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Radio Ambulante - Nosotras decidimos

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15
30

La lucha por un aborto seguro y legal en Ecuador.

En Ecuador, el aborto solo está permitido si la vida de la madre está en peligro o si es un embarazo proveniente de una violación a una mujer con discapacidad mental. Por eso existen Las Comadres.

Bienvenidos
a
Radio
Ambulante,
desde
NPR.
Soy
Daniel
Alarcón.
Quiero
comenzar
hoy
leyéndoles
algo.
No
es
largo.
Es
el
texto
de
una
sección
del
Código
Penal
de
Ecuador,
una
ley
que
fue
redactada
en
1938.
En
este
caso,
la
que
penaliza
el
aborto,
salvo
en
dos
casos:
si
la
salud
de
la
madre
está
en
peligro
o
—y
aquí
cito—
“si
el
embarazo
proviene
de
una
violación
o
estupro
cometido
en
una
mujer
idiota
o
demente”.
Digamos
que
no
me
sorprende
tanto
que
una
ley
como
esa
—con
lenguaje
tan
despectivo
y
cruel—
se
haya
escrito
en
los
treinta,
pero
lo
que
me
sorprende
es
que
hasta
el
2008
nunca
hubo
intenciones
de
modificarlo.
Y,
bueno,
cuando
finalmente
se
discutió
la
posibilidad
de
modificar
ese
lenguaje
y
esa
ley
fue
porque
todo
el
código
penal
debía
modificarse,
para
estar
acorde
a
la
nueva
Constitución
ecuatoriana,
aprobada
ese
mismo
año.
Y
de
eso
se
trata
la
historia
de
hoy.
Porque
muchas
activistas
vieron
la
posibilidad
de
cambiar,
no
solo
el
uso
de
lenguaje
tan
arcaico
y
ofensivo,
sino
toda
la
ley
que
penalizaba
el
aborto.
Esta
es
Sarahí
Maldonado,
una
de
las
mujeres
que
lucharon
por
esta
causa.
Se
generaron
muchos
espacios
de
encuentro,
muchas
asambleas,
procesos
de
capacitación
sobre
aborto
seguro,
investigaciones.
Para
promover
que
se
incluya
al
aborto
seguro
en
el
nuevo
código
penal,
claro.
Esto
era
posible
porque
cuando
se
estaba
discutiendo
el
nuevo
proyecto
de
ley
se
abrió
el
espacio
para
que
diferentes
organizaciones
feministas,
como
a
la
que
Sarahí
pertenecía,
compartieran
su
punto
de
vista.
Pero
en
un
país
tan
conservador
como
Ecuador
lograr
la
despenalización
total
del
aborto
era
complicado.
Entonces,
las
activistas
estaban
promoviendo
como
mínimo
la
despenalización
en
casos
de
violación.
Sarahí
y
sus
compañeras
feministas
hicieron….
Reuniones
de
trabajo
con
asambleístas
de
los
distintos
bloques,
invitadas
internacionales
para
que
se
hable
en
la
Asamblea
y
que
cuenten
la
experiencia
de
sus
países
como
sus
procesos
de
legalización
o
discusión
de
la
despenalización
del
aborto.
Fue
un
trabajo
de
muchos
años
que
logró
que
muchos
asambleístas
estuvieran
de
acuerdo
con
ellas
y
escriban
un
proyecto
de
ley
que
permita
el
aborto
en
casos
de
violación.
Pero
todo
ese
esfuerzo
y
trabajo
fue
en
vano
porque
el
presidente
de
entonces
—Rafael
Correa—
a
través
del
Ministerio
de
Justicia,
mandó
su
propia
propuesta
de
código
penal
y
dijo
que
si
se
modificaba,
él
igual
lo
vetaría.
En
el
código
enviado
por
el
presidente,
el
aborto
seguía
penalizándose,
solo
que
ya
no
era
de
uno
a
cinco
años
de
cárcel
sino
con
seis
meses
a
dos
años.
Iba
a
tener
las
mismas
excepciones,
lo
único
que
se
cambió
fueron
los
términos
“demente”
o
“idiota”.
Se
reemplazaron
por
“discapacidad
mental”.
Y
fue
este
el
que
se
escogió
para
debatirse
en
la
Asamblea
Nacional
en
octubre
de
2013.
Pero
los
grupos
feministas
no
se
dieron
por
vencidos
y
se
presentaron
ese
día
para
protestar.
Parada
en
el
podio
al
frente
de
todos
los
asambleístas,
Sarahí
habló:
Estamos
aquí.
Venimos
como
parte
del
movimiento
de
mujeres
y
feministas
del
Ecuador
y
queremos
dar
nuestra
voz
frente
al
código
integral
penal.
Y,
bueno,
como
pueden
escuchar,
hay
gente
hablando
detrás
de
ella.
Esta
propuesta
del
nuevo
código
integral
penal
profundiza
las
formas
de
control
sobre
nuestras
decisiones
y
sobre
nuestros
cuerpos
y
sobre
nuestras
vidas.
Entregó
datos
para
respaldar
su
postura.
El
aborto
es
la
segunda
causa
de
muerte
materna
en
nuestro
país,
que
una
de
cada
cuatro
mujeres
sufre
violencia
sexual
en
nuestro
país.
Y
es
que
ese
año,
2013,
el
30
por
ciento
de
estas
violaciones
resultaron
en
embarazos
no
deseados.
Por
eso,
esa
despenalización
era
una
necesidad
urgente
para
Sarahí
y
las
demás
feministas
que
la
acompañaban.
¿Y
qué
es
lo
que
hace
el
Estado?
Que
cada
muerte,
que
cada
suicidio
de
adolescentes
por
embarazos
no
deseados
de
este
país
a
partir
de
la
aprobación
del
código
penal
será
responsabilidad
suya.
Cuando
Sarahí
terminó
de
decir
esto,
otra
activista
se
subió
al
podio.
Habló
sobre
la
necesidad
de
la
educación
sexual,
de
la
importancia
de
tener
acceso
a
los
anticonceptivos
y
de
lo
urgente
que
era
poder
tener
acceso
a
abortos
seguros
para
no
morir
como
tantas
mujeres.
Y
cuando
ella
dijo…
Representamos
el
cuerpo
vulnerado,
el
cuerpo
violado,
el
cuerpo
matado,
y
por
eso
el
cuerpo
que
lucha.
Ella
y
Sarahí
se
quitaron
la
chaqueta
y
quedaron
con
el
torso
desnudo,
donde
se
habían
pintado
frases
a
favor
de
la
despenalización
del
aborto.
Al
mismo
tiempo,
mujeres
que
las
apoyaban
y
estaban
dentro
de
la
asamblea
también
se
quitaron
la
ropa.
Otras
aplaudieron
y
cantaron.
Aborto
legal
en
el
código
penal.
Aborto
legal
en
el
código
penal.
Aborto
legal
en
el
código
penal.
Los
guardias
de
la
Asamblea
se
acercaron
a
ellas
y
las
sacaron
de
ahí.
Hay
un
video
de
ese
momento
y
es
algo
que
hay
que
ver:
se
les
ve
fuertes,
convencidas.
Un
montón
de
asambleístas
dijeron
estar
a
favor.
Unos
discursos
magistrales,
así
como
súper
inspirados,
súper
esperanzados
con
enfoque
de
derechos,
aludiendo
a
la
justicia
social.
Y
una
de
esas
asambleístas
de
las
que
habla
Sarahí,
fue
Paola
Pabón,
de
Alianza
País,
el
movimiento
político
de
Rafael
Correa.
Nos
gustaría
pensar
en
un
Estado
que
no
le
quiere
echar
mano
al
cuerpo
de
las
mujeres.
Nos
gustaría
pensar
en
una
sociedad
que
no
politice
el
embrión
ni
politice
el
feto
sino
que
defienda
la
vida
de
las
mujeres.
Cuando
terminó
de
hablar,
Pabón
presentó
una
moción
para
discutir
el
artículo
que
penalizaba
el
aborto
y,
así,
abrir
la
posibilidad
de
que
el
aborto
en
casos
de
violación
fuera
legal.
Desde
Quito,
nuestra
productora
Lisette
Arévalo
nos
sigue
contando.
Cuando
Paola
Pabón
presentó
esta
moción,
dice
que
se
sintió…
Con
mucha
angustia,
con
mucha
emoción.
Además
con
mucha
responsabilidad,
¿sabes?
Sabiendo
que
tenía
la
posibilidad
de,
eh,
saber
que
iba
a
hablar
por
muchas
mujeres,
¿no?
Pabón
había
participado
en
las
reuniones
con
las
feministas
como
Sarahí,
entonces
ya
conocía
la
necesidad
de
lograr
una
despenalización
en
casos
de
violación.
Por
eso,
cuando
ella
presentó
la
moción,
muchos
de
los
asambleístas
la
apoyaron
y
la
presidenta
de
la
Asamblea
la
aceptó.
Pero
cuando
iban
a
abrir
la
votación,
los
asambleístas
de
Alianza
País
pidieron
un
receso
y
llamaron
a
una
reunión
de
su
bloque.
Después
de
40
minutos,
regresaron
y…
Se
armó
la
hecatombe.
Se
suspendió
la
sesión.
Y,
después
de
haber
planteado
la
moción,
yo
me
subí
en
mi
carro.
Salí
por
la
cochera
así.
Me
fui
a
mi
casa
y
no
contesté
el
teléfono
para
nadie.
Toda
esta
conmoción
—de
suspender
la
sesión
en
la
Asamblea
para
el
siguiente
día
y
que
Pabón
se
fuera
del
lugar
de
forma
tan
abrupta—
ocurrió
porque
unos
meses
atrás
algunos
asambleístas
de
Alianza
País
se
habían
reunido
con
Correa
para
discutir
su
propuesta
de
ley.
Ese
día
decidieron
que
lo
que
se
acordara
en
esa
reunión
no
se
cambiaría
en
el
debate
de
la
Asamblea.
Por
eso
la
moción
de
Pabón
era
tan
problemática:
se
estaba
yendo
en
contra
de
lo
que
habían
quedado
con
el
presidente.
Entonces,
después
de
que
se
suspendió
la
sesión,
muchos
asambleístas
de
Alianza
País
se
quedaron
esa
noche
en
la
Asamblea
discutiendo
qué
se
podía
hacer.
Pabón
no
participó
en
estas
discusiones.
Ella
estaba
reunida
en
la
sala
de
su
casa
con
su
equipo
de
trabajo.
Y,
después
de
unas
horas,
escucharon
al
presidente
Rafael
Correa
en
televisión
hablando
de
lo
que
había
pasado
en
la
Asamblea.
Mire,
que
hagan
lo
que
quieran.
¿Ya?
Yo
jamás
aprobaré
la
despenalización
del
aborto
más
allá
de
lo
que
consta
en
las
actuales
leyes.
Acusó
a
las
asambleístas
de
traicionar
el
movimiento
Alianza
País
por
presentar
posiciones
distintas
a
las
que
se
habían
decidido
antes.
Y
continuó
diciendo…
Si
logran
un
grupo
de
personas
muy
desleales
lograr
una
mayoría
del
bloque
Alianza
País,
hagan
lo
que
quieran
que
yo
inmediatamente
presentaré
mi
renuncia
al
cargo
porque
por
el
aborto
estoy
dispuesto,
y
mis
principios
también,
para
defender
la
vida
estoy
dispuesto
a
renunciar
esto
y
la
historia
sabrá
juzgar.
Sí,
Correa
salió
en
televisión
nacional
a
decir
que
si
se
aprobaba
el
aborto
por
violación
renunciaba
a
la
presidencia.
Cuando
Pabón
y
su
equipo
lo
escucharon…
Todo
el
mundo
se
puso
a
llorar
porque
finalmente…
o
sea,
sabíamos
que
era
una
batalla
entre
David
y
Goliat.
Y
claro,
nos
dolió.
Nos
dolió
mucho
porque
nos
habría
gustado
que
el
proyecto
político
como
tal
también
respalde
la
postura,
¿no?
La
posible
renuncia
de
su
presidente
impactó
a
Pabón
de
una
forma
en
particular,
sobre
todo
porque
fue
ella
quien
pasó
la
moción.
Sí,
fue
así
un
golpe
doloroso,
¿no?
No,
no
me
habría
imaginado
una
reacción
así.
Yo
sentí…
es
como
que
estés
caminando
por
la
vereda
y
de
pronto
te
cae
un
edificio
de
60
pisos
encima
y
no
sabes
cómo
vas
a
poder
salir
de
esta
locura
y
cómo
vas
a
poder
tomar
aire
y
respirar
y
decir:
“No,
estoy
viva.
Voy
a
sobrevivir”.
Después
de
esto
ella
no
se
reunió
con
nadie
más.
No
salió
de
su
casa,
ni
prendió
su
celular.
Decidió
esperar
y
ver
qué
pasaba
el
siguiente
día.
Mientras
tanto,
las
feministas
que
fueron
a
la
Asamblea
también
estaban
a
la
espera
de
ver
qué
pasaba.
Esta
es
Sarahí.
Recuerdo
era
una
ansiedad
que
teníamos
así…
era
como
súper
esperanzadas.
Aunque
las
declaraciones
de
Correa
le
molestaron,
se
fue
a
dormir
con
muchas
esperanzas.
A
la
mañana
siguiente
Sarahí
se
subió
al
auto
con
su
familia
y
mientras
ella
manejaba
para
encontrarse
con
sus
compañeras
afuera
de
la
Asamblea.
Y
de
repente
nueve
y
doce
de
la
mañana,
yo
escuchaba
desde
la
radio
yendo
rapidísimo
a
la
Asamblea
con
mi
familia
porque
era
como
una
fiesta.
En
la
radio
estaban
transmitiendo
el
debate
y
la
asambleísta
Pabón
empezó
a
responder
a
lo
que
Correa
dijo
la
noche
anterior.
Jamás
pensamos
que
el
defender
la
vida
de
las
mujeres,
que
el
condenar
las
violaciones,
que
el
restregarle
a
la
sociedad
ecuatoriana
que
en
este
país
las
mujeres
son
violadas
y
aborten
genere
una
reacción
como
esta.
Además
dijo
que…
Con
la
misma
valentía
que
ayer
defendimos
a
las
mujeres
más
de
20
compañeros
de
esta
bancada,
decirte
compañero
Rafael
Correa
que
aquí
no
están
los
traidores.
Esta
es
una
decisión
por
los
cinco
millones
de
ecuatorianos
que
creen
en
la
Revolución
Ciudadana.
No
nos
vamos
a
partir.
No
les
vamos
a
dar
la
posibilidad
de
que
esto
debilite
este
proceso
que
ha
devuelto
la
esperanza
a
los
ecuatorianos
y
ecuatorianas.
Y
ahí
anunció,
entonces,
que
por
la
unidad
del
bloque
de
asambleístas
de
su
movimiento,
Alianza
País
había
tomado
una
decisión.
Compañeros,
retiro
la
moción
para
que
este
bloque
no
tenga
la
posibilidad
de
evidenciar
una
ruptura.
O
sea,
ganó
Correa.
Ya
ni
siquiera
iban
a
discutir
la
propuesta
para
despenalizar
el
aborto
en
caso
de
violación.
Yo
manejaba
y
decía:
“No
puedo
creer,
no
puedo
creer”.
Y
mi
familia:
“No,
tranquila.
No
creo
que
signifique
eso.
Alguien
más
se
ha
de
oponer
y
han
de…”.
Y
yo
solo
ya…
ya
lloraba
mientras
manejaba
y
claro
cuando
llegamos
era
una…
una
frustración,
así.
El…
Fue
como
una
de
las
manifestaciones
más
claras
de
violencia
política
que
hemos
vivido.
Cuando
le
pregunté
a
Paola
Pabón
cómo
fue
que
tomaron
esa
decisión,
me
contó
que
ese
día
se
reunió
con
sus
compañeros
de
Alianza
País
en
la
Asamblea
y
que
los
vio…
O
sea,
ya
todos
entre
lágrimas,
todos
entre
lágrimas
y
desespero.
Es
que
además
esa
era
una
de
las
cosas
que
me
angustiaba:
ver
a
mis
compañeras
llorando,
muy
angustiadas,
muy
agobiadas,
muy
molestas.
Fue
un
proceso
muy
duro
para
toda
la
bancada.
Porque,
dice
Pabón,
con
la
amenaza
de
Correa
su
movimiento
político
y
el
proyecto
que
tenían
para
el
país
estaba
en
juego.
Y
por
esto,
sus
compañeros
le
pidieron
que
retirara
la
moción.
Ella
aceptó
porque
no
iba
a
permitir
la
renuncia
de
su
presidente
y
porque
no
quería
poner
a
sus
compañeros
en
una
posición
difícil.
Dice
que
no
se
arrepiente
de
su
decisión
pero
que…
Si
yo
habría
tenido
la
certeza
de
que
iba
a
tener
los
votos,
habría
sostenido
la
moción,
pues.
Dice
esto
porque
antes
de
las
declaraciones
del
presidente,
ella
contaba
con
el
voto
de
sus
compañeros
de
Alianza
País
para
despenalizar
el
aborto
en
caso
de
violación.
Pero
que
con
la
posible
renuncia
de
Correa,
ellos
le
quitaron
ese
apoyo.
Para
Pabón…
Después
de
retirar
la
moción
para
fue
un…
Lloré
mucho,
mucho,
mucho.
Y
no
quería
saber
del
mundo,
sí.
El
retiro
de
la
moción
en
lo
personal
para
fue
un
costo
muy,
muy
alto.
Y
es
que
para
Pabón
y
dos
asambleístas
más
eso
no
terminó
ahí.
Después
de
unas
semanas
el
comité
de
ética
de
Alianza
País
las
sancionó
por
“no
respetar
acuerdos”.
O,
en
otras
palabras,
por
promover
la
despenalización
del
aborto
en
caso
de
violación.
Estuvieron
un
mes
sin
trabajar
en
la
Asamblea
Nacional
y
dejaron
de
dar
declaraciones
a
medios
de
comunicación.
El
nuevo
código
penal
se
aprobó
en
febrero
de
2014
y
el
derecho
al
aborto
en
Ecuador
quedó
muy
parecido
a
como
estaba
desde
1938,
a
ese
que
mencionó
Daniel
al
principio
de
esta
historia.
Con
solo
un
cambio
significativo:
se
bajó
la
condena
de
entre
uno
y
cinco
años
a
entre
seis
meses
y
dos
años
de
prisión.
Y
bueno,
también
cambiaron
los
términos
“demente”
o
“idiota”
por
“discapacidad
mental”.
Volvamos
un
momento
a
la
escena
en
la
asamblea,
cuando
las
dos
activistas
se
quitaron
las
chaquetas
en
pleno
debate
sobre
el
aborto
legal.
Ese
acto
de
protesta
no
fue
nada
improvisado.
Al
contrario.
Fue
parte
de
una
lucha
que
llevaba
años.
El
contexto
es
clave:
el
16
por
ciento
de
las
muertes
maternas
en
Ecuador
es
por
abortos
en
condiciones
inseguras.
Y
ese
“inseguro”
puede
tomar
muchas
formas.
Hay
mujeres
que
se
toman
detergente,
blanqueador
de
ropa,
ácido,
infusiones
venosas,
sobredosis
de
medicamentos.
Hay
otras
que
se
introducen
en
la
vagina
ganchos
de
ropa,
agujas
de
tejer,
ramas
de
árbol,
alambres.
Otras
se
lanzan
de
lugares
muy
altos,
esperando
que
la
fuerte
caída
produzca
un
aborto.
Y
hay
otras
que
van
a
supuestas
clínicas
que
son
insalubres,
que
no
tienen
los
instrumentos
necesarios,
ni
los
médicos
capacitados
para
hacer
el
procedimiento.
Y
la
falta
de
opciones
afecta
no
solo
a
las
mujeres,
sino
a
las
adolescentes
y
a
las
niñas.
Ecuador
es
el
tercer
país
de
la
región
con
la
tasa
más
alta
de
embarazo
adolescente.
Y
cada
día
al
menos
siete
niñas
menores
de
14
años
resultan
embarazadas,
la
gran
mayoría
fueron
víctimas
de
violación.
Saber
que
esto
ocurre
es
lo
que
llevó
a
muchas
mujeres
feministas
a
luchar
para
que
exista
un
aborto
seguro
en
el
país.
En
el
2008,
por
ejemplo,
crearon
la
primera
línea
telefónica
en
Ecuador
—y
de
toda
la
región—
para
dar
información
sobre
abortos
seguros
con
medicamentos.
Esta
línea
se
llama
Salud
Mujeres
y,
cuando
recién
comenzaron,
recibían
más
de
100
llamadas
al
día
de
mujeres
de
todo
el
país
que
querían
tener
un
aborto.
Pero
cuando
pasó
lo
del
código
penal,
al
ver
que
el
Estado
no
iba
a
responder
a
esta
necesidad,
Sarahí
y
sus
compañeras
decidieron
crear
una
solución
a
partir
de
una
desilusión
y
una
derrota.
Una
posibilidad
para
todas
las
mujeres
que
querían
abortar
de
forma
segura
con
medicamentos
en
el
país.
Esta
es
Sarahí.
Tuvimos
como
la
necesidad
de
pensar
una
estrategia
que
pueda
cerrar
el
ciclo.
No
solo
dar
información.
Ahora,
ellas
también
querían
acompañarlas
mientras
se
realizaban
el
procedimiento
y
tener
un
espacio
físico
donde
las
mujeres
compartieran
sus
experiencias.
Después
de
que
perdimos
fue
decir:
“Ya,
creemos
otro
espacio.
Uno
que
pueda
dar
información,
pueda
dar
acompañamiento,
ayuda
a
las
mujeres
a
conseguir
el
medicamento
y
podamos
derivar
a
redes
amigables
de
otros
servicios
como
médicas,
psicólogas
y
abogadas”.
Comenzaron
por
buscar
un
nombre.
Pocas
de
las
de
este
primer
grupo
éramos
muy
creativas.
Entonces…
(risas)
nos
costó
un
montón.
Y
ahí
lanzábamos
nombres,
algunos
como
súper…
nada
que
ver.
Pero
de
repente
salió
“comadres”.
Y
como
que
retomamos,
dijimos:
“No,
no,
a
ver
este
como
que
puede
estar
representando
esta
figura
de
una
amiga,
de
confianza,
de…
sí,
de
complicidad”.
Una
comadre
en
Ecuador
—y
en
muchos
lugares
de
Latinoamérica—
es
una
amiga,
una
cómplice
que
te
acompaña
siempre,
que
le
puedes
confiar
tus
secretos,
que
te
aconseja.
Y
en
en
un
país
como
Ecuador,
donde
abortar
es
ilegal
e
inseguro,
esto
es
justo
lo
que
necesitaban
las
mujeres
que
quieren
un
aborto.
Entonces,
en
el
2015
nació
formalmente
esta
red:
Las
Comadres.
Tenemos
un
número
de
atención
que
es
el
0998883339.
Este
teléfono
normalmente
se
atiende
de
cinco
a
diez
de
la
noche.
Promocionaron
su
número
en
las
redes
sociales
y
comenzaron
a
llamarlas
enseguida.
Al
comienzo
recibían
unas
diez
llamadas
al
día,
luego
veinte,
treinta,
cincuenta.
Y
mientras
más
las
promocionaban
los
medios,
más
las
contactaban.
La
demanda
por
esta
información
era
evidente
con
cada
una
de
esas
llamadas.
Y
la
red
resultó
muy
relevante
porque
después
de
ese
fracaso
de
la
despenalización
hubo
un
cambio
en
la
actitud
hacia
el
aborto
en
Ecuador.
Esta
es
Ana
Cristina
Vera,
es
abogada
y
también
forma
parte
de
Las
Comadres.
Lo
que
logró
Correa
es
posicionar
el
tema
de
aborto
como
un
tema
negativo,
como
nunca
había
logrado
nadie.
Antes
el
aborto
era
una
emergencia
obstétrica
y
era
tratado
de
esa
forma
a
pesar
de
que
la
gente
socialmente
podría
decirte
que
no
estaba
de
acuerdo,
que
cómo
van
a
abortar,
¿me
entiendes?
No
se
registraban
denuncias
de
mujeres
por
aborto.
Y
sí,
puede
sonar
simple
y
cómodo
ponerle
toda
la
responsabilidad
al
presidente
del
momento,
pero
él
era
un
hombre
con
muchísima
influencia
y
más
aún
en
el
2013,
cuando
su
partido
tenía
la
mayoría
en
la
Asamblea
Nacional.
Entonces
lo
que
pasa
con
Correa
justamente
es
que
la
práctica
del
aborto
comienza
a
vivirse
distinto
y
comienza
a
tratarse
distinto
en
los
hospitales
de
los
centros
de
salud
y
comienza
a
haber
denuncias
de
mujeres
y
comienza
a
sentirse
fuerte
la
penalización,
si
quieres,
a
partir
justamente
de
la
criminalización
de
mujeres.
Ana
Cristina
habla
de
denuncias
desde
los
hospitales
porque,
en
la
misma
reforma
del
código
penal,
algo
más
fue
aprobado:
se
penalizó
la
muerte
por
mala
práctica
profesional.
Esto
básicamente
quería
decir
que
si
alguien
moría
a
manos
de
un
doctor
por
mala
práctica,
el
doctor
podía
ir
a
prisión.
La
ley
es
muy
compleja
y
fue
un
tema
de
mucha
polémica
por
la
incertidumbre
sobre
cómo
sería
aplicada.
Sobre
todo
porque
los
médicos
creían
que
si
un
paciente
moría,
cualquier
familiar
podría
denunciarlo
y
enviarlo
a
la
cárcel,
sin
importar
cuál
fuera
su
condición
de
salud.
Esto
causó
un
ambiente
de
mucho
pánico
y
tenían
miedo
de
que
los
denunciaran.
Pero,
además,
esto
tuvo
un
impacto
directo
sobre
las
mujeres
que
abortaban
porque
muchas
veces
—motivados
por
el
miedo
a
represalias
penales—
los
doctores
y
enfermeras
terminaban
denunciándolas
por
una
mínima
sospecha.
Preferían
poner
la
responsabilidad
de
un
posible
delito
en
las
mujeres
y
no
en
ellos.
La
mayoría
de
mujeres
que
son
penalizadas
por
aborto
son
denunciadas
desde
los
servicios
de
salud
cuando
llegan
a
buscar
atención
por
la
emergencia
obstétrica.
De
los
datos
que
nosotras
tenemos,
el
70
por
ciento
de
estas
mujeres
nunca
dijeron
haberse
practicado
un
aborto,
sólo
llegaron
con
un
sangrado.
Ana
Cristina
sabe
esto
porque
defiende
a
estas
mujeres
en
las
cortes.
Ella
dice
que,
además,
ha
habido
casos
de
mujeres
con
abortos
espontáneos
—o
sea
no
provocados—
que
igual
son
criminalizadas
porque
los
profesionales
de
salud
las
denuncian,
pensando
que
son
abortos
inducidos.
En
el
2013,
—el
mismo
año
que
ocurrió
toda
la
discusión
política
sobre
la
despenalización
del
aborto
en
la
Asamblea—
el
45
por
ciento
de
casos
de
mujeres
criminalizadas
habían
tenido
abortos
espontáneos.
Ana
Cristina
dice
que
cuando
las
mujeres
llegan
al
hospital
sangrando…
Si
los
profesionales
de
salud
consideran
que
puede
haber
un
delito,
lo
que
hacen
es
tenerlas
horas
de
horas
sin
atención.
Tenemos
casos
de
mujeres
que
han
pasado
siete,
diez,
doce
horas
sin
atención.
Y
cuando
llega
la
policía.
Las
mujeres
no
saben.
Les
dice:
“Dígame
qué
pasó.
Dígame
todo
que
no
le
va
a
pasar
nada,
que
mejor
que
me
diga…
si
me
dice,
que
si
no
me
dice
se
mete
en
problemas”.
Las
engañan
y
las
mujeres
terminan
diciendo
hasta
cosas
que
no
pasaron
porque
condicionan
la
atención
de
salud
a
que
ellas
hablen.
Les
toman
muestras
de
sangre.
Las
interrogan
de
forma
insistente.
Y
después
de
todo
esto,
el
fiscal
procesa
a
las
mujeres
ahí
mismo
en
el
hospital.
La
mayoría
de
mujeres
que
pasan
por
esto
y
están
fuera
de
la
capital
obtienen
prisión
preventiva
—que
puede
ser
de
hasta
seis
meses.
En
cambio,
si
la
mujer
es
procesada
en
Quito
recibe
medidas
alternativas
como
presentarse
cada
cierto
tiempo
en
la
fiscalía
hasta
que
sea
el
día
de
su
audiencia.
Según
Surkuna
—la
organización
feminista
que
Ana
Cristina
dirige—
desde
el
2013,
casi
400
mujeres
han
sido
denunciadas
y
procesadas
por
aborto
en
el
país.
Estas
denuncias
incrementaron
bastante
después
que
se
aprobó
el
código
penal.
Pero
no
todas
estas
mujeres
han
ido
a
prisión
porque
pueden
pedir
medidas
alternativas
—como
hacer
servicio
comunitario—
porque
la
pena
del
aborto
no
es
alta
—máximo
dos
años.
Sin
embargo,
Ana
Cristina
dice
que
los
abusos
no
terminan
en
los
procesos
judiciales.
Las
penas
a
veces
son
dictadas
para
castigar
a
la
mujer
por
abortar,
por
renunciar
a
su
maternidad.
Como
un
caso
que
llevó
Ana
Cristina
donde
el
juez
le
mandó
a
la
mujer
a
hacer…
Pasantías
en
un
orfelinato
para
que
aprenda
a
ser
madre
y
desarrolle
un
instinto
maternal.
Y
lo
escribe
así
en
la
sentencia.
Entonces,
ese
tipo
de
cosas
ves
también.
O
sea,
penas
alternativas
absolutamente
sexistas.
A
los
hombres
no
los
mandan
a
cuidar
en
guarderías,
¿cachas?
Pero
que
tienen
que
ver
justamente
con
forjarte
hacia
el
rol.
Eso
es
lo
que
tienes
que
ser
en
la
vida:
tienes
que
ser
una
madre.
Según
Ana
Cristina…
Ese
fue
uno
de
los
impactos
más
grandes:
la
criminalización,
la
denuncia
desde
los
hospitales
públicos,
sobre
todo,
porque
de
repente
fue
como
que
los
profesionales
de
salud
se
enteraron
de
que
el
aborto
era
algo
ilegal.
Pero
esta
persecución,
los
maltratos
y
la
penalidad
no
son
factores
que
detienen
a
las
mujeres
a
buscar
un
aborto.
Lo
único
que
logran
es
que
lo
hagan
de
forma
insegura
y
que
—por
miedo
a
ser
criminalizadas—
terminen
no
yendo
al
hospital
en
caso
de
complicaciones
y
muchas
de
ellas
mueran.
Son
estas
cifras
y
estas
historias
terribles
las
que
han
hecho
que
la
lucha
por
la
despenalización
del
aborto
sea
cada
vez
más
grande
en
Ecuador.
Se
han
hecho
marchas
con
distintas
consignas.
¡Aborto
legal
en
el
hospital!
Han
marchado
por
las
ciudades
de
Quito,
Guayaquil,
Cuenca…
Nos
reunimos
hoy
para
defender
los
derechos
de
las
mujeres,
de
nuestras
vidas,
de
poder
decidir
sobre
nuestros
cuerpos.
Por
la
legalización
del
aborto
que
sea
gratuito,
que
sea
accesible
para
todas.
Apoyamos
la
lucha
internacional
en
pro
del
aborto
libre,
seguro
y
gratuito
porque
sabemos
que
los
abortos
clandestinos
que
generan
muerte
son
asesinatos
de
Estado.
Pero
esas
movilizaciones
también
tienen
su
contraparte
a
nivel
nacional.
De
personas
como
estas:
¡Legal
o
ilegal,
el
aborto
mata
igual!
¡Legal
o
ilegal,
el
aborto
mata
igual!
Hoy
estamos
marchando
nosotros
como
iglesia
para
defender
la
vida.
Yo
marcho
por
la
vida
porque
la
vida
es
un
don
de
Dios
y
solamente
él
nos
puede
quitar.
Por
rechazo
al
aborto.
Por
la
vida.
No
al
aborto,
no
a
la
muerte.
Estas
marchas
salen
a
las
calles
bajo
la
consigna
“salvemos
las
dos
vidas”.
Y
son
organizadas
por
distintas
agrupaciones,
la
mayoría
católicas,
evangélicas
y,
sobre
todo,
por
personas
que
se
autodenominan
“provida”.
Una
de
ellas
es
la
Red
Vida
y
Familia
Ecuador.
Y
desde
el
2010
su
presidenta
Amparo
Medina,
encabeza
las
marchas
como
las
que
escuchamos.
Ella
me
explicó
que
su
objetivo
es…
Despertar
la
sensibilización
de
las
personas
de
que
dentro
de
una
madre
vive
una
vida
y
que
esa
vida
tiene
que
ser
cuidada
y
protegida
por
absolutamente
todos
los
ecuatorianos.
Y
mantiene
esta
postura
para
todos
los
casos.
Incluso
si
una
mujer
es
violada
y
queda
embarazada.
Nos
parece
que
ningún
ecuatoriano
puede
ser
discriminado
por
quien
es
su
papá.
Además
nadie
elige
cómo
ser
gestado.
Ni
usted
ni
yo
elegimos
la
forma
de
gestación.
Me
dijo
que
la
mujer
debe
ser
castigada
por
abortar
porque
es
un
delito.
Que
quienes
deberían
ir
a
la
cárcel
son
los
médicos
que
realizan
abortos
y
también…
Todos
aquellos
que
difunden,
promociona
y
realizan
abortos.
Salud
Mujeres,
Las
Comadres
son
quienes
están
vendiendo
aborto
químico
y
deberían
ellos
ir
a
la
cárcel.
Eso
de
que
Salud
Mujeres
y
Las
Comadres
venden
el
medicamento,
como
dice
Amparo,
no
es
cierto.
Cuando
le
dije
que
estos
grupos
solo
entregan
información
y
que
eso
no
es
ilegal
en
Ecuador,
ella
respondió…
Es
como
sicariato,
¿no?
Si
yo
le
doy
información
a
una
persona
de
cómo
matar
a
otra
persona
obviamente
estoy
promocionando
el
asesinato
y
la
promoción
del
asesinato
ante
cualquier
ser
humano
debería
ser
sancionada.
Amparo
Medina
dice
“ser
humano”
porque
para
ella,
y
los
grupos
que
ella
representa,
la
vida
comienza
desde
la
concepción.
Y
aunque
este
es
un
tema
de
mucha
discusión
y
polémica,
la
postura
depende
de
la
religión
o
de
la
filosofía
que
cada
persona
tiene.
Pero
la
discusión
va
más
allá
de
cuándo
comienza
o
no
la
vida.
Es
también
un
problema
de
salud
pública.
No
solo
en
Ecuador
sino
en
muchas
partes
del
mundo
porque,
como
ya
dijimos,
hay
muchas
mujeres
que
están
muriendo
por
abortos
inseguros
y
que
son
negadas
una
atención
médica
en
condiciones
adecuadas.
Según
la
Organización
Mundial
de
la
Salud,
cerca
de
30
mil
mujeres
en
el
mundo
mueren
al
año
en
abortos
peligrosos.
Pero,
volviendo
a
Ecuador,
es
en
este
ambiente
político
y
social
de
constantes
desacuerdos
sobre
el
aborto
que
Las
Comadres
existen.
Por
eso
ellas
creen
que
su
labor
es
la
perfecta
respuesta
a
lo
que
está
pasando
con
la
criminalización
legal
y
social
de
las
mujeres
que
abortan.
Para
Ana
Cristina
Vera,
lo
principal
es
que…
Son
mujeres
que
acompañan
mujeres.
A
me
parece,
como
yo
te
decía,
que
eso
es
simbólicamente
muy
importante.
Porque
se
genera
confianza
y
logran
que
la
experiencia
del
aborto
se
viva
desde
otro
lugar,
lejos
de
las
clínicas
inseguras
y
del
estigma.
Desde
un
aborto
seguro,
en
la
casa
y
con
las
amigas,
con
las
comadres.
Y
lo
más
importante
para
que
esto
se
logre
es
que
Las
Comadres…
Se
plantean
un
acompañamiento
desde
una
postura
de
no
juzgar,
¿me
entiendes?
Las
razones
que
tiene
la
mujer,
ni
por
qué
lo
está
haciendo,
sino
de
únicamente
facilitar
esta
información
a
las
mujeres
que
lo
necesiten.
Y
también
que
si
ellas
necesiten
conversar,
hablar
de
algo,
que
puedan
hacerlo.
Después
de
la
pausa,
veremos
cómo
funcionan
Las
Comadres,
cómo
es
realmente
este
proceso
de
acompañamiento.
Ya
volvemos.
Ambulantes,
necesitamos
su
apoyo
para
seguir
contando
las
historias
en
audio
que
los
acercan
a
América
Latina.
Por
eso
acabamos
de
inaugurar
un
programa
de
membresías.
Al
convertirse
en
miembros
de
Radio
Ambulante
recibirán
varios
beneficios
y
sobre
todo
nos
permitirán
seguir
creciendo,
produciendo
nuevos
episodios
y
nuevos
podcasts
en
español.
Para
más
información
visiten
nuestra
página
web
radioambulante.org.
¡Gracias!
Hola,
soy
Félix
Contreras,
del
podcast
Alt.
Latino.
En
este
mes,
cuando
celebramos
nuestra
herencia
e
historia,
quisiera
recordarte
que
revises
a
Alt.
Latino.
Tendré
programas
sobre
música
mexicana,
la
influencia
de
la
música
latina
en
rock
and
roll,
y
mucho
más.
Suscríbete
a
Alt.
Latino
and
join
the
fun.
Estos
días
hay
tantas
cosas
para
ver
que
jamás
te
va
a
alcanzar
el
tiempo.
Es
por
eso
que
existe
Pop
Culture
Happy
Hour,
desde
NPR.
Dos
veces
por
semana,
buscan
entre
todas
las
tonterías
que
hay,
comparten
sus
reacciones
y
te
dan
un
resumen
de
lo
que
vale
la
pena.
Escucha
Pop
Culture
Happy
Hour
todos
los
miércoles
y
jueves.
Estamos
de
vuelta
en
Radio
Ambulante.
Soy
Daniel
Alarcón.
Antes
de
la
pausa,
activistas
como
Ana
Cristina
habían
creado
un
grupo
de
apoyo
entre
mujeres
llamado
Las
Comadres.
Y,
bueno,
queríamos
ver
cómo
funcionaba.
Entonces
Lisette,
nuestra
productora,
conoció
a…
Mi
nombre
es
Michelle,
Michelle
Játiva.
Yo
tengo
25
años.
Michelle
es
psicóloga
y
vive
en
Quito.
Seguí
a
las
Comadres
realmente
unas
dos
semanas
antes
de
necesitarlas.
Nuestra
productora
Lisette
nos
sigue
contando.
Hace
dos
años,
cuando
Michelle
estaba
a
punto
de
graduarse
de
la
universidad,
se
enteró
que
Las
Comadres
iban
a
dar
una
charla
sobre
el
aborto
seguro
en
Ecuador.
Y
ella
quería…
Ir
a
ver
en
este
espacio,
qué
dicen
las
chicas,
cuál
es
la
propuesta,
cómo
es
el
tema
en
la
salud
mental.
Como
que
me
quería
empapar
del
tema.
Pero
un
día
antes
del
coloquio.
Me
enteré
que
estoy
embarazada.
Para
fue
súper
fuerte
porque
me
enteré
que
estaba
embarazada
y
fue
como
un:
“No
puede
ser”.
Yo
no
quería.
O
sea,
dentro
de
mis
planes
de
vida
no
estaba
en
ese
momento
ser
mamá.
Yo
mentiría
si
dijera
que
en
algún
momento
yo
dije:
«No,
voy
a
pensarlo».
O
sea,
la
primera
idea
que
se
me
vino
fue:
«No,
esto
no
puede
ser».
Michelle
lo
habló
con
su
pareja
y
entre
los
dos
buscaron
opciones.
Una
amiga
le
dijo
que
conocía
una
clínica
clandestina
supuestamente
segura.
Nosotros
averiguamos
y
el
aborto
me
costaba
500
dólares.
500
dólares
que
era
full.
Claro.
Era
muchísimo
dinero
y
sobre
todo
para
ella
que
todavía
no
se
graduaba
de
la
universidad.
Pero
su
novio
le
dijo
que
entre
los
dos
podrían
hallar
la
forma
de
pagarlo.
Con
mucho
esfuerzo,
claro.
Conseguir
500
dólares
de
un
día
para
el
otro
no
es
fácil.
Y,
a
pesar
de
esto,
Michelle
no
estaba
segura
porque
a
la
final
era
una
clínica
clandestina
y
tenía
miedo
de
que
le
pasara
algo.
No
sabía
qué
hacer.
Decía:
la
opción
es
abortar.
Pero
tenía
todas
esas
cosas
en
la
cabeza:
es
súper
inseguro,
te
raspan
el
útero,
es
horrible.
Entonces,
antes
de
decidirse
por
ir
al
lugar
que
le
habían
recomendado,
quiso
esperar
al
siguiente
día,
ir
al
coloquio
y
ver
qué
pasaba.
Cuando
fui
donde
Las
Comadres
estaba
súper
nerviosa
porque
decía:
“Ojalá
ellas
me
puedan
ayudar”.
Compartirles
cuáles
son
nuestros
objetivos
políticos
como
red.
Entre
esos
está,
bueno,
la
desclandestinización
del
aborto.
Cuando
llegué,
escuché
la…
la
charla
y
estaba
tan
nerviosa
que
no
me
acerqué
a
decirles
nada.
Solamente
escuché
la
charla
y
lo
que
hice
fue
coger
los…
los
volantes.
Cogí
todo
lo
que…
lo
que
ellas
daban.
Y
se
fue
a
su
casa.
Michelle
se
sentó
a
leer
toda
la
información
y
a
procesar
lo
que
había
escuchado
en
la
charla.
Ahí
vio
que
Las
Comadres
tenían
un
número
de
teléfono
para
un
acompañamiento
de
aborto
seguro.
Se
fue
a
dormir
pensando
en
sus
opciones,
en
lo
que
debería
hacer.
Y
al
día
siguiente,
por
la
noche,
decidió
tomar
el
teléfono
y
llamar
al
número
que
estaba
en
los
volantes.
Buenas
noches,
te
has
comunicado
con
Las
Comadres,
red
de
información
y
de
acompañamiento
en
aborto.
¿En
qué
te
podemos
ayudar?
Las
Comadres
le
explicaron
lo
que
hacen.
Nosotras
lo
que
hacemos
es
dar
información
sobre
aborto
seguro
con
medicamentos,
acompañamos
antes,
durante
y
después
del
proceso
a
toda
mujer
que
necesite
información
y
realizarse
un
aborto
de
manera
segura.
Entonces,
vamos
uno
por
uno.
El
antes.
Es
cuando
damos
la
información
en
estos
encuentros
presenciales
colectivos.
Estos
encuentros
sólo
son
posibles
para
las
mujeres
que
estén
en
ciudades
donde
está
la
red,
ciudades
como
Quito,
Cuenca,
y
Esmeraldas.
Por
el
momento
a
las
que
están
en
otras
ciudades
o
en
áreas
rurales
las
acompañan
solo
por
teléfono.
Pero
cuando
pueden
encontrarse,
se
reúnen
en
un
lugar
público.
Y
esto
es
importante
para
ellas
porque…
Creemos
que
hablar
de
aborto
en
espacios
comunes,
cotidianos,
ayuda
a
quitar
este
estigma
del
aborto
como
un
riesgo,
como
algo
malo,
como
algo
clandestino.
En
el
caso
de
Michelle,
una
vez
que
le
dieron
toda
esta
información,
le
pidieron
unos
datos
generales.
Le
preguntaron
si
es
que
se
hizo
una
prueba
de
embarazo
y
si
es
que
estaba
segura
que
no
fuera
un
embarazo
ectópico
—o
sea
fuera
del
útero—,
porque
en
esos
casos
es
más
seguro
tener
un
aborto
quirúrgico
en
el
hospital.
Y
hay
que
tener
en
cuenta
que
en
esos
casos
es
legal
porque
la
vida
de
la
mujer
está
en
peligro.
Después
de
aclarar
estas
dudas.
Me
citaron
en
ese
tiempo
donde
se
reunían.
Me
acuerdo
que
estaba…
estaba
tan
nerviosa.
Le
pidieron
un
distintivo
—como
un
sombrero
o
una
bufanda
que
vaya
a
ponerse
ese
día—
para
identificarla.
Michelle
dijo
que
se
pondría
una
blusa
negra
y
fue
al
lugar
donde
la
citaron:
era
una
cafetería
en
una
universidad
en
Quito.
Llegó
y
se
sentó
a
esperar.
Unos
minutos
después,
las
dos
comadres
que
la
habían
citado
se
acercaron
y
la
llevaron
hacia
un
lado
donde
había
más
mujeres
que
estaban
ahí
por
lo
mismo
que
ella.
Entonces,
yo
estaba
súper
nerviosa.
Había
otra
chica
que
estaba
más
nerviosa
y
habían…
había
una
chica
que
ya
había
hecho.
Y
fue
como…
Para
fue
un
alivio
súper
grande,
entonces,
verme
reflejada
en
otra
persona
que
pasó
por
lo
mismo
que
yo,
que
me
explicaba
esto.
Para
fue…
fue
el
tranquilizante.
Y
una
vez
que
todas
están
juntas,
Las
Comadres
les
cuentan
cómo
se
puede
tener
un
aborto
seguro
con
los
medicamentos
recomendados
por
la
Organización
Mundial
de
la
Salud:
el
misoprostol
y
la
mifepristona.
El
misoprostol
usualmente
requiere
de
una
receta
médica.
Pero
también
en
ciertas
farmacias
que
lo
venden
a
precios
muy
altos
o
en
el
mercado
negro.
Como
a
200
dólares
cuatro
pastillas.
Hay
que
tener
en
cuenta
que…
En
Ecuador
no
se
consigue
la
mifepristona.
Es
un
medicamento
que
no
está
dentro
del…
del
cuadro
de
medicamentos
básicos.
Pero
que
por
una
alianza
que
tenemos
con
Women
on
Waves,
ellas
pueden
—las
mujeres
que
nosotras
acompañamos—
tener
acceso
a
ese
medicamento.
Women
on
Waves
—o,
en
español,
Mujeres
sobre
las
Olas—
es
una
organización
holandesa
sin
ánimo
de
lucro
que
se
creó
en
1999
por
la
doctora
y
activista
Rebecca
Gomperts.
Y
lo
que
esta
organización
hace
es
viajar
en
un
barco
a
países
donde
el
aborto
es
ilegal
y
proveer
anticonceptivos,
información,
talleres
y
abortos
seguros
y
legales
con
medicamentos.
Women
on
Waves
tiene
una
licencia
de
funcionamiento
del
ministerio
de
salud
holandés
que
les
permite
realizar
abortos
en
su
barco
hasta
el
primer
trimestre
de
gestación.
Y
llevar
este
servicio
a
otros
países
es
posible
porque
se
basa
en
una
ley
marítima:
cuando
un
barco
está
en
aguas
internacionales,
este
barco
está
sujeto
al
sistema
legal
del
país
al
que
pertenece.
Entonces,
como
su
barco
es
de
Holanda
—y
se
rige
a
su
ley
y
a
la
autorización
que
ese
país
les
entregó—
es
legal
abortar
sobre
el
barco
cuando
éste
está
anclado
en
aguas
internacionales.
Por
ejemplo,
van
a
países
como
México
—donde
solo
en
Ciudad
de
México
es
legal
abortar
bajo
cualquier
circunstancia—
y
ahí
recogen
a
las
mujeres
en
un
puerto,
se
las
llevan
a
aguas
internacionales
y
las
ayudan
con
el
aborto
seguro.
Cuando
el
procedimiento
termina,
las
regresan
al
puerto
mexicano.
Pero,
como
esto
llega
a
pocas
mujeres,
tienen
una
iniciativa
más
que
es
Women
on
Web,
o
Mujeres
en
Red,
y
esto
funciona
porque…
Ellas
envían
los
medicamentos
a
un
montón
de
países
donde
el
aborto
está
penalizado.
Esta
organización
pide
una
donación
a
la
mujer
que
quiere
abortar
por
el
envío
de
las
pastillas,
y
el
monto
es
entre
80
y
100
dólares
más
o
menos
dependiendo
de
la
situación
económica
de
quien
lo
pida.
Si
es
que
una
mujer
no
puede
pagarlo,
dan
becas
o
donaciones
para
que
puedan
acceder
al
medicamento
sin
costo.
La
alianza
con
Las
Comadres
permite
que
las
mujeres
no
tengan
que
pagar
sino
que
puedan
aportar
a
Las
Comadres
y
nosotras
luego
ya
nos
encargamos
con
ellas
de
devolverles
el
favor.
Con
los
aportes
que
reciben,
Las
Comadres
también
ayudan
a
mujeres
de
escasos
recursos
a
comprar
toallas
sanitarias
o
a
veces
alquilar
un
cuarto
de
hotel
porque
no
pueden
abortar
en
sus
casas.
Pero
si
las
mujeres
no
tienen
dinero
para
hacer
el
aporte,
no
pasa
nada,
igual
son
acompañadas
en
su
proceso.
Claro
que
cada
acompañamiento
es
distinto
porque
cada
mujer
tiene
un
contexto
diferente
o
a
veces
tienen
historias
clínicas
que
deben
tomarse
en
cuenta.
Como
Michelle,
por
ejemplo.
Hay
una
ficha
en
la
que
dices
si
tienes
alguna
enfermedad.
Entonces,
yo
dije
que
que
tenía
un
problema
cardiaco.
Entonces
ella
me
dijo:
“Chuta,
¿sabes
qué?
Nos
va
a
tocar
hablar
con…
con
las
demás
compañeras.
Yo
no
te
voy
a
llenar
la
ficha
todavía.
Te
voy
a
agendar
después”.
Y,
bueno.
Michelle
les
agradeció
y
se
fue
a
su
casa.
Ella
ya
tenía
dudas
que
por
su
enfermedad
del
corazón
no
la
pudieran
ayudar.
Pero
encontró
confort
en
que
no
le
dijeron
que
“no”
enseguida.
Además,
había
salido
sintiéndose
confiada,
tranquila,
segura.
Después
de
unos
días
la
llamaron
y
le
pidieron
que
se
encontrara
nuevamente
con
ellas
para
conversar.
Me
acuerdo
de
todo.
Me
acuerdo
del
lugar,
la
hora.
Fui
con
mi
pareja.
Fuimos
los
dos
y
él
me
decía
como:
“No,
pero
es
que
quiénes
son
estas
manes,
o
sea”.
Y
yo
tenía
mucha
seguridad
en
ellas.
Michelle
y
su
pareja
se
encontraron
con
dos
comadres.
Y,
bueno,
ellas
me
dijeron:
“Ah,
hola,
¿cómo
estás?
Pasa.
Mira,
te
vamos
a
explicar
todo
esto”.
Y…
ay,
y
me
explicaron
todo.
Todo,
todo,
todo.
Le
dijeron
que
habían
hablado
con
un
doctor,
con
una
ginecóloga,
con
todos
los
médicos
de
su
red
para
ver
qué
opciones
tenía.
Y
para
fue,
como,
por
Dios,
estas
dos
mujeres
que
en
mi
vida
las
he
visto,
ni
ellas
me
han
visto,
me
están
ayudando
de
una
manera…
o
sea,
no
me
pidieron
plata
nunca,
¿no?
Nada.
Lo
único
que
fue…
fue:
“Ah,
o
sea
estás
en
esto.
No
estás
sola.
Te
acompañamos”.
Y
ahorita
me
cogió
el
sentimiento.
Porque
me
acuerdo
de
eso
y
para
eso
fue
muy
significativo,
full.
Porque
dije:
“Wow,
no
estoy
sola”.
Nunca
me
dijeron:
“Tienes
que
hacer
esto”.
Me
dijeron:
“Mira,
estas
son
todas
las
opciones.
Piensa
lo
que
quieras
hacer”.
Michelle
salió
de
ese
segundo
encuentro
decidida.
Abortaría
con
Las
Comadres.
Y
aquí
llegamos
a
la
segunda
etapa
del
acompañamiento
de
Las
Comadres:
el
que
dan
durante
el
mismo
procedimiento
del
aborto.
Nosotras
nos
contactamos
vía
telefónica
o
por
mensajes
Entonces,
si
le
surge
alguna
inquietud,
alguna
duda,
quieren
compartir
algo,
tienen
su
comadre
para
hablarlo,
para
escribirlo.
Además,
para
ellas
es
importante
estar
pendientes
durante
el
proceso
en
caso
de
que
tengan
alguna
complicación
y
deban
ir
al
hospital.
Sobre
todo
por
el
riesgo
de
no
recibir
la
atención
necesaria
o
de
ser
criminalizadas
—aunque
para
un
doctor
es
imposible
identificar
un
aborto
inducido
con
medicamentos,
porque
los
síntomas
son
los
mismos
que
los
de
un
aborto
espontáneo.
Una
semana
después
de
ese
segundo
encuentro
con
Las
Comadres,
Michelle
recibió
las
pastillas
por
correo.
Fue
justo
el
ocho
de
marzo,
el
día
internacional
de
la
mujer.
La
llamé
a
mi
comadre.
Me
explicó
otra
vez
porque
me
había
olvidado
de
algunas
cosas.
Entonces
se
tomó
las
pastillas
como
le
indicó
y…
Hice
el
procedimiento
y
comencé
de
una
con
los
síntomas.
Algunos
de
los
síntomas
secundarios
normales
que
pueden
presentarse:
fiebre,
escalofríos,
náuseas,
dolor
abdominal
como
cólico
o
vómito.
Le
llamó
a
su
comadre
otra
vez
y
le
dijo
que
se
tome
un
analgésico
para
el
dolor
y
se
ponga
calor
localizado
en
el
estómago.
De
ahí,
bueno,
me
puse
el
calor
localizado.
Ahí
me
bajó
un
poco,
pero
el
escalofrío
no.
Mientras
tanto,
tuvo
el
sangrado,
o
sea
el
indicador
de
que
el
aborto
estaba
en
curso
y
se
metió
a
la
ducha.
Luego
se
acostó
y
se
quedó
dormida.
Después
de
unas
horas.
Me
sentía
bien.
Solo
sentía
como
un
pequeño
dolor
en
la
cadera
así,
en
la
cintura
perdón,
y
eso
era
todo.
Poco
tiempo
después,
llegó
su
novio,
comió
y
se
acostó
a
dormir.
Al
día
siguiente…
Sentí
un
alivio,
una
tranquilidad.
Para
fue
como:
“Ya,
se
acabó”.
Fue
un
peso…
fue:
“Esto
se
acabó.
Ya
pasó.
Dios
mío,
me
salvé”,
por
así
decirlo.
Y
luego
me
sentí
culpable
por
sentirme
así.
A
veces
uno
no
siente
culpa
por
el
aborto,
siente
culpa
por
no
sentirse
culpable,
por
sentirse
bien,
por
sentirse
tranquila.
Claro,
no
todas
las
mujeres
que
abortan
sienten
esto.
Pero
cuando
pasa,
pueden
procesarlo
en
los
encuentros
post-aborto,
el
último
paso
del
acompañamiento
que
ofrecen
Las
Comadres.
Esta
es
Sarahí.
No
queremos
generar
un
discurso
y
una
práctica
de
un
feminismo
que
desconozca
lo
que
en
realidad
las
mujeres
sentimos.
Y,
sí,
hay
culpa
en
el
aborto.
Pero
la
apuesta
de
nuestro
espacio
es
trabajar
colectivamente
esa
culpa
y
decir
por
qué
sentimos
culpa,
entonces.
“Siento
culpa
por
no
sentir
culpa”,
un
montón
de
mujeres
nos
dicen
eso.
Un
tiempo
después
de
su
procedimiento,
Las
Comadres
invitaron
a
Michelle
a
uno
de
estos
encuentros.
Son
espacios
abiertos
con
mujeres
acompañadas
y
no
acompañadas
que
han
abortado
y
que
quieren
compartir
su
vivencia,
su
experiencia
y
cómo
entendieron
su
proceso
de
aborto.
Michelle
decidió
ir
y
conoció
a
más
mujeres
que
se
sentían
igual
que
ella.
Después
de
escucharlas…
Me
sentí
como
tranquila
porque
decía:
“Ok,
no
soy
mala,
no
soy
un
monstruo,
soy
un
ser
humano.
Tomé
una
decisión
y
me
siento
tranquila.
Es
mi
proyecto
de
vida,
puedo
retomar
mi
proyecto
de
vida”.
Muchas
veces
el
aborto
es
esta
posibilidad
de
hacerte
una
radiografía
de
tu
vida
y
poder
decidir
en
algo
que
es
trascendental.
Muchas
mujeres,
por
ejemplo,
han
dicho,
algunas,
que
es
la
primera
vez
que
han
decidido
algo
tan
importante
sobre
sus
vidas
ellas
mismas.
Y
Sarahí
lo
sabe
porque
así
como
estas
historias,
hay
muchas
más:
de
mujeres
con
hijos
que
no
quieren
tener
más
porque
el
dinero
no
les
alcanza,
mujeres
que
fueron
violadas
y
quedaron
embarazadas
producto
de
esa
violación,
adolescentes
que
no
tuvieron
educación
sexual
para
prevenir
un
embarazo,
mujeres
que
viven
en
zonas
rurales
del
país
a
horas
de
distancia
de
la
carretera
más
cercana.
Y
conocer
estas
historias
—y
su
experiencia
de
abortar
con
Las
Comadres—
despertó
algo
más
en
Michelle.
Y
desde
ahí
cuando
yo
estuve
en
ese
post
dije.
“Yo
quiero
hacer
esto”.
Quiero
ser
esa
mujer
que
otras
mujeres
encuentran
que
les
dice:
“Oye,
no,
tranquila.
Llámame.
Mira,
tal
cosa”.
Entonces,
digo
quiero
ser
ese
apoyo.
Quiero
ser
esa
mujer
que…
que
acompaña.
Y
así
lo
hizo.
Después
de
unos
meses
Las
Comadres
abrieron
una
escuela
de
formación
para
acompañar
en
abortos,
porque
la
cantidad
de
mujeres
que
las
llamaban
ya
era
desbordante.
En
julio
de
2017
lanzaron
la
convocatoria
y
aplicaron
200
mujeres,
de
las
que
solo
15
aprobaron
todos
los
filtros
de
seguridad
y
terminaron
con
el
proceso
de
capacitación.
Michelle
fue
una
de
ellas.
Se
convirtió
en
una
Comadre.
Ahora,
en
2019,
hay
50
Comadres
en
total
acompañando
abortos
seguros
en
el
Ecuador.
Según
sus
registros,
hasta
ahora
han
acompañado
a
más
de
2500
mujeres
como
Michelle.
Pero
en
Ecuador,
en
el
2017,
casi
10
mil
mujeres
fueron
al
hospital
por
complicaciones
en
“abortos
no
especificados”
o
sea,
en
otras
palabras
“abortos
clandestinos”.
La
semana
pasada,
el
17
de
septiembre,
la
Asamblea
Nacional
del
Ecuador
votó
por
un
proyecto
de
ley
que
despenalizaría
el
aborto
en
casos
de
violación.
Fue
un
día
de
mucha
emoción
y
protestas
de
ambos
lados,
con
cientos
de
personas
afuera
de
la
asamblea
en
Quito.
Con
65
votos
a
favor
y
59
en
contra,
el
proyecto
no
pasó.
Faltaron
5
votos.
El
aborto
en
casos
de
violación
sigue
siendo
ilegal
en
Ecuador.
Lisette
Arévalo
es
productora
de
Radio
Ambulante.
Vive
en
Quito.
Este
episodio
fue
editado
por
Camila
Segura,
Silvia
Viñas,
Luis
Fernando
Vargas
y
por
mí.
El
diseño
de
sonido
es
de
Andrés
Azpiri,
con
música
de
Giancarlo
Vulcano.
Andrea
López
Cruzado
hizo
el
fact-checking.
El
resto
del
equipo
de
Radio
Ambulante
incluye
a
Gabriela
Brenes,
Jorge
Caraballo,
Victoria
Estrada,
Rémy
Lozano,
Miranda
Mazariegos,
Patrick
Moseley,
Laura
Rojas
Aponte,
Barbara
Sawhill,
David
Trujillo,
Elsa
Liliana
Ulloa
y
Joseph
Zárate.
Carolina
Guerrero
es
la
CEO.
Radio
Ambulante
se
produce
y
se
mezcla
en
el
programa
Hindenburg
PRO.
El
Club
de
Podcast
Radio
Ambulante
es
un
grupo
en
Facebook
en
el
que
oyentes
de
Radio
Ambulante
de
todo
el
mundo
se
encuentran
a
conversar
sobre
los
episodios
y
a
compartir
información
adicional
sobre
las
historias.
Es
uno
de
nuestros
rincones
favoritos
del
internet.
Búsquenlo
en
Facebook
como
Club
de
Podcast
Radio
Ambulante
para
participar.
Ahí
los
esperamos.
Radio
Ambulante
cuenta
las
historias
de
América
Latina.
Soy
Daniel
Alarcón.
Gracias
por
escuchar.
En
el
siguiente
episodio
de
Radio
Ambulante,
Víctor
Buso,
un
cerrajero
y
astrónomo
aficionado,
descubrió
un
punto
en
el
cielo…
Y
comienzo
a
ver
un
pixel…
solamente
un
pixel.
Y
digo,
¿qué
hace
este
pixel
acá?
“Esto
es
tremendo”,
digo,
“si
esto
es
un
descubrimiento
tengo
que
hacerlo
rápido”.
Y
ese
descubrimiento
cambiaría
su
vida.
Su
historia
la
próxima
semana.
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Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón. Quiero comenzar hoy leyéndoles algo. No es largo. Es el texto de una sección del Código Penal de Ecuador, una ley que fue redactada en 1938. En este caso, la que penaliza el aborto, salvo en dos casos: si la salud de la madre está en peligro o —y aquí cito— “si el embarazo proviene de una violación o estupro cometido en una mujer idiota o demente”. Digamos que no me sorprende tanto que una ley como esa —con lenguaje tan despectivo y cruel— se haya escrito en los treinta, pero lo que sí me sorprende es que hasta el 2008 nunca hubo intenciones de modificarlo. Y, bueno, cuando finalmente se discutió la posibilidad de modificar ese lenguaje y esa ley fue porque todo el código penal debía modificarse, para estar acorde a la nueva Constitución ecuatoriana, aprobada ese mismo año. Y de eso se trata la historia de hoy. Porque muchas activistas vieron la posibilidad de cambiar, no solo el uso de lenguaje tan arcaico y ofensivo, sino toda la ley que penalizaba el aborto. Esta es Sarahí Maldonado, una de las mujeres que lucharon por esta causa. Se generaron muchos espacios de encuentro, muchas asambleas, procesos de capacitación sobre aborto seguro, investigaciones. Para promover que se incluya al aborto seguro en el nuevo código penal, claro. Esto era posible porque cuando se estaba discutiendo el nuevo proyecto de ley se abrió el espacio para que diferentes organizaciones feministas, como a la que Sarahí pertenecía, compartieran su punto de vista. Pero en un país tan conservador como Ecuador lograr la despenalización total del aborto era complicado. Entonces, las activistas estaban promoviendo como mínimo la despenalización en casos de violación. Sarahí y sus compañeras feministas hicieron…. Reuniones de trabajo con asambleístas de los distintos bloques, invitadas internacionales para que se hable en la Asamblea y que cuenten la experiencia de sus países como sus procesos de legalización o discusión de la despenalización del aborto. Fue un trabajo de muchos años que logró que muchos asambleístas estuvieran de acuerdo con ellas y escriban un proyecto de ley que permita el aborto en casos de violación. Pero todo ese esfuerzo y trabajo fue en vano porque el presidente de entonces —Rafael Correa— a través del Ministerio de Justicia, mandó su propia propuesta de código penal y dijo que si se modificaba, él igual lo vetaría. En el código enviado por el presidente, el aborto seguía penalizándose, solo que ya no era de uno a cinco años de cárcel sino con seis meses a dos años. Iba a tener las mismas excepciones, lo único que se cambió fueron los términos “demente” o “idiota”. Se reemplazaron por “discapacidad mental”. Y fue este el que se escogió para debatirse en la Asamblea Nacional en octubre de 2013. Pero los grupos feministas no se dieron por vencidos y se presentaron ese día para protestar. Parada en el podio al frente de todos los asambleístas, Sarahí habló: Estamos aquí. Venimos como parte del movimiento de mujeres y feministas del Ecuador y queremos dar nuestra voz frente al código integral penal. Y, bueno, como pueden escuchar, hay gente hablando detrás de ella. Esta propuesta del nuevo código integral penal profundiza las formas de control sobre nuestras decisiones y sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras vidas. Entregó datos para respaldar su postura. El aborto es la segunda causa de muerte materna en nuestro país, que una de cada cuatro mujeres sufre violencia sexual en nuestro país. Y es que ese año, 2013, el 30 por ciento de estas violaciones resultaron en embarazos no deseados. Por eso, esa despenalización era una necesidad urgente para Sarahí y las demás feministas que la acompañaban. ¿Y qué es lo que hace el Estado? Que cada muerte, que cada suicidio de adolescentes por embarazos no deseados de este país a partir de la aprobación del código penal será responsabilidad suya. Cuando Sarahí terminó de decir esto, otra activista se subió al podio. Habló sobre la necesidad de la educación sexual, de la importancia de tener acceso a los anticonceptivos y de lo urgente que era poder tener acceso a abortos seguros para no morir como tantas mujeres. Y cuando ella dijo… Representamos el cuerpo vulnerado, el cuerpo violado, el cuerpo matado, y por eso el cuerpo que lucha. Ella y Sarahí se quitaron la chaqueta y quedaron con el torso desnudo, donde se habían pintado frases a favor de la despenalización del aborto. Al mismo tiempo, mujeres que las apoyaban y estaban dentro de la asamblea también se quitaron la ropa. Otras aplaudieron y cantaron. Aborto legal en el código penal. Aborto legal en el código penal. Aborto legal en el código penal. Los guardias de la Asamblea se acercaron a ellas y las sacaron de ahí. Hay un video de ese momento y es algo que hay que ver: se les ve fuertes, convencidas. Un montón de asambleístas dijeron estar a favor. Unos discursos magistrales, así como súper inspirados, súper esperanzados con enfoque de derechos, aludiendo a la justicia social. Y una de esas asambleístas de las que habla Sarahí, fue Paola Pabón, de Alianza País, el movimiento político de Rafael Correa. Nos gustaría pensar en un Estado que no le quiere echar mano al cuerpo de las mujeres. Nos gustaría pensar en una sociedad que no politice el embrión ni politice el feto sino que defienda la vida de las mujeres. Cuando terminó de hablar, Pabón presentó una moción para discutir el artículo que penalizaba el aborto y, así, abrir la posibilidad de que el aborto en casos de violación fuera legal. Desde Quito, nuestra productora Lisette Arévalo nos sigue contando. Cuando Paola Pabón presentó esta moción, dice que se sintió… Con mucha angustia, con mucha emoción. Además con mucha responsabilidad, ¿sabes? Sabiendo que tenía la posibilidad de, eh, saber que iba a hablar por muchas mujeres, ¿no? Pabón había participado en las reuniones con las feministas como Sarahí, entonces ya conocía la necesidad de lograr una despenalización en casos de violación. Por eso, cuando ella presentó la moción, muchos de los asambleístas la apoyaron y la presidenta de la Asamblea la aceptó. Pero cuando iban a abrir la votación, los asambleístas de Alianza País pidieron un receso y llamaron a una reunión de su bloque. Después de 40 minutos, regresaron y… Se armó la hecatombe. Se suspendió la sesión. Y, después de haber planteado la moción, yo me subí en mi carro. Salí por la cochera así. Me fui a mi casa y no contesté el teléfono para nadie. Toda esta conmoción —de suspender la sesión en la Asamblea para el siguiente día y que Pabón se fuera del lugar de forma tan abrupta— ocurrió porque unos meses atrás algunos asambleístas de Alianza País se habían reunido con Correa para discutir su propuesta de ley. Ese día decidieron que lo que se acordara en esa reunión no se cambiaría en el debate de la Asamblea. Por eso la moción de Pabón era tan problemática: se estaba yendo en contra de lo que habían quedado con el presidente. Entonces, después de que se suspendió la sesión, muchos asambleístas de Alianza País se quedaron esa noche en la Asamblea discutiendo qué se podía hacer. Pabón no participó en estas discusiones. Ella estaba reunida en la sala de su casa con su equipo de trabajo. Y, después de unas horas, escucharon al presidente Rafael Correa en televisión hablando de lo que había pasado en la Asamblea. Mire, que hagan lo que quieran. ¿Ya? Yo jamás aprobaré la despenalización del aborto más allá de lo que consta en las actuales leyes. Acusó a las asambleístas de traicionar el movimiento Alianza País por presentar posiciones distintas a las que se habían decidido antes. Y continuó diciendo… Si logran un grupo de personas muy desleales lograr una mayoría del bloque Alianza País, hagan lo que quieran que yo inmediatamente presentaré mi renuncia al cargo porque por el aborto estoy dispuesto, y mis principios también, para defender la vida estoy dispuesto a renunciar esto y la historia sabrá juzgar. Sí, Correa salió en televisión nacional a decir que si se aprobaba el aborto por violación renunciaba a la presidencia. Cuando Pabón y su equipo lo escucharon… Todo el mundo se puso a llorar porque finalmente… o sea, sabíamos que era una batalla entre David y Goliat. Y claro, nos dolió. Nos dolió mucho porque nos habría gustado que el proyecto político como tal también respalde la postura, ¿no? La posible renuncia de su presidente impactó a Pabón de una forma en particular, sobre todo porque fue ella quien pasó la moción. Sí, fue así un golpe doloroso, ¿no? No, no me habría imaginado una reacción así. Yo sentí… es como que tú estés caminando por la vereda y de pronto te cae un edificio de 60 pisos encima y no sabes cómo vas a poder salir de esta locura y cómo vas a poder tomar aire y respirar y decir: “No, estoy viva. Voy a sobrevivir”. Después de esto ella no se reunió con nadie más. No salió de su casa, ni prendió su celular. Decidió esperar y ver qué pasaba el siguiente día. Mientras tanto, las feministas que fueron a la Asamblea también estaban a la espera de ver qué pasaba. Esta es Sarahí. Recuerdo era una ansiedad que teníamos así… era como súper esperanzadas. Aunque las declaraciones de Correa le molestaron, se fue a dormir con muchas esperanzas. A la mañana siguiente Sarahí se subió al auto con su familia y mientras ella manejaba para encontrarse con sus compañeras afuera de la Asamblea. Y de repente nueve y doce de la mañana, yo escuchaba desde la radio yendo rapidísimo a la Asamblea con mi familia porque era como una fiesta. En la radio estaban transmitiendo el debate y la asambleísta Pabón empezó a responder a lo que Correa dijo la noche anterior. Jamás pensamos que el defender la vida de las mujeres, que el condenar las violaciones, que el restregarle a la sociedad ecuatoriana que en este país las mujeres son violadas y aborten genere una reacción como esta. Además dijo que… Con la misma valentía que ayer defendimos a las mujeres más de 20 compañeros de esta bancada, decirte compañero Rafael Correa que aquí no están los traidores. Esta es una decisión por los cinco millones de ecuatorianos que creen en la Revolución Ciudadana. No nos vamos a partir. No les vamos a dar la posibilidad de que esto debilite este proceso que ha devuelto la esperanza a los ecuatorianos y ecuatorianas. Y ahí anunció, entonces, que por la unidad del bloque de asambleístas de su movimiento, Alianza País había tomado una decisión. Compañeros, retiro la moción para que este bloque no tenga la posibilidad de evidenciar una ruptura. O sea, ganó Correa. Ya ni siquiera iban a discutir la propuesta para despenalizar el aborto en caso de violación. Yo manejaba y decía: “No puedo creer, no puedo creer”. Y mi familia: “No, tranquila. No creo que signifique eso. Alguien más se ha de oponer y han de…”. Y yo solo ya… ya lloraba mientras manejaba y claro cuando llegamos era una… una frustración, así. El… Fue como una de las manifestaciones más claras de violencia política que hemos vivido. Cuando le pregunté a Paola Pabón cómo fue que tomaron esa decisión, me contó que ese día se reunió con sus compañeros de Alianza País en la Asamblea y que los vio… O sea, ya todos entre lágrimas, todos entre lágrimas y desespero. Es que además esa era una de las cosas que me angustiaba: ver a mis compañeras llorando, muy angustiadas, muy agobiadas, muy molestas. Fue un proceso muy duro para toda la bancada. Porque, dice Pabón, con la amenaza de Correa su movimiento político y el proyecto que tenían para el país estaba en juego. Y por esto, sus compañeros le pidieron que retirara la moción. Ella aceptó porque no iba a permitir la renuncia de su presidente y porque no quería poner a sus compañeros en una posición difícil. Dice que no se arrepiente de su decisión pero que… Si yo habría tenido la certeza de que iba a tener los votos, habría sostenido la moción, pues. Dice esto porque antes de las declaraciones del presidente, ella contaba con el voto de sus compañeros de Alianza País para despenalizar el aborto en caso de violación. Pero que con la posible renuncia de Correa, ellos le quitaron ese apoyo. Para Pabón… Después de retirar la moción para mí fue un… Lloré mucho, mucho, mucho. Y no quería saber del mundo, sí. El retiro de la moción en lo personal para mí fue un costo muy, muy alto. Y es que para Pabón y dos asambleístas más eso no terminó ahí. Después de unas semanas el comité de ética de Alianza País las sancionó por “no respetar acuerdos”. O, en otras palabras, por promover la despenalización del aborto en caso de violación. Estuvieron un mes sin trabajar en la Asamblea Nacional y dejaron de dar declaraciones a medios de comunicación. El nuevo código penal se aprobó en febrero de 2014 y el derecho al aborto en Ecuador quedó muy parecido a como estaba desde 1938, a ese que mencionó Daniel al principio de esta historia. Con solo un cambio significativo: se bajó la condena de entre uno y cinco años a entre seis meses y dos años de prisión. Y bueno, también cambiaron los términos “demente” o “idiota” por “discapacidad mental”. Volvamos un momento a la escena en la asamblea, cuando las dos activistas se quitaron las chaquetas en pleno debate sobre el aborto legal. Ese acto de protesta no fue nada improvisado. Al contrario. Fue parte de una lucha que llevaba años. El contexto es clave: el 16 por ciento de las muertes maternas en Ecuador es por abortos en condiciones inseguras. Y ese “inseguro” puede tomar muchas formas. Hay mujeres que se toman detergente, blanqueador de ropa, ácido, infusiones venosas, sobredosis de medicamentos. Hay otras que se introducen en la vagina ganchos de ropa, agujas de tejer, ramas de árbol, alambres. Otras se lanzan de lugares muy altos, esperando que la fuerte caída produzca un aborto. Y hay otras que van a supuestas clínicas que son insalubres, que no tienen los instrumentos necesarios, ni los médicos capacitados para hacer el procedimiento. Y la falta de opciones afecta no solo a las mujeres, sino a las adolescentes y a las niñas. Ecuador es el tercer país de la región con la tasa más alta de embarazo adolescente. Y cada día al menos siete niñas menores de 14 años resultan embarazadas, la gran mayoría fueron víctimas de violación. Saber que esto ocurre es lo que llevó a muchas mujeres feministas a luchar para que exista un aborto seguro en el país. En el 2008, por ejemplo, crearon la primera línea telefónica en Ecuador —y de toda la región— para dar información sobre abortos seguros con medicamentos. Esta línea se llama Salud Mujeres y, cuando recién comenzaron, recibían más de 100 llamadas al día de mujeres de todo el país que querían tener un aborto. Pero cuando pasó lo del código penal, al ver que el Estado no iba a responder a esta necesidad, Sarahí y sus compañeras decidieron crear una solución a partir de una desilusión y una derrota. Una posibilidad para todas las mujeres que querían abortar de forma segura con medicamentos en el país. Esta es Sarahí. Tuvimos como la necesidad de pensar una estrategia que pueda cerrar el ciclo. No solo dar información. Ahora, ellas también querían acompañarlas mientras se realizaban el procedimiento y tener un espacio físico donde las mujeres compartieran sus experiencias. Después de que perdimos fue decir: “Ya, creemos otro espacio. Uno que pueda dar información, pueda dar acompañamiento, ayuda a las mujeres a conseguir el medicamento y podamos derivar a redes amigables de otros servicios como médicas, psicólogas y abogadas”. Comenzaron por buscar un nombre. Pocas de las de este primer grupo éramos muy creativas. Entonces… (risas) nos costó un montón. Y ahí lanzábamos nombres, algunos como súper… nada que ver. Pero de repente salió “comadres”. Y como que retomamos, dijimos: “No, no, a ver este como que sí puede estar representando esta figura de una amiga, de confianza, de… sí, de complicidad”. Una comadre en Ecuador —y en muchos lugares de Latinoamérica— es una amiga, una cómplice que te acompaña siempre, que le puedes confiar tus secretos, que te aconseja. Y en en un país como Ecuador, donde abortar es ilegal e inseguro, esto es justo lo que necesitaban las mujeres que quieren un aborto. Entonces, en el 2015 nació formalmente esta red: Las Comadres. Tenemos un número de atención que es el 0998883339. Este teléfono normalmente se atiende de cinco a diez de la noche. Promocionaron su número en las redes sociales y comenzaron a llamarlas enseguida. Al comienzo recibían unas diez llamadas al día, luego veinte, treinta, cincuenta. Y mientras más las promocionaban los medios, más las contactaban. La demanda por esta información era evidente con cada una de esas llamadas. Y la red resultó muy relevante porque después de ese fracaso de la despenalización hubo un cambio en la actitud hacia el aborto en Ecuador. Esta es Ana Cristina Vera, es abogada y también forma parte de Las Comadres. Lo que logró Correa es posicionar el tema de aborto como un tema negativo, como nunca había logrado nadie. Antes el aborto era una emergencia obstétrica y era tratado de esa forma a pesar de que la gente socialmente podría decirte que no estaba de acuerdo, que cómo van a abortar, ¿me entiendes? No se registraban denuncias de mujeres por aborto. Y sí, puede sonar simple y cómodo ponerle toda la responsabilidad al presidente del momento, pero él era un hombre con muchísima influencia y más aún en el 2013, cuando su partido tenía la mayoría en la Asamblea Nacional. Entonces lo que pasa con Correa justamente es que la práctica del aborto comienza a vivirse distinto y comienza a tratarse distinto en los hospitales de los centros de salud y comienza a haber denuncias de mujeres y comienza a sentirse fuerte la penalización, si quieres, a partir justamente de la criminalización de mujeres. Ana Cristina habla de denuncias desde los hospitales porque, en la misma reforma del código penal, algo más fue aprobado: se penalizó la muerte por mala práctica profesional. Esto básicamente quería decir que si alguien moría a manos de un doctor por mala práctica, el doctor podía ir a prisión. La ley es muy compleja y fue un tema de mucha polémica por la incertidumbre sobre cómo sería aplicada. Sobre todo porque los médicos creían que si un paciente moría, cualquier familiar podría denunciarlo y enviarlo a la cárcel, sin importar cuál fuera su condición de salud. Esto causó un ambiente de mucho pánico y tenían miedo de que los denunciaran. Pero, además, esto tuvo un impacto directo sobre las mujeres que abortaban porque muchas veces —motivados por el miedo a represalias penales— los doctores y enfermeras terminaban denunciándolas por una mínima sospecha. Preferían poner la responsabilidad de un posible delito en las mujeres y no en ellos. La mayoría de mujeres que son penalizadas por aborto son denunciadas desde los servicios de salud cuando llegan a buscar atención por la emergencia obstétrica. De los datos que nosotras tenemos, el 70 por ciento de estas mujeres nunca dijeron haberse practicado un aborto, sólo llegaron con un sangrado. Ana Cristina sabe esto porque defiende a estas mujeres en las cortes. Ella dice que, además, ha habido casos de mujeres con abortos espontáneos —o sea no provocados— que igual son criminalizadas porque los profesionales de salud las denuncian, pensando que son abortos inducidos. En el 2013, —el mismo año que ocurrió toda la discusión política sobre la despenalización del aborto en la Asamblea— el 45 por ciento de casos de mujeres criminalizadas habían tenido abortos espontáneos. Ana Cristina dice que cuando las mujeres llegan al hospital sangrando… Si los profesionales de salud consideran que puede haber un delito, lo que hacen es tenerlas horas de horas sin atención. Tenemos casos de mujeres que han pasado siete, diez, doce horas sin atención. Y cuando llega la policía. Las mujeres no saben. Les dice: “Dígame qué pasó. Dígame todo que no le va a pasar nada, que mejor que me diga… si me dice, que si no me dice se mete en problemas”. Las engañan y las mujeres terminan diciendo hasta cosas que no pasaron porque condicionan la atención de salud a que ellas hablen. Les toman muestras de sangre. Las interrogan de forma insistente. Y después de todo esto, el fiscal procesa a las mujeres ahí mismo en el hospital. La mayoría de mujeres que pasan por esto y están fuera de la capital obtienen prisión preventiva —que puede ser de hasta seis meses. En cambio, si la mujer es procesada en Quito recibe medidas alternativas como presentarse cada cierto tiempo en la fiscalía hasta que sea el día de su audiencia. Según Surkuna —la organización feminista que Ana Cristina dirige— desde el 2013, casi 400 mujeres han sido denunciadas y procesadas por aborto en el país. Estas denuncias incrementaron bastante después que se aprobó el código penal. Pero no todas estas mujeres han ido a prisión porque pueden pedir medidas alternativas —como hacer servicio comunitario— porque la pena del aborto no es alta —máximo dos años. Sin embargo, Ana Cristina dice que los abusos no terminan en los procesos judiciales. Las penas a veces son dictadas para castigar a la mujer por abortar, por renunciar a su maternidad. Como un caso que llevó Ana Cristina donde el juez le mandó a la mujer a hacer… Pasantías en un orfelinato para que aprenda a ser madre y desarrolle un instinto maternal. Y lo escribe así en la sentencia. Entonces, ese tipo de cosas ves también. O sea, penas alternativas absolutamente sexistas. A los hombres no los mandan a cuidar en guarderías, ¿cachas? Pero que tienen que ver justamente con forjarte hacia el rol. Eso es lo que tú tienes que ser en la vida: tienes que ser una madre. Según Ana Cristina… Ese fue uno de los impactos más grandes: la criminalización, la denuncia desde los hospitales públicos, sobre todo, porque de repente fue como que los profesionales de salud se enteraron de que el aborto era algo ilegal. Pero esta persecución, los maltratos y la penalidad no son factores que detienen a las mujeres a buscar un aborto. Lo único que logran es que lo hagan de forma insegura y que —por miedo a ser criminalizadas— terminen no yendo al hospital en caso de complicaciones y muchas de ellas mueran. Son estas cifras y estas historias terribles las que han hecho que la lucha por la despenalización del aborto sea cada vez más grande en Ecuador. Se han hecho marchas con distintas consignas. ¡Aborto legal en el hospital! Han marchado por las ciudades de Quito, Guayaquil, Cuenca… Nos reunimos hoy para defender los derechos de las mujeres, de nuestras vidas, de poder decidir sobre nuestros cuerpos. Por la legalización del aborto que sea gratuito, que sea accesible para todas. Apoyamos la lucha internacional en pro del aborto libre, seguro y gratuito porque sabemos que los abortos clandestinos que generan muerte son asesinatos de Estado. Pero esas movilizaciones también tienen su contraparte a nivel nacional. De personas como estas: ¡Legal o ilegal, el aborto mata igual! ¡Legal o ilegal, el aborto mata igual! Hoy estamos marchando nosotros como iglesia para defender la vida. Yo marcho por la vida porque la vida es un don de Dios y solamente él nos puede quitar. Por rechazo al aborto. Por la vida. No al aborto, no a la muerte. Estas marchas salen a las calles bajo la consigna “salvemos las dos vidas”. Y son organizadas por distintas agrupaciones, la mayoría católicas, evangélicas y, sobre todo, por personas que se autodenominan “provida”. Una de ellas es la Red Vida y Familia Ecuador. Y desde el 2010 su presidenta Amparo Medina, encabeza las marchas como las que escuchamos. Ella me explicó que su objetivo es… Despertar la sensibilización de las personas de que dentro de una madre vive una vida y que esa vida tiene que ser cuidada y protegida por absolutamente todos los ecuatorianos. Y mantiene esta postura para todos los casos. Incluso si una mujer es violada y queda embarazada. Nos parece que ningún ecuatoriano puede ser discriminado por quien es su papá. Además nadie elige cómo ser gestado. Ni usted ni yo elegimos la forma de gestación. Me dijo que la mujer debe ser castigada por abortar porque es un delito. Que quienes deberían ir a la cárcel son los médicos que realizan abortos y también… Todos aquellos que difunden, promociona y realizan abortos. Salud Mujeres, Las Comadres son quienes están vendiendo aborto químico y deberían ellos ir a la cárcel. Eso de que Salud Mujeres y Las Comadres venden el medicamento, como dice Amparo, no es cierto. Cuando le dije que estos grupos solo entregan información y que eso no es ilegal en Ecuador, ella respondió… Es como sicariato, ¿no? Si yo le doy información a una persona de cómo matar a otra persona obviamente estoy promocionando el asesinato y la promoción del asesinato ante cualquier ser humano debería ser sancionada. Amparo Medina dice “ser humano” porque para ella, y los grupos que ella representa, la vida comienza desde la concepción. Y aunque este es un tema de mucha discusión y polémica, la postura depende de la religión o de la filosofía que cada persona tiene. Pero la discusión va más allá de cuándo comienza o no la vida. Es también un problema de salud pública. No solo en Ecuador sino en muchas partes del mundo porque, como ya dijimos, hay muchas mujeres que están muriendo por abortos inseguros y que son negadas una atención médica en condiciones adecuadas. Según la Organización Mundial de la Salud, cerca de 30 mil mujeres en el mundo mueren al año en abortos peligrosos. Pero, volviendo a Ecuador, es en este ambiente político y social de constantes desacuerdos sobre el aborto que Las Comadres existen. Por eso ellas creen que su labor es la perfecta respuesta a lo que está pasando con la criminalización legal y social de las mujeres que abortan. Para Ana Cristina Vera, lo principal es que… Son mujeres que acompañan mujeres. A mí me parece, como yo te decía, que eso es simbólicamente muy importante. Porque se genera confianza y logran que la experiencia del aborto se viva desde otro lugar, lejos de las clínicas inseguras y del estigma. Desde un aborto seguro, en la casa y con las amigas, con las comadres. Y lo más importante para que esto se logre es que Las Comadres… Se plantean un acompañamiento desde una postura de no juzgar, ¿me entiendes? Las razones que tiene la mujer, ni por qué lo está haciendo, sino de únicamente facilitar esta información a las mujeres que lo necesiten. Y también que si ellas necesiten conversar, hablar de algo, que puedan hacerlo. Después de la pausa, veremos cómo funcionan Las Comadres, cómo es realmente este proceso de acompañamiento. Ya volvemos. Ambulantes, necesitamos su apoyo para seguir contando las historias en audio que los acercan a América Latina. Por eso acabamos de inaugurar un programa de membresías. Al convertirse en miembros de Radio Ambulante recibirán varios beneficios y sobre todo nos permitirán seguir creciendo, produciendo nuevos episodios y nuevos podcasts en español. Para más información visiten nuestra página web radioambulante.org. ¡Gracias! Hola, soy Félix Contreras, del podcast Alt. Latino. En este mes, cuando celebramos nuestra herencia e historia, quisiera recordarte que revises a Alt. Latino. Tendré programas sobre música mexicana, la influencia de la música latina en rock and roll, y mucho más. Suscríbete a Alt. Latino and join the fun. Estos días hay tantas cosas para ver que jamás te va a alcanzar el tiempo. Es por eso que existe Pop Culture Happy Hour, desde NPR. Dos veces por semana, buscan entre todas las tonterías que hay, comparten sus reacciones y te dan un resumen de lo que sí vale la pena. Escucha Pop Culture Happy Hour todos los miércoles y jueves. Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa, activistas como Ana Cristina habían creado un grupo de apoyo entre mujeres llamado Las Comadres. Y, bueno, queríamos ver cómo funcionaba. Entonces Lisette, nuestra productora, conoció a… Mi nombre es Michelle, Michelle Játiva. Yo tengo 25 años. Michelle es psicóloga y vive en Quito. Seguí a las Comadres realmente unas dos semanas antes de necesitarlas. Nuestra productora Lisette nos sigue contando. Hace dos años, cuando Michelle estaba a punto de graduarse de la universidad, se enteró que Las Comadres iban a dar una charla sobre el aborto seguro en Ecuador. Y ella quería… Ir a ver en este espacio, qué dicen las chicas, cuál es la propuesta, cómo es el tema en la salud mental. Como que me quería empapar del tema. Pero un día antes del coloquio. Me enteré que estoy embarazada. Para mí fue súper fuerte porque me enteré que estaba embarazada y fue como un: “No puede ser”. Yo no quería. O sea, dentro de mis planes de vida no estaba en ese momento ser mamá. Yo mentiría si dijera que en algún momento yo dije: «No, sí voy a pensarlo». O sea, la primera idea que se me vino fue: «No, esto no puede ser». Michelle lo habló con su pareja y entre los dos buscaron opciones. Una amiga le dijo que conocía una clínica clandestina supuestamente segura. Nosotros averiguamos y el aborto me costaba 500 dólares. 500 dólares que era full. Claro. Era muchísimo dinero y sobre todo para ella que todavía no se graduaba de la universidad. Pero su novio le dijo que entre los dos podrían hallar la forma de pagarlo. Con mucho esfuerzo, claro. Conseguir 500 dólares de un día para el otro no es fácil. Y, a pesar de esto, Michelle no estaba segura porque a la final era una clínica clandestina y tenía miedo de que le pasara algo. No sabía qué hacer. Decía: la opción es abortar. Pero tenía todas esas cosas en la cabeza: es súper inseguro, te raspan el útero, es horrible. Entonces, antes de decidirse por ir al lugar que le habían recomendado, quiso esperar al siguiente día, ir al coloquio y ver qué pasaba. Cuando fui donde Las Comadres estaba súper nerviosa porque decía: “Ojalá ellas me puedan ayudar”. Compartirles cuáles son nuestros objetivos políticos como red. Entre esos está, bueno, la desclandestinización del aborto. Cuando llegué, escuché la… la charla y estaba tan nerviosa que no me acerqué a decirles nada. Solamente escuché la charla y lo que hice fue coger los… los volantes. Cogí todo lo que… lo que ellas daban. Y se fue a su casa. Michelle se sentó a leer toda la información y a procesar lo que había escuchado en la charla. Ahí vio que Las Comadres tenían un número de teléfono para un acompañamiento de aborto seguro. Se fue a dormir pensando en sus opciones, en lo que debería hacer. Y al día siguiente, por la noche, decidió tomar el teléfono y llamar al número que estaba en los volantes. Buenas noches, te has comunicado con Las Comadres, red de información y de acompañamiento en aborto. ¿En qué te podemos ayudar? Las Comadres le explicaron lo que hacen. Nosotras lo que hacemos es dar información sobre aborto seguro con medicamentos, acompañamos antes, durante y después del proceso a toda mujer que necesite información y realizarse un aborto de manera segura. Entonces, vamos uno por uno. El antes. Es cuando damos la información en estos encuentros presenciales colectivos. Estos encuentros sólo son posibles para las mujeres que estén en ciudades donde está la red, ciudades como Quito, Cuenca, y Esmeraldas. Por el momento a las que están en otras ciudades o en áreas rurales las acompañan solo por teléfono. Pero cuando sí pueden encontrarse, se reúnen en un lugar público. Y esto es importante para ellas porque… Creemos que hablar de aborto en espacios comunes, cotidianos, ayuda a quitar este estigma del aborto como un riesgo, como algo malo, como algo clandestino. En el caso de Michelle, una vez que le dieron toda esta información, le pidieron unos datos generales. Le preguntaron si es que se hizo una prueba de embarazo y si es que estaba segura que no fuera un embarazo ectópico —o sea fuera del útero—, porque en esos casos es más seguro tener un aborto quirúrgico en el hospital. Y hay que tener en cuenta que en esos casos es legal porque la vida de la mujer está en peligro. Después de aclarar estas dudas. Me citaron en ese tiempo donde se reunían. Me acuerdo que estaba… estaba tan nerviosa. Le pidieron un distintivo —como un sombrero o una bufanda que vaya a ponerse ese día— para identificarla. Michelle dijo que se pondría una blusa negra y fue al lugar donde la citaron: era una cafetería en una universidad en Quito. Llegó y se sentó a esperar. Unos minutos después, las dos comadres que la habían citado se acercaron y la llevaron hacia un lado donde había más mujeres que estaban ahí por lo mismo que ella. Entonces, yo estaba súper nerviosa. Había otra chica que estaba más nerviosa y habían… había una chica que ya había hecho. Y fue como… Para mí fue un alivio súper grande, entonces, verme reflejada en otra persona que pasó por lo mismo que yo, que me explicaba esto. Para mí fue… fue el tranquilizante. Y una vez que todas están juntas, Las Comadres les cuentan cómo se puede tener un aborto seguro con los medicamentos recomendados por la Organización Mundial de la Salud: el misoprostol y la mifepristona. El misoprostol usualmente requiere de una receta médica. Pero también en ciertas farmacias que lo venden a precios muy altos o en el mercado negro. Como a 200 dólares cuatro pastillas. Hay que tener en cuenta que… En Ecuador no se consigue la mifepristona. Es un medicamento que no está dentro del… del cuadro de medicamentos básicos. Pero que por una alianza que tenemos con Women on Waves, ellas pueden —las mujeres que nosotras acompañamos— tener acceso a ese medicamento. Women on Waves —o, en español, Mujeres sobre las Olas— es una organización holandesa sin ánimo de lucro que se creó en 1999 por la doctora y activista Rebecca Gomperts. Y lo que esta organización hace es viajar en un barco a países donde el aborto es ilegal y proveer anticonceptivos, información, talleres y abortos seguros y legales con medicamentos. Women on Waves tiene una licencia de funcionamiento del ministerio de salud holandés que les permite realizar abortos en su barco hasta el primer trimestre de gestación. Y llevar este servicio a otros países es posible porque se basa en una ley marítima: cuando un barco está en aguas internacionales, este barco está sujeto al sistema legal del país al que pertenece. Entonces, como su barco es de Holanda —y se rige a su ley y a la autorización que ese país les entregó— es legal abortar sobre el barco cuando éste está anclado en aguas internacionales. Por ejemplo, van a países como México —donde solo en Ciudad de México es legal abortar bajo cualquier circunstancia— y ahí recogen a las mujeres en un puerto, se las llevan a aguas internacionales y las ayudan con el aborto seguro. Cuando el procedimiento termina, las regresan al puerto mexicano. Pero, como esto llega a pocas mujeres, tienen una iniciativa más que es Women on Web, o Mujeres en Red, y esto funciona porque… Ellas envían los medicamentos a un montón de países donde el aborto está penalizado. Esta organización pide una donación a la mujer que quiere abortar por el envío de las pastillas, y el monto es entre 80 y 100 dólares más o menos dependiendo de la situación económica de quien lo pida. Si es que una mujer no puede pagarlo, dan becas o donaciones para que puedan acceder al medicamento sin costo. La alianza con Las Comadres permite que las mujeres no tengan que pagar sino que puedan aportar a Las Comadres y nosotras luego ya nos encargamos con ellas de devolverles el favor. Con los aportes que reciben, Las Comadres también ayudan a mujeres de escasos recursos a comprar toallas sanitarias o a veces alquilar un cuarto de hotel porque no pueden abortar en sus casas. Pero si las mujeres no tienen dinero para hacer el aporte, no pasa nada, igual son acompañadas en su proceso. Claro que cada acompañamiento es distinto porque cada mujer tiene un contexto diferente o a veces tienen historias clínicas que deben tomarse en cuenta. Como Michelle, por ejemplo. Hay una ficha en la que tú dices si tienes alguna enfermedad. Entonces, yo dije que sí que tenía un problema cardiaco. Entonces ella me dijo: “Chuta, ¿sabes qué? Nos va a tocar hablar con… con las demás compañeras. Yo no te voy a llenar la ficha todavía. Te voy a agendar después”. Y, bueno. Michelle les agradeció y se fue a su casa. Ella ya tenía dudas que por su enfermedad del corazón no la pudieran ayudar. Pero encontró confort en que no le dijeron que “no” enseguida. Además, había salido sintiéndose confiada, tranquila, segura. Después de unos días la llamaron y le pidieron que se encontrara nuevamente con ellas para conversar. Me acuerdo de todo. Me acuerdo del lugar, la hora. Fui con mi pareja. Fuimos los dos y él me decía como: “No, pero es que quiénes son estas manes, o sea”. Y yo tenía mucha seguridad en ellas. Michelle y su pareja se encontraron con dos comadres. Y, bueno, ellas me dijeron: “Ah, hola, ¿cómo estás? Pasa. Mira, te vamos a explicar todo esto”. Y… ay, y me explicaron todo. Todo, todo, todo. Le dijeron que habían hablado con un doctor, con una ginecóloga, con todos los médicos de su red para ver qué opciones tenía. Y para mí fue, como, por Dios, estas dos mujeres que en mi vida las he visto, ni ellas me han visto, me están ayudando de una manera… o sea, no me pidieron plata nunca, ¿no? Nada. Lo único que fue… fue: “Ah, o sea estás en esto. No estás sola. Te acompañamos”. Y ahorita me cogió el sentimiento. Porque me acuerdo de eso y para mí eso fue muy significativo, full. Porque dije: “Wow, no estoy sola”. Nunca me dijeron: “Tienes que hacer esto”. Me dijeron: “Mira, estas son todas las opciones. Piensa tú lo que quieras hacer”. Michelle salió de ese segundo encuentro decidida. Abortaría con Las Comadres. Y aquí llegamos a la segunda etapa del acompañamiento de Las Comadres: el que dan durante el mismo procedimiento del aborto. Nosotras nos contactamos vía telefónica o por mensajes Entonces, si le surge alguna inquietud, alguna duda, quieren compartir algo, tienen su comadre para hablarlo, para escribirlo. Además, para ellas es importante estar pendientes durante el proceso en caso de que tengan alguna complicación y deban ir al hospital. Sobre todo por el riesgo de no recibir la atención necesaria o de ser criminalizadas —aunque para un doctor es imposible identificar un aborto inducido con medicamentos, porque los síntomas son los mismos que los de un aborto espontáneo. Una semana después de ese segundo encuentro con Las Comadres, Michelle recibió las pastillas por correo. Fue justo el ocho de marzo, el día internacional de la mujer. La llamé a mi comadre. Me explicó otra vez porque me había olvidado de algunas cosas. Entonces se tomó las pastillas como le indicó y… Hice el procedimiento y comencé de una con los síntomas. Algunos de los síntomas secundarios normales que pueden presentarse: fiebre, escalofríos, náuseas, dolor abdominal como cólico o vómito. Le llamó a su comadre otra vez y le dijo que se tome un analgésico para el dolor y se ponga calor localizado en el estómago. De ahí, bueno, me puse el calor localizado. Ahí me bajó un poco, pero el escalofrío no. Mientras tanto, tuvo el sangrado, o sea el indicador de que el aborto estaba en curso y se metió a la ducha. Luego se acostó y se quedó dormida. Después de unas horas. Me sentía bien. Solo sentía como un pequeño dolor en la cadera así, en la cintura perdón, y eso era todo. Poco tiempo después, llegó su novio, comió y se acostó a dormir. Al día siguiente… Sentí un alivio, una tranquilidad. Para mí fue como: “Ya, se acabó”. Fue un peso… fue: “Esto se acabó. Ya pasó. Dios mío, me salvé”, por así decirlo. Y luego me sentí culpable por sentirme así. A veces uno no siente culpa por el aborto, siente culpa por no sentirse culpable, por sentirse bien, por sentirse tranquila. Claro, no todas las mujeres que abortan sienten esto. Pero cuando pasa, pueden procesarlo en los encuentros post-aborto, el último paso del acompañamiento que ofrecen Las Comadres. Esta es Sarahí. No queremos generar un discurso y una práctica de un feminismo que desconozca lo que en realidad las mujeres sentimos. Y, sí, hay culpa en el aborto. Pero la apuesta de nuestro espacio es trabajar colectivamente esa culpa y decir por qué sentimos culpa, entonces. “Siento culpa por no sentir culpa”, un montón de mujeres nos dicen eso. Un tiempo después de su procedimiento, Las Comadres invitaron a Michelle a uno de estos encuentros. Son espacios abiertos con mujeres acompañadas y no acompañadas que han abortado y que quieren compartir su vivencia, su experiencia y cómo entendieron su proceso de aborto. Michelle decidió ir y conoció a más mujeres que se sentían igual que ella. Después de escucharlas… Me sentí como tranquila porque decía: “Ok, no soy mala, no soy un monstruo, soy un ser humano. Tomé una decisión y me siento tranquila. Es mi proyecto de vida, puedo retomar mi proyecto de vida”. Muchas veces el aborto es esta posibilidad de hacerte una radiografía de tu vida y poder decidir en algo que es trascendental. Muchas mujeres, por ejemplo, han dicho, algunas, que es la primera vez que han decidido algo tan importante sobre sus vidas ellas mismas. Y Sarahí lo sabe porque así como estas historias, hay muchas más: de mujeres con hijos que no quieren tener más porque el dinero no les alcanza, mujeres que fueron violadas y quedaron embarazadas producto de esa violación, adolescentes que no tuvieron educación sexual para prevenir un embarazo, mujeres que viven en zonas rurales del país a horas de distancia de la carretera más cercana. Y conocer estas historias —y su experiencia de abortar con Las Comadres— despertó algo más en Michelle. Y desde ahí cuando yo estuve en ese post dije. “Yo quiero hacer esto”. Quiero ser esa mujer que otras mujeres encuentran que les dice: “Oye, no, tranquila. Llámame. Mira, tal cosa”. Entonces, digo quiero ser ese apoyo. Quiero ser esa mujer que… que acompaña. Y así lo hizo. Después de unos meses Las Comadres abrieron una escuela de formación para acompañar en abortos, porque la cantidad de mujeres que las llamaban ya era desbordante. En julio de 2017 lanzaron la convocatoria y aplicaron 200 mujeres, de las que solo 15 aprobaron todos los filtros de seguridad y terminaron con el proceso de capacitación. Michelle fue una de ellas. Se convirtió en una Comadre. Ahora, en 2019, hay 50 Comadres en total acompañando abortos seguros en el Ecuador. Según sus registros, hasta ahora han acompañado a más de 2500 mujeres como Michelle. Pero en Ecuador, en el 2017, casi 10 mil mujeres fueron al hospital por complicaciones en “abortos no especificados” o sea, en otras palabras “abortos clandestinos”. La semana pasada, el 17 de septiembre, la Asamblea Nacional del Ecuador votó por un proyecto de ley que despenalizaría el aborto en casos de violación. Fue un día de mucha emoción y protestas de ambos lados, con cientos de personas afuera de la asamblea en Quito. Con 65 votos a favor y 59 en contra, el proyecto no pasó. Faltaron 5 votos. El aborto en casos de violación sigue siendo ilegal en Ecuador. Lisette Arévalo es productora de Radio Ambulante. Vive en Quito. Este episodio fue editado por Camila Segura, Silvia Viñas, Luis Fernando Vargas y por mí. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri, con música de Giancarlo Vulcano. Andrea López Cruzado hizo el fact-checking. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Gabriela Brenes, Jorge Caraballo, Victoria Estrada, Rémy Lozano, Miranda Mazariegos, Patrick Moseley, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Joseph Zárate. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. El Club de Podcast Radio Ambulante es un grupo en Facebook en el que oyentes de Radio Ambulante de todo el mundo se encuentran a conversar sobre los episodios y a compartir información adicional sobre las historias. Es uno de nuestros rincones favoritos del internet. Búsquenlo en Facebook como Club de Podcast Radio Ambulante para participar. Ahí los esperamos. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar. En el siguiente episodio de Radio Ambulante, Víctor Buso, un cerrajero y astrónomo aficionado, descubrió un punto en el cielo… Y comienzo a ver un pixel… solamente un pixel. Y digo, ¿qué hace este pixel acá? “Esto es tremendo”, digo, “si esto es un descubrimiento tengo que hacerlo rápido”. Y ese descubrimiento cambiaría su vida. Su historia la próxima semana.

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