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Radio Ambulante - Los gigantes del lago

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Empezaron siendo cuatro... ahora son muchos, muchísimos más.

En los años ochenta, Pablo Escobar llevó a Colombia cuatro hipopótamos. Estos gigantes africanos eran solo uno más de los caprichos del que entonces era el narcotraficante más poderoso del país, pero después de su muerte se multiplicaron y se convirtieron en algo mucho más peligroso.

En nuestro sitio web puedes encontrar una transcripción del episodio.

Or you can also check this English translation.

Esto
es
Radio
Ambulante,
desde
NPR,
soy
Daniel
Alarcón.
El
hipopótamo…
Hipopótamo,
el
hipopótamo.
Este
es
un
video
publicado
en
mayo
de
2019.
El
hipopótamo,
el
hipopótamo,
el
hipopótamo…
Un
hipopótamo.
Paseando,
como
si
nada,
por
las
calles
de
Doradal,
un
pueblo
colombiano
que
queda
cerca
del
río
Magdalena.
Es
de
noche
y
camina
lento…
No
se
ven
los
niños
que
gritan.
Solo
se
ve
el
animal.
Enorme.
Es
imposible
calcular
su
tamaño
exacto,
pero
parece
el
de
un
carro
pequeño,
y
pesado…
muuuy
pesado.
Ok,
no
para
ustedes,
pero
para
ver
a
un
hipopótamo
es
sorprendente
en
cualquier
circunstancia.
Si
apareciera
uno
en
la
calle
en
donde
vivo,
yo
también
gritaría
como
esos
niños.
Y,
seguramente,
me
asustaría
más.
Pero
para
la
gente
de
Doradal
esta
no
es
la
primera
vez
que
ven
un
hipopótamo.
De
hecho,
llevan
más
de
una
década
viéndolos
pasear
por
la
zona…
Un
grupo
de
personas
que
disfrutaba
de
una
tarde
de
sol
se
llevó
tremendo
susto
al
ver
un
hipopótamo
que
caminaba
por
la
orilla
del
río
Magdalena.
El
hecho
se
registró
en
Puerto
Triunfo,
Antioquia,
donde
ya
han
aparecido
otros
animales
de
esta
especie.
El
susto,
claro,
tiene
sus
motivos:
los
hipopótamos
son
animales
magníficos,
sin
duda,
pero
también
de
los
más
peligrosos
del
planeta.
En
África
mueren
más
personas
por
ataques
de
hipopótamos
que
de
cualquier
otro
animal.
Tengamos
en
cuenta
que
allá
también
hay
leones,
cocodrilos,
rinocerontes,
ya
saben…
A
simple
vista,
quizás
no
sean
tan
intimidantes
como
otras
especies.
Pero
guardan
sus
secretos.
Por
ejemplo,
cada
uno
de
sus
colmillos
de
marfil
mide
entre
45
y
50
centímetros.
Si
sienten
que
invaden
su
territorio,
suelen
abrir
la
boca
para
mostrarlos.
Y
por
supuesto
que
hay
que
tomarse
en
serio
esa
advertencia.
La
mordida
de
un
hipopótamo
es
más
fuerte
que
la
de
un
tiburón.
Solo
le
ganan
en
fuerza
algunos
cocodrilos.
Esta
es
una
escena
que
pone
los
nervios
de
punta.
Ocurrió
en
el
río
Magdalena
cuando
unos
turistas
navegaban
en
una
canoa
y
se
encontraron
con
un
hipopótamo.
Y
aunque
miden
hasta
cinco
metros
de
largo
y
pueden
pesar
hasta
cinco
toneladas,
no
es
tan
fácil
verlos:
como
pasan
varias
horas
al
día
en
el
agua
y
pueden
sumergirse
durante
cinco
minutos,
es
posible
que
te
den
una
sorpresa
si
andas
despistado
por
el
río…
La
evolución
los
llevó
a
adaptarse
a
condiciones
extremas
para
sobrevivir,
y
por
eso
prefieren
atacar
antes
de
huir.
Pelean
a
muerte
con
otros
animales
por
agua,
territorio
y
alimento,
que
suele
ser
pasto,
flores,
hojas
y
frutas.
Aunque
se
han
registrado
casos
en
los
que
comen
carne
cuando
no
hay
nada
más.
Los
hipopótamos
son
animales
africanos
y
ese
es
el
único
continente
donde
deberían
vivir
en
estado
salvaje.
Deberían,
sí…
pero
a
pesar
de
esto,
Colombia
es
el
único
lugar
fuera
de
África
en
donde
existe
una
manada
de
hipopótamos
salvajes.
Y
aunque
pueda
sonar
pintoresco,
su
presencia
ha
traído
consecuencias
ecológicas
y
sociales
muy
graves.
¿Cómo
llegaron
hasta
allí?
Es
una
historia
de
negligencias,
errores,
desconocimientos…
pero
también
tiene
que
ver
con
un
hombre
que
controlaba
esa
región
cercana
al
río
Magdalena…
bueno,
casi
que
el
país.
Uno
de
los
hombres
más
violentos
y
ricos
de
Colombia.
Uno
que
no
quería
cerdos,
gallinas,
vacas
o
cualquier
otro
animal
común
para
su
finca.
Quería
un
animal
más
llamativo,
un
animal
del
tamaño
de
su
ego.
Ese
hombre
era
Pablo
Escobar.
Después
de
la
pausa,
David
Trujillo
nos
sigue
contando…
Es
un
momento
convulsionado
en
América
Latina
El
pueblo
resiste…
Marchas
multitudinarias
se
tomaron
las
principales
ciudades
de
Colombia…
Perú
sufre
la
mayor
tasa
de
mortalidad
del
mundo
por
la
pandemia
Puede
sentirse
lejano,
confuso…
Pero
para
eso
está
El
hilo,
un
podcast
de
Radio
Ambulante
Estudios
y
Vice
News.
90
años
así
en
Miami
Beach
toda
esta
zona
no
va
a
existir
Cuando
vives
en
una
dictadura,
¿qué
opciones
tienes
si
eres
oposición?
O
la
cárcel
o
el
exilio.
Escucha
El
hilo
los
viernes
en
Spotify
o
en
tu
aplicación
de
podcast
favorita.
Estoy
casi
seguro
de
que
han
escuchado
hablar
de
Pablo
Escobar.
Pero
en
caso
de
que
no,
fue
el
narcotraficante
más
sangriento,
poderoso
y
famoso
de
Colombia…
uno
de
esos
tipos
acostumbrados
a
que
sus
caprichos
se
hagan
realidad.
En
1978,
en
un
ataque
de
derroche,
empezó
a
construir
la
gigantesca
Hacienda
Nápoles,
a
casi
cuatro
horas
de
Medellín.
Desde
hacía
un
tiempo
venía
comprando
muchas
tierras
en
la
zona
del
Magdalena
Medio
y
ahora
tenía
una
propiedad
de
casi
2
mil
hectáreas.
Eso
es
lo
mismo
que
más
de
420
veces
el
Zócalo,
la
plaza
más
grande
de
México,
o
casi
seis
Central
Parks
de
Nueva
York.
En
ese
espacio
mandó
construir
de
todo:
una
casa
lujosa
con
varias
habitaciones,
seis
piscinas,
decenas
de
lagos
artificiales,
una
pista
de
aterrizaje,
un
helipuerto,
su
propia
estación
de
gasolina
y
hasta
una
plaza
de
toros.
Así
hablarían
sobre
la
hacienda,
años
después,
en
un
especial
de
televisión…
El
pequeño
avión
que
decora
la
entrada,
tiene
la
reputación
de
ser
el
que
llevó
la
primera
remesa
de
droga
a
Estados
Unidos.
Y
en
el
interior,
está
el
zoológico
más
costoso
del
país.
Y
es
que
desde
1981,
Escobar
se
obsesionó
por
conseguir
animales
exóticos,
como
si
fuera
una
especie
de
Noé
y
la
Hacienda
Nápoles
su
arca.
Poco
a
poco
empezó
a
traer
todo
tipo
de
especies:
elefantes,
camellos,
cebras,
jirafas,
venados,
canguros,
avestruces,
búfalos,
flamencos,
delfines
rosados,
y,
claro,
hipopótamos…
Muchos
años
después,
su
hijo
contaría
en
un
libro
que
los
compraba
a
través
de
traficantes
de
animales
en
Estados
Unidos.
Tenía
suficiente
dinero
para
comprarse
varios
ejemplares
de
lo
que
quisiera.
Y
es
que
en
ese
tiempo
la
revista
Forbes
calculó
que
Escobar
tenía
una
fortuna
de
tres
mil
millones
de
dólares.
Los
animales
primero
llegaban
en
barco,
pero
como
el
proceso
era
complejo
y
se
demoraba
mucho,
Escobar
prefirió
empezar
a
usar
algunos
de
sus
aviones
privados.
Tenía
varios
que
volaban
sin
restricciones
y
en
los
que
sacaba
toneladas
de
cocaína
como
si
nada.
Ninguna
autoridad
se
atrevió
a
regular
la
llegada
de
animales
exóticos
a
la
hacienda,
pero
se
cree
que
alcanzaron
a
ser
unos
1.200.
En
esa
época,
Escobar
consiguió
cuatro
hipopótamos:
un
macho
y
tres
hembras.
Como
la
mayor
parte
del
tiempo
se
la
pasan
bajo
el
agua
y
viven
en
grupo,
intentó
replicar
esas
condiciones.
Así
que
destinó
uno
de
los
lagos
para
ellos.
Hacia
1982,
abrió
al
público
ese
zoológico
enorme
sin
jaulas,
donde
los
animales
rondaban
libres
por
las
casi
2
mil
hectáreas
de
tierra.
Pero
la
Hacienda
Nápoles
no
solo
era
su
lugar
de
vacaciones.
Desde
ahí,
como
dijimos,
salían
toneladas
de
cocaína
hacia
Estados
Unidos.
Pero
en
el
día
de
ayer,
en
la
finca
Nápoles,
fueron
intervenidos
y
decomisados
un
helicóptero
Hughes
500,
un
avión
Twin
Otter,
y
cinco
aviones
o
avionetas
de
cuatro
o
cinco
pasajeros….
tres,
cuatro
o
cinco
pasajeros…
Para
finales
de
los
80,
cuando
su
imperio
narco
empezó
a
desmoronarse
y
las
autoridades
lo
comenzaron
a
buscar
por
cielo
y
tierra,
Escobar
dejó
de
ir
a
la
Hacienda
Nápoles.
En
televisión
eran
comunes
anuncios
como
este…
Se
busca
a
Pablo
Escobar.
Recompensa:
2.700
millones
de
pesos…
Más
de
3
millones
de
dólares
de
la
época.
Finalmente,
en
1993,
después
de
varios
meses
de
intensa
búsqueda…
Extra.
Ofrecemos
en
Caracol
un
boletín
extraordinario
de
última
hora.
Sí,
mucha
atención.
Tenemos
información
confirmada.
El
bloque
de
búsqueda
de
Pablo
Escobar
acaba
de
abatir
al
jefe
del
Cartel
de
Medellín
en
una
operación
cumplida
en
inmediaciones
de
la
Plaza
de
la
América…
Lo
acribillaron
sobre
el
techo
de
una
casa
por
donde
intentó
escapar,
y
las
fotos
le
dieron
la
vuelta
al
mundo.
En
una
aparecen
ocho
hombres
armados.
Algunos
con
el
uniforme
de
la
policía,
otros
de
civil.
Los
hombres
rodean
su
cuerpo,
que
sangra
sobre
el
techo.
Están
muy
sonrientes,
como
celebrando
que
le
dieron
al
blanco
y
que
ahí,
al
lado,
tienen
su
trofeo.
La
Hacienda
Nápoles,
el
gran
símbolo
de
sus
años
de
impunidad,
estaba
ya
en
decadencia.
Las
autoridades
la
allanaron
varias
veces
a
principios
de
los
90.
Muchas
personas
habían
entrado
y
destruido
parte
de
las
construcciones,
buscando
millones
de
dólares
supuestamente
escondidos
ahí.
No
existe
un
registro
oficial
de
cuántos
animales
había
cuando
Escobar
murió,
ni
de
las
condiciones
en
las
que
estaban…
Llevaban
años
casi
a
su
suerte,
aunque,
al
parecer,
sin
muchos
problemas
de
alimentación,
porque
esa
zona
del
Magdalena
Medio
es
fértil,
con
vegetación
todo
el
año.
Recién
en
1998
el
gobierno
decidió
qué
hacer
con
esas
tierras.
Es
la
primera
vez
que
el
helicóptero
presidencial
aterriza
en
los
predios
del
que
fue
considerado
en
su
momento
el
paraíso
del
narcotráfico.
Allí,
el
presidente
entregó
este
importante
predio
a
los
desplazados
de
la
violencia.
Unas
15
familias
empezarían
a
vivir
ahí.
Adecuaron
unas
cabañas
que
ya
existían
y
les
dieron
recursos
para
que
se
dedicaran
a
la
agricultura.
Durante
el
discurso
de
entrega,
el
presidente
Ernesto
Samper
les
encargó
el
cuidado
de
los
animales.
Al
otro
día,
la
familia
de
Escobar
se
pronunció…
La
familia
de
Pablo
Escobar
demandará
al
gobierno
nacional
por
lo
que
calificó
como
un
abuso
del
ejecutivo
al
expropiar
la
hacienda
Nápoles.
Y
así
empezó
una
pelea
jurídica
por
la
propiedad.
Con
el
tiempo,
las
familias
que
vivían
allí
denunciaron
que
el
Estado
no
les
cumplió
lo
prometido.
Las
autoridades
confirmaron
el
deterioro
de
la
hacienda
y
se
supo
que
grupos
armados
se
movían
por
esos
terrenos
como
si
nada.
Seis
años
después,
en
2004,
un
juez
finalmente
resolvió
que
la
propiedad
quedaría
en
manos
de
la
Dirección
Nacional
de
Estupefacientes,
una
entidad
que
ya
no
existe,
pero
que
en
ese
momento
se
encargaba
de
administrar
los
bienes
incautados
a
narcotraficantes.
Decidieron
construir
una
cárcel
en
parte
de
los
terrenos
y
deshacerse
de
los
animales
lo
antes
posible.
Se
sabe
que
a
muchos
los
capturaron
y
los
enviaron
a
diferentes
zoológicos
dentro
y
fuera
del
país.
Los
únicos
que
se
quedaron
fueron
los
hipopótamos…
y
no
es
tan
difícil
adivinar
por
qué.
Ya
sabemos
que
no
les
gusta
que
los
molesten,
y
se
imaginarán
lo
difícil
que
es
intentar
sacarlos
de
un
lago
donde
se
la
pasan
sumergidos
la
mayor
parte
del
tiempo.
Según
explicó
la
Dirección
Nacional
de
Estupefacientes,
desde
1985
los
animales
quedaron
en
manos
de
una
entidad
ambiental
que
también
se
acabó.
Por
eso,
insistió
en
no
tener
ninguna
responsabilidad
ni
técnica
ni
jurídica
sobre
los
hipopótamos,
y
optó
por
dejarlos
en
la
hacienda
y
no
hacerse
cargo
de
ellos.
El
Estado
le
entregó
el
resto
de
los
terrenos
al
municipio
de
Puerto
Triunfo,
que
es
donde
está
la
hacienda,
para
hacer
proyectos
productivos,
ambientales,
turísticos.
Pero
durante
tres
años
más
estos
siguieron
abandonados.
Solo
en
el
2007,
la
alcaldía
de
Puerto
Triunfo
contrató
por
20
años
a
la
empresa
Atecsa
para
montar
y
administrar
un
megaproyecto
turístico
con
un
hotel,
piscinas
y
otras
atracciones.
Con
esa
decisión
desalojaron
a
las
familias
desplazadas
que
habían
vivido
ahí
durante
unos
nueve
años.
El
proyecto
se
llamaría
Parque
Temático
Hacienda
Nápoles,
y
el
plan
principal
era
volver
a
crear
un
zoológico,
pero
con
nuevos
animales.
Cuando
el
Parque
Nápoles
fue
a
abrir
se
acercaron
al
zoológico
de
Medellín
a
preguntar
si
les
podían
recomendar
algún
veterinario
de
fauna
que
les
colaborara
en
un
proyecto
que
tenían
pues
como
en
mente.
Él
es
Jorge
Caro,
y
fue
el
veterinario
al
que
recomendaron…
Desde
que
estoy
en
la
universidad
me
interesé
siempre
por…
por
animales
salvajes,
exóticos,
silvestres
y…
sí,
siempre
he
trabajado
con
ellos.
La
gente
del
parque
estaba
buscando
a
alguien
que
pudiera
encargarse
de
la
fauna
silvestre
que
pensaban
tener
y
Jorge
era
el
indicado.
La
idea
era
firmar
acuerdos
con
organizaciones
de
protección
animal
y
zoológicos
para
recibir
a
los
animales
rescatados
de
circos
o
del
tráfico
ilegal
de
especies.
A
Jorge
le
gustó
la
idea,
aunque
no
tenían
los
animales.
Originalmente,
del
Parque
Nápoles
no
había
nada.
Los
hipopótamos
que
estaban
sueltos
en
el
lago
de
hipopótamos
pues
andando
por
el
parque.
Él
ya
había
escuchado
hablar
de
los
hipopótamos…
y
sabía
que
no
estaban
realmente
confinados.
Que
vivían
en
un
lago,
sin
cercas
que
los
encerraran.
Básicamente
es
un
accidente,
pues
que
el
parque
los
tenga
ahí
adentro.
Los
hipopótamos
estaban
ahí
donde
están
y
simplemente
hacen
lo
que
quieren
a
la
hora
que
quieran.
Es
decir,
que
aunque
la
mayor
parte
del
tiempo
estaban
en
el
lago,
siempre
fueron
libres.
Al
principio
Escobar
los
alimentaba,
pero
para
2007,
cuando
llegó
Jorge,
ya
llevaban
unos
20
años
viviendo
por
cuenta
propia,
y
en
condiciones
inusualmente
óptimas.
Comían
hierbas,
vegetales
y
frutas,
que
en
esa
zona
se
pueden
encontrar
durante
todo
el
año.
Y,
además,
no
tenían
nada
de
qué
preocuparse.
En
países
de
África
subsahariana
lo
que
controla
su
población
son
las
sequías
y
los
depredadores:
leones,
cocodrilos,
hienas…
Pero
el
carnívoro
más
grande
que
pueden
encontrarse
en
Colombia
es
un
jaguar
y
en
comparación
con
los
hipopótamos
son
casi
diminutos:
los
más
grandes
no
llegan
a
los
100
kilos.
Y
cazan
solos,
no
como
los
depredadores
africanos
que
atacan
a
los
hipopótamos
en
grupo.
La
primera
tarea
que
le
encomendaron
a
Jorge
fue
atender
a
una
cría
que
aparentemente
la
manada
había
rechazado
y
estaba
moribunda.
La
rescataron,
la
curaron
y
hasta
hoy
es
un
emblema
del
parque.
Pero
más
allá
de
eso,
Jorge
y
su
equipo
querían
saber
cuántos
hipopótamos
había
exactamente
en
el
lago.
Pero
no
era
nada
fácil.
De
noche,
los
hipopótamos
salían
a
buscar
alimento
y
por
la
mañana
no
todos
volvían.
Algunos
se
quedan
en
otros
lagos,
los
coge
la
noche
o
prefieren
quedarse
en
otros
sitios.
Básicamente
los
veíamos,
pues,
sabíamos…
hacíamos
una
especie
de
inventario,
¿cuántos
hay
más
o
menos?
Están
en
buenas
condiciones,
veíamos
crías.
Lo
que
más
llegamos
a
contar
fue
21,
22
animales
cuando
recién
abrió
el
parque,
pues.
Habían
pasado
26
años
desde
que
Escobar
trajo
a
los
primeros
cuatro,
las
tres
hembras
y
el
macho.
Y,
como
el
embarazo
dura
entre
siete
y
ocho
meses,
fácilmente
podían
ser
bastantes
más
que
los
22
que
veían
en
el
lago.
De
niño,
Jorge
había
visto
a
los
hipopótamos
originales,
pero
esta
era
la
primera
vez
que
veía
una
manada
así
de
grande
en
estado
salvaje.
Sí,
es
impactante.
A
los
que
nos
encantan
los
animales
y
sabemos
que
nuestros
animales
locales
terrestres
más
grandes
son
las
dantas
y
los
osos
andinos
que,
en
el
mejor
de
los
casos,
llegan
a
250,
300
kilos,
y
de
pronto
ver
un
animal
de
varias
toneladas
libre
pues
sí,
es
un
impacto,
es
una
emoción,
es
una
mezcla
emociones
muy
grande,
¿no?,
muy
rara.
Pero
sabía
perfectamente
que
era
un
problema.
Grave.
El
comportamiento
agresivo
de
los
hipopótamos
es
instintivo,
es
decir,
los
que
nacen
en
cautiverio,
como
los
de
la
Hacienda
Nápoles,
también
lo
tienen.
Nadie
en
Colombia
estaba
preparado
para
lidiar
con
esos
animales
tan
enormes
y
pesados,
que,
sorprendentemente,
corren
más
rápido
que
Usain
Bolt,
el
atleta
jamaiquino
considerado
el
humano
más
rápido
del
mundo.
Y
una
cosa
estaba
clara:
el
área
del
parque
era
tan
grande,
que
podían
salirse
de
ella
y
nadie
se
iba
a
dar
cuenta.
Sin
cercas
ni
nada
que
los
contuviera,
podían
entrar
en
fincas
cercanas
o
incluso
llegar
a
los
pueblos.
Ni
siquiera
el
gobierno
se
había
echado
ese
chicharrón
encima,
ese
problema
encima.
Entonces
sabíamos
que
eso
si
iba
a
haber
un
problema,
pero
la
verdad,
pues,
era
muy
poco
lo
que
podíamos
hacer,
más
allá
de
seguir
observando
y
monitoreando
lo
que
estaba
pasando.
Según
Jorge,
las
autoridades
ambientales
ya
sabían
del
problema
pero
no
tenían
muy
claro
cómo
actuar.
Apenas
empezaban
a
discutir
quién
debía
resolverlo.
La
administración
del
parque
se
enfocó
en
seguir
las
adecuaciones
y
recibir
al
resto
de
los
animales
que
harían
parte
del
nuevo
zoológico.
Esos
empezaron
a
llegar
a
finales
de
2007.
Respecto
a
los
hipopótamos,
que,
recuerden,
para
ese
momento
calculaban
que
había
más
de
20,
la
decisión
que
se
tomó
fue
seguir
observándolos
y
recoger
información
de
su
comportamiento.
También
los
alimentaban
todos
los
días
para
evitar
que
se
fueran
muy
lejos.
Desde
entonces,
el
lago
de
los
hipopótamos
se
convirtió
en
una
de
las
atracciones
más
populares
del
Parque
Nápoles.
Unos
meses
después,
en
2008,
el
Ministerio
de
Ambiente
decidió
contactar
a
un
experto
en
el
tema.
Y
llamaron
a
Carlos
Valderrama.
Soy
médico
veterinario
y
me
dedico
a
la
conservación
de
los
ecosistemas
en
Colombia.
En
ese
momento,
Carlos
dirigía
la
Fundación
Vida
Silvestre
Neotropical,
que
trabajaba
con
distintas
comunidades
en
todo
el
país
para
evitar
conflictos
entre
los
animales
salvajes
y
las
personas.
El
Ministerio
lo
llamó
porque
ya
les
estaban
llegando
reportes
de
habitantes
de
la
zona
del
Magdalena
Medio,
que
decían
haber
visto
a
un
animal
enorme
y
desconocido,
caminando
cerca
de
los
pueblos
o
nadando
por
los
ríos…
Solamente
aparecía
de
noche,
gigante,
con
unos
grandes
colmillos
y
que
la
gente
le
generaba
cierto
miedo.
Muy
rápido,
Carlos
y
su
equipo
entendieron
que
se
trataba
de
uno
de
los
hipopótamos.
Al
menos
uno
estaba
fuera
del
parque
y
las
autoridades
ya
estaban
recibiendo
reportes
de
que
se
comía
los
cultivos,
que
atacaba
al
ganado
y
que
hasta
había
golpeado
barcas
de
pescadores.
El
ministerio
decidió
convocar
no
solo
a
Carlos
y
su
fundación,
sino
a
otras
instituciones
y
expertos
para
proponer
soluciones.
Ya
se
sabía
que
dentro
del
Parque
Nápoles
había
una
manada
en
uno
de
los
lagos,
así
que
fueron
hasta
allá
para
tratar
de
entender
por
qué
estaban
yéndose
tan
lejos.
Ahí
se
dieron
cuenta
de
algo
clave:
como
suele
pasar
con
las
manadas
africanas,
los
machos
jóvenes
estaban
peleando
con
el
macho
dominante.
Y
eso
los
hacía
huir
a
buscar
sus
propios
territorios,
incluso
fuera
de
los
límites
del
parque.
Uno
de
estos
machos
fue
el
que
salió
y
que
se
lo
encontraron
las
poblaciones
por
los
lados
de
Puerto
Olaya,
en
Santander.
Muy
lejos.
Estamos
hablando
de
casi…
más
de
100
kilómetros
de
distancia.
También
había
reportes
de
que
se
había
escapado
con
una
hembra
y
una
cría,
así
que
las
organizaciones
acordaron
ir
a
buscarlos
en
Puerto
Olaya
y
capturarlos.
Eso
sí,
no
tenía
mucho
sentido
intentar
regresar
el
macho
al
parque,
porque
nuevamente
iba
a
pelear
con
el
dominante
y
se
iba
a
ir.
Así
que
la
mejor
opción
era
buscar
otro
lugar
que
los
recibiera,
como
un
zoológico.
Y
todo
habría
sido
diferente
si
el
hipopótamo
hubiera
terminado
en
un
zoológico.
A
lo
mejor,
los
turistas
aún
lo
visitarían
y
le
tomarían
fotos.
Pero
nada
de
eso.
Después
de
un
año
de
búsqueda,
en
julio
de
2009,
salió
esta
noticia…
Buenas
tardes.
Noticias
Caracol
conoció
hoy
varias
fotografías
que
demostrarían
la
matanza
de
por
lo
menos
uno
de
los
hipopótamos
que
escaparon
de
la
Hacienda
Nápoles,
de
propiedad
del
narcotraficante
Pablo
Escobar.
Una
de
esas
fotos
fue
la
que
más
impactó
a
la
gente.
En
ella,
aparecen
15
militares
en
la
zona
rural
de
otro
pueblo
llamado
Puerto
Berrío,
muy
cerca
de
donde
habían
reportado
avistamientos.
Al
fondo
se
ve
un
río.
Los
soldados
están
con
sus
armas
y
uniformes
camuflados,
rodeando
el
cadáver
de
un
hipopótamo.
Algunos
están
parados
y
otros
agachados.
Uno
de
ellos
pone
la
mano
sobre
la
cabeza
del
animal,
como
tocando
un
trofeo.
Y,
siendo
sincero,
es
difícil
que
esta
imagen
no
recuerde
la
foto
del
cuerpo
de
Escobar
que
tomaron
en
1993.
Ahí
la
polémica
estalló…
Las
asociaciones
y
fundaciones
protectoras
de
animales
protestaron
frente
al
Ministerio
del
Medio
Ambiente
en
Bogotá
y
exigieron
que
se
respete
la
vida
de
los
hipopótamos
que
aún
viven.
“¡No
a
la
matanza
de
los
hipopótamos
de
la
Hacienda
Nápoles…!
Por
esos
días,
una
revista
que
se
llama
Don
Juan
había
publicado
una
crónica
sobre
la
búsqueda
del
hipopótamo,
en
la
que
se
asegura
que
la
gente
de
la
zona
ya
le
había
puesto
hasta
nombre:
Pepe.
La
periodista
dice
que
no
pudo
encontrarlo,
porque
tal
vez
ya
lo
habían
cazado.
Y,
bueno,
tenía
razón.
Lo
que
narra
es
el
avistamiento
de
una
supuesta
hembra,
aunque
hay
que
tener
en
cuenta
que
es
muy
difícil
distinguir
el
sexo
de
un
hipopótamo,
porque
los
machos
tienen
los
testículos
internos…
no
se
ven
a
simple
vista
como
en
otras
especies.
Pero
que
se
llamara
Pepe
y
que,
supuestamente,
hubiera
dejado
una
viuda
y
una
cría,
conmovió
a
la
gente
y
a
los
medios.
Incluso
les
pusieron
nombre
a
ellos
también:
Matilda
e
Hipo,
y
empezaron
a
exigir
que
no
los
mataran.
Estas
son
entrevistas
que
hizo
una
emisora
a
los
manifestantes…
Merecen
un
hogar
donde
vivir
y
no
ser
asesinados.
Exigimos
que
se
les
un
lugar
más
estable.
Igual
ellos
tienen
derecho
de
vivir
como
todos
nosotros.
Los
manifestantes
también
exigían
explicaciones
de
cómo
y
por
qué
habían
matado
a
Pepe.
En
ese
momento,
el
ministro
de
Ambiente
era
el
ingeniero
Carlos
Costa,
que
había
empezado
en
el
cargo
unos
meses
antes.
Este
es
Costa…
Cuando
yo
entré
al
ministerio,
pues,
no
estaba
muy
enterado
del
tema.
Ya
posteriormente
sí.
Costa
sabía
poco
de
estos
hipopótamos.
A
mi
juicio,
este
es
un
tema
relativamente
menor
comparado
con
las
complejidades
y
las
responsabilidades
de
la
política
ambiental.
Y,
según
él,
el
tema
le
correspondía
directamente
a
las
autoridades
ambientales
regionales,
que
además
tienen
autonomía
para
tomar
sus
decisiones.
Aun
así,
el
ministerio
apoyó
el
proceso
de
captura
de
Pepe
en
toma
de
decisiones
y
logística.
Pero,
como
ya
dijimos,
los
hipopótamos
son
animales
enormes
y
pueden
llegar
a
ser
muy
agresivos.
Capturarlos
en
estado
salvaje
es
algo
muy
difícil.
Los
que
se
ven
en
zoológicos
suelen
ser
rescatados
del
tráfico
animal
cuando
son
crías,
o
descienden
de
otros
que
ya
estaban
en
cautiverio.
Costa
dice
que
plantearon
la
opción
de
intentar
capturarlo
como
a
cualquier
otro
animal
más
pequeño.
Pero,
según
él,
no
tenían
referentes
para
saber
cómo
actuar.
No
hay
experiencias
en
el
mundo
de
cómo
hace
uno
una
jaula
y
una
trampa
para
capturar
al
hipopótamo.
Aquí
estuvimos
ensayando
durante
un
año
y
no
se
pudo.
Y
tampoco
pudieron
encontrar
un
zoológico
nacional
o
internacional
que
lo
recibiera.
En
parte
este
era
un
animal
salvaje
que
podía
llevar
enfermedades
y
contagiar
a
otras
especies.
Pero
además,
porque
los
hipopótamos
necesitan
condiciones
especiales
que
incluyen
una
zona
acuática
grande,
vivir
en
manada
y
mucha,
mucha
comida.
Este
es
el
administrador
del
parque
Nápoles,
por
esos
días,
hablando
en
una
emisora
sobre
el
mantenimiento
de
los
hipopótamos…
Un
animal
de
estos
consume
el
10%
de
su
peso
en
pasto,
en
comida
diaria,
y
el
promedio
es
de
tonelada
y
media.
O
sea,
son
150
kilos,
y
son
27
animales,
eso
da
6,
7
toneladas
diarias
de
follaje.
O
el
equivalente
más
o
menos
en
una
tonelada
de
concentrado
diario.
El
ex
ministro
Costa
dice
que
empezaron
a
revisar
experiencias
parecidas
en
otros
lugares
del
mundo,
incluso
con
poblaciones
de
hipopótamos
salvajes
en
países
africanos.
Y
así
llegaron
a
la
solución
que
luego
se
vería
en
las
fotos.
Por
eso
se
tomó
la
decisión
de…
de
adoptar
la
caza
de
control
para
manejar
esta
situación
Carlos
habla
de
“caza
de
control”
porque,
en
realidad,
existen
distintos
tipos
de
caza,
cada
una
con
objetivos
diferentes.
Estamos
hablando
desde
la
caza
deportiva
hasta
la
científica,
que
tiene
el
fin
de
investigar
incluso
con
animales
vivos.
Y,
claro,
está
la
caza
ilegal,
que
trafica
con
especies
exóticas
o
partes
de
ellas,
haciendo
un
enorme
daño
al
medioambiente
y
hasta
llevando
a
varias
de
ellas
a
la
extinción.
La
caza
de
control,
en
cambio,
es
legal
en
Colombia
y
otros
países,
y
busca
reducir
el
número
de
animales
de
una
especie
en
un
hábitat,
para
que
su
crecimiento
no
afecte
al
resto
de
la
fauna
silvestre,
o
para
que
no
se
convierta
en
un
peligro
para
los
seres
humanos.
Por
eso,
muchas
veces
tiene
el
apoyo
de
científicos
e
incluso
de
ambientalistas.
Aunque
no
deja
de
ser
polémica.
Aunque
el
Ministerio
explicó
que
era
un
procedimiento
con
apoyo
científico
y
técnico,
la
indignación
de
los
manifestantes
no
paró.
No
aceptaban
la
idea
de
que
el
ejército
matara
animales.
¡No
más
matanza!,
¡no
más
matanza!,
¡no
más
matanza!,
¡no
más
matanza!
Y
es
que,
además,
por
factores
como
la
caza
ilegal
o
el
cambio
climático,
los
hipopótamos
son
una
especie
en
estado
vulnerable
en
países
de
África
subsahariana
como
Angola,
Kenia
o
Guinea
Ecuatorial,
a
un
paso
del
peligro
de
extinción.
Por
eso
se
hacen
esfuerzos
constantes
para
protegerla.
Los
manifestantes
consideraban
que
la
decisión
de
matar
a
Pepe
iba
en
contra
de
esos
esfuerzos,
por
lo
que
era
irresponsable
y
hasta
ilegal.
Exigían
la
renuncia
inmediata
de
Costa,
el
ministro
de
Ambiente.
¡Que
renuncie!
¡que
renuncie!
¡que
renuncie!…
Con
el
paso
de
los
días,
la
noticia
de
la
muerte
de
Pepe
empezó
a
aparecer
en
los
medios
internacionales,
y
la
polémica
a
crecer
cada
vez
más.
Bavaria,
la
compañía
cervecera
más
importante
de
Colombia,
se
ofreció
a
pagar
el
sueldo
de
otros
expertos,
que
encontraran
una
salida
diferente
a
la
cacería.
Y
un
zoológico
se
ofreció
a
recibir
a
Hipo
y
a
Matilda
si
le
garantizaban
recursos
para
adecuarles
un
espacio.
Incluso
una
revista
llamó
a
hacer
una
manifestación
en
un
parque
de
Bogotá,
todos
vestidos
de
gris
y
con
tutú.
La
idea
era
replicar
una
escena
de
Fantasía,
la
película
de
Disney
de
1940,
en
la
que
salen
unos
hipopótamos
bailando.
Con
toda
esa
presión
encima,
se
inició
una
investigación…
El
objetivo
del
procurador
Alejandro
Ordóñez
es
determinar
si
hubo
falta
disciplinaria
de
quienes
ordenaron
la
cacería
y
al
mismo
tiempo
detener
la
orden
de
ejecución
contra
los
animales.
El
22
de
julio
de
ese
año,
2009,
salió
la
noticia
de
que
una
autoridad
regional
involucrada
en
el
procedimiento
había
publicado
un
informe
de
cómo
fue
la
cacería.
En
realidad,
no
habían
sido
los
militares
los
que
mataron
a
Pepe.
Ellos
se
habían
encargado
de
proteger
la
zona,
para
no
poner
en
riesgo
a
las
personas.
Los
que
habían
disparado,
decía
el
informe,
eran
dos
cazadores
contratados
para
eso.
Este
es
un
programa
de
una
emisora
de
radio
en
el
que
hablan
sobre
ese
informe.
El
informe
entregado
por
CorAntioquia
revela
la
presencia
de
Federico
y
Cristian
Pfeil-Schneider,
dos
extranjeros
que
figuran
como
los
representantes
de
la
compañía
automotriz
Porsche
en
Colombia
y
quienes
fueron
los
encargados
de
la
cacería
de
Pepe.
Sin
embargo,
el
informe
no
menciona
cómo
fueron
seleccionados
o
convocados.
Pues
sí,
como
si
estuvieran
en
safari,
pues.
De
safari
buscando
al
hipopótamo
en
Colombia.
En
el
informe
también
decía
lo
que
iban
a
hacer
con
el
cadáver
del
animal…
Textualmente
el
informe
dice
lo
siguiente,
Yolanda:
“La
resolución
menciona
la
disposición
del
o
los
cadáveres
—recordemos
que
iban
tras
de
Pepe
y
Matilda,
que
es
la
hipopótama—
en
donde
las
vísceras
deberían
ser
enterradas
y
la
carcasa
—esto
se
refiere
al
cuerpo
del
animal—
transportada
para
la
colección
privada
del
señor
Federico
Pfeil-Schneider,
en
Bogotá”.
Federico
Pfeil-Schneider,
uno
de
los
dos
cazadores
mencionados.
En
el
programa,
los
periodistas
hablan
también
de
otras
fotos
de
la
cacería
de
Pepe,
que
no
fueron
publicadas
pero
estaban
incluidas
en
el
informe…
Son
terribles,
Yolanda.
Una
de
las
partes
más
espeluznantes
del
informe
es
una
fotografía
que
muestra
cómo
los
hombres
que
participaron
en
la
misión
están
haciendo
incisiones
en
las
patas
del
hipopótamo.
Además
otra
de
las
fotografías
muestra
cómo
el
animal…
iban
con
taxidermista
a
bordo
en
esta
misión
y
fue
desollado
la
parte
posterior
de
la
cabeza
con
el
fin
de
que,
pues,
fuera
ya
detallado
para
la
colección…
Para
que
la
puedan
colgar
en
la
pared.
Para
que
la
puedan
colgar
en
la
pared.
Ese
es
el
objetivo,
además
estaba
dada
la
autorización.
La
polémica
por
la
caza
de
Pepe
estaba
lejos
de
terminar.
Aunque
la
presión
mediática
llevó
al
ministerio
a
asegurar
que
no
iban
a
cazar
a
Matilda
y
a
su
supuesta
cría,
Hipo,
aún
había
muchas
dudas
en
el
aire.
Incluso
un
periodista
de
un
periódico
importante
empezó
a
especular
cuál
había
sido
el
verdadero
interés
detrás
de
la
decisión
de
cazarlo.
En
el
mercado
negro,
el
marfil
mueve
millones
de
dólares,
y
sigue
siendo
un
negocio
oscuro
muy
difícil
de
combatir.
De
ahí
la
pregunta
del
periodista:
¿dónde
estaba
la
cabeza
de
Pepe
y
sus
colmillos
de
marfil?
El
23
de
julio,
se
supo
dónde
estaba
la
cabeza
de
Pepe.
Dos
días
después
salió
esta
nota
en
televisión.
Los
vecinos
de
una
finca
en
Guasca,
Cundinamarca,
empezaron
a
notar
un
fuerte
olor.
Solo
los
más
imaginativos
dieron
con
el
origen:
la
cabeza
del
hipopótamo.
Yesid
Baquero…
Pues
María
Cristina,
fuimos
hasta
Guasca
a
ver
la
fosa
en
donde
está
la
cabeza
de
Pepe.
Guasca,
a
más
de
siete
horas
del
lugar
en
donde
lo
habían
cazado.
El
periodista
se
había
enterado
de
denuncias
a
la
policía
que
había
hecho
la
gente
del
pueblo,
y
que
aseguraban
que
la
cabeza
de
Pepe
estaba
en
un
terreno
de
la
zona.
El
mal
olor
indicaba
que
había
algo
grande
enterrado
ahí…
Noticias
Uno
llegó
hasta
el
lugar
donde
solo
había
un
caballo,
una
casa
vacía
y
este
hueco
tapado
con
ramas
en
donde
reposaría
el
cráneo
del
mamífero
de
más
de
2
toneladas
de
peso.
Aparentemente
los
vecinos
del
sector
no
sabían
nada
de
Pepe
pero
del
dueño
del
terreno.
Tengo
entendido
que
es
Carlos
Valderrama…
Carlos
Valderrama,
el
veterinario
de
la
Fundación
Vida
Silvestre
Neotropical
al
que
ya
escuchamos
antes.
El
mismo
que
el
ministerio
contactó
por
ser
experto
en
evitar
conflictos
entre
comunidades
y
animales
salvajes.
En
esa
misma
nota
televisiva
entrevistaron
a
Carlos,
y
él
confirmó
que
esa
era
su
propiedad
y
que,
efectivamente,
la
cabeza
del
hipopótamo
estaba
enterrada
ahí.
La
cabeza
está
completa.
Tiene
todos
sus…
sus
accesorios.
La
cabeza
simplemente
fue
removida
y
enterrada
tal
cual
se
retiró.
También
dijo
que
no
se
trataba
de
un
trofeo
para
los
cazadores,
como
se
había
especulado,
sino
que
sería
donada
a
un
parque-museo
a
las
afueras
de
Bogotá,
el
Parque
Jaime
Duque.
Aunque
no
aclaró
la
razón
por
la
que
se
tomó
la
decisión
de
exhibirla,
explicó
por
qué
tenían
que
enterrarla.
Para
que
el
proceso
de
descomposición
continúe
sin
producción
de
malos
olores.
Pero
algo
debían
estar
haciendo
mal,
porque
fue
precisamente
el
mal
olor
lo
que
atrajo
a
los
vecinos
y
luego
a
los
periodistas.
En
todo
caso,
la
idea
de
enterrarla
es
que
los
tejidos
blandos
se
descompongan
y
quede
solo
el
cráneo.
Luego
de
eso,
se
le
hace
un
proceso
de
taxidermia
y
así
se
puede
exhibir.
Esas
explicaciones
las
dio
Carlos,
pero
la
historia
de
la
cabeza
siguió
en
los
medios.
El
27
de
julio,
uno
de
los
cazadores
fue
entrevistado
por
primera
vez,
en
un
programa
de
radio.
El
mismo
que,
según
el
informe,
iba
a
recibir
la
cabeza
para
su
colección
privada.
Es
don
Frederick
Pfeil-Schneider.
Es
el
hombre
que
mató
a
Pepe.
Aunque
tiene
nombre
alemán
y
en
ese
momento
vivía
en
Alemania,
es
colombiano.
También
es
cazador
profesional
de
la
Federación
Colombiana
de
Tiro
y
Caza
Deportiva.
Señor
Schneider,
¿a
usted
quién
le
pide
que
haga
este
trabajo?
A
me
contactó
el
doctor
Carlos
Andrés
Valderrama
de
la
Fundación
Vida
Silvestre
Neotropical.
Del
hipopótamo,
dijo,
sabía
poco,
lo
que
había
aparecido
en
las
noticias:
que
era
macho
y
se
había
salido
del
Parque
Nápoles,
quizás
con
una
hembra
y
su
cría.
En
la
entrevista,
el
periodista
dice
que
para
cazar
a
un
hipopótamo
con
el
menor
sufrimiento,
se
necesita
experiencia,
muy
buena
puntería
y
un
arma
específica
con
munición
mortal.
Todo
eso
lo
tenía
Pfeil-Schneider.
Señor
Schneider,
¿qué
tipo
de
arma
utilizó
para
matar
a
Pepe?
Un
rifle
375
¿A
qué
distancia
estaba
usted
de
Pepe?
A
unos
80
metros.
Le
preguntaron
si
lo
que
lo
motivó
a
aceptar
el
encargo
de
matarlo
fue
quedarse
con
la
cabeza,
y
aunque
aclaró
que
en
un
principio
se
la
ofrecieron,
aseguró
que
él
mismo
la
rechazó…
Entonces
si
usted
decidió
declinar
esa
propuesta,
¿usted
cobró
algún
tipo
de
dinero
por
matar
al
animal?
No,
Dios
mío,
no.
Yo
hice
esto
como
un
favor
que
me
pidieron
porque
conozco
la
peligrosidad
de
ese
procedimiento,
y
porque
tengo
la
experiencia
y
el
arma
adecuada
y
la
puntería
necesaria
para
hacerlo.
La
idea
de
conservar
la
cabeza,
me
explicó
Carlos
Valderrama,
era
realizar
una
exhibición
educativa
contra
el
tráfico
ilegal
de
fauna,
el
motivo
por
el
cual
los
hipopótamos
habían
llegado,
años
atrás,
a
manos
de
Pablo
Escobar.
Todo
eso
estaba
especificado
en
un
permiso
legal
que
dio
en
junio
de
2009
la
Corporación
Regional
del
Centro
de
Antioquia.
Ahí
se
detalla
todo
el
procedimiento
y
sus
motivos
ambientales.
Y
deja
claro
algo:
si
encuentran
a
la
cría,
deben
contemplar
la
posibilidad
de
capturarla
con
vida
y
llevarla
al
mismo
Parque
Jaime
Duque.
Todo
se
hizo
con
los
protocolos
que
se
deben
hacer.
“Que
es
que
se
robó
la
cabeza”
¿Cómo
que
me
la
robé
si
está
firmado
que
yo
me
la
llevé?
Hay
un
permiso
de
transporte
de
la
cabeza
donde
yo
digo
que
me
lo
voy
a
llevar
para
hacer
el
procedimiento.
Cuando
estuviera
listo
el
proceso
de
taxidermia,
asegura
Carlos,
la
cabeza
de
Pepe
llegaría
intacta
al
Parque
Jaime
Duque.
Y
eso
no
había
sido
decisión
suya.
Los
hipopótamos
son
parte
de
los
bienes
que
incautaron
las
autoridades
en
la
Hacienda
Nápoles.
Es
que
los
hipopótamos
son
propiedad
del
Estado.
Entonces
el
destino
de
los
hipopótamos
y
el
destino…
vivos
o
de
sus
partes,
si
se
sacrifica
a
algún
individuo
es
una
decisión
del
gobierno
o
de
las
autoridades
ambientales
competentes.
En
agosto
de
2009,
después
de
unas
semanas
de
polémica
por
la
muerte
de
Pepe,
la
Procuraduría
reafirmó
que
todo
había
sido
legal,
pero
le
recomendó
a
la
Dirección
Nacional
de
Estupefacientes
que
asumiera
una
política
de
manejo
de
fauna
silvestre.
Aunque
todo
quedaría
en
eso…
una
recomendación.
Una
cosa
era
muy
clara:
matar
a
otro
de
los
hipopótamos
de
la
Hacienda
Nápoles
sería
algo
extremadamente
sensible.
El
sacrificio
de
Pepe
había
dejado
muy
afectada
la
imagen
del
Ministerio
de
Ambiente
y
ponía
en
duda
cualquier
decisión
futura
que
se
tomara
sobre
el
tema.
Carlos
Costa,
el
ministro
de
Ambiente
en
ese
momento,
reconoce
que
nunca
pensaron
que
a
la
gente
le
iba
a
importar
tanto
un
hipopótamo…
No
anticipamos
que
esto
pudiera
ser
algo
tan…
con
tanto
apetito,
digamos,
mediático,
y
que
generara
tantas
emociones
en
general.
Esa
primera
foto,
por
ejemplo.
No
anticiparon
el
impacto
que
podría
tener
una
imagen
así,
con
militares
celebrando
sobre
un
cadáver,
en
un
país
con
tantos
años
de
guerra.
También
reconoce
otro
error:
no
haber
educado
a
la
gente
sobre
lo
delicada
que
era
toda
esta
situación
ambiental,
antes
de
jalar
el
gatillo.
Y
la
consecuencia
más
grave
de
eso
fue
que
las
autoridades
que
siguieron
en
el
Ministerio
prefirieron
desentenderse
del
tema
de
los
hipopótamos…
Hubo
mucho
susto
de
enfrentar
esa
situación
luego
de
esta
alta
visibilidad
que
tuvo
la…
el
manejo
de
control
de
este
animal.
Y
posteriormente
se
escondió
el
tema,
se
lo…
se
lo
ignoró.
Pero
tarde
o
temprano,
una
manada
de
animales
de
dos
toneladas
iba
a
convertirse
en
un
problema.
Los
hipopótamos
seguirían
allí,
sumergidos
en
el
agua
de
día,
buscando
alimento
de
noche.
Y
atacando
si
se
sentían
amenazados.
Y,
claro,
en
algún
momento,
algún
otro
iba
querer
salir
a
dar
una
vuelta
afuera
del
parque…
Una
pausa
y
volvemos.
Hola
Ambulante,
si
eres
nuevo
escuchando
nuestro
podcast,
quiero
darte
la
bienvenida.
En
Radio
Ambulante
estamos
comprometidos
a
ofrecerte
cada
vez
más.
No
sólo
más
historias
conmovedoras
sino
también
más
formas
de
hacerte
sentir
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de
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Por
eso,
quiero
animarte
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cosas:
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te
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y
seguir
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historias
como
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que
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En
nombre
de
todo
el
equipo,
muchas
gracias.
Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante,
soy
Daniel
Alarcón.
Antes
de
la
pausa,
escuchamos
cómo
la
caza
del
hipopótamo
Pepe,
fugado
de
una
hacienda
que
fue
de
Pablo
Escobar,
causó
una
gran
indignación
en
Colombia.
Resolver
la
situación
se
convirtió
en
un
tema
muy
delicado
y,
por
eso,
el
gobierno
prefirió
dejar
la
discusión
hasta
ahí.
Tal
vez
más
adelante
encontrarían
la
forma
de
resolverla.
Pero
los
hipopótamos
no
eran
un
problema
del
futuro:
ya
había
alrededor
de
30
y
cada
vez
aparecerían
más
seguido
en
diferentes
pueblos.
David
Trujillo
nos
sigue
contando…
En
2010,
apenas
un
año
después
de
la
muerte
de
Pepe,
llegaron
reportes
a
las
autoridades
de
que
había
otro
hipopótamo
fuera
del
parque,
pero
esta
vez
en
una
zona
más
cercana.
Se
hablaba
de
otro
macho
joven
echado
de
la
manada.
Y
eso
ponía
a
los
hipopótamos
cada
vez
más
cerca
de
ser
considerados
una
especie
exótica
invasora.
¿Qué
significa
eso?
Bueno,
las
migraciones
humanas,
desde
hace
millones
de
años,
han
transportado
especies
animales
y
vegetales.
El
peligro
se
genera
cuando
estas
especies
empiezan
a
vivir
y
reproducirse
en
estado
salvaje,
alterando
la
delicada
red
de
equilibrios
de
un
hábitat
muy
distinto
al
suyo.
Y
poniendo
en
riesgo
a
especies
nativas.
No
es
algo
menor:
las
especies
invasoras
hoy
son
la
segunda
causa
de
extinción
de
otras
especies
en
todo
el
mundo.
Por
eso,
desde
1994,
Colombia
ha
firmado
tratados
internacionales
y
leyes
locales
para
regular
el
tema.
En
ellos
se
compromete
a
evitar
que
estas
especies
lleguen
al
país
y,
si
ya
entraron,
a
controlar
su
reproducción
o
erradicarlas.
En
2008,
incluso
se
hizo
una
lista
oficial
de
invasores:
el
pez
león,
la
rana
toro,
la
hormiga
loca,
el
caracol
gigante
africano…
pero
en
la
lista
no
había
ni
rastro
de
los
hipopótamos,
a
pesar
de
ser
una
especie
territorial,
que
ataca
a
cualquier
individuo
que
compita
por
su
alimento
o
espacio.
Lo
que
dejan
claro
las
regulaciones
colombianas
es
que
las
autoridades
están
obligadas
a
hacer
algo,
con
base
en
lo
que
dicen
los
acuerdos
internacionales.
En
pocas
palabras,
frente
a
una
invasión
de
vertebrados
peligrosos,
hay
que
intentar
contenerlos,
es
decir,
encerrarlos.
Esto
para
que
no
afecten
el
nuevo
hábitat.
Y
si
no
es
posible
contenerlos,
ahí
aplicar
la
caza
de
control.
Todo
depende
de
la
especie,
de
los
estudios
que
se
hagan
sobre
la
velocidad
de
su
reproducción
y
del
impacto
que
esté
causando
al
ecosistema.
Pero
volvamos
al
hipopótamo
que
se
salió
del
parque
en
2010.
Cuando
se
reportó
el
caso,
se
reunieron
las
autoridades,
el
equipo
de
veterinarios
del
parque
y,
otra
vez,
Carlos
Valderrama,
el
veterinario
que
ya
escuchamos.
Había
que
pensar
en
soluciones,
pero
como
el
sacrificio
de
Pepe
había
sido
tan
polémico,
decidieron
que
lo
mejor
era
irse
por
otro
camino.
Este
es
Carlos
otra
vez…
Optamos
por
la
opción
de
capturarlo,
castrarlo
y
devolverlo
a
la
Hacienda
Nápoles.
Apostándole
a
que
al
ya
estar
castrado,
no
iba
a
tener
ese
conflicto
con
el
macho
dominante
y
no
iba
a
ser
relegado
o
desplazado
nuevamente.
Capturarlo
y
castrarlo.
A
un
hipopótamo
salvaje.
Ya
oyeron
a
Carlos:
esa
era
la
apuesta
y,
bueno,
digamos
que
hay
apuestas
más
fáciles
de
cumplir.
De
hecho,
aunque
la
castración
de
machos
está
en
las
recomendaciones
de
las
organizaciones
internacionales,
había
muy
pocos
antecedentes
en
el
mundo.
Entre
esos
uno
en
Israel
que,
por
cierto,
había
terminado
en
la
muerte
del
animal.
Y
es
que
el
riesgo
no
era
solo
para
los
que
se
iban
a
animar
a
meterle
bisturí
a
esas
dos
toneladas
de
fuerza
dormida.
También
lo
era
para
el
propio
hipopótamo:
con
la
cantidad
de
anestesia
que
tenían
que
darle,
fácilmente
podían
matarlo.
Los
hipopótamos
tienen
un
gran
contenido
de
grasa
en
su
cuerpo
y
la
grasa,
digamos,
acumula
anestésicos.
Y
eso
puede
ser
muy
engañoso,
porque
como
el
animal
no
reacciona
de
inmediato
al
anestésico,
puede
creerse
que
necesita
más.
Lo
administras
y
se
va
acumulando.
De
un
momento
a
otro
se
libera
todo
ese
medicamento
y
tienes
un
exceso
de
anestesia
o
de
sedación
que
puede,
pues
digamos,
deprimir
demasiado
el
sistema
nervioso
central.
O
sea,
matarlo.
Pero
además,
en
ese
lapso
entre
que
la
anestesia
hace
o
no
efecto,
es
posible
que
el
hipopótamo
se
asuste,
corra
al
agua
a
esconderse
y
si
se
sumerge
antes
de
que
la
dosis
le
haga
efecto,
pues
puede
ahogarse.
Todo
se
complica
con
ellos.
Aparte
de
eso
si
lo
logras
anestesiar
adecuadamente,
si
ellos
quedan
en
una
mala
posición
se
pueden
ahogar
porque
no
pueden
ventilar
por
su
propio
peso.
Pero
el
tema
de
la
anestesia
no
era
lo
único.
También
tenían
que
pensar
en
la
cirugía.
¿Dónde
debían
hacerla?
¿Era
mejor
llevarlo
al
parque
y
operarlo
ahí,
o
en
la
zona
donde
estuviera?
¿Y
cómo
iban
a
transportar
un
animal
de
semejante
tamaño?
Se
necesitaba
una
logística
grande.
También
dinero…
mucho
dinero.
Así
que
Carlos
decidió
salir
a
buscar
patrocinadores
para
la
operación.
Conseguimos
quién
nos
apoyara
el
procedimiento.
Discovery
Channel
apoyó
el
procedimiento
de
castración
y
de
captura
del
individuo.
Nos
costó
50
mil
dólares.
O
sea,
es
bastante
costoso.
Eso,
según
me
dijo
Carlos,
cubriría
los
gastos
de
seguimiento
del
hipopótamo
por
unos
meses,
cámaras
con
sensores
de
movimiento
diurnas
y
nocturnas,
y
una
jaula
diseñada
especialmente
para
capturarlo
y
transportarlo.
También
estaban
la
anestesia,
que
era
mucha,
los
dardos
para
aplicarla,
los
medicamentos,
una
retroexcavadora
para
levantarlo
y
meterlo
en
la
jaula,
y
una
grúa
para
moverla.
Todo
el
proceso
estaría
a
cargo
de
un
equipo
de
diez
personas
que
trabajarían
codo
a
codo
en
la
castración.
Participarían
algunos
veterinarios
del
parque,
Carlos
Valderrama
y
su
fundación,
dos
universidades,
el
Ministerio
de
Ambiente,
la
autoridad
ambiental
regional
y
hasta
los
militares,
que
apoyarían
la
logística.
Discovery
Channel,
por
su
parte,
grabaría
un
documental.
La
primera
misión
era
encontrar
al
hipopótamo.
Aunque
había
reportes
de
avistamientos,
la
zona
a
rastrear
tenía
un
área
de
más
de
20
mil
kilómetros
cuadrados.
Eso
es
como
el
tamaño
de
un
país
como
El
Salvador.
Estuvimos
buscando,
entrevistando
a
los
diferentes
propietarios
y
personas
que
vivían
en
la
zona
a
ver
dónde
lo
habían
visto.
Como
si
fueran
detectives,
el
equipo
comenzó
a
rastrear
las
huellas
que
iba
dejando
el
animal,
intentando
trazar
la
ruta
por
donde
se
movía.
Esta
es
una
parte
del
documental
de
Discovery
Channel.
Todo
esto
es
claramente
huellas
de
hipopótamo,
son
muy
grandes
para
ser
un
animal
colombiano.
Son
profundas,
de
un
animal
pesado.
Aquí
podemos
ver
incluso
los
cuatro
dedos
de
la…
de
la
huella.
Pues,
emocionante,
al
parecer
ya
vamos
por
donde
tenemos
que
ir.
Como
los
hipopótamos
suelen
salir
del
agua
durante
las
noches
para
buscar
alimento,
decidieron
ir
poniendo
comida
en
varios
puntos
para
atraerlo.
Le
poníamos
de
todo:
zanahorias,
lechuga,
le
poníamos
lo
que…
realmente
íbamos
a
la
plaza
de
mercado
y
lo
que
encontráramos
por
bultos
eso
era
lo
que
llevábamos.
Ellos
comen
de
todo,
pues
herbívoros,
¿no?
Y
en
esos
puntos,
junto
a
la
comida,
instalaban
las
cámaras
con
sensores
de
movimiento.
Estuvieron
revisándolas
varios
días
sin
éxito.
Hasta
que
finalmente…
Estamos
chequeando
las
fotos
que
tomaron
las
cámaras
y,
pues,
finalmente
podemos
confirmar
que
el
hipopótamo
está
viniendo
a
comer
al
sitio
de
ceba.
La
cámara
dispara
ante
cada
movimiento,
por
lo
que
en
el
documental
se
ve
cómo
revisan
una
serie
de
fotos.
Son
a
color
pero
no
están
muy
nítidas,
porque
es
de
noche
y
la
luz
es
mínima.
En
la
primera
se
alcanza
a
ver
el
pasto
de
la
zona
y
un
montículo
en
la
esquina
izquierda
de
abajo.
Esa
es
la
comida.
Luego,
en
las
otras
fotos,
va
apareciendo
el
hipopótamo
desde
el
lado
derecho.
Primero
sale
una
parte
de
la
cabeza
y
sus
ojos
brillantes
por
el
flash
de
la
cámara.
Luego
vienen
las
orejas,
el
cuello,
las
patas
delanteras…
Poco
a
poco,
su
cuerpo
va
ocupando
casi
toda
la
imagen,
hasta
que
se
detiene
frente
a
la
comida.
Es
un
animal
muy
grande.
Con
la
poca
luz
se
alcanza
a
ver
su
piel
casi
sin
pelo,
de
un
color
que
parece
gris
y
marrón
y
también
rojizo.
Es
un
animal
mucho
más
grande
de
lo
que
nos
esperamos.
Yo
creo
que
está
alrededor
de
los
1.500,
2.000
kilos.
En
las
fotos,
el
hipopótamo
empieza
a
comer.
Mueve
su
cabeza
en
varias
direcciones
pero
no
se
le
alcanzan
a
ver
los
colmillos
en
todo
su
esplendor.
Sigue
comiendo,
comiendo
y
comiendo,
y
el
montículo
se
reduce
hasta
que
queda
plano.
Luego
desaparece
por
el
lado
izquierdo
del
encuadre.
Bueno,
al
menos
ya
sabían
por
dónde
andaba,
pero
atraparlo
era
otra
cosa.
Carlos
y
su
equipo
habían
diseñado
una
jaula
especial,
y
el
plan
era
dejarla
en
el
punto
donde
le
tomaron
las
fotos,
pero
esta
vez
con
la
comida
adentro.
Y
le
habíamos
diseñado
una
trampa
a
la
puerta
para
que
cuando
él
entrara,
cayera
y
quedara
contenido
dentro
de
la
jaula.
Una
jaula
enorme,
una
jaula
enorme
y
especialmente
diseñada
para
ellos,
con
esquís
y
todo
para
poderla
jalar.
Lo
intentaron
durante
varios
días,
pero
cada
vez
que
revisaban
las
fotos
de
la
cámara,
quedaban
más
seguros
de
que
el
plan
no
iba
a
funcionar…
Desafortunadamente
no,
no,
no
logramos
que
entrara…
Nunca,
nunca
le
generó
la
suficiente
confianza
para
que
él
pudiera
entrar.
No
había
de
otra.
Tenían
que
cambiar
la
estrategia.
Ya
sabíamos
dónde
estaba,
entonces
dijimos,
bueno,
podemos
arriesgarnos
a
capturarlo
sin
la
jaula,
con
anestesia,
para
castrarlo
y,
cuando
ya
estuviera
anestesiado,
ubicarlo
dentro
de
la
jaula
para
su
transporte.
Jorge
Caro,
el
jefe
de
veterinarios
del
parque
que
estaba
acompañando
ese
proceso,
se
iba
a
encargar
del
delicado
tema
de
la
anestesia.
Este
es
Jorge…
Empezamos
a
buscar
el
sitio
como
que
más
garantías
nos
ofreciera
para
disparar
los
dardos.
Un
espacio
amplio,
alejado
de
cualquier
zona
donde
hubiera
gente.
Aunque
eso,
más
que
de
ellos,
dependía
de
dónde
estuviera
el
hipopótamo.
El
plan,
además,
tenía
otros
problemas…
Las
medicaciones
que
se
usan
para
anestesiar
megavertebrados
como
elefantes
y
rinocerontes
no
están
permitidas
en
el
país,
no
se
venden.
Porque,
por
un
lado,
no
hay
una
demanda
considerable
que
justifique
su
importación.
Y
por
el
otro,
como
son
narcóticos
pesados,
pueden
ser
muy
adictivos
y
extremadamente
peligrosos
para
los
humanos…
bueno,
también
para
los
hipopótamos.
No
están
recomendados
en
la
especie
porque
generan
mucha
mortalidad
en
hipopótamos
puntualmente.
Ya
mencionamos
el
tema
de
la
grasa
corporal
del
animal.
Jorge
había
estado
revisando
estudios
que
se
habían
hecho
en
otros
zoológicos
del
mundo.
Con
base
en
eso
y
en
las
recomendaciones
de
expertos
africanos
en
hipopótamos,
escogieron
un
cóctel
de
productos
que
había
en
el
mercado
nacional
para
sedar
al
animal.
No
dejaba
de
ser
riesgoso,
pero
era
la
única
opción
que
les
quedaba.
Para
ese
momento,
ya
llevaban
entre
tres
y
cuatro
meses
de
seguimiento
al
animal.
Y,
como
había
pasado
con
Pepe,
Matilda
e
Hipo,
el
equipo
ya
le
había
puesto
nombre
al
hipopótamo
fugitivo.
Lo
llamaron
Napolitano,
en
honor
a
la
hacienda.
Cuando
finalmente
lo
encontraron,
habían
pasado
varios
días
desde
que
la
cámara
le
tomó
las
fotos.
Estaba
en
un
lago
pequeño,
cerca
de
ahí.
Pero
cuando
se
intentaron
acercar,
Napolitano
se
alteró.
Empezó
a
batir
la
cola
en
señal
de
advertencia,
botando
excremento.
Y
hacía
movimientos
de
amenaza,
como
si
los
fuera
a
perseguir
si
no
se
iban
de
inmediato.
Decidieron
dejar
el
procedimiento
para
el
día
siguiente,
pero
cuando
ya
estaban
preparados
para
empezar,
el
hipopótamo
no
apareció
sino
hasta
el
final
de
la
tarde,
cuando
ya
se
estaba
oscureciendo.
Tenían
que
aplazarlo
un
día
más,
pero
para
que
el
animal
no
se
volviera
a
perder,
el
ejército
hizo
un
cordón
de
seguridad
y
lo
estuvo
vigilando
toda
la
noche.
Tenían
que
proceder
cuanto
antes
o
seguiría
escapando.
Y
como
ya
empezaba
la
temporada
de
lluvias,
el
terreno
se
inundaba
cada
vez
más.
Así
que
empezaron
a
las
5
de
la
mañana
del
día
siguiente.
Napolitano
seguía
muy
nervioso.
Un
hombre
a
caballo,
que
ayudaba
en
el
procedimiento,
empezó
a
agitar
un
trapo
para
hacerlo
salir
del
agua,
y
Napolitano
se
lanzó
a
embestirlo.
Por
fortuna,
no
lo
alcanzó,
y
el
vaquero
lo
atrajo
hasta
un
espacio
más
seco.
Jorge,
el
veterinario
del
parque,
ya
lo
tenía
en
la
mira
de
su
rifle
que
tenía
dardos
con
anestesia.
Pero
el
primer
dardo
rebotó
por
la
piel
gruesa
de
Napolitano.
Jorge
lo
intentó
varias
veces.
Se
fue
acercando
despacio,
se
escabulló
detrás
de
un
matorral
y
apuntó
con
el
rifle.
Disparó.
El
dardo
le
dio
justo
en
el
cuello
al
hipopótamo.
Un
tiro
perfecto.
Entonces
Napolitano,
un
poco
confundido,
empezó
a
correr.
Lo
que
todos
temían…
El
animal
se
metió
al
agua
y
fue
un
problema
terrible
seguir
dardeándolo
ahí
porque
seguía
necesitando
más
dosis
para
anestesiarse.
Empezó
a
flotar
un
poco
como
la
nalga
del
animal,
entonces
me…
me
subí
en
el
brazo
de
la
retroexcavadora,
me
levantó
como
dos
o
tres
metros
en
el
aire,
ahí
quedé
de
mejor
ángulo
y
le
pude
asestar
ya
un
buen
dardo.
Carlos
Valderrama,
de
la
Fundación
Vida
Silvestre
Neotropical,
estaba
ahí
coordinando
todo
el
proceso.
Y
ya
empezaba
a
preocuparse…
Si
lo
seguimos
anestesiando
ahí
metido
en
el
lago
pues
se
nos
va
a
morir.
Ya
llevábamos
una
hora
y
no
salía
del
lago.
Por
suerte,
el
equipo
llevaba
unos
montoncitos
de
pólvora
envueltos
en
papel,
que
habían
comprado
para
hacer
ruido
por
si
en
algún
momento
el
animal
atacaba
a
alguien.
Con
eso
podían
asustarlo
y
que
se
alejara.
Pusimos
las
papeletas
al
borde,
se
asustó
y
se
salió
del
lago
y
ahí
el
veterinario
le
logró
poner
otra
dosis
anestésica
y
ahí
ya
él
sucumbió
al
anestésico
y
se
quedó
quieto.
Muy
cerca
al
lago,
pero
ya
en
tierra
firme.
Napolitano
intentó
escapar,
pero
ya
tenía
dos
dardos
encima,
y
se
desplomó
con
la
cabeza
erguida.
Aún
hacía
fuerza
para
parpadear
cuando
Jorge
le
dio
un
último
disparo
de
anestésico.
El
hipopótamo
trató
de
pararse,
pero
ya
no
pudo.
Unos
minutos
después,
se
quedó
dormido
completamente.
En
ese
momento,
los
veterinarios
se
pusieron
manos
a
la
obra,
lanzándose
sobre
el
animal
para
amarrarle
las
patas
y
el
hocico.
Mientras
tanto
le
canalizaban
las
venas
para
inyectarle
analgésicos,
antibióticos
y
más
anestesia.
Después
lo
levantaron
con
la
retroexcavadora
y
lo
metieron
dentro
de
la
jaula.
Una
vez
que
estuvo
ahí,
al
fin
comenzó
el
procedimiento
quirúrgico.
Los
veterinarios,
recordemos,
tenían
que
abrir
el
cuerpo
de
Napolitano,
porque
los
testículos
de
los
hipopótamos
son
internos.
Entrar
a
buscar
esos
testículos
en
la
zona
inguinal
fue
otro
trabajo
fuerte.
Entonces,
digamos,
era
incómodo
y
sobre
todo
que
las
estructuras
son
muy
fuertes,
muy
grandes.
Normalmente
una
castración
dura
15
minutos,
media
hora,
por
grande
que
sea
el
individuo.
En
esta
nos
demoramos
una
hora
y
media.
Sacaron
los
testículos,
que
son
tan
grandes
como
mangos,
y
lo
suturaron.
Parecía
estar
respondiendo
bien
a
la
anestesia,
los
signos
vitales
parecían
estables…
o
sea
todo
estaba
saliendo
como
esperaban.
Lo
que
seguía
era
moverlo
al
Parque
Nápoles.
Un
helicóptero
de
la
Fuerza
Aérea
se
encargaría
de
levantar
la
jaula
con
un
arnés.
Serían
entre
tres
y
cinco
minutos
de
vuelo,
más
o
menos,
pero
era
la
primera
vez
que
hacían
algo
así.
Como
ellos
me
lo
decían,
nosotros
hemos
transportado
cargas
del
mismo
peso,
pero
nunca
un
animal
vivo.
Cuando
estás
llevando
en
un
helicóptero
una
carga
y
la
carga
se
mueve,
el
mismo
movimiento
de
lo
que
llevas
cargado
es
el
doble
en
el
helicóptero.
O
sea,
como
que
cada
paso
era
más
difícil.
El
piloto
del
helicóptero
no
estaba
muy
seguro
de
que
la
hazaña
fuera
a
resultar
bien,
y
exigió
que
le
garantizaran
que
no
se
iba
a
despertar
en
pleno
vuelo.
Pero
solo
había
una
forma
de
estar
seguros:
más
anestesia…
Era
una
decisión
difícil,
pero
no
podían
dejarlo
ahí,
fuera
del
parque.
En
el
documental,
se
nota
la
preocupación
de
Jorge
Caro.
Anestésicamente
estamos
ya
pasados
del
tiempo
que
quisiéramos
tener
en
anestesia
del
animal.
Todo
en
función
de
la
seguridad
del
vuelo.
En
un
momento,
pide
a
los
militares
que
se
apuren
lo
más
que
puedan.
Caballeros,
dentro
de
todos
los
protocolos
de
seguridad,
les
pediré
un
poquito
de
premura
porque
tenemos…
el
animal
se
nos
está
pasando
del
tiempo
anestésico.
“El
animal
se
está
pasando
del
tiempo
anestésico”,
dice.
Se
podía
morir…
así
que
muy
rápido
engancharon
la
jaula
y
autorizaron
el
despegue.
Ejercicio
gancho
de
carga,
transporte
de
hipopótamo
hacia
la
Hacienda
Nápoles.
PAX
07.
Kilogramos:
300.
Carga
externa:
2.950…
Era
un
momento
crítico.
Cualquier
error
de
cálculo,
así
fuera
mínimo,
podía
mandar
el
helicóptero
quién
sabe
a
dónde
y
resultar
en
un
accidente
fatal.
El
helicóptero
se
elevó
y,
poco
a
poco,
el
arnés
enganchado
a
la
jaula
se
fue
tensando.
Todos
miraban
nerviosos
al
animal
dormido.
Al
final,
la
jaula
se
levantó
del
piso
y
el
helicóptero
empezó
a
avanzar.
Era
un
primer
paso,
pero
todavía
faltaban
más
de
tres
minutos
de
viaje…
Estaba
haciendo
demasiado
calor,
el
animal
era
muy
pesado
y
el
helicóptero
después
de
despegar
se
empezó
a
recalentar.
A
recalentar
en
pleno
vuelo.
En
la
desesperación,
el
piloto
del
helicóptero
amenazó
con
soltar
la
jaula.
Imagínense
un
hipopótamo
de
ese
tamaño…
en
caída
libre…
desde
cientos
de
metros
de
altura…
en
una
jaula…
¡BOOM!
Hasta
ahí
llegaba
todo.
Era
una
locura,
pero
para
el
piloto
era
eso
o
incluir
al
helicóptero
y
a
la
gente
adentro
en
esa
caída…
Carlos
Valderrama,
el
veterinario
de
la
fundación,
estaba
muy
nervioso.
Mientras
hablaba
con
el
piloto,
se
asomaba
por
una
de
las
ventanas
para
ver
cómo
estaba
Napolitano.
Jorge
Caro,
el
encargado
de
la
anestesia,
miraba
fijamente
la
jaula
desde
una
abertura
en
el
piso.
No
hacía
nada
más.
Ni
siquiera
hablaba
ni
se
movía.
En
pleno
vuelo,
solo
le
pasaba
una
cosa
por
la
cabeza:
Yo
pienso
que
más
bien
nos
matamos
todos
con
el
hipopótamo
pero
yo
no
quiero
ver
caer
ese
hipopótamo
desde
acá,
¿qué
tal?
Ya
quedaba
poco.
El
piloto
aceleró.
Finalmente
la
hacienda
ya
se
veía
más
o
menos
cerca,
entonces
pues
le
puso
ahí
toda
la
velocidad
posible,
ya
se
vio
la
pista
de
la
hacienda
y
logramos
aterrizar,
pues,
sin
inconvenientes.
Muy
rápido,
revisaron
que
Napolitano
siguiera
vivo.
Solo
estaba
dormido,
pero
tenían
que
despertarlo
ya.
Así
que
Jorge
corrió
a
la
jaula
a
ponerle
una
inyección
de
yohimbina
para
reanimarlo.
De
inmediato,
el
animal
se
incorporó,
después
de
haber
estado
sedado
durante
más
de
tres
horas.
Se
veía
muy
bien.
Taparon
la
jaula
con
unas
telas
negras
para
que
no
se
estresara
más.
Cuando
lo
subieron
a
la
grúa
se
levantaron
las
llantas
de
adelante
por
el
peso.
Pero
bueno,
por
lo
menos
ya
no
estaban
en
el
aire.
Una
vez
la
estabilizaron,
pudieron
manejar
hasta
el
sitio
donde
lo
iban
a
liberar,
muy
cerca
del
lago
donde
estaba
la
manada.
Napolitano
estuvo
tranquilo.
Ya
era
de
noche.
Fue
un
procedimiento
bastante
largo.
Empezamos
a
las
cinco
de
la
mañana
y
lo
liberamos
a
las
siete
de
la
noche.
Nos
tocó
esperar,
él
ya
estaba
levantado,
ya
estaba
bien
parado
y
lo
liberamos.
Y
él
salió
caminando,
se
metió
al
lago
y
se
quedó
durante
más
o
menos,
lo
que
nos
dijeron
fue,
como
dos
días
en
ese
lago.
Luego
Napolitano
se
unió
a
la
manada
sin
problemas.
Una
de
las
pocas
castraciones
registradas
de
un
hipopótamo
salvaje,
contra
todo
pronóstico,
había
sido
un
éxito.
Con
el
tiempo,
los
veterinarios
del
parque
le
perdieron
el
rastro.
No
tenía
marcas
evidentes
y
es
difícil
distinguir
a
un
hipopótamo
de
otro.
Pero,
en
general,
son
animales
muy
resistentes
a
las
heridas
y
tienen
un
sistema
inmunológico
fuerte.
Lo
más
probable
es
que
haya
seguido
bien.
Sin
embargo,
aunque
la
historia
de
Napolitano
había
tenido
un
final
feliz,
el
método
había
sido
muy
difícil
para
que
se
convirtiera
en
la
solución
al
problema.
Aprendimos
mucho
de
la
experiencia.
Nos
dimos
cuenta
pues
que,
si
bien
se
podía
hacer,
era
tremendamente
complicado,
costoso,
riesgoso,
impredecible.
Una
cantidad
de
situaciones,
de
variables
que…
que
podían
afectar
el
resultado
drásticamente
y
que
en
muchas
situaciones
simplemente
no
era
viable.
Un
año
después
de
la
castración
de
Napolitano,
en
2011,
el
Ministerio
de
Ambiente
publicó
un
nuevo
plan
para
manejar
a
las
especies
exóticas
invasoras.
Y
esta
vez
puso
a
los
hipopótamos
en
la
lista.
El
plan
contemplaba
varias
opciones,
incluyendo
la
erradicación,
pero
el
tema
seguía
siendo
muy
sensible.
En
2012,
tres
años
después
de
la
muerte
de
Pepe
y
el
escándalo
de
su
cabeza,
una
sentencia
de
un
juzgado
prohibió
que
mataran
a
la
hembra
y
a
la
cría
que,
supuestamente,
habían
salido
del
parque
con
él.
Nada
de
permisos
ni
recomendaciones
para
caza
de
control.
Las
autoridades
tenían
que
garantizar
su
captura
y
reubicación.
La
sentencia
hablaba
sobre
esos
dos
animales
en
específico,
aunque
nadie
sabía
cómo
eran
o
si
habían
existido
realmente.
Así
que,
en
la
práctica,
significó
la
prohibición
de
cualquier
tipo
de
caza
de
hipopótamos
en
Colombia.
Y
eso
le
ató
las
manos
a
las
autoridades
ambientales,
que
se
limitaron
a
crear
planes
de
educación
comunitaria
para
advertir
el
peligro
de
acercarse
a
ellos.
A
la
manada
principal
intentaron
contenerla
dentro
del
parque
lo
más
que
se
pudiera,
tratando
de
delimitar
el
lago
y
las
zonas
por
donde
se
mueven
dentro
del
parque
con
mármol,
arbustos,
alambres
de
púas
y
cercas
eléctricas.
También
siguieron
alimentándolos.
Pero
no
es
suficiente,
claro.
No
es
lo
mismo
encerrar
hipopótamos
que
vacas
o
cerdos
y,
además,
confiar
que
no
tumbarán
la
cerca.
Se
han
castrado
diez
machos
jóvenes
dentro
del
Parque
Nápoles,
que
son
menos
agresivos
y
más
fáciles
de
controlar.
En
2018
llevaron
uno
de
esos
animales
a
otro
zoológico.
Una
operación
que
terminó
costando
alrededor
de
5
mil
dólares.
Además
de
ese,
aseguran
que
han
reubicado
otros
cuatro.
Las
autoridades
ambientales
saben
que
deberían
esterilizar
a
muchos
más
para
parar
la
reproducción,
pero
dicen
que
la
situación
es
tan
compleja
que
no
han
podido
controlar
el
crecimiento
de
la
población.
Y
eso
hablando
solo
de
los
que
están
en
el
parque…
sin
contar
los
que
ya
viven
afuera.
Pero
si
algo
está
fuera
de
dudas,
es
que
la
población
sigue
y
seguirá
creciendo.
Carlos
Valderrama
lo
compara
con
una
película
muy
famosa…
Es
un
Jurassic
Park
en…
en
potencia,
claro
que
sí.
O
sea,
es
todas
esas
películas
que
vemos
que
sale
de
control
una
población
con
todas
las
implicaciones
que
tiene
eso
para
el
ambiente
y,
pues,
por
una
población
de
este
tipo,
en
un
país
como
el
nuestro.
La
diferencia
con
Jurassic
Park
es
que
ahí
al
menos
los
dinosaurios
estaban
en
una
isla,
había
un
océano
que
no
los
dejaba
llegar
al
continente.
En
el
caso
de
los
hipopótamos,
por
más
grande
que
sea
el
terreno
del
Parque
Nápoles,
no
hay
nada
que
les
impida
llegar
a
zonas
cada
vez
más
alejadas.
Jorge
Caro,
el
jefe
del
equipo
de
veterinarios
del
parque,
dice
que
es
una
situación
que
no
tiene
ni
con
qué
compararse.
Yo
pienso
que
Colombia
es
tan
excepcional
en
todo,
que
hasta
en
este
caso
en
particular
es
una…
es
una
circunstancia
totalmente
macondiana,
pues.
Colombia
es
el
único
país
del
mundo
que
tiene
un
mega
vertebrado
de
varias
toneladas
como
especie
invasora.
Desde
la
castración
de
Napolitano,
en
2010,
han
aparecido
varios
reportes
más
de
avistamientos.
Y
noticias,
como
esta
de
julio
de
2018…
Habitantes
de
dos
veredas
limítrofes
entre
Puerto
Triunfo
y
Puerto
Nare
en
Antioquia
se
encuentran
preocupados
por
la
ferocidad
que
muestran
dos
hipopótamos
cuando
pasan
cerca
de
ellos
en
sus
canoas.
Esas
noticias,
en
general,
se
quedaban
en
lo
de
siempre:
la
curiosa
historia
de
los
hipopótamos
colombianos.
Pero
el
11
de
mayo
de
2020…
Luis
Enrique
Díaz
Flóres,
un
campesino
de
43
años
de
edad,
sería
la
primera
persona
atacada
en
Colombia
por
un
hipopótamo.
Los
hechos
ocurrieron
en
zona
rural
de
Puerto
Triunfo,
Antioquia.
En
esa
nota
entrevistaron
a
un
testigo
de
lo
que
pasó…
Estábamos
fumigando
en
el
potrero
y
el
muchacho
fue
a
recoger
el
agua
del
caño.
Cuando
venía
con
el
timbo
de
allá
pa
acá
me
pegó
un
grito:
¡El
hipopótamo!
Entonces
yo
boté
el
motor
y
arrancamos
a
correr
juntos.
Pero
desgraciadamente
el
hipopótamo
le
echó
mano
a
él,
cogiéndolo
en
la
boca
y
sacudiéndolo
pa
lado
y
lado.
El
hombre
estuvo
en
shock
por
15
días,
pero
sobrevivió.
Al
día
siguiente
salió
la
noticia
de
que
otra
persona
había
sido
atacada
en
la
zona,
solo
que
esta
vez
no
resultó
herida.
Impulsados
por
estas
noticias,
un
grupo
multidisciplinario
de
científicos
colombianos
se
preguntó
cuántos
hipopótamos
había,
y
cuánto
podría
crecer
esa
población
si
se
seguía
reproduciendo
sin
control.
En
enero
de
2021
publicaron
un
artículo
en
la
revista
científica
Biological
Conservation.
Ahí
demostraron,
usando
modelos
matemáticos,
que
hoy
existen
alrededor
de
100
hipopótamos
en
Colombia.
Pueden
ser
un
poco
más,
tal
vez
un
poco
menos.
Pero
lo
más
sorprendente
es
su
proyección:
teniendo
en
cuenta
las
condiciones
óptimas
en
que
viven,
para
la
década
de
2030
podría
haber
—y
escuchen
bien
esta
cifra—
¡Más
de
1.400
hipopótamos
moviéndose
por
el
país!
Hasta
podrían
llegar
a
la
costa
del
mar
Caribe.
Y
eso,
advierte
la
publicación,
podría
desatar
grandes
daños
ambientales.
Su
gran
tamaño
influye
en
los
ecosistemas:
con
los
años,
sus
pisadas
pueden
ir
cambiando
la
forma
de
los
ríos
y
lagos,
y
dañar
los
fondos
acuáticos.
Además
de
que
sus
excrementos
alteran
la
composición
de
las
aguas,
que
compiten
muy
fuerte
con
otras
especies
en
los
hábitats
que
ocupan.
Muy
seguramente,
algunas
como
el
manatí
antillano,
que
vive
en
el
río
Magdalena,
no
van
a
sobrevivir.
Entre
los
autores
del
estudio
está
Nataly
Castelblanco,
doctora
en
Ecología
y
desarrollo
sustentable
de
ECOSUR.
No
es
una
problemática
sencilla,
es
un
problema
con
muchísimas
aristas
que
es
un
dolor
de
cabeza
para
las
entidades
de
gobierno,
para,
para
los
científicos,
para
todo
el
mundo
está
siendo
realmente
un
desafío
muy
grande
en
conservación.
La
única
opción,
según
el
estudio,
es
ir
sacando
del
ecosistema
a
los
hipopótamos
que
se
escapen.
Algo
que
los
investigadores
llaman
extracción.
Eso
se
podría
hacer
con
una
caza
de
control,
intentando
evitar
el
sufrimiento
innecesario
de
los
animales
y
siguiendo
los
lineamientos
éticos
que
proponen
organizaciones
internacionales.
El
otro
camino
sería
capturarlos,
pero,
si
es
así,
igual
hay
que
esterilizarlos
y
meterlos
en
un
cautiverio
que
funcione.
Ahora,
que
funcione
no
solamente
significa
que
impida
que
se
escapen.
Un
cautiverio
puede
ser
pequeño
o
puede
ser
enorme,
pero
finalmente
un
cautiverio.
Sacar
a
un
animal
que
es
estrictamente
social,
sacarlo
de
su
manada,
llevarlo
solito
a
un
cautiverio
para
que
viva
por
el
resto
de
su
vida,
que
no
son
dos
años,
sino
10,
20,
30
años
más
encerrado,
pues
también
es
sufrimiento
animal.
Porque
un
hipopótamo
puede
vivir
hasta
50
años.
Y
para
que
su
cautiverio
sea
lo
más
parecido
posible
a
su
hábitat,
habría
que
garantizarle
buenas
áreas
acuáticas
y
terrestres,
una
manada
y
muchísima
comida.
¿Quién
va
a
responsabilizarse
por
la
manutención
de
todos
estos
animales
durante
las
siguientes
décadas?
Es
una
pregunta
para
la
que,
hoy,
no
existe
una
respuesta.
Aunque
las
autoridades
advierten
del
peligro,
desde
que
se
reportaron
los
primeros
avistamientos,
a
mediados
de
los
2000,
ha
aumentado
el
turismo
en
la
zona
cercana
al
Parque
Nápoles.
Y
eso,
claro,
trae
plata.
Hoy
en
el
pueblo
de
Doradal
hay
hasta
estatuas
de
hipopótamos.
Se
ofrecen
tours
para
verlos
en
los
ríos
con
sus
crías
y
las
tiendas
venden
souvenirs
con
formas
de
estos
animales.
A
algunos,
incluso,
les
han
parecido
mascotas
lindas…
Este
es
un
video
que
fue
noticia
en
agosto
de
2020…
Hermanos,
vea
lo
que
cogimos,
vea,
el
hijo
del
hipopótamo.
Vea…
Párelo,
párelo.
Eh,
qué
bonito,
pana.
Eh,
tan
bonito,
ma,
tan
pequeñito.
Es
una
cría,
claro.
En
el
video
se
ve
a
dos
pescadores
del
río
Magdalena
sosteniéndola,
mientras
un
tercero
los
graba.
Tiene
la
misma
estatura
de
un
perro
pequeño,
y
le
agarran
la
cabeza
y
lo
hacen
mirar
a
la
cámara.
Pequeñito,
vea,
lo
cogimos…
Pero
póngalo
a
andar
solito
a
ver,
póngalo
a
andar
solito
a
ver…
Le
empiezan
a
dar
palmadas
en
el
cuerpo
para
que
camine.
El
animal
se
resiste
e
intenta
echarse
en
el
piso.
Entonces,
uno
de
los
pescadores
tira
de
un
lazo
que
le
amarró
en
el
cuello,
como
si
fuera
un
perro.
Vea
qué
belleza
de
hipopótamo.
Un
popomito,
un
hipopotamito,
hijo
de
un
marranito…
No
se
sabe
bien
qué
pasó
con
ese
hipopótamo,
pero
un
medio
publicó
que,
después
de
tenerlo
varios
días
como
mascota,
los
pescadores
lo
liberaron
en
el
río.
Si
todo
sigue
como
está,
algún
día
será
uno
entre
esos
1.400.
En
septiembre
de
2020,
un
tribunal
colombiano
aceptó
una
acción
legal
de
un
abogado
experto
en
derecho
animal,
que
busca
que
la
caza
de
control
no
sea
la
solución
al
problema.
Un
magistrado
del
tribunal
decidió
reunir
a
todas
las
partes
involucradas
para
resolver
la
situación
de
una
vez
por
todas.
Si
logran
llegar
a
un
acuerdo
en
esa
reunión,
el
magistrado
definirá
el
asunto
basado
en
eso.
Si
no
hay
pacto,
será
el
propio
magistrado
el
que
decida
el
futuro
de
los
hipopótamos
en
Colombia.
En
abril
de
este
año,
se
reportó,
por
primera
vez,
una
manada
de
hipopótamos
establecida
fuera
del
Parque
Nápoles,
en
un
lago
cercano.
Hasta
el
momento
se
cree
que
son
cinco.
David
Trujillo
es
productor
de
Radio
Ambulante,
vive
en
Bogotá.
Este
episodio
fue
editado
por
Camila
Segura,
Nicolás
Alonso,
y
por
mí.
Desirée
Yépez
hizo
el
fact-checking.
La
música
y
el
diseño
de
sonido
son
de
Andrés
Azpiri.
Queremos
agradecer
especialmente
a
Caracol
Radio
por
compartirnos
gran
parte
del
archivo
que
escucharon
en
este
episodio.
El
resto
del
equipo
de
Radio
Ambulante
incluye
a
Paola
Alean,
Lisette
Arévalo,
Aneris
Casassus,
Xóchitl
Fabián,
Fernanda
Guzmán,
Camilo
Jiménez
Santofimio,
Rémy
Lozano,
Jorge
Ramis,
Laura
Rojas
Aponte,
Barbara
Sawhill,
Elsa
Liliana
Ulloa
y
Luis
Fernando
Vargas.
Emilia
Erbetta
es
nuestra
pasante
editorial.
Carolina
Guerrero
es
la
CEO.
Radio
Ambulante
es
un
podcast
de
Radio
Ambulante
Estudios,
se
produce
y
se
mezcla
en
el
programa
Hindenburg
PRO.
Ambulantes,
¿recuerdan
que
esta
temporada
les
prometimos
más
humor?
Pues
ahora
tenemos
nuestro
propio
TikTok,
que
nos
imaginamos
que
será
un
espacio
para
experimentar
con
nuevas
maneras
de
contar
historias,
pasarla
bien,
y
reírnos
juntos
un
poco.
También
tendremos
contenido
relacionado
con
los
episodios,
por
supuesto.
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Ahí
nos
vemos.
Radio
Ambulante
cuenta
las
historias
de
América
Latina.
Soy
Daniel
Alarcón.
Gracias
por
escuchar.
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► Esto es Radio Ambulante, desde NPR, soy Daniel Alarcón. El hipopótamo… Hipopótamo, el hipopótamo. Este es un video publicado en mayo de 2019. El hipopótamo, el hipopótamo, el hipopótamo… Un hipopótamo. Paseando, como si nada, por las calles de Doradal, un pueblo colombiano que queda cerca del río Magdalena. Es de noche y camina lento… No se ven los niños que gritan. Solo se ve el animal. Enorme. Es imposible calcular su tamaño exacto, pero parece el de un carro pequeño, y pesado… muuuy pesado. Ok, no sé para ustedes, pero para mí ver a un hipopótamo es sorprendente en cualquier circunstancia. Si apareciera uno en la calle en donde vivo, yo también gritaría como esos niños. Y, seguramente, me asustaría más. Pero para la gente de Doradal esta no es la primera vez que ven un hipopótamo. De hecho, llevan más de una década viéndolos pasear por la zona… Un grupo de personas que disfrutaba de una tarde de sol se llevó tremendo susto al ver un hipopótamo que caminaba por la orilla del río Magdalena. El hecho se registró en Puerto Triunfo, Antioquia, donde ya han aparecido otros animales de esta especie. El susto, claro, tiene sus motivos: los hipopótamos son animales magníficos, sin duda, pero también de los más peligrosos del planeta. En África mueren más personas por ataques de hipopótamos que de cualquier otro animal. Tengamos en cuenta que allá también hay leones, cocodrilos, rinocerontes, ya saben… A simple vista, quizás no sean tan intimidantes como otras especies. Pero guardan sus secretos. Por ejemplo, cada uno de sus colmillos de marfil mide entre 45 y 50 centímetros. Si sienten que invaden su territorio, suelen abrir la boca para mostrarlos. Y por supuesto que hay que tomarse en serio esa advertencia. La mordida de un hipopótamo es más fuerte que la de un tiburón. Solo le ganan en fuerza algunos cocodrilos. Esta es una escena que pone los nervios de punta. Ocurrió en el río Magdalena cuando unos turistas navegaban en una canoa y se encontraron con un hipopótamo. Y aunque miden hasta cinco metros de largo y pueden pesar hasta cinco toneladas, no es tan fácil verlos: como pasan varias horas al día en el agua y pueden sumergirse durante cinco minutos, es posible que te den una sorpresa si andas despistado por el río… La evolución los llevó a adaptarse a condiciones extremas para sobrevivir, y por eso prefieren atacar antes de huir. Pelean a muerte con otros animales por agua, territorio y alimento, que suele ser pasto, flores, hojas y frutas. Aunque se han registrado casos en los que comen carne cuando no hay nada más. Los hipopótamos son animales africanos y ese es el único continente donde deberían vivir en estado salvaje. Deberían, sí… pero a pesar de esto, Colombia es el único lugar fuera de África en donde existe una manada de hipopótamos salvajes. Y aunque pueda sonar pintoresco, su presencia ha traído consecuencias ecológicas y sociales muy graves. ¿Cómo llegaron hasta allí? Es una historia de negligencias, errores, desconocimientos… pero también tiene que ver con un hombre que controlaba esa región cercana al río Magdalena… bueno, casi que el país. Uno de los hombres más violentos y ricos de Colombia. Uno que no quería cerdos, gallinas, vacas o cualquier otro animal común para su finca. Quería un animal más llamativo, un animal del tamaño de su ego. Ese hombre era Pablo Escobar. Después de la pausa, David Trujillo nos sigue contando… Es un momento convulsionado en América Latina El pueblo sí resiste… Marchas multitudinarias se tomaron las principales ciudades de Colombia… Perú sufre la mayor tasa de mortalidad del mundo por la pandemia Puede sentirse lejano, confuso… Pero para eso está El hilo, un podcast de Radio Ambulante Estudios y Vice News. 90 años así en Miami Beach toda esta zona no va a existir Cuando tú vives en una dictadura, ¿qué opciones tienes si eres oposición? O la cárcel o el exilio. Escucha El hilo los viernes en Spotify o en tu aplicación de podcast favorita. Estoy casi seguro de que han escuchado hablar de Pablo Escobar. Pero en caso de que no, fue el narcotraficante más sangriento, poderoso y famoso de Colombia… uno de esos tipos acostumbrados a que sus caprichos se hagan realidad. En 1978, en un ataque de derroche, empezó a construir la gigantesca Hacienda Nápoles, a casi cuatro horas de Medellín. Desde hacía un tiempo venía comprando muchas tierras en la zona del Magdalena Medio y ahora tenía una propiedad de casi 2 mil hectáreas. Eso es lo mismo que más de 420 veces el Zócalo, la plaza más grande de México, o casi seis Central Parks de Nueva York. En ese espacio mandó construir de todo: una casa lujosa con varias habitaciones, seis piscinas, decenas de lagos artificiales, una pista de aterrizaje, un helipuerto, su propia estación de gasolina y hasta una plaza de toros. Así hablarían sobre la hacienda, años después, en un especial de televisión… El pequeño avión que decora la entrada, tiene la reputación de ser el que llevó la primera remesa de droga a Estados Unidos. Y en el interior, está el zoológico más costoso del país. Y es que desde 1981, Escobar se obsesionó por conseguir animales exóticos, como si fuera una especie de Noé y la Hacienda Nápoles su arca. Poco a poco empezó a traer todo tipo de especies: elefantes, camellos, cebras, jirafas, venados, canguros, avestruces, búfalos, flamencos, delfines rosados, y, claro, hipopótamos… Muchos años después, su hijo contaría en un libro que los compraba a través de traficantes de animales en Estados Unidos. Tenía suficiente dinero para comprarse varios ejemplares de lo que quisiera. Y es que en ese tiempo la revista Forbes calculó que Escobar tenía una fortuna de tres mil millones de dólares. Los animales primero llegaban en barco, pero como el proceso era complejo y se demoraba mucho, Escobar prefirió empezar a usar algunos de sus aviones privados. Tenía varios que volaban sin restricciones y en los que sacaba toneladas de cocaína como si nada. Ninguna autoridad se atrevió a regular la llegada de animales exóticos a la hacienda, pero se cree que alcanzaron a ser unos 1.200. En esa época, Escobar consiguió cuatro hipopótamos: un macho y tres hembras. Como la mayor parte del tiempo se la pasan bajo el agua y viven en grupo, intentó replicar esas condiciones. Así que destinó uno de los lagos para ellos. Hacia 1982, abrió al público ese zoológico enorme sin jaulas, donde los animales rondaban libres por las casi 2 mil hectáreas de tierra. Pero la Hacienda Nápoles no solo era su lugar de vacaciones. Desde ahí, como dijimos, salían toneladas de cocaína hacia Estados Unidos. Pero en el día de ayer, en la finca Nápoles, fueron intervenidos y decomisados un helicóptero Hughes 500, un avión Twin Otter, y cinco aviones o avionetas de cuatro o cinco pasajeros…. tres, cuatro o cinco pasajeros… Para finales de los 80, cuando su imperio narco empezó a desmoronarse y las autoridades lo comenzaron a buscar por cielo y tierra, Escobar dejó de ir a la Hacienda Nápoles. En televisión eran comunes anuncios como este… Se busca a Pablo Escobar. Recompensa: 2.700 millones de pesos… Más de 3 millones de dólares de la época. Finalmente, en 1993, después de varios meses de intensa búsqueda… Extra. Ofrecemos en Caracol un boletín extraordinario de última hora. Sí, mucha atención. Tenemos información confirmada. El bloque de búsqueda de Pablo Escobar acaba de abatir al jefe del Cartel de Medellín en una operación cumplida en inmediaciones de la Plaza de la América… Lo acribillaron sobre el techo de una casa por donde intentó escapar, y las fotos le dieron la vuelta al mundo. En una aparecen ocho hombres armados. Algunos con el uniforme de la policía, otros de civil. Los hombres rodean su cuerpo, que sangra sobre el techo. Están muy sonrientes, como celebrando que le dieron al blanco y que ahí, al lado, tienen su trofeo. La Hacienda Nápoles, el gran símbolo de sus años de impunidad, estaba ya en decadencia. Las autoridades la allanaron varias veces a principios de los 90. Muchas personas habían entrado y destruido parte de las construcciones, buscando millones de dólares supuestamente escondidos ahí. No existe un registro oficial de cuántos animales había cuando Escobar murió, ni de las condiciones en las que estaban… Llevaban años casi a su suerte, aunque, al parecer, sin muchos problemas de alimentación, porque esa zona del Magdalena Medio es fértil, con vegetación todo el año. Recién en 1998 el gobierno decidió qué hacer con esas tierras. Es la primera vez que el helicóptero presidencial aterriza en los predios del que fue considerado en su momento el paraíso del narcotráfico. Allí, el presidente entregó este importante predio a los desplazados de la violencia. Unas 15 familias empezarían a vivir ahí. Adecuaron unas cabañas que ya existían y les dieron recursos para que se dedicaran a la agricultura. Durante el discurso de entrega, el presidente Ernesto Samper les encargó el cuidado de los animales. Al otro día, la familia de Escobar se pronunció… La familia de Pablo Escobar demandará al gobierno nacional por lo que calificó como un abuso del ejecutivo al expropiar la hacienda Nápoles. Y así empezó una pelea jurídica por la propiedad. Con el tiempo, las familias que vivían allí denunciaron que el Estado no les cumplió lo prometido. Las autoridades confirmaron el deterioro de la hacienda y se supo que grupos armados se movían por esos terrenos como si nada. Seis años después, en 2004, un juez finalmente resolvió que la propiedad quedaría en manos de la Dirección Nacional de Estupefacientes, una entidad que ya no existe, pero que en ese momento se encargaba de administrar los bienes incautados a narcotraficantes. Decidieron construir una cárcel en parte de los terrenos y deshacerse de los animales lo antes posible. Se sabe que a muchos los capturaron y los enviaron a diferentes zoológicos dentro y fuera del país. Los únicos que se quedaron fueron los hipopótamos… y no es tan difícil adivinar por qué. Ya sabemos que no les gusta que los molesten, y se imaginarán lo difícil que es intentar sacarlos de un lago donde se la pasan sumergidos la mayor parte del tiempo. Según explicó la Dirección Nacional de Estupefacientes, desde 1985 los animales quedaron en manos de una entidad ambiental que también se acabó. Por eso, insistió en no tener ninguna responsabilidad ni técnica ni jurídica sobre los hipopótamos, y optó por dejarlos en la hacienda y no hacerse cargo de ellos. El Estado le entregó el resto de los terrenos al municipio de Puerto Triunfo, que es donde está la hacienda, para hacer proyectos productivos, ambientales, turísticos. Pero durante tres años más estos siguieron abandonados. Solo en el 2007, la alcaldía de Puerto Triunfo contrató por 20 años a la empresa Atecsa para montar y administrar un megaproyecto turístico con un hotel, piscinas y otras atracciones. Con esa decisión desalojaron a las familias desplazadas que habían vivido ahí durante unos nueve años. El proyecto se llamaría Parque Temático Hacienda Nápoles, y el plan principal era volver a crear un zoológico, pero con nuevos animales. Cuando el Parque Nápoles fue a abrir se acercaron al zoológico de Medellín a preguntar si les podían recomendar algún veterinario de fauna que les colaborara en un proyecto que tenían pues como en mente. Él es Jorge Caro, y fue el veterinario al que recomendaron… Desde que estoy en la universidad me interesé siempre por… por animales salvajes, exóticos, silvestres y… sí, siempre he trabajado con ellos. La gente del parque estaba buscando a alguien que pudiera encargarse de la fauna silvestre que pensaban tener y Jorge era el indicado. La idea era firmar acuerdos con organizaciones de protección animal y zoológicos para recibir a los animales rescatados de circos o del tráfico ilegal de especies. A Jorge le gustó la idea, aunque no tenían los animales. Originalmente, del Parque Nápoles no había nada. Los hipopótamos que estaban sueltos en el lago de hipopótamos pues andando por el parque. Él ya había escuchado hablar de los hipopótamos… y sabía que no estaban realmente confinados. Que vivían en un lago, sin cercas que los encerraran. Básicamente es un accidente, pues que el parque los tenga ahí adentro. Los hipopótamos estaban ahí donde están y simplemente hacen lo que quieren a la hora que quieran. Es decir, que aunque la mayor parte del tiempo estaban en el lago, siempre fueron libres. Al principio Escobar los alimentaba, pero para 2007, cuando llegó Jorge, ya llevaban unos 20 años viviendo por cuenta propia, y en condiciones inusualmente óptimas. Comían hierbas, vegetales y frutas, que en esa zona se pueden encontrar durante todo el año. Y, además, no tenían nada de qué preocuparse. En países de África subsahariana lo que controla su población son las sequías y los depredadores: leones, cocodrilos, hienas… Pero el carnívoro más grande que pueden encontrarse en Colombia es un jaguar y en comparación con los hipopótamos son casi diminutos: los más grandes no llegan a los 100 kilos. Y cazan solos, no como los depredadores africanos que atacan a los hipopótamos en grupo. La primera tarea que le encomendaron a Jorge fue atender a una cría que aparentemente la manada había rechazado y estaba moribunda. La rescataron, la curaron y hasta hoy es un emblema del parque. Pero más allá de eso, Jorge y su equipo querían saber cuántos hipopótamos había exactamente en el lago. Pero no era nada fácil. De noche, los hipopótamos salían a buscar alimento y por la mañana no todos volvían. Algunos se quedan en otros lagos, los coge la noche o prefieren quedarse en otros sitios. Básicamente los veíamos, pues, sabíamos… hacíamos una especie de inventario, ¿cuántos hay más o menos? Están en buenas condiciones, veíamos crías. Lo que más llegamos a contar fue 21, 22 animales cuando recién abrió el parque, pues. Habían pasado 26 años desde que Escobar trajo a los primeros cuatro, las tres hembras y el macho. Y, como el embarazo dura entre siete y ocho meses, fácilmente podían ser bastantes más que los 22 que veían en el lago. De niño, Jorge había visto a los hipopótamos originales, pero esta era la primera vez que veía una manada así de grande en estado salvaje. Sí, es impactante. A los que nos encantan los animales y sabemos que nuestros animales locales terrestres más grandes son las dantas y los osos andinos que, en el mejor de los casos, llegan a 250, 300 kilos, y de pronto ver un animal de varias toneladas libre pues sí, es un impacto, es una emoción, es una mezcla emociones muy grande, ¿no?, muy rara. Pero sabía perfectamente que era un problema. Grave. El comportamiento agresivo de los hipopótamos es instintivo, es decir, los que nacen en cautiverio, como los de la Hacienda Nápoles, también lo tienen. Nadie en Colombia estaba preparado para lidiar con esos animales tan enormes y pesados, que, sorprendentemente, corren más rápido que Usain Bolt, el atleta jamaiquino considerado el humano más rápido del mundo. Y una cosa estaba clara: el área del parque era tan grande, que podían salirse de ella y nadie se iba a dar cuenta. Sin cercas ni nada que los contuviera, podían entrar en fincas cercanas o incluso llegar a los pueblos. Ni siquiera el gobierno se había echado ese chicharrón encima, ese problema encima. Entonces sí sabíamos que eso si iba a haber un problema, pero la verdad, pues, era muy poco lo que podíamos hacer, más allá de seguir observando y monitoreando lo que estaba pasando. Según Jorge, las autoridades ambientales ya sabían del problema pero no tenían muy claro cómo actuar. Apenas empezaban a discutir quién debía resolverlo. La administración del parque se enfocó en seguir las adecuaciones y recibir al resto de los animales que harían parte del nuevo zoológico. Esos empezaron a llegar a finales de 2007. Respecto a los hipopótamos, que, recuerden, para ese momento calculaban que había más de 20, la decisión que se tomó fue seguir observándolos y recoger información de su comportamiento. También los alimentaban todos los días para evitar que se fueran muy lejos. Desde entonces, el lago de los hipopótamos se convirtió en una de las atracciones más populares del Parque Nápoles. Unos meses después, en 2008, el Ministerio de Ambiente decidió contactar a un experto en el tema. Y llamaron a Carlos Valderrama. Soy médico veterinario y me dedico a la conservación de los ecosistemas en Colombia. En ese momento, Carlos dirigía la Fundación Vida Silvestre Neotropical, que trabajaba con distintas comunidades en todo el país para evitar conflictos entre los animales salvajes y las personas. El Ministerio lo llamó porque ya les estaban llegando reportes de habitantes de la zona del Magdalena Medio, que decían haber visto a un animal enorme y desconocido, caminando cerca de los pueblos o nadando por los ríos… Solamente aparecía de noche, gigante, con unos grandes colmillos y que la gente le generaba cierto miedo. Muy rápido, Carlos y su equipo entendieron que se trataba de uno de los hipopótamos. Al menos uno estaba fuera del parque y las autoridades ya estaban recibiendo reportes de que se comía los cultivos, que atacaba al ganado y que hasta había golpeado barcas de pescadores. El ministerio decidió convocar no solo a Carlos y su fundación, sino a otras instituciones y expertos para proponer soluciones. Ya se sabía que dentro del Parque Nápoles había una manada en uno de los lagos, así que fueron hasta allá para tratar de entender por qué estaban yéndose tan lejos. Ahí se dieron cuenta de algo clave: como suele pasar con las manadas africanas, los machos jóvenes estaban peleando con el macho dominante. Y eso los hacía huir a buscar sus propios territorios, incluso fuera de los límites del parque. Uno de estos machos fue el que salió y que se lo encontraron las poblaciones por los lados de Puerto Olaya, en Santander. Muy lejos. Estamos hablando de casi… más de 100 kilómetros de distancia. También había reportes de que se había escapado con una hembra y una cría, así que las organizaciones acordaron ir a buscarlos en Puerto Olaya y capturarlos. Eso sí, no tenía mucho sentido intentar regresar el macho al parque, porque nuevamente iba a pelear con el dominante y se iba a ir. Así que la mejor opción era buscar otro lugar que los recibiera, como un zoológico. Y todo habría sido diferente si el hipopótamo hubiera terminado en un zoológico. A lo mejor, los turistas aún lo visitarían y le tomarían fotos. Pero nada de eso. Después de un año de búsqueda, en julio de 2009, salió esta noticia… Buenas tardes. Noticias Caracol conoció hoy varias fotografías que demostrarían la matanza de por lo menos uno de los hipopótamos que escaparon de la Hacienda Nápoles, de propiedad del narcotraficante Pablo Escobar. Una de esas fotos fue la que más impactó a la gente. En ella, aparecen 15 militares en la zona rural de otro pueblo llamado Puerto Berrío, muy cerca de donde habían reportado avistamientos. Al fondo se ve un río. Los soldados están con sus armas y uniformes camuflados, rodeando el cadáver de un hipopótamo. Algunos están parados y otros agachados. Uno de ellos pone la mano sobre la cabeza del animal, como tocando un trofeo. Y, siendo sincero, es difícil que esta imagen no recuerde la foto del cuerpo de Escobar que tomaron en 1993. Ahí la polémica estalló… Las asociaciones y fundaciones protectoras de animales protestaron frente al Ministerio del Medio Ambiente en Bogotá y exigieron que se respete la vida de los hipopótamos que aún viven. “¡No a la matanza de los hipopótamos de la Hacienda Nápoles…! Por esos días, una revista que se llama Don Juan había publicado una crónica sobre la búsqueda del hipopótamo, en la que se asegura que la gente de la zona ya le había puesto hasta nombre: Pepe. La periodista dice que no pudo encontrarlo, porque tal vez ya lo habían cazado. Y, bueno, tenía razón. Lo que sí narra es el avistamiento de una supuesta hembra, aunque hay que tener en cuenta que es muy difícil distinguir el sexo de un hipopótamo, porque los machos tienen los testículos internos… no se ven a simple vista como en otras especies. Pero que se llamara Pepe y que, supuestamente, hubiera dejado una viuda y una cría, conmovió a la gente y a los medios. Incluso les pusieron nombre a ellos también: Matilda e Hipo, y empezaron a exigir que no los mataran. Estas son entrevistas que hizo una emisora a los manifestantes… Merecen un hogar donde vivir y no ser asesinados. Exigimos que se les dé un lugar más estable. Igual ellos tienen derecho de vivir como todos nosotros. Los manifestantes también exigían explicaciones de cómo y por qué habían matado a Pepe. En ese momento, el ministro de Ambiente era el ingeniero Carlos Costa, que había empezado en el cargo unos meses antes. Este es Costa… Cuando yo entré al ministerio, pues, no estaba muy enterado del tema. Ya posteriormente sí. Costa sabía poco de estos hipopótamos. A mi juicio, este es un tema relativamente menor comparado con las complejidades y las responsabilidades de la política ambiental. Y, según él, el tema le correspondía directamente a las autoridades ambientales regionales, que además tienen autonomía para tomar sus decisiones. Aun así, el ministerio apoyó el proceso de captura de Pepe en toma de decisiones y logística. Pero, como ya dijimos, los hipopótamos son animales enormes y pueden llegar a ser muy agresivos. Capturarlos en estado salvaje es algo muy difícil. Los que se ven en zoológicos suelen ser rescatados del tráfico animal cuando son crías, o descienden de otros que ya estaban en cautiverio. Costa dice que plantearon la opción de intentar capturarlo como a cualquier otro animal más pequeño. Pero, según él, no tenían referentes para saber cómo actuar. No hay experiencias en el mundo de cómo hace uno una jaula y una trampa para capturar al hipopótamo. Aquí estuvimos ensayando durante un año y no se pudo. Y tampoco pudieron encontrar un zoológico nacional o internacional que lo recibiera. En parte este era un animal salvaje que podía llevar enfermedades y contagiar a otras especies. Pero además, porque los hipopótamos necesitan condiciones especiales que incluyen una zona acuática grande, vivir en manada y mucha, mucha comida. Este es el administrador del parque Nápoles, por esos días, hablando en una emisora sobre el mantenimiento de los hipopótamos… Un animal de estos consume el 10% de su peso en pasto, en comida diaria, y el promedio es de tonelada y media. O sea, son 150 kilos, y son 27 animales, eso da 6, 7 toneladas diarias de follaje. O el equivalente más o menos en una tonelada de concentrado diario. El ex ministro Costa dice que empezaron a revisar experiencias parecidas en otros lugares del mundo, incluso con poblaciones de hipopótamos salvajes en países africanos. Y así llegaron a la solución que luego se vería en las fotos. Por eso se tomó la decisión de… de adoptar la caza de control para manejar esta situación Carlos habla de “caza de control” porque, en realidad, existen distintos tipos de caza, cada una con objetivos diferentes. Estamos hablando desde la caza deportiva hasta la científica, que tiene el fin de investigar incluso con animales vivos. Y, claro, está la caza ilegal, que trafica con especies exóticas o partes de ellas, haciendo un enorme daño al medioambiente y hasta llevando a varias de ellas a la extinción. La caza de control, en cambio, es legal en Colombia y otros países, y busca reducir el número de animales de una especie en un hábitat, para que su crecimiento no afecte al resto de la fauna silvestre, o para que no se convierta en un peligro para los seres humanos. Por eso, muchas veces tiene el apoyo de científicos e incluso de ambientalistas. Aunque no deja de ser polémica. Aunque el Ministerio explicó que era un procedimiento con apoyo científico y técnico, la indignación de los manifestantes no paró. No aceptaban la idea de que el ejército matara animales. ¡No más matanza!, ¡no más matanza!, ¡no más matanza!, ¡no más matanza! … Y es que, además, por factores como la caza ilegal o el cambio climático, los hipopótamos son una especie en estado vulnerable en países de África subsahariana como Angola, Kenia o Guinea Ecuatorial, a un paso del peligro de extinción. Por eso se hacen esfuerzos constantes para protegerla. Los manifestantes consideraban que la decisión de matar a Pepe iba en contra de esos esfuerzos, por lo que era irresponsable y hasta ilegal. Exigían la renuncia inmediata de Costa, el ministro de Ambiente. ¡Que renuncie! ¡que renuncie! ¡que renuncie!… Con el paso de los días, la noticia de la muerte de Pepe empezó a aparecer en los medios internacionales, y la polémica a crecer cada vez más. Bavaria, la compañía cervecera más importante de Colombia, se ofreció a pagar el sueldo de otros expertos, que encontraran una salida diferente a la cacería. Y un zoológico se ofreció a recibir a Hipo y a Matilda si le garantizaban recursos para adecuarles un espacio. Incluso una revista llamó a hacer una manifestación en un parque de Bogotá, todos vestidos de gris y con tutú. La idea era replicar una escena de Fantasía, la película de Disney de 1940, en la que salen unos hipopótamos bailando. Con toda esa presión encima, se inició una investigación… El objetivo del procurador Alejandro Ordóñez es determinar si hubo falta disciplinaria de quienes ordenaron la cacería y al mismo tiempo detener la orden de ejecución contra los animales. El 22 de julio de ese año, 2009, salió la noticia de que una autoridad regional involucrada en el procedimiento había publicado un informe de cómo fue la cacería. En realidad, no habían sido los militares los que mataron a Pepe. Ellos se habían encargado de proteger la zona, para no poner en riesgo a las personas. Los que habían disparado, decía el informe, eran dos cazadores contratados para eso. Este es un programa de una emisora de radio en el que hablan sobre ese informe. El informe entregado por CorAntioquia revela la presencia de Federico y Cristian Pfeil-Schneider, dos extranjeros que figuran como los representantes de la compañía automotriz Porsche en Colombia y quienes fueron los encargados de la cacería de Pepe. Sin embargo, el informe no menciona cómo fueron seleccionados o convocados. Pues sí, como si estuvieran en safari, pues. De safari buscando al hipopótamo en Colombia. En el informe también decía lo que iban a hacer con el cadáver del animal… Textualmente el informe dice lo siguiente, Yolanda: “La resolución menciona la disposición del o los cadáveres —recordemos que iban tras de Pepe y Matilda, que es la hipopótama— en donde las vísceras deberían ser enterradas y la carcasa —esto se refiere al cuerpo del animal— transportada para la colección privada del señor Federico Pfeil-Schneider, en Bogotá”. Federico Pfeil-Schneider, uno de los dos cazadores mencionados. En el programa, los periodistas hablan también de otras fotos de la cacería de Pepe, que no fueron publicadas pero estaban incluidas en el informe… Son terribles, Yolanda. Una de las partes más espeluznantes del informe es una fotografía que muestra cómo los hombres que participaron en la misión están haciendo incisiones en las patas del hipopótamo. Además otra de las fotografías muestra cómo el animal… iban con taxidermista a bordo en esta misión y fue desollado la parte posterior de la cabeza con el fin de que, pues, fuera ya detallado para la colección… Para que la puedan colgar en la pared. Para que la puedan colgar en la pared. Ese es el objetivo, además estaba dada la autorización. La polémica por la caza de Pepe estaba lejos de terminar. Aunque la presión mediática llevó al ministerio a asegurar que no iban a cazar a Matilda y a su supuesta cría, Hipo, aún había muchas dudas en el aire. Incluso un periodista de un periódico importante empezó a especular cuál había sido el verdadero interés detrás de la decisión de cazarlo. En el mercado negro, el marfil mueve millones de dólares, y sigue siendo un negocio oscuro muy difícil de combatir. De ahí la pregunta del periodista: ¿dónde estaba la cabeza de Pepe y sus colmillos de marfil? El 23 de julio, se supo dónde estaba la cabeza de Pepe. Dos días después salió esta nota en televisión. Los vecinos de una finca en Guasca, Cundinamarca, empezaron a notar un fuerte olor. Solo los más imaginativos dieron con el origen: la cabeza del hipopótamo. Yesid Baquero… Pues María Cristina, fuimos hasta Guasca a ver la fosa en donde está la cabeza de Pepe. Guasca, a más de siete horas del lugar en donde lo habían cazado. El periodista se había enterado de denuncias a la policía que había hecho la gente del pueblo, y que aseguraban que la cabeza de Pepe estaba en un terreno de la zona. El mal olor indicaba que había algo grande enterrado ahí… Noticias Uno llegó hasta el lugar donde solo había un caballo, una casa vacía y este hueco tapado con ramas en donde reposaría el cráneo del mamífero de más de 2 toneladas de peso. Aparentemente los vecinos del sector no sabían nada de Pepe pero sí del dueño del terreno. Tengo entendido que es Carlos Valderrama… Carlos Valderrama, el veterinario de la Fundación Vida Silvestre Neotropical al que ya escuchamos antes. El mismo que el ministerio contactó por ser experto en evitar conflictos entre comunidades y animales salvajes. En esa misma nota televisiva entrevistaron a Carlos, y él confirmó que esa era su propiedad y que, efectivamente, la cabeza del hipopótamo estaba enterrada ahí. La cabeza está completa. Tiene todos sus… sus accesorios. La cabeza simplemente fue removida y enterrada tal cual se retiró. También dijo que no se trataba de un trofeo para los cazadores, como se había especulado, sino que sería donada a un parque-museo a las afueras de Bogotá, el Parque Jaime Duque. Aunque no aclaró la razón por la que se tomó la decisión de exhibirla, sí explicó por qué tenían que enterrarla. Para que el proceso de descomposición continúe sin producción de malos olores. Pero algo debían estar haciendo mal, porque fue precisamente el mal olor lo que atrajo a los vecinos y luego a los periodistas. En todo caso, la idea de enterrarla es que los tejidos blandos se descompongan y quede solo el cráneo. Luego de eso, se le hace un proceso de taxidermia y así se puede exhibir. Esas explicaciones las dio Carlos, pero la historia de la cabeza siguió en los medios. El 27 de julio, uno de los cazadores fue entrevistado por primera vez, en un programa de radio. El mismo que, según el informe, iba a recibir la cabeza para su colección privada. Es don Frederick Pfeil-Schneider. Es el hombre que mató a Pepe. Aunque tiene nombre alemán y en ese momento vivía en Alemania, es colombiano. También es cazador profesional de la Federación Colombiana de Tiro y Caza Deportiva. Señor Schneider, ¿a usted quién le pide que haga este trabajo? A mí me contactó el doctor Carlos Andrés Valderrama de la Fundación Vida Silvestre Neotropical. Del hipopótamo, dijo, sabía poco, lo que había aparecido en las noticias: que era macho y se había salido del Parque Nápoles, quizás con una hembra y su cría. En la entrevista, el periodista dice que para cazar a un hipopótamo con el menor sufrimiento, se necesita experiencia, muy buena puntería y un arma específica con munición mortal. Todo eso lo tenía Pfeil-Schneider. Señor Schneider, ¿qué tipo de arma utilizó para matar a Pepe? Un rifle 375 ¿A qué distancia estaba usted de Pepe? A unos 80 metros. Le preguntaron si lo que lo motivó a aceptar el encargo de matarlo fue quedarse con la cabeza, y aunque aclaró que en un principio sí se la ofrecieron, aseguró que él mismo la rechazó… Entonces si usted decidió declinar esa propuesta, ¿usted cobró algún tipo de dinero por matar al animal? No, Dios mío, no. Yo hice esto como un favor que me pidieron porque conozco la peligrosidad de ese procedimiento, y porque tengo la experiencia y el arma adecuada y la puntería necesaria para hacerlo. La idea de conservar la cabeza, me explicó Carlos Valderrama, era realizar una exhibición educativa contra el tráfico ilegal de fauna, el motivo por el cual los hipopótamos habían llegado, años atrás, a manos de Pablo Escobar. Todo eso estaba especificado en un permiso legal que dio en junio de 2009 la Corporación Regional del Centro de Antioquia. Ahí se detalla todo el procedimiento y sus motivos ambientales. Y deja claro algo: si encuentran a la cría, deben contemplar la posibilidad de capturarla con vida y llevarla al mismo Parque Jaime Duque. Todo se hizo con los protocolos que se deben hacer. “Que es que se robó la cabeza” ¿Cómo que me la robé si está firmado que yo me la llevé? Hay un permiso de transporte de la cabeza donde yo digo que me lo voy a llevar para hacer el procedimiento. Cuando estuviera listo el proceso de taxidermia, asegura Carlos, la cabeza de Pepe llegaría intacta al Parque Jaime Duque. Y eso no había sido decisión suya. Los hipopótamos son parte de los bienes que incautaron las autoridades en la Hacienda Nápoles. Es que los hipopótamos son propiedad del Estado. Entonces el destino de los hipopótamos y el destino… vivos o de sus partes, si se sacrifica a algún individuo es una decisión del gobierno o de las autoridades ambientales competentes. En agosto de 2009, después de unas semanas de polémica por la muerte de Pepe, la Procuraduría reafirmó que todo había sido legal, pero le recomendó a la Dirección Nacional de Estupefacientes que asumiera una política de manejo de fauna silvestre. Aunque todo quedaría en eso… una recomendación. Una cosa era muy clara: matar a otro de los hipopótamos de la Hacienda Nápoles sería algo extremadamente sensible. El sacrificio de Pepe había dejado muy afectada la imagen del Ministerio de Ambiente y ponía en duda cualquier decisión futura que se tomara sobre el tema. Carlos Costa, el ministro de Ambiente en ese momento, reconoce que nunca pensaron que a la gente le iba a importar tanto un hipopótamo… No anticipamos que esto pudiera ser algo tan… con tanto apetito, digamos, mediático, y que generara tantas emociones en general. Esa primera foto, por ejemplo. No anticiparon el impacto que podría tener una imagen así, con militares celebrando sobre un cadáver, en un país con tantos años de guerra. También reconoce otro error: no haber educado a la gente sobre lo delicada que era toda esta situación ambiental, antes de jalar el gatillo. Y la consecuencia más grave de eso fue que las autoridades que siguieron en el Ministerio prefirieron desentenderse del tema de los hipopótamos… Hubo mucho susto de enfrentar esa situación luego de esta alta visibilidad que tuvo la… el manejo de control de este animal. Y posteriormente se escondió el tema, se lo… se lo ignoró. Pero tarde o temprano, una manada de animales de dos toneladas iba a convertirse en un problema. Los hipopótamos seguirían allí, sumergidos en el agua de día, buscando alimento de noche. Y atacando si se sentían amenazados. Y, claro, en algún momento, algún otro iba querer salir a dar una vuelta afuera del parque… Una pausa y volvemos. Hola Ambulante, si eres nuevo escuchando nuestro podcast, quiero darte la bienvenida. En Radio Ambulante estamos comprometidos a ofrecerte cada vez más. No sólo más historias conmovedoras sino también más formas de hacerte sentir parte de nuestra comunidad. Por eso, quiero animarte a varias cosas: si te gusta este episodio, compártelo con tu familia o tus amigos. Si quieres conectarte con nuestro equipo, puedes suscribirte a nuestro boletín de recomendados de los viernes, o asistir a los eventos digitales que iremos organizando a lo largo de la temporada. Por último, también puedes apoyarnos haciéndote parte de Deambulantes, nuestro programa de membresías. No importa el monto, tu contribución nos ayudará a crecer y seguir produciendo historias como la que estás escuchando. Sumate hoy en radioambulante.org/deambulantes. En nombre de todo el equipo, muchas gracias. Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa, escuchamos cómo la caza del hipopótamo Pepe, fugado de una hacienda que fue de Pablo Escobar, causó una gran indignación en Colombia. Resolver la situación se convirtió en un tema muy delicado y, por eso, el gobierno prefirió dejar la discusión hasta ahí. Tal vez más adelante encontrarían la forma de resolverla. Pero los hipopótamos no eran un problema del futuro: ya había alrededor de 30 y cada vez aparecerían más seguido en diferentes pueblos. David Trujillo nos sigue contando… En 2010, apenas un año después de la muerte de Pepe, llegaron reportes a las autoridades de que había otro hipopótamo fuera del parque, pero esta vez en una zona más cercana. Se hablaba de otro macho joven echado de la manada. Y eso ponía a los hipopótamos cada vez más cerca de ser considerados una especie exótica invasora. ¿Qué significa eso? Bueno, las migraciones humanas, desde hace millones de años, han transportado especies animales y vegetales. El peligro se genera cuando estas especies empiezan a vivir y reproducirse en estado salvaje, alterando la delicada red de equilibrios de un hábitat muy distinto al suyo. Y poniendo en riesgo a especies nativas. No es algo menor: las especies invasoras hoy son la segunda causa de extinción de otras especies en todo el mundo. Por eso, desde 1994, Colombia ha firmado tratados internacionales y leyes locales para regular el tema. En ellos se compromete a evitar que estas especies lleguen al país y, si ya entraron, a controlar su reproducción o erradicarlas. En 2008, incluso se hizo una lista oficial de invasores: el pez león, la rana toro, la hormiga loca, el caracol gigante africano… pero en la lista no había ni rastro de los hipopótamos, a pesar de ser una especie territorial, que ataca a cualquier individuo que compita por su alimento o espacio. Lo que sí dejan claro las regulaciones colombianas es que las autoridades están obligadas a hacer algo, con base en lo que dicen los acuerdos internacionales. En pocas palabras, frente a una invasión de vertebrados peligrosos, hay que intentar contenerlos, es decir, encerrarlos. Esto para que no afecten el nuevo hábitat. Y si no es posible contenerlos, ahí sí aplicar la caza de control. Todo depende de la especie, de los estudios que se hagan sobre la velocidad de su reproducción y del impacto que esté causando al ecosistema. Pero volvamos al hipopótamo que se salió del parque en 2010. Cuando se reportó el caso, se reunieron las autoridades, el equipo de veterinarios del parque y, otra vez, Carlos Valderrama, el veterinario que ya escuchamos. Había que pensar en soluciones, pero como el sacrificio de Pepe había sido tan polémico, decidieron que lo mejor era irse por otro camino. Este es Carlos otra vez… Optamos por la opción de capturarlo, castrarlo y devolverlo a la Hacienda Nápoles. Apostándole a que al ya estar castrado, no iba a tener ese conflicto con el macho dominante y no iba a ser relegado o desplazado nuevamente. Capturarlo y castrarlo. A un hipopótamo salvaje. Ya oyeron a Carlos: esa era la apuesta y, bueno, digamos que hay apuestas más fáciles de cumplir. De hecho, aunque la castración de machos está en las recomendaciones de las organizaciones internacionales, había muy pocos antecedentes en el mundo. Entre esos uno en Israel que, por cierto, había terminado en la muerte del animal. Y es que el riesgo no era solo para los que se iban a animar a meterle bisturí a esas dos toneladas de fuerza dormida. También lo era para el propio hipopótamo: con la cantidad de anestesia que tenían que darle, fácilmente podían matarlo. Los hipopótamos tienen un gran contenido de grasa en su cuerpo y la grasa, digamos, acumula anestésicos. Y eso puede ser muy engañoso, porque como el animal no reacciona de inmediato al anestésico, puede creerse que necesita más. Lo administras y se va acumulando. De un momento a otro se libera todo ese medicamento y tienes un exceso de anestesia o de sedación que puede, pues digamos, deprimir demasiado el sistema nervioso central. O sea, matarlo. Pero además, en ese lapso entre que la anestesia hace o no efecto, es posible que el hipopótamo se asuste, corra al agua a esconderse y si se sumerge antes de que la dosis le haga efecto, pues puede ahogarse. Todo se complica con ellos. Aparte de eso si lo logras anestesiar adecuadamente, si ellos quedan en una mala posición se pueden ahogar porque no pueden ventilar por su propio peso. Pero el tema de la anestesia no era lo único. También tenían que pensar en la cirugía. ¿Dónde debían hacerla? ¿Era mejor llevarlo al parque y operarlo ahí, o en la zona donde estuviera? ¿Y cómo iban a transportar un animal de semejante tamaño? Se necesitaba una logística grande. También dinero… mucho dinero. Así que Carlos decidió salir a buscar patrocinadores para la operación. Conseguimos quién nos apoyara el procedimiento. Discovery Channel apoyó el procedimiento de castración y de captura del individuo. Nos costó 50 mil dólares. O sea, es bastante costoso. Eso, según me dijo Carlos, cubriría los gastos de seguimiento del hipopótamo por unos meses, cámaras con sensores de movimiento diurnas y nocturnas, y una jaula diseñada especialmente para capturarlo y transportarlo. También estaban la anestesia, que era mucha, los dardos para aplicarla, los medicamentos, una retroexcavadora para levantarlo y meterlo en la jaula, y una grúa para moverla. Todo el proceso estaría a cargo de un equipo de diez personas que trabajarían codo a codo en la castración. Participarían algunos veterinarios del parque, Carlos Valderrama y su fundación, dos universidades, el Ministerio de Ambiente, la autoridad ambiental regional y hasta los militares, que apoyarían la logística. Discovery Channel, por su parte, grabaría un documental. La primera misión era encontrar al hipopótamo. Aunque había reportes de avistamientos, la zona a rastrear tenía un área de más de 20 mil kilómetros cuadrados. Eso es como el tamaño de un país como El Salvador. Estuvimos buscando, entrevistando a los diferentes propietarios y personas que vivían en la zona a ver dónde lo habían visto. Como si fueran detectives, el equipo comenzó a rastrear las huellas que iba dejando el animal, intentando trazar la ruta por donde se movía. Esta es una parte del documental de Discovery Channel. Todo esto es claramente huellas de hipopótamo, son muy grandes para ser un animal colombiano. Son profundas, de un animal pesado. Aquí podemos ver incluso los cuatro dedos de la… de la huella. Pues, emocionante, al parecer ya vamos por donde tenemos que ir. Como los hipopótamos suelen salir del agua durante las noches para buscar alimento, decidieron ir poniendo comida en varios puntos para atraerlo. Le poníamos de todo: zanahorias, lechuga, le poníamos lo que… realmente íbamos a la plaza de mercado y lo que encontráramos por bultos eso era lo que llevábamos. Ellos comen de todo, pues herbívoros, ¿no? Y en esos puntos, junto a la comida, instalaban las cámaras con sensores de movimiento. Estuvieron revisándolas varios días sin éxito. Hasta que finalmente… Estamos chequeando las fotos que tomaron las cámaras y, pues, finalmente podemos confirmar que el hipopótamo está viniendo a comer al sitio de ceba. La cámara dispara ante cada movimiento, por lo que en el documental se ve cómo revisan una serie de fotos. Son a color pero no están muy nítidas, porque es de noche y la luz es mínima. En la primera se alcanza a ver el pasto de la zona y un montículo en la esquina izquierda de abajo. Esa es la comida. Luego, en las otras fotos, va apareciendo el hipopótamo desde el lado derecho. Primero sale una parte de la cabeza y sus ojos brillantes por el flash de la cámara. Luego vienen las orejas, el cuello, las patas delanteras… Poco a poco, su cuerpo va ocupando casi toda la imagen, hasta que se detiene frente a la comida. Es un animal muy grande. Con la poca luz se alcanza a ver su piel casi sin pelo, de un color que parece gris y marrón y también rojizo. Es un animal mucho más grande de lo que nos esperamos. Yo creo que está alrededor de los 1.500, 2.000 kilos. En las fotos, el hipopótamo empieza a comer. Mueve su cabeza en varias direcciones pero no se le alcanzan a ver los colmillos en todo su esplendor. Sigue comiendo, comiendo y comiendo, y el montículo se reduce hasta que queda plano. Luego desaparece por el lado izquierdo del encuadre. Bueno, al menos ya sabían por dónde andaba, pero atraparlo era otra cosa. Carlos y su equipo habían diseñado una jaula especial, y el plan era dejarla en el punto donde le tomaron las fotos, pero esta vez con la comida adentro. Y le habíamos diseñado una trampa a la puerta para que cuando él entrara, cayera y quedara contenido dentro de la jaula. Una jaula enorme, una jaula enorme y especialmente diseñada para ellos, con esquís y todo para poderla jalar. Lo intentaron durante varios días, pero cada vez que revisaban las fotos de la cámara, quedaban más seguros de que el plan no iba a funcionar… Desafortunadamente no, no, no logramos que entrara… Nunca, nunca le generó la suficiente confianza para que él pudiera entrar. No había de otra. Tenían que cambiar la estrategia. Ya sabíamos dónde estaba, entonces dijimos, bueno, podemos arriesgarnos a capturarlo sin la jaula, con anestesia, para castrarlo y, cuando ya estuviera anestesiado, ubicarlo dentro de la jaula para su transporte. Jorge Caro, el jefe de veterinarios del parque que estaba acompañando ese proceso, se iba a encargar del delicado tema de la anestesia. Este es Jorge… Empezamos a buscar el sitio como que más garantías nos ofreciera para disparar los dardos. Un espacio amplio, alejado de cualquier zona donde hubiera gente. Aunque eso, más que de ellos, dependía de dónde estuviera el hipopótamo. El plan, además, tenía otros problemas… Las medicaciones que se usan para anestesiar megavertebrados como elefantes y rinocerontes no están permitidas en el país, no se venden. Porque, por un lado, no hay una demanda considerable que justifique su importación. Y por el otro, como son narcóticos pesados, pueden ser muy adictivos y extremadamente peligrosos para los humanos… bueno, también para los hipopótamos. No están recomendados en la especie porque generan mucha mortalidad en hipopótamos puntualmente. Ya mencionamos el tema de la grasa corporal del animal. Jorge había estado revisando estudios que se habían hecho en otros zoológicos del mundo. Con base en eso y en las recomendaciones de expertos africanos en hipopótamos, escogieron un cóctel de productos que había en el mercado nacional para sedar al animal. No dejaba de ser riesgoso, pero era la única opción que les quedaba. Para ese momento, ya llevaban entre tres y cuatro meses de seguimiento al animal. Y, como había pasado con Pepe, Matilda e Hipo, el equipo ya le había puesto nombre al hipopótamo fugitivo. Lo llamaron Napolitano, en honor a la hacienda. Cuando finalmente lo encontraron, habían pasado varios días desde que la cámara le tomó las fotos. Estaba en un lago pequeño, cerca de ahí. Pero cuando se intentaron acercar, Napolitano se alteró. Empezó a batir la cola en señal de advertencia, botando excremento. Y hacía movimientos de amenaza, como si los fuera a perseguir si no se iban de inmediato. Decidieron dejar el procedimiento para el día siguiente, pero cuando ya estaban preparados para empezar, el hipopótamo no apareció sino hasta el final de la tarde, cuando ya se estaba oscureciendo. Tenían que aplazarlo un día más, pero para que el animal no se volviera a perder, el ejército hizo un cordón de seguridad y lo estuvo vigilando toda la noche. Tenían que proceder cuanto antes o seguiría escapando. Y como ya empezaba la temporada de lluvias, el terreno se inundaba cada vez más. Así que empezaron a las 5 de la mañana del día siguiente. Napolitano seguía muy nervioso. Un hombre a caballo, que ayudaba en el procedimiento, empezó a agitar un trapo para hacerlo salir del agua, y Napolitano se lanzó a embestirlo. Por fortuna, no lo alcanzó, y el vaquero lo atrajo hasta un espacio más seco. Jorge, el veterinario del parque, ya lo tenía en la mira de su rifle que tenía dardos con anestesia. Pero el primer dardo rebotó por la piel gruesa de Napolitano. Jorge lo intentó varias veces. Se fue acercando despacio, se escabulló detrás de un matorral y apuntó con el rifle. Disparó. El dardo le dio justo en el cuello al hipopótamo. Un tiro perfecto. Entonces Napolitano, un poco confundido, empezó a correr. Lo que todos temían… El animal se metió al agua y fue un problema terrible seguir dardeándolo ahí porque seguía necesitando más dosis para anestesiarse. Empezó a flotar un poco como la nalga del animal, entonces me… me subí en el brazo de la retroexcavadora, me levantó como dos o tres metros en el aire, ahí quedé de mejor ángulo y le pude asestar ya un buen dardo. Carlos Valderrama, de la Fundación Vida Silvestre Neotropical, estaba ahí coordinando todo el proceso. Y ya empezaba a preocuparse… Si lo seguimos anestesiando ahí metido en el lago pues se nos va a morir. Ya llevábamos una hora y no salía del lago. Por suerte, el equipo llevaba unos montoncitos de pólvora envueltos en papel, que habían comprado para hacer ruido por si en algún momento el animal atacaba a alguien. Con eso podían asustarlo y que se alejara. Pusimos las papeletas al borde, se asustó y se salió del lago y ahí el veterinario le logró poner otra dosis anestésica y ahí ya él sucumbió al anestésico y se quedó quieto. Muy cerca al lago, pero ya en tierra firme. Napolitano intentó escapar, pero ya tenía dos dardos encima, y se desplomó con la cabeza erguida. Aún hacía fuerza para parpadear cuando Jorge le dio un último disparo de anestésico. El hipopótamo trató de pararse, pero ya no pudo. Unos minutos después, se quedó dormido completamente. En ese momento, los veterinarios se pusieron manos a la obra, lanzándose sobre el animal para amarrarle las patas y el hocico. Mientras tanto le canalizaban las venas para inyectarle analgésicos, antibióticos y más anestesia. Después lo levantaron con la retroexcavadora y lo metieron dentro de la jaula. Una vez que estuvo ahí, al fin comenzó el procedimiento quirúrgico. Los veterinarios, recordemos, tenían que abrir el cuerpo de Napolitano, porque los testículos de los hipopótamos son internos. Entrar a buscar esos testículos en la zona inguinal fue otro trabajo fuerte. Entonces, digamos, era incómodo y sobre todo que las estructuras son muy fuertes, muy grandes. Normalmente una castración dura 15 minutos, media hora, por grande que sea el individuo. En esta nos demoramos una hora y media. Sacaron los testículos, que son tan grandes como mangos, y lo suturaron. Parecía estar respondiendo bien a la anestesia, los signos vitales parecían estables… o sea todo estaba saliendo como esperaban. Lo que seguía era moverlo al Parque Nápoles. Un helicóptero de la Fuerza Aérea se encargaría de levantar la jaula con un arnés. Serían entre tres y cinco minutos de vuelo, más o menos, pero era la primera vez que hacían algo así. Como ellos me lo decían, nosotros hemos transportado cargas del mismo peso, pero nunca un animal vivo. Cuando tú estás llevando en un helicóptero una carga y la carga se mueve, el mismo movimiento de lo que llevas cargado es el doble en el helicóptero. O sea, como que cada paso era más difícil. El piloto del helicóptero no estaba muy seguro de que la hazaña fuera a resultar bien, y exigió que le garantizaran que no se iba a despertar en pleno vuelo. Pero solo había una forma de estar seguros: más anestesia… Era una decisión difícil, pero no podían dejarlo ahí, fuera del parque. En el documental, se nota la preocupación de Jorge Caro. Anestésicamente estamos ya pasados del tiempo que quisiéramos tener en anestesia del animal. Todo en función de la seguridad del vuelo. En un momento, pide a los militares que se apuren lo más que puedan. Caballeros, dentro de todos los protocolos de seguridad, les pediré un poquito de premura porque tenemos… el animal se nos está pasando del tiempo anestésico. “El animal se está pasando del tiempo anestésico”, dice. Se podía morir… así que muy rápido engancharon la jaula y autorizaron el despegue. Ejercicio gancho de carga, transporte de hipopótamo hacia la Hacienda Nápoles. PAX 07. Kilogramos: 300. Carga externa: 2.950… Era un momento crítico. Cualquier error de cálculo, así fuera mínimo, podía mandar el helicóptero quién sabe a dónde y resultar en un accidente fatal. El helicóptero se elevó y, poco a poco, el arnés enganchado a la jaula se fue tensando. Todos miraban nerviosos al animal dormido. Al final, la jaula se levantó del piso y el helicóptero empezó a avanzar. Era un primer paso, pero todavía faltaban más de tres minutos de viaje… Estaba haciendo demasiado calor, el animal era muy pesado y el helicóptero después de despegar se empezó a recalentar. A recalentar en pleno vuelo. En la desesperación, el piloto del helicóptero amenazó con soltar la jaula. Imagínense un hipopótamo de ese tamaño… en caída libre… desde cientos de metros de altura… en una jaula… ¡BOOM! Hasta ahí llegaba todo. Era una locura, pero para el piloto era eso o incluir al helicóptero y a la gente adentro en esa caída… Carlos Valderrama, el veterinario de la fundación, estaba muy nervioso. Mientras hablaba con el piloto, se asomaba por una de las ventanas para ver cómo estaba Napolitano. Jorge Caro, el encargado de la anestesia, miraba fijamente la jaula desde una abertura en el piso. No hacía nada más. Ni siquiera hablaba ni se movía. En pleno vuelo, solo le pasaba una cosa por la cabeza: Yo pienso que más bien nos matamos todos con el hipopótamo pero yo no quiero ver caer ese hipopótamo desde acá, ¿qué tal? Ya quedaba poco. El piloto aceleró. Finalmente la hacienda ya se veía más o menos cerca, entonces pues le puso ahí toda la velocidad posible, ya se vio la pista de la hacienda y logramos aterrizar, pues, sin inconvenientes. Muy rápido, revisaron que Napolitano siguiera vivo. Solo estaba dormido, pero tenían que despertarlo ya. Así que Jorge corrió a la jaula a ponerle una inyección de yohimbina para reanimarlo. De inmediato, el animal se incorporó, después de haber estado sedado durante más de tres horas. Se veía muy bien. Taparon la jaula con unas telas negras para que no se estresara más. Cuando lo subieron a la grúa se levantaron las llantas de adelante por el peso. Pero bueno, por lo menos ya no estaban en el aire. Una vez la estabilizaron, pudieron manejar hasta el sitio donde lo iban a liberar, muy cerca del lago donde estaba la manada. Napolitano estuvo tranquilo. Ya era de noche. Fue un procedimiento bastante largo. Empezamos a las cinco de la mañana y lo liberamos a las siete de la noche. Nos tocó esperar, él ya estaba levantado, ya estaba bien parado y lo liberamos. Y él salió caminando, se metió al lago y se quedó durante más o menos, lo que nos dijeron fue, como dos días en ese lago. Luego Napolitano se unió a la manada sin problemas. Una de las pocas castraciones registradas de un hipopótamo salvaje, contra todo pronóstico, había sido un éxito. Con el tiempo, los veterinarios del parque le perdieron el rastro. No tenía marcas evidentes y es difícil distinguir a un hipopótamo de otro. Pero, en general, son animales muy resistentes a las heridas y tienen un sistema inmunológico fuerte. Lo más probable es que haya seguido bien. Sin embargo, aunque la historia de Napolitano había tenido un final feliz, el método había sido muy difícil para que se convirtiera en la solución al problema. Aprendimos mucho de la experiencia. Nos dimos cuenta pues que, si bien se podía hacer, era tremendamente complicado, costoso, riesgoso, impredecible. Una cantidad de situaciones, de variables que… que podían afectar el resultado drásticamente y que en muchas situaciones simplemente no era viable. Un año después de la castración de Napolitano, en 2011, el Ministerio de Ambiente publicó un nuevo plan para manejar a las especies exóticas invasoras. Y esta vez sí puso a los hipopótamos en la lista. El plan contemplaba varias opciones, incluyendo la erradicación, pero el tema seguía siendo muy sensible. En 2012, tres años después de la muerte de Pepe y el escándalo de su cabeza, una sentencia de un juzgado prohibió que mataran a la hembra y a la cría que, supuestamente, habían salido del parque con él. Nada de permisos ni recomendaciones para caza de control. Las autoridades tenían que garantizar su captura y reubicación. La sentencia hablaba sobre esos dos animales en específico, aunque nadie sabía cómo eran o si habían existido realmente. Así que, en la práctica, significó la prohibición de cualquier tipo de caza de hipopótamos en Colombia. Y eso le ató las manos a las autoridades ambientales, que se limitaron a crear planes de educación comunitaria para advertir el peligro de acercarse a ellos. A la manada principal intentaron contenerla dentro del parque lo más que se pudiera, tratando de delimitar el lago y las zonas por donde se mueven dentro del parque con mármol, arbustos, alambres de púas y cercas eléctricas. También siguieron alimentándolos. Pero no es suficiente, claro. No es lo mismo encerrar hipopótamos que vacas o cerdos y, además, confiar que no tumbarán la cerca. Se han castrado diez machos jóvenes dentro del Parque Nápoles, que son menos agresivos y más fáciles de controlar. En 2018 llevaron uno de esos animales a otro zoológico. Una operación que terminó costando alrededor de 5 mil dólares. Además de ese, aseguran que han reubicado otros cuatro. Las autoridades ambientales saben que deberían esterilizar a muchos más para parar la reproducción, pero dicen que la situación es tan compleja que no han podido controlar el crecimiento de la población. Y eso hablando solo de los que están en el parque… sin contar los que ya viven afuera. Pero si algo está fuera de dudas, es que la población sigue y seguirá creciendo. Carlos Valderrama lo compara con una película muy famosa… Es un Jurassic Park en… en potencia, claro que sí. O sea, es todas esas películas que vemos que sale de control una población con todas las implicaciones que tiene eso para el ambiente y, pues, por una población de este tipo, en un país como el nuestro. La diferencia con Jurassic Park es que ahí al menos los dinosaurios estaban en una isla, había un océano que no los dejaba llegar al continente. En el caso de los hipopótamos, por más grande que sea el terreno del Parque Nápoles, no hay nada que les impida llegar a zonas cada vez más alejadas. Jorge Caro, el jefe del equipo de veterinarios del parque, dice que es una situación que no tiene ni con qué compararse. Yo pienso que Colombia es tan excepcional en todo, que hasta en este caso en particular es una… es una circunstancia totalmente macondiana, pues. Colombia es el único país del mundo que tiene un mega vertebrado de varias toneladas como especie invasora. Desde la castración de Napolitano, en 2010, han aparecido varios reportes más de avistamientos. Y noticias, como esta de julio de 2018… Habitantes de dos veredas limítrofes entre Puerto Triunfo y Puerto Nare en Antioquia se encuentran preocupados por la ferocidad que muestran dos hipopótamos cuando pasan cerca de ellos en sus canoas. Esas noticias, en general, se quedaban en lo de siempre: la curiosa historia de los hipopótamos colombianos. Pero el 11 de mayo de 2020… Luis Enrique Díaz Flóres, un campesino de 43 años de edad, sería la primera persona atacada en Colombia por un hipopótamo. Los hechos ocurrieron en zona rural de Puerto Triunfo, Antioquia. En esa nota entrevistaron a un testigo de lo que pasó… Estábamos fumigando en el potrero y el muchacho fue a recoger el agua del caño. Cuando venía con el timbo de allá pa acá me pegó un grito: ¡El hipopótamo! Entonces yo boté el motor y arrancamos a correr juntos. Pero desgraciadamente el hipopótamo le echó mano a él, cogiéndolo en la boca y sacudiéndolo pa lado y lado. El hombre estuvo en shock por 15 días, pero sobrevivió. Al día siguiente salió la noticia de que otra persona había sido atacada en la zona, solo que esta vez no resultó herida. Impulsados por estas noticias, un grupo multidisciplinario de científicos colombianos se preguntó cuántos hipopótamos había, y cuánto podría crecer esa población si se seguía reproduciendo sin control. En enero de 2021 publicaron un artículo en la revista científica Biological Conservation. Ahí demostraron, usando modelos matemáticos, que hoy existen alrededor de 100 hipopótamos en Colombia. Pueden ser un poco más, tal vez un poco menos. Pero lo más sorprendente es su proyección: teniendo en cuenta las condiciones óptimas en que viven, para la década de 2030 podría haber —y escuchen bien esta cifra— ¡Más de 1.400 hipopótamos moviéndose por el país! Hasta podrían llegar a la costa del mar Caribe. Y eso, advierte la publicación, podría desatar grandes daños ambientales. Su gran tamaño influye en los ecosistemas: con los años, sus pisadas pueden ir cambiando la forma de los ríos y lagos, y dañar los fondos acuáticos. Además de que sus excrementos alteran la composición de las aguas, que compiten muy fuerte con otras especies en los hábitats que ocupan. Muy seguramente, algunas como el manatí antillano, que vive en el río Magdalena, no van a sobrevivir. Entre los autores del estudio está Nataly Castelblanco, doctora en Ecología y desarrollo sustentable de ECOSUR. No es una problemática sencilla, es un problema con muchísimas aristas que es un dolor de cabeza para las entidades de gobierno, para, para los científicos, para todo el mundo está siendo realmente un desafío muy grande en conservación. La única opción, según el estudio, es ir sacando del ecosistema a los hipopótamos que se escapen. Algo que los investigadores llaman extracción. Eso se podría hacer con una caza de control, intentando evitar el sufrimiento innecesario de los animales y siguiendo los lineamientos éticos que proponen organizaciones internacionales. El otro camino sería capturarlos, pero, si es así, igual hay que esterilizarlos y meterlos en un cautiverio que funcione. Ahora, que funcione no solamente significa que impida que se escapen. Un cautiverio puede ser pequeño o puede ser enorme, pero finalmente un cautiverio. Sacar a un animal que es estrictamente social, sacarlo de su manada, llevarlo solito a un cautiverio para que viva por el resto de su vida, que no son dos años, sino 10, 20, 30 años más encerrado, pues también es sufrimiento animal. Porque un hipopótamo puede vivir hasta 50 años. Y para que su cautiverio sea lo más parecido posible a su hábitat, habría que garantizarle buenas áreas acuáticas y terrestres, una manada y muchísima comida. ¿Quién va a responsabilizarse por la manutención de todos estos animales durante las siguientes décadas? Es una pregunta para la que, hoy, no existe una respuesta. Aunque las autoridades advierten del peligro, desde que se reportaron los primeros avistamientos, a mediados de los 2000, ha aumentado el turismo en la zona cercana al Parque Nápoles. Y eso, claro, trae plata. Hoy en el pueblo de Doradal hay hasta estatuas de hipopótamos. Se ofrecen tours para verlos en los ríos con sus crías y las tiendas venden souvenirs con formas de estos animales. A algunos, incluso, les han parecido mascotas lindas… Este es un video que fue noticia en agosto de 2020… Hermanos, vea lo que cogimos, vea, el hijo del hipopótamo. Vea… Párelo, párelo. Eh, qué bonito, pana. Eh, tan bonito, ma, tan pequeñito. Es una cría, claro. En el video se ve a dos pescadores del río Magdalena sosteniéndola, mientras un tercero los graba. Tiene la misma estatura de un perro pequeño, y le agarran la cabeza y lo hacen mirar a la cámara. Pequeñito, vea, lo cogimos… Pero póngalo a andar solito a ver, póngalo a andar solito a ver… Le empiezan a dar palmadas en el cuerpo para que camine. El animal se resiste e intenta echarse en el piso. Entonces, uno de los pescadores tira de un lazo que le amarró en el cuello, como si fuera un perro. Vea qué belleza de hipopótamo. Un popomito, un hipopotamito, hijo de un marranito… No se sabe bien qué pasó con ese hipopótamo, pero un medio publicó que, después de tenerlo varios días como mascota, los pescadores lo liberaron en el río. Si todo sigue como está, algún día será uno entre esos 1.400. En septiembre de 2020, un tribunal colombiano aceptó una acción legal de un abogado experto en derecho animal, que busca que la caza de control no sea la solución al problema. Un magistrado del tribunal decidió reunir a todas las partes involucradas para resolver la situación de una vez por todas. Si logran llegar a un acuerdo en esa reunión, el magistrado definirá el asunto basado en eso. Si no hay pacto, será el propio magistrado el que decida el futuro de los hipopótamos en Colombia. En abril de este año, se reportó, por primera vez, una manada de hipopótamos establecida fuera del Parque Nápoles, en un lago cercano. Hasta el momento se cree que son cinco. David Trujillo es productor de Radio Ambulante, vive en Bogotá. Este episodio fue editado por Camila Segura, Nicolás Alonso, y por mí. Desirée Yépez hizo el fact-checking. La música y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri. Queremos agradecer especialmente a Caracol Radio por compartirnos gran parte del archivo que escucharon en este episodio. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Lisette Arévalo, Aneris Casassus, Xóchitl Fabián, Fernanda Guzmán, Camilo Jiménez Santofimio, Rémy Lozano, Jorge Ramis, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Emilia Erbetta es nuestra pasante editorial. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. Ambulantes, ¿recuerdan que esta temporada les prometimos más humor? Pues ahora tenemos nuestro propio TikTok, que nos imaginamos que será un espacio para experimentar con nuevas maneras de contar historias, pasarla bien, y reírnos juntos un poco. También tendremos contenido relacionado con los episodios, por supuesto. Síguenos en TikTok como @radioambulante. Ahí nos vemos. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

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