotros
vivíamos
del
café,
de
la
malagueta,
del
eucalipto…
Y
yo
entiendo
que
es
como
un
deber
mío
personal
retribuirlo,
¿cómo?,
evitando
que
se
maten
las
abejas
porque
sin
abejas
no
va
a
haber
agricultura.
Hermes
se
jubiló
en
el
2011,
y
luego
decidió
que
iba
a
abrir
la
Escuela
de
Apicultura
del
Este.
En
Puerto
Rico
hay
varias
escuelas
de
apicultura,
y
la
vasta
mayoría
son
para
personas
que
quieren
aprender
a
producir
miel
o
agricultores
que
quieren
polinizar
sus
cultivos
de
forma
natural.
Pero
la
escuela
de
Hermes
y
quizás
un
par
más
tienen
otra
meta:
realmente
se
dedican
a
entrenar
a
sus
apicultores
para
ser
rescatistas.
Porque
si
esa
colmena
se
rescató
es
una
colmena
más
que
se
suma
al
ambiente,
y…
nosotros,
pues,
tenemos
la…
la
oportunidad
de
reintegrarla
a…
a
otra
área
que
no
tengan
abejas.
¿Cuánto
tiempo
lleva
la
escuela?
5
años.
Y
en
esos
5
años,
¿cuántas
colmenas
crees
que
has
rescatado?
Alrededor
de
800…
de
800
colmenas.
Y
poco
a
poco,
la
actitud
de
los
puertorriqueños
hacia
las
abejas
ha
ido
cambiando.
Aíxa
Ramírez
me
explicó
que…
Antes
no
las
queríamos
y
las
matábamos,
ahora
las
queremos
y
las
defendemos.
Y
ese
cambio
surgió
justo
a
tiempo
para
salvar
a
la
abeja
africanizada
de
Puerto
Rico,
la
abeja
híbrida,
nueva,
la
que
el
Doctor
Warwick
Kerr
había
tratado
de
crear
en
su
laboratorio
de
São
Paulo.
Básicamente
la
abeja
de
Puerto
Rico
se
completó
el
trabajo
de
investigación
que
comenzó
en
Brasil.
Donde
realmente
se
obtuvo
una
abeja
que
tuviera
lo
mejor
de
los
dos
mundos.
Las
abejas
finalmente
parecían
estar
a
salvo,
hasta
que,
en
septiembre
de
2017,
se
tuvieron
que
enfrentar
a
una
nueva
amenaza…
El
huracán
María
sigue
fortaleciéndose
en
su
devastador
recorrido
por
el
Caribe…
Puerto
Rico
permanece
en
máxima
alerta.
La
situación
se
mantiene
en
tensa
calma
en
todo
el
país…
Según
las
autoridades,
el
huracán
María
es
probablemente
el
más
peligroso
de
la
historia
moderna
del
territorio
caribeño.
El
19
de
septiembre,
el
día
antes
de
que
llegara
el
huracán,
la
isla
entera
se
detuvo.
Todos
los
expertos
coincidían
en
que
iba
a
ser
el
más
poderoso
en
más
de
80
años.
Y
la
trayectoria
iba
a
partir
la
isla
por
el
medio.
Todo
el
mundo
se
preparó
como
pudo,
asegurando
ventanas
y
protegiendo
sus
hogares.
Tugrul,
en
cambio,
se
preparó
de
esta
manera:
El
día
19,
a
las
6
y
30,
los
estudiantes
me
ayudaron
a
colocar
las
abejas
dentro
del
edificio
para
que
no
estén
impactados
[sic]
con
huracán.
Tugrul
no
estaba
en
su
casa.
Para
él
las
abejas
de
su
laboratorio
eran
más
importantes.
Esa
noche,
cuando
salió
del
laboratorio,
se
dirigió
directamente
a
los
panales
que
tiene
en
su
casa,
para
asegurarlos
antes
de
que
llegara
el
huracán.
Y
lo
que
pasó
después,
bueno,
es
algo
que
todos
los
que
estuvimos
en
Puerto
Rico
no
vamos
a
olvidar…
Nunca.
En
total
estado
de
asombro:
así
despertaron
los
puertorriqueños
tras
sufrir
el
azote
del
huracán
María.
Inundaciones
generalizadas,
árboles
arrancados,
postes
eléctricos
derribados…
Puerto
Rico
está
a
oscuras.
La
isla
está
completamente
incomunicada.
Podrían
pasar
meses,
quizás
años,
para
que
la
isla
regrese
a
la
normalidad.
La
isla,
obviamente,
devastada.
A
Tugrul
le
tomó
3
días
llegar
a
su
laboratorio.
Y
cuando
llegó…
Lo
único
que…
No
había
nada
verde
en
ese
momento,
eso
pareció
como
quemado.
Como
si
alrededor
de
su
laboratorio
hubiera
caído
una
bomba.
Cuando
Tugrul
entró
a
su
laboratorio
a
ver
las
abejas,
se
dio
cuenta
que
había
perdido
varias
colonias.
Miles
de
abejas
desaparecidas.
Probablemente
muertas…
Porque
varios
abandonaron
[sic]…
¿Abandonaron
por
hambre?
Por
hambre.
Tugrul
me
explicó
que
fuera
de
su
laboratorio,
en
las
colmenas
de
apicultores
locales
y
colonias
silvestres,
la
situación
era
mucho
más
grave.
Ya
no
hay,
eh,
flores
ni
hojas
en
árboles.
No
hay
ningún
fuente
de
alimento
para
lo
que
quedaron
[sic]…
No
había
dónde
las
abejas
podían
buscar
polen
o
néctar.
Y
no
solamente
eso.
Las
abejas
también
se
estaban
enfrentando
a
depredadores
que
no
tenían
antes.
Hasta
palomas
estaban
comiendo
abejas…
Y
dentro
de
las
colmenas,
las
abejas
estaban
pasando
tanta
hambre
que
se
estaban
canibalizando.
Así
que
2
o
3,
entre
ellos,
se
estaban
jalando
en
pedazos
y
comiendo
su
propio
[sic]
cría
para
poder
sobrevivir.
Según
los
cálculos
de
Tugrul,
la
mayoría
de
las
abejas
en
Puerto
Rico
desaparecieron
durante
ese
primer
mes
y
medio
después
del
huracán.
Yo
pienso
que
muy
probablemente
hemos
perdido
90
por
ciento
de
las
abejas
en…
en…
en
la
isla.
Y
las
que
no
murieron,
habían
perdido
sus
colonias.
Tugrul
estima
que
se
perdieron
cerca
de
50
por
ciento
de
las
colmenas
en
Puerto
Rico.
Porque
perdieron
su
hábitat,
y
ellas
lo
que
están
buscando
es
comida.
Que
al
no
haber
flora,
no
haber
nada,
pues
estaban
buscando
era
en
los
zafacones…
Zafacones,
es
decir,
botes
de
basura…
Y
botellas
de
refresco
que
la
gente
tira
y
buscando
dónde
meterse
para
guarecerse
porque
francamente
perdieron
su
hábitat
al
haber
tantos
árboles
destruidos,
¿vite?
Estaban
totalmente
desubicadas.
Se
metían
en
los
zafacones,
en
los
buzones
de
las
casas,
en
las
casitas
de…
de
los
perros,
en
las
casitas
de
muñecas:
ahí
ellas
se
metían.
Cuando
escucho
a
Tugrul
o
a
Hermes
hablar
de
las
abejas
tras
el
huracán,
no
puedo
evitar
la
comparación
con
lo
que
estaban
viviendo
cientos
de
miles
de
puertorriqueños.
Los
que
podían
se
iban
a
Estados
Unidos.
Se
estima
que
más
de
150
mil
puertorriqueños
se
fueron
en
los
primeros
5
meses
después
del
huracán.
Los
que
nos
quedamos,
bueno,
creo
que
no
es
una
exageración
decir
que
estábamos
en
una
situación
no
muy
distinta
a
la
de
las
abejas.
Nosotros
también
estábamos
desubicados,
dando
vueltas
sin
rumbo
para
ver
qué
había
pasado
en
los
lugares
de
trabajo,
haciendo
filas
interminables
en
puestos
donde
la
gasolina
escaseaba,
buscando
comida
en
supermercados
que
se
habían
quedado
sin
electricidad.
Y
claro,
al
igual
que
las
abejas,
muchos
perdieron
sus
hogares.
Más
de
70.000
casas
—casi
todas
de
madera—
perdieron
sus
techos
después
del
huracán.
Y
aquí
hay
que
recordar
algo
que
parece
olvidarse
con
frecuencia:
que
Puerto
Rico
es
un
territorio
de
Estados
Unidos,
una
colonia
americana.
Luego
del
huracán,
se
supone
que
FEMA,
la
Agencia
Federal
de
Manejo
de
Emergencias,
iniciara
un
programa
masivo
de
reparación
de
techos.
Pero
esta
vez,
la
ayuda
tardó
mucho
en
llegar,
y
las
casas
sin
techo
se
convirtieron
en
un
refugio
para
cientos
de
colonias
perdidas.
Como
las
casas
no
tienen
techo,
pues
ellas
brincan
y
la
entrada
de
ellas
es
más
fácil.
Tugrul
me
contó
que
cuando
las
colonias
quedan
desplazadas
de
esta
manera…
En
ese
proceso
puede
haber
muerto
la
reina…
Y
la
reina
tiene
un
papel
fundamental,
porque
la
reina
es
la
que
se
reproduce,
y
si
la
reina
muere
en
una
situación
como
esta,
en
la
que
el
resto
de
la
colonia
no
tiene
suficiente
comida
para
producir
otra
reina…
Eso
significa
[sic]
ya
no
tenemos
posibilidad
de
reponer
esa…
esa
colmena.
De
cierta
manera
es
una
receta
para
la
extinción.
Y
fue
en
ese
momento,
unos
2
meses
después
del
huracán,
que
Hermes
y
su
guerrilla
de
rescatistas
se
activó.
Tenían
que
salvar
más
colmenas
que
nunca,
y
estaban
trabajando
contra
el
reloj.
Sí,
estamos
bien
ocupados
y…
y
estamos
aligerando
el
paso.
¿Cuántas
misiones
han
hecho
desde
que
pasó
María?
28.
Luego
del
huracán,
la
isla
se
llenó
de
rescatistas.
Expertos
en
emergencias
médicas;
en
la
conexión
de
grandes
generadores
de
electricidad,
porque
prácticamente
toda
la
isla
se
había
quedado
sin
luz;
expertos
mortuarios
que
sabían
cómo
disponer
de
cadáveres
en
medio
de
zonas
de
desastre…
En
fin,
expertos
de
todo
tipo.
Pero
les
aseguro
que
en
medio
de
todos
ellos
no
hay
rescatistas
como
Hermes
y
su
grupo
disparejo
de
voluntarios.
Unos
5
meses
después
del
huracán,
fui
hasta
la
Escuela
de
Apicultura
del
Este
para
encontrarme
con
Hermes
y
sus
voluntarios.
Quería
acompañarlos
en
una
misión
de
rescate.
Me
encontré
en
el
estacionamiento
con
Hermes
y
José
Pacheco,
su
mano
derecha
en
las
misiones.
¡Jefe,
buen
día!
Buenos
días,
¿cómo
están?
Aquí
en
la
lucha,
ya
tempranito.
Cuando
llegué,
estaban
raspando
un
cajón
de
madera,
de
un
metro
cuadrado
más
o
menos.
Utilizarían
esa
caja
para
trasladar
a
la
colonia
que
iban
a
rescatar
esa
mañana…
Nos
montamos
en
su
camioneta
para
ir
hasta
el
lugar
de
la
misión.
Era
una
típica
casita
de
campo
puertorriqueña,
de
madera,
que
había
sufrido
daños
tras
el
huracán.
Allí
estaban
esperando
los
otros
voluntarios
de
Hermes,
y
él
comenzó
el
rescate
dándole
instrucciones
al
grupo.
Y
mientras
lo
hacía,
recordé
que
Hermes
ha
sido
capitán
de
la
policía
y
superintendente
de
prisiones,
y
aún
conservaba
ese
viejo
hábito
de
dar
órdenes.
Vamos
a
abrir…
Ese
es
un
panel
decorativo,
lo
vamos
a
tratar
de
abrir
poquito
a
poco,
las
abejas
aquí
son
medias
violentas.
Y
aunque
mi
apellido
es
Trelles,
Hermes
me
presentó
como
Freytes…
Retírate
un
poquito,
Freyte…
Hermes
es
así.
Ya
no
hay
manera
de
corregirlo.
Vamos
a
ver
qué
es
lo
que
hay
ahí,
¿está
bien?
Vamos
a
vestirnos…
Cada
voluntario
se
vistió
con
trajes
protectores
que
les
cubrían
las
caras
con
mallas
negras,
para
protegerlos
de
las
picadas.
Los
guantes
les
quedaban
grandes
a
algunos,
otros
tenían
trajes
demasiado
largos.
La
tela
estaba
curtida,
se
notaba
que
tenían
años
de
uso.
Entonces
entramos
hacia
al
bosque
hasta
encontrar
una
casa
de
madera,
y
nos
dirigimos
a
un
cuartito
diminuto
que
se
había
quedado
sin
ventanas.
Me
imagino
que
habrán
volado
con
los
vientos
huracanados
de
María.
Había
5
rescatistas,
incluyendo
a
Hermes,
y
el
espacio
era
tan
pequeño
que
casi
no
cabían.
Cada
uno
tenía
una
función.
José
Pacheco,
la
mano
derecha
de
Hermes,
se
ocupaba
del
humador,
un
viejo
cilindro
de
metal
que
echa
humo:
una
técnica
que
los
apicultores
utilizan
para
confundir
a
las
abejas.
El
humador,
José.
Necesito
el
humador
y
la…
Aquí
está.
El
agua…
¿Ahí
están
ya?
Otro
voluntario
le
echaba
agua
a
la
pared
con
un
atomizador,
otra
técnica
más:
el
agua
tiende
a
apaciguar
a
la
colmena.
Un
poquito
de
agua,
porque
ellas
se
controlan,
se
ponen
a
limpiar…
Ya
mismito
aquí
hay
un
millón
de
abejas.
Y
entonces
Hermes
explicó
que
la
colmena
estaba
adentro
de
la
pared,
en
el
espacio
hueco
entre
dos
paneles
de
madera.
El
próximo
paso
era
abrir
la
pared…
A
la
fuerza.
Una
vez
que
abrieron
el
hueco,
miles
de
abejas
llenaron
el
pequeño
espacio
del
cuarto.
La
colmena
había
quedado
expuesta.
Era
como
si
la
pared
estuviera
viva…
Hay
más
de
40.000
abejas.
¿Aquí?
Sí.
¿Aquí
hay
más
de
40
mil
abejas?
Sí.
Miles
de
animalitos,
unos
sobre
otros,
moviéndose
como
arena
movediza
en
un
verdadero
enjambre
que
había
colonizado
aquel
pequeño
espacio.
El
proceso
de
rescate
era
sencillo:
los
voluntarios
raspaban
el
interior
de
la
pared,
y
luego
transferían
los
pedazos
de
panal
llenos
de
cera
y
miel
al
cajón
de
madera
que
habían
traído.
Pero
también
daba
vértigo.
Estábamos
envueltos
en
la
neblina
que
producía
el
humador,
con
miles
y
miles
de
abejas
zumbando
por
todos
lados.
El
traje
protector
daba
un
calor
asfixiante.
Y
fue
entonces
que
empecé
a
sentir
náuseas.
No
era
el
único…
Ay,
se
me
metió
una
abeja…
¿Dónde?
Dentro.
Eso
no
es
nada,
no
te
apures.
No
le
hagas
caso,
sigue
trabajando.
Yolanda,
una
de
las
voluntarias,
tampoco
la
estaba
pasando
bien.
Señor
mío
y
Dios
mío,
ayúdame
porfa…
¿Dónde
está?
¿Dónde
está?
No
sé.
No,
no
me
haga
caso,
señor,
yo
estoy
bien.
¡Sí,
tranquila,
no
te
apures!
Eventualmente
me
calmé.
Yoli
también.
Y
poco
a
poco,
la
nube
de
abejas
se
fue
disipando.
Es
que
están
programadas
para
seguir
a
la
reina.
Una
sola
controla
al
resto
de
la
colonia,
y
evidentemente
los
rescatisas
habían
logrado
transferir
la
reina
al
cajón,
porque
las
abejas
empezaban
a
gravitar
hacia
esa
nueva
colmena.
Tardaría
un
par
de
días,
pero
eventualmente
las
40.000
abejas
de
la
colonia
se
moverían
hacia
adentro
de
esa
caja.
Hermes
se
la
llevaría
a
la
sede
de
su
escuela,
y
anotaría
un
rescate
más
en
su
lista.
Cuando
acabó
todo,
me
quedé
hablando
con
Yoli,
la
mujer
que
se
había
alterado,
como
yo.
Ella
me
explicó
que
ella
y
su
esposo
se
habían
unido
al
grupo
de
voluntarios
porque
estaban
buscando
un
cambio.
Cuéntame,
¿qué
fue
lo
que
te
atrajo
a
esto?
Ay,
pues
te
voy
a
decir
que,
eh…
Fico
y
yo,
eh,
nada,
como
matrimonio
estamos…
estábamos
como
que
en…
en
una…
un
momento
de
transición
en
nuestras
vidas.
Este…
Y
estamos
reinventándonos,
etcétera,
y
nos
topamos
con
esto
de
las
abejas.
Fuimos…
Yoli
me
comentó
que
se
había
quedado
sin
trabajo
poco
antes
del
huracán.
Su
esposo
Fico
también.
Estaban
buscando
algo
que
les
ayudara
a
encontrar
un
nuevo
camino.
Una
razón,
quizás,
para
no
tener
que
irse
de
la
isla.
Ya
estaba
cayendo
la
tarde
cuando
acompañé
a
Hermes
Conde
y
a
su
asistente,
José
Pacheco,
de
vuelta
a
la
escuela
de
apicultura.
El
edificio
antes
era
una
escuela
pública.
Hermes
utiliza
dos
salones
de
clase,
y
el
resto
del
edificio
está
abandonado.
Ellos
me
dieron
una
vuelta
por
el
apiario.
Habían
llenado
el
salón
con
cajones
y
cajones
como
el
que
acababan
de
utilizar
para
la
misión
de
rescate.
Fue
entonces
que
me
di
cuenta
que
la
escuela
seguía
sin
luz.
Estábamos
a
casi
5
meses
del
paso
del
huracán,
y
ellos
y
sus
abejas
seguían
a
oscuras.
Y
no
era
solo
en
la
escuela…
Más
tarde,
Hermes
me
explicó
que
muchos
de
los
rescatistas
estaban
enfrentando
situaciones
muy
difíciles.
No
tienen
casa,
se
les
fueron
los
techos.
Yo
estoy
sin
luz
todavía.
Tenemos
otros
que
están
sin
agua,
pero
si
paramos…
Es
que
salvar
a
las
abejas
se
había
convertido
en
la
prioridad
más
importante.
Si
no
nos
ponemos
a
trabajar
con
las…
con
las
colmenas
que
se
están
metiendo…
se
están
poniendo
en
los
techos,
es
peor.
Y
hemos
echado
pa’
un
lado
las
mismas
situaciones
personales
de
nosotros,
y
hemos
tratado
de
dar
un
arranque
a
las
abejas
hasta
que
se
estabilicen,
porque
necesitamos
estabilizar
la
situación
con
las
abejas
ahora.
Y
entonces
entendí
que
se
trataba
de
la
abejas,
claro,
pero
también
de
algo
más.
Es
posible
que
con
sus
misiones
de
rescate
Hermes
y
Yoli
y
Pacheco
estén
ayudando
a
salvar
una
especie
que
muy
bien
podría
ayudar
a
resolver
el
colapso
de
tantas
colmenas
en
muchas
partes
del
mundo.
Pero
no
era
por
eso
que
lo
hacían.
Por
ahora,
las
abejas
eran
su
manera
de
enfrentar
un
colapso
mucho
más
íntimo…
El
de
su
propia
isla.
En
octubre
del
año
pasado,
una
asociación
de
apicultores
de
Estados
Unidos
y
Canadá
que
se
llama
Pollinator
Partnership
comenzó
una
campaña
para
ayudar
a
las
abejas
puertorriqueñas.
En
5
meses
enviaron
9.000
libras
de
comida
especializada
y
otros
materiales.
El
Doctor
Tugrul
Giray
ha
estado
coordinando
esos
esfuerzos,
y
reporta
que
están
surgiendo
nuevas
colmenas,
aunque
aún
falta
mucho
por
hacer.
A
muchos
en
la
isla
no
les
va
tan
bien.
Según
la
Autoridad
de
Energía
Eléctrica
de
Puerto
Rico,
a
principios
de
mayo
aún
quedaban
más
de
25
mil
personas
sin
luz
en
la
isla.
El
proceso
de
recibir
ayuda
para
la
reconstrucción
de
casas
también
va
más
lento
de
lo
que
se
esperaba.
Para
el
mes
de
marzo
del
2018,
FEMA
había
recibido
más
de
un
millón
de
solicitudes
de
ayuda,
pero
un
60
por
ciento
de
esas
solicitudes
han
sido
negadas.
Luis
Trelles
es
reportero
y
productor
de
Radio
Ambulante.
Vive
en
Nueva
York.
Y
aprovecho
para
felicitarlo,
a
Luis,
que
se
acaba
de
ganar
una
Wallace
Knight
Fellowship
para
estar
en
la
Universidad
de
Michigan
el
próximo
año.
Grande,
Luis.
Esta
historia
fue
editada
por
Silvia
Viñas,
Camila
Segura
y
por
mí.
La
mezcla
y
el
diseño
de
sonido
son
de
Andrés
Azpiri.
Emiliano
Rodríguez
hizo
el
“fact
checking”.
Agradecemos
la
ayuda
de
Arián
Ávalos
de
la
Universidad
de
Illinois
en
Urbana-Champaign,
Val
Dolcini
del
Pollinator
Partnership
y
Miguel
Carbonell
de
la
Asociación
Apícola
de
Borikén.
El
resto
del
equipo
de
Radio
Ambulante
incluye
a
Jorge
Caraballo,
Patrick
Mosley,
Ana
Prieto,
Barbara
Sawhill,
David
Trujillo,
Elsa
Liliana
Ulloa
y
Luis
Fernando
Vargas.
Carolina
Guerrero
es
la
CEO.
Radio
Ambulante
se
produce
y
se
mezcla
en
el
programa
Hindenburg
PRO.
Conoce
más
sobre
Radio
Ambulante
y
sobre
esta
historia
en
nuestra
página
web:
radioambulante.org.
Radio
Ambulante
cuenta
las
historias
de
América
Latina.
Soy
Daniel
Alarcón.
Gracias
por
escuchar.
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Oye, eh, ya, ¿por… por qué estamos acá? Pues, mira. Eh, estamos acá para hablar de abejas, ¿cuánto sabes de abejas, Daniel? ¡Bzzzz! Sabes lo que sé de abejas, que mi hijo ve… una abeja, alguien le habla de una abeja…, hay u… un rumor de una abeja y sale corriendo como un desquiciado. Despavorido. Sí. [Risas] ¡Wow! Eso es lo que sé. Bueno, realmente esta historia es sobre abejas, pero esta historia comienza en un campo tropical, en el laboratorio de abejas de la Universidad de Puerto Rico. Hola, ¿qué tal? No se han saludado… Mucho gusto. ¿Qué tal?, un placer. Y allí conocí a Tilden Aponte, el técnico que se ocupa de darle mantenimiento a las colmenas. La pregunta es que si alguna vez te habían acariciado, en algún momento, porque, pues, nosotros en la juventud, normalmente, en algún momento nos picaron las avispas, o nos picaron las abejas… Me pregunta que si alguna vez me han acariciado… las abejas. [Risas] [Risas] Pero usé… Es lo que le voy a decir a mi hijo. Le voy a decir: “Que no, León, que es una caricia no más”. Y yo le digo… Pues mira, yo no recuerdo que a mí me hayan picado, o sea, estoy seguro que me han picado en algún momento, pero no tengo… no tengo recuerdo de eso. Pues vale, vamos a protegerte bien para que… que no te vayan a picar y haya que correr contigo pa’ algún lado. Porque si eres alérgico y te pican, pues no queremos tener que correr contigo para el hospital. Y ahí es que yo empiezo como que: “Wow, ¿qué tipo de historia estoy produciendo esta vez?”. [Risa] Pero… Ok, la… la… Yo… Yo entendía que con este “moon suit” ya no te pican… Te pueden picar. Sí. Te pueden picar si no te la pones bien, y sobre todo yo creo que Tilden Aponte vio mi [risa] poca destreza para ponerme ropa especializada y aguantar un micrófono y asumió que iba a dejar algo suelto en algún lugar y que las abejas se iban a colar y me iban a picar. Eh, entonces, bueno: me pongo este traje, estamos en Puerto Rico, hace cerca de 90 grados Fahrenheit de calor, el traje es como casi una pulgada de grueso… Da calor. Sí… Tilden me… me explica que con el traje puesto básicamente… Cuando tu llevas más de una hora, estás… se te trepa la temperatura a 118, 120 grados fácilmente. Yo estoy sudando a chorro suelto. Y obviamente empieza un proceso de, eh… de deshidratación. Y bueno, en esas estoy, quejándome del calor, cuando de repente aparece uno de los personajes principales de esta historia, el Doctor Tugrul Giray. Y bueno, no es un nombre muy puertorriqueño… Eso es lo que te iba a preguntar… Eh… Es… Es turco, enamorado de Puerto Rico y una puertorriqueña, y un biólogo experto en abejas… Y bueno, él sale a… a conocerme, ¿verdad?, afuera, donde están las cajas, las abejas… Y lo increíble es que este tipo es como el encantador de las abejas, Daniel, o sea, literalmente el sale en manga de camisa, y yo le digo, ¡Tugrul!… Oye, tú te acercas sin traje ni nada, ¡eres bravo! No, no, que las abejas no son… son mansas. Y él me dijo que las abejas con las que él trabaja —y las abejas en Puerto Rico en general— son muy mansas, muy dóciles. Y precisamente por eso fue que lo fui a visitar, porque… estas abejas mansas y dóciles de Puerto Rico pueden, posiblemente, ser parte de la solución para salvar a las abejas domésticas de una buena parte del mundo. Suena muy dramático, me vas a tener que convencer de eso. Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón. Y hoy, nuestro productor Luis Trelles va a tratar de hacer eso mismo: convencernos de que las abejas de Puerto Rico tienen poderes especiales, poderes que pueden tener efectos muy importantes más allá de la isla. Desde San Juan, Luis nos trae la historia… Y bueno, para entender la importancia de las abejas puertorriqueñas, primero hay que entendender de dónde vienen. Porque estas abejas son el producto de un experimento muy controversial que comenzó en Brasil, en 1956, en el laboratorio de un científico de São Paulo, el Doctor Warwick Kerr. Aíxa Ramírez, una estudiante de doctorado que trabaja en el laboratorio de Tugrul, me explicó que… Querían hacer un cruce entre la abeja, eh, melífera europea y la abeja melífera que venía de África. Las abejas melíferas son las que producen miel. La abeja melífera europea… Es la clásica amarilla con rayas negras, que se dedica a recoger polen y néctar para convertirlo en miel dentro de su colmena. Y esa abeja había llegado a América con la llegada de los europeos. Y claro, rápidamente se expandió por todo el continente. A los apicultores les encanta trabajar con ella porque es muy productiva a la hora de hacer miel. Y casi no pica. Es la abeja doméstica por excelencia. Pero a la abeja europea le va mejor en algunos lugares que en otros, porque realmente a esta abeja europea no le sienta bien el trópico. A la abeja de miel africana, la mellifera scutellata, sí le va bien en climas más calientes. En esencia, estas abejas son las primas cálidas de las europeas, sin ese esnobismo de clima templado que tienen las del norte. Y por eso, el Doctor Kerr y su equipo… Pretendían hacer un cruce para sacar lo mejor de los dos mundos. Es decir, cruzar una reina africana con zánganos: las abejas masculinas europeas. Y para lograrlo, el Doctor Kerr viajó a Sudáfrica, Angola y Tanzanía. Entonces trajo estas abejas, unos cuantas reinas [sic]… Porque las reinas son las que se reproducen para crear colonias de abejas. De una sola reina pueden salir hasta 50.000 crías. Tugrul me explicó que no fueron muchas las abejas que Warwick Kerr trajo de vuelta a Brasil. Menos de 30. Pero aún así me pareció un poco extraña su manera de trabajar. No sé nada de biología, ni de ciencia, pero no me parece que sea tan buena idea eso de mover especímenes de un continente a otro. Sobre todo si no se sabe las consecuencias que eso pueda traer. Por eso le pregunté a Aíxa Ramírez si este era el proceso más adecuado para llevar a cabo este tipo de experimentos. El proyecto de él no fue un proyecto, eh… muy bien organizado en cuanto a todos los permisos requeridos. Y unos lo catalogan históricamente como salvador de la apicultura, otros dicen que fue el… el que acabó con la apicultura. Y es que el Doctor Kerr sigue siendo una figura muy controversial. Precisamente porque empezó a cruzar las abejas reinas que había traído de África con abejas europeas, siempre con la idea de crear una abeja que pudiera hacer más miel en climas cálidos. Pero antes de que pudiera perfeccionar la mezcla… Aparentemente se les escapó el cruce antes de que estuviera listo el producto final. El propio Doctor Kerr llegó a mencionar, en una entrevista antes de su muerte, que las reinas se escaparon por “errores de manejo”. Pero no se sabe bien qué fue lo que causó esos errores. Aíxa me contó que hay varias teorías. Dicen que el Doctor, ah, voluntariamente —a conciencia—, abrió la… la caja donde estaba la reina y la reina salió. Dicen que fue un técnico que estaba molesto con el… con el Doctor y abrió la colmena para que salieran los experimentos. La historia realmente no se sabe. Y hay que recordar que las reinas son las que se reproducen. Y eso mismo fue lo que pasó: las reinas africanas que se escaparon se reprodujeron sin parar. Y como tenían características genéticas totalmente distintas, crearon una nueva especie. Y nació abeja africanizada [sic]. No africana, sino africanizada: una mezcla de la abeja europea con la de África. Pero había un problema. Las abejas africanizadas habían heredado un rasgo muy característico de aquellas reinas que el Doctor Kerr trajo de África. Sí, básicamente son más irritables, son más nerviositas. La agresividad. Son abejas que tienen una predisposición muy grande a defender su colonia. Desde una distancia de 20 metros pueden decidir que hay un amenaza [sic]. En África esa amenaza usualmente se trata de un animal que se llama tejón de miel. Es del tamaño de un gato, y se ha sido descrito como el mamífero más agresivo del mundo. Es el peor enemigo de las abejas africanas, porque se especializa en la destrucción de colmenas. Pero en Brasil no existe ese tipo de animales. La amenaza más común que perciben las abejas africanizadas a este lado del Atlántico son las personas. Y entonces enfrentan esta amenaza con picadas. Cientos de abejas se lanzan contra las personas para picarlas. Y la respuesta de picada es explosiva. Es decir, son cientos, hasta miles de picadas. Ninguna es mortal por sí sola, pero todas juntas… Termina en fallo renal… Porque cada picada transmite un poquito de veneno que afecta los tejidos del cuerpo. Que es, eh, fatal. Eso es una muerte horrible… Sí, suena… suena bastante mal. Sí. Eran abejas asesinas. Así fue como la gente empezó a llamarlas en Brasil. Y muy pronto se convirtieron en un problema internacional, porque se estaban expandiendo a paso lento —pero seguro— por todo el continente. Al poco tiempo estas abejas se empezaron a mover, eh, en una tasa de como 100 kilómetros al año. 100 kilómetros al año. No es mucho: una hora de viaje en un carro que va por la autopista. Pero era una expansión imparable. En la década del 60 llegaron a Argentina; en los 70, a Venezuela; y ya a principios de los 80, cruzaron el Canal de Panamá. Para mediados de esa década estaban llegando a la frontera de Guatemala con México. Y claro, la reputación que se ganaron en Brasil iba sembrando la histeria en cada país latinoamericano al que llegaban. Y abejas africanizadas atacaron las instalaciones de la Secretaría de Educación de Campeche. ¡Hay heridos! Un enjambre de abejas africanizadas atacó a un hombre de 82 años… No, vamos a tener que nosotros también salir corriendo. Oiga, sí, ¡abejas asesinas en el medio de San Cristóbal! Más de 1.000 ponzoñas de abejas africanizadas incrustadas en todo el cuerpo terminaron con la vida de un anciano de 84 años. Y mientras más se extendía por Sudamérica, más crecía la especie. Porque la abeja africanizada se mezclaba vorazmente con otras abejas europeas. Eh, la africanizada es dominante. Y al haber un cruce genético, lo… la parte de la africanización es la que domina. Era el poder del mestizaje. Para el 2006, un documental de National Geographic estimaba que había mil millones de abejas africanizadas en América. Y todas pueden trazar su árbol genealógico a aquellas reinas africanas que se le escaparon al Doctor Kerr. Ya para los años 90 habían llegado a la frontera con Texas y California. Y bueno, en Estados Unidos: ¡rechazo total! Now there’s a threat to our peaceful honey bees. The potential invaders are now in Central America, and are predicted to reach the Texas border by 1989. The newcomers are Africanized Bees, sometimes called “Killer Bees”. Y fue en este contexto de miedo —y hasta de pánico— que estas abejas finalmente llegaron a Puerto Rico, una isla que —debo decir— está muy densamente poblada. Y significa que van a estar en un encontronazo continuo con gente. Tugrul me explicó que poco tiempo después de llegar a la isla, también se empezaron a registrar muertes en Puerto Rico. Y al principio sí eran, como en otros sitios, asesinas… Del 94 al 97 hubo unas 4 muertes registradas a causa de las abejas. El último es un niño pequeño que mataron las abejas. Y en Puerto Rico, las autoridades les declararon la guerra. ¡Fue un caos! Más de 2.000 colmenas mataron las oficinas de Manejo de Emergencias. Este es Hermes Conde, un apicultor de Puerto Rico, o sea, alguien que se dedica a manejar abejas. Hermes me contó que en aquella época, cada vez que aparecía una colmena, se llamaba a la policía, a los bomberos o a la Oficina de Manejo de Emergencias y Defensa Civil. Llamaban a Manejo de Emergencias, como hacen ahora mismo, y Manejo de Emergencias rápido iban y “pum pum”: les echaban agua con jabón, y las mataban. El agua y el jabón las asfixiaba: esa era la forma de resolver el problema. Y aunque parezca increíble, el plan del gobierno parece que funcionó, pero no de la manera que habían pensado. Y es que ya para finales de los 90, las abejas en Puerto Rico comenzaron a cambiar. Dejaron de ser tan agresivas. En nuestra investigación hemos descubierto como 10… que habían como 10.000 ataques reportado [sic], por año, en esos primeros años. En este momento, ese número es alrededor de 600. Es decir que el número de ataques se hizo 100 veces menor. Estadísticamente, este es un cambio radical y se logró en menos de 20 años. Hay varios estudios que buscan explicar por qué pasó esto. El más reciente se hizo en la Universidad de Illinois de Urbana-Champaign. Salió el año pasado. Y allí desarrollaron una nueva teoría: que los puertorriqueños eliminamos a las más agresivas, y desencadenamos un proceso de evolución acelerada que le dio paso a una nueva subespecie: abejas africanizadas que son más tranquilas, más dóciles. Increíble, ¿no? Las asesinas se vuelven un poco menos asesinas. De hecho, eh, sí, es… no es solamente un poco menos, es bastante. Son similares a abeja europea [sic] en su agresividad. Las abejas africanizadas de Puerto Rico se habían hecho más mansas, pero seguían teniendo algunas propiedades de las abejas europeas: son muy polinizadoras, por ejemplo, y producen más miel. Pero también tienen lo mejor de las africanas. Les va bien en el calor del trópico, pero aún más importante, son más resistentes al enemigo número uno de las abejas a nivel mundial: el ácaro. Ácaro. ¿Qué es un ácaro? Solamente hay un ácaro. Y es una garrapata que es del tamaño de un alfiler, que se le pega en… en el torso y se la va… le va chupando la hemolinfa. La hemolinfa, es decir, el líquido interno que contiene los nutrientes que necesitan para sobrevivir. Las abejas se forman con estas garrapatas chupándoles ese líquido, pero en el caso de estas abejas de Puerto Rico, la abeja africanizada… Puede limpiar ella misma los ácaros. Ella los coge con la… con la boca, les pica la cabeza y los bota. O sea, tiene una facilidad… Y el ácaro es vector de virus… O sea, el ácaro es un imán que atrae enfermedades que amenazan a las abejas de miel en Europa y en Norteamérica. En Estados Unidos, los apicultores pierden del 33 al 48 por ciento de sus colmenas cada año. Son cientos de miles de abejas muertas… Siempre había una merma de algunas que morían. Desde el 2005 para acá, básicamente la merma ha sido mayor, y lo que se está viendo es un despoblamiento de las abejas. Los plaguicidas, los monocultivos industriales… todo eso ha contribuido a que desaparezcan. Pero casi todos los expertos están de acuerdo en que el ácaro es una de las amenazas más grande que enfrentan las colmenas de abejas domésticas. Problema de Estados Unidos y otros sitios —Europa— es que no tienen abejas que pueden enfrentar esa ácaro [sic]. Y esto tiene unas consecuencias muy graves porque un tercio de toda la comida que comemos los humanos necesita ser polinizada, y las abejas de miel tienen un rol muy importante en ese proceso, porque ayudan a esparcir polen en los cultivos para la creación de semillas. Tugrul me explicó que… Eh, necesitamos abeja de miel para polinización porque necesitamos producción de alimentos para… para un mundo de gente. Y es que sin la polinización de estas abejas hay una gran cantidad de frutas y vegetales que dejarían de estar tan disponibles como lo son ahora: manzanas, cebollas, aguacates… la lista es larguísima. Y si estos cultivos desaparecen de los puestos de comida y los supermercados, habría un efecto muy negativo en la dieta de una buena parte de la población mundial. Pero no es solo la comida. La polinización de las abejas también es clave en el balance del ecosistema. Aíxa me lo explicó de esta manera: Vamos a ponerlo en el contexto, eh, seguridad alimentaria, vamos a ponerlo en el contexto de… de ambiental, vamos a ponerlo en el contexto de que si no hay árboles en las riberas del río, la erosión también puede afectar. O sea, es un efecto dominó en escala. Y estos efectos ya se están sintiendo en la industria agrícola de Estados Unidos. Particularmente en sitios como California, donde las abejas son absolutamente esenciales para polinizar almendras. Un cultivo que tiene un valor de más de $7.000 millones de dólares para ese Estado. Allí tienen que traer abejas de otros lugares durante la época de polinización. Abejas que son como trabajadores migrantes, porque en California ya no quedan abejas que puedan hacer ese trabajo. Pero en Puerto Rico ya hay una abeja que puede ofrecer una solución. Tugrul me dijo, por ejemplo, que… Incluso en una… un reportaje reciente habían dicho que… si las abejas de Puerto Rico desaparecen, el mundo puede perder. Pero eso, claro, la gente común y corriente —los que no son científicos— no lo sabe. A principios de los años 2000, las abejas de la isla ya habían cambiado. Habían dejado de ser asesinas, pero la gente seguía llamando a agentes de Manejo de Emergencias cada vez que veían una colmena. Y claro, estos agentes seguían matando las colonias. Casi por hábito. Y seguir matando colmenas, pues, tiene consecuencias graves. Luego de la pausa, un grupo de ambientalistas informales comienzan una misión de rescate para evitar la extinción de las abejas en la isla. Ya volvemos. Este podcast de NPR y el siguiente mensaje son patrocinados por Squarespace. Un sueño es tan solo una gran idea que aún no tiene una página web. Personaliza la apariencia y la navegación de tu página, así como la forma para vender tus productos y mucho más con tan solo un par de clicks. Ingresa a Squarespace.com/RADIO para obtener una prueba gratuita. 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Join me on NPR’s Ask Me Another as we challenge contestants and celebrities to nerdy word games, music parodies, and “punderful” trivia. Find us every week on the NPR One app and wherever you listen to podcasts. Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa, nuestro productor Luis Trelles nos contó la historia de unas abejas asesinas, unas abejas que se convirtieron en una posible solución para la desaparición de las abejas en muchas partes del mundo. Pero para llegar a serlo, primero tenían que enfrentar un problema mucho más inmediato: sobrevivir la política de exterminación del gobierno puertorriqueño. Aquí Luis. Y aquí es donde comienza la cruzada de Hermes Conde, una de las personas que se lanzó a salvar a las abejas. Empecé en el 1978 como… como agente de la policía de Puerto Rico. Y es que Hermes ha tenido varias vidas profesionales… Fui sargento, fui teniente, fui capitán… Más tarde fue director de la unidad de operaciones tácticas de la policía… Fui comandante del Team SWAT… Es decir, de lo que se conoce en inglés como el SWAT Team… Y ahí me traslado al Estado de Texas, donde trabajo en la cárcel de máxima seguridad. Le tocó ser guardia penal en el área donde están los presos condenados a muerte. Y de regreso a trabajar a la cárcel de máxima seguridad de Puerto Rico. [Riendo] ¡Wow! Wow, has visto de todo. ¡Sí!, de todo, de todo. Obviamente quería saber cómo es que un tipo así termina siendo uno de los defensores más fervorosos de las abejas en Puerto Rico. Y cuando le pregunté, Hermes me contestó que él y sus hermanos vienen de una familia de campo. Su abuela manejaba colmenas de abejas silvestres. Pero aún más importante para jóvenes como Hermes, que se criaron en pueblos rurales de la isla en los años 40 y 50, eran sus vecinos. O mejor dicho, las hijas de su vecino… Las hijas eran preciosas también. Y para llegar a ellas, pues, tenía que impresionar al papá, que era apicultor. ¡Porque ellas eran apicultoras de… de nacimiento, porque el pai se dedicaba a eso! Y eso fue un incentivo importantísimo para aprender de las colmenas. Pasaron unos 50 años sin que Hermes volviera a estar cerca de las abejas. Pero como era policía, vio de cerca los operativos de la Agencia de Manejo de Emergencias en los años 90. Y empezaron los agentes de… de Manejo de Emergencias a matar abejas… Y esto a Hermes le molestaba muchísimo, porque iba contra todo lo que había aprendido de niño. Todo lo que yo soy se lo debo a la agricultura. Mi papá y mi mamá eran agricultores bona fide. Nosotros vivíamos del café, de la malagueta, del eucalipto… Y yo entiendo que es como un deber mío personal retribuirlo, ¿cómo?, evitando que se maten las abejas porque sin abejas no va a haber agricultura. Hermes se jubiló en el 2011, y luego decidió que iba a abrir la Escuela de Apicultura del Este. En Puerto Rico hay varias escuelas de apicultura, y la vasta mayoría son para personas que quieren aprender a producir miel o agricultores que quieren polinizar sus cultivos de forma natural. Pero la escuela de Hermes y quizás un par más tienen otra meta: realmente se dedican a entrenar a sus apicultores para ser rescatistas. Porque si esa colmena se rescató es una colmena más que se suma al ambiente, y… nosotros, pues, tenemos la… la oportunidad de reintegrarla a… a otra área que no tengan abejas. ¿Cuánto tiempo lleva la escuela? 5 años. Y en esos 5 años, ¿cuántas colmenas tú crees que has rescatado? Alrededor de 800… de 800 colmenas. Y poco a poco, la actitud de los puertorriqueños hacia las abejas ha ido cambiando. Aíxa Ramírez me explicó que… Antes no las queríamos y las matábamos, ahora las queremos y las defendemos. Y ese cambio surgió justo a tiempo para salvar a la abeja africanizada de Puerto Rico, la abeja híbrida, nueva, la que el Doctor Warwick Kerr había tratado de crear en su laboratorio de São Paulo. Básicamente la abeja de Puerto Rico se completó el trabajo de investigación que comenzó en Brasil. Donde realmente se obtuvo una abeja que tuviera lo mejor de los dos mundos. Las abejas finalmente parecían estar a salvo, hasta que, en septiembre de 2017, se tuvieron que enfrentar a una nueva amenaza… El huracán María sigue fortaleciéndose en su devastador recorrido por el Caribe… Puerto Rico permanece en máxima alerta. La situación se mantiene en tensa calma en todo el país… Según las autoridades, el huracán María es probablemente el más peligroso de la historia moderna del territorio caribeño. El 19 de septiembre, el día antes de que llegara el huracán, la isla entera se detuvo. Todos los expertos coincidían en que iba a ser el más poderoso en más de 80 años. Y la trayectoria iba a partir la isla por el medio. Todo el mundo se preparó como pudo, asegurando ventanas y protegiendo sus hogares. Tugrul, en cambio, se preparó de esta manera: El día 19, a las 6 y 30, los estudiantes me ayudaron a colocar las abejas dentro del edificio para que no estén impactados [sic] con huracán. Tugrul no estaba en su casa. Para él las abejas de su laboratorio eran más importantes. Esa noche, cuando salió del laboratorio, se dirigió directamente a los panales que tiene en su casa, para asegurarlos antes de que llegara el huracán. Y lo que pasó después, bueno, es algo que todos los que estuvimos en Puerto Rico no vamos a olvidar… Nunca. En total estado de asombro: así despertaron los puertorriqueños tras sufrir el azote del huracán María. Inundaciones generalizadas, árboles arrancados, postes eléctricos derribados… Puerto Rico está a oscuras. La isla está completamente incomunicada. Podrían pasar meses, quizás años, para que la isla regrese a la normalidad. La isla, obviamente, devastada. A Tugrul le tomó 3 días llegar a su laboratorio. Y cuando llegó… Lo único que… No había nada verde en ese momento, eso pareció como quemado. Como si alrededor de su laboratorio hubiera caído una bomba. Cuando Tugrul entró a su laboratorio a ver las abejas, se dio cuenta que había perdido varias colonias. Miles de abejas desaparecidas. Probablemente muertas… Porque varios abandonaron [sic]… ¿Abandonaron por hambre? Por hambre. Tugrul me explicó que fuera de su laboratorio, en las colmenas de apicultores locales y colonias silvestres, la situación era mucho más grave. Ya no hay, eh, flores ni hojas en árboles. No hay ningún fuente de alimento para lo que quedaron [sic]… No había dónde las abejas podían buscar polen o néctar. Y no solamente eso. Las abejas también se estaban enfrentando a depredadores que no tenían antes. Hasta palomas estaban comiendo abejas… Y dentro de las colmenas, las abejas estaban pasando tanta hambre que se estaban canibalizando. Así que 2 o 3, entre ellos, se estaban jalando en pedazos y comiendo su propio [sic] cría para poder sobrevivir. Según los cálculos de Tugrul, la mayoría de las abejas en Puerto Rico desaparecieron durante ese primer mes y medio después del huracán. Yo pienso que muy probablemente hemos perdido 90 por ciento de las abejas en… en… en la isla. Y las que no murieron, habían perdido sus colonias. Tugrul estima que se perdieron cerca de 50 por ciento de las colmenas en Puerto Rico. Porque perdieron su hábitat, y ellas lo que están buscando es comida. Que al no haber flora, no haber nada, pues estaban buscando era en los zafacones… Zafacones, es decir, botes de basura… Y botellas de refresco que la gente tira y buscando dónde meterse para guarecerse porque francamente perdieron su hábitat al haber tantos árboles destruidos, ¿vite? Estaban totalmente desubicadas. Se metían en los zafacones, en los buzones de las casas, en las casitas de… de los perros, en las casitas de muñecas: ahí ellas se metían. Cuando escucho a Tugrul o a Hermes hablar de las abejas tras el huracán, no puedo evitar la comparación con lo que estaban viviendo cientos de miles de puertorriqueños. Los que podían se iban a Estados Unidos. Se estima que más de 150 mil puertorriqueños se fueron en los primeros 5 meses después del huracán. Los que nos quedamos, bueno, creo que no es una exageración decir que estábamos en una situación no muy distinta a la de las abejas. Nosotros también estábamos desubicados, dando vueltas sin rumbo para ver qué había pasado en los lugares de trabajo, haciendo filas interminables en puestos donde la gasolina escaseaba, buscando comida en supermercados que se habían quedado sin electricidad. Y claro, al igual que las abejas, muchos perdieron sus hogares. Más de 70.000 casas —casi todas de madera— perdieron sus techos después del huracán. Y aquí hay que recordar algo que parece olvidarse con frecuencia: que Puerto Rico es un territorio de Estados Unidos, una colonia americana. Luego del huracán, se supone que FEMA, la Agencia Federal de Manejo de Emergencias, iniciara un programa masivo de reparación de techos. Pero esta vez, la ayuda tardó mucho en llegar, y las casas sin techo se convirtieron en un refugio para cientos de colonias perdidas. Como las casas no tienen techo, pues ellas brincan y la entrada de ellas es más fácil. Tugrul me contó que cuando las colonias quedan desplazadas de esta manera… En ese proceso puede haber muerto la reina… Y la reina tiene un papel fundamental, porque la reina es la que se reproduce, y si la reina muere en una situación como esta, en la que el resto de la colonia no tiene suficiente comida para producir otra reina… Eso significa [sic] ya no tenemos posibilidad de reponer esa… esa colmena. De cierta manera es una receta para la extinción. Y fue en ese momento, unos 2 meses después del huracán, que Hermes y su guerrilla de rescatistas se activó. Tenían que salvar más colmenas que nunca, y estaban trabajando contra el reloj. Sí, estamos bien ocupados y… y estamos aligerando el paso. ¿Cuántas misiones han hecho desde que pasó María? 28. Luego del huracán, la isla se llenó de rescatistas. Expertos en emergencias médicas; en la conexión de grandes generadores de electricidad, porque prácticamente toda la isla se había quedado sin luz; expertos mortuarios que sabían cómo disponer de cadáveres en medio de zonas de desastre… En fin, expertos de todo tipo. Pero les aseguro que en medio de todos ellos no hay rescatistas como Hermes y su grupo disparejo de voluntarios. Unos 5 meses después del huracán, fui hasta la Escuela de Apicultura del Este para encontrarme con Hermes y sus voluntarios. Quería acompañarlos en una misión de rescate. Me encontré en el estacionamiento con Hermes y José Pacheco, su mano derecha en las misiones. ¡Jefe, buen día! Buenos días, ¿cómo están? Aquí en la lucha, ya tempranito. Cuando llegué, estaban raspando un cajón de madera, de un metro cuadrado más o menos. Utilizarían esa caja para trasladar a la colonia que iban a rescatar esa mañana… Nos montamos en su camioneta para ir hasta el lugar de la misión. Era una típica casita de campo puertorriqueña, de madera, que había sufrido daños tras el huracán. Allí estaban esperando los otros voluntarios de Hermes, y él comenzó el rescate dándole instrucciones al grupo. Y mientras lo hacía, recordé que Hermes ha sido capitán de la policía y superintendente de prisiones, y aún conservaba ese viejo hábito de dar órdenes. Vamos a abrir… Ese es un panel decorativo, lo vamos a tratar de abrir poquito a poco, las abejas aquí son medias violentas. Y aunque mi apellido es Trelles, Hermes me presentó como Freytes… Retírate un poquito, Freyte… Hermes es así. Ya no hay manera de corregirlo. Vamos a ver qué es lo que hay ahí, ¿está bien? Vamos a vestirnos… Cada voluntario se vistió con trajes protectores que les cubrían las caras con mallas negras, para protegerlos de las picadas. Los guantes les quedaban grandes a algunos, otros tenían trajes demasiado largos. La tela estaba curtida, se notaba que tenían años de uso. Entonces entramos hacia al bosque hasta encontrar una casa de madera, y nos dirigimos a un cuartito diminuto que se había quedado sin ventanas. Me imagino que habrán volado con los vientos huracanados de María. Había 5 rescatistas, incluyendo a Hermes, y el espacio era tan pequeño que casi no cabían. Cada uno tenía una función. José Pacheco, la mano derecha de Hermes, se ocupaba del humador, un viejo cilindro de metal que echa humo: una técnica que los apicultores utilizan para confundir a las abejas. El humador, José. Necesito el humador y la… Aquí está. El agua… ¿Ahí están ya? Otro voluntario le echaba agua a la pared con un atomizador, otra técnica más: el agua tiende a apaciguar a la colmena. Un poquito de agua, porque ellas se controlan, se ponen a limpiar… Ya mismito aquí hay un millón de abejas. Y entonces Hermes explicó que la colmena estaba adentro de la pared, en el espacio hueco entre dos paneles de madera. El próximo paso era abrir la pared… A la fuerza. Una vez que abrieron el hueco, miles de abejas llenaron el pequeño espacio del cuarto. La colmena había quedado expuesta. Era como si la pared estuviera viva… Hay más de 40.000 abejas. ¿Aquí? Sí. ¿Aquí hay más de 40 mil abejas? Sí. Miles de animalitos, unos sobre otros, moviéndose como arena movediza en un verdadero enjambre que había colonizado aquel pequeño espacio. El proceso de rescate era sencillo: los voluntarios raspaban el interior de la pared, y luego transferían los pedazos de panal llenos de cera y miel al cajón de madera que habían traído. Pero también daba vértigo. Estábamos envueltos en la neblina que producía el humador, con miles y miles de abejas zumbando por todos lados. El traje protector daba un calor asfixiante. Y fue entonces que empecé a sentir náuseas. No era el único… Ay, se me metió una abeja… ¿Dónde? Dentro. Eso no es nada, no te apures. No le hagas caso, sigue trabajando. Yolanda, una de las voluntarias, tampoco la estaba pasando bien. Señor mío y Dios mío, ayúdame porfa… ¿Dónde está? ¿Dónde está? No sé. No, no me haga caso, señor, yo estoy bien. ¡Sí, tranquila, no te apures! Eventualmente me calmé. Yoli también. Y poco a poco, la nube de abejas se fue disipando. Es que están programadas para seguir a la reina. Una sola controla al resto de la colonia, y evidentemente los rescatisas habían logrado transferir la reina al cajón, porque las abejas empezaban a gravitar hacia esa nueva colmena. Tardaría un par de días, pero eventualmente las 40.000 abejas de la colonia se moverían hacia adentro de esa caja. Hermes se la llevaría a la sede de su escuela, y anotaría un rescate más en su lista. Cuando acabó todo, me quedé hablando con Yoli, la mujer que se había alterado, como yo. Ella me explicó que ella y su esposo se habían unido al grupo de voluntarios porque estaban buscando un cambio. Cuéntame, ¿qué fue lo que te atrajo a esto? Ay, pues te voy a decir que, eh… Fico y yo, eh, nada, como matrimonio estamos… estábamos como que en… en una… un momento de transición en nuestras vidas. Este… Y estamos reinventándonos, etcétera, y nos topamos con esto de las abejas. Fuimos… Yoli me comentó que se había quedado sin trabajo poco antes del huracán. Su esposo Fico también. Estaban buscando algo que les ayudara a encontrar un nuevo camino. Una razón, quizás, para no tener que irse de la isla. Ya estaba cayendo la tarde cuando acompañé a Hermes Conde y a su asistente, José Pacheco, de vuelta a la escuela de apicultura. El edificio antes era una escuela pública. Hermes utiliza dos salones de clase, y el resto del edificio está abandonado. Ellos me dieron una vuelta por el apiario. Habían llenado el salón con cajones y cajones como el que acababan de utilizar para la misión de rescate. Fue entonces que me di cuenta que la escuela seguía sin luz. Estábamos a casi 5 meses del paso del huracán, y ellos y sus abejas seguían a oscuras. Y no era solo en la escuela… Más tarde, Hermes me explicó que muchos de los rescatistas estaban enfrentando situaciones muy difíciles. No tienen casa, se les fueron los techos. Yo estoy sin luz todavía. Tenemos otros que están sin agua, pero si paramos… Es que salvar a las abejas se había convertido en la prioridad más importante. Si no nos ponemos a trabajar con las… con las colmenas que se están metiendo… se están poniendo en los techos, es peor. Y hemos echado pa’ un lado las mismas situaciones personales de nosotros, y hemos tratado de dar un arranque a las abejas hasta que se estabilicen, porque necesitamos estabilizar la situación con las abejas ahora. Y entonces entendí que se trataba de la abejas, claro, pero también de algo más. Es posible que con sus misiones de rescate Hermes y Yoli y Pacheco estén ayudando a salvar una especie que muy bien podría ayudar a resolver el colapso de tantas colmenas en muchas partes del mundo. Pero no era por eso que lo hacían. Por ahora, las abejas eran su manera de enfrentar un colapso mucho más íntimo… El de su propia isla. En octubre del año pasado, una asociación de apicultores de Estados Unidos y Canadá que se llama Pollinator Partnership comenzó una campaña para ayudar a las abejas puertorriqueñas. En 5 meses enviaron 9.000 libras de comida especializada y otros materiales. El Doctor Tugrul Giray ha estado coordinando esos esfuerzos, y reporta que están surgiendo nuevas colmenas, aunque aún falta mucho por hacer. A muchos en la isla no les va tan bien. Según la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico, a principios de mayo aún quedaban más de 25 mil personas sin luz en la isla. El proceso de recibir ayuda para la reconstrucción de casas también va más lento de lo que se esperaba. Para el mes de marzo del 2018, FEMA había recibido más de un millón de solicitudes de ayuda, pero un 60 por ciento de esas solicitudes han sido negadas. Luis Trelles es reportero y productor de Radio Ambulante. Vive en Nueva York. Y aprovecho para felicitarlo, a Luis, que se acaba de ganar una Wallace Knight Fellowship para estar en la Universidad de Michigan el próximo año. Grande, Luis. Esta historia fue editada por Silvia Viñas, Camila Segura y por mí. La mezcla y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri. Emiliano Rodríguez hizo el “fact checking”. Agradecemos la ayuda de Arián Ávalos de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Val Dolcini del Pollinator Partnership y Miguel Carbonell de la Asociación Apícola de Borikén. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Jorge Caraballo, Patrick Mosley, Ana Prieto, Barbara Sawhill, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. Conoce más sobre Radio Ambulante y sobre esta historia en nuestra página web: radioambulante.org. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

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